Miroslava Duma, el activo más importante de la moda rusa
Mucho más que una it-girl de la blogosfera, esta empresaria, fundadora de uno de los medios digitales más influyentes, ha sentado las bases del futuro de la industria textil en Rusia.
Un escuadrón de estilo, en el que además de Duma, están Ulyana Sergeenko (diseñadora), Elena Perminova (modelo, casada con el multimillonario Alexander Lebedev, dueño del periódico británico The Independent), Dasha Zhukova (novia de Román Abramóvich, propietario del equipo de fútbol Chelsea), Vika Gazinskaya (también diseñadora) y Anya Ziourova (directora de moda de las ediciones rusas de Tatler y Allure). «Mis queridas amigas y yo formamos una gran alianza», reconoce Duma, quien ha llegado una hora tarde a la sesión.
Está embarazada de su segundo hijo y a primera hora tenía que hacerse un análisis de sangre rutinario. «Vamos juntas a las semanas de la moda y, de alguna manera, nos hemos convertido en sinónimo del nuevo estilo ruso y hemos sentado precedente para el desarrollo futuro de la industria textil en nuestro país», añade.
Podría parecer que su trabajo es precisamente ése: vestirse y dejarse ver en desfiles, fiestas y photocalls. Sin embargo, no es el oro ni el bling bling lo que atrae la atención de los flashes. Duma desmonta todos los mitos del famoso estereotipo de mujer rusa: léase rubia, alta, diseños ostentosos, grandes logos y relucientes joyas doradas. Ella es todo lo contrario: morena, menuda y con un guardarropa que, en sus propias palabras, es «clásico, femenino, personal y nada intimidador; todavía me gusta experimentar, pero sin salirme del beis, nude y blanco. La elegancia gana la batalla al tiempo», explica, vestida con un abrigo de Céline, leggings y zapatillas deportivas.
Durante la semana de la moda de Nueva York, la hemos visto lucir diseños de Rosie Assoulin, Valentino, Peter Pilotto, Awake by Natalia Alaverdian… «En mi opinión, estamos presenciando un renacimiento de la cultura rusa. Obviamente, hoy cultura y moda van de la mano. Las moscovitas están cansadas de los stilettos de 12 centímetros y los minivestidos ultraceñidos de Hervé Léger. A diferencia de la imagen más agresiva y sexualizada de la generación anterior, ahora el estilo de las mujeres rusas es más refrescante y dulce. También ha cambiado su conocimiento de la moda; y eso resulta gratificante», reflexiona Duma.
Ni nació en Moscú ni estudió Periodismo, como sugieren muchas de las páginas que en Internet analizan su vestidor y, de paso, su biografía
. Lo cierto es que ni siquiera su padre era un gran oligarca al principio. Su progenitor, Vasily Duma, nació en Ucrania en el seno de una familia pobre. «No tenían nada ni conocían a nadie», asegura Duma. «Tuvieron que trabajar muy duro». Se casaron, hicieron las maletas y emigraron a Siberia. Allí cambió su suerte. Su padre consiguió un trabajo en la industria petrolera; y su madre supo darle la vuelta a la precariedad del país y aprovechar la escasez de ropa para ganar dinero cosiendo prendas originales.
Miroslava nació en 1985. El mismo año que Gorbachov llegó al Kremlin y el líder soviético puso en marcha un plan de reestructuración interna conocido como perestroika. Era el fin de la Guerra Fría. «La perestroika abrió la puerta a una visión más amplia de la moda. En 1987, Gorbachov permitió la sindicación y distribución de la edición rusa de la revista de patrones Burda. En aquella época, todavía era muy difícil conseguir las últimas tendencias; la mayor parte de las mujeres confeccionaba sus propias prendas. Diseñaban, cosían, tejían e intentaban crear looks reconocibles. Por cierto, mi abuela era una modista increíble, con un gusto exquisito. Por eso me gustó la moda desde niña», cuenta.
En 1985, la familia Duma vivía en Surgut, la segunda ciudad de la región de Tiumén, considerada la capital petrolera y gasífera no oficial de Rusia. Allí, el padre, como tantos otros rusos de su generación, forjó su propio imperio como magnate del oro negro. Hasta que, en 1991, se mudaron a Moscú. Miroslava tenía cinco años. Y él movió hilos para ponerse al frente de Slavneft (una de las 10 mayores compañías petroleras del país) y, más tarde, ser nombrado senador del Consejo Federal de Rusia (cargo que ocupó hasta 2011, según The Telegraph).