Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

18 sept 2014

Leonard Cohen - Bird on the Wire 1979

http://youtu.be/BmPUu-rMpWA

Leonard Cohen.......................................................So long marianne

http://youtu.be/UXqbYP2k5_Y

Del Blog Mujeres.................................................La serpiente tatuada de la madre de Churchill

La serpiente tatuada de la madre de Churchill

Por: | 18 de septiembre de 2014
India
Una mujer observa con rostro serio y unos penetrantes ojos claro directamente a cámara.
Pero no son los ojos de Olive Oatman, nacida en 1837, en Illinois (EE UU) lo que llama la atención de espectador.
 Hay que mirar un poco más abajo, a su barbilla
. Unas rayas negras perfilan su mentón. Oatman es considerada la primera mujer tatuada de la historia, pero por desgracia fue contra su voluntad
. La tribu india de los Tolkepayas la raptó después de asesinar a su familia y pintó estas marcas en su rostro como parte de un ritua
l. Cinco años después volvió junto a unos familiares y contó su historia.
 El relato queda recogido por Margot Mifflin en su libro Bodies of subversion. Se trata de la historia de la relación entre tatuajes y mujeres, a veces tormentosa, a veces de liberación.
Hubo un tiempo en el que la transgresión se grababa en la piel.
 Pero solo hasta donde los cuellos y las mangas pudieran cubrir.
 Existió una época en la que los tatuajes eran sinónimo de subversión.
 Las mujeres del siglo XIX lo interpretaron así y muchas marcaron su cuerpo como símbolo de libertad.
 Violaron la norma no escrita que rezaba que sus cuerpos debían mantenerse puros. Una serpiente rodeaba la muñeca de la madre de Winston Churchill
. Y como ella muchas otras féminas de la era victoriana marcaron su piel para siempre, aunque lo ocultaban bajo sus ropas.  Circo
Esta tendencia ha ido desde la reivindicación hasta una simple cuestión de moda. 2012 fue el primer año en Estados Unidos el que ellas superaron a los hombres en lo que a tatuajes se refiere.
 Un 23% de las mujeres reconoció llevar uno frente a un 19% de los hombres.
El libro, recién reeditado, recoge en cien fotografías la relación entre tatuajes y el mundo femenino. “Mientras que las modas iban siempre destinadas a controlar a la mujer (corsés, sujetadores push up), el tatuaje, por el contrario, realzaba su forma natural”, explica la autora vía mail.
En el libro, que no se ha editado en España pero se puede conseguir en Amazon, conocemos a Jessie Knight, la primera tatuadora de Reino Unido, que comenzó a dibujar en los años 20 y se retiró en los 60.
 Hija de otro artista de los tatuajes, ella se atrevió a romper con los esquemas de la época y aprendió por su propia cuenta la profesión
. Su nieta conserva aún sus diseños, fotografías y algunos de los utensilios que empleaba para tatuar. Gran parte del material que contiene el libro ve la luz por primera vez, gracias al profuso trabajo de investigación que llevó a cabo su autora. Para realizarlo, acudió a archivos o descendientes de los protagonistas.
NegrasA principios del siglo pasado era tan extraño descubrir tatuajes bajo el vestido de una mujer, que las que los llevaban era auténticas estrellas de circo.
 Betty Broadbent consiguió una pequeña fortuna luciendo los diseños que cubrían todo su cuerpo.
 Bueno, no todo. Los antebrazos y el cuello quedaban libres para que pudiera cubrirse cuando lo deseara.
La obra también reivindica a Janis Joplin, que fue la primera artista famosa que llevo un tatuaje bien visible
. La revolución sexual de los sesenta contribuyó a su popularización y ahora lucir una frase o un diseño en la alfombra roja o encima de un escenario ha dejado de estar relegado a las celebrities más alternativas.
Ahí están Angelina Jolie o Rihana mostrando orgullosas a cámara su cuerpo marcado
. Para la autora, los tatuajes “ya no representan emblemas de la rebeldía”, sino que son una mera opción estética.
 Y según ella, esto es un logro de las mujeres.

Leonard Cohen: hasta siempre, Marianne..................................................................... Gloria Crespo

La mujer noruega que inspiró la famosa canción de Leonard Cohen evoca los años con el músico.

Leonard Cohen y Marriane Ihlen en la isla griega Hydra, en 1960. / James Burke

“Conocerás a un hombre que habla con lengua de oro”, le vaticinó su abuela a Marianne Ihlen, la joven y atractiva noruega que Leonard Cohen inmortalizó, hace ya casi cinco décadas, en la célebre canción que lleva su nombre: So Long Marianne.
 A punto de cumplir los 80, el 21 de septiembre, es probable que el artista no haya conseguido resolver sus dudas sobre el amor, el deseo, la fe y la existencia, pero su voz, cada vez más grave y desvencijada, volverá a susurrarnos su poesía a partir del día 23 en Popular Problems, su nuevo disco.
 Al mismo tiempo, sus días griegos y su musa vuelven a la actualidad debido la reciente publicación de la versión inglesa del libro So Long Marianne: A Love Story, escrito en noruego por Kari Hesthamar en 2008.
 “Todo esto ocurrió hace muchas vidas.
 A mis años yo ya no contaría la historia como lo hace la joven Marianne, protagonista del libro”, dice Marianne Ihlen, al otro lado del teléfono, quejosa, en cierto modo, de las contradicciones que le provoca tener una parte importante de su vida unida a una personalidad tan pronunciada como la de Cohen
. Aun así dice sentirse muy agradecida al hombre que supo ver lo que ella desconocía de sí misma. “Es muy honesto, uno de los hombres más honestos que he conocido, eso es lo que le hace ser tan buen poeta”, añade.
Creo que le di coraje para escribir y no tirar la toalla”
La historia comenzó cuando, el por entonces desconocido poeta canadiense, llegó a la isla griega de Hydra, llevando consigo su guitarra, su famosa gabardina azul y su Olivetti verde: la misma en la que se ve escribiendo a Marianne en la contraportada de su disco, Songs from a room.
 Hambriento de experiencias, veía la vida como un bufet con distintos sabores a probar, sin ataduras.
Transcurría 1960.
La pequeña comunidad de artistas expatriados, residentes en la isla, representaba una continuidad del movimiento contracultural iniciado por los beatniks.
  Cohen, un rebelde con aspecto convencional, no tardó en integrarse.
 Inmerso en la simplicidad de la vida, en la “salvaje y desnuda perfección” de la isla, que describe Henry Miller, en El coloso de Marusi, sintió que había llegado a casa.
 “Vivíamos bajo el sol, descalzos.
 Éramos muy pobres, pero muy felices.
 No había agua corriente, ni coches, solo burros y tardamos en tener electricidad”, recuerda hoy con nostalgia Marianne, desde su casa en Larkollen, un pueblecito cercano a Oslo donde vive con su actual marido, dedicada a pintar.
Portada del libro 'So long Marianne: a love story', del noruego Kari Hesthamar que narra la relación de los dos amantes.
Fue en la terraza de la tienda de comestibles del muelle, dónde el poeta invitó a Marianne por primera vez a compartir su mesa
. “Es perfecta”, escribiría de ella.
 Hacía tres años que la joven había llegado a Hydra, en compañía de Axel Jensen, una de las voces emergentes dentro de la literatura noruega, con quien se casó y tuvo un hijo, Axel
. Pero su relación era turbulenta; él se fugó con otra mujer y Cohen aprovechó la oportunidad: su relación duró siete años de forma intermitente, interrumpida por la necesidad del artista de salir en busca de sus “afiliaciones neuróticas”
. “Creo que le di coraje para escribir y no tirar la toalla”, dice Marianne de forma enérgica. “Estando conmigo publicó tres libros de poemas y dos novelas. Era extremadamente creativo”.
Instalado en su casa con Marianne y Axel, consiguió una paz hasta entonces desconocida para él
. Con la primera luz de la mañana y con música de Ray Charles de fondo, el poeta judío se sentaba a escribir en la terraza, en la misma en la que consultaba el I Ching y fumaba en compañía de su musa. El orden, la frugalidad y la rutina adquirían un aire monástico que solo se rompía cuando bajaban las empinadas calles, en busca de la diversión del puerto —el amor libre de los hippies había llegado a Hydra antes de lo esperado— o con celebración del Sàbat
. “Los dos éramos anticuados, en cuanto a que teníamos un sentido muy asceta y ordenado de la vida”. “Él solía decir que era eso lo que más le gustaba de mí”,
 comenta Marianne riéndose. “Me hubiese gustado tener un hijo suyo, pero él no quería. Nunca me lo dijo, pero yo lo intuí: yo no era judía”.
Me hubiese gustado tener un hijo suyo, pero él no quería. No era judía”
Marianne vivió la transición del artista hacía la música
. La poesía no pagaba las facturas y además había cedido paso a la música como transmisor de la contracultura, así decidieron marcharse a Nueva York.
 “En el Chelsea Hotel la gente hacía siempre aquello que no estaba permitido. Sus huéspedes eran igual de locos y libres que nuestro grupo de Hydra, pero rodeados de tráfico”, comenta.
 “Yo entonces estaba abierta a cualquier tipo experiencia, aceptaba la escena tal y como era, sin miedo”.
¿Y qué puede decir sobre la canción? Ella responde sin dudar: “Lleva mi nombre, pero no es con la que más me identifico.
Me siento más cercana a Bird on a wire.
 Recuerdo aquella mañana cuando al abrir la ventana nos encontramos que habían puesto el cableado del teléfono
. Para Leonard, So Long Marianne siempre ha tenido mucho significado, supongo que por varios motivos; en su letra aparece un parque de lilas, que podría ser el mismo que aparece en un poema dedicado a Anne Sherman.
 Creo que ella fue el gran amor de su vida”.
Nuestra historia estuvo rodeada de desdicha, pero me hizo despertar”
Come on Marianne era el nombre original
. Cuando Cohen comenzó a escribirla, la relación ya estaba muy resquebrajada, Marianne la interpretó como un “¡venga! intentémoslo de nuevo”
. Pero un año más tarde, en el estudio de grabación, el músico dudaba sobre las dos palabras que variaban el significado de la canción-—optó por so long, hasta pronto, en inglés—. “Yo no pensaba que estuviera diciendo adiós, contaría el músico a su biógrafa Sylvie Simmons, pero supongo que era así”. “Usted sabe que yo soy más bien un escritor de elegías”.
“Nuestra historia estuvo rodeada de mucha desdicha, pero me hizo despertar”. Marianne da por finalizada la conversación tomando prestado un estribillo de su antiguo amante:
“Todo tiene una grieta y así es como entra la luz”