Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

14 sept 2014

Javier Marías: “El rencor es una fuerza enorme de la que puede ser difícil prescindir”......................Winston Manrique Sabogal


El escritor y académico Javier Marías, este septiembre, en Madrid. / julián rojas

La soledad de su voz fue desterrada cuando el propio Javier Marías abrió la puerta del balcón de su casa en Madrid e irrumpió el rumor babélico de los turistas de la plaza.
 Él estaba en mitad de sus reflexiones sobre su nueva novela, Así empieza lo malo (Alfaguara), que saldrá a la venta el 23 de septiembre
. Dejó entrar las voces y el sol contundente de la tarde, sin parar de fumar ni hablar, en ese momento, de la manera en que algunos españoles no solo se “cambiaron de chaqueta”, como por arte de magia, tras la muerte de Franco, sino que intentaron obrar el milagro de usurparse a sí mismos con nuevas biografías.
 Fue poco después de que aclarara que no se trata de una novela política, sino sobre el deseo, el rencor y la arbitrariedad del perdón, de pasar por alto cuestiones graves y, en cambio, dejar emponzoñar algunas nimias.
El ojo en una rendija…
…Y el lector como testigo de una historia privada sobre la manera en que se fraguan una desdicha amorosa, unos deseos sexuales como motores de la vida, unos recuerdos nobles y rastreros y el arte de enmascarar y querer saber la verdad… ¡La verdad!…
 ¿Para qué? Y es ahí donde Javier Marías (Madrid, 1951) a la vez que cuenta y recupera el tiempo para comprenderlo, establece un diálogo con el lector.
Es su novela más erótica y feminista y con más humor y desparpajo juvenil, donde además, está el rastro del Marías más juvenil
Es su novela más erótica y feminista, con más humor y desparpajo lingüístico y la segunda más larga (la primera es su trilogía de Tu rostro mañana), en cuyas 534 páginas está el rastro del joven Marías, del Javier Marías que fue, y que es en la memoria y en los recuerdos, llamado aquí Juan de Vere. Él, el joven Juan, es quien desde una edad cercana a los 50 años del presente evoca su vida en 1980. Tenía 23 años, el adiós al franquismo aún estaba presente, la Transición había echado a andar, el mundo parecía reinventarse y el divorcio, el divorcio estaba al caer.
Faltaba un año. Ahí está el origen de una novela en cuyo título, una vez más, está la presencia tutelar de Shakespeare, ahora invocado en Hamlet: “Así empieza lo malo y lo peor queda atrás”. Mientras, aquí mismo, y antes de que se cuele el murmullo de voces, la del escritor y académico, sentado en el sofá de su casa bajo un cuadro de Keller-Reuntlingen, donde un pueblo decimonónico entre sombras se refleja en el agua, escenifica lo que dicen de su narrativa: pensamiento en movimiento trenzado de relato y análisis, ahora, mientras habla al lector:
“Si en otras novelas he podido determinar con bastante exactitud el primer latido, como decía Nabokov, aquí no tengo un elemento tan concreto
. Cuando uno lleva 43 años publicando y ha tenido varias fases, llega un momento en el cual uno acepta que tiene un estilo, unos temas principales que me preocupan y sobre los cuales se puede ahondar, y no es meramente repetición”.
“Una de las cosas que parece haberse olvidado es que hasta hace relativamente poco no había divorcio en España.
 Recordé que muchos matrimonios, aunque se llevaran mal y fueran indiferentes, seguían juntos
. Eso me llevó a pensar que aparte de no existir el divorcio, una de las cosas que, a menudo, más mantiene a las parejas, y vale tanto para matrimonios como otro tipo de relaciones, es el rencor. Cómo el rencor es una fuerza enorme, y puede ser difícil prescindir de él
. Me interesaba también abordar el deseo sexual mezclado, a veces, con amor y como uno de los motores más fuertes entre dos personas, sobre todo en la juventud
. El narrador cuenta desde una edad ya madura y eso le permite observarse de joven y a los jóvenes en general.
Hay una frase que define parte de la novela: ‘Los jóvenes tienen el alma y la conciencia aplazadas’, y suelen ser desaprensivos en algunos terrenos.
 Hay un tercer elemento: la arbitrariedad del perdón
. En um momento dado uno de los personajes centrales, Eduardo Muriel, dice que la justicia desinteresada e impersonal no existe”.
No es una novela sobre los jóvenes y la sexualidad, pero… tiene coordenadas sobre ese territorio y la manera en que algunos jóvenes buscan crear recuerdos. Sembrar felicidades.
Me resulta inquietante que el joven en un momento dado tiene la sensación de haber vivido cosas como una especie de atesoramiento
“Como autor me resulta inquietante que el joven en un momento dado tiene la sensación de haber vivido cosas como una especie de atesoramiento, y viene a decir:
‘Tengo que fijarme bien, tengo que aprehender bien este momento y estar atento a los detalles porque habrá un yo futuro que ya no tendrá tan fácil este tipo de escenas y me reclamará este momento’. Como si uno tuviera presente el espectro que será.
 A medida que uno cumple años descubre que el joven que fue tenía razón, y que uno ha guardado aquel día, aquella noche, aquel polvo, por decirlo mal, o aquel enamoramiento.
 No es malo que el lector reconozca cosas en esta novela
. Cuando la gente dice que la novela es una forma de conocimiento yo digo no, para mí es una forma de reconocimiento
. La novela lo que hace es traerte como lector cosas que sabías pero no sabías que sabías”.
No es una novela autobiográfica, pero…. Marías, desde el borde del sofá de esta casa donde vive hace 20 años, y con el cigarrillo entre los dedos, desanda sus años juveniles.
“El lenguaje del narrador es más crudo. Sobre todo en el pensamiento, y eso da verosimilitud.
 Para su configuración recordé pasajes de mi vida de joven.
 He pensado con cierta honestidad sobre si yo habría hecho una cosa u otra. Y a veces no es fácil reconocer y aceptar que también uno se portó de manera un poco indigna, aunque a eso está uno expuesto en cualquier edad, pero en la juventud hay cosas a las que no se les da importancia porque los jóvenes tienen el alma y la conciencia aplazadas
. Y me temo que sí hay elementos del que fui…”.
No es una novela de amor, pero… tras los retratos de Los enamoramientos, su exitosa novela anterior, en Así empieza lo malo se asoma a diferentes formas de amor.
Verse considerado, deseable por alguien, te hace sentir bien y considerar al otro también, cosa que no hubiera sido posible de otra manera
“Lo extraordinario es que el amor sea correspondido.
 ¿Por qué diablos alguien a quien nosotros señalamos va a corresponder y, en caso extraño de que así sea, por qué ha de durar?
Lo tenemos como algo que sucede habitualmente
. Enlaza con una idea de Corazón tan blanco, cuando se dice que en realidad todo el mundo obliga a todo el mundo
. En las relaciones más extraordinarias, amorosas, probablemente, al menos al inicio, hay un cierto grado de forzamiento de las circunstancias de quien toma la iniciativa, incluso en la amistad, aunque luego las tornas se cambien.
Es muy raro que todo sea simultáneo
. Como cuando un niño le dice a otro: ‘Quiero ser amigo tuyo’
. Eso sigue siendo así, aunque no se verbalice. Verse considerado, deseable por alguien, te hace sentir bien y considerar al otro también, cosa que no hubiera sido posible de otra manera
. Estamos expuestos a dejar de ser un bulto en el océano, porque si nos avistan, y tampoco ocurre mucho: o se acercan a uno, o nos esquivan.
No es una novela sobre venganzas, pero… palpita ese lado incontrolable del ser humano, junto al de la impunidad y las sombras de la justicia.
“La arbitrariedad del perdón es un misterio. El que no pasemos por alto cosas pequeñas
. Quizá tiene que ver con lo que hiere el amor propio y este es enigmático. A veces nos tomamos mal que se ponga en duda algo trivial y no nos importa que se ponga en duda algo básico de nuestra personalidad o comportamiento.
 Nadie sabe muy bien dónde tiene puesto el orgullo. Si me lo preguntas a mí, no te sabría decir con exactitud, pero probablemente no sería en mis libros.
 El orgullo no siempre está puesto en lo aparentemente más importante.
No es una novela política ni histórica, pero… el franquismo parece tocarlo todo en España
. Su estela es larga y el autor de Todas las almas y Mañana en la batalla piensa en mí no calla.
“Hubo un acuerdo, después de la dictadura, de no pasar factura a nadie.
 Es algo que ahora la gente reclama mucho, pero olvida que aunque se hubiera querido hacer, en los 80 los únicos que mantenían las armas eran los del ejército que seguían siendo franquistas como se demostró con el fallido golpe de Estado del 23-F.
 Si alguien hubiera dicho ‘queremos que se juzgue a los culpables del franquismo’ habría caído en el vacío.
 Fue acertado no llevar a nadie al banquillo, aunque eso supusiera renunciar a muchas cosas
. Pero sin duda eso contribuyó a que pasáramos a tener un país más o menos normal, por muy imperfecta que sea la democracia y más imperfecta que esté ahora.
 No sé si fue una bajada de pantalones, como dicen algunos, pero conseguimos mucho a cambio
. Se olvida que los periodos de libertad en España se contaban por trienios y ahora llevamos cerca de 40 años”.
Una cosa es que tras el franquismo no se pasaran cuentas y existiera una especie de amnistía general y otra es que no se pudieran saber las cosas. Y ahí es donde quizá hubo una exageración, en el ocultamiento
“Una cosa es que no se pasaran cuentas y existiera una especie de amnistía general y otra es que no se pudieran saber las cosas.
 Y ahí es donde quizá hubo una exageración, en el ocultamiento, y eso es más irritante porque es en lo que seguimos, hasta cierto punto.
 En la novela hay un personaje que quiere saber algo del pasado de un amigo y luego desiste.
Dice que si perdiera esa amistad al involucrarse en lo que él hizo hace muchos años, y que luego ha reparado, sería el mayor imbécil de un país donde nadie está haciendo eso
. Donde se están dejando pasar las cosas. Así renuncia a saber. Eso refleja la época, 1980, y lo que ha pasado en este país. Pero no es solo reflejo de una época española sino de la historia de la humanidad. En realidad, en casi todas partes el número de crímenes que han sido juzgados y castigados es mínimo. No se puede llevar a todo un país, y ni siquiera a medio, al banquillo, salvo en una dictadura, si eres Stalin, Franco o Hitler, y ¿quién quería eso?”.
Sin dejar de hablar, Marías se levanta, se acerca al balcón y deja rodear su voz del murmullo, al regresar al sofá y pasar por el muro de sol que entra hace revolotear las finas serpentinas del humo del cigarrillo.
“No es que sea conformista, es la aceptación de que así son las cosas. Hay un momento en que dices: ‘Hay que convivir’. Pero me parece bien que queramos reclamar la verdad, y que se diga lo que sucedió.
 Una cosa es que no se lleve a nadie al banquillo y otra que algunos hubieran empezado a crearse biografías festivas. A veces los cambios de chaqueta son sinceros.
 Pero mi padre decía: ‘No creo en arte de magia’. En personas que un día están aquí y al día siguiente allá, hay que ver su desplazamiento
. Tenía razón. Incluso muchos intelectuales tuvieron actuaciones dudosas u oportunistas y fueron cambiando, algunos de manera sincera.
 Nunca es lo mismo una guerra con los demás que con uno mismo”.
“Quizá sea mi novela más feminista en el sentido de que hay mayor conciencia del abuso habitual que se le da y se le ha dado a las mujeres.
Cómo se logran de ellas cosas mediante la coacción, la amenaza, el chantaje o la denuncia
. O, incluso, se busca satisfacer el deseo con ellas como manera de pago como ocurrió en el franquismo de forma rastrera”.
No es una comedia ni un melodrama, pero… hacia las siete de la tarde el autor de El hombre sentimental emparenta su nuevo libro con el culebrón en su sentido más noble.
La ocultación o el engaño de muchos tipos suelen estar presentes en las relaciones. Y, a veces, cuando se descubre la verdad, lo que se ha vivido se vuelve desazonador
“En mis novelas suele haber humor.
 Ahora, tal vez, como elemento rebajador de la tensión.
Quizá porque hay elementos de melodrama en el mejor sentido de la palabra. Eso se ha producido con cierta sorpresa al intentar ser más realista, más verosímil
. Al hacerlo me he encontrado con que cuanto más se acerca uno a la vida de las personas aparece el melodrama. La ocultación o el engaño de muchos tipos suelen estar presentes en las relaciones. Y, a veces, cuando se descubre la verdad, lo que se ha vivido se vuelve desazonador.
 Entonces se quiere borrar ese periodo de farsa. Pero no puede ser porque se ha vivido, fue real, aunque esa verdad invalide parte de una vida y sea un periodo contaminado”.
No es una novela ni filosófica ni sociológica, pero… Marías abunda en el tema y se pregunta qué haría la gente: ¿saber o no saber algo personal o ajeno?
 Por lo pronto, él cuenta qué va a hacer ahora.
“No tardaré mucho en empezar algo.
 El 20 de septiembre cumplo 63 años. La edad casi de un jubilado y si uno no está activo está peor. Antiguamente tenía más perspectiva en lo que yo llamaba futuro abstracto, ignoto, en el que cabe todo.
Pero ahora vivo en un presente continuo y no se sabe lo que nos deparará la vida”.
Él, que ha escrito 12 novelas, ha sido traducido a 29 idiomas y ganado varios premios,  y que se sabe hijo del azar porque su bisabuelo materno estuvo a punto de morir cuando era un bebé, mientras décadas después su padre fue casi empujado a la muerte, durante el franquismo, tras la infamia de un delator, deja su universo literario de Así empieza lo malo con dos personas que se miran y en silencio parecen decirse: “Y no, nada de palabras”.

13 sept 2014

Aprendí de Gabo......................................................... Javier Aparicio Maydeu


Gabriel García Márquez, en Barcelona hacia 1972. / Rodrigo García

Aprendí de Gabo, antes de leer Beginnings, de Edward Said, que cómo comenzar un texto es cuestión primordial, y que en toda buena novela la primera frase contiene la novela entera como en una burbuja que luego, al final, el lector hace estallar
. Mi oficio consistía entonces en parapetarme cada mañana ante un muro de manuscritos pulidos y blancos como huevos prehistóricos, y abrirlos para después catarlos, de modo que leía miles de primeras frases, aunque la mayoría no eran precisamente burbujas conteniendo buenas novelas, sino meras y disuasorias pompas de jabón.
 Corrían todavía los tiempos del télex cuando algunos sábados soleados, pero sin el perfume del tamarindo, el hijo del telegrafista hacía tiempo en la agencia, esperando a su única donna angelicata, Mercedes Barcha, La Gaba, y, al pasar por mi despacho en mangas de camisa blanca y reluciente y ver a un mindundi veinteañero detrás de una tapia de papel, se entretenía en preguntarme si había encontrado ya algún nuevo Faulkner, abría algunos manuscritos a su antojo y apostábamos a que, leyendo solo la primera frase, sabríamos si era genio o era bodrio
. Mi despachito era una metáfora viva del filtro literario, y yo veía claro que el autor novel que fue estaba siempre muy presente en el autor Nobel que era, y que jamás olvidó “la desgracia de ser escritor joven”
. Alguna vez, y les juro que no lo soñé, me hizo algunas fotocopias antes de marcharse a almorzar, dejándome incapacitado por el asombro para seguir abriendo y catando huevos prehistóricos.
 Mi idea de lo que era un genio era muy distinta, y aprendí de Gabo que la naturalidad desprendida no disminuye ni un ápice la calidad literaria (o, del revés, que la lectura o la tenacidad sí, pero la soberbia o la indulgencia no mejoran la prosa).
Para él, cómo comenzar un texto era primordial. En toda buena novela la primera frase debía contenerla entera
Aprendí de Gabo que entre los atributos del genio se encuentran la exactitud y la meticulosidad (“hasta el mínimo error de mecanografía me duele en el alma como un error de creación”, escribió en El amargo encanto de la máquina de escribir), y que, aunque se dirían textos telepáticamente revelados por su abuela Tranquilina en una noche de tormenta, son el fruto de un concienzudo trabajo de corrección.
 Detectaba una embarazosa cacofonía o un vocablo fallido, y tachó en El otoño del patriarca “faroles pálidos” y escribió “faroles mustios” porque “mustio” convierte al farol en vegetal y acrece una concepción irreal, vaya uno a saber, pero sus pruebas de imprenta se llenaban de correcciones raramente banales
. Recuerdo el fax en el que me preguntaba, en pleno proceso de escritura de Del amor y otros demonios, si podía yo asegurarle que se tañía aún la vihuela en el Caribe del XVII, y me recuerdo consultándole al maestro Alberto Blecua ese preciso dato historiográfico para una novela en la que, sin embargo, “el cielo era alto y sin nubes” cuando un relámpago fulminó a Doña Olalla: en el realismo mágico caben levitaciones, apariciones y nubes de mariposas amarillas, pero en la verdad de la ficción, por prodigiosa que ésta sea, no cabe la mentira por error
. Aprendí de Gabo que el realismo mágico no es una patente de corso para el desvarío, sino un estilo, y todo estilo trae consigo sus reglas, a pesar de que suene extraño hablar de la lógica de la fantasía. Gabo sometía cada párrafo a un protocolo de control de su coherencia en relación con el conjunto del texto, mimando la construcción del sentido, como hizo en la última página de las compaginadas de Del amor y otros demonios sopesando si la frase esencial que reza “la encontró muerta en la cama con los ojos radiantes” debía mantenerse así, dejando al lector ante la incógnita de cuál fue el motivo de la muerte de la protagonista, o debía añadirse “de amor” despejando toda duda
. Parecía un detalle en un fresco… y sin embargo era cardinal.
Aprendí de Gabo que los prólogos son paratextos prescindibles, pues con frecuencia atan al lector a nocivos prejuicios y, comentando con él su artículo en EL PAÍS La poesía al alcance de los niños, que tantas veces he dado a leer a mis estudiantes tirándome piedras contra mi propio tejado, aprendí también, antes de leer Los límites de la interpretación, del maestro Eco, que la interpretación es terapéutica pero la sobreinterpretación es tóxica
. El afectuoso periodista cosmopolita que en sus ratos libres escribía obras maestras creía tanto en la lectura ad litteram como en la lectura ad náuseam.
 Aprendí de Gabo que las lecturas que el escritor va acumulando en su vida se usan pero no se exhiben. El otoño del patriarca es un prodigio de técnica narrativa que demuestra, pero que no muestra, sus lecturas de autores que lo influyeron: todo estilo propio tiene deudas, pero no le corresponde al autor ventilarlas.
 Aprendí de Gabo, leyendo sus mecanoscritos en mi despachito de la agencia antes de leer a Roth o de editar a Nabokov, que la autoparodia constituye un indicio de higiene intelectual.
 Yo aprendí de Gabo que las etiquetas siempre resultan cicateras, y que Gabo ya era Gabo y que Gabo ya era bueno mucho antes de que le endosaran el sambenito del realismo mágico, y editores del mundo entero se obstinasen en poner palmeras y hamacas en las cubiertas de sus traducciones.
Aprendí de Gabo, antes de leer a Landow y otros gurús de la cultura digital, que los ordenadores afectaban al proceso creativo, a la sintaxis.
 Puede parecerlo ahora, entonces no era una obviedad.
 Una tarde estuvimos hablando un rato largo de su experiencia escribiendo con uno de esos antiguos Macintosh que entonces eran revolucionarios: “Fíjate que el cursor parpadea en la pantalla como un corazón latiendo.
Me espera, y eso me inquieta y me obliga a escribir más rápido”. ¡Un Nobel presionado por un diminuto guion parpadeante! El procesador de textos le facilitaba la vida al escritor, pero al mismo tiempo el ordenador, que no era inerte como una Olivetti, creaba tensión y perturbaba la creación. Aprendí de Gabo que es bueno que los genios se sepan genios y crean en sí mismos hasta el paroxismo
. Pero también aprendí de Gabo que la autoestima no debe confundirse con la arrogancia, y que antes de creer en tu propia obra a pies juntillas debes asegurarte de que es la mejor de cuantas te ves capaz de escribir. Disciplina y autocrítica feroz:
“Que la papelera esté llena no es mala señal” no es mala enseñanza para alguien como yo, que empezaba su carrera de crítico y tenía que saber que cualquier texto tuyo puede ser mejor. Aprendí de Gabo que el compromiso político o social de un escritor jamás puede superar el sagrado compromiso con sus palabras.
 Creo que los escritores jóvenes tienen derecho a matar al padre, pero tienen también el deber después de arrepentirse: las tendencias van y vienen pero el talento permanece.
 Lecciones que Gabo nunca impartió (él nunca vino a impartir un discurso), pero que yo aprendí y que ahora recuerdo, y el mismo Gabo nos dijo una vez que la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla.
Ahora cambio el agua de las rosas amarillas, bajo las persianas para que parezca de noche y preparo un par de whiskys con el hielo del padre del coronel pensando en Fermina y en Florentino, que me fueron presentados en galeradas, antes de que se marcharan de viaje a las librerías, al poco de llegar yo a mi despachito de mindundi.
 Esas cosas no se olvidan.

Gente muy mal vestida.......................................... Vicente Verdú

Uno de los peores sufrimientos del verano no son los ruidos, los mosquitos o el calor, sino lo mal vestida que va la gente.
 Y ojalá desapareciera esta tortura en otoño pero ni aún con la mejor temperatura mejora.
 Tanto calentarse la cabeza en nuevas asignaturas (Programación, ahora) para formar a las nuevas generaciones y no surge en las escuelas una clase donde se enseñe a vestir con gracia.
Y no es cuestión de dinero, precisamente.
 Una emisora de televisión, Canal de Casa, que no sé hasta donde puede llegar pero que se ve incluso en Santa Pola del Este, muestra cómo arreglarse con encanto sin necesidad de gastar mucho.
 No son pues los escasos ingresos la causa de esta terrible fealdad popular sino el poco o inexistente criterio para elegir la ropa
. Incluso los pintores españoles, habituados a tratar con el color, son incapaces a menudo de proporcionarse un aspecto consecuente con la belleza de sus cuadros.
El atuendo textil, como la pintura, el cine o la música, posee un lenguaje propio y de rotundo valor artístico
. Un valor musical, literario, pictórico, medicinal y poético.
 Así lo demuestra con creces una joven gallega, Laura Opazo, en el programa televisivo De casa.
  La emisión incluye decoración y arquitectura interior, artes que no por ser consideradas menores universitariamente son poco importantes para mejorar la excelencia de la vida.
Y no gastando más.
El atuendo textil posee un lenguaje propio y de rotundo valor artístico
Precisamente el espacio de Laura Opazo hace ver cómo apañarse con feminidad, ingenio y atractivo siempre por menos de 50 euros
. Este es el importe límite que se impone su Moda reto.
Y el reto, escogiendo blusas, gafas, zapatos, vestidos de bajo precio, se desarrolla visitando no sólo mercadillos sino tiendas muy “cucas” a las que sirven pequeños fabricantes y diseñadores que cumplen hoy en el sector de la moda lo que las pequeñas y primorosas editoriales en el sector del libro.
Estas editoriales no sólo realizan sus publicaciones con todo esmero sino con originalidad, sea escogiendo títulos o géneros mixtos.
 Y casi lo mismo, o exactamente, sucede con las tiendas Peseta, Kling, Pepita Grillo, Herself, Parfois Outlet u Opticalia que se examinan en Moda reto.
Hagan la prueba
. Siéntense en una terraza y vean desfilar a la supuesta variedad de gentes normales
. El malestar que se experimenta no llega de los humos de los coches o del bochorno del cielo o de la suciedad del pavimento sino principalmente de la marea inhumana que desprende la monstruosa estética de los ciudadanos vestidos. ¿Estética?
 Más bien cochambre del estilo, miseria de criterio, muchedumbre de basura que no siéndolo desnuda se vuelve un oscuro monumento no ya del mal gusto sino de su correspondiente sabor aciago y de su nauseabunda ración para la vista.

Pobre Ana........................................................... Boris Izaguirre

La renuncia de Botella se volvió noticia de segunda por la muerte de Botín. Mientras la alcaldesa deja una herencia mediocre, Ana Patricia recibe una colosal.

 

Ana Botella tomándose un café en un desayuno en septiembre de 2013. / bernardo pérez

¡Que de pobre, nada! Desde aquel pisito en Valladolid al cómodo veraneo en Marbella este año, ha habido mucha buena fortuna en la vida de Ana Botella.
 Lo único que parece haberle quedado mal es su legado como alcaldesa de Madrid.
Y también el timing del anuncio de su retirada. La muerte de Emilio Botín eclipsó completamente su momento.
Es curioso como en español cuando decimos “pobre alguien” no nos preocupamos por su fortuna, sino que transmitimos cierta relajada alegría en sentir pena.
 Es lo que nos dio la alcaldesa al ver como su renuncia se volvía una noticia de segunda en segundos. De verdad, ¡pobre Ana! Ella que fue la reina del meme, las bromitas de WhatsApp que llegaron al clímax con su “relaxing cup of café con leche”, tuvo que ver cómo hasta en ese campo le ganaba la noticia del fallecimiento del banquero.
“Los españoles con su humor negro” me dijo Rochelle, mi maquilladora afroamericana, siempre preocupada por cosas del corazón y del bolsillo
. A Rochelle le asombraron varios de los memes sobre el deceso de Botín. “Agudos pero irreverentes, yo pensaba que en España esperaban a que una persona se muriera para hablar solo bien de ella”
. En realidad un meme es anónimo e intrascendente, pero los de estos últimos días han sido muy comentados en las redes sociales.
 “Eran de mal gusto”, opina una experta empleada de Facebook que gestiona un nuevo producto de la multinacional llamado el FaceMention, dirigido a “personas públicas”.
“Es una falta absoluta de respeto a los familiares, que seguro usan las redes sociales como todo el mundo”, moduló mientras agregaba likes a la cuenta de Miley Cyrus.
Bueno, pues también, pobre Ana Patricia Botín que pasa a ser líder bancaria de luto.
 Mientras Botella deja una herencia mediocre, Ana Patricia recibe una herencia colosal que la catapulta como superejecutiva mundial.
“Hasta el nombre es perfecto, ¿no te parece?”, insistió una agente de bienes de raíces mexicanas durante una cena en Miami.
“Cuando te bautizan Ana Patricia es solo para que te pasen cosas buenas”.
 Y si te apellidas Botín, ya ni te cuento.
 Ana Botín tiene más estilo y presupuesto que Ana Botella: combina formalidad, conservadurismo y rigor con precisión casi quirúrgica.
 Un ejemplo de austeridad ejecutiva que anuncia que el minimalismo crediticio ha vuelto.
 A partir de ahora muchas mujeres profesionales adoptarán su aspecto, y las primeras que deberían observarlo son la multitud de candidatas de Rajoy para el ahora vacío puesto de alcaldesa de Madrid.
Rajoy debe de estar feliz de tener un culebrón en sus manos.
Con lo que disfruta manteniendo al personal en ascuas, ahora dispone de tres señoras pendientes de él. ¿Pobre Rajoy?
 Ni de lejos, mientras él tiene a tres candidatas, los socialistas no tiene ninguna.
 Lamentablemente el PSOE no puede poner a Pedro Sánchez como candidato.
 Pero la guapura del nuevo líder sigue causando estragos de Madrid a Miami
. La imagen madura y sexy de esos líderes cuarentones, aunque no lo parezcan, con vaqueros pitillo, oscuros y con la homogeneidad de la camisa blanca pareció más un rendido homenaje a Carolina Herrera que a Felipe González o Willy Brandt.
 La camisa blanca es la prenda fetiche de la diseñadora, a cuyo desfile esta semana en Nueva York acudió nada más y nada menos que la entrañable princesa Corinna.
 Por cierto, ¿qué hacia ahí? Todo el mundo sabe que no da puntada sin hilo. ¡Y tan cordial con la prensa española! ¿Habrá saludado a Marichalar?
Mi pobre maquilladora Rochelle también se fijó en los líderes socialistas europeos
: “Para mí, el holandés y el italiano eran los más guapos y delgados, porque a Sánchez se le ve que los almidones se le están yendo a la cadera, algo que le ocurre a muchos hombres españoles. Lo que me encanto de la foto es que se le nota que no se depila”. ¿Por qué lo dices, si va completamente vestido?, pregunté
. “Porque el vello regresa a su sitio, y estos nuevos atractivos líderes de la izquierda europea saben que la depilación extrema, al ser algo de la burbuja inmobiliaria, genera especulación y resta credibilidad”.
Una cosa es cierta y se vio este verano: los maduros vuelven a lucir pelo en pecho otra vez, empezando por Kiril y Luis Figo, los reyes del posado veraniego. Vigilado, bien cortado, pero nada pobre. Bello vello y visible.
Una mujer unida a una melena y a una historia, esa creíamos que era la definición de Chabelita Pantoja. ¿Pobre Chabelita? ¡Para nada!
 Pese a que los cronistas rosas la critiquen por su mala dicción, la hija de Isabel Pantoja no deja de demostrar que es un fenómeno generacional.
 Controló su embarazo por Twitter, se ganó una beca a través de una exclusiva y terminó con el padre antes que el hijo distinguiera los colores.
 Seguidamente se incorporó a Telecinco sacando buenísima nota de audiencia. No necesita que la defienda nadie, sabe de la industria de la celebridad más que su familia
. Al principio, muchas de las comentaristas que ahora son sus compañeras y critican esa supuesta mala dicción se burlaban de sus rasgos y hacían comentarios imposibles de publicar, por racistas. Muchos empezaban con “pobre Chabelita, es tan…”.
 Ahora que la tienen sentada enfrente, los pobres parecen ellos.