Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

9 sept 2014

El grito abstracto del último Turner.....................................................................Ángeles García


Una visitante en las salas de la exposición 'Late Turner. Painting set free', en la Tate Britain. / ben stansall (afp)

Controvertido, prolífico, polémico y genial J. M. W. Turner (Londres, 1775-1851) está considerado, junto a Constable, como el indiscutible maestro del paisajista y el artista que mejor supo plasmar el temperamento de la naturaleza
. Precoz en sus inicios —empezó con solo 13 años— y reconocido desde muy joven, es después de cumplir los 60, ya en 1835, cuando consigue desgarrar la luz y el tiempo en sus paisajes hasta el punto de que muchos creyeron que las vistas casi abstractas de su última etapa eran producto de la locura, del desvarío senil o de la acusada presbicia que sufría.
La Tate Britain, propietaria de gran parte de su legado, se ha atrevido en una exposición que mañana abre al público, Late Turner. Painting set free, a cuestionar la idea del artista envejecido para asegurar que los radicales cambios de los últimos años son consecuencia de incansable espíritu rompedor y de su necesidad de desmenuzar el paisaje hasta las últimas consecuencias
. Tres son los comisarios que durante los dos últimos años han trabajado conjuntamente para demostrar al mundo del arte que la obra última de Turner no es producto de un artista ni viejo ni demente, sino de la plenitud de un genio.
 Son Sam Smiles, profesor de la Historia del Arte y Cultura Visual de la Universidad de Exeter; David Blayney Brown, comisario de la Fundación Manton de Arte Británico, y Amy Concannon, comisaria asistente, ambos de la Tate Britain.
La muestra se centra en la obra del pintor a partir de sus 60 años
Dividida en cinco apartados, la exposición comienza con un resumen en el que se cuenta su vida, su trabajo y su legado con algunos de sus primeros paisajes y retratos hechos por artistas contemporáneos suyos en los que siempre se ve a un hombre grueso de baja estatura y gesto ceñudo frente a un caballete sobre el que pinta de manera compulsiva.
 Ahí están también dos de sus muchas paletas de colores junto a sendos pares de gafas de montura negra y gruesos cristales que hablan de sus dificultades visuales.
La exposición muestra una gran parte de sus obras más conocidas.
 Prueba de que no era un artista acomodaticio es que durante su etapa más madura es cuando decide salir de Inglaterra y buscar nuevos paisajes por toda Europa.
 Quiere ver nuevas montañas, nuevos cielos y otras atmósferas. Francia, Austria o Alemania son algunos de los países donde decide dar nuevos bocados a la naturaleza, pero es en Italia donde reintenta de nuevo el paisaje.
A veces lo deja desnudo como un escenario sin personajes y otras veces recurre a los héroes de la Antigüedad para reescribir la historia. Roma antigua, Agrippina desembarcando con las cenizas de Germánico o Boya señalando a un naufragio son algunas de las telas más impresionantes realizadas en este larguísimo viaje.
 Con esas energías renovadas pintó también otra de las joyas de la exposición, enfocando energías renovadas a la exploración del desarrollo social tecnológico y científico de la vida moderna, que plasmó en, por ejemplo, Lluvia, vapor y velocidad. El gran ferrocarril del Oeste (1844).
La producción de su madurez no es la de un demente, sino la de un genio
Puede que lo más controvertido de sus últimos años fueran sus obras realizadas en formas octogonales o redondas; iniciativa que puso en pie de guerra a sus críticos
. En la exposición, aquellas telas raras han sido reunidas en una sala especial y fascinan a los visitantes por los juegos geométricos que acentúan la abstracción de las obras finales.
El colofón está dedicado a sus supuestas pinturas inacabadas que, en realidad, salvo una, todas estaban perfectamente rematadas
. Los comisarios señalan Sombra y oscuridad y Luz y color, ambas de 1843, a modo de ejemplo de cómo Turner desarrolló sus técnicas más revolucionarias con unos planteamientos que después han seguido sucesivos movimientos y legiones de artistas.
Con esta exposición dedicada a Turner, la gran temporada londinense que se avecina no podía empezar mejor.
 En solo una semana, el otro gran paisajista británico, John Constable (1776-1837) llega al Victoria & Albert Museum nada menos que con 150 obras.
 La muestra trata de explorar las fuentes de inspiración del artista y revela la narrativa oculta tras la creación de lienzos tan conocidos tal como El carro de heno (1821), El maizal (1826) y La catedral de Salisbury desde los campos (1831).
Pero parece que ha sido la casualidad la que ha hecho que ambos maestros del género coincidan en la temporada.
 Nada estaba planificado. Lo mismo ocurre con la exposición dedicada al Rembrandt tardío, The late works, que a mediados de octubre se mostrará en la National Gallery de Londres y a partir de la primavera próxima en el Rijksmuseum de Ámsterdam.

La mujer que rompe los matrimonios de las estrellas............................................................ Rocío Ayuso


La abogada Laura Wasser, en su despacho de Los Ángeles. / DAN STEINBERG (AP)

Según Denzel Washington, no es cierto que en Hollywood haya más disoluciones matrimoniales que en el resto del país.
 “El dinero y la fama hace que se preste más atención que a una ruptura en medio de la América profunda”, dice el actor, que lleva casado más de 30 años.
 Cierto, en la meca del cine hay fama y hay dinero; y también hay nombres como el de Laura Wasser, más conocida como la reina del divorcio
. A sus 46 años, Wasser es una figura constante entre sus abogados más poderosos.
 Un puesto ganado a pulso con cada una de las separaciones de las que se ha encargado. Entre ellas las de Angelina Jolie (de Billy Bob Thornton), Heidi Klum (de Seal), Kim Kardashian (del jugador de baloncesto Kris Humphries), Ashton Kutcher (de Demi Moore), Ryan Reynolds (de Scarlett Johansson), Christina Aguilera (del manager musical Jordan Bratman), Mariah Carey (del cómico Nick Cannon) y Kiefer Sutherland (de la exmodelo Kelly Winn). Wasser también se hizo cargo de quienes fueron esposas de Kobe Bryant y Mel Gibson cuando se separaron de sus ilustres maridos y de Maria Shriver cuando la ex primera dama californiana se cansó de las infidelidades de Arnold Schwarzenegger.
 Y ahora representa a Melanie Griffith en su divorcio de Antonio Banderas a una minuta que se calcula en 500 euros la hora.
Esta angelina de mano de hierro y privilegiada agenda nació para ser abogada.
 Según ella misma recuerda (o le han contado), fue concebida el día en que su padre, el también abogado con el que comparte despacho Dennis Wasser, se graduó como letrado.
 Su madre quería llamarla Rebecca pero en un guiño al destino la pusieron Laura Allison Wasser para que sus iniciales fueran LAW (ley, en inglés).
Este es el tipo de humor que la caracteriza entre quienes conocen a la también autora del libro It doesn’t have to be that way: How to divorce without destroying your family or bankrupting yourself (No tiene por qué ser así: Cómo divorciarse sin destruir la familia o arruinarse), un compendio de lo que no hay que hacer llegado el caso basado en ejemplos de lo que otros han hecho.
 Un libro inspirado en sus propias experiencias: es hija de padres que se divorciaron cuando tenía 16 años y admite que la primera ruptura que llevó como abogada fue la suya propia.
 Fue en 1993, tras haberse casado a los 25 con un español al que conoció mientras estudiaba derecho. El matrimonio duró un año y un hijo
. Como dice, sabe cómo divorciarse, no cómo estar casada. En la actualidad, esta madre soltera con un segundo hijo de otra relación sigue conservando la amistad con su ex marido, que la visita con regularidad, de la misma forma que sus padres siguen siendo amigos y asistieron juntos a su boda y otras reuniones familiares.
Lo que no aflora nunca en su conversación, ni en ninguna de sus entrevistas, son detalles sobre sus clientes.
 De hecho, asegura haber dicho que no a estrellas que solo buscaban revancha en su separación. Como recuerda en su libro, los divorcios no se ganan, “se llega a un buen acuerdo”. También afirma haber recomendado a sus clientes que acudan a un consejero matrimonial antes de que saquen a relucir todos los trapos sucios en su despacho.
Entre otras razones, porque estos consejeros suelen costar un tercio de lo que ella cobra por hora. Y, como les recuerda, todo lo que le paguen a ella se lo quitarán a sus hijos.
Donde Wasser no es tan recatada es en su presencia pública. No habla de los secretos de los famosos porque tampoco lo necesita.
 La fama está unida a su nombre y a su físico. Es una de las pocas abogadas amante de la moda y con una amplia presencia en los medios de comunicación.
 Sabe posar y posee el rostro de una fashionista que ha contado su vida desde las páginas de Los Angeles Times, Interview o Vanity Fair
. Como le dijo su madre en una ocasión: ya puede morir tranquila, que ha salido en Vogue
. Eso sí, que nadie se llame a engaño porque, como aseguran sus compañeros de profesión, todo el glamour que destila en estos despliegues fotográficos se desvanece cuando la tienes al otro lado de la mesa en la negociación del fin de tu matrimonio.

8 sept 2014

Es la guerra santa, idiotas..............................................................Arturo Pérez-Reverte

Pinchos morunos y cerveza.
 A la sombra de la antigua muralla de Melilla, mi interlocutor -treinta años de cómplice amistad- se recuesta en la silla y sonríe, amargo. «No se dan cuenta, esos idiotas -dice-. Es una guerra, y estamos metidos en ella. Es la tercera guerra mundial, y no se dan cuenta».
 Mi amigo sabe de qué habla, pues desde hace mucho es soldado en esa guerra.
 Soldado anónimo, sin uniforme. De los que a menudo tuvieron que dormir con una pistola debajo de la almohada. «Es una guerra -insiste metiendo el bigote en la espuma de la cerveza-.
 Y la estamos perdiendo por nuestra estupidez. Sonriendo al enemigo». 
Mientras escucho, pienso en el enemigo. 
Y no necesito forzar la imaginación, pues durante parte de mi vida habité ese territorio
. Costumbres, métodos, manera de ejercer la violencia.
 Todo me es familiar.
 Todo se repite, como se repite la Historia desde los tiempos de los turcos, Constantinopla y las Cruzadas. Incluso desde las Termópilas. 
Como se repitió en aquel Irán, donde los incautos de allí y los imbéciles de aquí aplaudían la caída del Sha y la llegada del libertador Jomeini y sus ayatollás. 
Como se repitió en el babeo indiscriminado ante las diversas primaveras árabes, que al final -sorpresa para los idiotas profesionales- resultaron ser preludios de muy negros inviernos
. Inviernos que son de esperar, por otra parte, cuando las palabras libertad y democracia, conceptos occidentales que nuestra ignorancia nos hace creer exportables en frío, por las buenas, fiadas a la bondad del corazón humano, acaban siendo administradas por curas, imanes, sacerdotes o como queramos llamarlos, fanáticos con turbante o sin él, que tarde o temprano hacen verdad de nuevo, entre sus también fanáticos feligreses, lo que escribió el barón Holbach en el siglo XVIII:
 «Cuando los hombres creen no temer más que a su dios, no se detienen en general ante nada»
Porque es la Yihad, idiotas. 
Es la guerra santa.
 Lo sabe mi amigo en Melilla, lo sé yo en mi pequeña parcela de experiencia personal, lo sabe el que haya estado allí.
 Lo sabe quien haya leído Historia, o sea capaz de encarar los periódicos y la tele con lucidez.
 Lo sabe quien busque en Internet los miles de vídeos y fotografías de ejecuciones, de cabezas cortadas, de críos mostrando sonrientes a los degollados por sus padres, de mujeres y niños violados por infieles al Islam, de adúlteras lapidadas -cómo callan en eso las ultrafeministas, tan sensibles para otras chorradas-, de criminales cortando cuellos en vivo mientras gritan «Alá Ajbar» y docenas de espectadores lo graban con sus putos teléfonos móviles. 
Lo sabe quien lea las pancartas que un niño musulmán -no en Iraq, sino en Australia- exhibe con el texto: «Degollad a quien insulte al Profeta»
. Lo sabe quien vea la pancarta exhibida por un joven estudiante musulmán -no en Damasco, sino en Londres- donde advierte: «Usaremos vuestra democracia para destruir vuestra democracia». 
A Occidente, a Europa, le costó siglos de sufrimiento alcanzar la libertad de la que hoy goza
. Poder ser adúltera sin que te lapiden, o blasfemar sin que te quemen o que te cuelguen de una grúa. Ponerte falda corta sin que te llamen puta
. Gozamos las ventajas de esa lucha, ganada tras muchos combates contra nuestros propios fanatismos, en la que demasiada gente buena perdió la vida: combates que Occidente libró cuando era joven y aún tenía fe
. Pero ahora los jóvenes son otros: el niño de la pancarta, el cortador de cabezas, el fanático dispuesto a llevarse por delante a treinta infieles e ir al Paraíso
. En términos históricos, ellos son los nuevos bárbaros. Europa, donde nació la libertad, es vieja, demagoga y cobarde; mientras que el Islam radical es joven, valiente, y tiene hambre, desesperación, y los cojones, ellos y ellas, muy puestos en su sitio
. Dar mala imagen en Youtube les importa un rábano: al contrario, es otra arma en su guerra. Trabajan con su dios en una mano y el terror en la otra, para su propia clientela.
 Para un Islam que podría ser pacífico y liberal, que a menudo lo desea, pero que nunca puede lograrlo del todo, atrapado en sus propias contradicciones socioteológicas.
 Creer que eso se soluciona negociando o mirando a otra parte, es mucho más que una inmensa gilipollez. Es un suicidio. 
Vean Internet, insisto, y díganme qué diablos vamos a negociar. 
Y con quién. Es una guerra, y no hay otra que afrontarla.
 Asumirla sin complejos. Porque el frente de combate no está sólo allí, al otro lado del televisor, sino también aquí.
 En el corazón mismo de Roma.

 Porque -creo que lo escribí hace tiempo, aunque igual no fui yo- es contradictorio, peligroso, y hasta imposible, disfrutar de las ventajas de ser romano y al mismo tiempo aplaudir a los bárbaros. 
31 de agosto de 2014

Clooney: “Me caso en Italia, en un par de semanas”

El actor pone fecha a su esperado enlace en una gala benéfica en Florencia a la que acudió con su prometida.

Amal Alamuddin y George Clooney, el domingo en Florencia. / Andrew Goodman (GETTY)

Ha sido el propio George Clooney quien lo ha contado.
 "Me voy a casar pronto, en Italia, en un par de  semanas". Y luego mirando a su novia añadió: "Amal, te quiero hasta la muerte y yo no puedo esperar a convertirme en tu marido. Estoy muy feliz y enamorado de Amal".
 De lo único que tiene dudas es sobre dónde celebrarán la boda. "No lo hemos decidido todavía ... tal vez en Venecia". algo difícil de creer teniendo en cuenta que la celebración del enlace está cada vez más cerca.
El actor estadounidense hizo estas inesperadas declaraciones en la cena de gala celebrada el domingo en el Palazzo Vecchio, en Florencia, a iniciativa de la Celebrity Fight Night.
 Clooney pronunció un discurso en el salón de actos del Cinquecento en el Palazzo Vecchio
 . El intérprete habló claramente de la recogida de fondos para la Muhammad Ali Parkinson Centre en la que participa el tenor Andrea Bocelli con su fundación.
En este acto en el que estuvo en todo momento acompañado de su novia, la primera vez que la abogada Amal Ammuddin desfila por una alfombra roja junto a su prometido, desveló que se conocieron en Italia hace ahora un año. La pareja lleva varias semanas en la casa de Clooney en el Lago Como desde la que el actor se desplazó a Alemania para ser tratado por un especialista de la espalda.
George Clooney, de 52 años, ha hecho en los últimos años de la soltería su bandera. Proclamaba que ya se había casado una vez y que con esa era suficiente.
 Además se apostaba con sus amigas que no le volverían a ver de camino al altar.
 Por ejemplo, se jugó y ganó 100.000 dólares con Michelle Pfeiffer, según relató la actriz en un programa de la BBC1. Antes, Pfeiffer y Nicole Kidman —sus compañeras de Un día inolvidable (1996) y El pacificador (1997), respectivamente— tuvieron que desembolsar 10.000 dólares cada una por otra apuesta: que George sería padre antes de cumplir los 40.
 El mismo día de su cumpleaños, Kidman le envió un cheque con la cantidad convenida para encontrárselo de vuelta con una nota:
 “Doble o nada si sigo sin tener hijos en 10 años”
. Pero cada vez que se le ha visto con una mujer nueva por una alfombra roja se ha especulado con que el actor podría cambiar de opinión.
 Parece que esta vez es la definitiva.
 La pareja se comprometió el pasado mes de abril.
Amal Alamuddin, de 36 años, es abogada y ha formado parte de diversos equipos jurídicos clave de los últimos años relacionados con conflictos en Oriente Medio.
 Su trabajo más famoso ha sido representar a Julian Assange, fundador de Wikileaks, en el proceso de extradición que lo enfrenta a Suecia.
 También ha sido asesora de Kofi Annan para la guerra de Siria y es miembro de un panel de expertos para luchar contra la violencia de género en zonas de guerra. Además ha firmado, en colaboración con otros letrados, un libro, The Law and practice of the Special Tribunal for Lebanon.
  Actualmente trabaja para el equipo de abogados londinenses Doughty Streets Chambers, donde se desempeña como especialista en derecho internacional, criminal, derechos humanos y extradición
. Y hace unas semanas desestimó formar parte de la investigación sobre Gaza llevada a cabo por Naciones Unidas alegando falta de tiempo.