Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

9 ago 2014

Travesía de una chica con clase.................................................................. Manuel Vicent


La actriz y cantante Ana Belén, retratada por Jordi Socías.

La travesía empieza en el barrio madrileño de Lavapiés, hacia el final de los años cincuenta, cuando por la tarde, a la salida del colegio de las Damas Apostólicas, la niña volvía a casa y mientras hacía los deberes sobre el hule de la mesa del comedor sonaban en la radio aquellos boleros que ponían un bálsamo a la miseria y el tedio de los días desolados.
 Era guapa y despierta aquella niña, hija de la portera de la casa donde vivía, en la calle del Oso, y los menestrales de la glorieta de Embajadores la veían pasar con los cartapacios escolares o los recados que la mandaba su madre al colmado o a la mercería.
 Gente sencilla, subalterna.
 El padre era cocinero del hotel Palace y puede que comentara con orgullo en el obrador que su hija cantaba tan bien o mejor que Marisol y Joselito, los pequeños héroes del momento.
Los seriales radiofónicos de Sautier Casaseca, los concursos infantiles, las fiestas en el aire, las cabalgatas de fin de semana, a caballo de la verborrea imparable de Boby Deglané, eran el pasto con que las amas de casa llenaban de sueños imposibles las noches del franquismo.
 A uno de aquellos concursos de la radio se presentó esta niña de 11 años, María del Pilar Cuesta, una niña prodigio como había otras, pero en este caso, además de cantar muy bien y ganar todos los premios, había en aquella criatura un aura indefinible. Boby Deglané se fue una vez más de la lengua: “Vedla aquí con qué aire de princesa se mueve esta niña siendo hija de una portera”.
Sin duda Boby Deglané no sabía que en este mundo hay seres que nacen con clase, al margen de su condición social.
En este sentido la clase es un swing interior, que se manifiesta en la gracia natural de mirar, de caminar, de hablar, de sonreír, de callar, de seducir, de ondular el cuerpo en torno a un eje espiritual que atraviesa el cuerpo desde el cerebro a la planta de los pies
. La clase te la regala la vida. Se tiene o no se tiene. María del Pilar Cuesta transfirió ese don a Ana Belén cuando, puesta ya en el inminente disparadero de la fama, le buscaron el nombre artístico.
La buena fortuna de la travesía de Ana Belén siguió al obtener el papel de protagonista infantil, a los 13 años, de Zampo y yo, el primero de sus éxitos como actriz y cantante. Desde entonces hasta hoy no ha cesado de llenar con su aura el teatro, el cine y la música.
 Es imposible imaginar los últimos cuarenta años sin que el rostro de esta mujer no haya sido el referente de una fascinación colectiva.
 Cuando la política se abría a la libertad y una generación de artistas jóvenes creía que las cosas podían cambiar creando y luchando, Ana Belén, sin perder la seducción, estaba siempre donde había que estar, donde se esperaba que estuviera: en la huelga de actores, en los mítines anti-Otan, detrás de las pancartas de No a la Guerra, en los manifiestos contra la represión
. Ella era de los nuestros, se decían los políticos progresistas.
 Formaba una misma barra con Víctor Manuel, Serrat, Miguel Ríos, Sabina, Aute.
 Sin perder el swing, sin gritar ni descomponer la figura, se había apuntado al Partido Comunista, que era el puerto natural donde recalaban contra Franco todos los inconformistas, rebeldes, visionarios y compañeros de viaje.
 Ana Belén estaba de moda
. Hacía teatro clásico, protagonizaba películas, cantaba y durante 16 años seguidos Cambio 16 la declaró la mujer más atractiva de España. ¿Cómo una chica tan guapa, llena de éxito, podía ser roja? El escritor Francisco Umbral la había convertido en una de sus obsesiones erótico-literarias y todos los días la ofrecía en bandeja en su columna de EL PAÍS a la admiración de sus lectores.
 Contra este icono comenzaron a urdir represalias los reaccionarios, quienes llegaron a ponerle una bomba en su chalet de Torrelodones acusándola de haber quemado una bandera española durante la representación de la obra Ravos en México.
Ana Belén también entró en el paquete de los que sufrieron el desencanto de los sueños juveniles. Pero ella sigue siendo atractiva y conserva todavía la energía del barrio de Lavapiés, el latido del pueblo llano que ha voceado todas las pasiones seculares en las corralas. Ana Belén se convirtió en su propio himno al cantar La Puerta de Alcalá, era la chica castiza de La Corte del faraón, la morbosa amante de La pasión turca, la miliciana libertaria.
Ana Belén ha doblado el cabo del milenio y su rostro es todavía el icono de una vieja lucha
La travesía de Ana Belén ha doblado el cabo del milenio y su rostro aun en nuestros días es todavía el icono de una vieja lucha, que más allá del desencanto conserva el aura de resistente, ese eje interior que por la planta de los pies la afinca siempre en la tierra.

8 ago 2014

Hopper se mueve..........................................................................Javier Ocaña


Un fotograma de 'Shirley: visiones de una realidad'.

Cuando hace dos años se estrenó El molino y la cruz, acercamiento del polaco Lech Majewski al universo pictórico flamenco de Peter Brueghel, El Viejo, a partir de su cuadro El camino al calvario, comentamos en estas páginas que las tentativas de la cinematografía por otorgar a la pintura de movimiento aquello que por definición le está vedado corrían el peligro de que al liberar a los personajes del cuadro quedaran encerrados en la pantalla.
 Algo que le acababa ocurriendo a aquella película, hermosísima por momentos, tediosa en su conjunto, e indefinición en la que también cae un experimento en cierto modo semejante: el del austriaco Gustav Deutsch con Shirley: visiones de una realidad, en el que 13 pinturas de Edward Hopper cobran vida durante unos minutos para, a la manera de un tableaux vivant, intentar capturar el espíritu del autor de Nighthawks.
El proyecto es interesantísimo y de una belleza formal deslumbrante
. Deslumbrante, pero efímera, algo que no tienen las obras originales
. El trabajo de escenografía y de fotografía hasta adquirir la tonalidad y la textura del cuadro es maravilloso, pero narrativamente la idea de que las piezas acaben conformando la existencia de una actriz que recita todos sus parlamentos en off no realza el loable experimento técnico, por mucho que el subtexto de la sociedad que coarta sus aspiraciones sea más que cierto
. Todas las secuencias se abren poco a poco desde negro y el impacto inicial es mayúsculo, pero tras unos segundos, la narración pesa más que ayuda
. Y aún más discutible es la decisión de encabezar cada fragmento con un noticiario radiofónico en el que se da cuenta de los acontecimientos políticos y sociales de la época en la que está pintado cada cuadro (de 1931 a 1963: comunismo, racismo...), cuando Hopper estaba lejos de ser un artista crítico políticamente y sí un pintor de tormentos interiores, de desasosiego, más simbólico que comprometido.
SHIRLEY: VISIONES DE UNA REALIDAD
Dirección: Gustav Deutsch.
Intérpretes: Stephanie Cumming, Christoph Bach.
Género: drama. Austria, 2013.
Duración: 92 minutos.
Quedan, eso sí, dos matices positivos que son los que deberían llevar a todo interesado en el arte en general hasta el cine: primero, su componente didáctico, y segundo, poder comprobar in situ qué resulta más certeramente hopperiano, si este acercamiento explícito o, por ejemplo, los que realizaron el Coppola de Llueve sobre mi corazón, o el Lynch de Terciopelo azul y Mulholland drive.

Espartaco contra las listas negras.............................................. Elsa Fernández-Santos


Kirk Douglas, derecha, rueda a las órdenes de Stanley Kubrick la secuencia de la pelea de 'Espartaco' con Draba (Woody Strode, de pie). / universal studios lincensing lcc

En el prólogo de ¡Yo soy Espartaco! el actor George Clooney escribe algo que siempre es bueno recordar: la verdadera naturaleza de un hombre —su grandeza o, por el contrario, su miseria— se manifiesta no por los principios que dice tener sino por los que finalmente tiene cuando lo que está en juego son sus propias habichuelas, su medio de vida y el de su familia.
 “En esos momentos es cuando se comprende la pasta de la que uno está hecho”
. Clooney lo escribe para recordar uno de los episodios más valientes de la historia de Hollywood.
 El día que marca el fin de las listas negras que provocó la caza de brujas del Comité de Actividades Antiamericanas.
Ese día fue el 19 de octubre de 1960, fecha del estreno de Espartaco,de Stanley Kubrick, cuando gracias al empeño de su productor y protagonista, Kirk Douglas, se puso en los créditos de la superproducción el nombre de su verdadero guionista, Dalton Trumbo, oculto hasta entonces en seudónimos que perpetuaban la hipocresía en la que estaba instalada la industria del cine desde que el inquisitorial miedo del macartismo se instaló en su plácida vida.
¡Yo soy Espartaco! Rodar una película, acabar con las listas negras es la memoria que el nonagenario Kirk Douglas (Ámsterdam, Estado de Nueva York, 1916) publicó en 2012
. Elegido mejor libro de cine editado en 2013 en Francia, llega en septiembre a las librerías en español de la mano de Capitán Swing (con traducción de Ricardo García Pérez) para detallar todo lo que ocurrió durante los 14 enloquecidos meses que duró el rodaje de la película. Espartaco costó 12 millones de dólares, más del doble de lo previsto, su fracaso implicaba llevarse por delante la productora de Douglas, Bryna (nombre dedicado a su madre rusa) y su propia carrera de actor.
 Más de cincuenta años después de aquella aventura, este patriarca del viejo Hollywood dedica a sus nietos un relato conmovedor, para que nunca olviden que en el mismo lugar donde hoy disfrutan de una vida privilegiada se instauró el terror de un sistema enfermo
. Arropado por un equipo de documentalistas, echando manos de sus archivos y recuerdos, Douglas da marcha atrás para rememorar aquel vergonzoso capítulo histórico.
Dalton Trumbo en 1947 ante el Comité de Actividades Antiamericanas. / universal studios lincensing lcc
“Lo que me propongo contarles en este libro es cómo fue la producción de la película Espartaco durante otro periodo de enfrentamiento interno en la historia de nuestra nación”, escribe. “La década de 1950 fueron años de miedo y paranoia.
 En aquel entonces, el enemigo eran los comunistas
. Ahora, el enemigo son los terroristas. Los nombres cambian, pero el miedo permanece
. Los políticos exacerban aún más el miedo y los medios de comunicación lo explotan. Se benefician de mantenernos atemorizados.
 El primer presidente estadounidense por quien voté fue Franklin Roosevelt.
 Él dijo: ‘De lo único que debemos tener miedo es del propio miedo”.
Douglas nunca fue un activista político. Pero no pudo mantenerse indiferente
. Él lo achaca a la temeridad juvenil, a cierta ira innata que le recuerda demasiado a la peor cara de su alcohólico padre y a un sentido de la justicia donde la profesionalidad y el trabajo están por encima de otras cuestiones.
 “Hoy en día todavía hay quien sigue tratando de justificar las listas negras. Dicen que eran necesarias para proteger a Estados Unidos.
 Dicen que las únicas personas que resultaron perjudicadas fueron nuestros enemigos
. Mienten. Hombres, mujeres y niños inocentes vieron arruinada su vida debido a esta catástrofe nacional.
 Lo sé. Estuve allí. Vi cómo sucedía”.
Hollywood se aprovechaba de su talento pero sin reconocerle sus derechos.
 No podía pisar ni un estudio, ni una fiesta, ni un rodaje
Dalton Trumbo no era amigo de Douglas, tampoco se conocían, pero le contrató simplemente porque pensó que era el mejor guionista de Hollywood.
 Trumbo había ganado con el seudónimo de Robert Rich el Oscar a la mejor historia por Vacaciones en Roma (1953).
 Y, tres años después, al mejor guion por El Bravo. Obviamente, ni pudo recoger las estatuillas ni su nombre se oyó en ninguna gala.
La doblez moral era absoluta
. Después de pasar por la cárcel y exiliarse en México, donde había formado parte de una colonia de guionistas represaliados, vivía modestamente con su mujer y su hija en una pequeña casa de Los Ángeles.
 Escribía sin parar, pero siempre parapetado en falsas identidades. Hollywood se aprovechaba de su talento pero sin reconocerle sus derechos.
 No podía pisar ni un estudio, ni una fiesta, ni un rodaje
. En 1947 se había negado a testificar ante el Comité de Actividades Antiamericanas. Acogiéndose a la Primera Enmienda, fue uno de los llamados Diez de Hollywood, que se negaron a declarar ante un tribunal que violaba los derechos de libertad de expresión y de libre asociación.
 Ni se confesó comunista ni delató a compañeros.
 En un combate verbal que exasperó al juez, Trumbo gritó: “¡Este es el comienzo en Estados Unidos de un campo de concentración para guionistas!”
. Lo sacaron de la sala por la fuerza.
 Su firmeza, al contrario que la de otros compañeros suyos, no flaqueó
. Antes moriría de hambre. “Él era una especie de pararrayos de la división del país”, escribe Douglas
. “Después de haber pasado casi un año en la cárcel seguía estando en la lista negra de los estudios de cine: la instrucción de ‘no contratar a determinadas personas’ llevaba vigente más de una década”.
Kirk Douglas y su hijo Eric durante el rodaje de 'Espartaco'. / universal studios lincensing lcc
Douglas recuerda algunas historias terribles. Suicidios ante la impotencia de ver truncadas prometedoras carreras, la pobreza a la que se veían abocadas muchas familias, la inquina de columnistas como Hedda Hopper, que desde su tribuna de cotilleos señalaba sin piedad a los inculpados o a los que les daban trabajo.
 Con pena y emoción, el actor evoca a Carl Foreman, era el guionista de Solo ante peligro, pero por miedo a las represalias los productores quitaron su nombre de la película. Foreman no había pertenecido al Partido Comunista pero se negó a delatar.
 Huyó a Inglaterra.
 Se quedó sin trabajos y sin amigos, su mujer lo abandonó. “Se convirtió en un apátrida”, recuerda Douglas.
 En un encuentro en Londres, Foreman le insinuó que por su bien era mejor que no les vieran comer juntos. Douglas no daba crédito, muerto en vida, se había quedado totalmente solo.
Espartaco estaba basada en una obra que Howard Fast, popular autor de novela histórica, escribió cuando estuvo encarcelado por su apoyo a un grupo antifranquista español, el Joint Anti Fascist Refugee
. El Comité de Actividades Antiamericanas quería saber el nombre de los simpatizantes y Fast se negó a revelarlos. Acabó en prisión.
 Allí gestó la novela que un tiempo después acabó en manos de Douglas. La historia del esclavo tracio que dirigió la rebelión más importante contra la República Romana era ese personaje épico que la incipiente estrella necesitaba.
El rodaje del filme se fraguó con Trumbo escribiendo insomne y a la sombra
. Si los estudios averiguaban que él era el guionista, el proyecto podría acabar en la papelera o víctima de una estampida dentro del equipo.
 Años antes, cuando Frank Capra intuyó que detrás de Vacaciones en Roma podría estar la mano de un escritor de la lista negra, fue claro: no se arriesgaba.
 El clima era tóxico: Elia Kazan acababa de tirar la toalla para sumarse a la ponzoña delatando a ocho compañeros.
Douglas afirma que Espartaco no acabó con las listas negras sino con “las listas de la hipocresía”
En el relato de Douglas hay muchas escenas reales que superan la mejor ficción.
 Como el día en que, finalizado ya el rodaje, Dalton Trumbo entró con él y Stanley Kubrick en los comedores de Universal después de años sin poder pisar un estudio.
 Todas las miradas se volvieron hacia ellos, algunos incluso empezaron a señalar con el dedo. El camarero, atónito, le cedió la carta a Douglas y este se la pasó al guionista: “Empecemos por mi amigo. ¿Qué le apetece tomar, señor Trumbo?”. Tembloroso y algo cabizbajo, el escritor añadió: “Tendrás que darme unos minutos. Hace mucho que no vengo aquí”.
Hasta 2011, el nombre de Dalton Trumbo no figuró en los créditos de Vacaciones en Roma. En 1971, el escritor dirigió la película sobre su perturbador alegato antibelicista de 1939 Johnny cogió su fusil. Murió en 1976. Douglas, por su parte, afirma que Espartaco no acabó con las listas negras sino con “las listas de la hipocresía”.
 Trabajar con Trumbo fue una lección de vida que este honorable anciano no quiere llevarse a su gloriosa tumba. Sus palabras sobre él no pueden ser más hermosas: “Dalton era fiel a sus ideas hasta decir basta, pero jamás se ofendía cuando alguien las ponía en duda. Albergaba una extraña mezcla de seguridad en sí mismo aligerada también por una gran distancia de sí mismo.
 Tomarse el trabajo muy en serio sin tomarse a uno mismo muy en serio constituye un don muy inusual que en él era abundante…
 Me enseñó mucho sobre la valentía y la elegancia. Y espero que este libro contribuya a que se recuerde a Dalton Trumbo como el auténtico héroe estadounidense que fue”.

De ostras, caracoles y Franco

Kirk Douglas suelta varias perlas del rodaje de Espartaco.
Desde los airados desplantes de Stanley Kubrick al no tener todo el control de la película (de la que siempre renegó) a la famosa censura que se ejerció sobre una escena homosexual entre Craso (Laurence Olivier) y su esclavo Antonino (Tony Curtis) y en la que Olivier intenta seducir a Curtis mientras este le frota la espalda en la bañera.
El diálogo llega a su punto álgido cuando Olivier le pregunta a Curtis si le gusta por igual “comer ostras” que “comer caracoles”, en clara alusión al sexo femenino y masculino.
—Cuestión de gustos, ¿no?
—Sí, amo.
—Y el gusto no es lo mismo que el apetito, y por tanto no se trata de una cuestión de moralidad, ¿no es así?
—Podría verse de esa manera, amo.
—Es suficiente.
 Mi toga, Antonino... Mi gusto incluye... tanto los caracoles como las ostras.
Los censores pusieron el grito en el cielo, solo autorizaban la escena si sustituían “ostras y caracoles” por “alcachofas y trufas”.
 Ante semejante disparate, la escena, hoy repuesta, quedó fuera.
La otra joya es sobre la filmación de las escenas de las batallas.
 Lo que hoy se hace en una oficina con ayuda de un ordenador en 1960 pasaba por contratar a un ejército disponible y barato: es decir, el Ejército español.
 “El generalísimo fascista Francisco Franco ordenó a su ministro de Defensa cancelar el proyecto cuando nuestro equipo ya había llegado a Madrid.
 Tras una serie de negociaciones frenéticas —que, según me enteré posteriormente, incluyeron un pago en efectivo realizado directamente a la organización benéfica de la esposa de Franco—, el rodaje volvía a ponerse en marcha
. Contratamos 8.500 soldados españoles, a razón de ocho dólares diarios, para que representaran el papel tanto de soldados romanos como de esclavos rebeldes.
La única orden terminante que dio Franco fue que no se autorizaba que ninguno de sus soldados muriera en la película.
No es que le preocupara mucho su seguridad, simplemente no quería que nosotros hiciéramos que pareciera como si murieran.
 Orgullo español”.

Jaime Prats ....................................................Dos semanas para vencer el virus del ébola

Quince días es el umbral a partir del cual se considera que el sistema inmune se ha sobrepuesto a la infección.

Desde que aparecen los primeros síntomas, cuanto más se acercan los pacientes a las dos semanas, más posibilidades hay de sobrevivir”. Miriam Alía regresó el 18 de julio de Guinea donde permaneció durante cinco semanas como responsable de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la intervención sanitaria contra el ébola en la localidad de Guéckédou. Esta enfermera intensivista del hospital Gregorio Marañón de Madrid relata que la fase aguda de la enfermedad varía en función del paciente pero dura unos 15 días de media. Desde entonces, si se han podido controlar los síntomas y no ha habido un desenlace fatal -hay un pico de mortalidad a los cinco días-, lo más probable es que el enfermo supere la infección. Los días más críticos son del 10 hasta el 14 posteriores al inicio de los síntomas. Así lo han observado desde la organización humanitaria a partir de las personas atendidas en el brote que comenzó el pasado mes de marzo y que presenta una letalidad que ronda el 60%.

Ante la falta de tratamiento específico contra el patógeno, la única opción pasa por ofrecer a los pacientes asistencia para paliar no solo los síntomas, sino las complicaciones asociadas a la evolución de la enfermedad
. En esta situación se encuentra el sacerdote Miguel Pajares, que desde este jueves se encuentra en el hospital Carlos III de Madrid procedente de Monrovia (Liberia), donde se contagió de ébola
. El religioso, de 75 años, lleva desde el viernes pasado con síntomas.
 Al ser reconocido nada más llegar a la base aérea de Torrejón de Ardoz presentaba una situación clínica estable y respiraba por sí mismo, aunque estaba algo desorientado y febril.

Alía relata, a partir de la experiencia del reciente brote, que la evolución de la enfermedad no sigue patrones fijos asociados a unos síntomas determinados
. Hay una etapa aguda en la que el paciente manifiesta en la práctica totalidad de los casos fiebre y -normalmente- náuseas, vómito, diarrea, dolor de cabeza y fatiga.
 Durante este periodo, en el que el virus se multiplica, puede haber también dificultad respiratoria, falta de apetito, dolor articular, muscular, hipo o dificultad para tragar.
 También infecciones secundarias, o hemorragias (en un 50% de los casos), aunque limitadas: “suele manifestarse con la membrana conjuntiva de los ojos coloreada, sangrado de las encías, en la nariz o restos de sangre en las heces”.
En función de los síntomas (diarrea, vómitos), estos irán acompañados de complicaciones (deshidratación), que requerirán un tratamiento específico (administración de suero por vía intravenosa para paliar la falta de líquidos).
 Si hay insuficiencia en órganos vitales (riñones, pulmones) puede ser necesario el uso de equipos de hemodiálisis o respiración mecánica para mantener al paciente con vida
. Pero no hay reglas fijas en la evolución de la enfermedad.
 No sólo está en relación con el tiempo transcurrido hasta que llegan los primeros cuidados sanitarios, también influye, por ejemplo, la fortaleza del sistema inmune del afectado.
La supervivencia frente a la enfermedad depende de que las defensas del organismo reaccionen con rapidez y neutralicen a tiempo el virus en el paciente.
 Lo hacen a través de anticuerpos de reacción rápida (inmunoglobulina M), los primeros que aparecen para combatir la infección, y los que se generan algo más tarde pero que ofrecen una cobertura protectora más prolongada (ibnmunoglobulina G), “creemos que de por vida”, apunta la especialista en ébola de MSF.
Es este proceso de producción de anticuerpos el que se prolonga unos 15 días, hasta que, en el mejor de los casos, el sistema inmune da un vuelco a la situación y controla al patógeno
. Entonces la fase de aguda deja paso a la de convalecencia, caracterizada por unos niveles de anticuerpos elevados. La supervivencia pasa por superar estas dos semanas.