Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

29 jul 2014

El cine se larga de Cinecittà................................................................. Lucia Magi / Tommaso Koch


Stephen Boyd y Charlton Heston en los estudios Cinecittà, durante el rodaje de 'Ben-Hur' en 1959. / Getty Images

La estatua de Cabiria, arena y cactus de las películas del oeste de Sergio Leone, un inmenso elefante al más puro estilo de Bollywood, la Nueva York de los años veinte y las cloacas romanas. Cartón piedra, resina, fuentes y lagos, montañas rusas.
 El pasado jueves abrió a las puertas de Roma Cinecittà World, el primer parque de diversión en Italia dedicado al cine. 25 hectáreas con atracciones, teatros, restaurantes y mucha vegetación.
 En las intenciones de los dueños, el Italian Entertainment Group (IEG), el recinto debe servir también a insuflar algo de vida a los míticos pero agonizantes estudios que la sociedad controla en la vía Tuscolana, 25 kilómetros más al norte.
"Nuestro parque no es un lugar de diversión impuesta, es un remanso donde cada uno construye su sueño", comenta Emmanuel Gout, presidente y consejero delegado de Cinecittà World.
 "Es la declinación de la excelencia y de la maestría italiana en todas sus formas", argumenta mientras señala uno por uno los detalles que tras tres años de obras secretísimas han llevado a la apertura: "¿Ve? Aquí en el pueblo Western resuena la música de Morricone, hay balas y marcas de hierros de caballos en el suelo, la vegetación son cactus y se comen hamburguesas"
. Cada área se caracteriza como si estuviera hospedando el rodaje de una película.
 Pasan actores caracterizados, falsos directores y los visitantes pueden participar. "Puedes decidir ser figurante en un remake de Los intocables o Gangs of New York, depende de tus recuerdos y cariños cinematográficos
. O puedes subirte a las montañas rusas que se tuercen simulando un viaje al infierno de Dante o una incursión en el espacio", se entusiasma Gout.
 Y los niños pueden perderse en el Sognalabio, una zona donde inventan su propia historia: "Queríamos fabricar —resume el presidente italofrancés— un homenaje al cine que es el arte de crear mundos paralelos, de poner en escena y hacer concretos, aunque de forma efímera, los sueños".
"Me divertí muchísimo proyectando este parque", exclama Dante Ferretti, escenógrafo italiano.
 No dudó en aceptar la propuesta de los accionistas de IEG, entre otros el empresario Luigi Abete, el dueño de Tod's Diego Della Valle, y la familia de productores De Laurentiis.
 Ahora, con 71 años, más de 50 películas en su currículo —la más reciente es Silence, lo nuevo de Scorsese— y tres estatuillas del Oscar en las estanterías de casa, parece un niño con zapatos nuevos. "Entiendo mi trabajo como un servicio a la magia del séptimo arte.
 Me enamoré de la gran pantalla con 13 años. En mi pueblo cerca de Roma no había nada salvo un cine. Le robaba 30 liras a mi padre y le contaba que iba a estudiar donde un amigo.
 En realidad, me encerraba en la sala, a oscuras, fascinado por las escenografías que me atraían en un mundo otro, lejano, donde todo podía pasar. Con mi labor intento regalar el mismo efecto. El parque lo logra".
El objetivo del Italian Entertainment Group, que invirtió 250 millones, es alcanzar un millón y medio de visitantes en 2015 y un facturado de 55 millones.
"El parque se desarrolla mucho también en espacios cubiertos, así que abrimos todo el invierno y si llueve no pasa nada", dice Gout.
El billete cuesta 29 euros, 23 para los menores de 10 años, aunque 2 adultos y dos niños pagan 95. Desde el centro de Roma hay lanzaderas que acompañan a los aficionados de cine o de montañas rusas.

Aquellos grandes rodajes

Mussolini visita en 1936 las obras de construcción de Cinecittà. / roger-viollet
Inaugurado por Benito Mussolini el 28 de abril de 1937 para que Italia —o el régimen fascista, que entonces era casi lo mismo— tuviese un lugar para aumentar la producción cinematográfica, durante la Segunda Guerra Mundial el estudio fue destrozado por los bombardeos aliados
. Al finalizar el conflicto se convirtió durante dos años en campo para desplazados hasta que, reconstruido, volvió a su uso original.
En los cincuenta y sesenta albergó las grandes superproducciones estadounidenses: Quo vadis? (1951), Helena de Troya (1956), Ben-Hur (1959), El tormento y el éxtasis (1965)...
 A su vez, los grandes directores italianos también la usaban como plató: el que más la disfrutó fue Federico Fellini en títulos como La dolce vita (1960), Satyricon (1969) o Casanova (1976). También Franco Zeffirelli filmó allí Romeo y Julieta (1968) o La traviata (1982).
Los grandes cineastas estadounidenses han seguido filmando allí: Francis Ford Coppola rodó El padrino III (1990), Martin Scorsese reconstruyó el Nueva York de Gangs of New York (2002) y Wes Anderson buceó su Life aquatic (2004). No todo es glamur: en Cinecittà está la casa de Grande fratello, la versión italiana de Gran hermano.
Veinticinco kilómetros más al norte y más en el interior, en otra periferia que roza la ciudad eterna, surgen los históricos establecimientos de Cinecittà
. Cuarenta minutos de carreteras, cruces y atascos, hasta la vía Tuscolana, que desde el flamante resplandor del Parque parecen un viaje en el tiempo.
Un viaje atrás en el tiempo.
Cinecittà huele a quemado.
 Tanto que uno de los niños que visitan los estudios se lo hace notar a gritos a sus compañeros: “Mirad, ¡está ardiendo eso!”
. En realidad, el incendio se ha producido fuera del conjunto, por mucho que el olor penetre en sus jardines.
Pero la duda es legítima ya que en los últimos años los teatros han sufrido varios ataques de las llamas.
 Y, aunque el incendio real hoy esté fuera, hay otro, quizás más dañino, que está quemando Cinecittà por dentro: alarmas sobre su desaparición y ataques entre la dirección y los empleados arden en el corazón de una de las mayores casas de producción de cine de Europa.
De hecho, hace tiempo que Cinecittà dejó de fabricar sueños.
 Hoy en día el 60% de su facturación procede de las televisiones.
Y de las 60 películas al año que se rodaban en los teatros romanos poco después de que Mussolini los inaugurara, en 1937, apenas queda una docena.
 La casa que acogió Ben-Hur y enamoró a Fellini parece haber perdido su hechizo.
“Ofrecemos servicios a quienes producen las películas.
 De ahí que nuestra dificultad se deba a la de la industria.
 La capacidad del cine italiano de contribuir a la rentabilidad de Cinecittà hoy día es mínima
. Las producciones extranjeras sí podrían pero faltan los incentivos fiscales”, ataca Giuseppe Basso, director general de Cinecittà Studios, la compañía a la que el Estado italiano, propietario de Cinecittà, asignó la gestión de los estudios en 1997.
 En su ayuda, hace pocas semanas, acudió el decreto Cultura del Gobierno de Renzi: las producciones podrán recibir de vuelta el 25% del dinero gastado en Italia —al igual que antes— pero el límite para las devoluciones sube de cinco a 10 millones.
Al fin y al cabo, y más allá del parque, Basso considera que el regreso del cine internacional es la única manera de salvar Cinecittà.
Y de convertir en activos los demasiados rojos del balance.
 Por las pérdidas, que en 2012 ascendieron a 5,6 millones, y por otra mega producción que se rueda desde entonces: la guerra con los trabajadores.
 Ese año IEG, que también es dueño de Cinecittà Studios, presentó un plan de modernización con el que cedió a compañías externas parte de sus servicios y que prevé, entre otras cosas, la construcción de un hotel con piscina en los estudios.
"Presentamos un proyecto para ampliar Cinecittà porque si llega una producción internacional, que suele ocupar más teatros a la vez, hoy no hay sitio, no tenemos los espacios adecuados", dijo el presidente del IEG, Luigi Abete, inaugurando Cinecittà World, "Confiamos en que 2015 pueda ser el año del relanzamiento de los estudios".
 Hay dos factores que le dan optimismo al empresario italiano: el decreto de Cultura y el nuevo parque de diversión.
"El ministro de Cultura, Dario Franceschini, promovió la medida para atraer las productoras internacionales.
 Para volver a hacer cine en nuestros platos hay que ser competitivos para ellos, en términos de infraestructuras pero también a nivel económico".
 Por su lado, las ostentosas puestas en escenas y el cuidado italiano en el detalle del parque deben servir como medicamento para los estudios de la vía Tuscolana. como el hechizo, el sueño que promete a sus visitantes
. "Es la demostración de que cuando podemos hacemos las cosas de forma impecable", sentencia Gout.
Para los sindicatos, en cambo, es otro indicio del desmantelamiento, de que los inversores prefieren apostar por otro camino.
 “No estamos en contra del parque temático o del hotel. Pero primero pedimos que IEG demuestre que quiere revitalizar los estudios y atraer producciones”, asegura Alberto Manzini.
 El responsable sindical subraya que Cinecittà Studios debe al Estado varios millones por el alquiler de los estudios que hace años que no paga y recuerda la promesa rota que abrió la caja de Pandora: ministerio de Cultura e IEG se comprometieron a invertir siete millones a cambio de fuertes reducciones salariales.
 La plantilla cumplió, las instituciones no.
Visitantes en la inauguración del parque temático Cinecittà World. / TIZIANA FABI (AFP)
Sin embargo, el hotel de la discordia servirá, según Basso, para acoger a los equipos que rueden en Cinecittà.
 El director atribuye las críticas al “conservadurismo” sindical, aunque cineastas como Ettore Scola también se han manifestado contra la supuesta desaparición de los estudios.
 Entre otras esperanzas, Cinecittà se agarra a una negociación con la RAI, la televisión pública, para que instale allí permanentemente varias de sus producciones. Y, luego, el ministro Franceschini pretende levantar en los estudios el primer museo nacional del cine italiano
. Aunque, a juzgar por las palabras de Manzini, puede que el proyecto ya se encuentre con un antecesor: “Cinecittà corre el riesgo de convertirse en un museo al aire libre”.
"Es justo al revés", considera Gout, que rechaza no solo el mérito de las críticas, sino el planteamiento entero, en esta batalla entre dos bandos que se mandan señales desde las trincheras pero no consiguen entablar un diálogo.
Los trabajadores no se fían y defienden la posición. Los emprendedores intentan volver a ganar, atacando. "No podemos hablar solo el lenguaje de la nostalgia: ¡qué bonito cuando estaba Fellini! ¡Qué bien estábamos antaño! Conservar el pasado es imposible", dice Gout.
 "Todo esto —ensancha los brazos y los ojos le revolotean— es una señal que lanzamos a las productoras: Cinecittà sigue viva, más que nunca cultiva y aplica su tradición de hacer bien las cosas, la maestría artesanal y el genio para soluciones inéditas, originales.
 Para alcanzar unr resultado perfecto
. Queremos comunicar entusiasmo y orgullo, nada de resignación". Ennio Morricone y Dante Ferretti —su nombre, sus oscars y su profesionalidad— certifican esta declaración de intenciones:
"Puse en el parque toda mi vida", se emociona el escenógrafo, "Cada rinconcito es un recuerdo de esta vida mía, dedicada a crear la ficción para que parezca real.
 O a hacer verdad la ficción.
Lo que hemos aprendido nos sirve para enfrentarnos al futuro con garras.
 Volver a asociar al nombre de Cinecittà a algo vivo, productivo y lleno de gente es un hecho positivo. Me hace ilusión"
. El parque temático como antídoto. Como cura.
Mientras entra en círculo la medicina, Ferretti deja las estatuillas en su casa romana y prepara la maleta para Taiwan
. Scorsese no espera.

Echame A Mí La Culpa de Albert Hammond lyrics

Letra de canción de Echame A Mí La Culpa de Albert Hammond lyrics




Sabes mejor que nadie que me fallaste
Que lo que prometiste se te olvidó
Sabes a ciencia cierta que me engañaste
Aunque nadie te amaba igual que yo
Lleno estoy de razones pa despreciarte
Y sin embargo quiero que seas feliz
Y allá en el otro mundo
En vez de infierno encuentres gloria
Y que una nube de tu memoria me borre a mi
Dile al que te pregunte que no te quise
Dile que te engañaba que fui lo peor
Echame a mi la culpa de lo que pase
Cubrete tú la espalda con mi dolor
Y allá en el otro mundo
En vez de infierno encuentres gloria
Y que una nube de tu memoria me borre a mi

28 jul 2014

Cuando las cárceles flotaban....................................................................................Pedro Espinosa

Lourdes Márquez desentraña la etapa en que la bahía de Cádiz, tras Trafalgar, se llenó de barcos para encerrar a los franceses vencidos.

Dibujo de Adolfo Valderas sobre una de las nueve embarcaciones usadas como prisiones en la bahía de Cádiz, publicada en 'Recordando un olvido'.

Las guerras no terminan en una bandera blanca.
 Sus efectos permanecen más allá de la celebración de una victoria o la asunción de una derrota
. La historiadora gaditana Lourdes Márquez, experta en la batalla de Trafalgar, la contienda que enfrentó en 1805 a los entonces aliados hispanofranceses frente a la Armada inglesa, se propuso saber qué había pasado con esos hombres que vivieron los años convulsos que terminaron en la Guerra de la Independencia, de cuyo final se cumplen ahora 200 años.
 Y supo que en las aguas de la bahía de Cádiz hasta nueve barcos sirvieron de prisiones, como relataba en una reciente conferencia en la casa de postas de Villanueva de la Reina, en Jaén. Navíos en los que la gente escapaba, asistía a teatro y conciertos y, en su mayoría, moría.
 Un mapa, descubierto en la Biblioteca Nacional de Francia por ella, fija la ubicación de esas cárceles flotantes.
 Los pontones.
De los 24.776 prisioneros militares y civiles, sobrevivieron 7.082
Cuando se cumplía el bicentenario de Trafalgar, Lourdes Márquez recibió el encargo de profundizar en el destino de los barcos naufragados.
 “Me di cuenta de que se había abordado mucho la táctica militar pero se había escrito poco de qué ocurrió con las personas”.
 La apasionante historia de esos sobrevivientes la llevó a avanzar unos años más e investigar qué fue de los prisioneros franceses que cayeron en la Poza de Santa Isabel, Villanueva de la Reina o Bailén. Los que habían sido aliados en Trafalgar pasaron a ser enemigos de los españoles y, a medida que iban siendo vencidos, eran llevados a esas cárceles flotantes.
“A las autoridades españolas se les planteó un verdadero problema para poder acoger a todos estos prisioneros de guerra que iban llegando”
. Por eso se habilitaron viejos barcos desprovistos de todos los elementos de navegación.
 En total, fueron nueve, que Lourdes Márquez enumera en su libro Recordando un olvido (Círculo Rojo), en el que, con ilustraciones del pintor Adolfo Varela, disecciona la vida a bordo: “Las condiciones eran lamentables. Muchos las llamaban sepulcros flotantes.
 A los prisioneros de la armada de Rosily se les sumaron las tropas del general Dupont que cayeron derrotadas en Bailén”.
En los barcos había teatro y conciertos, a la vez que las condiciones de vida eran lamentables.
La investigadora se encontró con una dificultad.
 No había bibliografía anterior sobre el encarcelamiento de prisioneros franceses en estos pontones. Pero pudo localizar testimonios de soldados de ese país como Maffiotte, Henry Ducor o Claude Etienne Henry Bernard, el marqués de Sassenay, quienes estuvieron presos allí.
Los barcos tenían 60 metros de eslora y 15 de manga
. Llegó a haber hasta 1.000 hombres en cada navío. “Apenas había comida y bebida. Algunos testimonios hablan de episodios de canibalismo.
 Aparecieron enfermedades como el escorbuto”. Morían tantos que los cadáveres se arrojaban al mar, lo que originó un problema inesperado: “Hubo que prohibir tirar los cuerpos al mar porque los pescadores sospechaban del enorme tamaño que tenían los peces que nadaban en esas aguas plagadas de cuerpos putrefactos”.
No había comida, hay testimonios sobre canibalismo”
Lourdes Márquez, historiadora
Pero en esta dramática estancia, había respiraderos.
Había tiempo para jugar a las cartas o para asistir a bordo a espectáculos como el de las sombras chinescas, precursoras del cine
. En el pontón Castilla, donde eran encerrados los presos de clase alta, había conciertos en la cubierta principal e incluso la burguesía gaditana se acercaba a ellos en barcas.
 “Había repertorios de Mozart, Cherubini o fragmentos de ópera bufa”.
 El clarinetista Perret consiguió la libertad a cambio de deleitar con su música a un oficial inglés.
 La vida en los pontones inspiró la ópera Les pontons de Cadix, estrenada en París en 1836, cuyo libreto exhibe Lourdes Márquez en su libro.
Un documento de una de las prisiones.
Llegó un momento en el que la cantidad de presos obligó a tomar la decisión del traslado.
 En 1809, mil hombres fueron enviados a Inglaterra; 1.500, a Canarias; y 5.300, a Baleares.
 De ellos, 4.500 fueron abandonados en la isla de Cabrera. Lourdes Márquez destaca que de los 24.776 prisioneros militares y civiles de Cádiz, sólo sobrevivieron 7.082.
Muchos de los que vencieron a la muerte no pudieron ganar a la cordura, como ha certificado el historiador alemán Hans-Dieter Zemke, quien recopiló datos de los soldados franceses muertos en el hospital de Sanlúcar entre 1810 y 1812.
 “Acabaron en manicomios o dedicándose a acciones humanitarias como sacerdotes”.
Lourdes Márquez ha relatado su trabajo en la conferencia de Villanueva de la Reina donde sí se han acordado de los 206 años transcurridos desde que allí se firmaron las capitulaciones para certificar la rendición del ejército de Napoleón o los 200 años desde el final efectivo de la Guerra de la Independencia.
 La historia sigue hablando como ese mapa que Márquez encontró en la Biblioteca Nacional Francesa y que sitúa perfectamente cinco de los pontones de Cádiz
. Las cárceles flotantes donde se escuchaba música, se jugaba a las cartas, apenas se comía y que fue la tumba de tantos hombres.
Una historia que parece salir de la Pluma de Arturo Pérez- Reverte el que dicen que no es bien visto por escritores de alta cuna, pero en ese relato se nota como escondido en un rincón del pontón, está Alatriste y él esperando empezar la acción, que conste que Julian Marias lo adora y lo reniega Antonio Muñoz Molina que cojió el premio de los Israelitas él que escribió Sefarad ya ven....que contrastes....

 

Cada famoso con su isla.................................................................................... Patricia Peiró


Branson, en su propiedad de las Islas Vírgenes Británicas. / CAMERA PRESS/ED/CS / Cordon Press ED/CS

Existe una solución para librarse de miradas indiscretas, muchedumbres a la orilla del mar y compañeros de hotel incómodos.
 Es sencilla, pero no nos engañemos, enormemente cara: comprar una isla privada. Puede representar una oportunidad de negocio, como lo es para Richard Branson; una guarida antipaparazzi, como la de Johnny Depp; o un capricho de aniversario, como el pedacito de tierra de Beyoncé. Jay-Z quiso contentar a la diva de la canción con ese regalo al cumplirse cinco años de su boda, en 2013
. El pedazo de tierra del matrimonio de artistas más influyente del mundo, según Forbes, se encuentra en el norte de Abaco, en Bahamas, y el amantísimo rapero desembolsó dos millones de euros por él. Tal vez influyera en esta compra el deseo de privacidad de la pareja para su hija pequeña, Blue Ivy, nacida en enero de 2012 y a quien se cuidan muy mucho de mostrar incluso en las fotos más íntimas que suben a Instagram.
Esta misma voluntad de ocultarse de objetivos ajenos movió a Eddie Murphy y a Johnny Depp a adquirir sus posesiones.
 Ambos son vecinos en Bahamas.
 El primero adquirió su propio enclave cerca de Nassau en 2007 por algo más de 11 millones de euros.
 Y Depp quiso hacer honor al nombre de su hija, rebautizando la suya como Lilly Rose Beach (originalmente se llamaba Litte Halls Pond Cay).
 Por estas 18 hectáreas pagó unos 3 millones de euros y la adquirió en 2004, justo al terminar la primera parte de Piratas del Caribe. En 2011, mientras Penélope Cruz rodaba la cuarta de esta serie fílmica, se la brindaría para su boda con Javier Bardem.
El primer inspirador en Hollywood de esta moda de comprar islas fue precisamente uno de los mejores amigos e ídolo personal de Depp, el mítico Marlon Brando.
Fue después de rodar en Tahití Motín a bordo (1962), cuando se enamoró de Tetiaroa, un pedazo de paraíso en aguas polinesias.
Allí educó durante años a la descendencia que tuvo con Tarita Teriipia, su tercera esposa. “Es el lugar que escogió para dejar atrás Hollywood”, aseguraba su hijo Tehiotu en un documental sobre su padre. Brando solía pasar allí las horas buceando y aspiró a construir la primera colonia de biología marina en el Thaití francés. Edificó aulas y laboratorios que nunca llegaron a usarse.
 Ahora una cadena hotelera ha adquirido la ínsula para levantar un hotel de lujo.
Skorpios, que pertenecía a los Onassis y ahora ha adquirido una millonaria rusa. / AP
Leonardo DiCaprio quiere hacer de la suya, Cayo Blackdore, situada cerca de la barrera de coral de Belice, un ejemplo ecológico
. Conocido por su implicación en ese tipo de causas, el actor la descubrió en unas vacaciones en 2004 en un hotel de lujo en la cercana Cayo Espanto.
 Tras adquirirla por casi 1,5 millones de euros anunció sus planes de construir en ella junto al grupo Four Seasons un aeropuerto privado y un resort de cinco estrellas basado en el diseño sostenible y la conservación medioambiental.
En el otro extremo, la artificialidad de Dubái ofrece propuestas a medida.
 El príncipe de este emirato regaló en 2006 a Michael Schumacher un enclave para que disfrutara de su jubilación tras anunciar una de sus múltiples retiradas.
 Su parcela está ubicada en el ostentoso archipiélago prefabricado The World, cuyas islas imitan la forma de un mapamundi.
 El piloto, en proceso de recuperación de un coma desde enero por un accidente mientras esquiaba, es ahora propietario de una porción de tierra valorada en 4,5 millones de euros.
Son los dos polos de un negocio creciente que tiene sus propias agencias. Private Island Online y Vladi Private Islands son las dos principales empresas que gestionan la compraventa y el alquiler de estas propiedades.
 Vladi presume en su web de haber vendido más de 2.400 desde su fundación en 1979.
La primera, recoge en su guía anual para compradores de islas un repaso por las oportunidades que ofrece cada parte del globo.
Según este repaso, en América Central están las más económicas; en el Caribe (y especialmente en Bahamas) se encuentra la mayor concentración de islas de famosos. Norteamérica ofrece leyes de propiedad muy flexibles; en el Pacífico sur existe mayor disponibilidad.
 En Asia la escasa oferta y las restricciones al comprador extranjero hacen que el mercado sea feroz. Y en Europa existen dos vertientes: los soleados archipiélagos griegos y los fríos escandinavos, mucho más económicos.
La isla de Johnny Depp. / DPA/AFP Farhad Vladi
El récord en desembolso lo ostenta el magnate de la informática y dueño de Oracle, Larry Ellison: 370 millones de euros por la sexta más grande de Hawai, Lanai.
 Al menos, así se hizo eco la prensa local, aunque, como en la mayoría de estos casos, su precio de venta es confidencial.
En este caso la adquisición no es para uso propio, sino que el empresario ha invertido en el negocio turístico.
El nombre de Skorpios siempre irá unido al de la familia Onassis, aunque desde el año pasado su propietaria sea la millonaria rusa Ekaterina Rybolovleva. Athina, la heredera del clan griego encontró en las competiciones hípicas a la perfecta compradora.
 La joven de 25 años es hija del dueño del Mónaco, Dmitry Rybolovlev, quien compró este antojo a su niña, aficionada a batir los récords del lujo.
 Ya posee del ático más caro de Nueva York, que adquirió por unos 117 millones de euros.
Aunque si hay una que copa titulares es Necker Island, propiedad del siempre llamativo Richard Branson, el rico dueño de Virgin Group (que también posee Isla Mosquito, ambas en las Islas Vírgenes Británicas).
 El millonario de pelo platino y eterno bronceado alquila su suelo para bodas o fiestas exclusivas y también tiene un imponente balneario que visitan estrellas como Kate Winslet.
 El nombre de los visitantes suele ser confidencial, pero en el caso de la actriz su estancia encontró eco planetario por el incendio que se declaró cuando disfrutaba de unos días de relax junto a sus hijos y su novio hace tres años.
 La protagonista de Titanic ejerció de heroína rescatando de las llamas a la madre de Branson, de 90 años.
 La isla tiene su propia página web, en la que el empresario que ahora quiere llevarnos al espacio la denomina “mi hogar y mi refugio”.
 Incluso ha publicado un vídeo en el que se le ve dando de comer a sus polémicos lémures (naturales de Madagascar) y disfrutando de un baño en su mansión isleña.
 En el clip, Branson desvela que el presidente Carter y Kofi Annan son dos de los huéspedes que ha recibido Necker.
 El multimillonario confiesa que le encanta” tumbarse en su hamaca y mirar las constelaciones”.
 Un sencillo lujo al alcance de muy pocos.