Han pasado 38 días desde que se produjo el relevo en la Corona española y la percepción que hay de ella ha cambiado. Lo admiten en el palacio de La Zarzuela, pero de momento no hay una encuesta que lo avale. En la última que se realizó, para valorar el nivel de aceptación de los miembros de la familia real, la entonces princesa de Asturias fue quien peor nota sacó. “Solo se puede hablar de percepciones”, dicen desde la Casa del Rey.
“Pero parece que las cosas de momento van bien y que el trabajo de los nuevos Reyes está siendo bien recibido”, añaden sin querer entrar a valorar ni a explicar si hay un plan establecido para mejorar la imagen de la nueva reina.
En Zarzuela, recuerdan, nunca se trabaja a “impulsos”, se piensa a largo plazo. Personas del círculo de colaboradores de doña Letizia creen que la aparente transformación que ha experimentado Letizia Ortiz se debe a que hasta ahora su papel era de secundaria, pero ahora que ha alcanzado un papel protagonista será “ella misma”.
“Nunca había sido reina hasta ahora. Es su momento”.
A pie de calle lo que más sorprende de la nueva reina de España es su talante, que ha recuperado la sonrisa. La mostró abiertamente el pasado día 19 de junio durante los actos organizados con motivo de la entronización de su marido Felipe VI.
Esa misma simpatía la ha acompañado en los actos que ha presidido tanto acompañando al Rey como los que ha desarrollado en solitario.
“Se la ve más segura, más cómoda”, dicen quienes han asistido a esas citas.
Letizia se sabe observada incluso más que antes.
Todo lo que hace se analiza al milímetro, pero ella no se muestra tan hermética como antes, tan encorsetada.
Ahora se detiene más con la gente que la reclama. Estrecha manos y se deja fotografiar por todo aquel que aparece con un móvil. Varios selfies de ciudadanos anónimos posando con ella han circulado en los últimos días por las redes sociales. Imágenes espontáneas obtenidas tanto en actos oficiales como en noches de cine en Madrid.
Letizia sabe que las encuestas no les son favorables y para ello nada mejor que ponerse en campaña. No es la Reina una mujer a quien le guste que se hable de ella por la ropa que luce, aunque le desgrada que se la critique por algunas de sus elecciones.
Quiere que su trabajo se valore por su contenido.
La nueva Reina prepara a conciencia los actos a los que acude.
No es raro verla viajar con un maletín de mano en el que lleva toda la documentación de los asuntos que se van a tratar en las reuniones.
En las sesiones que se celebran en el palacio de La Zarzuela para preparar la agenda lo pregunta todo. Pertrechada de su cuaderno de notas apunta cada detalle.
Acude siempre con la lección bien sabida.
La Reina que antes fue periodista no ha abandonado su costumbre de leer la prensa cada día. Lo hace en periódicos de papel pero también, como el Rey, consulta en su iPad las últimas noticias.
Está muy informada y por eso está satisfecha de cómo se está valorado su nuevo trabajo.
En el Palacio de La Zarzuela aseguran que actúan sobre la marcha atendiendo a las necesidades, que no había un plan preconcebido sobre cómo iban a ser los primeros días de reinado de Felipe y Letizia. Entre las primeras decisiones que tomaron fue visitar los países vecinos y al Papa. Portugal, Marruecos y Francia han sido testigos de la presentación oficial de los nuevos monarcas. La prensa de esos destinos, en especial la francesa, ha hablado más del estilo de Letizia que del contenido político de las reuniones celebradas con los mandatarios.
Algo parecido al fenómeno vivido durante el último año en Holanda, donde Máxima eclipsó a su marido Guillermo Alejandro tras su acceso al trono.
Pero sí hay un acto de la agenda de los nuevos Reyes en el que se vio especialmente cómoda a Letizia fue el día en que las puertas del palacio se abrieron para recibir a 300 representantes de organizaciones sociales entre ellos a la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) y a la Fundación Triángulo, ambos colectivos de defensa de los derechos de los homosexuales. Era la primera vez que acudían a una audiencia con el jefe del Estado. Esa cita sí supuso una modificación en la agenda real habitual.
El resto apenas se ha salido del guion habitual.
Lo único que ha cambiado de momento son sus protagonistas. En Zarzuela las novedades se comenzarán a notar en otoño cuando las agendas de los nuevos monarcas estén definidas.
Donde Letizia no quiere que cambien las cosas es en su ámbito personal. Alcanzado ya un papel protagonista le será ahora más fácil pelear por lo que ella llama su vida privada. En el mes que ha pasado desde que Felipe VI llegó al trono, la pareja ha mantenido sus salidas al cine, sus visitas a restaurantes populares del centro de la ciudad y sus citas con los amigos. Es parte la quieren preservar. En esas salidas, el Rey también se ha dejado fotografiar y ha charlado con la gente que le paraba en la calle como lo hacía cuando era príncipe de Asturias.
A Leonor y Sofía, las hijas de Felipe VI, no se las ha vuelto a ver en público desde que se asomaron al balcón de Palacio Real. Sus padres intentan que se mantengan en segunda fila todo lo posible.
Lo que no ha podido hacer este año la nueva Reina es acudir al FIB, el megafestival de Benicàssim, una cita en la que sí estuvo el año pasado
. Y es que con Letizia reina, Letizia roquera se ha retirado.