Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

25 jul 2014

“Hablo con mendigos porque en la calle no hay ministros, hay mendigos”............................................... Jesús Ruiz Mantilla

La actriz Terele Pávez repasa una vida con bajadas al infierno y elevaciones al Olimpo.

La actriz Terele Pávez, en Madrid. / Samuel Sánchez

Luz matizada de rímel en sus ojos oscuros, refrescante en mitad del calor gracias a un té helado y al repaso a una vida con bajadas al infierno y elevaciones al Olimpo gracias a un Goya y a un baño de homenajes como el que acaba de recibir en el Festival de Cine y Arquitectura de Avilés.
 Mujer que en ese sentido, ha diseñado un método de interpretación para cimentar la España negra en pantalla y en teatro, de su inolvidable Régula en Los santos inocentes a Las brujas de Zugarramundi, todo en Terele Pávez es de una verdad imponente e inquietante.
Pregunta. ¿Recogiendo lo sembrado?
Respuesta. Estoy asustada, vivo como las artistas de antes, venga fechas, yendo, viniendo
. Ni me hacía a que me dieran un Goya, estaba acostumbrada, pero me hizo tanta ilusión el de la crítica, que lo tuvo mi hermana Emma (Penella) y jugábamos como niñas pequeñas, a entregárnoslo. Cuando me lo entregaron dije: es que me lo he dado yo ya tantas veces…
P. Cuando la veo en el cine no sé si me da más miedo, angustia o pena, en el sentido tierno del término.
Cuando vienen los agujeros negros hay que agarrarse al borde y esperar”
R. Está muy bien eso porque yo bordeo lo que inquieta.
 Seres que caminan sin amor, con esa torpeza que te entra cuando estás mal y te pones feísimo.
 Mis personajes están perpetuamente en el desamor y en ese laboratorio que somos los actores, lo descubro en casi todos ellos.
P. ¿Desamor o desilusión?
No somos unos desalmaos; el cine español es un arte con ideas y sentimientos”
R. Desidia, de todo, lo que la vida no te da para que te pongas guapo.
 Yo ahora me siento más guapa que nunca.
He pasado a tener las preocupaciones normales.
P. ¿Cuáles son, en su caso?
R. Pagar la luz, una neverita un poco bien…
P. ¿Y las anormales?
R. Mis agujeros negros, pero no te los cuento.
P. Alguno, mujer. A lo mejor está usted en un momento tan luminoso que le producen risa.
R. Eso me ocurre… Cuando eres mayor, sobre todo
. Ya no tengo agujeros negros. Cuando vienen, hay que agarrarse al borde y esperar, no creértelo, pensar que no eres tú.
 Si ocurre al revés y viene la felicidad, haces lo contrario: en vez de agarrarte al borde, pues vas.
P. ¿Y aquello de que anduvo medio tirada en la calle?
R. Yo por la calle es que ando casi todos los días.
 Ya lo expliqué. Estaba sentada en un banco, me quedé dormida, me vieron, sacaron una foto y se lio. Fue tan incómodo y tan largo que… Empezar otra vez a tirar de aquello no quiero porque me dolió. La culpa fue mía por quedarme dormida en una acera. Me podía haber hundido, pero no.
P. Este es un país tan raro que cuando vemos a alguien en el hoyo, después de haberlo metido, nos da por sacarlo.
R. Del hoyo hemos salido todos juntos
. Que hablo con mendigos, pues sí, porque en la calle no se ven ministros, se ven mendigos.
P. Ahora más que nunca.
R. Es que son gente especial. Con mucho sentido, pero mucho.
 A mí me pone las pilas hablar con alguien así y que te admitan también cuesta.
P. Hay muy poca gente que le haya sacado tanto partido a la España negra como usted. De La celestina a la Régula de Los santos inocentes, y ahora con lo que le exprime Álex de la Iglesia, menudo catálogo.
R. A mí me dice Álex, anda, tírate por un barranco y ahí me voy. La Régula, por otra parte, es vertical…
Amorosa, lo justo.
 Lo mismo corta leña que planta un árbol o lava el culo a su hermano, lo suyo es quitar obstáculos. A veces me gustaría que no fuera así, que plantara más cara.
P. ¿Cómo se recuerda de niña?
R. Segura de que haría algo en este mundo.
 Con nueve años entré en el Teatro Español y a nadie se le olvida cuando pisa ese suelo. Yo era observadora y tranquila, distinta.
 Hasta que descubrí el teatro.
 Dije una frase y me gustó mi voz en escena. Aquello llegaba a todas partes. La voz que tenía era ésta eh, no te creas, la de siempre.
P. Tres hermanas actrices en la familia y cada una se llamó de distinta forma. ¿Por qué?
R. Porque no hay nada peor que las hermanas tal.
 Emma era distinta, tenía esa cosa como de Claudia Cardinale y Elisa..., muy grande. Cada una teníamos nuestro sitio.
P. ¿El de usted estaba en la rebeldía?
R. No, yo era una niña cobarde y llorona.
 Mis hermanas me defendían.
P. Con Emma siempre tuvo sus más y sus menos, ¿por qué?
R. Una relación muy rara, rarita, pasábamos años sin hablarnos, perdíamos la costumbre.
 Y ahora la echo de menos constantemente
. No se entiende. Dejábamos de hablarnos por tonterías
. Cosas de familia, de ver la vida, yo era la pequeña y me trataban con un maternalismo extraño. Y, además, si éramos actrices, tenía que haber envidias, entre otras cosas.
 Luego nos reíamos, pero volvíamos a las andadas.
P. ¿De su padre me va a hablar?
R. ¿Qué quieres que te cuente de mi padre?
P. Hasta qué punto les marcó la historia de que lo señalaran como parte implicada en la muerte de Lorca.
R. Pues ya te puedes imaginar, claro que nos ha afectado
. Hasta en eso del apellido, el quitarnos el Ruiz las tres, pues nos lo quitábamos porque nos avergonzábamos.
 Pero paso, ya está bien. Era un buen padre, un tío estupendo.
P. Uno imagina cómo bordaría usted un personaje como Bernarda Alba. ¿Por qué no quiere hacerlo? ¿No sería un gran gesto?
R. Pues por eso. No me apetece.
 Me hace daño. No quiero hacer grandes gestos, yo soy de pequeños gestos. Es un asunto que he guardado en el cajón, un largo proceso de tiempo asimilar aquello.
 Para mí ya está en su sitio. Si me decidiera, lo haría bien y la gente iba a ir, pero no es un personaje que podría afrontar con libertad. Lo dejamos así
. Hace 20 años, que era más insensata, a lo mejor podría haberlo hecho.
 Y eso que a Bernarda Alba yo la veo como un símbolo de amor a sus hijas tremendo. Es el miedo a que las pase algo el que la hace caer en ese fanatismo y esa dureza.
P. ¿Es usted lo que aparenta?
R. No, soy muy frágil, pero no me gusta que se me note.
P. ¿Una pista?
R. No, no quiero hablar de los agujeros negros, así que ¡a ti te voy a contar!
Yendo de fuerte y de bruja me ha ido como me ha ido…
P. ¿Débil y santa, entonces?
R. Tampoco, soy muy nada
. La interpretación es una cosa muy grande.
 Construir un personaje, jugar con todo eso, es enorme, sublime.
 Mi método ha sido observar. No podría trabajar con alguna tragedia que me ocurriera en mi vida referente a mi hijo, por ejemplo. Imposible.
Tenemos una relación única, aunque ha cumplido 40 y está criadito, vive conmigo.
P. ¿Con 40 años?
R. Tiene una gracia eso.... Esta es una sociedad única. ¡Estamos condenados a vivir juntos! No sé qué decir.
 A nadie le extraña que vivas con una boa, pero sí con tu hijo. Si preguntas a cualquiera ahora qué quiere ser de mayor, te respondería: ¿Yo? ¡Hijo!
P. Eso lo coge Freud y…
R. Pues nos pasan cosas muy bonitas.
P. ¿Qué hay que hacer para que la gente vaya al cine?
R. Para empezar, que Montoro no nos ponga verdes y nos vean como unos desalmaos.
 El cine español es otra cosa: un arte con ideas y sentimientos.

 

Probar el cielo por 1.650 euros........................................ Borja Bas

Paco Roncero reta los límites del lujo gastronómico con su nuevo restaurante en Ibiza.

 

El restaurante Sublimotion, propiedad de Paco Roncero, se viste de Polo Norte para que sus comensales degusten su Iceberg de Gazpacho con espuma de tomate blanca.

Podría ser una puerta trasera de servicio del recién inaugurado hotel Hard Rock de Ibiza de no ser porque quien espera ante ella es Paco Roncero
. El chef tira del picaporte y de la anodina entrada asoma una azafata de vuelo que guía a 12 personas hasta un ascensor montacargas. “Abróchense los cinturones”.
 Se apagan las luces y queda solo una bombilla roja. Atruena la música: los Ramones y su “hey, ho, let’s go”.
  Todo vibra.
 El acceso desemboca en una sala desnuda de unos 70 metros cuadrados presidida por una impoluta mesa de porcelana.
 La oscuridad se rompe por las luces fluorescentes que circundan el suelo.
 Un haz proyecta caligrafiado el nombre de cada comensal. “No intenten contar lo que van a vivir esta noche, porque nadie les va a creer”, anuncia un maestro de ceremonias. Se prende la pantalla de 360 grados que envuelve la estancia.
 Cambiará a lo largo de tres horas para acompañar cada plato y trasladar a los presentes del Ártico a Central Park, de las huertas de Toledo (donde nació Roncero) al fondo del mar, de un viaje en globo al mismísimo infierno.
Bienvenidos a Sublimotion, donde todo puede pasar con tal de agitar los sentidos, desde los sonidos hasta los aderezos olfativos
. Es la última locura que Roncero, dos estrellas Michelin, ha montado en la isla gracias al patrocinio de Land Rover.
 El precio por cubierto: 1.650 euros. Probablemente el restaurante más caro del mundo. ¿Realmente lo vale? Roncero tuerce el gesto: “Sublimotion vale lo que tú quieras pagar.
 A mí no me gusta decir que es caro, sino costoso”.
 Tiene a 30 personas para servir cada noche a una docena de afortunados.
 Muchos días en dos turnos. Hagan cálculos.
 De igual manera, rechaza que esta propuesta esté concebida para millonarios rusos (aunque abunden entre su clientela):
“Es para todo aquel que busque vivir algo único; hay gente que trabaja en la isla que me ha dicho que está ahorrando todas sus propinas para poder venirse a cenar al final de temporada”.
El cocinero Paco Roncero.
Estamos ante el último reto para desafiar los límites de la experiencia sensogastronómica de este chef formado en elBulli y que lleva 23 años trabajando en el Casino de Madrid, donde comenzó como ayudante de cocina. Todo arrancó hace dos años, cuando Roncero puso en marcha en su bastión en la capital un pequeño laboratorio culinario. “¿Cuál es tu sueño?”.
 Le preguntaron desde la firma informática HP. “Mi sueño vale dinero”, respondió.
 “Pues tú sueña, y veremos hasta dónde podemos llegar”. “Parece que los chefs solamente nos centramos en lo que hay en el plato y nos olvidamos de todo lo demás, de cómo mejorar esa experiencia con lo que hay alrededor. Yo quería romper con eso, mi reto siempre es llevarlo más allá”, reflexiona.
Le pasa con casi todo. Se confiesa hiperactivo. Apenas duerme cuatro horas y a las seis de la mañana ya está entregado a su par de horas diarias de entrenamiento. Se volvió loco con el deporte hace cuatro años. Pesaba 112 kilos. Acaba de correr el Medio Ironman de Vitoria y le gustaría prepararse para el Ironman de octubre en Calella (“pero creo que no voy a sacar tiempo”). En noviembre correrá por segunda vez la maratón de Nueva York. Y está rematando un libro que saldrá en otoño: Correr, comer y ser feliz. “Yo era una persona de éxito profesional, un tío que lo tenía todo para ser feliz, pero me sentía vacío. Acababa de abrir mi primer Estado Puro y vivía absorbido por el trabajo. Me calcé las zapatillas por casualidad, una semana que fui de visita a Roses [a elBulli, en Girona]. Como no tenía nada que hacer por las mañanas, y yo no sé estarme quieto, empecé a salir a correr por la playa. Y hasta hoy”.
Fue gracias a su maestro, Ferran Adrià, que alcanzó notoriedad mediática
. Con él y con Juan Mari Arzak compartió el honor de orquestar la cena organizada en el Palacio de El Pardo la noche anterior a la boda de los actuales Reyes de España para 400 personas. La pareja era asidua a su restaurante La Terraza del Casino. “Yo además siempre me he considerado una persona monárquica. Les tengo mucho cariño, mis vivencias con ellos siempre han sido buenas”. Su especialidad en eventos para cientos de comensales (“yo no pienso en un menú para 500, sino en diez menús de 50”) tomaría altura tras participar en la cena VIP organizada por Miuccia Prada en el Mercado Central de Valencia durante la Copa de América de 2007. En ella sirvió a comensales como Demi Moore, Ashton Kutcher o Chloë Sevigny y estrecharía lazos con la modista italiana, que le llama para sus eventos en Milán.
Cuando, en 2011, Elton John buscaba a quien le confeccionara un menú de inspiración española para su clásica gala benéfica contra el sida en el Battersea Park londinense, le recomendaron a Roncero. Esa noche se recaudó más de medio millón de euros y la puja por una cena en el laboratorio gastronómico del chef toledano superaría los 35.000 euros.
Después ha acudido a otras ediciones, ya sentado a la mesa. "De vez en cuando está bien que tú seas el invitado a cenar", se ríe.
Dice que quiere exportar Sublimotion más allá de Ibiza, igual que ha trasplantado las peinetas y flamencas de Estado Puro a un establecimiento en Shanghái
. “Me gustan las cosas bien hechas, pero no tengo prisa por comerme el mundo. Lo defenderé siempre: yo soy un corredor de fondo”.
Ante la realidad española, aún sabiendo que hay ricos, pero no por su sueldo sino por ese dinero que llaman negro, confieso que nunca vi un billete de ese color, y que en la Verde Suiza abundan,,,,,,es realmente un insulto y que ese cocinero sea famoso y rico.... Y mi sueño no sé si vale dinero pero realmente no es una cena eso por seguro...

Desde el Trópico de Cáncer.......Dicen que en Burgos de Osma están los Hombres más guapos de España

Hoy, con Dionisio Ridruejo y el tema de España en la poesía española contemporánea (XXVI)




Catedral de la Asunción (El Burgo de Osma, Castilla y León)



¿Por qué buena parte de los españoles que nos declaramos de izquierdas damos la impresión de estar un tanto perdidos en el uso de términos tales como "pueblo, país, patria, gobierno, nación, España, estado"?... Al usarlos parecen similares pero no lo son. Para la derecha, sí; todo es lo mismo y va en el mismo saco. Los españoles que nos declaramos de izquierdas no deberíamos avergonzarnos de reivindicar el uso del nombre de España, la patria común que a todos nos acoge y ampara, No es solo de ellos, es también nuestra. Y deberíamos hacerlo sin vergüenza alguna, sin ningún tipo de remordimiento, sin amargura ni complejo de ninguna especie. Y para eso puede servirnos la poesía.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España y su añoranza. Y es que, en palabras de Walt Whitman, "el poeta es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz".  

Hoy traigo hasta el blog al poeta Dionisio Ridruejo (1912-1975). Poeta, escritor y político. Nace en El Burgo de Osma (Soria). De educación religiosa y tradicional con 21 años se afilia a Falange Española. Durante la guerra civil ocupa el puesto de director general de Propaganda del régimen franquista. En 1940 funda junto a Pedro Laín Entralgo la revista de poesía Escorial. En 1941 marcha como soldado raso voluntario a luchar contra la Unión Soviética en la famosa División Azul.  Un año después rompe totalmente con el régimen lo que le ocasiona destierro y encarcelamiento temporal. En 1962 es uno de los españoles asistentes al IV Congreso del Movimiento Europeo que se celebra en Munich. Se exilia primero en Francia y más tarde en Estados Unidos, donde imparte clases de literatura en varias universidades. En 1974 funda el partido Unión Social Demócrata Española que al año siguiente se integra junto a la Democracia Cristiana y el PSOE en la plataforma Convergencia Democrática. Como poeta cultivó el estrofismo clásico de lengua pura y clara. Escribió numerosas obras en prosa, entre ellas su autobiografía, y una obra de teatro. En 1952 recibió el Premio Nacional de Poesía. Muere en Madrid en junio de 1975. Les dejo con su poema "España toda aquí":
España toda aquí, lejana y mía,
habitando, soñada y verdadera,
la duda y fe del alma pasajera,
alba toda y también toda agonía.

Hermosa sí, bajo la luz sin día
que me le entrega al mar sola y entera:
campo de la serena primavera
que recata su flor dulce y tardía.

España grave, quieta en la esperanza,
hecha del tiempo y de mi tiempo, España,
tierra fiel de mi vida y de mi muerte.

Esta sangre eres tú y esta pujanza
de amor que se impacienta y acompaña
la fe y la duda de volver a verte.

"España toda aquí"
Dionisio Ridruejo


Y mañana nos vemos con el poeta Vicente Gaos. Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt

¡Esto no es todo, amigos!........................................................................................ Irene Crespo


Una imagen de la exposición neoyorquina de Chuck Jones, en la que se ve cómo dibuja a Elmer y a Bugs Bunny. / Chuck center for creativity

Un animador es un actor con un lápiz.
 Un actor que debe conocer a su personaje a la perfección si quiere conseguir una buena interpretación.
 Debe conocer su anatomía (sea humana o animal), sus movimientos y gestos (cómo corre, salta, baila, duerme o se enfada), debe saber cuáles son sus puntos débiles, sus gustos.
 Si es necesario, habrá que marcar reglas para no perder nunca de vista el fin de una buena película de animación: personajes creíbles que en realidad son increíbles.
Chuck Jones, uno de los grandes animadores de la historia, padre de Bugs Bunny, del Pato Lucas y de Pepe Le Pew, creía fielmente en todo esto
. Él era un actor y un director armado con un lápiz.
 De hecho, él fue quien ideó estas normas no escritas, al tiempo que sí escribía las que debían seguir sus hijos más queridos, el Coyote y el Correcaminos —los únicos que creó él solo, con su lápiz—, para conservar la coherencia dentro del surrealismo que vivían en sus eternas persecuciones.
 “Nunca habrá diálogo, excepto ‘Beep, beep!” era la primera regla de las nueve que redactó y que están colgadas, desde el pasado sábado, en las paredes del Museum of the Moving Image (Museo de la Imagen en Movimiento) de Queens (Nueva York) que celebra su trabajo y legado en la exposición What’s up, Doc? The animation art of Chuck Jones (¿Qué hay de nuevo, viejo? El arte animado de Chuck Jones).
Chuck Jones, en los noventa. / Chuck center for creativity
“Los directores de animación actuales realizan su trabajo con ordenadores antes que con lápices, pero la capacidad de Jones para contar una historia a través de personajes identificables aún es un elemento fundamental del arte de la animación”, explica Barbara Miller, una de las comisarias de la exposición que viajará a partir de enero a otros 13 museos estadounidenses (aún no hay confirmados centros en otros países).
A través de 136 bocetos originales y dibujos, storyboards, hojas de producción, fotografías y algunas de sus películas y cortos más famosos, la exposición que ha tomado como título la famosa frase que Bugs Bunny le decía a su enemigo Elmer profundiza en su proceso creativo y sus influencias, que iban de Edgar Degas a Mark Twain, el arte japonés y abstracto o los genios del cine mudo y de la comedia, como Chaplin, Buster Keaton y Groucho Marx.
 “Él decía que debías ser capaz de quitarle el sonido al dibujo y, aun así, entender qué estaba pasando”, explica Miller. De ahí la importancia que le daba al estudio del movimiento, los gestos y la anatomía del personaje.
 Bugs Bunny, por ejemplo, se movía como las bailarinas de Degas y comía tantas zanahorias como puros fumaba Groucho. El humor del Coyote y del Correcaminos que creó por primera vez para el corto Fast and furry-ous (1949), sin intención de que tuvieran continuidad, bebía directamente del tempo cómico de Keaton.
Chuck Jones entró a trabajar en Warner Bros en 1932. En 1938 dirigió su primer corto, The night watchman, y en 1941, tras la salida de Ted Avery, que había creado a Bugs Bunny, se convirtió en uno de los directores del departamento de animación hasta su cierre en 1962.
 Heredó al conejo más irreverente de la televisión y el cine al frente de la serie Looney Tunes y le convirtió a él y a aquella familia de lunáticos animales con personalidades tan marcadas como el quejoso Pato Lucas en estrellas. “Un niño me dijo una vez:
‘Tú no dibujas a Bugs Bunny, tú dibujas los dibujos de Bugs Bunny’.
 Es una observación muy profunda porque significa que él piensa que los personajes están vivos, que, según mi opinión, es verdad”, le encantaba contar a Jones, que murió en 2002 con 89 años y casi 70 dedicados a la animación, en los que dirigió cortos considerados hoy obras maestras, como Duck Amuck, en el que usaba al Pato Lucas para reflexionar sobre el laborioso trabajo del animador; o What’s opera, Doc?, una parodia de las óperas de Wagner y, un poco también, de Fantasía de Disney. Ambas se proyectan en la exposición, comentadas por uno de sus más enérgicos seguidores, John Lasseter.
“Chuck Jones es una influencia para animadores, directores y cómicos”, dice Miller. Pixar y su jefe de camisas floreadas, Lasseter, serían, en ese sentido, sus mejores alumnos.
“Su espíritu está en cada una de nuestras películas”, ha dicho Lasseter y su frase está en una de las paredes de la exposición.
 De él han aprendido que la historia está por encima de los dibujos, porque con algo tan sencillo como un punto y una línea se pueden transmitir más emociones que con los muñecos más complejos. The dot and the line: a romance in lower mathematics (El punto y la línea: un romance en matemáticas básicas) es, de hecho, posiblemente el corto de Chuck Jones favorito para el director creativo de Pixar.
 También proyectado y estudiado en la exposición.
 El único con el que ganó el Oscar (además del honorífico), estrenando su larga, pero menos conocida etapa fuera de un gran estudio y el que mejor resumía su filosofía profesional:
 “Busco personajes que no pueden existir en imagen real. De eso va la animación…”.