Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

24 jul 2014

Perdido el contacto con un avión español que operaba con la aerolínea Air Algérie.....................

Los seis tripulantes de la aeronave, con 110 pasajeros, son españoles

Fomento activa un gabinete de crisis tras la desaparición del vuelo, entre Burkina Faso y Argel.

Pasajeros en el mostrador de Air Algérie, en un aeropuerto francés, en 2011. / etienne laurent (AFP)

Las autoridades de aviación civil argelinas han perdido el contacto, unos 50 minutos después de despegar, con un avión MD83 operado por Air Algérie que volaba de Uagadugú (Burkina Faso) a Argel.
 El aparato se ha estrellado, según ha afirmado a Reuters una fuente de la Aviación del país africano, que no ha querido ofrecer más detalles del incidente.
 La aeronave pertenece a la compañía española Swiftair, que ha emitido un comunicado donde explica que perdió de madrugada la comunicación con los dos pilotos del aparato, en el que viajaban además 110 pasajeros y cuatro tripulantes de cabina
. Fuentes del Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas (Sepla) han confirmado que la tripulación de la aeronave es española: dos pilotos y cuatro de cabina.

Uno de los miembros de la tripulación es natural de San Sebastián, según han comunicado los servicios de emergencias del 112 de Euskadi, que primero habían dicho que era uno de los pilotos; informa Inés P. Chávarri
. Por su parte, en contraste con las cifras de Swiftair, Air Algérie ha elevado a 119 el total de personas a bordo: 112 pasajeros y siete tripulantes. "En estos momentos los equipos de emergencia y personal de la compañía están trabajando en averiguar lo sucedido y a medida que se vayan conociendo más detalles de lo sucedido se irán emitiendo nuevos comunicados", ha recalcado la compañía aérea española.
El avión es un MD83 operado por Air Algérie, que despegó a las 01.17 GMT de Burkina Faso y que preveía llegar a las 05.10 GMT (las 07.10 peninsular) a Argel.
 El código del vuelo es el AH5017. El aparato tiene una envergadura de 33 metros y su velocidad de crucero es de 800 kilómetros por hora. Dos cazas franceses Mirage 2000 con base en N'Djamena (Chad) sobrevuelan la zona en su busca, según el Ejército galo.
El contacto con el avión se ha perdido cuando volaba en el espacio aéreo de Mali, cerca de la frontera con Argelia, según han informado fuentes de la compañía Air Algérie.
 "El avión no estaba lejos de la frontera cuando se ha pedido a la tripulación que cambiara de ruta por la mala visibilidad y para evitar un riesgo de colisión con otro avión", han añadido.
La señal se ha perdido tras el cambio de rumbo. "Ha desaparecido en Gao, a 500 kilómetros de la frontera argelina", ha declarado el primer ministro Abdelmalek Sellal, de Argelia.
La agencia Reuters, que cita a un diplomático de la capital maliense de Bamako, ha señalado que el norte del país ha soportado una fuerte tormenta de arena esta noche y el ministro de Transportes de Burkina Faso, Jean Bertin Ouedrago, ha confirmado que al avión se le pidió un cambio de ruta por esa tormenta.
El Ministerio de Fomento ha activado un gabinete de crisis, mientras Navegación Aérea y Aviación Civil se han puesto en contacto con las autoridades de Burkina Faso, Mali y Argelia —los tres países previstos en la ruta— para recabar información sobre el vuelo.
 Exteriores, por su parte, está al tanto de la desaparición del avión y tiene alertadas a sus embajadas en África.
 El ministro José Manuel García-Margallo, ha conversado con su colega argelino, Ramatane Lamama.
El jefe de la diplomacia española, que se encuentra de visita oficial en Túnez, también ha hablado con el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, sobre el mismo asunto.
Desde Túnez, el ministro ha declarado que la situación "es muy confusa" y que desde su departamento se trabaja para intentar esclarecer los detalles sobre lo ocurrido, han añadido las mismas fuentes.
 También en Francia, Argelia —país encargado de la investigación— y Burkina Faso las autoridades están "totalmente movilizados" para recabar datos de la desaparición del avión.
 "Nuestras embajadas están en contacto permanente con las autoridades locales y con la compañía aérea", ha indicado un portavoz del Gobierno francés, según el cual "se está procediendo actualmente a verificaciones".
El ministro de Transportes francés, Fréderic Cuvillier, ha señalado que es probable que a bordo viajen numerosos ciudadanos franceses.
Un representante de la aerolínea argelina en Burkina Faso, en rueda de prensa, ha facilitado la procedencia de una parte del pasaje: 51 de Francia, 24 de Burkina Faso, 8 de Líbano, 6 de Argelia, 5 de Canadá, 4 de Alemania, 2 de Luxemburgo, 1 de Bélgica, 1 de Suiza, 1 de Nigeria, 1 de Egipto, 1 de Camerún, 1 de Ucrania, 1 de Malí y 1 de Rumanía.
Swiftair es una empresa privada española con sede en Madrid. Creada en 1986, cuenta en la actualidad con 400 empleados y una flota de 30 aviones.
 Opera tanto con pasajeros como con carga, su principal actividad. Y cubre rutas por Europa, África y Oriente Medio. El pasado año, transportó a 19.734 pasajeros solo en España, según datos de Aena.
En su sede de la capital española, frente al aeropuerto de Barajas-Adolfo Suárez, el ambiente es de preocupación y secretismo.
 Todas las persianas se encuentran bajadas y se han colocado cartones detrás para que no se pueda mirar dentro del edificio. Nadie de la compañía ha hecho declaraciones.
 Hasta el lugar, cerca de Coslada, se han acercado numerosos periodistas y una persona española que, según ha declarado, cree que un familiar podría ir a bordo del aparato, pero que la empresa no le ha dado información al respecto.
Su negocio, con un beneficio en 2013 de 1,2 millones de euros, se enfocada a clientes corporativos y touroperadores, que son los encargados de gestionar las mercancías y billetes del cliente final. Además, cuentan con una compañía aérea en Grecia y otra de handling en Marruecos.
Su flota la componen aeronaves del tipo Boeing 727 y 737, MD83, ATR72/42, Embraer 120 y Metroliner.

 

23 jul 2014

Penúltimo acto de rebeldía de la duquesa de Alba.................................................................... Mábel Galaz

La aristócrata, muy debilitada de salud, ha impuesto su deseo de pasar unos días de vacaciones en San Sebastián.

Los duques de Alba, en una boda el pasado otoño. / CORDON

Cayetana Fitz-James Stuart siempre ha presumido de haber hecho lo que ha querido.
 Mujer de fuerte carácter defiende sus opiniones ante quien haga falta.
 Esa cabezonería suya es parte de su encanto, dicen sus amigos.
 También lo es para quienes observan su vida desde lejos ya que ven en ella un personaje atípico. Pocos miembros de la aristocracia han despertado tantas simpatías.
 A sus 88 años y con importantes problemas de salud, la duquesa de Alba sigue siendo una rebelde. Su penúltima conquista ha sido convencer a su marido e hijos de pasar unos días de vacaciones en su casa de San Sebastián, una costumbre que instauró hace 65 años y que no ha pasado por alto este verano tampoco.
 Cayetana ya está en la capital donostiarra.
Los últimos meses de la duquesa de Alba no han sido fáciles.
 Su salud le ha jugado malas pasadas. “Está bien”, explican los suyos para añadir a continuación “con los achaques lógicos de una mujer de su edad”. Hace algo más de un año, Cayetana de Alba sufrió un accidente en Roma, se rompió el fémur y tuvo que ser operada de urgencia.
 Desde entonces tiene problemas de movilidad y sobre todo mucho miedo a caerse.
 Esa situación y una fuerte gripe intestinal, que pilló el invierno pasado, debilitaron su forma física y la han apartado de la vida social.
A la duquesa no se la vio en la Semana Santa ni en la Feria de Abril, tampoco en las bodas a las que fue invitada.
 Ni tan siquiera pudo celebrar, como estaba organizado, su cumpleaños en uno de sus restaurantes favoritos de Sevilla
. Cayetana casi no sale de sus palacios.
 Se pasea por ellos siempre acompañada de alguien que le da el brazo.
 Ha pasado casi todo el año en Sevilla. Dueñas es su residencia favorita, allí se instaló hace años y allí celebró su boda con Alfonso Díez, con quien festejará el próximo 5 de octubre su tercer aniversario.
Ese enlace fue otro acto de rebeldía de la aristócrata, Cayetana no paró hasta que logró convencer a sus seis hijos de que tenía derecho a casarse pese a haber alcanzado los 85 años, con el argumento de que si ella no se había metido en sus bodas y divorcios, ellos tampoco debían opinar
. En estos tres años el nuevo duque de Alba se ha convertido en un discreto compañero, en alguien que vela porque su esposa esté atendida y acompañada.
Antes la pareja iba al cine.
Ahora Alfonso Díez le ha organizado una sala de proyecciones. En una pantalla enorme se pasa las horas viendo sus películas favoritas, entre las que están Retrato en negro, de Lana Turner y Anthony Quinn; Gigante, con Rock Hudson, Elizabeth Taylor y James Dean, y Lo que el viento se llevó, con Vivien Leigh, Clark Gable y Olivia de Havilland.
Como a muchas personas de su edad, a Cayetana le gusta recordar.
 Tiene buena memoria del pasado pero a veces se confunde cuando se trata de asuntos cotidianos.
 En ocasiones no recuerda el nombre de alguien cercano o no sabe bien en cual de sus residencias se encuentra
. Los médicos sopesaron a mediados de junio someterla a una operación para cambiar la válvula que se le implantó en 2009 para mejorar los problemas de hidrocefalia e isquemia cerebral que padecía. Los médicos pensaron que ese dispositivo podría estar obstruido en su parte inferior y ser la causa de los grandes problemas que padece la duquesa. Finalmente, los especialistas desistieron.
La imagen de Cayetana de Alba abandonando el hospital en silla de ruedas es la última que se tiene de ella. Entonces hacía tres meses que no se la veía en público. Visiblemente más delgada, presentaba un aspecto desmejorado.
 Las últimas noticias que hay de ella son que dejó Sevilla huyendo del calor para instalarse en el Palacio de Liria, en Madrid
. Fue allí donde convenció a sus hijos de que quería irse, como todos los años, de vacaciones
. Es costumbre de la aristócrata recorrer algunas de sus residencias.
 El tour comienza en San Sebastián y sigue en Málaga e Ibiza. Este año de momento su familia ha aceptado que vaya a Arbaizenea, la casa que tiene en la capital donostiarra.
 Otros veranos ha sido habitual verla haciendo compras en los establecimientos del centro de la ciudad y almorzando en los mejores restaurantes.
La cita en Arzak es obligada para ella.
En San Sebastián está previsto que coincida con su hijo Cayetano.
 De hecho, Arbaizenea es la propiedad que a él le corresponderá cuando su madre fallezca. En 2011, meses antes de su tercera boda, la duquesa hizo testamento y repartió todas sus propiedades
. Y es que aunque ella se aferra a la vida y se siente todavía joven a su manera, ha querido ordenar su enorme patrimonio para evitar conflictos familiares
. Aun así los hubo con su hijo Jacobo, el conde de Siruela. Este año Cayetana ha restablecido totalmente la relación con él y con su esposa.
El gran disgusto de 2014 para la duquesa de Alba ha sido el juicio por la custodia de su nieta Cayetana, la hija de Eugenia Martínez de Irujo y Francisco Rivera Ordóñez.
 El extorero reclamó ante el juez que la joven se fuera a vivir con él. Los Alba cerraron filas ante esta pretensión
. Finalmente el juez dejó a la niña al cuidado de su madre.
 La duquesa rompió relaciones con su yerno, algo inusual en ella, que mantiene relaciones con todas sus nueras estén casadas o divorciadas de sus hijos.
Tras esta nueva victoria de Cayetana de Alba, que ha impuesto su deseo de veranear en San Sebastián, la familia se planteará si está en condiciones de ir luego, como otros años, a Ibiza.
 La aristócrata rebelde no se rinde.

 

Una relación compleja...................................................... Juan José Millás

Dice De Niro que se arrepiente de no haber insistido al suyo para que se cuidara el cáncer de próstata que acabó con su vida.

 

Imagen del documental 'Remembering the artist'.

Ahí tienen a Robert de Niro y a su padre en uno de esos instantes pasajeros en los que los padres parecen casi más jóvenes que los hijos.
 Una cortesía de la naturaleza
. Tras la euforia consecuente de los padres, cada cual regresa a su lugar en el tablero de la existencia. Si hacen ustedes el ejercicio de recortar las caras y superponer los dos perfiles, verán que no hay entre ellos tantas diferencias
. Algo más aguileña la nariz del padre, quizá también una frente más alta y punto.
 Lo interesante es lo que dicen las miradas, que puede traducirse desde el tópico tranquilizador o desde el antitópico inquietante
. En el primer caso, el padre, al mirarse en el hijo, estaría expresando su orgullo.
–¡Qué bien lo has hecho, Robert!
A lo que el hijo respondería:
–Gracias a tu apoyo, papá.
Bueno, no tenemos ni idea de lo que se están diciendo, pero a uno le parece que en la expresión del padre (un pintor fracasado) hay, además del orgullo lógico, un punto de agresividad, como si pretendiera dejar claro a la cámara quién manda, quizá dónde empezó el éxito, mientras que en la del hijo se observa cierto retraimiento, como si la representación de la escena le incomodara un poco.
 El retraimiento podría ser también un síntoma de la culpa que sienten algunos hijos al superar a los padres
. Dice De Niro que se arrepiente de no haber insistido al suyo para que se cuidara el cáncer de próstata que acabó con su vida.
 A él, en cambio, se lo diagnosticaron hace años y logró derrotarlo.
Una relación compleja, la de las próstatas de los padres y los hijos

Las tristes vistas de un lugar hermoso...................................................... Roger Salas


El hotel Beau-Rivage, en Lausana, en una foto de época.

Pisé el hotel Beau-Rivage, en Lausana, en tres ocasiones.
La primera fue en 1985 con el propósito de una frustrada entrevista con Serge Lifar, que se convirtió en un delirante monólogo del bailarín ruso, del que tomé unas primeras notas apresuradas que me sirvieron, al principio, de muy poco; ya estaba muy enfermo y saltaba de un tema a otro sin una coma, sin un respiro.
Entonces me dijo: “Vaya a Nancy en la próxima primavera, voy a remontar Fedra para Maya Plisetskaia y es más que probable que sea la última vez”.
 Al año siguiente, efectivamente, fui a Nancy e hicimos la entrevista; Jesús Castañar lo retrató en el foyer de la Ópera en los que serían los últimos retratos y ya no lo volví a ver
. Lifar murió de un devastador cáncer de huesos el 16 de diciembre de 1986 en el Beau-Rivage de Lausana, al lado norte del lago Leman, ese hotel algo austero, como una sólida mole tallada con gusto neoclásico, que tiene en lado norte a su hermano casi gemelo, el Beau Rivage ginebrino, sitios donde también estuvieron repetidamente y en acto de refugiarse, entre otras muchas celebridades, Victor Hugo, Camile Saint-Saëns y Coco Chanel.
De allí, del lado sur, también salió la mañana que iba a morir asesinada la emperatriz Elizabeth Amalie Eugenie, Sissi para la historia, y luego la trajeron agonizante, envuelta en su enorme abrigo negro de plumas de garza, astracán y azabaches al estilo de Worth, a la misma habitación donde había dormido la noche anterior.
 Al cabo de una hora de agonía, falleció.
La segunda vez que estuve en el Beau-Rivage de Lausana fue a visitar en 1987 a la viuda de Lifar, Lilian, condesa de Ahlefeldt-Laurvig.
 En aquella época no había internet ni Wikipedia y tardé bastante en encontrar en el mapa de letras minúsculas de un atlas y en mi ingenuidad, Ahlefeldt, allá en el distrito Rendsburg-Eckerförde de la región Scheswig-Holstein.
 De todo aquello sólo me sonaba Holstein, porque hay unas vacas lecheras que llevan ese apellido. Total, Lilian nunca había estado por allí: ella era sueca, se había casado con Christian de Ahlefeldt, un conde danés, y conservó esa denominación para el resto de su vida. Lilian hizo época antes de encontrarse con el primer Apolo danzante del siglo XX, pues había tenido un romance con el heredero del trono de Nepal, otro con el príncipe ruso Vladimir Romanowski-Krassinski, y también con un multimillonario norteamericano que no tenía más armas en su escudo que los billetes verdes. Lilian había nacido en 1914 y fue educada en París, donde, preadolescente, vio bailar a Serge Lifar en las últimas etapas de la compañía de Diaghilev.
 Cinco décadas más tarde se encontraron para no separarse hasta la muerte del bailarín. Eso era un devoto amor que atravesó la lógica del tiempo.
El hotel Beau-Rivage de Lausana se inauguró en 1861 (mientras el de Ginebra se abrió en 1865) y nunca tuvo demasiados brillos, nada de ostentación
. La decoración se conserva bastante bien con sus muralescas galantes en sepia y los candelabros de 12 luces sobre las mesas ovales estilo Regencia; el suelo de maderas enceradas y pulidas cruje bajo las gruesas alfombras, lo que es buena señal de autenticidad.
 Uno de los ujieres de librea me dijo una vez:
 “No se trata del número de estrellas que tienes en la placa de la entrada, sino de las estrellas de verdad que llevas adentro”.
En 2012, la exclusiva lista de Conde Nast Traveler puso al Beau-Rivage como en número uno de la elegancia mundial, y mucha gente nueva y aparentemente chic no sabía dónde estaba.
 “Mejor”, dijo mi amigo, ahora ya portero principal (y que es el único que sigue allí con sus vistosos botones dorados y su chistera algo apolillada), cuando volví esa tercera vez a ver qué quedaba del rastro de Lifar y de Lilian, que había muerto en 2008.
 Ellos están enterrados juntos cerca de Nureyev, en el Cementerio de Sainte-Geneviève-des-Bois (Île-de-France) en una tumba de granito negro con cruces ortodoxas tan sobria y geométrica como el hotel que los alojó y al que llegué por la gestión confidente de una amiga crítico, balletómana pasional y coleccionista, Gilberte Cournand, librera de danza en su local en la rue de Beaune de París, donde había sobre la estantería principal una foto de Serge Lifar autografiada con grandes y agitados trazos megalómanos.
El apartamento o suite de Lilian después de la muerte de Lifar estaba intacto; el gran vaso con rosas amarillas que mandaba de vez en cuando el príncipe Rainiero de Mónaco, la zapatilla de oro en una urna, el piano de colín reluciente y al fondo, sobre la pared de entelado inglés, el cuadro al óleo de Serge Lifar en Giselle.
El exdirector de la Ópera de París y estrella de toda una época me recalcó la primera vez:
 “Ella es mi ángel guardián. Sin ella no hay nada”.
Era algo que repetía a todo el que quería escucharle
. Parecía ser una relación blanca y de estilo platónico, muy espiritual, pero se casaron y Lifar, sabiendo que ella lo sobreviviría, la declaró su heredera universal, legataria de una colección fabulosa donde había desde Picasso hasta manuscritos de Stravinski. Lilian me dijo: “Siempre estaba activo, escribía, leía…
 Él quiso venir aquí, este lugar le daba seguridad. Trabajó durante años en unas nuevas memorias y es mi deber publicarlas. Lifar estaba fuera de todo materialismo, lo espiritual era todo para él”. Por fin había que hablar de la muerte que había tenido lugar en la habitación contigua:
 “Fue aquí; el último día fue terrible
. Él era muy valiente y sabía que la muerte llegaba, hablaba de ello con tranquilidad, estuvo lúcido hasta una hora antes.
 La tarde anterior me pidió papel y lápiz y escribió: 'Adiós a la vida. Adiós a Lilia (así me llamaba). Adiós amigos y adiós a la hermosura de la naturaleza’. Después me susurró: ‘Tráeme el cuadro de Giselle”.
 Todo esto lo recogí en la revista Scherzo hace 27 años.
La emperatriz Sissi había ido al Beau-Rivage de Ginebra en busca de silencio, perseguida por varias desgracias: el suicidio de su hijo Rodolfo en Mayerling y el de su primo el rey Luis II de Baviera, ahogado en el lago de Starnberg, y la muerte de su hermana, abrasada por las llamas en París.
Ella estaba hundida, pero su asesino, el anarquista Luigi Lucheni, llegó a decirle al juez: “Yo creía haber matado a una persona que vivía en una felicidad insolente”
. Cuando cumplía cadena perpetua, Lucheni se suicidó ahorcándose en su celda. En un ángulo del gran salón arcado del Beau-Rivage hay un retrato de la emperatriz.
 Tiene que estar, es leyenda, pero se impone la latencia del recuerdo, el drama que no se oculta al paisaje.
Lilian, con las manos juntas y muy serena, toda compostura, cuenta que se armó de valor y le preguntó al moribundo: “¿Tienes miedo a la muerte?”. Y Lifar respondió con entereza: “No, porque yo nunca he especulado, sino que siempre he amado”. La viuda respira hondo y mira por la ventana al lago, que se ha vuelto rosado al atardecer, a la misma orilla donde paseó la emperatriz Sissi por última vez: “Voy a crear el premio Serge Lifar para el mejor bailarín y la mejor bailarina, no importa de dónde sean”.
Al final de la conversación con Lilian de Ahlefeldt-Laurvig saqué tímidamente mi cámara fotográfica y le pedí retratarla.
 No quiso ponerse delante del cuadro de Giselle, donde Serge Lifar es el príncipe Albrecht portando el ramo de calas hacia la tumba de su amada, sino en un rincón más discreto que hoy ya tampoco existe.