Julie Gayet es la pareja no reconocida del presidente francés François Hollande.
“Tengo una regla, la vida privada es la vida privada”.
Repitió el presidente francés, François Hollande, en su tradicional entrevista por la fiesta nacional del 14 de julio
. El mandatario lo prometió durante la última campaña electoral: no mezclaría la esfera pública con la privada, como lo hizo su antecesor en el cargo, Nicolas Sarkozy.
Pero los hechos le han desmentido.
El año de Hollande viene marcado por el Gayetgate, la revelación de su relación con la actriz Julie Gayet, y su consecuente ruptura con la periodista Valérie Trierweiler, que llegó al palacio del Elíseo como primera dama de Francia.
Han pasado más de seis meses y el desgastado presidente ha abrazado oficialmente la soltería, pero las últimas informaciones apuntan a que estaría a punto de oficializar su relación con la actriz, mantenida desde entonces en secreto.
“Cuando tenga informaciones que comunicaros, lo haré. Pero no tengo ninguna”, zanjó la semana pasada. Al menos, de momento.
Hollande estrenó el año con escándalo
. El jueves 9 de enero por la noche empezó a circular por Twitter la que iba la gran bomba mediática del año: la revista Closer revelaba la relación del presidente, a punto de cumplir los 60, con la actriz Julie Gayet, de 42 años.
En portada, y acompañado por un reportaje de siete páginas, aparecía la imagen sorprendente de un presidente llegando de paquete en scooter a la Rue du Cirque, cerca del Elíseo, y dirigiéndose, con el casco puesto, al portal del número 20.
En su interior, le aguardaba la actriz, que había alquilado el piso a una amiga.
El guardaespaldas, detallaba la revista, les subía los cruasanes a la pareja.
El mandatario cazado no reaccionó de inmediato.
La única comunicación oficial el día de la publicación fue un escueto mensaje del Elíseo condenando el ataque a su vida privada
. La presidencia optó por el mutismo, cuando el país se preguntaba si a partir de ese momento tenía una nueva primera dama
. Cuatro días después, el 14 de enero, estaba previsto su tradicional discurso de Año Nuevo ante la prensa.
Más de 500 profesionales acudieron a la cita, donde la expectativa fue máxima. Pero en vez de zanjar el asunto con una declaración, el presidente decidió ganar tiempo: su situación personal se aclararía antes de su viaje oficial previsto a Estados Unidos para 27 días después.
Mientras, el culebrón se convirtió en melodrama: la oficina de prensa de la todavía primera dama filtró que esta se encontraba ingresada desde la publicación de la noticia por “fatiga nerviosa extrema”, en el hospital parisiense de la Pitié Salpêtrière.
Hollande tardó seis días en acudir a visitarla, aunque según indicaron fuentes cercanas de ambos, en todo momento estuvo pendiente.
Después de una semana ingresada, Trierweiler salió del hospital y se dirigió a la segunda residencia del presidente, el palacete de la Lanterne, en las afueras de París.
“Gracias de todo corazón a todos aquellos que me han mandado mensajes de apoyo”, tuiteó la convaleciente, en su primera declaración desde que estalló el caso.
Habían pasado ocho días, y la opinión pública seguía pendiente de la “aclaración” prometida por el mandatario. Esta tardó otra semana en llegar: “Hago saber que he puesto fin a la vida común que compartía con Valérie Trierweiler”.
La frase fue tan breve y seca como larga la espera
. Repudiada públicamente, Trierweiler, que se había negado a firmar una declaración de ruptura común — “que asuma lo que ha pasado”, dijo—, puso entonces tierra de por miedo y emprendió un viaje humanitario a India.
Ya liberada del corsé de primera dama, al que nunca se había hecho, sigue ahora con su columna bimensual en la revista Paris Match y volcada con su actividad humanitaria.
Los sondeos que se hicieron en los días que siguieron la revelación del affaire indicaban que la amplia mayoría de los franceses —el 77%, según una encuesta del Journal du Dimande del 17 de enero— consideraba que la relación del presidente con Gayet era un asunto privado y sólo privado. Un asunto privado que sin embargo ha disparado en un 60% las ventas de Closer, la revista que lo reveló.
El número del 10 de enero, al que han seguido varios dedicados al asunto, vendió 610.000 ejemplares y las visitas a la página digital de Closer se han disparado un 24%, según datos de la publicación.
Más allá de la infidelidad, la imagen de ligereza del presidente preocupado por sus asuntos de faldas en plena crisis económica, no ha ayudado a mejorar su imagen.
Así las cosas, lleva casi un año estancado en mínimos históricos de popularidad.
“El crecimiento no vuelve, las recetas fiscales decepcionan, unas elecciones peligrosas se acercan [las municipales y las europeas, las cuales se saldaron ambas con batacazos de los socialistas], Europa está en pausa y el ejército francés en dificultades en Bangui, pero el presidente vuela para reunirse con su amor a bordo de una (moto) como un adolescente…", escribía en un duro editorial Christophe Barbier, director de redacción de L'Express.
Desde entonces, Hollande es un presidente soltero, sin pareja oficial.
Aunque nunca estuvo casado —ni con Trierweiler ni con su anterior pareja, la ministra de Medio Amiente Ségolène Royal, madre de sus cuatro hijos—, la periodista ejercía, a duras penas, de primera dama de Francia.
Tampoco es la primera vez que esto ocurre: el expresidente Nicolas Sarkozy se divorció de Cécilia (ahora Attias) al poco tiempo de asumir el cargo, en octubre de 2007, y estuvo oficialmente soltero hasta su matrimonio con Carla Bruni, en febrero de 2008.
Pese a que la situación de Hollande podría cambiar rápido. Según el periodista Yves Azeroual, que acaba de publicar el libro Passions d'État (Pasiones de Estado, ed. du Moment), Julie Gayet, con la que el presidente se sigue viendo a escondidas, está cansada de ser la novia en la sombra.
“Ella no quiere el estatuto de primera dama pero no puede contentarse con ser una simple amante, por sus hijos, por su reputación”, explicó en una reciente entrevista al diario 20 Minutes.
“La oficialización debería realizarse durante el mes de agosto, porque es cuando lo permite la agenda del presidente”.
Gayet en este año ha evitado la prensa y ha luchado incluso en los tribunales por mantener a salvo su intimidad.
Pero en las últimas semanas se ha dejado ver más, incluso en la Semana de la Moda de París. Todo son señales.
El Tribunal de Gran Instancia de Nanterre, cerca de París, sostuvo que se "socavó la privacidad" de la demandante.
Como "una verdadera cacería", calificó Jean Ennochi, abogado de la actriz, la situación de su clienta tras la publicación de las fotos.
"Fue atacada por un enjambre de fotógrafos (...)”. La revista, por su parte, invocó el derecho a la información durante el juicio:
"El artículo plantea la cuestión de la seguridad del presidente y es un deber de transparencia”.
Repitió el presidente francés, François Hollande, en su tradicional entrevista por la fiesta nacional del 14 de julio
. El mandatario lo prometió durante la última campaña electoral: no mezclaría la esfera pública con la privada, como lo hizo su antecesor en el cargo, Nicolas Sarkozy.
Pero los hechos le han desmentido.
El año de Hollande viene marcado por el Gayetgate, la revelación de su relación con la actriz Julie Gayet, y su consecuente ruptura con la periodista Valérie Trierweiler, que llegó al palacio del Elíseo como primera dama de Francia.
Han pasado más de seis meses y el desgastado presidente ha abrazado oficialmente la soltería, pero las últimas informaciones apuntan a que estaría a punto de oficializar su relación con la actriz, mantenida desde entonces en secreto.
“Cuando tenga informaciones que comunicaros, lo haré. Pero no tengo ninguna”, zanjó la semana pasada. Al menos, de momento.
Hollande estrenó el año con escándalo
. El jueves 9 de enero por la noche empezó a circular por Twitter la que iba la gran bomba mediática del año: la revista Closer revelaba la relación del presidente, a punto de cumplir los 60, con la actriz Julie Gayet, de 42 años.
En portada, y acompañado por un reportaje de siete páginas, aparecía la imagen sorprendente de un presidente llegando de paquete en scooter a la Rue du Cirque, cerca del Elíseo, y dirigiéndose, con el casco puesto, al portal del número 20.
En su interior, le aguardaba la actriz, que había alquilado el piso a una amiga.
El guardaespaldas, detallaba la revista, les subía los cruasanes a la pareja.
El mandatario cazado no reaccionó de inmediato.
La única comunicación oficial el día de la publicación fue un escueto mensaje del Elíseo condenando el ataque a su vida privada
. La presidencia optó por el mutismo, cuando el país se preguntaba si a partir de ese momento tenía una nueva primera dama
. Cuatro días después, el 14 de enero, estaba previsto su tradicional discurso de Año Nuevo ante la prensa.
Más de 500 profesionales acudieron a la cita, donde la expectativa fue máxima. Pero en vez de zanjar el asunto con una declaración, el presidente decidió ganar tiempo: su situación personal se aclararía antes de su viaje oficial previsto a Estados Unidos para 27 días después.
Mientras, el culebrón se convirtió en melodrama: la oficina de prensa de la todavía primera dama filtró que esta se encontraba ingresada desde la publicación de la noticia por “fatiga nerviosa extrema”, en el hospital parisiense de la Pitié Salpêtrière.
Hollande tardó seis días en acudir a visitarla, aunque según indicaron fuentes cercanas de ambos, en todo momento estuvo pendiente.
Después de una semana ingresada, Trierweiler salió del hospital y se dirigió a la segunda residencia del presidente, el palacete de la Lanterne, en las afueras de París.
“Gracias de todo corazón a todos aquellos que me han mandado mensajes de apoyo”, tuiteó la convaleciente, en su primera declaración desde que estalló el caso.
Habían pasado ocho días, y la opinión pública seguía pendiente de la “aclaración” prometida por el mandatario. Esta tardó otra semana en llegar: “Hago saber que he puesto fin a la vida común que compartía con Valérie Trierweiler”.
La frase fue tan breve y seca como larga la espera
. Repudiada públicamente, Trierweiler, que se había negado a firmar una declaración de ruptura común — “que asuma lo que ha pasado”, dijo—, puso entonces tierra de por miedo y emprendió un viaje humanitario a India.
Ya liberada del corsé de primera dama, al que nunca se había hecho, sigue ahora con su columna bimensual en la revista Paris Match y volcada con su actividad humanitaria.
Los sondeos que se hicieron en los días que siguieron la revelación del affaire indicaban que la amplia mayoría de los franceses —el 77%, según una encuesta del Journal du Dimande del 17 de enero— consideraba que la relación del presidente con Gayet era un asunto privado y sólo privado. Un asunto privado que sin embargo ha disparado en un 60% las ventas de Closer, la revista que lo reveló.
El número del 10 de enero, al que han seguido varios dedicados al asunto, vendió 610.000 ejemplares y las visitas a la página digital de Closer se han disparado un 24%, según datos de la publicación.
Más allá de la infidelidad, la imagen de ligereza del presidente preocupado por sus asuntos de faldas en plena crisis económica, no ha ayudado a mejorar su imagen.
Así las cosas, lleva casi un año estancado en mínimos históricos de popularidad.
“El crecimiento no vuelve, las recetas fiscales decepcionan, unas elecciones peligrosas se acercan [las municipales y las europeas, las cuales se saldaron ambas con batacazos de los socialistas], Europa está en pausa y el ejército francés en dificultades en Bangui, pero el presidente vuela para reunirse con su amor a bordo de una (moto) como un adolescente…", escribía en un duro editorial Christophe Barbier, director de redacción de L'Express.
Desde entonces, Hollande es un presidente soltero, sin pareja oficial.
Aunque nunca estuvo casado —ni con Trierweiler ni con su anterior pareja, la ministra de Medio Amiente Ségolène Royal, madre de sus cuatro hijos—, la periodista ejercía, a duras penas, de primera dama de Francia.
Tampoco es la primera vez que esto ocurre: el expresidente Nicolas Sarkozy se divorció de Cécilia (ahora Attias) al poco tiempo de asumir el cargo, en octubre de 2007, y estuvo oficialmente soltero hasta su matrimonio con Carla Bruni, en febrero de 2008.
Pese a que la situación de Hollande podría cambiar rápido. Según el periodista Yves Azeroual, que acaba de publicar el libro Passions d'État (Pasiones de Estado, ed. du Moment), Julie Gayet, con la que el presidente se sigue viendo a escondidas, está cansada de ser la novia en la sombra.
“Ella no quiere el estatuto de primera dama pero no puede contentarse con ser una simple amante, por sus hijos, por su reputación”, explicó en una reciente entrevista al diario 20 Minutes.
“La oficialización debería realizarse durante el mes de agosto, porque es cuando lo permite la agenda del presidente”.
Gayet en este año ha evitado la prensa y ha luchado incluso en los tribunales por mantener a salvo su intimidad.
Pero en las últimas semanas se ha dejado ver más, incluso en la Semana de la Moda de París. Todo son señales.
Ante el juez
La revista Closer fue condenada por la Justicia a pagar 15.000 euros por daños y perjuicios a la actriz Julie Gayet por publicar una serie de imágenes que revelaban su relación con François Hollande.El Tribunal de Gran Instancia de Nanterre, cerca de París, sostuvo que se "socavó la privacidad" de la demandante.
Como "una verdadera cacería", calificó Jean Ennochi, abogado de la actriz, la situación de su clienta tras la publicación de las fotos.
"Fue atacada por un enjambre de fotógrafos (...)”. La revista, por su parte, invocó el derecho a la información durante el juicio:
"El artículo plantea la cuestión de la seguridad del presidente y es un deber de transparencia”.