Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

15 jul 2014

Los Rivera, hermanos de fama................................................................. Antonio Lorca

Fran, el mayor, celebra hoy su segunda boda en compañía de los suyos: el modelo Cayetano, el ‘dj’ Kiko y el empresario Julián.

Hijos todos de un mismo tronco, unidos por dos nombres mÍticos, Paquirri y Carmina Ordoñez, y emparentados por distintos niveles de sangre y popularidad

Francisco Rivera / samuel sánchez

Hoy es el día. Francisco de Asís Rivera Ordóñez —Fran para los amigos— celebra su boda con Lourdes Montes en la finca rondeña El Recreo, donde se reunirán más de 300 invitados para brindar por la nueva vida de uno de los representantes más conspicuos de la vida social de este país
. A poco de cumplirse el primer aniversario de su retirada de los ruedos, y a la edad de 39 años, Rivera dice adiós —al menos, legalmente— a su merecida fama de moderno donjuán y aireado protagonista de una intensa vida amatoria. Rivera se corta públicamente la coleta y le da el sí a una guapa abogada sevillana que ha conseguido que estampe su firma en un acta matrimonial, algo que parecía imposible, y robarle así su soltería de oro.
Allí, en El Recreo —propiedad de Fran—, junto a los amigos de la pareja, estarán los hermanos de Rivera, Cayetano, Kiko y Julián, hijos todos de un mismo tronco, emparentados por distintos niveles de sangre, y populares también. Cayetano, reservado, melancólico y con un punto de tristeza en su cara, es un cotizado modelo de Armani e imagen de Loewe, que descansa tras una ilusionante e irregular carrera como torero, y medita su vuelta al traje de luces; Kiko, todo un fenómeno mediático, ligón empedernido, divertido y pícaro, pinchadiscos profesional, y Julián, escritor y empresario hostelero
. A los cuatro los unen dos nombres míticos, el torero Paquirri y Carmina Ordóñez; y los recovecos de la vida dieron paso a la tonadillera Isabel Pantoja y a un aspirante a cantante llamado Julián Contreras.
 Todos los vástagos nacieron famosos y llevan con mejor o peor fortuna el peso, a veces agobiante, de la popularidad.
Los vástagos nacieron famosos y llevan con mejor o peor fortuna el peso de la popularidad
Y entre los cuatro destaca Fran. El cabeza de la saga, el hermano mayor, el primer hijo del matrimonio formado por Francisco Rivera, Paquirri, torero grande, atlético y amante de la vida en el campo, y Carmina, hija del mítico Antonio Ordóñez, condenadamente guapa, moderna, elegante, urbana y vitalista acelerada.
Nació Fran (Madrid, 1974) entre vestidos de torear y estampas taurinas en sus genes, al igual que su hermano Cayetano, que vio la luz tres años más tarde. Bisnietos, nietos, hijos, sobrinos y primos de toreros, parecía el toro el objetivo primero de sus vidas.
 Y así ocurrió en el caso del primer hijo, al que adoptó taurinamente su abuelo materno y lo presentó ante el público en la plaza de Ronda el 7 de agosto de 1991. Por aquel entonces, hacía siete años que un toro había segado la vida de su padre en Pozoblanco, y su madre era la reina indiscutible de la prensa del corazón.
La carrera del chaval fue meteórica.
 En 1995, a los 21 años, tomó una alternativa de lujo en la Feria de Sevilla de manos de Espartaco, la figura indiscutible de aquel momento, y fue tal el revuelo que formó el joven Rivera que el propio Joaquín Vidal escribió en este periódico que fue el suyo “un triunfo de clamor”.
 No en vano, su estreno había sido una exhibición de poderío técnico, capacidad, valor e inteligencia natural en la cara del toro.
 Y con tales credenciales se paseó por las principales ferias de España durante varios años, como digno sucesor de sus mayores.

Fran, el primogénito

Cayetano Rivera / Santiago Esteban
Entre los cuatro hermanos destaca Fran Rivera.
El cabeza de la saga, el hermano mayor, el primer hijo del matrimonio formado por Francisco Rivera, Paquirri, torero grande, atlético y amante de la vida en el campo, y Carmina, hija del mítico Antonio Ordóñez, condenadamente guapa, moderna, elegante, urbana y vitalista acelerada
. Nació Fran (Madrid, 1974) entre vestidos de torear y estampas taurinas en sus genes, al igual que su hermano Cayetano, que vio la luz tres años más tarde.
Entretanto, el 23 de octubre de 1998 se casó en la catedral de Sevilla con Eugenia Martínez de Irujo, hija de la duquesa de Alba, lo que le convirtió en duque consorte de Montoro, y lo aupó a la cúspide del cotilleo nacional.
De aquel cuento de hadas entre la aristócrata y el torero nació una niña, Cayetana, pero la historia, supuestamente feliz y con perdices, solo duró tres años.
Al tiempo que las acciones de Rivera Ordóñez como protagonista de la crónica social subían como la espuma, declinaba su estrella taurina.
 Se dio a conocer como un seductor nato con amoríos de quita y pon. Aparecía sonriente, simpático, cuando prestaba su imagen a la publicidad, y descarado, arisco y con la soberbia del guaperas canalla ante las preguntas sobre su vida privada.
Fuera de los focos se ha revelado como un atrevido empresario, “inteligente y con gran visión de negocio”, según un amigo.
 Ha diversificado sus inversiones, y su cartera empresarial se reparte entre empresas de chatarra que mueven toneladas de metal y participaciones en una sociedad bodeguera y en una cadena de comida rápida; en colaboración con un socio tiene abierta una tienda de ropa en Sevilla; en esta misma ciudad ha ganado, junto al periodista Carlos Herrera, el concurso para explotar el mercado gourmet de las Naves del Barranco.
 Y sus tentáculos empresariales alcanzan los aparcamientos y la promoción del turismo en Ronda, la ganadería brava y la empresa taurina.
Quienes lo conocen bien —su grupo de íntimos procede de su condición de cofrade sevillano y rociero— destacan la fidelidad a sus amigos, su nobleza, la entrega a su hija —por cuya custodia ha litigado en los tribunales— y su compromiso con el toreo.
Francisco Rivera, famoso desde la cuna, adulado y criticado, cordial y huraño a tiempo parcial y emprendedor de éxito, es el contrapunto de su hermano Cayetano, pareja de la exmiss España Eva González, tímido y parco en palabras, que prefiere la tranquilidad y las cámaras de las pasarelas a la vida social y los negocios; poco parece unirle a Julián, hermano de madre, autor de tres libros —el último, una biografía del propio Fran—, y solo se parece a Kiko —sonriente sinvergonzón— en su larga lista de conquistas.
Los cuatro estarán hoy en la rondeña finca El Recreo enfundados en chaqué y tocados con chistera, como han exigido los novios.

 

La lengua hábil................................................................................. Juan Cruz

Para hablar bien hay que tener memoria y ritmo, pero, sobre todo, ideas con las que convencer.

Había en Madrid un maître que se sabía de memoria todos los platos que salían de su excelente cocina.
 Alguna gente iba allí no sólo porque aquellos eran sabores suculentos sino porque querían degustar el placer con el que aquel hombre único decía sin titubear toda la oferta que había en el menú encerrado en su cabeza.
No sólo se sabía el menú para decirlo al derecho, es decir, desde los entrantes al postre; es que luego volvía a empezar..., desde el postre.
 No contento con ello, el extraordinario prestidigitador culinario regresaba al ámbito temático, lo cual le llevaba, sucesivamente, a las verduras, las carnes, los pescados, los salados, los fritos...
Era un verdadero espectáculo, cuyo corolario más saludable era la comida en sí.
 Lo bueno del caso es que, además de hacerlo con la pericia de un mago de feria o con el aplomo de un vendedor de fantasías, jamás agotaba a la audiencia que estaba pendiente de sus peroratas.
 Tan eficaz era su relación con el auditorio que en ningún caso los clientes osaban interrumpir para que explicara esta o aquella preferencia mientras el maître desgranaba plato a plato el resultado de su bien alimentada memoria.
Me parece a mi, ahora que me fijo en lo que hablan políticos y periodistas en las tertulias más frecuentadas, que hablan por hablar
Viene esto al caso ahora pues en otros ámbitos, el de la política y también en el del periodismo, se observa que hablar bien ya alimenta por sí solo; hace años hubo un parlamentario de mi tierra, José Carlos Mauricio, que en un momento fue delfín de Santiago Carrillo, o eso pensábamos, que hablaba con tal destreza que en muchas de sus legislaturas ganó o rozó el premio de los diputados de mejor labia
. Lo que sorprendía era que no usara papeles; como aquel maître que desafiaba su memoria cada mediodía y cada noche, decía con desparpajo fechas y cifras, y nos dejaba boquiabiertos. Seguro que eran las estadísticas que venían al caso...
Eso pensé siempre, que no engañaba a nadie, y aún hoy lo pienso; pero me entraron dudas en algún momento cuando se supo que un escritor excelso, Gabriel García Márquez, distinguido por todos como uno de los mejores periodistas del siglo XX, a veces inventaba cifras o estadísticas tan sólo para hacerlas convivir con el ritmo de sus relatos.
 Yo estoy seguro de que José Carlos Mauricio, que es periodista también, nunca usó esa estratagema que tuvo a su disposición con tanta fortuna el autor de El coronel no tiene quien le escriba.
Lo cierto es que ahora la lengua hábil domina por doquier, y a mi me admira
. Porque para hablar bien hay que tener memoria y ritmo, y desparpajo, pero, sobre todo cuando la lengua se usa ante el público, es bueno que detrás haya datos y cifras, e ideas, con los cuales convencer o convocar a pensamientos finos o agudos; no basta, para vender un menú, como hacía aquel hombre del restaurante, con saberse los platos, sino que hay que saborear también el contenido, haberlo digerido antes, o por lo menos haber visto cómo se hacían en la cocina.

Y me parece a mi, ahora que me fijo en lo que hablan políticos y periodistas en las tertulias más frecuentadas, e incluso en los mítines, que hablan por hablar, parole parole, porque saben que lo que se oye es el nombre de los platos, que la gente no se los va a comer. Parole. Claro, tanto iPad, tanto móvil..., no les da tiempo a estudiarse los menús.
Pues Jose Carlos Mauricio que siempre quiso ser Califa en lugar del Califa, podía hablar y hablar y no llevar papeles, no los necesitaba, desde que fue expulsado de la Universidad por motivos políticos de entonces, no hizo otra cosa que "hablar" otros hacían un trabajo que él se permitía firmar, ¿Como no va a ser como ese camareo? el andaba tarde si y tarde tb en los mejores Hoteles de Las Palmas, y claro el iba a hablar, y conspirar, tanto habló que cuando le cogieron dos veces sin carnet de conducir, muy seguidas, se hizo mofa de él, y es que no se puede dejar tantos cadáveres por el camino.

 

Madre coraje, madre de Cristiano Ronaldo............................................................. Javier Martín

Publicada una autobiografía de Dolores Aveiro, en la que habla de su vida familiar y del momento en que recogió a su nieto recién nacido en Florida.

 

Dolores Aveiro con sus hijos Cristiano y Katia. / CORDON

Madre coraje, La vida, la fuerza y la fe de una luchadora, así se titula el libro de Dolores Aveiro, más conocida por ser la madre del futbolista Cristiano Ronaldo.
El libro, que será presentado oficialmente el miércoles por el secretario de Estado de Medio Ambiente José Eduardo Martins, es la biografía autorizada de la madre de Ronaldo, escrita por Paulo Sosa Costa.
“La mujer a la que el sufrimiento nunca apagó la esperanza”, se señala en la portada.
 La obra, de 248 páginas, editada por Materia-Prima, retrata las penurias de una mujer que se educó en un orfanato, padeció la violencia familiar, luchó contra un cáncer y contra una pobreza extrema, circunstancias que le hicieron plantearse abortar cuando se quedó embarazada de Cristiano,"el bebé que cambiaría el rumbo de todos”.
Nacida el último día de 1954 en el pueblo de Caniçal, la infancia puede describirse -tras leer el libro- como un infierno.
 A los cinco años murió su madre Matilde (37 años). Su padre, José Viveiro, se ve con cinco hijos y absolutamente incapaz de llevarlos adelante.
 Excepto el mayor, los cuatro pequeños fueron enviados a distintos hospicios de Funchal. Dolores y su hermana Laurentina a uno, y los más pequeños, Jorge y Florentina, a otro.
Dolores recuerda que era constantemente castigada por las monjas.
 Le colocaban un saco en la cabeza por dormirse en misa o le ponían friegas de ortigas para que no siguiera meándose en la cama
. A los 9 años huye, pero la encuentran y la envían a un centro de deficientes donde el médico comprueba que no lo es.
Finalmente, su padre que vivía con otra mujer, Ángela, recoge a sus hijos.
 Bajo el mismo techo vivían cinco hijos de la madrastra, cuatro de Matilde y José, y uno en común. Dolores vuelve a ser castigada y golpeada con regularidad.
 A los 13 años la sacan de la escuela y la ponen a trabajar en la vendimia, hasta que a los 18 años se casa con Dinis
. Pasa la noche de bodas en la misma habitación de los suegros, lo que no fue obstáculo para que cuatro años después tuviera ya tres hijos,  Hugo, Elma y Cátia.
Y en esto, cuando más distanciada estaba de Dinis, que seguía sin trabajar, a los 30 años, vuelve a quedarse embarazada
. Dolores Aveiro pretende abortar; “pero el médico no apoyó mi decisión”.
 Pese a ello optó por una receta casera que le proporcionó una vecina: beber cerveza negra caliente y correr hasta que el cuerpo no aguantara más
. Así lo hizo pero, pese a correr y correr, el embarazo siguió adelante con absoluta normalidad. Su desesperación llegó hasta el momento del parto cuando, el médico, para animarla, dijo al ver al bebé: "Con estos pies le va a salir futbolista"
. El nombre: Cristiano, porque sí, y Ronaldo por el presidente de Estados Unidos Ronald Reagan.
La situación familiar, como había pronosticado el médico -"este bebé le va a traer muchas alegrías"- fue mejorando. Elma, con16 años, se pone a trabajar en un hotel; Hugo, con 15 ayuda en una empresa de aluminios, la pequeña Cátia cuida de Ronaldito y la madre deja la vendimia y entra a trabajar en la cocina del mismo hotel de su hijo en Funchal.
La madre de Ronaldo también explica cómo fue la decisión de su hijo de ser padre
. “Quiero tener un hijo y me gustaría que mi madre me ayudase en la educación y darle el amor como hizo conmigo y con mis hermanos.
 La madre del bebé nunca será conocida”, declaró el futbolista.
 Y Dolores Aveiro voló a Florida (Estados Unidos) para ir a buscar a su nieto de cuya madre "nunca" se sabrá la identidad. El padre, mientras, estaba disputando el mundial de Suráfrica.
La familia, procedente de Madeira, ha salido adelante gracias al hijo menor, Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro, que siendo un jovenzuelo (16 años) fue fichado por el Sporting de Lisboa, trasladándose de su Funchal natal a la capital portuguesa
. La madre recuerda el último susto, cuando el médico del club le anunció que su hijo tenía un problema de corazón por el rápido desarrollo físico.
 Pero, afortundamente, salió bien de la operación.
En un partido contra el Manchester United en 2007, el jugador deslumbró al entrenador escocés Alex Ferguson, que le fichó inmediatamente.
 En esa etapa inglesa, su entrenador también ejerció de padre, y en ocasiones le castigó por su carácter infantil.
 Ya en ese club fue elegido el mejor jugador del mundo, título que reeditó con el Real Madrid este año.

DIOSES Y MONSTRUOS.......................... Diez años sin el rey.................................................. Carlos Boyero

El cine, la magia y la interpretación siempre echarán de menos al cautivador Marlon Brando.

Maria Schneider y Marlon Brando, en una escena de 'El último tango en París', de Bertolucci.

Hay actores que al iniciar su carrera pueden resultar nada veraces y que con el tiempo logran desprender credibilidad y arte.
 Y no sabemos si esa gratificante evolución fue posible gracias al esforzado aprendizaje de un oficio o a que las experiencias que fueron acumulando en su vida forjaron su capacidad para expresar una amplia galería de sensaciones.
 Probablemente hay grandes actores que han nacido en posesión del arte de interpretar y otros que van haciéndose a lo largo del tiempo
. Hay algunos que siempre parecen ser ellos y otros a los que es difícil reconocer de un papel a otro. De los primeros creemos que son una y otra vez su propio personaje, que aunque interpreten guiones escritos por otras personas y den vida a seres distintos, cuando les filma la cámara hablan, se mueven, gesticulan, se expresan, piensan y sienten exactamente igual que en su vida real.
 A los segundos, que gozan de mucho prestigio, les denominamos camaleones por su vocación y su habilidad para cambiar de piel encarnando a los seres más dispares
. Hay actores que crean moda y su estilo es imitado consciente o inconscientemente por sucesivas generaciones de intérpretes, mientras que otros son principio y fin de raza, su personalidad nace y muere con ellos, no serán modelo de nadie.
Los actores que más amo en el cine estadounidense, los que constituyen un género en sí mismos, los que te ponen inevitablemente de su parte aunque alguna vez los directores les hayan colocado en la piel del villano, los que justificarían con su presencia pagar la entrada aunque la película fuera olvidable son John Wayne, Cary Grant, Robert Mitchum, Humphrey Bogart, James Stewart, Henry Fonda, gente así, todos ellos muertos.
 A ninguno me lo imagino matriculándose en la carrera de actor, rezando en el altar del método y poniéndole velas a Stanislavski, buceando en su subconsciente para crear sus personajes, graduándose en expresión corporal.
 O si fuera así, es algo que nunca percibes al verlos en la pantalla.
 No necesitan ser intensos, ni demostrarnos en cada plano que su vida interior es apabullante, ni sobreactuar, ni recurrir a gestos mimosos, coquetos o excéntricos para reclamar continuamente la complicidad y el amor incondicional del espectador.
Abundan en su irregular carrera los ejercicios de autocomplacencia y la desidia hacia el arte del que se sabía superdotado
La anterior especie corre peligro de extinción
. No encuentro personalidades a la altura de las suyas en el cine actual
. Tampoco quedan muchos camaleones geniales, esos actores todoterreno y siempre veraces.
 Algunos de los más ilustres, debido a que su físico nunca podría acceder al estrellato, tuvieron que conformarse con ejercer casi siempre de secundarios de lujo
. Para entendernos, el modelo antiguo sería el extraordinario Walter Brennan. Su glorioso sucesor en el cine de los últimos veinte años realizado en Estados Unidos se llamaba Philip Seymour Hoffman, alguien que jamás perdió el estado de gracia ante la cámara.
 No le ocurrió lo mismo con su vida.
 Se le fue hace poco y de forma especialmente salvaje, con una jeringa clavada en el brazo.
Y te preguntas si queda algún auténtico rey entre los actores actuales, alguien con un poderío expresivo tan natural como inigualable.
 Hay superdotados como los ya setentones Robert de Niro y Al Pacino que tuvieron épocas grandiosas y creaciones memorables
. Pero llevan demasiados años descuidando sus carreras, repitiéndose de forma grotesca, pareciendo caricaturas de sí mismos, haciendo películas discretas, mediocres o lamentables.
 Lo último que interpretaron a la altura de su genio fue una obra maestra titulada Heat.
Y eso ocurrió hace veinte años. Sean Penn y Johnny Depp son actores muy buenos, pero la memoria debe de hacer esfuerzos para recordar interpretaciones suyas destinadas al clasicismo.
De acuerdo, es muy difícil sufrir con tanto arte como lo hacía Penn en Mystic river y en 21 gramos o componer con tanta gracia, pasión y tragicomedia al peor director de la historia del cine como lo hacía Depp en la maravillosa Ed Wood.
 Pero hace demasiado tiempo que no han vuelto a pisar esas cumbres. Aunque tenga mérito encarnar a Jack Sparrow de la forma que lo hace Johnny Depp en esa serie tan idiota como multimillonaria de los piratas caribeños, es dudoso que su creación vaya a servir como el ejemplo que más influyó para que muchos chavales jóvenes intentaran ser actores.
 Y todo el mundo estará de acuerdo en que George Clooney es un galán como los mejores de antes, además de una persona inteligente y con sentido del humor.
 Admitiendo el fulgor de todas estas estrellas, sigo sin reconocer en ninguna de ellas el rasgo distintivo de los auténticos dioses.
Pero tengo claro que se cumplen 10 años de la muerte de un actor que fue el último rey del cine, trono no heredado ni anhelado, sino al que accedió con naturalidad en nombre de su proteica fuerza histriónica, su seducción de todo tipo de espectadores al verle y escucharle en la pantalla, su magnetismo, su sensualidad, su poder de convicción y de conmoción al transmitir una gama variada y torrencial de sentimientos, la coordinación mágica de sus ojos, sus manos, su boca, su voz, sus silencios y los movimientos de su cuerpo para que todo en él desprenda hipnotismo, diversos momentos en algunas de sus interpretaciones en los que plasma las emociones de forma impresionante y veraz.
 Ese señor se llamaba Marlon Brando. Capote hizo un reportaje memorable sobre su persona (aunque Brando lógicamente quisiera matar al enano perverso al que contó presuntas confidencias que este después publicó) que tituló El duque en sus dominios.
 Se quedó corto con el título aristocrático que le otorgaba su mordacidad.
 Brando no era un duque. Fue el rey desde el principio.
Y con su desaparición se acabó la monarquía.
Ver y escuchar a ese fascinante Brando es una experiencia que la retina y el oído van a guardar a perpetuidad
Brando podía ser narcisista e irritante hasta provocar la náusea de cualquier mirón con un mínimo de sentido crítico.
 Abundan en su irregular carrera los ejercicios de autocomplacencia y la desidia hacia el trabajo o el arte para el que se sabía superdotado
. Disponiendo de ilimitada capacidad de elección para protagonizar historias interesantes, guiones con carne y alma, se apuntó demasiadas veces a lo fácil y a lo previsible que le proporcionaría fortuna inmediata, fue un desganado mercenario en bastantes causas mediocres, cuesta mucho recordar algún papel suyo con un poco de interés en sus últimos 25 años de carrera.
 Y, sin embargo, su aparición en cualquier película mantuvo las expectativas de gran acontecimiento hasta el final.
 Nadie quería perderse una actuación del gran mago.
Por si acaso, por si decidía sentirse generoso y regalarnos unas gotas de sus esencias.
¿Y cómo puede alguien tan vago disponer de tanto crédito? Cualquier espectador con sensibilidad y capacidad de admiración podrá entender las razones de ese eterno prestigio si observa a este actor genial en unas cuantas películas, en momentos que están más allá del elogio.
Acosando a Vivien Leigh en Un tranvía llamado deseo, pidiéndole a su esposa en la noche de bodas que le enseñe a leer en Viva Zapata, manipulando a la plebe con su discurso después del asesinato de César en Julio César, quejándose con tono bíblico a su gansteril hermano mayor de la explotación y el fracaso al que le condenó en La ley del silencio, machacado después de una paliza salvaje e intentando proteger a Redford y que se cumpla la ley en La jauría humana, formando con propósitos maquiavélicos al futuro revolucionario negro en Queimada, su actuación durante la boda de su hija en El Padrino, el monólogo ante el cadáver de su suicida mujer en El último tango en París, su reflexión sobre el poder absoluto y el horror existencial en Apocalypse now, son secuencias que demuestran con impacto inolvidable el arte de uno de los actores más originales, poderosos, cautivadores y emocionantes que jamás han existido.
 Ver y escuchar a ese fascinante Brando es una experiencia que la retina y el oído van a guardar a perpetuidad.
 El cine, la interpretación y la magia siempre le echarán de menos.