Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

6 jul 2014

Infelicidad digital


Ilustración de João Fazenda

En los últimos años, la implantación de las redes sociales ha sido de tal calado que, hoy día, a la mayoría nos cuesta imaginar cómo nos relacionaríamos sin WhatsApp, Facebook o ­Twitter.
 Estas y otras herramientas digitales nos permiten estar en contacto permanente con gran número de personas, pero también han multiplicado las posibilidades de enfadarnos con un amigo, compañero o familiar, además de precipitar un sinfín de separaciones.
En este artículo veremos los principales riesgos de las relaciones en la red que gestionamos a través de nuestro ordenador o teléfono inteligente.
Una de las sorpresas que se llevaron los primeros fabricantes de móviles fue descubrir que los usuarios los acabarían usando más para mandarse mensajes de texto que para llamar por teléfono.
La única manera de preservar un secreto
es no tener jamás ninguno”
Julian Assange
No estaba previsto que un dispositivo pensado para hablar acabara convertido en una especie de telégrafo, aunque se mantuvo cierto equilibrio entre voz y mensajes mientras estos –los casi vintage SMS– eran de pago.
 Ante la perspectiva de desembolsar 20 céntimos para mandar un texto, el usuario reservaba ese servicio para comunicaciones importantes, apurando al máximo los ­caracteres.
Con la irrupción de WhatsApp, Messenger y similares en los dispositivos con tarifa plana, la gratuidad ha propiciado una bacanal de mensajes de todo tipo que llegan a nuestro bolsillo a cualquier hora del día o de la noche.
Más allá del estrés que provocan los grupos de conversación o las constantes interrupciones durante el trabajo, la urgencia –a menudo se nos exige respuesta inmediata– y el exceso de estas comunicaciones presentan los siguientes riesgos:
Exposición a la curiosidad ajena. En cualquier momento puede aparecer un mensaje íntimo en la pantalla de nuestro smart­phone, que si está sobre una mesa atraerá la mirada de nuestro jefe, pareja o amigos.
Dispersión en actos sociales. Aunque muchas personas ocultan su enfado, la continua “desconexión” del interlocutor para atender lo que pasa en su teléfono genera irritación, además de una interacción de baja calidad.
Horas inusuales de conexión. Estos programas permiten que otros sepan los momentos en los que tienen lugar las comunicaciones, lo cual genera desconfianza en las parejas y no pocas trifulcas.

Reflexión y reposo

Ilustración de João Fazenda
PELÍCULA
‘Her’
Spike Jonze
Esta comedia romántica, a la vez que existencial, sobre un hombre solitario que empieza a “salir” con su sistema operativo es una aguda reflexión sobre la frivolidad de nuestras relaciones en la era digital.
‘Departure & farewell’
Hem
Contra las prisas y la ansiedad, el nuevo trabajo de la banda de Brooklyn tras un largo silencio es un bello viaje lleno de serenidad, con melodías que nos transportan a tiempos más reposados.
Sobre esto último, un estudio publicado en CyberPsychology and Behaviour Journal calculó que la aplicación WhatsApp ha ocasionado ya 28 millones de rupturas entre usuarios, sobre todo por discusiones que tienen que ver con la última conexión de la pareja, o por la sospechosa falta de respuesta tras un “doble check”, la señal que avisa de que el mensaje ha llegado a su destinatario y que muchos interpretan erróneamente que significa que el mensaje ha sido leído.
Según el estudio antes mencionado, el 95% de los usuarios de Facebook han buscado alguna vez a su ex, lo cual favorece los reencuentros e infidelidades.
 Incluso cuando estas últimas no se producen, nuestra actividad en la red social con otras personas puede provocar celos y discusiones en la pareja.
Esta plataforma digital con 2.700 millones de miembros –casi el 40% de la población mundial– ha propiciado situaciones tan chocantes como un bígamo norteamericano que fue descubierto por su esposa al encontrar en Facebook fotos de su nueva boda, o la sorpresa de una mujer de Misuri que tras colgar un retrato de familia como postal de Navidad, descubrió que en la República Checa era utilizada para la publicidad de una tienda.
Fuera de estas anécdotas, muchos usuarios de Facebook no son conscientes de hasta qué punto se están definiendo a través de la red social.
 Una práctica habitual en algunos procesos de selección de personal es investigar el muro del candidato
. El tono de los posts refleja el carácter íntimo de la persona, y las fotografías dan testimonio de los ambientes por los que se mueve.
Lo que consideramos un entretenimiento y un punto de encuentro con amigos, mal utilizado puede convertirse en una amenaza para nuestra imagen y en una fuente de conflictos personales.
Veamos algunas medidas de higiene para que el uso de las redes sociales no perjudique nuestra vida privada:
Limitar el tiempo de conexión. Alguien permanentemente pegado al smartphone o al ordenador se vuelve odioso para su pareja y levanta suspicacias en el puesto de trabajo
. Establecer un horario de conexiones que no sea invasivo con la vida no virtual sería el primer paso para un uso razonable de los dispositivos tecnológicos que nos rodean y que tan útiles pueden ser si son inteligentemente gestionados.
Vigilar el acceso a nuestra intimidad. Puede parecer divertido tener mil amigos en Facebook o Twitter, pero si damos información privada, debemos tener en cuenta todas las personas que van a tener acceso a ella y controlar el nivel de la misma.
Evitar la dispersión. Es preferible dedicar una hora al día, de forma continuada, a actualizar nuestras redes que el continuo “entrar y salir” que nos agota mentalmente y no nos deja concentrarnos en lo que estamos haciendo, incluyendo nuestra vida íntima.
Atrapados por la cultura de la inmediatez, para muchos usuarios –en especial, los más jóvenes– el correo electrónico empieza a ser visto como algo obsoleto. No tiene límite de pulsaciones, por lo que escribir un buen mensaje lleva su tiempo.
 Y eso es algo que nos hemos convencido de que no tenemos. Frente al tuit o al “me gusta”, escribir un correo electrónico lo suficientemente largo equivale hoy día a mandar una carta, con todas las posibilidades que ello ofrece.
A lo largo de mi existencia sólo he recibido un par de
cartas que valieran el precio del sello”
H. D. Thoreau
En su artículo Cinco correos electrónicos que pueden mejorar tu vida, el periodista Jill Harness plantea una serie de sugerencias para que los avances tecnológicos sean algo más que un ruido de fondo que se entromete en nuestra vida
. Se puede resumir su propuesta en estos dos bloques de correos según su frecuencia:
Escribe un correo diario a un amigo, a un miembro de tu familia o a un compañero de trabajo para darle las gracias por algo
. Acostumbrados a usar el espacio digital para una tormenta de informaciones –muchas veces innecesarias–, un mensaje así supondrá para la otra persona un comprimido de satisfacción, además de estrechar los vínculos entre ambos.
Escribe un correo semanal a tu jefe o jefa para ponerle al corriente de las tareas que has llevado a cabo.
 Esto crea un clima de transparencia y responsabilidad compartida que puede evitar muchos malentendidos. Si no tenemos un solo jefe o bien la comunicación no es posible, una vez por semana podemos escribir a una persona capaz de ayudarnos en nuestra carrera.

Las redes nos vuelven perezosos

“Hay un peligro en Internet y en las redes sociales.
 Y es pensar que con la información tenemos suficiente y que cuanta más, mejor
. No tenemos que pensar, sólo acumular más información (…). A medida que nuestro ordenador y nuestros sistemas de comunicación aumentan su capacidad, la gente puede creer que estar informados nos libra de tomar decisiones por nosotros mismos, con lo que, en vez de estimular nuestra creatividad, estamos potenciando nuestra pereza intelectual.
 Creemos que si acaparamos cada vez más información, no necesitaremos ideas propias. Ya las obtendremos de otras fuentes o de otra persona.
 Por tanto, ni siquiera examinamos los datos nosotros mismos. Nos basta con repetir lo que han dicho otros”. Edward de Bono
La idea básica es cambiar el concepto de cantidad por el de calidad. No se trata de responder por compromiso cuantos más mensajes mejor, sino de poner los cinco sentidos en aquel escrito que puede marcar la diferencia en nuestra vida.
Ciertamente, Internet y las redes sociales han transformado de forma irreversible nuestra forma de relacionarnos, pero si utilizamos estos instrumentos como algo más que una explosión de datos, los pondremos a trabajar a nuestro favor
. Con un uso inteligente de las redes, acotado y de calidad, potenciaremos nuestra vida personal y estaremos presentes en cuerpo y alma en nuestras relaciones con los demás.

Quiero ser millonario.......................................................................................... Milagros Pérez Oliva

Ha caído por casualidad en mis manos un librito delicioso.
 Lo han hecho, como recuerdo de final de etapa, las profesoras, padres y niños de una clase de sexto de Primaria, la mayoría de los cuales ha compartido aula en la misma escuela desde 2005.
 Son 14 niños y 11 niñas de doce años que han dejado atrás la educación infantil y esperan septiembre con ilusión, pero también cierta aprensión, porque entrarán en la ESO y saben que eso es empezar a hacerse mayor.
 Se trata de un ejercicio vitalista y tierno, un ejemplo del buen hacer pedagógico de una escuela pública considerada modélica.
 La publicación incluye cartas de las maestras y los padres dirigidas a los niños, pero los protagonistas son ellos.
 Contiene, en forma de desplegable, dos fotos de cada niño, una actual y otra del primer curso, y un pequeño texto en el que cada uno expone sus preferencias sobre un país, un sueño, un recuerdo, un deseo y qué quiere ser de mayor.
Y aquí es donde salta la gran sorpresa: de los 25, 12 quieren ser, expresado además de forma muy clara, millonarios.
 Y una constatación: pese a haberse educado en la misma escuela y el mismo entorno, hay enormes diferencias entre los niños y las niñas a la hora formular sus deseos y proyecciones de futuro. El contenido induce a una inquietante constatación: por mucho que se esfuerce la escuela por transmitir determinados valores, la fuerza de los que emergen del entorno mediático es tan potente que acaban predominando.
Este es el “deseo” que expresa cada uno de los 14 niños: que me toque la lotería (4), ser multimillonario (4), ser millonario, ser rico, ser jugador de fútbol en el Real Madrid, tener una mansión y tres Bugattis, tener una mesa Elements con ejes Santa Cruz y tener dinero para mantener a mi familia.
 Y este, el que expresan las 11 niñas: dar la vuelta al mundo con mis amigas (4), ser cocinera, ser muy feliz, aparecer en los libros de historia como una de las científicas más importantes, sacar buenas notas, que no haya problemas, que la amistad no se rompa por muchos años que pasen, y ser famosa.
Los niños son tremendamente permeables a la publicidad. Y mucho más sensibles a la imagen que a las palabras
No cabe duda de que en las respuestas hay un cierto factor de arrastre, de imitación, pero no deja de ser significativo que lo que arrastra, en el caso de los chicos, sea precisamente el sueño de hacerse millonario.
 En coherencia con estos deseos, los niños eligen profesiones cuyo éxito implica siempre ganar mucho dinero
. De los 14, hay tres que eligen profesiones “normales” (ingeniero aeronáutico, cocinero y mecánico) y otros tres, profesiones de “acción” (policía secreta, soldado y marinero “como el novio de mi hermana”).
 Los ocho restantes quieren ser deportistas de élite: futbolista (3) –como Ronaldo, precisa uno-, jugador de la selección española de waterpolo, jugador profesional de hockey, piloto de moto GP, skater profesional y tenista.
Entre las niñas, en cambio, se observa un mayor realismo y mayor variedad a la hora de elegir: actriz (3), diseñadora de moda (2), cocinera, psicóloga, periodista, profesora, dibujante y científica.
La muestra no tiene valor representativo, pero es un ejemplo muy elocuente de cómo el entorno influye en los niños.
De cómo ciertos valores que aparecen como difusos en el ambiente mediático, pasan por encima de los que se trabajan en clase o aquellos que las familias tratan de inculcar.
 Estos niños no van a un colegio elitista, sino todo lo contrario: es una escuela pública que sigue un modelo de pedagogía activa con los pies bien anclados en la realidad.
 Sus familias pertenecen a ese amplio espectro de capas populares y clases medias que sortean como puede la crisis, unos mejor que otros. ¿De dónde salen pues esos sueños de grandeza, esos deseos imperiosos de hacerse rico?
No es difícil encontrar la respuesta: del modelo de éxito que de forma apabullante emerge a través de los medios de comunicación. De las noticias sobre las fichas millonarias de las estrellas del fútbol, de la increíble prima de 720.000 euros prometidos a los jugadores de la Roja si ganaban la copa del mundo, de la permanente exhibición de los rutilantes éxitos de figuras del deporte como Nadal, Alonso o los jovencísimos pilotos de las carreras de motos.
Ese es el modelo que aparece. Un modelo atractivo y aparentemente sin esfuerzo. Nada de matemáticas, nada de física ni estadística
. Y una idea de fondo muy peligrosa: el poder absoluto del dinero. Menos mal que ninguno ha dicho que quería hacerse político corrupto, que es otra vía muy transitada últimamente para hacerse millonario sin demasiado esfuerzo.
Los niños son tremendamente permeables a la publicidad.
Y mucho más sensibles a la imagen que a las palabras.
El mensaje que reciben en clase queda sepultado por un alud de imágenes relacionadas con el éxito, la fama y la gloria como fuente de poder y de felicidad
. Es lógico que lo quieran para ellos.
 Lo preocupante, de este pequeño y entrañable retrato de anhelos, es cómo gestionarán estos niños y muchos otros como ellos la frustración de semejantes expectativas.

Un artículo incómodo................................................................................ Juan Cruz

Lo políticamente correcto está en su apogeo, y la gente no discute hasta que el otro se pronuncie.

Debió ser incómodo, o poco digestivo, el artículo que aquí publicó Santos Juliá el reciente 19 de junio (Una tradición inventada) pues lo ha leído mucha gente (778 retuits, 3.688 citas en Facebook), pero no ha desatado ni la controversia ni la algarada que textos así concitaban en el pasado.
Debió ser incómodo porque, tratando de la dicotomía entre Monarquía y República como posibles formas de Estado, no arremetieron contra el historiador quienes establecen que la República es lo que debe prevalecer, ni salieron al paso los monárquicos para precisar los argumentos.
Esta es una interpretación sobre el hecho cierto de que un artículo tan importante haya resultado tan necesario y tan incómodo a la vez.
 Ahora lo políticamente correcto está en su apogeo, y la gente no discute, o no corrobora, hasta que el otro se pronuncie.
La discusión, revivida ahora, sobre el régimen que debe prevalecer no ha tenido el sesgo que se daba por sentado
La tesis del artículo era que desde el XIX hasta acá esa discusión, revivida ahora, sobre el régimen que debe prevalecer no ha tenido el sesgo que se daba por sentado.
 En ninguna circunstancia los socialistas de Pablo Iglesias ni los comunistas (y luego los comunistas de Santiago Carrillo) habían mostrado entusiasmo apreciable por una forma de Estado que parecía ideada para sus inquietudes sociales y revolucionarias.
 A Iglesias, la República no le parecía la aliada natural de sus ansias de progreso para los trabajadores, y los comunistas tampoco mostraron entusiasmo apreciable por el cambio de régimen cuando se produjeron las famosas, y tan saludables, aclamaciones de la Puerta del Sol.
En este último caso, recordaba Santos Juliá, agitadores comunistas gritaban “¡Abajo la República, vivan los sóviets!” cuando otros estaban celebrando la huida de Alfonso XIII.
 En el caso de los socialistas, en Una tradición inventada Santos recordaba unas palabras de Julián Zugazagoitia; explicaba éste en 1930 que la República “es la Guardia Civil garantizando la propiedad y la explotación de los obreros y los campesinos bajo la dirección de un presidente en lugar de un rey”.
Cuando ya Franco estaba instalado en su sitio, habiendo derribado la República en mala hora y con las malas artes internacionales que ya son tan sufridas y conocidas, Carrillo decidió acercarse al heredero natural de la Corona, don Juan, y más adelante, cuando ya Franco había muerto en su cama y le sucedió don Juan Carlos, el líder comunista más longevo de la historia de España lo llamó “el Breve”, pero luego pactó con él y con otras fuerzas políticas (los socialistas también), y acompañó sin más problemas al Monarca hasta que el propio Carrillo se cambió de sitio, o lo cambiaron.
Así que era el de Santos Juliá un artículo interesante; estaba escrito además con esa capacidad (suya, de otros) que suelen tener los historiadores, y que no tenemos los columnistas y algunos políticos, de decir cosas con documentos y no inducirlas con invectivas.
 En otro tiempo (en tiempos de Ortega, por ejemplo), los artículos importantes se discutían luego. Este no se discutió; vamos, a excepción para esos 778 tuiteros y para aquellos de Facebook, los mortales que los leyeron no se levantaron en armas ni presentaron armas.
 Es que era incómodo, como todo lo que ahora explica que no es únicamente el Rey el que está desnudo.