Escritores, historiadores, filólogos, sociológos y periodistas advierten sobre el resurgir de los viejos estereotipos debido a la crisis y la corrupción.
“La trompeta de la fama es tan larga como la de la infamia”. Así llama a rebato Aurora Egido,
filóloga, académica y escritora, para describir la tristeza con que ve a
España en el imaginario colectivo universal del presente
. La crisis y la corrupción hacen que el país viva un duelo entre el renacer de sus viejos tópicos negativos y los positivos creados a partir de la Transición.
Un duelo entre los clásicos estereotipos de incompetentes, holgazanes, despilfarradores, desorganizados y pícaros; frente a los de modernidad, progreso, buenos administradores del “milagro económico”, rebeldía, dignidad, lucha por la justicia y renovación cultural.
Y en medio el imbatible espíritu festivo y los toros.
Una historia que va desde la milenaria España verde donde una ardilla atraviesa la península de árbol en árbol hasta la película Ocho apellidos vascos.
Los tópicos no son invenciones y en su embrión hay algo de verdad, aclara y se lamenta Tom Burns Marañón.
El historiador ha rastreado las raíces de buena parte de los estereotipos de España y los españoles en el libro Hispanomanía. Con un prólogo para franceses (Galaxia Gutenberg).
Ha reconstruido ese espejo a través de los testimonios de los viajeros y escritores anglosajones y franceses del siglo XIX y del XX; muchos hijos del Romanticismo, e incluso ahijados lejanos del Rousseau del “buen salvaje”.
Esos viajeros, recuerda Burns Marañón, “buscaban el ideal y eso hacía que huyeran del progreso y civilización de sus países. Buscaban la aventura y España representaba muchas de estas cosas”. Sembraron así de lugares comunes el país.
Sus ecos llegan hasta hoy: Richard Ford, George Borrow, Gerald Brenan, George Orwell, Ernest Hemingway, Théophile Gautier, Maurice Legendre, George Sand o Blanco White (de nombre José María Blanco Crespo, nació en Sevilla y murió en Liverpool, hijo del vicecónsul británico en la capital andaluza
. Fue un pensador, sacerdote católico, escritor y unitario español, entre cuyos escritos se encuentran piezas sobre la España de los siglos XVIII y XIX publicadas en el Reino Unido).
También están las miradas como las de Rilke que llegó a España en 1912 "buscando aquí la tranquilidad del alma. Esperaba encontrar la resistencia rural a un mundo dominado por la técnica y el vértigo de la gran ciudad que el poeta observaba y en la Europa industrial", recuerda Diego Moreno editor de Toledo ilustrado. Textos de Rainer María Rilke (Nórdica).
Lo curioso para el Burns Marañón es que la mirada extranjera es
aceptada por los españoles de entonces y la hacen suya.
Un ejemplo es el famoso “Spain is different”, cuyo origen estaría en Richard Ford, hace casi dos siglos, al señalar el lado aventurero y más típico; y que en los años sesenta del siglo pasado es asumido como eslogan por Manuel Fraga, entonces ministro de Información y Turismo
. Pretendía una doble lectura, advierte Burns Marañón:
“Por un lado el paisaje, la playa, los toros, la bravura, el flamenco y la vida tan distinta al resto de Europa; y, por el otro, hacía referencia a la organización política diferente a la democracia de los países del entorno, que convertía el eslogan en una especie de escudo”.
La penúltima en usarlo de manera global ha sido Ana Botella, la alcaldesa de Madrid, durante su polémica presentación de la candidatura de la ciudad a los Juegos Olímpicos.
Mientras los filólogos, escritores, historiados y sociólogos consultados coinciden en señalar al Romanticismo y a los extranjeros como los principales responsables del reguero de tópicos españoles, Salvador Giner cree que no es del todo cierto.
Afirma que han sido los propios españoles los que han “fabricado” ese mundo paralelo de oscila entre la exageración y el drama y la serenidad.
Sobre una línea parecida matiza Aurora Egido para quien la raíces “están en el siglo XVII, en la leyenda negra que hace aflorar un país oscuro lleno de lutos que no se corresponde con lo festivo que cultivó el barroco”.
Del territorio de aventuras como ha sido vista desde el origen del mundo España, cuando pensaban que aquí terminaba todo y se abrían los abismos y su peregrinación de valientes héroes, al renacer de la picaresca en el siglo XXI con los destapes de corrupción y su aparente permisividad por parte de la sociedad y el Estado, pasando por la siesta, el tipismo y la llamada Marca España que promueve el Gobierno.
Lo más triste de la estrategia de crear una imagen positiva,
coinciden Aurora Egido y Salvador Giner, es que se ha recurrido a los
tópicos más estereotipados.
Ya lo dijo Javier Marías, al referirse a la petición del Gobierno de que varios creadores, deportistas, científicos y demás españoles con prestigio, incluido él, se unieran a esa campaña.
Su respuesta la dio en su columna de El País Semanal: “¿Qué sentido tiene, así pues, que la Marca España presuma de los rostros y nombres de personas destacadas en el terreno de las artes, mientras desdeña y combate esas artes?”.
A este efecto casi bumerán de tratar de trasladar una imagen positiva se suma la realidad de la crisis económica y la corrupción que han desempolvado viejos tópicos.
Si antes eran los escritores y los libros los que propagaban los estereotipos, ahora son el cine, la televisión, los medios de comunicación e Internet.
“Superado el franquismo y ya en plena democracia, el país no solo creció económicamente, sino que además aumentó su autoestima.
Se realizó una Transición alabada en todo el mundo, y se vivieron importantes éxitos colectivos: desde el Mundial de Fútbol de 1982 y los Juegos Olímpicos de 1992 hasta el triunfo internacional de artistas en diferentes ámbitos y la fuerza deportiva con Nadal o la selección de fútbol”, afirman Fernando Garcés y Jordi Vicente en el ensayo Tópicos de España. Una revisión de los tópicos españoles comunidad a comunidad (Ariel).
Todo ese prestigio y creación de estereotipos positivos se empiezan a
desmoronar, advierten los especialistas consultados.
Para Garcés y Vicente, por ejemplo, “la actual crisis económica ha puesto en duda todos esos progresos.
Como había ocurrido en el pasado, desde la Europa más avanzada se nos culpabiliza del caos reinante, junto a países como Portugal, Grecia e Italia. Vuelven a surgir los viejos tópicos de incompetentes, holgazanes, desorganizados…”.
Con la corrupción no vale la excusa de los tópicos, la permisividad existe, dice Giles Tremlett, corresponsal en España del diario británico The Guardian.
Y aunque los clichés pueden ser reflejo de la realidad, Tremlett rechaza dos clichés sobre los españoles: “que son perezosos y que no duermen por estar de fiesta”
. En los últimos años también han renacido otros en su lado positivo, como la rebeldía con el 15-M, la “spanish revolution”, una manera de contrarrestar los tópicos negativos porque, dice Garcés, el mundo vio a España como “un pueblo despierto, con dignidad y dispuesto a la lucha por la justicia”.
Pero en los últimos tiempos todo tiende a eclipsarse. “
Las aguas turbias vuelven y algunos se alegran”, asegura Egido. ¿La razón? Cree que a ciertas personas les fastidiaba ese periodo de imagen positiva de progreso, modernidad, honradez, creatividad; y, ahora, dicen que la realidad les da la razón en temas como la picaresca
. Es el eco sombrío interminable de los siglos.
. La crisis y la corrupción hacen que el país viva un duelo entre el renacer de sus viejos tópicos negativos y los positivos creados a partir de la Transición.
Un duelo entre los clásicos estereotipos de incompetentes, holgazanes, despilfarradores, desorganizados y pícaros; frente a los de modernidad, progreso, buenos administradores del “milagro económico”, rebeldía, dignidad, lucha por la justicia y renovación cultural.
Y en medio el imbatible espíritu festivo y los toros.
Una historia que va desde la milenaria España verde donde una ardilla atraviesa la península de árbol en árbol hasta la película Ocho apellidos vascos.
Los tópicos no son invenciones y en su embrión hay algo de verdad, aclara y se lamenta Tom Burns Marañón.
El historiador ha rastreado las raíces de buena parte de los estereotipos de España y los españoles en el libro Hispanomanía. Con un prólogo para franceses (Galaxia Gutenberg).
Ha reconstruido ese espejo a través de los testimonios de los viajeros y escritores anglosajones y franceses del siglo XIX y del XX; muchos hijos del Romanticismo, e incluso ahijados lejanos del Rousseau del “buen salvaje”.
Esos viajeros, recuerda Burns Marañón, “buscaban el ideal y eso hacía que huyeran del progreso y civilización de sus países. Buscaban la aventura y España representaba muchas de estas cosas”. Sembraron así de lugares comunes el país.
Sus ecos llegan hasta hoy: Richard Ford, George Borrow, Gerald Brenan, George Orwell, Ernest Hemingway, Théophile Gautier, Maurice Legendre, George Sand o Blanco White (de nombre José María Blanco Crespo, nació en Sevilla y murió en Liverpool, hijo del vicecónsul británico en la capital andaluza
. Fue un pensador, sacerdote católico, escritor y unitario español, entre cuyos escritos se encuentran piezas sobre la España de los siglos XVIII y XIX publicadas en el Reino Unido).
También están las miradas como las de Rilke que llegó a España en 1912 "buscando aquí la tranquilidad del alma. Esperaba encontrar la resistencia rural a un mundo dominado por la técnica y el vértigo de la gran ciudad que el poeta observaba y en la Europa industrial", recuerda Diego Moreno editor de Toledo ilustrado. Textos de Rainer María Rilke (Nórdica).
Hay un duelo entre los clásicos estereotipos de
incompetentes, holgazanes, despilfarradores, desorganizados y pícaros;
frente a los de modernidad, progreso, buenos administradores del
“milagro económico”, rebeldía, dignidad, lucha por la justicia y
renovación cultural
Un ejemplo es el famoso “Spain is different”, cuyo origen estaría en Richard Ford, hace casi dos siglos, al señalar el lado aventurero y más típico; y que en los años sesenta del siglo pasado es asumido como eslogan por Manuel Fraga, entonces ministro de Información y Turismo
. Pretendía una doble lectura, advierte Burns Marañón:
“Por un lado el paisaje, la playa, los toros, la bravura, el flamenco y la vida tan distinta al resto de Europa; y, por el otro, hacía referencia a la organización política diferente a la democracia de los países del entorno, que convertía el eslogan en una especie de escudo”.
La penúltima en usarlo de manera global ha sido Ana Botella, la alcaldesa de Madrid, durante su polémica presentación de la candidatura de la ciudad a los Juegos Olímpicos.
Mientras los filólogos, escritores, historiados y sociólogos consultados coinciden en señalar al Romanticismo y a los extranjeros como los principales responsables del reguero de tópicos españoles, Salvador Giner cree que no es del todo cierto.
Afirma que han sido los propios españoles los que han “fabricado” ese mundo paralelo de oscila entre la exageración y el drama y la serenidad.
Sobre una línea parecida matiza Aurora Egido para quien la raíces “están en el siglo XVII, en la leyenda negra que hace aflorar un país oscuro lleno de lutos que no se corresponde con lo festivo que cultivó el barroco”.
Del territorio de aventuras como ha sido vista desde el origen del mundo España, cuando pensaban que aquí terminaba todo y se abrían los abismos y su peregrinación de valientes héroes, al renacer de la picaresca en el siglo XXI con los destapes de corrupción y su aparente permisividad por parte de la sociedad y el Estado, pasando por la siesta, el tipismo y la llamada Marca España que promueve el Gobierno.
Lo más triste de la estrategia de crear una
imagen positiva con la Marca España es que se ha recurrido a los tópicos
más estereotipados
Ya lo dijo Javier Marías, al referirse a la petición del Gobierno de que varios creadores, deportistas, científicos y demás españoles con prestigio, incluido él, se unieran a esa campaña.
Su respuesta la dio en su columna de El País Semanal: “¿Qué sentido tiene, así pues, que la Marca España presuma de los rostros y nombres de personas destacadas en el terreno de las artes, mientras desdeña y combate esas artes?”.
A este efecto casi bumerán de tratar de trasladar una imagen positiva se suma la realidad de la crisis económica y la corrupción que han desempolvado viejos tópicos.
Si antes eran los escritores y los libros los que propagaban los estereotipos, ahora son el cine, la televisión, los medios de comunicación e Internet.
“Superado el franquismo y ya en plena democracia, el país no solo creció económicamente, sino que además aumentó su autoestima.
Se realizó una Transición alabada en todo el mundo, y se vivieron importantes éxitos colectivos: desde el Mundial de Fútbol de 1982 y los Juegos Olímpicos de 1992 hasta el triunfo internacional de artistas en diferentes ámbitos y la fuerza deportiva con Nadal o la selección de fútbol”, afirman Fernando Garcés y Jordi Vicente en el ensayo Tópicos de España. Una revisión de los tópicos españoles comunidad a comunidad (Ariel).
Las aguas turbias vuelven y algunos se alegran,
asegura Egido. ¿La razón? A ciertas personas les fastidiaba ese periodo
de imagen positiva de progreso, modernidad, honradez, creatividad; y,
ahora, dicen que la realidad les da la razón en temas como la picaresca
Para Garcés y Vicente, por ejemplo, “la actual crisis económica ha puesto en duda todos esos progresos.
Como había ocurrido en el pasado, desde la Europa más avanzada se nos culpabiliza del caos reinante, junto a países como Portugal, Grecia e Italia. Vuelven a surgir los viejos tópicos de incompetentes, holgazanes, desorganizados…”.
Con la corrupción no vale la excusa de los tópicos, la permisividad existe, dice Giles Tremlett, corresponsal en España del diario británico The Guardian.
Y aunque los clichés pueden ser reflejo de la realidad, Tremlett rechaza dos clichés sobre los españoles: “que son perezosos y que no duermen por estar de fiesta”
. En los últimos años también han renacido otros en su lado positivo, como la rebeldía con el 15-M, la “spanish revolution”, una manera de contrarrestar los tópicos negativos porque, dice Garcés, el mundo vio a España como “un pueblo despierto, con dignidad y dispuesto a la lucha por la justicia”.
Pero en los últimos tiempos todo tiende a eclipsarse. “
Las aguas turbias vuelven y algunos se alegran”, asegura Egido. ¿La razón? Cree que a ciertas personas les fastidiaba ese periodo de imagen positiva de progreso, modernidad, honradez, creatividad; y, ahora, dicen que la realidad les da la razón en temas como la picaresca
. Es el eco sombrío interminable de los siglos.