Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

24 jun 2014

Quentin Tarantino y Uma Thurman sellan su relación con un beso.........................................Rocío Ayuso


Quentin Tarantino y Uma Thurman, el pasado mayo en el festival de Cannes. / CORDON PRESS

Un beso puede ser la gran diferencia.
 Hasta esta semana Uma Thurman era la musa sangrienta de Quentin Tarantino
. La actriz con la que contaba en todos sus proyectos, ya fuera para revivirla con una aguja hipodérmica directa al corazón en una de las escenas más memorables de Pulp Fiction o para servirle en bandeja su venganza en cualquiera de los momentos de Kill Bill 1 o 2.
 Una musa a la que “ha adorado durante años”, como puntualiza la revista del corazón US Magazine que ahora publica esa instantánea del beso que evidencia el cambio de la relación entre las dos estrellas.
 Podría ser un beso de despedida entre amigos, tras una cena el pasado martes en Mr. Chow en Los Ángeles.
 Una cena donde, a juzgar por la carpeta que el realizador llevaba en la mano, pudieron estar mezclando la amistad con su próximo rodaje
. Pero la imagen da a entender algo más, con el brazo de Thurman alrededor del cuello de Tarantino mientras el director la agarra por la cintura para juntarse así en un beso.
 Ese que ha sellado lo que se venía rumoreando desde hace meses: que la pareja ha llevado su colaboración más lejos, al menos en lo personal.
El momento parece ser el idóneo para los dos.
 Thurman, 44 años, acaba de poner fin a su relación con Arpad “Arki” Busson, su prometido con el que mantuvo una relación intermitente desde 2007 y junto al que tuvo una hija,
Rosalind, hace casi dos años
. Thurman además cuenta con otros dos hijos, Maya, de 15, y Levon, de 12, fruto de su matrimonio con el también actor Ethan Hawke.
 Por el contrario Tarantino, 51 años, es de los solteros a mucha honra, con relaciones en su pasado con la directora Sofía Coppola o la actriz ganadora del Oscar Mira Sorvino, y hasta el momento sin tener pareja estable.
Ambos se conocieron en el rodaje de Pulp Fiction en 1994.
 La película cambió la vida de los dos. La belleza de Thurman ya había dejado huella en anteriores papeles, como esa especie de Venus de Milo que encarnó en El barón de Monchausen o esas amantes a las que dio cuerpo en Las amistades peligrosas o Henry & June.
 Pero su trabajo como la femme fatale Mia Wallace en el filme de Tarantino le consiguió no sólo su única candidatura al Oscar sino su lugar en la historia del cine.
En el caso de Tarantino, Pulp Fiction hizo un autor admirado a este encargado de un videoclub con aspiraciones cinematográficas y una memoria prodigiosa.
 Una colaboración que ambos expandieron con un éxito similar en Kill Bill, trabajo para el que Tarantino nunca pensó en otra actriz y que escribió junto a ella.
Una estrecha relación profesional que a su paso el pasado mes de mayo por el Festival de Cannes desató rumores de que la relación podía haber ido más lejos después de dos décadas.
Ambos posaron juntos en la alfombra roja de la Croissette durante la ceremonia de clausura o cuando llegaron, junto con John Travolta, a la celebración del 20º aniversario de Pulp Fiction.
  Allí el director entretuvo a su musa haciéndola reír mientras trataba de imitar el mítico baile de la película.
 Para entonces los rumores de la prensa del corazón hablaban de que actriz y realizador se alojaban juntos en una villa en el sur de Francia.
 Aunque sigue sin existir una confirmación oficial por ninguna de las partes, el beso de Quentin y Uma parece haber zanjado cualquier duda sobre esta relación.

Un silencioso genocidio en marcha..................................................... Rosa Montero

Los grandes simios son cuatro: los chimpancés, los bonobos, los gorilas y los orangutanes
. Con los chimpancés y los bonobos apenas nos separa un 1% del genoma. Incluso podemos intercambiar transfusiones con ellos, siempre que se respete el grupo sanguíneo
. Pero ellos pertenecen al género pan y nosotros al género homo
. Una diferencia en la clasificación bastante forzada, porque hay otros primates, como por ejemplo el gibón común y el siamang, a los que englobamos dentro del mismo género aunque les separe un 2,2% del genoma.
Hace ya más de una década que diversos científicos de todo el mundo han pedido una revisión de las clasificaciones y la inclusión de los grandes simios o al menos de los chimpancés y los bonobos en el género homo
. Pero en cuanto se roza cualquier intento de reconocimiento de nuestra cercanía con los grandes primates, de su evidente humanidad y, por consiguiente, de las brutalidades que cometemos con ellos, enseguida aparece una catarata de burdas reacciones en contra
. Desde los chistes necios hasta la indignación hipócrita: “¡Se preocupan más de los monos que de los humanos!”.
 Un calco, en fin, de la mostrenca resistencia que encontró Darwin cuando publicó El origen de las especies hace 150 años.
 La ignorancia y la idiotez son difíciles de erradicar.
Me pregunto qué nos da tanto miedo de nuestra cercanía con los grandes simios para que reaccionemos así de agresivamente, así de cruelmente; quizá nos asuste enfrentarnos a nuestra animalidad.
 Cuando en 2006 se aprobó una proposición no de ley en el Parlamento español para promover una ley de protección a los grandes simios, los ataques gratuitos e idiotas que recibió la iniciativa hicieron que, ocho años después, siga olvidada en un cajón.
 Lo único que se pedía era que se les garantizara el respeto a la vida, a la libertad y a no ser torturados física o psíquicamente. ¿Qué hay de escandaloso o de inadmisible en una propuesta tan obvia?
La Asociación Parlamentaria en Defensa de los Animales y el Proyecto Gran Simio presentaron hace un par de semanas en las Cortes un manifiesto reclamando el reconocimiento de los grandes primates como personas no humanas.
 El manifiesto, redactado entre otros por el filósofo Jorge Riechmann, es un texto elocuente y hermoso
. En él se habla de Joseph Fletcher (1905-1991), uno de los fundadores de la bioética, y de su famosa lista de 15 atributos para definir la personalidad humana: inteligencia mínima, autoconciencia, autocontrol, sentido del tiempo, sentido del futuro, sentido del pasado, capacidad para relacionarse con otros, preocupación y cuidado por los otros, comunicación, control de la existencia, curiosidad, cambio y capacidad para el cambio, equilibrio de razón y sentimientos, idiosincrasia y actividad del neocórtex.
 Pues bien, innumerables investigaciones científicas han demostrado que los grandes simios comparten con nosotros todos estos atributos, en diferente grado, por supuesto, porque los chimpancés no son tan inteligentes como Riechmann (aunque me parecen más inteligentes y más humanos que bastantes individuos)
. Los grandes primates son capaces de aprender el lenguaje de signos y enseñarlo a sus crías; ejecutan operaciones matemáticas simples; fabrican herramientas; lloran a sus muertos; cuidan a sus seres queridos; se acicalan y reconocen frente a un espejo.
 Y nosotros hacemos atrocidades con ellos
. Como arrancarles los dientes para que no muerdan y extirparles la laringe para que no chillen. Lo contó Pedro Pozas, director del Proyecto Gran Simio España.
Los grandes simios están muriendo, los estamos exterminando junto con las selvas tropicales, que caen bajo las motosierras para plantar palma de aceite o soja y hacer biodiésel.
 Estamos causando una catástrofe ecológica colosal que se ampara en dos mentiras: en la falsedad de que el biodiésel es ecológico y en el hecho de que la FAO contabiliza como zona vegetal a estos monocultivos, cuando en realidad son desiertos verdes carentes de toda vida.
 En Indonesia, tercera reserva vegetal del mundo, se talan 51 kilómetros cuadrados de selva cada día (el equivalente a 300 campos de fútbol por hora).
 El orangután sólo vive en Indonesia: dentro de cinco años habrá desaparecido.
 Y después, enseguida, los bonobos.
 Y muy pronto, los demás grandes primates.
 Estamos cometiendo un genocidio y casi nadie parece preocuparse
. Nuestros descendientes mirarán con horror e incredulidad nuestra forma de tratar a los grandes simios, de la misma manera que hoy miramos con horror la esclavitud.
 Si quieres firmar el manifiesto, que cuenta con el respaldo de decenas de científicos, googlea Reconozcamos a los grandes simios como personas no humanas.
 Intentemos protegerles del infierno.
@BrunaHusky www.facebook.com/escritorarosamontero, www.rosa-montero.com

Ecuanimidad o histerismo.........................................Javier Marías

Dado que nos gobierna desde hace tiempo con mayoría absoluta y arbitrariedad permanente, de la derecha española, más bien desalmada, he hablado aquí muchas veces.
 Lo preocupante es que, si uno echa un vistazo a la llamada izquierda, se encuentra con una muy rara y que hace escaso honor a su nombre.
Me quedé de piedra cuando, en un debate previo a las elecciones europeas, oí al candidato de Izquierda Unida hacer una apasionada loa de Putin, es decir, de un individuo que también es el ídolo de la extrema derecha europea (empezando por Marine Le Pen); que ha llenado su país de oligarcas; que ha cercenado la libertad de prensa y no está claro que no haya tenido algo que ver en el asesinato de periodistas críticos; que va de la mano con la Iglesia ortodoxa más retrógrada; que encarcela a disidentes; que persigue a los gays y considera “propaganda homosexual” cualquier intento de respirar de este colectivo; que exhibe sus ansias expansionistas e “imperialistas”; que, aunque haya sido elegido, en modo alguno gobierna democráticamente (siempre hay que recordar que también los nazis fueron votados, y que con eso no basta para legitimar indefinidamente a un Gobierno: la legitimidad se tiene que refrendar día a día).
Se entiende que la extrema derecha adore a Putin.
 No que lo admire una formación que se dice democrática y de izquierdas.
Aparece otra, Podemos.
 Al ver que militaba en ella el antiguo Fiscal Anticorrupción, Jiménez Villarejo, figura sensata y respetable, uno concibe cierta esperanza.
 Pero resulta que también es muy rara: varios de sus dirigentes son admiradores confesos de Hugo Chávez, un militar golpista; luego elegido, sí (aunque nunca arrepentido de su golpe fallido; al contrario), pero hay que aplicarle lo dicho antes entre paréntesis.
 Y Chávez, como su grotesco sucesor Maduro, convirtió rápidamente una democracia formal en una cuasi dictadura.
 Para mí, admirarlo es algo menos grave que admirar a Pinochet o a Franco, y algo más que admirar a Berlusconi, tan afín a él.
 Que cualquier “izquierda” lo considere un referente hace dudar de que la denominación sea verdadera.
Estas “izquierdas” han salido en tromba, tras la abdicación del Rey, a reclamar un referéndum sobre monarquía o república. (También podrían pedirlo sobre las listas cerradas, las autonomías, la ley ­D’Hondt y cien cuestiones.)
 Bien está, y en la teoría también yo prefiero las repúblicas.
 Sin embargo la teoría es teoría, y uno procura contar con la realidad.
 No creo que esos partidos sean tan ingenuos como para pensar que podría salir como Presidente de la República elegido alguien que a ellos les gustara. ¿Julio Anguita? (Santo cielo, la de sermones y regañinas que nos caerían.)
 Es imposible.
 Lo más “de izquierdas” que podría darse es, me temo, José Bono, que siempre me pareció un submarino del PP inserto en el PSOE.
 Lo más probable es que nos cayera como Presidente un Aznar, una Esperanza Aguirre, acaso un Rouco Varela. ¿Felipe González?
 Dudo que se prestara, y en todo caso no sería del agrado de quienes más claman por la República. Debe uno colegir, por tanto, que éstos preferirían un estandarte como los mencionados antes que el Príncipe, o Felipe VI cuando se publique esto.
Y uno se pregunta, de nuevo, qué clase de izquierda es esa que en la realidad quiere a Aznar, a Bono o a Aguirre como Jefe del Estado
. Si pudiera ser Vicente Del Bosque … Pero juiciosamente no está en política.
Con Don Juan Carlos ha habido en los últimos años un histerismo contradictorio
. Mientras numerosos políticos corruptos (del PP, y del PSOE, y de IU, y de CiU, etc) recibían la más absoluta tolerancia de los ciudadanos, que volvían a votarlos pese a los abrumadores indicios, al Rey se lo ha salpicado –empapado– porque un yerno, y quizá una hija, hayan podido incurrir en prácticas turbias.
 Nadie es responsable de las acciones de sus padres, y nadie de las de sus vástagos
. La gente se rasgó también las vestiduras porque el Rey cazó un elefante.
No me parece simpático –no me gusta la caza–, pero vaya novedad
. Se sabía de siempre que Don Juan Carlos se cobraba piezas, y no veo peor cargarse a un paquidermo moribundo que abatir a una saltarina liebre
. En poco tiempo parece haberse olvidado no ya su actuación durante el 23-F, sino que fue el Rey quien traicionó al franquismo (por suerte) y se empeñó en instaurar la democracia.
 Quien consiguió que el Ejército dejara de ser una amenaza para los españoles y se abstuviera de intervenir en política
. Quien se ha mostrado imparcial y respetuoso. Quien ha trabajado a destajo en sus misiones representativas y en la consecución de importantes contratos para las empresas nacionales.
 Quien ha mediado discretamente en unas cuantas crisis, por ejemplo con el Canadá o Marruecos. Quien ha sido eficaz, ecuánime y utilísimo.
Su hijo Felipe da buena impresión: no parece menos imparcial, ecuánime, democrático y respetuoso. En un país tan propenso a eso, el histerismo, y tan sectario, no tengo inconveniente alguno en dejar de lado la teoría.



 Me parece mucho más deseable que la Jefatura del Estado recaiga en alguien en verdad apolítico (que no pertenezca a “la casta”, como dicen ahora copiando el viejísimo apodo italiano), que en cualquier individuo severo, poseído de su verdad y proclive al sermoneo y la riña, se llame Anguita o Rouco Varela.

¿Qué soñaba Jagger cuando soñaba con Richards?...................................................... Benjamín Prado


Jagger y Richards en 1975. / michael ochs (getty)

Hay algo en lo que todos nos parecemos al biógrafo de Mick Jagger: él tampoco sabe quién es
. La única diferencia es que nosotros no hemos escrito un libro de 600 páginas, recién publicado en España por la editorial Anagrama, para explicarlo
. El autor, Philip Norman, famoso antes de esto por sus obras acerca de los Beatles y John Lennon, recuerda a un salmón tratando de remontar un río de aguas furiosas, porque su personaje lleva 50 años intentando borrar sus huellas y dándoles un “no lo recuerdo” por respuesta a quienes tratan de indagar en su vida, sobre todo cuando tratan de hundir sus palas de desenterradores en la tierra que cubre a Brian Jones, el fundador de la banda, que murió ahogado en su piscina al poco de haber sido despedido por sus compañeros; al joven asesinado por los Ángeles del Infierno que se encargaban de la seguridad del grupo en el célebre concierto de Altamont; o, más recientemente, a su novia durante muchos años, la diseñadora suicida L’Wren Scott.
 ¿Quién es Mick Jagger, ese artista genial que “no deja de estar en un escenario ni cuando baja al salón en pijama”, y al que su otra mitad, Keith Richards, definió en sus memorias como un divo egocéntrico y megalómano “que empezó a ponerse insoportable a principios de los ochenta y desde entonces no ha parado”?
 Desde luego, alguien con un espíritu de superación envidiable que, para empezar, tuvo que sobreponerse a la nota de rechazo que les remitió la compañía Decca cuando enviaron allí sus primeras grabaciones:
“El grupo es bueno, pero con ese cantante nunca llegaréis a nada”.
 El lince que hizo ese veredicto había rechazado un par de años antes a los Beatles.
Ahora los Rolling Stones, ese quinteto formado por Jagger y Richards en el que, según su cantante, “ellos dos lo hacen todo y de vez en cuando dejan que Ronnie Wood mande unos faxes”, vuelven a España, el lugar donde los padres de Jagger le compraron su primer instrumento musical, una guitarra, durante unas vacaciones en nuestro país, después de que sus dos estrellas hayan vuelto a tener que reconciliarse para poder emprender una nueva gira
. No ha sido fácil, después de que Richards contase en sus memorias, publicadas hace cuatro años, que sólo se hablan una vez al año por teléfono y sólo se miran cuando están sobre el escenario; que ninguno de los dos pisa el camerino del otro desde hace dos décadas, y que en su día se acostó con la novia de su glimmer twin, como se llaman entre ellos, porque creía que él se había liado con la suya, Anita Pallenberg.
 Pobre Marianne Faithfull, que, según Philip Norman, en aquel ambiente “siempre estuvo tan fuera de lugar como una amatista en un cuenco de palomitas”.
Tras leer la autobiografía de Richards, donde éste asegura que a veces, cuando está con él, se pregunta “dónde habrá ido a parar su amigo”, Jagger montó en cólera y se preguntó en voz alta si alguien podía imaginarse “lo difícil que resulta dar un concierto con un músico drogado, que acaba de pasar 10 días en la cárcel y lleva una pistola cargada metida en la bota”.
Como lo era en gran parte el libro de Keith Richards, esta apasionante biografía de Philip Norman es, por encima de todo, un relato de la increíble relación de estos dos seres geniales que lideran, uno dos pasos por detrás del otro a la hora de interpretar sus canciones, pero a su altura a la hora de escribirlas, los Rolling Stones. “Mick siempre ha sido como mi hermano, lo quiero y estoy conmocionado por él”, declaró Richards al hacerse público el fallecimiento de L’Wren Scott. Marianne Faithfull contó en su día que Jagger le había confesado que tenía algunas fantasías eróticas con Richards
. Da igual, nada de eso va a hacer peores sus mejores discos
. Pero a todos sus seguidores les gustará meterse donde no deben, y ahora pueden hacerlo gracias al libro de Philip Norman.