Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

15 jun 2014

Estamos ensimismados.............................................................................................Xavier Guix

Vivimos tiempos en los que muchas personas se contraen en sí mismas y viven en su mundo

Lo deseable es conectar con quienes queremos ser y mantenernos en estado de construcción.

Ilustración de João Fazenda

Fue al acabar un máster en autoconocimiento cuando se me acercó la pareja de uno de los participantes
. Me confió su mal llevada paradoja: “Por un lado me encanta ver cómo mi marido madura, cómo busca conocerse, cómo se adentra en su espiritualidad, pero por otro lado está tan en sí mismo, se pasa tanto tiempo meditando y leyendo libros, dedica tantas horas a su autorrealización que me temo que nos está separando.
 No atiende a sus tareas de la casa, a la familia, nos habla como si solo existiera su razón basada en lo que le dicen sus maestros y vive como si el resto del mundo fuera un error, solo vale lo suyo”.
Cuando el pájaro y el libro discrepan, siempre cree en el pájaro"
James Audubon
Este caso ejemplariza un efecto torcido de los tiempos presentes, muy dados a una cultura del crecimiento personal, del conocerse a uno mismo, de la construcción de un nuevo paradigma cuyo eje gira alrededor del autoconocimiento y la espiritualidad
. Son procesos que requieren el buceo por aspectos de orden interior. Una mezcla de introspección psicológica, el cultivo de la meditación y la búsqueda de la naturaleza más profunda del ser.
Aquella tarea que otrora perteneció a ciertas órdenes religiosas, a lamas, eremitas y buscadores espirituales, se ha convertido en parte de la vida de muchas personas.
 Para unas es una vía comprometida de autorrealización. Para otras, mero materialismo espiritual. Mientras unas expanden su conciencia, otras siguen el camino contrario: se contraen en sí mismas, se encierran para alcanzar una supuesta iluminación.

Clásicos absortos

Ilustración de João Fazenda
Se suele relacionar a los filósofos con el arte del ensimismamiento, dada su condición de personas observadoras y reflexivas.
 Dentro de los clásicos se cita la anécdota de Diógenes de Sinope, conocido por su desprecio a las convenciones sociales, al extremo que le llevó a vivir en el interior de un tonel.
 En cierta ocasión, uno de sus discípulos quiso interrogarlo:
–Maestro, ¿a qué hora se debe poner uno a comer?
–Depende, si eres rico puedes comer cuando quieras y, si eres pobre, siempre que puedas.
LIBROS
‘Después del éxtasis, la colada’
Jack Kornfield (La Liebre de Mayo)
‘El mito del análisis’
James Hillman (Siruela)
PELÍCULA
‘La vida secreta de Walter Mitty’
Ben Stiller
Ensimismarse es fácil
. Uno se mete dentro de sí mismo, explora, rumia, anticipa, visualiza, medita o contempla, está en contacto con aspectos que solemos llamar interioridad
. A veces se empieza por el vuelo de una mosca, por un bello atardecer o simplemente por hacer la lista de la compra del fin de semana.
 Lo habitual, empero, es permanecer conectados a nuestros pensamientos y emociones. Intentamos descubrir lo que nos pasa, dialogamos con nosotros mismos, nos peleamos virtualmente con los que nos han ofendido, construimos expectativas o sufrimos por imágenes anticipatorias que probablemente nunca ocurrirán: nada acaba siendo tan ensimismante como el miedo y el sufrimiento anticipado.
Otro efecto del ensimismamiento lo sufren aquellas personas que parecen no vivir en este mundo sino en el suyo
. Te miran pero no te ven. Te oyen pero no te escuchan. Por su mente pasa de todo menos lo que existe más allá de su nariz.
 Si bien es rico cultivar la vida interior, su exceso, permanecer demasiado dentro de la madriguera puede acarrear el acabar siendo poseídos por los fantasmas propios.
 Hay que cultivar muy bien el alma para discernir los estados de iluminación de los estados ilusorios de la mente.
La introspección, como ya observaron filósofos como Hume o Sartre, revela solo contenidos psicomentales (pensamientos, sentimientos, imágenes) y no al sujeto que los experimenta
. Esa conciencia del observador precisa de dinámicas como la meditación o de la intervención de los demás en mostrar nuestras zonas ciegas.
 Añadamos a todo ello la visión cuántica: si el observador influye en lo observado, al mismo tiempo que se practica la introspección se altera lo que pretende ser advertido.
¿Podemos conceder fiabilidad absoluta a aquello de lo que somos conscientes? ¿Y qué ocurre con el inconsciente? ¿Acaso alcanzamos a explicar certeramente muchas de nuestras motivaciones y cambios de humor? ¡Qué fácil es caer en autoengaños, en una especie de en-si-mismo-miento! Como intuyó Heráclito, no encontraremos los confines de la psique por más que viajemos en cualquier dirección, tal es la profundidad del conocimiento.
La reflexión puede ser consciencia, pero el amor hace alma"
James Hillman
Hay que reconocer que dentro de la madriguera se está muy bien.
 No hay que hacer papel alguno; no hay que quedar bien con nadie; no hay que hacerse cargo de obligaciones, ni actuar con el riesgo de equivocarse.
 Hay una vida hacia uno mismo, sus intereses, ritmos, apetitos, deseos y necesidades. Es la vida del ego. Hay que diferenciarla entonces de la vida interior.
El cultivo de la interioridad tiene más que ver con la idea de “hacer alma”, de embellecerla, de saberse generar estados de bienestar, de comprender ética y compasivamente al otro, de ahondar en aquello que somos cuando hemos quitado todas las capas de definición posible.
Así, la madriguera pueda convertirse en un refugio o, por el contrario, en la cocina donde se gesta quien queremos ser. Como refugio nos encerramos y protegemos
. Como cocina, nos mantiene en un estado de construcción, de intenciones y de pasiones que mezcla sin temor la interacción con los demás y con el mundo.
Hay que reconocer que dentro de la madriguera, además de estar tranquilos aunque probablemente solos, se puede dar rienda suelta a nuestras mayores fantasías, muchas de las cuales han dado al mundo canciones, cuadros pictóricos, esculturas o reflexiones que han llegado a transformarlo. El genio debe habitar dentro de su lámpara mágica.
 Solo que demasiado tiempo en su interior, el personaje acabará consumiendo a la persona. La mitología contemporánea está llena de seres que, al confundir sus creaciones consigo mismos, sucumbieron al error de identificarse con las imágenes que habitaban en sus mentes. Lo que para el público es arte, no dejan de ser las sombras, delirios y anhelos del artista.
De la madriguera se sale por el mismo lugar por el que se entró. Uno surge sin ser aquel que ingresó y viceversa.
 La relación dentro-fuera forma parte de nuestro estar en la vida. Demasiado fuera nos diluye. Demasiado dentro nos desfigura.
 Cada uno debe encontrar la manera de manejar ese flujo incesante que nos lleva a ambos lados del refugio.
No obstante, dudo que por una vez se pueda anteponer el punto medio aristotélico.
 El cultivo de la interioridad es un proceso que nadie puede hacer por nosotros, ni nada de lo que existe ahí afuera será suficiente para hacernos a nosotros mismos.
 La confianza propia se adentra en nuestras fortalezas interiores.
 La capacidad de sostener todo aquello que ocurra en las tempestades existenciales tiene mucho que ver con el sostén creado por los valores que encarnamos.
El observador es lo observado"
Jiddu Krishnamurti
Todos practicamos algún tipo de estado de ensimismamiento, aunque su propósito diverja.
A veces solo buscamos un ratito para con nosotros; hacerle hueco a nuestro cuerpo para que respire y a nuestra alma para que se encuentre. Otras veces, en cambio, la escudriñamos adrede para conquistarla, para llevarla allá donde habita el espíritu.
 El resto de ensimismamientos son productos de la vida moderna: que si la tele, que si la crisis, que si algún día nos tocará la lotería. O, como el caso de la señora preocupada por su pareja, un ego espiritualizado que confunde la luz con el deslumbramiento.
Hay vida dentro y hay vida fuera. En ambos lados disponemos de un mundo para conocer y desarrollar.
 La clave consiste en estar en contacto con todas las vivencias que nos son posibles. Todas son necesarias, aunque ninguna suficiente por sí misma.
Para devenir personas el contacto humano es básico, como también lo es la imaginación y, por descontado, nuestra capacidad de crearnos
. Hay tanto por vivir que cuesta entender que dediquemos tanto tiempo al ensimismamiento que solo sirve para distraernos de lo que realmente importa
. A veces, es mejor dejarse en paz.

 

Víctor Hugo Saldaño, la muerte lenta..................................................................... Martín Caparros

La lenta agonía del único reo argentino que lleva 20 años esperando la inyección letal en una cárcel de Texas.

 

Saldaño, al otro lado del vidirio en la cárcel. / Carlos Chavarría

Aquella vez puso la mano contra el vidrio y me dijo chau nos vemos y yo pensé que era un abuso de lenguaje: no volveríamos a vernos.
 Fue hace 15 años; Víctor Hugo Saldaño ya había sido condenado y esperaba la ejecución en una cárcel de Texas.
 Era –así les dicen– un hombre muerto caminando.
El 25 de noviembre de 1995 Víctor Hugo Saldaño y su amigo mexicano Jorge Chávez llevaban un par de días de juerga.
Saldaño, después, diría que estaban muy borrachos. En cualquier caso, su crimen fue de una torpeza casi ingenua: testigos los vieron entrar al negocio de las afueras de Dallas y salir encañonando a Paul Ray King, un vendedor de ordenadores de 46 años.
Testigos los vieron meterse con él en un bosque cercano y volver solos.
 Dentro del bosque, King estaba muerto, con cinco tiros en el cuerpo. Cuando la policía lo detuvo, horas más tarde, Saldaño tenía el reloj de King en la muñeca y el arma en el bolsillo.
El botín del robo superaba los 50 dólares.
–¿Cómo fue que decidieron ese asalto?
–Nosotros nunca decidimos nada. Estábamos borrachos, y fue un accidente
. Qué sé yo… Fue una locura, porque yo siempre había trabajado honestamente, toda mi puta vida, y el loco que estaba conmigo también.
Me dijo, aquella vez. Él, entonces, seguía sorprendido:
Escucho en la radio música de discoteca. estoy solo, pero bailo igual. me da alegría. y algo de tristeza”
–Fue algo tan rápido, una sorpresa… como un shock.
 Creo que en el mundo de hoy día es así como pasan las cosas, ¿no?
Cuando lo arrestaron, Saldaño mandó una carta a su familia: les contaba que había caído por robo y homicidio, que le iban a dar pena de muerte y que se olvidaran de él porque ya estaba muerto. Faltaban muchos meses para el juicio.
Víctor Hugo Saldaño había nacido en Córdoba, Argentina, el 22 de octubre de 1972, en un hogar de clase media.
Cuando cumplió 18, secundaria incompleta, quiso salir a conocer el mundo. Su padre los había dejado mucho antes para irse al Brasil; Saldaño no sabía dónde estaba, pero marchó a buscarlo
. Lo encontró en Florianópolis, con otra esposa y otros hijos, y se quedó en su casa
. Al cabo de seis meses, sin medios, pura búsqueda, empezó un viaje de varios años: trabajó de tractorista en Brasil, de minero en la Guayana francesa, de albañil en México, de lavacopas en Nueva York, de jardinero en Dallas.
–Yo me vine desde Buenos Aires hasta Nueva York caminando por todo el continente sin pasaporte, sin documentos.
Si hubiera estado rompiendo las pelotas, robando a la gente, matando a la gente, me habrían agarrado mucho antes
. Yo nunca me metí en problemas, siempre anduve haciendo la mía, me tomaba mis cervezas, me cogía a unas putas, pero eso es normal, viste…
–¿Y pensás que habría sido mejor quedarte en la Argentina?
–Qué sé yo… Yo soy muy aventurero.
 No sé si será paranoia, o qué, pero yo no me podía quedar en ningún lugar mucho tiempo.
Me dijo aquella vez, y yo le dije que qué chiste, que ahora sí que tenía que estar en un solo lugar y enseguida me arrepentí pero él se rio –y nos reímos.
–Cuando estaba ahí afuera no me paraba nadie. Ni una mujer ni nadie.
Saldaño, aquella vez, me había resultado cálido, nada temible. Era raro saber que había matado. Cualquiera puede matar a alguien, me dije aquella vez.
–¿Qué buscabas?
–Tenía ganas de aventura, de conocer, de dar vueltas por el mundo.
La prisión estatal de máxima seguridad Allan B. Polunsky está a cien kilómetros de
Houston, cerca de un lago agitado por el viento y la gasolinera de una familia hindú y un pueblo que no termina de empezar, vacas y pasto
. La prisión es enorme y está rodeada de alambradas, torretas, reflectores: la versión Hollywood 2020 de aquellos campos nazis
. El encargado de sus relaciones públicas se llama Robert Hurst.
 El oficial Hurst es un hombre grandote, cincuentón, su panza de cerveza, sus maneras enérgicas, su sonrisa colgate.
Debe ser muy gentil con gente que viene a escribir en contra de lo que él defiende.
 Él me explicó en un mail que las entrevistas con los condenados a muerte sólo se hacen los miércoles y duran una hora.
 Le propuse el 16 de abril pero me contestó que ni ese miércoles ni el anterior podrían recibirme porque tenían ejecuciones.
 Entre tantas excusas que me han dado para evitarme, era la primera vez que me decían no vengas que tengo que matar a alguien.
Los guardias son abusivos, tienen todo el poder y te lo hacen sentir. yo los odio, los odio”
(El 9 de abril el ejecutado fue un mexicano de 45 años, 16 en el pasillo de la muerte. Ramiro Hernández trabajaba en una finca texana por casa y comida pero un día se enojó con su patrón y lo mató con una barra de metal; después violó a su patrona y se quedó dormido abrazándola. Allí fue donde lo detuvieron.
El 16 de abril el ejecutado fue un americano latino de 39 años, 11 en el pasillo de la muerte. José Villegas mató de 32 puñaladas a su novia, 35 a la madre de su novia, 19 al hijo de tres años de su novia porque decidió dejarlo. Después fue a empeñar el televisor de su suegra para comprarse cocaína; allí fue donde lo detuvieron.)
Ahora, Hurst me saluda con el mismo tono con que cualquier sargento de marines me mandaría a atacar esas trincheras ahí enfrente.
 Y me explica las docenas de reglas; se le nota –en la voz, en la cara– el placer que le produce enunciar reglas.
Después me confirma que no, que la vez pasada no vine aquí, que el pasillo de la muerte estaba en Huntsville, a casi cien kilómetros, pero que lo mudaron porque hubo una fuga.Continuará)

Facilidad de palabra............................................................ Juan Cruz

Hay mucho charlatán ahora, sobre todo en la política y la prensa.

A los niños ingleses les enseñan a defender aquello en lo que no creen y aquello en lo que creen; de ese ejercicio, en la escuela, en la universidad, han salido algunos de los mejores parlamentarios del mundo; pero también gracias a esa enseñanza se han formado escritores como Christopher Hitchens o Martin Amis, ilustres polemistas, capaces de ponerse en una trinchera y luego en la otra, tan sólo por el gusto de discutir.
Esa práctica de no quedarse tranquilo con un argumento y buscar las razones del contrario se hizo imprescindible en la época socrática y ha seguido hasta nuestros días, aunque en España ya se sabe que el garrotazo imperó mucho más que el entendimiento.
 Entre nosotros, sin embargo, ha habido ilustres cultivadores de esa esgrima
. De ellos selecciono dos cultivadores contemporáneos que resultan legendarios, los actores Fernando Fernán-Gómez y Adolfo Marsillach. Fernando te retorcía tus argumentos hasta hacerlos irreconocibles, y luego los devolvía a la mesa como si fueran tuyos, y eran los suyos. ¿Cómo lo hacía?
No era exactamente un malabarista, pero estaba acostumbrado a no comulgar con la primera rueda de molino que le ofrecieran.
El otro día hablé con Javier Marías, por el centenario próximo de su padre, y me contó lo que hacía don Julián (el joven Marías lo ha contado en la novela Tu rostro mañana, entre otros sitios): cuando le decías la primera opinión te obligaba a rebuscar una segunda, y aún una tercera, para que siguieras pensando.
 Era una manera de educar en lo que sabías y en poner de manifiesto lo que ignorabas; y sobre todo era una forma de advertirte contra la jarana de las ocurrencias.
La astucia socrática de Fernán-Gómez era sutil pero terminante; de ese carácter que se acompañaba de una voz atronadora tiene mucha responsabilidad la leyenda de que era un hombre implacable, cuando el hecho cierto era que en una discusión, si había charlatanes, sólo procuraba hacer notar su sensatez a veces en forma de mandobles; seguía los argumentos hasta las últimas consecuencias, y al final te dejaba tranquilo pero exhausto: él había ganado, pero tú no tenías ni idea del momento en que ya te perdiste entre los ovillos de sus argumentos.
Marsillach trataba tus argumentos, para desmontarlos igualmente, con la sutileza de un monje.
 Luego te los devolvía hechos trizas, porque no le habían servido, pero tú te ibas de la discusión, o de los argumentos, con el traje intacto y creyendo, además, que lo habías dejado convencido de lo que pensabas cuando empezaste a hablar.
 De ello son testimonio, en ambos casos, no sólo los recuerdos de sus conversaciones (ahí está La silla de Fernando, de Trueba-Alegre), sino sus numerosos artículos, a los que conviene volver en tiempos de verborrea, que son éstos.
Tanto uno como otro, genios de la escena y de las cenas, lo que hacían, verdaderamente, era huir de los charlatanes, de esos personajes cuya facilidad de palabra los hace parecer brillantes e indestructibles, cuando lo que de verdad manejan son lugares comunes que amasan con la destreza de los vendedores de feria.
Ahora hay mucho de eso en España, y sobre todo en la política y en la prensa española.
 Cada vez que los charlatanes mojan la lengua en el populismo barato que los ampara yo me acuerdo de Fernando y de Adolfo, como antídoto de esa enfermedad que consiste en hablar para que el otro no hable.

 

14 jun 2014

La vida no es un hotel de cinco estrellas........................................................Por: Gregorio Belinchón


Viaggio_sola
Marguerita Buy
es uno de los grandes pilares interpretativos del cine italiano.
 Ganadora de seis David di Donatello -candidata a 15, ahí queda eso-, de una Concha de Plata a la mejor actriz en San Sebastián (al inicio de su carrera, en 1990, con La settimana della sfinge), de todo tipo de galardones, Buy es hoy en día casi una gloria nacional.
 Y garantía de que la película tiene algo. En España es conocida desde Fuera del mundo y El hada ignorante, a finales del siglo XX, y aunque su filmografía ha llegado a trompicones, se ha podido ver La desconocida, Caterina se va a Roma, Manual del amor, Habemus Papam... y ahora Viajo sola, que se estrena el 1 de agosto, y que supuso para Buy su útimo David di Donatello.
En Viajo sola Buy encarna a una inspectora de hoteles de lujo.
 Lo que parecería el trabajo soñado para el resto de los mortales, para ella empieza no ser el complemento de una vida feliz.
 Si quiere niños cuida a sus dos sobrinas, si necesita compañia queda con su ex, pero...
 Antes del 1 de agosto, ya podemos ver el tráiler de Viajo sola.