Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

9 jun 2014

“No ha sido un divorcio repentino”..................................................................... Joan Faus

Amigos de Antonio Banderas y Melanie Griffith aseguran que la pareja de actores tenía problemas desde hace años.

Desde la izquierda, las actrices Felicity Huffman, Eva Longoria, Melanie Griffith y Patricia Arquette, en el homenaje a Jane Fonda el pasado jueves. / Paul Buck (EFE)
Según van pasando las horas y la noticia se va digiriendo, van aflorando distintas versiones sobre los motivos detrás del divorcio entre Antonio Banderas y Melanie Griffith.
 Pero todas ellas coinciden en que los problemas entre los dos actores no eran recientes sino que se habían ido acumulando durante sus 18 años de matrimonio hasta llegar a un momento insostenible. “La ruptura no es algo nuevo y repentino. Han tenido problemas durante años”, dijo a la revista People una persona cercana a la actriz, de 56 años, que fue la que pidió la separación, según los papeles que presentó el viernes en un juzgado de Los Ángeles, la ciudad en la que residen.
Tras emitir el viernes por la tarde un comunicado conjunto en el que anunciaban una separación “consensuada” y con "cariño y amistosamente", a Griffith se la vio por primera vez en público el sábado, mientras Banderas, de 53 años, aún no ha reaparecido
. La actriz estadounidense aparecía pensativa y con cara de cansancio mientras se ajustaba sus gafas de sol en el interior de su vehículo en los alrededores de la playa de Malibú
. Ese mismo día, según muestran varias fotografías, le llegó a su casa un ramo de flores.
La aparente tristeza de Melanie contrasta con lo sonriente que se mostró el jueves por la noche, cuando acudió sola a un acto de homenaje a la actriz Jane Fonda.
 Allí no dio ninguna indicación de que al día siguiente iba a presentar los papeles del divorcio y que ya contaba con una abogada que se lo tramitaría, según otra fuente citada por People.
 “Era todo sonrisas”, afirmó a la revista, aunque, en un posible matiz revelador, dijo que esa noche, para Griffith, “su cita” era Eva Longoria, con la que accedió a la gala y se mostró sonriente ante los fotógrafos.
Esa noche Melanie también lucía bien visible su anillo de casada y su famoso tatuaje de un corazón y el nombre de Antonio en su brazo derecho
. De hecho, una de las incógnitas es qué hará con esa declaración de amor permanente ahora que se ha divorciado. Habrá que esperar a sus próximas apariciones para resolver el misterio sobre la permanencia o eliminación del tatuaje.
Ambos actores se conocieron en 1995 durante el rodaje de la comedia Two Much, de Fernando Trueba.
 Al año siguiente contrajeron matrimonio y tuvieron a su hija Estela, que en septiembre cumplirá 18 años
. Amigos de la pareja aseguran que decidieron esperar a que su hija fuera mayor de edad para poner fin a su matrimonio.
 En los últimos años han sonado con fuerza los rumores de separación, ya fueran por supuestas infidelidades de Antonio o por los problemas de adicción al alcohol y las drogas de Melanie.
 Según la revista US Weekly, el divorcio no es fruto de infidelidades sino simplemente del “desenamoramiento hace un tiempo”.
Duraron demasíado....

 

Por qué el fenómeno literario de los últimos años no llega a España................................................... Miqui Otero



Escribió George Orwell que el único crítico literario válido es el tiempo.
 Y ese único crítico literario de fiar, los años, es el que ha bendecido con creces Stoner.
Esta novela, del estadounidense John Williams, que en su día ganó el National Book Award pero que nunca fue consagrado como un escritor memorable, se publicó en 1965.
 Pero ha sido este año, medio siglo después, cuando ha encontrado cientos de miles de lectores en todo el mundo. Es un extraño fenómeno que se ha venido fraguando desde hace tiempo: en la primera década de este milenio, Stoner apenas había vendido 5.000 ejemplares
. Pero 2013, medio siglo después de que el autor le explicara a su agente que para él era consuelo suficiente haber presenciado cómo su tipógrafa lloraba de emoción mientras tecleaba el capítulo número 15, fue su año: entre junio y noviembre, por ejemplo, vendió casi 150.000 ejemplares en EE UU.
“Stoner' es una discreta oda al trabajo bien hecho. y lo han comprado 20.000 personas en nuestro país. Que amen el trabajo bien y hecho y sepan leer de verdad debe de haber 30.000 personas en todo el país. Las demás, ramonean por las praderas.

Por eso estamos tan mal”.
-Enrique Vila-Matas
Dicen los especialistas que en un país en el que el autobombo marca el ritmo del progreso y del éxito es extraño que funcione una novela sobre un tipo que representa precisamente la renuncia a lo espectacular y en cierto modo el conformismo (que, incluso, elude ir a la guerra), pero es que en Europa ha explotado aún más.
 Desde que triunfó en Francia en 2011, ha vendido unas 200.000 copias en Holanda y unas 80.000 en Italia.
Sin embargo el primer país europeo donde se editó es precisamente donde el fenómeno no ha terminado de cuajar: España.
 A nuestras fronteras lo trajo Baile del Sol, una editorial tinerfeña que la ha seguido reimprimiéndolo, mimando de cerca su progresión como se cuida a una mascota querida. El editor Tito Expósito recuerda que olió el boom:
 “En 2009, leyendo una entrevista a una autora francesa a la que admiro, Anna Gavalda, decía que había leído una novela que le había gustado mucho y que le había propuesto a su editor que comprara los derechos para publicarla en Francia y ella se encargaría de traducirla.
 Me dije que si a Gavalda le gustaba esta novela y a mí me gustaba Gavalda, seguramente me gustaría también Stoner.
 Después de contactar con la editorial norteamericana que la había reeditado, pudimos hacernos con los derechos para castellano.
 Nuestra primera edición salió en diciembre de 2010, por lo tanto fuimos los primeros en editarla en Europa”.
Así, el libro fue la primera promoción a gran escala de Expósito. Stoner se vio inmersa en el carrusel promocional, rodeada de otros ejemplares de promoción ensobrados que se acumulan como torres de Watts en las mesas de los periodistas y los brotes fueron naciendo pronto: una reseña de Rodrigo Fresán la dio a conocer al público.
 Después de que Enrique Vila-Matas publicara otra en EL PAÍS, el libro llegó a los 20.000 lectores.

"'Stoner' le habla. ¿Le escucha?"

Su protagonista, William Stoner, hijo de unos campesinos de Misuri que lo envían con gran esfuerzo a estudiar a la Facultad de Agricultura, encuentra su vocación en una pregunta, la que le formula uno de sus primeros profesores:
“El señor Shakespeare le habla a través de 300 años, señor Stoner, ¿le escucha?”.
El protagonista quiere escuchar, pero no entiende. Shakespeare le habla aún en un idioma incomprensible, tan inútil como el esperanto y tan raro como el kazajo.
 Pero en esa incógnita, y no en una certeza, encuentra la epifanía que lo empuja a abandonar su carrera y a dedicarse a una vida de abnegación monacal para estudiar lo que realmente le quiere decir. John Williams procede luego a explicar la vida de este antihéroe, que encaja humillaciones sin esbozar muecas de Bisolgrip forte, sin alardes, con estoicismo casi sadomasoquista.
 Su historia de vida, un elogio de la anécdota mínima y de la importancia de los gestos, nos habla ahora a través de cincuenta años.
“La gente está deseando que le recomienden libros que no procedan del marketing que lo domina todo", recuerda ahora Vila-Matas.
"Fue raro que gustara tanto Stoner, pues a fin de cuentas narra una existencia inmóvil y sin colorido. Pero su éxito viene del eficaz estilo de John Williams, que, por ejemplo, satiriza con genio la sordidez del mundo universitario o transforma una mínima disputa conyugal en tragedia.
 Todo lo anodino cobra el sabor de los viejos mitos”.
Sin embargo, esas cifras son llamativamente inferiores a las de otros países. ¿Es una cuestión cultural?
 Puede, pero Stoner está triunfando en Europa y América a la vez. ¿Es una cuestión de tiempo? “Creemos que seguirán sus ventas y seguirá ampliándose su número de lectores", comenta Expósito. "No se trata de un libro de consumo inmediato y temporal sino, como toda obra maestra, un libro que se va conociendo gracias al boca a boca y al gran número de fans que va adquiriendo.
 Su difusión se comporta como la humedad, que va penetrando poco a poco pero termina abarcando lo inimaginable, en el fondo, se ha convertido en un producto de transmisión viral”.
Vila-Matas es más pesimista: “Es, además, una discreta oda al trabajo bien hecho. Stoner lo han comprado 20.000 personas en nuestro país”, explica Vila-Matas
, “Que amen el trabajo bien y hecho y sepan leer de verdad debe de haber 30.000 personas en todo el país. Las demás, ramonean por las praderas. Por eso estamos tan mal”.
¿Qué tiene esta novela haber triunfado 50 años después?
John Williams le dijo a su agente en que no quería que vendieran su libro como una “novela de campus” más. Sin embargo, en las novelas de campus todo tiene una lógica interna que las vuelve irresistibles
. El azar cómico puede derivar en tragedia (como cuando en La mancha humana, de Philip Roth, el profesor se refiere a dos alumnos ausentes con el término spook, que sirve tanto para hablar de fantasmas como para menospreciar a los afroamericanos) y la cadencia vital más monótona puede resultar tronchante, como en Decadencia y caída, de Evelyn Waugh, o como en La suerte de Jim, de Kingsley Amis (en el que el profesor en cuestión acaba sufriendo un colapso nervioso que lo empuja a decir en público, tras encadenar demasiadas resacas, que la Vieja Inglaterra, tema de la asignatura que imparte, sólo interesa a los “aficionados a la cerámica artesanal, a la agricultura orgánica, a la flauta de pico, al esperanto…”).
Sin embargo no hay distancia irónica ni vocación de chanza en Stoner más allá de lo paradójico del nombre del protagonista.
 Si Stoner podría sonar a personaje de película de Cheech y Chong (en la acepción de fumador de marihuana), en realidad él sólo quiere vivir una vida convencional de reposo y estudio, de educación y descanso, que se ve saboteada una y otra vez por las maniobras pasivoagresivas y altamente arteras de su esposa infeliz. “El autor condensa con verdadero genio, en 400 páginas, sesenta años de vida, sin olvidarse de ningún personaje”, apunta Vila-Matas.
William Stoner vive así:
 “Cuando no estudiaba ni escribía peparaba clases, corregía ejercicios o leía tesis”. Una vida tan anodina como la de otra novela que salió publicada a contracorriente, en el momento de la algarada de la beat generation: El hombre del traje gris, de Sloan Wilson.
 Allí, en una casa también en ruinas, el matrimonio protagonista porfiaba por su porvenir y solo cosechaba interrogantes: “Tom y Betsy, de rodillas, se afanaron en revocar la grieta y repintaron toda la pared; pero cuando la pintura estuvo seca la gran escotadura junto al suelo quedó perfectamente visible y arrancando de ella el trozo curvado que subía hasta el techo dibujaba un signo de interrogación”.
Un signo de interrogación con el que arranca, también, Stoner.
 Cuando vive su epifanía, William mira el cielo gris del campus que ya no lo oprime, “como si viera una posibilidad que no sabía nombrar” (aunque, como se apunta en otra novela de formación, Las tribulaciones del estudiante Törless:
 “Apenas expresamos algo lo empobrecemos singularmente.
 Creemos que hemos descubierto en una gruta maravillosos tesoros y cuando volvemos a la luz del día sólo traemos con nosotros piedras falsas y trozos de vidrio”).
En esa incógnita crece una historia en la que el hombre humilde que salva su futuro por la vía del humanismo pronto ve cómo se aleja de sus padres más primarios (una mezcla de desapego tierno, de empatía penosa y a contrapelo, similar a la que siente John Fante por sus progenitores italoamericanos en novelas como Llenos de vida). Stoner plantea una paleta de personajes increíblemente mezquinos que presentan como favores las peores tretas.
 Un libro en el que cada gesto cuenta, del mismo modo que una fotografía robada a alguien cuando no posa explica mucho más de esa persona que una confesión católica o una autobiografía.

Todo atado................................................................................. Carlos Boyero


El rey Juan Carlos. / Bernardo Perez

Es probable que la poesía de Valéry y el teatro de Oscar Wilde sientan con el paso del tiempo la amenaza de que el polvo se encapriche de ellos pero es imposible que el genio y la lucidez que volcaron en frases y aforismos pierdan su valor y su exactitud
. Por ejemplo: me parece incontestable la seguridad de Valéry en que la política es el arte de impedir que la gente se ocupe de lo que verdaderamente le atañe.
Resulta mareante la sobredosis de información sobre las primarias del PSOE para elegir secretario general
. En todos los medios. Y admites que la identidad del nuevo boss de ese partido tan socialista, obrero y español pueda convertirse en asunto de máxima trascendencia para los que viven del partido e incluso para los que militan en él, pero resulta delirante presuponer que esa elección preocupa mínimamente al resto del personal.
 Para verificarlo pueden preguntar en las colas de las oficinas del paro o interrogar a los que ya ni siquiera se toman la inútil molestia de seguir buscando trabajo.
 Eso al menos es lo que pensamos los demagogos, populistas, frikis y bolivarianos, términos utilizados despectivamente por los muy nerviosos secuaces de los dueños del tinglado (que manía les ha dado con intentar diferenciarse en el eterno simulacro asegurando que son de derecha, de centro, o de izquierda) y que a unos cuantos nos empiezan a sonar a gloria bendita.
La otra cuestión que pretende monopolizar el supremo interés de los españoles es la excesiva tabarra que están dando todos los mecanismos del poder sobre la inmejorable salud que disfruta la imprescindible Monarquía.
Están acorazando hasta límites escandalosos y en todos los frentes el lema de que España fue próspera, bienaventurada y feliz gracias a los generosos esfuerzos, la cátedra en democracia y la incuestionable honradez de la Monarquía.
 ¿Qué mente y espíritu medianamente sensato podría cuestionar verdad tan transparente y las dimensiones épicas de la familia real?
 Pero sería un detalle que le permitieran opinar al amado pueblo, aunque no tengo la menor duda de que si se convocara un vano referendo, la realeza tendría un apoyo y un amor aun superiores a los que logró Franco en sus plebiscitos y referendos.
 Para oprobio de los cuatro zumbados que dudan de la legitimidad divina y terrenal de los reyes.

Rubén Cortada: objeto de deseo catódico.............................................P.aloma Abad

Un encuentro con el icono televisivo del momento.

De La Habana a protagonista de ‘El Príncipe’, la serie que revienta audiencias.

Cortada con jersey de Louis Vuitton. / Gonzalo Machado
Decia una amiga mia que en Cuba se notaba que a los cubanos les gustaba las mujeres, así en general, que cuando te sacan a bailar da igual como eres solo que sepas moverte según marquen ellos los compases....y es cierto, no eres imbisible al contrario, demuestran que les gustas....
Ramiro Arribas viste chaqueta de cuero y camisa azul arrugada.
 Tiene marcado acento cubano. Sentado sobre una mesa de trabajo con Sira Quiroga, pregunta a la dama qué tomará para beber.
 La mira. Aparta la mirada. Lentamente, vuelve a dirigir sus ojazos verdes hacia ella
. En los diálogos de esta escena, al actor se le notaba muy verde. Pero destilaba un magnetismo y un erotismo implícito difícil de describir.
Fue la primera aparición que Rubén Cortada (Isla de la Juventud, Cuba, 1984) preparó para El tiempo entre costuras en 2011.
 Poco podría imaginarse entonces que aquella serie, que tardó casi dos años en estrenarse, acabaría poniéndolo en el mapa interpretativo español el pasado otoño.
Nueve años antes, Rubén Cortada era un estudiante de Ingeniería Automática en La Habana como tantos otros
. Su imponente físico pasaba desapercibido entre tantos otros cubanos con cuerpo escultural y acento hipnótico.
Tan solo era un muchacho ávido por conocer mundo
. Así que cuando unos amigos lo convencieron para viajar a Europa, no se lo pensó dos veces
. Y ahí comenzó su auténtica travesía vital. Tardó poco en convertirse en modelo mediante un contrato con la agencia View en Barcelona. La ingeniería quedó aparcada.
Más que ser modelo, Cortada intuyó en la profesión una plataforma que le permitiría ganar dinero y viajar por el mundo de forma gratuita.
 Lo recuerda hoy a media tarde en un estudio fotográfico madrileño antes de la sesión que ilustra estas páginas. “Tenía hambre de aventuras y me dejé llevar.
Si no hubiera dado aquel paso, ahora sería ingeniero en La Habana”. Alto, fibroso, extremadamente educado y vestido como cualquier otro treintañero que puedas encontrar por la calle, la estrella rememora sus pinitos como modelo en Barcelona, París, Milán, Nueva York, Los Ángeles, Londres… Lo ficharon desde Jean Paul Gaultier hasta Dolce & Gabbana, pasando por Guess y Calzedonia
. Pero un día se cansó. Sintió que lo trataban como un pedazo de carne y no daba de sí todo lo que podía. Así que volvió a la casilla de inicio
. En su patria estaba la respuesta a todos sus interrogantes.
Una tarde calurosa en La Habana, Humberto Rodríguez lo vio llegar caminando por el Malecón. Llevaba camiseta, pantalones cortos, unas chanclas y una gorra
. Cortada iba en su busca porque quería convertirse en actor
. Hizo una prueba y entró en el grupo de teatro para aficionados que dirige Rodríguez, uno de los más reputados mentores del país, de cuya escuela han salido consagrados como Jorge Perugorría. “Durante un año le di clases de actuación, dicción, expresión corporal e historia del teatro”, recuerda hoy al teléfono el maestro. “Trabajábamos desde que empezaba el día hasta bien entrada la tarde. Rubén atesora muy buena imagen, es obvio, y una voz excelente.
 Tenía vocación. Y talento. Así que solo tuve que inculcarle el tesón del oficio”.
El actor viste pantalón de cuero y zapatillas de Loewe. / Gonzale Machado
Curtido con Humberto Rodríguez, Cortada se lanzó a cruzar de nuevo el charco.
 Aterrizó en 2009 en España. El último consejo que había recibido de Rodríguez antes de partir fue que tuviera claro que ya no era modelo, sino actor.
“Y así tenía que presentarme al mundo”. Ya en Madrid, solicitó audiencia ante quien ahora es su representante, Kalia Garzón.
 Juntos planearon una estrategia. El primer casting fue un fracaso. Su acento no encajaba.
Se había preparado el personaje del Güero para la adaptación televisiva de la novela La reina del sur, pero el narcotraficante ideado por Arturo Pérez Reverte era mexicano.
 No le dieron el papel. “El director de casting era muy amigo mío y me dejó ver las pruebas”, explica hoy la agente
. “En ese momento me di cuenta de que si no hubiera sido por el acento, el papel hubiera sido suyo. Se comió la cámara”. KO al primer asalto.
Tras aquel revés inicial, encontró acomodo en Bandolera, una serie diaria de sobremesa que emitía Antena 3 en 2011.
 Durante 11 episodios se metió en la piel del fornido Jorge Infante, el capataz cubano de los Viñedos Reeves.
 Acababa de lanzarse a los leones.
 De contar con meses para ensayar obras de Federico García Lorca o Carlos Felipe en La Habana, pasó a memorizar guiones kilométricos en menos de 24 horas.
 Su vida se redujo a pasar noches en vela estudiando. Así lo recuerda el director de la serie, Joan Noguera.
 “Cuando llegó estaba todavía muy verde. Se le notaba que venía del mundo de la moda, pero con el ritmo frenético de una serie diaria tardó poco en espabilar”.
Al tiempo que vencía el sueño durante el rodaje de Bandolera, las directoras de casting Eva Leira y Yolanda Serrano se las veían y se las deseaban en busca de alguien que diera vida a Ramiro Arribas, el truhán engatusador por el que Sira Quiroga lo deja todo en la novela de María Dueñas El tiempo entre costuras.
 Las dos llevaban más de cinco meses haciendo pruebas y no daban con un galán que, con solo hacer acto de presencia, pudiera volver loca de amor a la protagonista de la adaptación televisiva.
Una amiga del dúo, relacionada con el mundo de la moda, puso a Leira sobre la pista de Cortada.
 No sabían nada de él. Pero le llamaron para una prueba de cámara.
 Necesitaban un personaje arrebatador. Estaban a punto de encontrarlo.
Los gestos cautivaron a las directoras de casting. 
Su mirada, atenta y esquiva por momentos, transmitía el mensaje
Cuando Yolanda Serrano lo vio por primera vez, corrió a cuchichear con su compañera.
 “¡Es el tío más guapo que he visto en mi vida!”
. A continuación, Yolanda se sentó con él a ensayar la prueba
. En la escena, Ramiro y Sira se encontraban en un café y él le preguntaba qué quería beber
. No fueron las palabras, sino los gestos, los que cautivaron a las directoras de casting. Su mirada, atenta y esquiva por momentos, transmitía el mensaje.
 Era capaz de seducir con solo apartar la vista. Si alguna vez hacer la comanda en una cafetería ha podido tener un sesgo erótico fue aquella.
Las directoras de casting sabían que no iban a encontrar a un Ramiro más atractivo y magnético que Cortada
. Aunque tenía un inconveniente: el acento. Nadie que hubiera leído el libro de Dueñas (fue el más vendido de 2012) se creería que Ramiro Arribas era cubano.
 Tuvieron que vérselas con los productores, a los que convencieron de que el doblaje era una buena opción. Quizá la única.
“Habíamos visto a más de 30 actores diferentes para este papel, que fue el último en cerrarse, y ninguno encajaba.
 Además, el tiempo apremiaba. No hay nada como tener poco tiempo para que las cosas salgan adelante”, dice Leira.
Pasaban los meses y El tiempo entre costuras, una producción cara (el presupuesto de cada capítulo rondó el medio millón de euros) y ambiciosa, no se estrenaba.
 Desde su rodaje en 2011 hasta finales de 2012, cuando Rosa Estévez lo llamó para entrar en El Príncipe, Rubén Cortada no encontró trabajo.
 Al fin y al cabo, solo había aparecido durante 11 episodios como secundario.
“No necesito mucho para vivir, así que pude sobrellevarlo”, recuerda hoy el actor.
 “Hice de todo, desde cargar y descargar camiones hasta mudanzas”. El infalible espionaje vía YouTube proporciona pistas sobre sus otras facetas durante aquel tiempo.
 Un anónimo lo grabó participando en una coreografía grupal del tema Checherereche, de Gustavo Lima.
 Al más puro estilo zumba. Medio millón de internautas ya han reproducido el vídeo de su dionisiaco menear de caderas.
 “Tenía que mantenerse con algo”, justifica su representante.
 Pero volvamos a finales de 2012.
Rosa Estévez llevaba entonces dos años buscando personajes para El Príncipe, uno de tantos proyectos televisivos de los que no se sabía si verían la luz.
La biblia de la serie (en el argot de la industria, el libro en el que se incluye el esqueleto de la producción) se había modificado varias veces.
 En una de aquellas reformulaciones se introdujo a un nuevo personaje: Faruq, el hermano malvado de Fátima, la protagonista.
 Su perfil debía corresponder con un hombre de rasgos árabes, físico ­hercúleo y una mirada inolvidable
. La directora de casting buscó “en Oriente Próximo, lejano y parte de Occidente” sin encontrar un actor capaz de quitar el sentido a las televidentes. Telecinco acababa de partir peras con Miguel Ángel Silvestre (anteriormente El Duque en Sin tetas no hay paraíso).
La cadena necesitaba un nuevo objeto de deseo con el que reemplazarlo.
Cortada con sudadera de Loewe y bermudas de Nike. / Gonzalo Machado
Rosa Estévez se acordó de aquel “chulazo cubano” que un tiempo atrás le había enseñado Kalia Garzón y pidió unas fotos suyas actuales.
 Su piel morena podría hacerle pasar por marroquí.
Y su físico le encantaría a Telecinco. Pero no encajó a la primera.
 “El casting fue horroroso.
 Tenía un acento terrible. Tal y como se presentó ese día, no daba el perfil para interpretar a un traficante ceutí”, recuerda Estévez. Pero se quedó con el runrún en la cabeza. Había entrevistado a más de ochenta actores y ninguno de ellos irradiaba el carisma de Cortada.
“Me llamó la atención el aplomo y la seguridad que mostraba, teniendo tan poca idea de ser actor”, dice hoy Estévez
. Así que cogió el toro por los cuernos y empezó a trabajar con él, al tiempo que le recomendó un buen logopeda.
 A los dos meses repitió la prueba y el avance fue espectacular.
 Los productores de la serie le ofrecieron al cubano una solución in extremis: si en tres meses más conseguía hablar con acento español, el papel sería suyo.
 El pasado 4 de febrero, Rubén Cortada volvía a colarse en la parrilla televisiva española.
 En su primera escena ya iba sin camiseta, con el pelo rapado, un sello dorado en el dedo anular y una gran cadena de plata al cuello
. Se había transformado en Faruq, uno de los más peligrosos vecinos del ya de por sí conflictivo barrio de El Príncipe, en Ceuta.
 El primer episodio obtuvo un 21,9% de cuota de pantalla, y la serie fue líder de audiencia en todas sus emisiones.
Fe ciega, el capítulo que cerró la temporada, mantuvo a más de seis millones de españoles pegados al televiso. Y estalló la pasión por Rubén Cortada.
Uno de los últimos revuelos en torno a su figura tuvo lugar el pasado 18 de marzo en El Corte Inglés del madrileño paseo de la Castellana.
 Las dependientas que trabajaban aquella mañana no recuerdan haber visto jamás una aglomeración semejante.
En el centro del remolino, el icono se dejaba fotografiar al lado de un cartelón de Loewe Perfumes. “El retorno que tiene es increíble”, explica Kalia Garzón, representante del cincelado agitador de masas.
 “Me miran más por la calle, pero intento seguir con mi vida”, dice hoy el actor.
“Es una esponja”, sintetiza el director de El Príncipe, Ignacio Mercero, que ya había coincidido con Cortada en El tiempo entre costuras.
 “Tiene la cabeza muy bien amueblada y sabe perfectamente lo que tiene que mejorar”.
 Rosa Estévez vaticina que su ambición y su aplomo le abrirán muchas puertas.
“En el cine español hacen falta miradas elocuentes, y su primer plano es impagable.
 Aunque debe seleccionar bien los proyectos en los que entra, priorizando el tipo de personaje y el argumento antes que el medio en el que se va a proyectar”.
Pero ¿quién es realmente Rubén Cortada, más allá de un actor con un cuerpo escultural?
 Hijo de un ingeniero hidráulico y una microbióloga, dice haber crecido feliz en Isla de la Juventud (a 60 kilómetros al sur de Cuba) y haber formado parte del equipo nacional de tenis hasta los 15 años. Poco más se sabe de su vida.
 Al ser preguntado si tiene una hermana, responde: “Ni confirmo ni desmiento que la tenga”.
Es como darse contra un muro que no está dispuesto a ceder. Su representante interviene: “Reivindicar la vida privada no es ocultar algo.
Nos dedicamos a crear ilusiones.
Cuanto menos lo conozcan como persona, más se creerán los personajes” .