Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

19 abr 2014

Trajes en la basura....................................................... Boris Izaguirre

El avión del rey volvió a fallar y el monarca casi se pierde la copa que lleva siu nombre.

¡Quizás deberíamos hacer una colecta!

 

Jugadores del Real Madrid celebran el triunfo de la Copa del Rey. / SANTI BURGOS

¿Eran tan culpables los trajes hechos a medida por la trama corrupta Gurtel como para tener un final tan brutal, ignominioso, triste: A la basura?
Ni sus sastres, ni quienes los mandaron a hacer ni quienes los recibieron como regalos conocieron otra fortuna que la inocencia y el punto final de la justicia y solo los trajes terminaron allí, despojos sin destino.
Es cierto que los trajes lamentablemente no hablan y seguramente tampoco recuerdan pero hacen recordar.
Por unos años creímos que servían como pruebas o al menos momentos de una época hilvanada de regalos y sobornos , mensajes apasionados en los teléfonos, todo aquel lleva y trae que fue Gurtel. Esta semana la justicia ha decidido echarlos a la basura despojados de sus etiquetas, sin identidad, con la argumentación de que “a nadie le interesan”
. Quizás sea una exageración pero esos trajes de Gurtel en la basura podrían haber servido como una muestra de Arte Degenerado de la Burbuja Inmobiliaria. .
 Una vez mas la justicia y la sociedad española se enfrentan al mundo del vestir, con desdeño, tratando a la ropa como algo absolutamente baladí.
 Sin importancia en un tiempo sin costuras. ¡Cuando esos trajes enredaron y después desenredaron toda la trama!
Sin ellos no habríamos descubierto que existía una sastrería de nombre Forever Young y todo un estilo político, una forma de coser y cantar.
 Por siempre joven es realmente un nombre curioso para una sastrería adulta que abastecía de tela y nuevos modelos a la cúpula política del PP valenciano.
 Y lleva implícita en su rubrica una sensación de coquetería, de que sus prendas podrían cubrir esa anhelado deseo de sentirse Forever Young, siempre joven y a salvo
. Que mala gente hay que ser para dejar que esa maravilla de trajes ,que te dejaban hecho un primor, terminen ahora en un contenedor de basura, como cadáveres que nadie quiere reconocer, trapos sin pasado ni dirección postal.
Nuestra memoria es corta y nuestra vanidad larga, pero uno de los grandes momentos de toda la sastrería Gurtel fue cuando el ex presidente Camps se mando a confeccionar unos chaqués para su visita a el Vaticano y pidió que uno de ellos fuera blanco, blanco roto , porque al parecer el protocolo para la visita papal permite llevar ese color de traje de etiqueta.
 Mucha gente, tanto del mundo de la moda, como del estilismo y tweeter se quedaron patidifusos. Pocos sabían de la existencia de esa opción de chaqué para la visita. En Forever Young si lo sabían y lo confeccionaron sobre la envidiable silueta del President Camps que se le apareció así a Benedicto XVI, como si fuera un caballero del Santo Grial o la Blanca Paloma.
Aunque ya a nadie le importe, la culpa de los millonarios apaños de Gurtel no la tienen ni los trajes ni los sastres sino la TELA, la burbuja inmobiliaria, la obstinación por hacer de Valencia un referente estético y económico
. El saco sin fondo de las mayorías absolutas o, ya vistos, hasta la boda de Ana Aznar que termino por enloquecer al padre de la contrayente, los amigos que regalaron miles de euros en megafonía e iluminación y desde luego a nosotros mismos ,los contribuyentes, que en algún forro, botón o cremallera habremos contribuido .
No sabremos como vestirán los procesados por todos esos cursos de formación inexistentes que brotan en Andalucía. De momento en la cárcel de Sevilla han pintado con rayas amarillas toda la entrada para evitar el flujo de periodistas, visitantes, familiares de los posibles presos.
 “Se va a liar una en esa prisión” sentenciaron en el programa de Ana Rosa, cuando conectaron con la cárcel para saber si allí iría Ortega Cano después de Semana Santa y vieron ese extenso rayado protector. Los cursos de formación terminaran impartiéndolos entre rejas.
Da también mucha tristeza el fallecimiento de Junior
. Es el final de una de las historias de amor mas verdaderas de nuestra historia musical: Rocío y Junior fueron un tipo de pareja que perpetuaban la inocencia perdida en los años sesenta.
 Y aunque durante los días posteriores a la muerte de la Durcal, los hijos se pelearan con Junior por la herencia, al final todo quedo en un malentendido que poco a poco se silencio en la prensa del corazón mientra
s Junior era esa imagen del viudo esperando que el destino decidiera. Los años sesenta españoles, su parte dulce, joven y de comedia ligera, se han marchado con el.
Quizás por el eclipse lunar, quizás porque el mundo árabe tira mucho, el avión del rey volvió a fallar y el monarca casi se pierde la copa que lleva su nombre. ¡Quizás deberíamos plantear una colecta para cambiar esos aviones de una buena vez!
 La copa se la llevo Madrid pero el interés general sigue atento al l triunfo del Atlético de Simeone. Los goles de su equipo desvelan que los equipos millonarios no garantizan éxitos con sus contrataciones megalómanas.
 En el futbol y en la calle lo que gusta es lo humilde.
 Otra demostración de cómo nos ha cambiado la crisis: madridistas y barcelonistas acérrimos se alegran de la buena fortuna de los rojiblancos porque lo ven como una lección, el triunfo de David sobre Goliat.
 Mas pena aun por los trajes de Gurtel, no tuvieron un David que los salvara de su triste final.

El mundo empieza a despedir a Gabo


Una mujer lleva unas flores a la casa del escritor en México. / R. Valtierra

Mercedes Barcha, la compañera de vida de Gabriel García Márquez, pasó el día después de la muerte del escritor rodeada de familiares y amigos en su casa del sur de la Ciudad de México, en un barrio que se asemejaba este viernes, por sus calles empedradas y los árboles en flor, a un pueblito en plena primavera.
 Aquí vivían juntos desde hace más de tres décadas.
 Los dos teléfonos móviles de Barcha no pararon de sonar durante todo el día. El cuerpo del escritor había sido incinerado horas antes en una funeraria cercana, a unas cuantas calles del domicilio, en una ceremonia privada de la que no se conocen más detalles.
La despedida pública del Nobel de Literatura, en cambio, se antoja multitudinaria
. El lunes por la tarde será homenajeado en el Palacio de Bellas Artes, en el centro histórico de la ciudad en la que residía desde la década de los sesenta.
 Allí se han rendido honores a otros grandes de la cultura local como Mario Moreno Cantinflas o el también escritor Carlos Fuentes, despedidos como príncipes.
 El presidente de México, Enrique Peña Nieto, y su homólogo de Colombia, Juan Manuel Santos, estarán presentes en el que se espera masivo homenaje al colombiano más mexicano, como muchos se vanaglorian en decir en el mundillo cultural de la capital, mientras en su país natal se guardan tres días de luto oficial y mandatarios y personalidades de todo el mundo envían sus condolencias.
  La ceremonia del lunes será la más importante de la multitud de actos en recuerdo del escritor y su obra que se esperan en distintos países, que coinciden con la celebración, el próximo miércoles 23, del Día Internacional del Libro.
El escritor será homenajeado en el Palacio de Bellas Artes el lunes por la tarde.
 Allí se ha rendido homenaje a otros grandes de la cultura como Mario Moreno Cantinflas o Carlos Fuentes
Hasta el homenaje del lunes, no habrá más que silencio por parte de la mujer y los dos hijos del matrimonio, Gonzalo y Rodrigo.
 Este último escuchó desde la puerta de la vivienda, con gesto grave, cómo una funcionaria de la cultura mexicana anunciaba que el cuerpo del novelista iba a ser incinerado y pedía respeto y privacidad para los suyos
. Jaime Abello Banfi, un amigo personal del escritor y director de la escuela de periodistas que deja como legado, se pronunció en ese mismo sentido, recalcando que la familia quiere vivir momentos de tranquilidad durante el fin de semana.
El periodista mexicano Jacobo Zabludovsky, de 86 años, fue de los pocos que hablaron al salir de la vivienda donde el escritor murió el jueves pasando el mediodía.
Señaló que en el interior la familia buscaba tranquilidad y abstraerse un poco del ruido que ha generado la desaparición de uno de los escritores más laureados y queridos del mundo.
Zabludovsky estuvo en Estocolmo acompañando a García Márquez en la ceremonia en la que le otorgaron el Premio Nobel de Literatura, en 1982.
 Pero no guarda en su memoria con tanto cariño ese día —en el que el colombiano rompió el protocolo y recogió el galardón vestido de blanco— como de la mañana siguiente.
 Los dos fueron juntos a corroborar el premio literario más importante del mundo ante un notario sueco y allí les ofrecieron réplicas de la medalla que un día antes había colgado del cuello del escritor.
 Mercedes Barcha les regaló una a todos los presentes. Al salir de la casa este viernes, le preguntaron a Zabludosky qué iba a hacer con su copia. “¿Qué quiere que haga? ¡Quedármela!”, contestó con la fuerza aplastante de la lógica. Dijo que su amigo era uno de esos personajes singulares y privilegiados que deja un mundo mejor que el que encontraron al nacer.

¿Y cuál fue la última vez que se vieron los dos amigos? “Hace un par de meses en una reunión de unas cuantas personas.
 Era siempre un motivo de fiesta, de alegría”, señaló el comunicador, seguramente refiriéndose al 87 cumpleaños del escritor colombiano. Cada año, el matrimonio, que tenía más bien una vida pública discreta, celebraba por todo lo alto la efeméride.
No por conocida, la historia de cómo se fraguó en México el libro más celebrado del escritor, Cien años de soledad, ha perdido interés.
 Ya casi forma parte del epílogo del libro. Camino a Acapulco, la playa más cercana al DF, a poco más de 400 kilómetros en carretera, el escritor colombiano cayó en la cuenta del estilo en el que tenía que empezar a escribir su novela más ambiciosa. Se dio la vuelta sin pisar la arena ni ver el mar y se encerró en una habitación de su apartamento del DF a escribir compulsivamente.
Vendió el coche y dejó en manos de Barcha la precaria economía familiar
. De ser un escritor interesante y con talento, un meritorio al lado de otras figuras entonces más conocidas como Mario Vargas Llosa o Julio Cortázar, García Márquez pasó a ser una celebridad
. Un hombre agasajado por la calle. Querido. Amado. Buscado. Esa fama, en ocasiones, le molestaba.
“Hay dos lugares que son estupendos: México, porque es una ciudad tan grande y tan compleja que ya no se sabe si estoy o no estoy.
Entonces cuando voy a escribir me llevo mis maletas para México y me encierro allá y escribo tranquilamente allá.
 Y, además, allá tengo mi biblioteca de trabajo
. Y luego la costa, donde no me ponen ni cinco de bolas.
 Me saludan, me dicen y tal pero nadie se detiene a soltarme la filosofía”, le contó un día Gabriel García Márquez al periodista barranquillero Ernesto McCausland.
La ciudad monstruosa en la que podía esconderse aguarda hasta el lunes para despedirle como uno de los más grandes.
 Aunque le fastidiara.

luto en la tierra y en macondo Muere Gabriel García Márquez: genio de la literatura universal

  • El escritor y periodista colombiano fallece en Ciudad de México a los 87 años. Obtuvo el Nobel en 1982 gracias a obras como 'Cien años de soledad'

Desaparece uno de los grandes escritores del siglo XX.
 El narrador y periodista colombiano, ganador del Nobel en 1982, fue el creador de obras clásicas como 'Cien años de soledad', 'El amor en los tiempos del cólera', 'El coronel no tiene quien le escriba', 'El otoño del patriarca' y 'Crónica de una muerte anunciada'.
Nació en Aracataca el 6 de marzo de 1927 y fue el artífice de un territorio eterno llamado Macondo donde conviven imaginación, realidad, mito, sueño y deseo
. Con él la literatura abrió rutas maravillosas.
 Fue uno de los protagonistas de la universalización del 'boom' de la novela hispanoamericana

18 abr 2014

Espias de Verdad...................................Arturo pérez Reverte....

No supieron morir de otra manera

Me quedan vivos un par de amigos espías, o que lo fueron, o están a pique de dejar de serlo. Espías de verdad, quiero decir, de los de antes, con alguno de los cuales comparto intensos recuerdos africanos que, hace ya diez o quince años, mencioné por encima en esta misma página. Con otro de ellos, más reciente, comí hace poco para charlar de nuestras cosas; y en el transcurso de la conversación me pidió que algún domingo dedicara un recuerdo a los siete compañeros que -noviembre de 2003, hace poco se cumplieron diez años- murieron en el combate de Latifiya, Iraq.
 Y aquí me tienen ustedes. Cumpliendo. 
Eran espías de verdad, no hurones de cloaca especialistas en Corinnas, Bárbaras y braguetas reales. Tengo ante mí en este momento la carta de uno de ellos a su familia; y yo mismo, que vivo de contar historias, no podría narrar mejor lo que aquellos siete compatriotas nuestros, más el que sobrevivió del grupo, hacían allí, en un podrido rincón del mundo.
 Si han visto ustedes aquella película -buenísima- de Leonardo DiCaprio y Russell Crowe sobre agentes en Iraq, dejarán poco espacio a la imaginación: hacían exactamente lo mismo, con la diferencia de que, en vez de tener detrás el respaldo de la nación más poderosa del mundo, tenían lo que ustedes y yo tenemos aquí.
 Fotografiaban a miembros de Al Qaeda cuando salían de las mezquitas, se entrevistaban con líderes chiítas radicales, vestían como árabes, trataban con traficantes de armas y asesinos, falsificaban los documentos de sus propios coches, bebían cerveza camuflada en latas de refresco, dormían con una pistola debajo de la almohada y salían cada día a la calle, a hacer su trabajo -eran humildes soldados de España, sin uniforme, en misión en el extranjero- pensando que quizá ése iba a ser el día en que los secuestraran y llevaran a una casa remota, escondida; y allí, donde nadie pudiera oír sus gritos, los torturaran durante días, como a bestias, antes de degollarlos ante una cámara de vídeo para que sus padres, mujeres e hijos pudieran verlo a gusto en Internet.
 Hacían todo eso que dije antes, cada día, recorriendo Bagdad, tragándose el miedo mientras escuchaban canciones de Sabina en el radiocasete del coche, o como se llame eso ahora.
 Hacían su trabajo con valor y decencia. Se ganaban el jornal.
 Hasta que un día, en la ruleta de la suerte, o de la vida, salió su número. 
Hay por ahí unos viejos versos un poco cursis, pero cuyo final es hermoso: No supieron querer otra bandera / no supieron morir de otra manera.
 Y así sucedieron las cosas aquel día en la localidad de Latifiya, cuando los malos -en toda guerra, no importa el bando, el malo siempre es quien te dispara- les tendieron una emboscada.
 Iban cuatro comandantes, dos brigadas y dos sargentos: ocho hombres en dos coches
. Los estaban esperando y los achicharraron a tiros.
 No fue un atentado de hola y adiós, sino un ataque militar prolongado, con intensa potencia de fuego: Kalashnikovs contra pistolas y un par de subfusiles de corto alcance.
 Con los coches a un lado de la carretera, medio volcados y hundidas las ruedas en el barro, los supervivientes se reagruparon como pudieron, manteniendo la cohesión del grupo según habían aprendido en la escuela militar, tumbados en el fangal, defendiéndose como gatos panza arriba, tiro a tiro. 
Tres ya estaban muertos, otro se desangraba.
 Los supervivientes enlazaron con Madrid por teléfono satélite, pero allí sólo pudieron transmitir las coordenadas a los americanos y escuchar disparos hasta que se cortó la comunicación
. Prosiguió el combate bajo un fuego intenso, ya sin otra esperanza que vender caro el pellejo, no regalarlo.
 Sin munición, encasquillado el subfusil, un sargento recibió orden de buscar ayuda o encontrar un coche que funcionara. «Si sales ahora te van a freír», le dijeron
. Lo último que oyó, a su espalda, fue: «Me han dado». Después, disparando sus últimos cartuchos, los que aún podían disparar lo cubrieron mientras corría agazapado. Casi lo matan cien veces, pero logró salir de la zona de fuego. 
Los otros siguieron disparando hasta agotar la munición y morir uno tras otro. Los atacantes tuvieron que rematarlos con granadas.
 Cuando el superviviente volvió al lugar con una patrulla de la policía iraquí, sus compañeros estaban muertos. Todos, exactamente en el mismo lugar en que los había dejado combatiendo. 
Eran ocho españoles. Estaban muy lejos de casa, haciendo su trabajo, y murieron resignados y profesionales, como quienes eran
. Como supieron ser. Se llamaban Zanón, Merino, Martínez, Lucas, Baró, Rodríguez, Vega y Sánchez
. No está de más que hoy los recordemos en esta página.