Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

6 abr 2014

La muerte de la discreción..................................................... Javier Marías

Siempre procuré sopesar lo que contaba y preguntaba. 
En lo segundo he llegado a ser tan cauto que luego, a veces, se me ha reprochado desinterés o indiferencia; con esas cosas se ha confundido mi enorme aversión al sonsacamiento
. Detesto a quienes lo preguntan todo o mucho y quieren estar “enterados” hasta de lo que les trae sin cuidado. Normalmente es gente que trafica con lo que averigua, que sólo ansía saberlo para relatarlo a su vez, para presumir de estar en el ajo y ofrecer primicias.
 Su discreción está excluida, es un concepto reñido con su naturaleza. Esas personas no sienten curiosidad pura, no se dan por satisfechas con estar al tanto, no son meramente fisgonas, sino chismosas: recaban información para aprovecharse de ella y transmitirla lo antes posible.
 Algunas se ganan así el aprecio o la tolerancia de otros: hay individuos insoportables que se hacen un hueco en la sociedad, y tienen amistades, tan sólo porque proporcionan cotilleos y entretienen con ellos.
 De otro modo serían solitarios, si es que no cuasi apestados
. No les queda más remedio que tirar a los demás de la lengua –eso para mí tan odioso–: es su manera de medrar y de ser aceptados.
Todo esto es viejo como el mundo.
 Lo que ya no lo es tanto es la proliferación mundial de estos sujetos, la conversión voluntaria de ingentes porciones de la población en eso, en irredentos cotillas.
 Para empezar, hay una exposición desaforada de lo propio, mezcla de impudor y narcisismo. En Facebook y Twitter la mayoría de sus usuarios relatan y muestran demasiado de sí mismos, a menudo para su arrepentimiento y con consecuencias desastrosas. 
Hay gente que ha perdido empleos por haber sido exhibicionista o bocazas en estas redes
. Hay delincuentes cretinos que han acabado en la cárcel por haberse jactado de sus hazañas en el ciberespacio, la vanidad los ha condenado.
 Ya hay legiones de jóvenes reclamando el derecho al borrado y al olvido de lo que “colgaron” un día, y lo tienen difícil, ahí todo deja imperecedero rastro.
 No hay mayor prudencia –al contrario– con lo que se cuenta de los otros.
 El planeta está lleno de imbéciles que fotografían con sus móviles cuanto se pone a su alcance, y nada les gusta más que captar una imagen inconveniente o prohibida de alguien más o menos famoso. De ellas sacan a veces beneficios crematísticos, y si no, “visitas”.
 Lo peor es que la falta de escrúpulos se ha extendido a los medios en teoría serios y responsables. Puesto que han de competir con millones de intrusos, no pueden perder todas las batallas andándose con miramientos.
Uno de los frenos o límites tradicionales a la hora de hacer público algo era la consideración del daño que podía hacerse con ello.
 También se tenía conciencia de que era fácil dar al traste con una operación militar o policial o de espionaje si se informaba de ella antes de tiempo
. Ahora es la propia policía –la española, al menos– la que en ocasiones divulga sus métodos y procedimientos para provecho de los criminales, que así sabrán qué errores deben evitar en el futuro. Y, por supuesto, a casi nadie le importa un pimiento poner en peligro la vida de quienes se han arriesgado llevando a cabo una misión –se supone– vital para su país y sus conciudadanos
. Leo que, del equipo de veintitrés hombres que se encargó de Bin Laden, sólo dos siguen vivos.
 El resto ha muerto en combate, lo cual parece mucha casualidad, dado que aún no se han cumplido tres años de aquella operación.
 Uno de los dos supervivientes, el que se cree que disparó contra el Enemigo Público Nº 1 –de ahí que su sobrenombre sea “El Tirador”–, volvió a la vida civil con mal pie.
Renunció a lo habitual entre los ex-Navy Seals –entrar como mercenarios en empresas de seguridad privada–, y al parecer “no tiene pensión ni seguro médico, sufre artritis, tendinitis, problemas oculares y dolores de espalda, todo producto de sus dieciséis años de servicio al límite.
 Su situación es tan mala que, pese a estar separado, vive con su ex-mujer en la misma casa por una cuestión meramente económica”. ¿Se ignora su identidad al menos, dadas las masas que querrían vengarse de él? Me temo que la sabrá quien lo desee.
En el mismo artículo se dice que, pese al secretismo inicial de la misión, en seguida se reveló que se había encargado el Team Six, la élite de los elitistas Seals, y que los integrantes del comando sabían que eso ocurriría. “Les doy una semana para soltar que han participado los Seals”, le dijo el otro superviviente –más avezado, autor de un libro– a un compañero mientras Obama daba la noticia. “Y una mierda”, le contestó su interlocutor.
“Yo no les doy ni un día”. Y así fue. “ABC News”, explica el reportaje, “incluso ofreció las pautas para reconocer a uno de estos supersoldados”. Se trata de contar y contar, lo que sea, caiga quien caiga, se le arruine la vida a alguien o se lo conduzca al matadero. “El Tirador”, por lo visto, vive aterrado, además de con penurias
. Ni siquiera existe un programa de protección para individuos como él, esos que permiten cambiar de identidad, trasladarse a un confín remoto del mundo y tener algún guardaespaldas a mano
. El hombre ha enseñado a tirar a su ex-mujer, a sus hijos a esconderse en la bañera, y guarda un cuchillo en su tocador “como último recurso”.
 Mal le pinta el futuro
. Así que sigan sonsacando, fotografiando, contando y “colgando”, pero no crean que no hacen daño a nadie. Empezando por ustedes mismos.
elpaissemanal@elpais.es

“Ser del PP no es apoyar la ley del aborto con un bolso de 3.000 euros”

Con uno de 6.000E seguro que si.


El presidente de Extremadura dice que con mayoría absoluta y sin IU habría cometido más errores.- No comparte las críticas de quienes le exigieron rectificar sobre la reforma

 

José Antonio Monago, en la sede de la Junta. / CLAUDIO ÁLVAREZ

José Antonio Monago, presidente de la Junta de Extremadura, mantiene un tenso pulso con el Gobierno por la reforma del aborto y la financiación.
 Ha impulsado una política tributaria que contradice la hoja de ruta del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.
 Le llaman barón rojo y verso suelto del PP. Monago (Quintana de la Serena, Badajoz, 1966) ha logrado que Extremadura cumpla el déficit y está dispuesto a enfrentarse al Ejecutivo para conseguir más recursos.
Pregunta. Ha publicado unas balanzas en las que dibuja una Extremadura agraviada cuando es la tercera comunidad mejor financiada. ¿Hace trampas?
Respuesta. No. Le pongo un ejemplo doméstico.
 Cuando uno analiza la situación de una familia, no solo analiza la situación de los que entran en nómina, sino también la casa, los servicios, si tiene agua caliente o si tiene piscina. Tratamos de hacer una llamada de atención sobre otra serie de déficits que tiene esta comunidad.
P. ¿Cuáles?
R. Vías de tren anteriores a 1887, ni un kilómetro de vías electrificadas... hay una serie de déficits históricos, y algunos datan de la época de Sagasta, que no nos permiten converger.
P. ¿Quién tiene la culpa?
R. Es una culpa histórica. De Sagasta para acá, se pueden repartir.
P. ¿Va a conseguir algo o es solo escenificación?
R. Por lo menos que no quede por no explicarlo. Que no quede por no exigirlo. No se entiende que venga aquí el comisario de política regional, Johannes Hahn, y dé un espaldarazo a Extremadura y no me lo diera el Gobierno de España. No quiero fondos para fuegos de artificio.
P. Trate de ser realista. ¿Hacia dónde va el Gobierno?
R. Hay dos mangueras: el fondo de cooperación interterritorial, que se ha ido estrangulando, y el fondo de competitividad
. Si se inyecta más a la manguera de la competitividad, estaremos haciendo menos España.
P. ¿Cree que va a ocurrir?
R. Hay gente que está apostando por eso. Y es un suicidio. Seríamos 17 taifas, unas con mayor nivel y otras de segunda.
P. Dijo que la justicia debería actuar ya contra Artur Mas.
R. La ley ya me está dando la razón. Ya está actuando el Tribunal Constitucional. La ley no se puede quebrar y él la ha quebrado hace muchísimo tiempo.
P. ¿No le parece que estas afirmaciones enconan el diálogo?
R. Está enconado porque Mas lleva ese diálogo a sus máximos extremos.
P. Ha acusado a González, Valcárcel, Fabra... de actuar como nacionalistas. ¿Y usted no lo hace?
R. No, porque no aspiro a anexionarme con nadie, ni a estar en un limbo de la indefinición.
Aspiro a estar en España y seguir construyendo España. Es una diferencia sustancial.
P. ¿Cómo se lleva con ellos?
R. En lo personal, bien. Hablamos. Con unos mejor que con otros, pero llevo mejor con los que forman parte de mi generación.
P. ¿Y con Montoro?
R. Hablo mucho con él. Discuto mucho con él. Yo sé que está muy satisfecho con Extremadura, así puede ir a Bruselas y cumplir el déficit español. Porque algunos hemos cumplido.
P. Dice que se lleva bien pero ha impulsado una política impositiva muy distinta...
R. Lo que he hecho ha sido impulsar políticas de crecimiento.
P. Su Gobierno ha impulsado más de 400 medidas
. Dígame tres que hayan mejorado la vida de los extremeños.
R. La renta básica. Hemos batido un récord en la tramitación de medidas como el derecho a la percepción de la dependencia
. Apostar por los emprendedores y las pymes y por fortalecer el sector cooperativo.
P. Pero también ha recortado en servicios públicos.
R. Los recortes o ajustes, llamémoslos como quiera, se han hecho en ineficiencias que tenía el sistema. En la sanidad centralizamos todas las compras y se está produciendo un ahorro importante. No tenía sentido que cada hospital tuviera su farmacia.
P. Y ha restringido el acceso a la ley de dependencia.
R. El número de perceptores en este momento es de 22.000, su máximo histórico. En el último informe del Tribunal de Cuentas, de 17 puntos que evalúa en Extremadura en materia de dependencia, en 16 observa mejorías y en uno no, y hemos recurrido.
P. ¿Apoya la gestión de Cospedal en Castilla-La Mancha?
R. Yo creo que lo está haciendo bien, ¿no? Partía de una situación parecida a la de Extremadura, y en su caso era la comunidad que tenía mayor déficit.
P. ¿Es usted un verso suelto?
R. Yo creo que no. Cuando Alfonso Guerra decía:
“El que se mueve no sale en la foto”, todo el mundo veía en ello un déficit democrático.
Y cuando uno dice lo que piensa y se mueve, te acusan de verso suelto. ¿En qué quedamos? ¿Hay que moverse o no hay que moverse? Yo creo que hay que expresarse siempre desde el sentido de la responsabilidad. Si no sería un gobernante de argumentario.
P. ¿Por qué se callan sus críticas en los comités ejecutivos del PP?
R. Bueno, es como el que va el domingo a misa [risas]... Yo soy de los que dicen lo que piensa. Y creo que lo agradece, que le viene bien, le enriquece esa oposición.
P. ¿A Rajoy le gusta debatir?
R. Es una persona que encaja las visiones cuando no son coincidentes.
 Y desde luego a mí nunca me ha llamado, ni él directamente ni a través de terceros, la atención.
P. ¿Ningún tirón de orejas?
R. No, no, no, no. Entre otras cosas, porque creo que no funcionaría.
P. ¿Gobernaría igual sin el condicionante de IU?
R. Me gustaría que así fuera, porque no nos ha ido mal. Con mayoría absoluta hubiéramos cometido más errores que ahora, porque todo lo tienes que hablar y llevar al Parlamento.
P. ¿Será candidato Cañete?
R. Miguel ha demostrado, con toda la reforma de la PAC, mucha cintura en Bruselas y en Madrid. Me encantaría que fuera él. Pero si es otro también le voy a ayudar.
P. ¿Frenará la ley del aborto?
R. Me gustaría que tuviera más consenso, porque leyes esenciales no pueden tener fecha de caducidad.
P. ¿Hará lo que esté en sus manos para paralizarla?
R. Me han dado por arriba, por abajo, por la derecha y por la izquierda.
 Han recogido hasta firmas contra mí como si hubiera sido el Leviatán: 40.000 firmas por pedir consenso.
 Las entregó en Génova un sector que para mí no es el PP; para mí el PP es otra cosa, la gente de la calle, los que están ahora en su mesa camilla y a lo mejor lo están pasando muy mal, que tienen hijos…
 Merece mucho más respeto que ir a Génova con un bolso de 3.000 euros a entregar firmas contra Monago.
P. ¿Ha hablado con Rajoy de este tema?
R. Lo he hablado en un Comité Ejecutivo, y le dije que hay que hacer un esfuerzo de consenso.
P. ¿Cree que se ha gestionado bien el caso Bárcenas?
R. Duele mucho porque se nos ha puesto una etiqueta a todo el mundo.
 En Extremadura la corrupción es el sexto problema para los extremeños, pero cuando te llueven chuzos del ámbito nacional con la etiqueta de la corrupción dices:
 ¿Qué he hecho yo para merecer esto?

“Voy a morir injustamente”

El drama de una familia china que llegó a España huyendo de la mafia y la justicia de su país.

Lilí Dai, acusada de estafa, se suicidó en Madrid tras recibir un mensaje de su hija, secuestrada

 

Lili Dai. / CHINA TIMES

La Embajada de China lleva un año pendiente de lo que se cuece en el Juzgado 43 de Madrid.
 La prensa del gigante asiático eleva ya a 350 las familias chinas estafadas por una compatriota que de un día para otro subió a un avión a toda su familia directa (su hija de 12 años y su abuela de 80, entre ellos) y escogió Madrid para esconderse.
 Huía de la mafia china, y de una previsible condena a muerte.
La prófuga Lilí Dai, de 40 años, se ocultó en España bajo la losa de haber estafado 40 millones de euros en su país, como ha explicado la Embajada a la elitista unidad policial española de la UDEF.
 Se hizo pasar por familiar del vicepresidente de China (coincide un apellido) y vendió cientos de casas que no eran suyas.
 Hasta hizo entregas de llaves. Acorralada por las víctimas, buscó refugio al otro lado del planeta, en Canadá.
Pero inicialmente recaló en Madrid porque España le proporcionó antes el visado. Atrás dejaba una tormenta mediática y a los canales de televisión que la seguían. Ya en España supieron que un juez de Pekín había firmado una orden de búsqueda y captura internacional contra ella, como ideóloga, su madre y su marido.
Lilí alquiló un piso en una urbanización del barrio de Aravaca, un área acomodada de la capital
. Ni por lo más remoto pensó lo pronto que iba a ser localizada por sicarios, y desde China, merced a un dispositivo de búsqueda que portaba la tableta electrónica de la menor, un iPad que uno de los estafados regaló a Lilí en agradecimiento por venderle una casa a un precio muy asequible.
Lilí Dai ha pagado ya con su vida.
 Y su hija de 12 años, sus padres y su abuela de 80, especialmente la niña y la abuela, también llevan pasado lo suyo
. Y no solo por su estatus de prófugas involuntarias: fueron secuestradas siete días por cuatro hombres chinos que vinieron ex profeso a Madrid desde Pekín a exigir dinero. Eso lo precipitó todo. Lilí se suicidó tras leer un mensaje que le envió al móvil su hija: “Mamá, han venido cuatro hombres chinos a la casa [de Aravaca], el abuelo les ha abierto, y nos tienen retenidos...”.
La abuela de Lilí Dai.
La niña, sus abuelos y su bisabuela estuvieron secuestrados entre el 4 de marzo y el 28 de abril de 2013.
 Los chinos llegaron a las inmediaciones del piso de Aravaca en una furgoneta Mercedes Vito, gris, con los cristales traseros tintados. Pero ni Lilí ni su marido (el exmonje y predicador Zhiwei Chen) estaban en el piso en ese momento
. Habían alquilado otra casa más amplia y lujosa en San Sebastián de los Reyes (al norte de Madrid), y la estaban preparando para la mudanza.
Ahí estaban cuando Lilí recibió en su móvil el siguiente mensaje: “Los hombres dicen que vienen a por el dinero, pero que no vienen a por nuestras vidas... No sé por qué han venido aquí estos hombres... Sálvame, mamá”. “Mi mujer estuvo dos días igual: leía una y otra vez los mensajes y se ponía a llorar”, contó el monje al juez de Madrid.
Los secuestradores les quitaron los móviles
. Pero la niña los despistó y, tras pedirles permiso para entretenerse con Internet, alertó a su madre a través de una página de juegos que permitía enviar correos electrónicos.
 “Quieren tres millones de euros, pero no vengas, que quieren matarte”, le advirtió por el mismo sistema su madre, implicada también en la estafa. Lilí no aguantó la presión, y esa misma noche se tragó una caja de somníferos y se tumbó en la cama.
El marido confesó que él hizo lo mismo. Era 3 de abril de 2013, tras seis días de secuestro. “Tres o cuatro horas después me desperté y mi mujer no estaba en la cama
. Me levanté y la busqué por todos sitios: la encontré en la bañera, ahorcada”.
El monje llamó entonces al único amigo que tenían en España y que sabía algo de chino.
 A José Luis Martínez, dueño de una inmobiliaria radicada en Murcia, al que Lilí, a través de un contacto común en Pekín, buscó compradores de viviendas chinos. “Mi mujer se ha suicidado”, balbuceó. Apenas se le entendía. “Había bebido mucho y también sufría el efecto de las pastillas”, según las pesquisas judiciales
. Fue José Luis quien avisó del suicidio a la policía e indicó el domicilio del óbito.
 Antes de morir, Lilí escribió una nota: “Voy a morir injustamente...”, se lamentaba, junto con recomendaciones a su familia para que pidieran ayuda a la policía española.
También fue el aviso de José Luis el que desató el posterior asalto policial al piso de Aravaca, donde estaban los secuestrados.
 Y donde la menor, seis días antes, vio cómo cuatro hombres chinos irrumpían en su casa y les encerraban en una habitación, de la que, periódicamente, les sacaban uno por uno al salón para decirles “que no venían a por sus vidas, que querían el dinero”
. Para ella y su bisabuela fueron días muy duros, de constantes amenazas.
Ha pasado un año desde aquel drama. Y los cuatro secuestradores siguen en la cárcel por orden del Juzgado de Instrucción 43 de Madrid. El monje y su suegra también han estado presos en España a petición de la justicia china por la estafa
. Ahora se hallan en libertad, a la espera de que la Audiencia Nacional de España ejecute la extradición, ya acordada por los jueces, aunque ponen una condición a China: que la pena que se les imponga en ningún caso exceda de ochos años de cárcel, que es la que correspondería en España por una macroestafa similar.
La prensa de China ha prestado gran atención al caso de Lilí.
Muchos de los timados son jóvenes y jubilados que le entregaron todos sus ahorros, o pidieron préstamos para unas casas con los pilares de barro
. Y es que Lilí logró engatusar a muchas familias con el falso aval de que era sobrina del vicepresidente de China.
 En el juzgado de Madrid no queda claro si los secuestradores pertenecen o no a la mafia china. Pero sí que no vinieron a España, en contra de lo que ellos sostienen, para sondear el mercado inmobiliari
o. Querían sus tres millones. Y les amenazaron con atarles con bridas los dedos y causarles torturas: “Preferiréis estar muertos”.
Dos de los captores eran estafados: vinieron a Madrid escoltados por obedientes mayordomos (sicarios, según la policía). Lo que parece haberse evaporado es el dinero.
 ¿Dónde están los 40 millones? ¿Quién los tiene?, se pregunta la policía española. No hay certezas, solo sospechas.
 Los familiares de Lilí se hallan ahora en el Levante español. No quieren ser extraditados a China.
Lilí ha muerto y lo máximo que hallaron los secuestradores de su familia en el cajón de una mesita fueron 7.000 euros, que se los quedaron.
 También los 100 euros que, por orden suya, extrajo la niña de un cajero, con ellos siguiéndola. Aquel día el portero del bloque por fin vio salir de casa a la niña y se quedó un poco más tranquilo.
 Eran los mismos hombres que días antes le mostraron una foto de Lilí y le preguntaron si vivía en su bloque.
 Se hicieron pasar por familiares. El portero dijo que sí. Pero, en lugar de ir hacia la casa, asintieron y se marcharon
. Volvieron al día siguiente y entonces sí entraron en la vivienda, “de malas maneras”. Todo le pareció “muy raro” al conserje del edificio.
 Les había acompañado al piso y vio cómo irrumpieron en la casa sin pedir permiso al anciano que les abrió la puerta.
La hija de 12 años está yendo a la escuela en España.
Tras ser liberada, la menor envió un último correo a un conocido de sus padres. Se la notaba angustiada
. “He sabido que mi madre está muerta, por favor ayúdame a ordenar mi vida”. La embajada de China está pendiente del juicio para recordar a España la ya inexorable extradición.
 En China esperan otras 350 víctimas.

5 abr 2014

“Tengo salud y memoria, estoy muy agradecida”............................................Por Juan Cruz

Nuria Espert ha estado sobre las tablas con la edad que le ha dado la gana, hasta ahora mismo

Con 30 años ya había interpretado obras de Sartre, de Genet y de Lorca

Desde joven ha sido adulta y se confiesa fruto de los nombres importantes de su vida.

Nuria Espert tiene una de las trayectorias más brillantes de la escena española. / Sofía Moro

Desde que ella misma contó lo que le dijo el gran dramaturgo catalán Josep María de Sagarra (“aquesta nena té els collons d’un toro”), tras escucharla recitar unos versos en una prueba, siempre que la veo me imagino a Nuria Espert a la edad que ella tenía entonces, 13 años, acompañada por su madre, temblando de miedo ante aquel pope implacable de la literatura y de las tablas. 
Ya no es la niña que fue, claro, ni se la imagina uno temblando aún ante retos de aquella importancia, pero sí es cierto que la gran diva del teatro mantiene ante la incertidumbre de las pruebas el mismo cangelo, “iguales ganas de hacerlo bien”.
Han pasado 65 años, ha dirigido dramas y óperas, ha tenido compañías propias, ha luchado contra la soledad de la viudez (su marido, Armando Moreno, actor y luego productor que solo se dedicó a ella, murió en 1994) y a favor de sus hijas Alicia y Nuria, que viven en el mismo ámbito de los espectáculos, y no ha parado ni un momento de hacer aquello que se juró que haría cuando Sagarra se sintió asombrado ante la fuerza de aquella nena.
A los 78 años, dice, “tengo salud y memoria, y estoy muy agradecida”
. La salud se le ve y la memoria está en lo que dice minuciosamente, de sus padres, de sus viejos amigos que ya se han ido (Rafael Alberti, Víctor García, Terenci Moix, una multitud…).
 De algunos de esos nombres propios está hecho ahora su retrato, y este mismo perfil que abordamos. Ella es sus personajes, pero es sobre todo sus personas, las que la hicieron.
Alberti era un hombre alegre, un vividor. Le vi sacar partido a todo
La energía sigue en los ojos, que han sido feroces o tiernos, catalanes, ingleses y hasta japoneses, y en la boca que a veces se extiende como una risa rota o como un grito que la ensordece a ella misma. Cuando era una muchacha aún (a los 30 años) ya había hecho obras de Sartre y de Genet y de Lorca, “y era una superadulta…”. Una mujer madura a la que el teatro español (y el mundial) veían como la heredera natural del eslabón que se llamó Margarita Xirgu cuando aún España era una república.
Desde entonces es esa mujer madura; pero ni el tiempo ha podido con ella, de modo que ha estado sobre las tablas con la edad que le ha dado la gana hasta ahora mismo. Tiene una nieta, Bárbara, hija de Alicia, que vive también en el mismo ámbito, el teatro, y que dialoga con ella ahora como si ella misma se estuviera viendo en el espejo de lo que fue. “Bárbara tiene 30 años; yo a los 30 años ya era una mujer muy adulta; me casé a los 20, y ella está soltera, libre, ha tenido unas relaciones que han terminado y es mucho más juvenil de carácter de lo que yo he sido y de lo que ha sido Alicia… Quizá la más juvenil entre nosotras es Nuria, pero Bárbara lo es más todavía. Al alargarse la vida, ya ves, las transformaciones se han estirado”.
Esta casa de Madrid, ante el Palacio Real, junto al Teatro Real, en medio del otoño que cubre de mantas y de colores ocres la tarde y los libros, y el mando del televisor y su ropa, es como su refugio, el ámbito de su silencio; en Hospitalet, su pueblo, rodeada del ruido de aquella época en que la posguerra hacía que todo tuviera un color verdaderamente triste que contagiaba la pesadumbre de las familias, la luz fue aquella visita a Josep Maria de Sagarra; ella tenía que recitar unos versos, superar una prueba, y salió tan airosa que provocó aquella exclamación del dramaturgo más importante de la época. “¡Aquesta nena…”.
A la derecha, Nuria leyendo en la biblioteca de su casa. “Haciendo los deberes”, como ella dice. / Sofía Moro
. Cuando yo lo conocí daba un miedo tremendo porque era como el rey del teatro en Cataluña, por supuesto en Barcelona, y yo lo veía como un personaje absolutamente mítico
. Yo había recitado cosas suyas siendo niña y el hecho de conocerlo, de trabajar en una de sus obras, de vernos en los ensayos, en los que me reñía mucho (a Julieta [Serrano] y a mí, que teníamos unos pequeños papeles de prostitutas, nos dijo: ‘¡Que ustedes no son hijas de María!’)…, fue increíble… Después le he leído muchísimo, su teatro, su biografía, todo… Era un personaje notable de esa Cataluña importante.
 Como Josep Pla, uno de los grandes hombres que da esa tierra”.
Entró en el teatro como quien prolonga su naturaleza; y cuando ya era una diva de veinte años y pico llegó a su vida (y a la de Armando) un hombre que fue fundamental, el argentino Víctor García, con quien hizo Las criadas de Genet o Yerma, de Lorca.
 En aquella época, a finales de los años sesenta del siglo XX, el teatro (y especialmente el teatro que ella llevaba a las tablas, en España y fuera de aquí) era como puñetazos en la frente del régimen, y del público
. Y para ella esa colaboración con Víctor fue también un estímulo y un puñetazo, todo a la vez. “Fue una de las personas más importantes de mi vida; un ser angelical que se podía convertir en un demonio de pronto, con un talento desbordante que lo aniquilaba, o eso me parecía a mí, que lo quemaba por dentro, que lo martirizaba.
 Tenía dentro una especie de animal salvaje que no le dejaba reposar ni un segundo; no lo vi jamás calmado y tranquilo, incluso cuando se reía siempre lo vi desdichado, incapaz de vivir dentro de su cuerpo”.
Era el arte en ignición; quizá vino su larga relación con Rafael Alberti para calmar ese fuego con la variante luminosa de una poesía que se parecía al artista del Puerto de Santa María.
 Viajó con él por todas partes, cantando, recitando, su poesía, las poesías ajenas. Riendo con él como chicos perdidos por el mundo. “Era todo lo contrario de Víctor: un hombre alegre, un vividor. Le vi sacar partido a todo. En el avión decía:
 ‘Me gustaría que este avión no aterrizara nunca, que se quedara volando para siempre, para siempre!’. Unas ganas de vivir, una sensualidad y un amor por la vida. Era lo opuesto a Víctor y mucho más fácil de vivir”.
Nuria Espert en un rincón de su casa. / Sofía Moro
Para ella, Alberti fue quizá la persona con una actitud más ardorosa hacia la existencia, hacia la amistad. “Creía que aquellos recitales eran un reencuentro con La Barraca, una barraca más sofisticada… Siempre se sorprendía cuando cobrábamos: lo había pasado tan bien que le extrañaba que encima le pagaran…”.
El mejor amigo que tuvo nunca fue Terenci Moix
 “El amigo al que más he querido.
 Éramos la noche y el día, pero nos queríamos profundamente. Y había mucho ja ja ja y también mucho no-ja ja ja… Había mucha vida.
 Después de la muerte de Armando con frecuencia cogí un avión y me fui a Barcelona solo para verle, para estar con él, para hablar…, porque es complicado tener un amigo al que le cuentas todo y cuyas reflexiones te reconfirmen o te hagan rectificar, y ese amigo era Terenci, y no lo podía perder. Los dos nos íbamos haciendo mayores, y juntos fuimos comprendiendo el tiempo, sabiendo dónde meter adecuadamente las carcajadas o los llantos. Nosotros éramos su familia”.
Y la familia, el motor de Nuria y el padre y el promotor, fue Armando…
 “Me gusta hablar de él, te he hablado tanto de él que tengo miedo de no decirte nada nuevo… Treinta y nueve años juntos
. Éramos peces, nos salieron aletas, nos fuimos a la tierra, nos pusimos de pie… Yo era muy inocente cuando lo conocí, no había tenido nunca un novio ni había estado con ningún chico, y él tenía 36 años cuando nos casamos…
 Aprendí a cien por hora a su lado; todo lo que él tenía que enseñarme me lo empapé en diez años y, claro, al cabo de ese tiempo la relación se transformó porque gracias a lo que él me había dado yo ya no era la de los veinte años…”.
Ella era los libros, Armando (que había sido actor: lo dejó para dedicarse a ella) era la acción; “fue un luchador bravísimo al principio de nuestra aventura teatral; salir de la nada era dificilísimo y nosotros estábamos en la nada. Creó una compañía y ya subimos y bajamos como en una lucha a muerte de la que siempre nos levantábamos con ganas de hacer lo siguiente”.
En el escenario es como un personaje de Shakespeare llevando una antorcha, cuyo fuego se parece a las palabras que emite
Su infancia fue la niñez difícil de la hija de padres separados, en el ambiente opresivo de la escasez; el teatro fue como la mano (con la mano de su madre, y después con la mano de Armando) que le fue ayudando a ser la Nuria Espert de hoy
. Esos ojos que en el teatro a veces son fieros, esa boca que grita, pueden ser también, en el teatro y en la vida, risas y susurros. La vida, claro, la tiene apabullada; hace un tiempo dijo, en una conversación con su amigo José Luis Gómez: 
“Algo corrupto hay en este país, algo podrido después de tantos años, por desgracia. Al lado de lo que ocurre Al Capone parece un muchachito que se ha llevado dos duros. Es horroroso. Cambiemos de tema”.
 Ahora le saqué el tema, perdón, y ella dijo: “Ahora hay más corrupción que nunca, es más espectacular… Y ahora vienen los juicios, hay que sajar el grano, que salga toda la porquería… ¡Es asqueroso! ¡Cambiemos de tema!”.
Cambiamos. Es imposible sustraerse al asunto Cataluña-España. Le pregunto.
–¿Qué consecuencias puede tener la eventualidad de una independencia en las personas que conoce y estima?
–Mucho dolor y mucha gente que tendrá que marcharse… Si ya es difícil en este momento no ser separatista en Cataluña, cómo sería si todo fuera una realidad con los enormes problemas que tendría Cataluña…
En el escenario es abrumadora, fuerte, como un personaje de Shakespeare llevando una antorcha cuyo fuego se parece a las palabras que emite.
Pero en este ámbito, en medio de este silencio, sus preocupaciones parecen lamentos en voz baja, tienen el aire de su perplejidad. No ha perdido la fuerza que vio en ella Josep Maria de Sagarra, pero entonces ella no sabía que la vida iba tan en serio, y ahora, cuando habla, se agarra a los eslabones perdidos, “ellos son los que me han traído hacía aquí”
. Atrás quedan dichos algunos de los nombres propios que conforman el espejo en el que se ve Nuria Espert.