Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

23 feb 2014

En el dolor más profundo............................ Gregorio Belinchón

Mañana, por 9,95 euros con EL PAÍS, ‘La herida’, ganadora de dos ‘goyas’.

 

Marian Álvarez, en 'La herida'.

Hay un momento de desconcierto del público, de dolor continuo en la pantalla y de su inmediata prolongación al espectador, que empuja a preguntarse: ¿es La heridauna película de director o de actriz? ¿Qué importa más, Fernando Franco, el veterano montador que debuta como director, o Marian Álvarez, la actriz protagonista, que cuenta sus películas a duras penas con los dedos de las dos manos, pero que a cambio tiene premios a la mejor interpretación femenina en festivales como Locarno y San Sebastián?
Ambos.
 Porque Álvarez es una fuerza de la naturaleza poco apreciada por el cine español, que a pesar de Lo mejor de mí, de su fulgurante estallido europeo no ha encontrado más que la televisión para desarrollar su talento
. Y su vez, porque Fernando Franco decidió encomendarse a esa fiereza, no despegar de su cara la cámara, mantenerla en todas las secuencias —La herida está articulada en largos planos secuencias, algo extraño para un montador, aunque a cambio demuestra su olfato como director, sublimando la forma a lo contado—.
 Y a pesar de su humildad y bonhomía, Franco demuestra mucha seguridad y claridad de ideas:
“El plano secuencia me interesa porque me gusta trabajar en tiempo real. Es más flexible con los actores. Como cineasta busco la mejor manera de contar cada historia”.
Es una película tanto de su director como de su actriz protagonista
La herida, que no llega al millón de euros de presupuesto, era el filme más barato de los que competían al Goya a la mejor película.
 Venía de presentarse en San Sebastián donde, además de la Concha de Plata a Álvarez, obtuvo el Gran Premio del Jurado, y donde logró un recibimiento muy positivo con su retrato del día a día de una chica aquejada de un trastorno límite de personalidad, aunque ella lo desconozca.
“Queríamos que el público atravesara ese vaivén emocional, y la medida emocional es su rostro”, asegura su director como explicación a esa apuesta visual.
 “Me planteé hacer un documental sobre el tema, y contacté con mucha gente: todo se ha filtrado en la historia.
Sin embargo, descubrí que ante la cámara los afectados acentuaban el trastorno, y creí que sería mejor la ficción. ¿Influencias que puedan verse en La herida?
 Los Dardenne, por supuesto, pero también Lodge Kerrigan, el cine de retrato psicológico…
Pensé mucho en el cinéma vérité”.
  Y en cuanto a que en ningún momento se menciona la enfermedad en la pantalla, el realizador sevillano, Goya con La herida a la mejor dirección debutante, asegura:
 “Optamos por no nombrar el trastorno.
Al amarrar el punto de vista de forma tan radical con Marian, no hay flash-backs ni voz en off, no hay ciencia ni subrayado.
 Sencillamente primo el rigor en la construcción del punto de vista”.
La herida es soberbia, compleja, atrevida, es un ejemplo de lo que algunos llaman el nuevo cine español, que tiene pocas oportunidades en cartelera y sí amplia repercusión en festivales de todo el mundo.
Es también una reflexión —puede que inconsciente— sobre la sociedad actual y desde luego se llevó dos goyas merecidísimos para su pareja creadora, Franco y Álvarez.

 

22 feb 2014

Amy Tan no perdona

La escritora indaga en el pasado de su abuela china en el libro 'El valle del asombro'

¿Se puede perdonar el abandono de una madre? Traición y desencuentros recorren la novela

.
Amy Tan. / Rick Smolan / Against All Odds Productions
Tuve un novio que mi madre no soportaba. Como no cortaba con él, cogió un cuchillo y me lo puso en la garganta”

Reír y llorar

José Luis de Juan
Sostenía Wilkie Collins que al lector se le atrapa haciéndole reír, haciéndole esperar y, en el momento oportuno, haciéndole llorar.
Pues bien, Amy Tan sigue a su manera los consejos victorianos que cimentaron la multitudinaria estima de Dickens, el amigo de Collins.
 La autora de El club de la buena estrella construye en El valle del asombro no tanto un valle de risas y lágrimas (recordemos el filme de John Ford Qué verde era mi valle) como un brillante escenario de vívidos y curiosos detalles en el que los destinos se enlazan a una cadena formada por eslabones de amor y sufrimiento, de resistencia y entrega
. Los personajes estelares de esta novela son mujeres duras en desigual lucha contra un mundo de hombres débiles que esconden su constitucional fragilidad tras la violencia viril y el sometimiento femenino
. Violeta narra su infancia en una refinada casa de cortesanas de Shanghái de la cual su madre americana, Lucía, era la madame.
Lucía llegó a la ciudad híbrida persiguiendo a un pintor chino del que estaba enamorada, el cual le arrebataría su segundo hijo antes de perderse en la maraña familiar de honor y xenofobia.
 Violeta crece entre “flores” con nombres como Nube Mágica y Paloma Dorada, y busca a su padre en todos los hombres, mientras no se siente querida por su madre.
Y ella la perderá a causa del indeseable Fairweather, que la engaña haciéndola creer que su hija se encuentra a bordo del barco que la lleva a San Francisco
. Entonces empieza el calvario de Violeta en una ciudad que ya empieza a no ser segura. Sigue los pasos de Lucía y es instruida con ahínco chino en las artes de la seducción, que incluyen desde el recitado de poemas y el tañido de la cítara hasta el mínimo gesto erótico.
 “Algunos de mis clientes alcanzaron el paroxismo del placer solamente con la vista”, le dice Calabaza Mágica, su mentora
. Ella la enseña “a dominar la expresión de la tragedia”, que será su especialidad en el arte como en la vida. Sin embargo, igual que Lucía, Violeta busca el amor “auténtico”, que dure más allá de unos meses. Y lo encuentra en brazos de Edward, de quien tendrá una niña, Flora, que perderá igual que su madre la perdió a ella.
La peripecia cervantina de Violeta incluye a un falso poeta que la atrae a un sórdido concubinato en el Estanque de la Luna, otro escenario vacío de los sentimientos sublimes, pues El valle del asombro solo es una burda copia de un paisaje clásico que pintó su desconocido padre, Lu Shing, cuadro en el que la joven Lucía creyó ver “un lugar donde vivir”
. A estas enjundiosas alturas del relato ya hemos tenido algunas risas, debidas a los enredos sexuales de las concubinas entre partidas de mahjong, y entonces llega la espera, por obra de Lucía, que describe el pene de su primer amante como “un roedor ciego y lampiño en busca de una teta llena de leche”. La antigua madame vuelve a 1897, cuando rompió con la familia y se fue al Lejano Oriente. Amy Tan regresa, en esta novela que evoca Memorias de una geisha, a sus temas habituales: la aguda, para ella irresoluble disparidad entre la cultura china y la idiosincrasia americana; las tensiones geológicas entre madres e hijas; el misterio del amor y el aprendizaje del abandono.
Y lo hace recurriendo a largos monólogos laberínticos en los que el lector a veces se confunde, aunque nunca pierda la emoción, pues Tan tañe con su afinada cítara narrativa las fibras que nos conmueven y nos interrogan hasta el final, lo cual no deja de ser una hazaña.
El valle del asombro. Amy Tan. Traducción de Claudia Conde. Planeta. Barcelona, 2014. 677 páginas. 22,50 euros (electrónico: 12,99)

Contra los clichés de la fotografía masculina

El artista Rainer Torrado expone 'Horizon' en Madrid, una nueva y cautivadora mirada al cuerpo del hombre, libre de artificios.

 

Jacob Kulesza. / Rainer Torrado

Musculado o extremadamente delgado, pelo engominado y siempre con cierto (o mucho) componente erótico. Estos suelen ser los clichés más extendidos en relación a la fotografía masculina y son de los que huye Horizon, la serie de imágenes que presenta en Madrid el fotógrafo madrileño Rainer Torrado. “Tenía claro lo que no quería hacer.
 Me daba miedo usar esa imaginería de la colcha, el edredón, la almohada, las sábanas enredadas o muy colocadas, o que fuera muy erótico. Un chico en calzoncillos en una cama ya es erótico de por sí.
Por eso decidí que no quería usar nada que no fuera el chico en ropa interior.
La foto sigue siendo un retrato masculino pero eliminando la referencias a la intimidad y centradas en que cada chico tiene su carácter e historia sin necesidad ese juego íntimo-erótico”, explica Torrado, que vive y trabaja como fotógrafo de moda en París.
Adonis Bosso. / Rainer Torrado
Con esas premisas, este proyecto que comenzó como algo personal y a raíz de peticiones de amigos y modelos con los que trabaja con frecuencia, Torrado ha capturado 62 fotografías tremendamente potentes
. Una visión personal, sobria, y reforzada gracias a esos matices que siempre aporta jugar con blanco y grises, que nos atrapa y redescubre otra forma más natural y limpia de ver el cuerpo del hombre. Eso es Horizon: imágenes que superan esos códigos culturales asociados tradicionalmente a lo masculino para ofrecer una visión minimalista de la belleza del hombre.
Rainer Torrado
Torrado ha construido estas fotos con una concepción casi arquitectónica (no en vano, es su formación), buscando ese punto de fuga que es la línea del horizonte que componen los cuerpos masculinos sobre un lecho sencillamente blanco.
“La idea del cuerpo como horizonte viene del punto de vista. Si te fijas, la idea básica es mantener un encuadre fijo que hace que el cuerpo se lea como un horizonte.
 El cuerpo se convierte en un paisaje y, otras veces, lo hace esa línea de contacto”, cuenta el fotógrafo sobre una concepción que fue cogiendo forma a medida que avanzaban los primeros retratos.
Juan Betancourt. / Rainer Torrado
Y son esos dos elementos, el cuerpo dibujando un paisaje anatómico o en su unión con la superficie marcándonos horizonte, los únicos protagonistas de unas imágenes en las que la presencia del fotógrafo pasa prácticamente inadvertida. “Muestran a los hombres como son
. No necesitan maquillaje ni retoques
. Unos pueden parecer más masculinos, otros más femeninos o melancólicos, pero todos respiran autenticidad y honestidad. Yo he intentado borrarme de la ecuación”, prosigue.
Nicolas Huchard. / Rainer Torrado
En Horizon, que se expone en la galería madrileña Mad is Mad hasta el 1 de marzo (de forma paralela, este fin de semana, una parte se exhibe en la feria independiente de fotografía jäälphoto2014, en el Hotel Mayerling, en Madrid), Torrado ha trabajado con modelos tan cotizados como Juan Betancourt –imagen de Tom Ford–, Tim Meiresone, Jacob Kulesza o Jonathan Bauer Hayden, pero también con el bailarín Daniel Ralph y el bailarín y coreógrafo, que protagoniza una de las fotos más cautivadoras (sobre estas líneas), Nicolas Huchard.
 “El siguiente [el proyecto cuenta ya con 10 series de unas seis fotos por modelo] será un chico asiático”, para seguir ahondando, agrega, en “esa diversidad de las formas y las conductas”.

El planeta de los simios............................................................... Boris Izaguirre

Mientras Venezuela vive un febrero cruento, leemos la declaración de la infanta, que debería estar en Arco, Charlene se desmelena y Corinna reaparece con Alberto.

 

Antonieta Mendoza de López, madre de Leopoldo López, con la camiseta que llevaba el opositor venezolano antes de entregarse a la policía. / Twitter

Febrero ha sido siempre un mes cruento para Venezuela
. Fue un 18 de febrero hace 31 años cuando la moneda nacional, el bolívar, se desplomó para jamás recuperarse del todo
. El 27 de febrero de 1989, los habitantes de las favelas alrededor de las principales ciudades descendieron para saquear comercios y abastos como respuesta a medidas económicas impuestas por el FMI
. La represión militar de esa noche, con muertes que jamás llegaron a contabilizarse oficialmente, es una de las acusaciones que el chavismo siempre destaca ante la oposición que entonces gobernaba.
 El 4 de febrero de 1992, Chávez orquestó una asonada militar para derrocar al presidente Carlos Andrés Pérez.
  Y desde el 12 de febrero de este año, el Gobierno de Nicolás Maduro intenta justificar la violencia desatada después de una marcha de estudiantes contra la inseguridad. Maduro llama a sus enemigos fascistas, estudiantes y ciudadanos hablan de opresión, las víctimas al lado de cacerolas son siempre civiles.
A los periódicos se les dificulta comprar papel para sus ediciones impresas.
Las televisiones se han ido cerrando porque el Gobierno no renueva las licencias y las tres en activo tienen que modificar sus emisiones por los discursos del presidente o mantener las telenovelas mientras se acumulan muertos y heridos.
Eso ha hecho que las redes sociales se conviertan en cadenas de televisión en directo
. En Twitter, un joven caraqueño muestra lo que emite la televisión pública venezolana, enseñando unos “fascistas” lanzando piedras contra agentes de la Guardia Nacional.
El joven se desplaza hacia la ventana para mostrar lo que ocurre fuera, en la calle: gente corriendo, contenedores ardiendo, caceroladas y personas vestidas con uniforme de la Guardia Nacional desvalijando vehículos a golpe de martillo
. Es el ambiente de una ciudad que sin darse cuenta se convirtió en el nuevo planeta de los simios.
En Venezuela, los ricos no pueden ser ricos y los pobres no dejan de ser pobres. Leopoldo López, un líder opositor, se entrega a la justicia mientras que su esposa le cuelga un rosario XL al cuello
. El presidente se jacta de que Diosdado Cabello, el poder en la sombra, habría acompañado a López al volante de su propio coche hasta una cárcel en las afueras de Caracas. ¡Conversación o negociación! Mientras López adquiere dimensión de héroe para unos, resulta un preso incómodo para otros.
El día a día en Venezuela consiste en acercarse al supermercado y ver si hay algo.
“Ese pollo tiene tu nombre”, le indicó una señora a mi hermana, después de proveerse de otros dos. Y luego, con o sin pollo, tanto oposición como chavismo se manifiestan.
 En una de ellas me toman una foto con unas jóvenes encapuchadas. Intento pedirles que preferiría que estuvieran descubiertas, y me responden: “Somos lindas por dentro”
. La foto genera una oleada de ataques en mi Twitter que repicatoda la noche al mismo tiempo que suenan tiros en la oscuridad.
Por un lado, ruiditos digitales. Por otro, disparos reales.
“A la naturaleza pareciera que no le importara nuestro dolor”, confiesa un personaje en Los Navegaos, obra de Isaac Chocrón reestrenada en estos convulsos días.
 Un breve tiroteo se coló entre los diálogos. Pero luego, cuando abandono Caracas rumbo a Santiago de Chile, comprendo que esa misma naturaleza desatada y luminosa permite entender qué es lo que pasa con Venezuela y sus problemas: el país petrolífero se ha quedado a 20 años de distancia de sus vecinos. No es emergente, es problemático.
 Y a los diferentes siempre se les deja solos.
Ya en el verano austral, Santiago de Chile es serenidad, rascacielos con piscinas en el piso 30º desde donde admirar la cordillera andina. Mi labor en este país es comentar la llegada de los invitados célebres a la inauguración del Festival de Viña del Mar.
 ¡El glamour me ha rescatado!
 Cada invitado tiene que recorrer metros de alfombra escarlata, mientras cámaras y comentaristas diseccionan vestido, peinado, maquillaje y complementos.
 Hay hasta una cámara para capturar no solo el brillo y calibre de las joyas, sino la calidad de manicura.
 “Muchas estrellas se pasan días drenando las manos para que no luzcan hinchadas”, explican en una peluquería.
 Es el mismo continente, la misma naturaleza, pero no la misma suerte. Y sin petróleo.
Comunicando con España, que busca petróleo donde sea, resulta que encuentran asombroso que la Infanta haya respondido, escudándose, con más de 500 evasivas para luego manifestarse casi ofendida
. Ahora que hemos leído ya por escrito su declaración, debemos entender que ese es su sentido de la colaboración: evadirse
. La declaración de la Infanta debería exponerse en Arco, que otro febrero más vuelve a demostrar que el mercado del arte es un laberinto. El célebre galerista Simon de Pury ya advirtió que en nuestra época los artistas más afamados son personas acaudaladas, a veces más que los coleccionistas que pagan
. Así, en plan coleccionista, quien ha reaparecido en los juegos de Sochi para no evadirse es la querida princesa Corinna Zu Wittgenstein, acompañada de su entrañable sentido de la oportunidad y junto a Alberto de Mónaco.
 Mientras la prensa alemana descubría que Charlene, la esposa del príncipe Alberto, se suelta el pelo en el Caribe, Corinna, muy profesional, marcaba territorio.
 Corinna is back para demostrarnos que, con arte y decoro, todo lo que acaricia se hace oro.