No cabe duda, al Príncipe Felipe le gusta un mismo formato de Mujer, Rubia, de Ojos Azules alta a ser posible, aunque Letizia a su lado sea la más bajita.
!!!Vaya que yo podia ser Princesa de Asturias.
25 ene 2014
Poema Canción Presentimiento de Luis García Montero
Poema Canción Presentimiento de Luis García Montero
Seguramente
nadie pudo decirnos
que la luz era un túnel sin salida,
que el sol era la sombra
y el mar un sentimiento de la piedra.
Seguramente nadie,
nadie quiso advertir en los periódicos
una flor que era invierno,
una ley que era espada
y esta nube, sospecha de la roca.
Así,
amaneció de negro el día blanco,
y la luna fue escombro
a las dos de la tarde,
cuando salió la víbora de los grandes desiertos
para buscar almohadas y conocer la nieve.
Y los años perdían la memoria,
y el desván se cerraba en las alas del águila,
y cada huella presentía el hielo,
y cada uno se aferró a su nombre
como a un leño en el mar,
navegando en la herida de una frase,
en las puestas de sol,
entre las cartas y los documentos.
Así, con la rutina
de las salas de urgencia,
vino el sapo viscoso de la lluvia,
y nos besó en la boca.
nadie pudo decirnos
que la luz era un túnel sin salida,
que el sol era la sombra
y el mar un sentimiento de la piedra.
Seguramente nadie,
nadie quiso advertir en los periódicos
una flor que era invierno,
una ley que era espada
y esta nube, sospecha de la roca.
Así,
amaneció de negro el día blanco,
y la luna fue escombro
a las dos de la tarde,
cuando salió la víbora de los grandes desiertos
para buscar almohadas y conocer la nieve.
Y los años perdían la memoria,
y el desván se cerraba en las alas del águila,
y cada huella presentía el hielo,
y cada uno se aferró a su nombre
como a un leño en el mar,
navegando en la herida de una frase,
en las puestas de sol,
entre las cartas y los documentos.
Así, con la rutina
de las salas de urgencia,
vino el sapo viscoso de la lluvia,
y nos besó en la boca.
Ir de tiendas....................................Vicente Verdú
Como saben, especialmente las mujeres, no es lo mismo “ir de compras”
que “ir de tiendas”.
Los hombres, por su parte, aceptaron con obvia facilidad la necesidad de ir de compras pero a muchos les ha parecido detestable o, claramente afeminado, “ir de tiendas”.
Y, sin embargo, el dilema hoy se sublima en el sentido general de la experiencia estética en el recinto urbano.
Todos las prescripciones sobre los hábitos saludables incluyen hoy la recomendación de andar diariamente alrededor de una hora.
Pero no es lo mismo “andar” que “pasear”.
Baudelaire, que ni hacía mucho ejercicio ni se cuidaba en nada la salud, invitaba, sin embargo, a deambular por la nueva ciudad. La ciudad moderna y sus pasajes, sus escaparates o sus comercios, emergidos hace cien años cuando su atractivo sería la centésima parte de lo que ahora se ve.
Contra el mandato de “ir de compras” se halla el placer de “ir de tiendas” y frente a la medicina del caminar se halla la estética del flâneur.
Ahora estoy en París y por eso hablo así, afrancesadamente.
Pero, cursilerías aparte, la cuestión radica en que “caminar” o “andar” mucho borran con su destino clínico la experiencia estética de pasear la ciudad.
Es cierto que estamos en crisis y determinadas ciudades no se hallan en su máximo esplendor pero también es verdad que bajo el imperativo de hacerse deseables, las tiendas han ido ganando mucho en seducción.
El arte de tradición ya había incluido el gusto de salir un sábado de galerías
. Pero ya el arte de nuestro tiempo incluye el estético recreo de ir de tiendas
. Es fácil, desde luego, decir esto en París pero no retiro la afirmación para muchas capitales españolas y, desde luego, para todas esas metrópolis desde Nueva York a Sidney que han promovido la creación y la inventiva comercial.
Cualquier viajero dispone, para su gozo, no ya la arquitectura, la naturaleza o la gastronomía local.
Hay un arte, fuera de las galerías o los museos, que no siendo el street art, se halla también por las avenidas y es la importante aportación de numerosos establecimientos a la degustación de la mirada. Baudelaire quedaría maravillado de esta ciudad posmoderna que ha superado en mucho a la modernidad. Una ciudad que, por resumir en las líneas que me quedan, se halla representada en un comercio como Merci en París a doscientos metros de la Bastilla.
Lo que aquellos desarrapados revolucionarios violentaron en provecho de la Humanidad, lo hace Merci, dando las gracias a los curiosos de su almacén donde se expenden cafés y rissotos, se prestan libros y se vive, en general, arriba o abajo, según los meses, un despliegue en torno al cine o, actualmente, el viaje en avión
. Paneles con la información de los vuelos, cintas transportadoras de rodillos como las del control policial, mochilas, sacos de dormir, maletas y mil enseres, muebles y ropas, que componen ahora su teatro interior.
Hay más ejemplos a tiro porque la misma empresa se ha desplegado en la ropa de niños, en la peluquería y hasta en la caricatura del fotomatón.
Pero es mejor que se lo crean y se recreen donde quiera que estén.
La ciudad no se compone solo de graves monumentos sino de importantes y livianas oportunidades que yendo de tienda en tienda, de calle en calle, ofrecen el arte de vivir, urbanamente, (¿cómo no?) l´écume des jours.
Los hombres, por su parte, aceptaron con obvia facilidad la necesidad de ir de compras pero a muchos les ha parecido detestable o, claramente afeminado, “ir de tiendas”.
Y, sin embargo, el dilema hoy se sublima en el sentido general de la experiencia estética en el recinto urbano.
Todos las prescripciones sobre los hábitos saludables incluyen hoy la recomendación de andar diariamente alrededor de una hora.
Pero no es lo mismo “andar” que “pasear”.
Baudelaire, que ni hacía mucho ejercicio ni se cuidaba en nada la salud, invitaba, sin embargo, a deambular por la nueva ciudad. La ciudad moderna y sus pasajes, sus escaparates o sus comercios, emergidos hace cien años cuando su atractivo sería la centésima parte de lo que ahora se ve.
Contra el mandato de “ir de compras” se halla el placer de “ir de tiendas” y frente a la medicina del caminar se halla la estética del flâneur.
Ahora estoy en París y por eso hablo así, afrancesadamente.
Pero, cursilerías aparte, la cuestión radica en que “caminar” o “andar” mucho borran con su destino clínico la experiencia estética de pasear la ciudad.
Es cierto que estamos en crisis y determinadas ciudades no se hallan en su máximo esplendor pero también es verdad que bajo el imperativo de hacerse deseables, las tiendas han ido ganando mucho en seducción.
El arte de tradición ya había incluido el gusto de salir un sábado de galerías
. Pero ya el arte de nuestro tiempo incluye el estético recreo de ir de tiendas
. Es fácil, desde luego, decir esto en París pero no retiro la afirmación para muchas capitales españolas y, desde luego, para todas esas metrópolis desde Nueva York a Sidney que han promovido la creación y la inventiva comercial.
Cualquier viajero dispone, para su gozo, no ya la arquitectura, la naturaleza o la gastronomía local.
Hay un arte, fuera de las galerías o los museos, que no siendo el street art, se halla también por las avenidas y es la importante aportación de numerosos establecimientos a la degustación de la mirada. Baudelaire quedaría maravillado de esta ciudad posmoderna que ha superado en mucho a la modernidad. Una ciudad que, por resumir en las líneas que me quedan, se halla representada en un comercio como Merci en París a doscientos metros de la Bastilla.
Lo que aquellos desarrapados revolucionarios violentaron en provecho de la Humanidad, lo hace Merci, dando las gracias a los curiosos de su almacén donde se expenden cafés y rissotos, se prestan libros y se vive, en general, arriba o abajo, según los meses, un despliegue en torno al cine o, actualmente, el viaje en avión
. Paneles con la información de los vuelos, cintas transportadoras de rodillos como las del control policial, mochilas, sacos de dormir, maletas y mil enseres, muebles y ropas, que componen ahora su teatro interior.
Hay más ejemplos a tiro porque la misma empresa se ha desplegado en la ropa de niños, en la peluquería y hasta en la caricatura del fotomatón.
Pero es mejor que se lo crean y se recreen donde quiera que estén.
La ciudad no se compone solo de graves monumentos sino de importantes y livianas oportunidades que yendo de tienda en tienda, de calle en calle, ofrecen el arte de vivir, urbanamente, (¿cómo no?) l´écume des jours.
Eva Sannum, la princesa que no fue...........................O por qué le dieron el Si a Letizia y no a Eva?
Doce años después de romper con el príncipe Felipe, la exmodelo noruega vuelve a ser noticia, esta vez por sus éxitos como creativa publicitaria.
Casada y con dos hijos, lleva en Oslo una vida holgada y discreta.
. El pretexto, felicitar las fiestas. Pero la cita incluía una sorpresa.
La puerta del salón en el que se celebraba la reunión se abrió de repente y apareció el Príncipe vestido con vaqueros azules, botas de ante, una chaqueta verde de espiga y un jersey de cuello alto. “Me han dicho que estabais por aquí y he decidido acercarme”, dijo a modo de presentación.
Tomó una silla y se sentó junto a la mesita en la que se consumían cafés y turrones, pero él solo pidió un vaso de agua, quizá para pasar el trago.
“Quiero comunicaros la decisión que hemos tomado Eva y yo. Por razones estrictamente personales y particulares, cada uno seguirá su camino en la vida.
Hemos decidido acabar nuestra relación personal”.
Esta semana, 12 años después, Eva Sannum ha vuelto a ser noticia pero por motivos profesionales
. La revista Kampanje, especializada en publicidad, ha informado de su contratación en la prestigiosa agencia Geelmuyden Kiese, a la que llega tras 10 años de trabajo en Try/Apt.
“Pierden a uno de sus mejores talentos en la industria de la publicidad, al confirmarse la marcha de Eva Sannum después de 10 años a Geelmuyden Kiese”, contaba la publicación.
Su perfil profesional ya figura en la página web de su nueva empresa, y junto a él, una foto de ella en la que se observa que, pese al paso de los años, sigue conservando su belleza.
Y es que después de romper con el Príncipe, Eva Sannum se convirtió en una gran profesional del mundo de la publicidad que ha ganado varios premios en el sector, como el Lápiz de Papel, que reconocen la calidad de sus textos como creativa publicitaria.
También forma parte, como representante de la opinión pública, de la Comisión Profesional de Prensa, donde se encarga, junto a otros compañeros, de arbitrar las quejas a los medios.
Por eso le ha tocado mediar con las diferencias entre la prensa noruega y los príncipes herederos Haakon y Mette Marit, quienes en varias ocasiones han denunciado ante este organismo que su vida más íntima ha sido vulnerada.
Precisamente fue Haakon quien presentó a don Felipe a Eva Sannum, amiga de Mette Marit. “Sé lo que es vivir observada, sé lo que es que te persiga una manada de periodistas por la calle.
A veces tenía la sensación de que querían rebuscar en la basura para ver si encontraban algo interesante con lo que construir una historia”, ha recordado la ahora publicista cuando se le ha preguntado por su pasado.
Cuando don Felipe anunció que su relación con Eva Sannum había acabado, lanzó un deseo
: “Espero que Eva y yo sigamos siempre siendo amigos. Sus cualidades son numerosas y quiero destacar algunas: su fortaleza, su dignidad, sensibilidad, capacidad de superación, sentido de la justicia y determinación por llegar a la excelencia de lo que se propone siempre me han impresionado. Y no sigo porque nunca acabaría de hablar”.
Ante los periodistas también formuló una petición: “Espero que la dejen un poco tranquila ahora y pueda proseguir sus estudios”.
Don Felipe explicó también que antes de hacer todas estas declaraciones le había advertido a Eva de sus intenciones:
“Ella sabe que estoy comunicando esto, y hablo en nombre de los dos”.
Era la primera vez que don Felipe se refería públicamente a su relación con la modelo noruega, que entonces tenía 26 años, y lo hacía para zanjar un noviazgo de cuatro años que nunca fue confirmado oficialmente.
Las de 2001 fueron probablemente las Navidades más tristes de don Felipe, a punto de cumplir los 34 años. Con el tiempo se supo que aquella decisión fue motivada por las recomendaciones de algunos consejeros de don Juan Carlos, quienes consideraban a la modelo inapropiada para ser algún día la reina de España.
En ese momento también comenzaba la otra vida de Eva Sannum, la princesa que nunca lo fue.
Durante varios meses, la modelo todavía fue perseguida por los fotógrafos en Noruega, donde intentaba retomar su vida de estudiante y de ciudadana anónima.
Un año después de la ruptura, Victoria Jounun, la madre de Sannum, aseguraba que su hija y el Príncipe seguían siendo amigos. Pero con el tiempo, el interés mediático por ella decreció, aunque de vez en cuando llegaban noticias suyas, como un fugaz viaje a Barcelona por motivos de trabajo. También aparecieron fotos con algunos jóvenes hasta que inició su relación con el que ahora es su esposo, Torgeir Vierdal, un prestigioso publicista con el que tiene dos hijos.
Ahora las imágenes que hay de Eva Sannum son empujando el cochecito en el que viajan sus niños o en las que aparece con su discreto marido.
La pareja lleva una vida tranquila y desahogada en Oslo
. Tienen su hogar en un pequeño palacete de tres alturas edificado en 1880, de estilo neorrenacentista, valorado en 1,6 millones y una segunda residencia de verano en el campo. Eva ha logrado el anonimato que el príncipe Felipe le deseó el día en que anunció que ya no eran pareja.
Sannum no llegó a ser pricesa, pero su irrupción se sumó al debate sobre los matrimonios de los príncipes herederos
. Tres años después de romper su relación con la modelo noruega, don Felipe se casaba con una periodista divorciada.
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