Afirma —o se pregunta— Tristán en su delirio final: “Oigo la luz”.
Desde el año 2000 el video artista norteamericano Bill Viola inició una
serie de trabajos explorando el tema de las pasiones
. Varios de ellos se
vieron en Madrid en una memorable exposición en la Fundación La Caixa
de febrero a mayo de 2005. Justamente en abril de ese año se estrenaba
en la Opéra Bastille de París, de la mano de Peter Sellars y Gerard
Mortier, su propuesta de Tristán und Isolde que ahora ha
llegado a Madrid.
A través de las alusiones al fuego, el agua, la
naturaleza, la noche, el amor y la muerte, Sellars y Viola buscan, por
encima de todo, la luz en su dimensión más espiritual.
Para ello qué
mejor apoyo que el de la música de Wagner en su obra más
desmesuradamente romántica.
Es de sentido común integrar en el concepto de “obra de arte total”
las aportaciones lingüísticas del videoarte.
La necesidad de una
actualización del romanticismo cobra así un sentido especial.
Como decía
Rüdiger Safranski, la pervivencia hasta la actualidad de lo romántico
es “una actitud que, en palabras de Novalis, consiste en conferir a lo
ordinario un sentido más elevado; a lo conocido dignidad de desconocido y
a lo finito una apariencia de infinitud”.
Ver Tristán e Isolda de la manera que nos proponen Sellars y
Viola es todo una experiencia para vivir el romanticismo desde nuestros
días
. Sobre todo, en el sublime tercer acto, donde las cotas de
integración entre el teatro y la creación plástica son excelsas.
En los
dos primeros la componente descriptiva y naturalista de Viola es, a
pesar de su ingenio, bastante previsible. En el tercero su creatividad
se desmelena a niveles de genialidad. Sellars aporta un concepto del
movimiento escénico de serenidad casi oriental.
La intensidad
intelectual y emocional de la puesta en escena van a la par, en una
exploración dialéctica inteligente del deseo y la compasión, el dolor y
la lealtad, la esperanza y la incertidumbre.
Desde la diferencia —nada
que ver con lecturas escénicas tan sugerentes como las de Chéreau,
Gruber o Muller, pongamos por caso—, el de Sellars y Viola es un
espectáculo enriquecedor.
Camina sin desmayo hacia la luz. Y sugiere en
ese esfuerzo muchas ideas.
El reparto vocal es estupendo.
Sin ello no se apreciaría de la misma
manera el talento de la parte visual.
De entrada, Violeta Urmana está
imponente como Isolda, por carácter y capacidad de introspección. Robert
Dean Smith tiene más dificultades como Tristán, dentro de una adecuada
línea de canto.
Llega hasta el final con entidad y eso tiene mucho
mérito en un papel como el suyo.
Franz-Josef Selig, Ekaterina Gubanova, y Jukka Rasilainen se
defienden de mil maravillas, con convicción y clase, los personajes del
Rey Marke, Brangäne y Kurwenal, respectivamente. Marc Piollet era una de
las grandes incógnitas de la noche, al frente de la Sinfónica de
Madrid. Sustituía a Currentzis, un director que ha calado hondo en el
público madrileño.
Pues bien, Piollet hizo una lectura efusiva, incluso
apasionada, quizás demasiado incisiva en el volumen, pero siempre con
temperamento y rigor. Respondió al reto que tenía encima, y la orquesta
le siguió con profesionalidad y esmero.
Alguna leve protesta aislada para el equipo escénico, no impide
resaltar el clima de éxito al final de la primera representación.
De
momento el teatro Real ha colgado el cartel de “no hay localidades” para
todas las representaciones de Tristán e Isolda. Wagner sigue teniendo tirón en Madrid.
Y las propuestas con ambición estética, mal que les pese a algunos, también.
14 ene 2014
Todos los Presidentes del mundo parecen que no saben vivir sin amantes y que yo me entere........
Hollande esquiva las preguntas sobre su vida privada.
El enemigo jurado de las finanzas y defensor a ultranza de la justicia social de la campaña electoral de 2012 ha pasado a mejor vida.A los 18 meses de llegar al poder, François Hollande confirmó este martes un giro radical hacia las recetas económicas neoliberales, y dejó de hablar a los electores de izquierda para dar la razón a los que consideran que Francia es un país esclerótico (Berlín, Bruselas y Londres) y ofrecer un pacto de responsabilidad —en realidad, un cheque en forma de reducción de costes laborales— a la patronal a cambio de inversión y empleos.
Aunque habló sobre todo de economía, el presidente francés llegaba a la tercera rueda de prensa semestral de su mandato con el agua al cuello por el asunto privado del que todo el mundo habla, en Francia y sobre todo fuera del Hexágono: su romance adúltero con la actriz Julie Gayet, de 41 años y 18 más joven que él, que ha llevado a su pareja, Valérie Trierweiler, de 48 años, a ser ingresada en el hospital para someterse a una cura de reposo.
Hollande prometió eliminar las cotizaciones salariales que pagan los empresarios y los trabajadores autónomos para financiar las ayudas familiares de aquí a 2017, una medida que cifró en 30.000 millones.
Y recurriendo de nuevo al manual ultraliberal, aseguró que financiará ese dinero reformando el Estado, luchando contra el fraude a la seguridad social, simplificando los impuestos y disminuyendo el gasto público en 50.000 millones entre 2015 y 2017.
“Todo será revisado, pero no para reducir la protección social, sanitaria o ambiental, sino para simplificar y facilitar la vida a las empresas”, enfatizó Hollande para limitar el impacto de la concesión a la patronal Medef, cuyos portavoces celebraron los anuncios y no tuvieron empacho en decir que Hollande había presentado un “programa de derechas”.
Pese a que la comparecencia del presidente duró cerca de tres horas, Hollande se las arregló para no dar una sola explicación convincente sobre el escándalo que ha afectado a su vida privada a los más de 500 periodistas franceses y extranjeros que abarrotaban la sala de festejos del Elíseo
. Ante las cuatro o cinco preguntas relacionadas con el caso, afirmó que él y su pareja viven “momentos difíciles y dolorosos”, recordó que su principio es que los asuntos privados se dirimen en privado, añadió una frase de circunstancias —“este no es el sitio ni el momento de hablar de eso”—, y finalmente prometió, de forma paradójica, que dará las explicaciones pertinentes antes de viajar a Washington el próximo 11 de febrero.
Luego, tras una larga tanda de cuestiones de política y economía, el presidente dijo que Trierweiler se encuentra “en reposo” y aseveró que su seguridad está “perfectamente garantizada” tanto cuando realiza desplazamientos públicos como privados, sin entrar en los detalles sobre el origen dudoso del apartamento donde se encontraba con Gayet.
El presidente no ocultó que la publicación del reportaje sobre su infidelidad le había producido una “indignación absoluta”, y matizó que si no ha presentado una querella contra la revista Closer es porque goza del estatuto de inmunidad penal del presidente y no juega en igualdad de condiciones al no poder recibir demandas de nadie.
Hollande se mostró sereno en todo momento y trató de mostrar su lado más institucional, autoritario y firme, aunque a ratos no renunció a sus bromas habituales.
Pero la conferencia de prensa fue mucho menos espontánea e improvisada de lo que pareció
. El jefe de comunicación del Elíseo, Christian Gravier, un hombre cercano al ministro del Interior, Manuel Valls, indicaba en cada momento a sus colaboradores a quién entregar el micrófono, y dio absoluta prioridad a los informadores franceses, relegando a los más de 150 corresponsales foráneos a la última media hora, los llamados minutos de la basura.
Cuestionado por un periodista estadounidense sobre el alcance político del Closergate y sobre si un presidente tiene derecho a una vida realmente privada, Hollande afirmó: “En Francia tenemos principios firmes sobre el respeto a la vida privada y sobre la libertad de prensa. Son nuestros valores”.
La noticia más relevante del día, en todo caso, fue el informe de la Liga por los Derechos Humanos sobre la situación de los gitanos en Francia.
Durante 2013, el Gobierno socialista expulsó de sus campamentos precarios a casi 20.000 romaníes europeos, es decir, el doble de los que expulsó en 2012.
Hollande defendió la política de Manuel Valls, sin citar esta vez la palabra humanidad, y aseguró que todas esas expulsiones no le avergüenzan “porque se hacen en nombre del derecho”.
En realidad, tanto la promesa electoral de Hollande como la circular emitida por el ministro del Interior en el verano de 2012 obligaba al propio Gobierno a conceder alojamientos alternativos a los expulsados, cosa que París no hace.
Hollande hizo suya también lo que definió como la última “victoria” del ministro más popular del Gabinete, la prohibición administrativa de los espectáculos del cómico Dieudonné: “El racismo, el antisemitismo, y la xenofobia serán perseguidos con intransigencia”, dijo. “La ley será aplicada sin debilidad. Pero la libertad de reunión, expresión y creación no puede ser reducida, salvo en circunstancias excepcionales, atendiendo a la dignidad humana y al orden público”.
Sobre Europa, Hollande habló sobre todo de Alemania y anticipó la celebración en febrero en Francia de un consejo de ministros conjunto de los dos países
. Anunció pasos para la convergencia económica, la armonización de las reglas fiscales y un impulso común de la Europa de la Defensa.
13 ene 2014
Guindos anuncia que la economía creció un 0,3% en el cuarto trimestre
El ministro de Economía, Luis de Guindos, ha anunciado esta tarde en
el Congreso que la incipiente recuperación de la economía española cogió
fuerzas en el cuarto trimestre de 2013.
Según ha adelantado Guindos, el PIB creció un 0,3% entre octubre y diciembre con respecto al trimestre anterior, una cifra que supera en dos décimas el balance del tercer trimestre, cuando España logró dejar atrás la recesión más larga de la democracia.
Con este avance, el Gobierno ofrece por primera vez el dato del cuarto trimestre.
El ministro, que ha comparecedido a petición propia en la Cámara, ha hecho un resumen de los signos positivos que empiezan a aparecer en España para defender que la reactivación está cogiendo ritmo.
El país está ya "ante una recuperación, aún frágil pero que es, por fin, recuperación", ha asegurado.
Dentro de su enumeración de factores alentadores para la economía, Guindos ha destacado el descenso en los costes de financiación del Estado y el recorte de la prima de riesgo, lo que apunta a una recuperación de la confianza desde el extranjero en el país.
También ha puesto de relieve la buena evolución del sector exterior, algo en lo que solo Alemania supera a España dentro del euro, y el final de la reestructuración bancaria.
Asimismo, el ministro ha defendido que el ajuste inmobiliario empieza a tocar fondo y que, tras lograr bajar el paro registrado en 2013, este año volverá a crecer el empleo.
Este cambio de tendencia tendrá lugar ya en la primera mitad de 2014, más pronto de lo esperado. A este respecto, ha rebajado la previsión de tasa de desempleo media para el año, que pasa del 25,9% al 25%.
"Por primera vez desde la crisis estamos ante un escenario diferente", ha dicho el ministro antes de admitir que, en cualquier caso y pese a los avances, la situación dista de ser satisfactoria.
En cuanto al déficit, ha garantizado que se cumplirá el objetivo de 2013 y que limitaba al 6,5% el desfase en las cuentas del conjunto de las Administraciones Públicas.
De este lado, ha dicho que "lo peor del necesario ajuste seguramente ha quedado atrás".
Tendrá cara este Guindos
Según ha adelantado Guindos, el PIB creció un 0,3% entre octubre y diciembre con respecto al trimestre anterior, una cifra que supera en dos décimas el balance del tercer trimestre, cuando España logró dejar atrás la recesión más larga de la democracia.
Con este avance, el Gobierno ofrece por primera vez el dato del cuarto trimestre.
El ministro, que ha comparecedido a petición propia en la Cámara, ha hecho un resumen de los signos positivos que empiezan a aparecer en España para defender que la reactivación está cogiendo ritmo.
El país está ya "ante una recuperación, aún frágil pero que es, por fin, recuperación", ha asegurado.
Dentro de su enumeración de factores alentadores para la economía, Guindos ha destacado el descenso en los costes de financiación del Estado y el recorte de la prima de riesgo, lo que apunta a una recuperación de la confianza desde el extranjero en el país.
También ha puesto de relieve la buena evolución del sector exterior, algo en lo que solo Alemania supera a España dentro del euro, y el final de la reestructuración bancaria.
Asimismo, el ministro ha defendido que el ajuste inmobiliario empieza a tocar fondo y que, tras lograr bajar el paro registrado en 2013, este año volverá a crecer el empleo.
Este cambio de tendencia tendrá lugar ya en la primera mitad de 2014, más pronto de lo esperado. A este respecto, ha rebajado la previsión de tasa de desempleo media para el año, que pasa del 25,9% al 25%.
"Por primera vez desde la crisis estamos ante un escenario diferente", ha dicho el ministro antes de admitir que, en cualquier caso y pese a los avances, la situación dista de ser satisfactoria.
En cuanto al déficit, ha garantizado que se cumplirá el objetivo de 2013 y que limitaba al 6,5% el desfase en las cuentas del conjunto de las Administraciones Públicas.
De este lado, ha dicho que "lo peor del necesario ajuste seguramente ha quedado atrás".
Tendrá cara este Guindos
Mariana Pineda y otras amazonas
Grabado de 1823 sobre la compañía de milicianas creada en Barcelona.
Por Juan Francisco Fuentes y Pilar GaríEn 1814, las liberalas -así denominadas a veces por sus enemigos– no pasaban de ser una exigua minoría a la que la monarquía absoluta prestó escasa atención, salvo que se empeñaran en ayudar a los presos y en importunar a las autoridades con sus quejas.
Si la propaganda servil se fijó en ellas fue para señalar los desvaríos a los que había llegado el liberalismo en aquellos años en que todo anduvo revuelto. Por el contrario, a partir de 1823 la represión fue implacable también con ellas.
Las cárceles, galeras y casas de arrecogidas fueron recibiendo a las más comprometidas o a las más infelices, aquellas que no habían podido huir a tiempo o que no contaban con ningún tipo de protección en las altas esferas. Otras se vieron más o menos libres de la persecución oficial, pero no del acoso de sus vecinos más exaltados. En algunos casos, la presión ambiental sobre una mujer conocida por sus ideas liberales podía llevarla a cambiar de residencia e incluso a huir al extranjero, como hizo Tecla López de Angulo, monja del convento de las Huelgas, secularizada en 1822, que tuvo que abandonar Burgos y buscar refugio en Francia al no poder soportar por más tiempo los atropellos y las amenazas de los serviles.
En el origen del terror blanco, con los voluntarios
realistas como su principal brazo ejecutor, había a menudo una
motivación social, porque el absolutismo popular tendía a identificar a
los liberales con los propietarios, y a éstos con las nuevas formas de
propiedad.
Para ellos, ser negro era cosa de ricos
. Algunas señoras liberales, por su parte, pensaban que bajo la monarquía absoluta el populacho se sentía como pez en el agua.
En realidad, esas dos visiones antagónicas del conflicto no estaban tan alejadas una de otra.
El hecho es que, como denunció la propia policía, la gente de cierta posición se veía acosada, y a veces despojada, por la plebe absolutista, que actuaba movida por el odio de clase y por la propaganda clerical. El lamento, en 1823, del autor de El Tío tremenda abundaba también en las implicaciones sociales del liberalismo femenino: ¡cuánto daño le hacían a la causa del altar y del trono esas “señoras de más alto rango” que se dedicaban a propagar la doctrina constitucional!
Hay casos dramáticos de mujeres perseguidas hasta el ensañamiento por sus ideas liberales, como Rosa Zamora, imputada en la intentona de Pablo Iglesias en Almería en 1824 y encerrada por tiempo indefinido en la Real Cárcel de Granada, en un cubículo infecto calificado como “un sitio destinado para matar gente” por los dos médicos que la visitaron a instancias del tribunal.
No era sólo la inhumanidad del aparato judicial y carcelario absolutista, sino la falta de medios de un sistema que no estaba preparado para castigar a las mujeres por delitos de naturaleza política, máxime tratándose, como ocurría a menudo, de señoras de la “clase y estado” de la propia Rosa Zamora, como dijo el responsable de Real Cárcel de Granada para justificar los problemas irresolubles que planteaba su reclusión.
Las casas galera y cárceles femeninas habían sido pensadas para mujeres de la plebe acusadas de delitos comunes, como prostitución, robo o infanticidio, una circunstancia que motivó frecuentes quejas de las presas políticas, condenadas a compartir su infortunio, en palabras de una de ellas, con “mujeres prostitutas y disolutas sin vestigio alguno de pudor y educación”, que constituían a todas luces una compañía inadecuada para “una mujer de clase”.
En otras ocasiones, esa carencia de medios resultó providencial para salvar de la cárcel a alguna sospechosa, como Francisca Tentor, implicada en la trama conspirativa de Málaga en 1831.
Así le constaba al gobernador militar, González Moreno –el verdugo de Torrijos–, quien, sin embargo, prefirió demorar su detención, entre otras razones, por no disponer “del local proporcionado en que constituirla, y en que se halle (…) con la decencia y decoro que exigen su sexo, su estado y la calidad de su persona”.
Aunque atenuada en algunos casos por las carencias materiales del sistema y cierta inercia paternalista, la represión absolutista alcanzó de lleno al liberalismo femenino desde el principio hasta el final de la Década Ominosa. La intensidad y las formas variaron según el momento.
Primero fueron las Comisiones Militares y las Juntas de Purificación; posteriormente, a partir de 1830, la iniciativa la llevó sobre todo la policía de Calomarde.
La magnitud de la represión permite calibrar tanto la importancia del Trienio en la socialización del liberalismo entre las españolas como la disposición de muchas de ellas a luchar por las libertades tras el triunfo de la reacción
. En ocasiones, se trataba simplemente de esconder un ejemplar de la Constitución, un uniforme de miliciano o un trozo de una lápida constitucional. Este tipo de prácticas, frecuentes a lo largo de toda la década –recuérdese que Mariana Pineda fue ejecutada por el “detestable delito” de guardar una bandera–, definen dos características del liberalismo femenino que en la clandestinidad iban a resultar de enorme importancia: la estrecha relación de la mujer con los elementos simbólicos de la revolución y su dominio del espacio privado, ámbito fundamental de la actividad conspirativa
. La mujer liberal –la viuda sobre todo– desempeñó en él una labor impagable protegiendo a prófugos de la justicia, recibiendo y repartiendo correspondencia, auspiciando reuniones, escribiendo ella misma cartas e informes con tinta invisible y a veces participando en los núcleos conspirativos que fueron surgiendo por toda España, especialmente en Andalucía y Levante.
Corrieron suerte muy diversa
. Algunas, con graves responsabilidades políticas, escaparon milagrosamente a la represión, mientras otras fueron detenidas y condenadas a duras penas de cárcel, cuando no a la muerte. (…)
Eran las nuevas “amazonas de la libertad”, según la imagen utilizada por el italiano conde Pecchio en una de sus cartas desde la España del Trienio, en la que se refiere a la juventud y la belleza de las partidarias del régimen constitucional español.
Lo de las “amazonas de la libertad” circulaba ya por Francia en tiempo de la revolución, lo mismo que otras locuciones asociadas al mito de las amazonas.
Hay frecuentes alusiones a ellas en las guerras de independencia de principios del siglo XIX, como la española o la griega, y en las luchas revolucionarias en que intervienen las mujeres.
El Trienio liberal, en cambio, pese a la referencia de Pecchio a Cádiz y Valencia como lugares en los que habitan “les plus belles amazones de la liberté”, no resultó especialmente propicio a la imagen de mujer belicosa e intrépida
. Era lógico que, una vez alcanzada la libertad, el mito sufriera un cierto eclipse, por más que en alguna ocasión alguien se acordara de las guerreras de la Antigüedad y las citara de pasada.
La razón de ello la encontramos en un artículo de prensa, publicado en 1820, en el que se encomia el patriotismo de las “jóvenes solteras” de Cangas de Onís que se han ofrecido para adornar la lápida de la Constitución con vistas a los festejos cívicos organizados por el ayuntamiento
. Si el despotismo se hubiese prolongado por más tiempo, afirma el autor, “hubiéramos visto amazonas en defensa de la Constitución”. “Mas”, añade, “ya que su brazo no ha podido manejar la espada de la patria, ahora desean emplear sus delicadas manos en embellecer el monumento o lápida del hermoso Código”.
En suma, el tiempo del sacrificio y el heroísmo había pasado; al menos, de momento.
La hora de las amazonas volvió a sonar con la restauración absolutista de 1823 y en especial con la gran ofensiva lanzada por los liberales tras el triunfo de la revolución francesa de 1830. Es entonces cuando, según el marqués de Custine, el gobierno de Fernando VII [en la imagen, en un óleo de Goya del Museo del Prado] piensa que el liberalismo español ha dotado a su organización clandestina –su “ejército invisible”– de “escuadrones de amazonas” listos para el asalto final contra la monarquía absoluta.
La expresión, registrada ya en la Guerra de la Independencia española y años después en la Polonia sublevada contra los rusos, refleja en esta etapa final del reinado de Fernando VII una doble realidad. Por un lado, la notable participación femenina en las redes conspirativas de los años 1830–1832, aprovechando su mejor adaptación a la actividad clandestina –¿no tenía un punto de clandestinidad la vida de la mujer en el ámbito privado?– y su –hasta entonces– menor vulnerabilidad a la represión absolutista. Por otro, la decisión del régimen y, según Custine, del propio monarca de dar un escarmiento –“faire un example”– que pusiera fin a tanta conspiración y a tanta amazona suelta. La propia Gaceta de Madrid hablaría de “escarmiento” al informar de la ejecución de Mariana Pineda, y lo justificaría por la necesidad de contrarrestar la táctica adoptada por los revolucionarios de involucrar en sus planes “al sexo menos cauto y más capaz de interesar la ajena compasión”. Ser mujer y liberal en España se estaba poniendo cada vez más peligroso.
Juan Francisco Fuentes, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense, y Pilar Garí, traductora y escritora, son autores de Amazonas de la libertad. Mujeres liberales contra Fernando VII (Marcial Pons), que saldrá a la venta el 15 de enero. Este texto es un extracto de sus conclusiones.
Para ellos, ser negro era cosa de ricos
. Algunas señoras liberales, por su parte, pensaban que bajo la monarquía absoluta el populacho se sentía como pez en el agua.
En realidad, esas dos visiones antagónicas del conflicto no estaban tan alejadas una de otra.
El hecho es que, como denunció la propia policía, la gente de cierta posición se veía acosada, y a veces despojada, por la plebe absolutista, que actuaba movida por el odio de clase y por la propaganda clerical. El lamento, en 1823, del autor de El Tío tremenda abundaba también en las implicaciones sociales del liberalismo femenino: ¡cuánto daño le hacían a la causa del altar y del trono esas “señoras de más alto rango” que se dedicaban a propagar la doctrina constitucional!
Hay casos dramáticos de mujeres perseguidas hasta el ensañamiento por sus ideas liberales, como Rosa Zamora, imputada en la intentona de Pablo Iglesias en Almería en 1824 y encerrada por tiempo indefinido en la Real Cárcel de Granada, en un cubículo infecto calificado como “un sitio destinado para matar gente” por los dos médicos que la visitaron a instancias del tribunal.
No era sólo la inhumanidad del aparato judicial y carcelario absolutista, sino la falta de medios de un sistema que no estaba preparado para castigar a las mujeres por delitos de naturaleza política, máxime tratándose, como ocurría a menudo, de señoras de la “clase y estado” de la propia Rosa Zamora, como dijo el responsable de Real Cárcel de Granada para justificar los problemas irresolubles que planteaba su reclusión.
Las casas galera y cárceles femeninas habían sido pensadas para mujeres de la plebe acusadas de delitos comunes, como prostitución, robo o infanticidio, una circunstancia que motivó frecuentes quejas de las presas políticas, condenadas a compartir su infortunio, en palabras de una de ellas, con “mujeres prostitutas y disolutas sin vestigio alguno de pudor y educación”, que constituían a todas luces una compañía inadecuada para “una mujer de clase”.
En otras ocasiones, esa carencia de medios resultó providencial para salvar de la cárcel a alguna sospechosa, como Francisca Tentor, implicada en la trama conspirativa de Málaga en 1831.
Así le constaba al gobernador militar, González Moreno –el verdugo de Torrijos–, quien, sin embargo, prefirió demorar su detención, entre otras razones, por no disponer “del local proporcionado en que constituirla, y en que se halle (…) con la decencia y decoro que exigen su sexo, su estado y la calidad de su persona”.
Aunque atenuada en algunos casos por las carencias materiales del sistema y cierta inercia paternalista, la represión absolutista alcanzó de lleno al liberalismo femenino desde el principio hasta el final de la Década Ominosa. La intensidad y las formas variaron según el momento.
Primero fueron las Comisiones Militares y las Juntas de Purificación; posteriormente, a partir de 1830, la iniciativa la llevó sobre todo la policía de Calomarde.
La magnitud de la represión permite calibrar tanto la importancia del Trienio en la socialización del liberalismo entre las españolas como la disposición de muchas de ellas a luchar por las libertades tras el triunfo de la reacción
. En ocasiones, se trataba simplemente de esconder un ejemplar de la Constitución, un uniforme de miliciano o un trozo de una lápida constitucional. Este tipo de prácticas, frecuentes a lo largo de toda la década –recuérdese que Mariana Pineda fue ejecutada por el “detestable delito” de guardar una bandera–, definen dos características del liberalismo femenino que en la clandestinidad iban a resultar de enorme importancia: la estrecha relación de la mujer con los elementos simbólicos de la revolución y su dominio del espacio privado, ámbito fundamental de la actividad conspirativa
. La mujer liberal –la viuda sobre todo– desempeñó en él una labor impagable protegiendo a prófugos de la justicia, recibiendo y repartiendo correspondencia, auspiciando reuniones, escribiendo ella misma cartas e informes con tinta invisible y a veces participando en los núcleos conspirativos que fueron surgiendo por toda España, especialmente en Andalucía y Levante.
Corrieron suerte muy diversa
. Algunas, con graves responsabilidades políticas, escaparon milagrosamente a la represión, mientras otras fueron detenidas y condenadas a duras penas de cárcel, cuando no a la muerte. (…)
Eran las nuevas “amazonas de la libertad”, según la imagen utilizada por el italiano conde Pecchio en una de sus cartas desde la España del Trienio, en la que se refiere a la juventud y la belleza de las partidarias del régimen constitucional español.
Lo de las “amazonas de la libertad” circulaba ya por Francia en tiempo de la revolución, lo mismo que otras locuciones asociadas al mito de las amazonas.
Hay frecuentes alusiones a ellas en las guerras de independencia de principios del siglo XIX, como la española o la griega, y en las luchas revolucionarias en que intervienen las mujeres.
El Trienio liberal, en cambio, pese a la referencia de Pecchio a Cádiz y Valencia como lugares en los que habitan “les plus belles amazones de la liberté”, no resultó especialmente propicio a la imagen de mujer belicosa e intrépida
. Era lógico que, una vez alcanzada la libertad, el mito sufriera un cierto eclipse, por más que en alguna ocasión alguien se acordara de las guerreras de la Antigüedad y las citara de pasada.
La razón de ello la encontramos en un artículo de prensa, publicado en 1820, en el que se encomia el patriotismo de las “jóvenes solteras” de Cangas de Onís que se han ofrecido para adornar la lápida de la Constitución con vistas a los festejos cívicos organizados por el ayuntamiento
. Si el despotismo se hubiese prolongado por más tiempo, afirma el autor, “hubiéramos visto amazonas en defensa de la Constitución”. “Mas”, añade, “ya que su brazo no ha podido manejar la espada de la patria, ahora desean emplear sus delicadas manos en embellecer el monumento o lápida del hermoso Código”.
En suma, el tiempo del sacrificio y el heroísmo había pasado; al menos, de momento.
La hora de las amazonas volvió a sonar con la restauración absolutista de 1823 y en especial con la gran ofensiva lanzada por los liberales tras el triunfo de la revolución francesa de 1830. Es entonces cuando, según el marqués de Custine, el gobierno de Fernando VII [en la imagen, en un óleo de Goya del Museo del Prado] piensa que el liberalismo español ha dotado a su organización clandestina –su “ejército invisible”– de “escuadrones de amazonas” listos para el asalto final contra la monarquía absoluta.
La expresión, registrada ya en la Guerra de la Independencia española y años después en la Polonia sublevada contra los rusos, refleja en esta etapa final del reinado de Fernando VII una doble realidad. Por un lado, la notable participación femenina en las redes conspirativas de los años 1830–1832, aprovechando su mejor adaptación a la actividad clandestina –¿no tenía un punto de clandestinidad la vida de la mujer en el ámbito privado?– y su –hasta entonces– menor vulnerabilidad a la represión absolutista. Por otro, la decisión del régimen y, según Custine, del propio monarca de dar un escarmiento –“faire un example”– que pusiera fin a tanta conspiración y a tanta amazona suelta. La propia Gaceta de Madrid hablaría de “escarmiento” al informar de la ejecución de Mariana Pineda, y lo justificaría por la necesidad de contrarrestar la táctica adoptada por los revolucionarios de involucrar en sus planes “al sexo menos cauto y más capaz de interesar la ajena compasión”. Ser mujer y liberal en España se estaba poniendo cada vez más peligroso.
Juan Francisco Fuentes, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense, y Pilar Garí, traductora y escritora, son autores de Amazonas de la libertad. Mujeres liberales contra Fernando VII (Marcial Pons), que saldrá a la venta el 15 de enero. Este texto es un extracto de sus conclusiones.
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