Hoy se cumplen 25 años de la destitución de Pilar Miró al frente de RTVE. Desde los meses finales de 1988, la crisis política creada por la compra de vestuario por parte de la directora general de la televisión pública para acudir a actos oficiales con cargo a los presupuestos de RTVE no dio respiro a Pilar Miró y abrió un frente de desgaste al Gobierno socialista de Felipe González.
En octubre de 1988 compareció en el Congreso de los Diputados y reconoció que efectivamente había procedido así.
Se habían detectado gastos de vestuario de la directora general por valor de dos millones de pesetas (12.000 euros) que habían sido cargados al presupuesto del ente público en 1987
. Se trataba, en concreto, de faldas, chaquetas, vestidos, trajes, cinturones, zapatos, pendientes de oro, colgantes y unos gemelos de oro.
Al menos estos objetos figuraban en la documentación relativa a gastos efectuados entre enero y septiembre.
Pilar Miró reconoció también en sede parlamentaria -a preguntas de
Luis Ramallo, diputado de Alianza Popular que fue el ariete
parlamentario del partido en esta batalla política- otros gastos de la
misma naturaleza en el año anterior
. El PSOE no apoyó a Miró y consideró, en palabras de José María Benegas, secretario de organización entonces, "impropio de un cargo socialista" tal comportamiento.
Ella consideraba que no había hecho uso indebido de los fondos públicos, tan sólo "una torpeza contable" al imputar a una partida errónea unos gastos que tenían perfecta cabida en otra partida del presupuesto
. Pero el incendio político, con AP hablando abiertamente de que se trataba de la existencia de corruptelas, obligó al PSOE a adoptar una posición de enfrentamiento con Pilar Miró, a la que pidieron desde el grupo parlamentario (que disfrutaba de holgada mayoría absoluta) que devolviera el dinero.
Ella se manifestaba disgustada por el "penoso incidente" pero firme en su decisión de no dimitir.
La actitud del vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, explicaba el alcance del problema.
Podemos afirmar sin dudas que no tenían sintonía Miró y Guerra.
No asistió a su toma de posesión, lo que ya marcó una distancia que no hizo más que crecer. Guerra desmintió que tuviera nada que ver con lo ocurrido en el caso aunque Pilar Miró le señalaba de forma directa
. Leyendo esta información de EL PAÍS queda claro que tenía razón sobre la enemiga del guerrismo con ella, que traspasó los límites de la intimidad.
Por su parte, Luis Ramallo presentó una denuncia en el juzgado de guardia por si hubiera habido delito en el proceder de Pilar Miró.
EL PAÍS publicó un editorial que permite, leído hoy, poner en perspectiva la preocupación por la corrupción y por la tendencia a "la consideración permanente de la televisión estatal como una finca particular". Empezaba el editorial señalando que "cuando la mitad de los ciudadanos españoles consideran que en la vida pública existe "mucha o bastante corrupción" y un tercio de los consultados estima que esa corrupción es hoy mayor que hace 20 años (sondeo publicado el pasado domingo por EL PAÍS), merece la pena preguntarse acerca de los comportamientos que generan semejante opinión.
Entre otras cosas, porque sin duda alguna la corrupción durante el franquismo fue muy superior a la que existe en la democracia, pero no podía trascender a la opinión pública, no se informaba sobre ella, no actuaban los tribunales, no investigaba el Parlamento y, en definitiva, se beneficiaba del silencio y de la complicidad de los gobernantes."
Y sobre el propio asunto, esto tan definitivo: "Pilar Miró no tenía derecho a hacer lo que ha hecho y lo demás son pamplinas."
Parecía inminente su dimisión.
Es más, se consideró como segura tras manifestar telefónicamente al presidente del Gobierno, Felipe González, que ponía el cargo a su disposición.
Pero el interés socialista porque pareciera una renuncia voluntaria y por preservar la imagen de honradez de Miró dificultaba el encaje de una decisión tomada.
Pilar Miró manifestó su voluntad de devolver el dinero de los trajes y volvió a su trabajo, muy desgastada, disgustada y sin saber qué le depararía el futuro inmediato.
Y declaró a EL PAÍS: "¿Y qué es una raya más para un tigre?"
En la sesión de control parlamentario de RTVE del 27 de octubre, proclamó:
"Yo he cometido un error y eso lo rectifico. Soy una persona honrada, y de lo que sea responsable ya me lo dirán
. Es muy duro que se me reclame un comportamiento ético, yo que defiendo a capa y espada las auditorías y que lleguen hasta el final.
Yo jamás he ocultado nada, no me he llevado nada que no fuera mío, ni pienso llevarme nada.
En mi vida he hecho trampa, jamás, y no pienso hacerla". Pero Ramallo, y AP, estaban a lo que estaban: a darle la gran lanzada.
¿Es verdad ese rumor de que se compró un abrigo de piel de un millón de pesetas (6.000 euros)?, preguntó sin obtener respuesta.
El 10 de noviembre, Pilar Miró devolvió 2.127.215 pesetas (algo menos de 13.000 euros), pero la situación era insostenible y proseguían los ataques y descalificaciones. En este contexto, el ministro de Cultura echó más leña al fuego. Jorge Semprún declaró, y ratificó en el Parlamento, que RTVE es "un monstruo irracional donde los amigos pueden salir cuando quieren y los enemigos no".
Alguna responsabilidad debía atribuir, a tenor de sus palabras, a la máxima responsable de la televisión pública.
En medio de la refriega, apareció otra denuncia contra Narcís Serra, ministro de Defensa entonces, por la compra de un piano para su residencia.
Amargamente se quejaría más tarde Pilar Miró del diferente trato que tuvo ella, aunque no mencionó a Serra y su piano. Serra, en cambio, también criticó a Miró por el asunto de su vestuario.
Atacada por la oposición y censurada por miembros del Gobierno y del partido que lo sustentaba, la Navidad de 1988 fue una tortura para Pilar Miró, cuyo relevo se daba por seguro pero no terminaba de materializarse
. Finalmente, el 12 de enero se tomó la decisión de que al día siguiente, el consejo de ministros nombraría a Luis Solana, en sustitución de Pilar Miró
. A las 72 horas publicó EL PAÍS una entevista con la ya exdirectora de RTVE, en la que declaró que no lo gustaban los políticos y lamentaba el coste personal que supuso para ella este episodio.
Desgraciadamente para ella, aún le quedaba un doloroso trecho por cubrir: sentarse en el banquillo
. Esa fue otra historia.
Javier Pradera escribió en pleno apogeo del caso que el comportamiento de Pilar Miró reflejaba "el brusco cambio de valores morales y de modelos sociales que atraviesa por entero la sociedad española, convertida en un espectacular rebosadero de dineros especulativos, donde todo se compra y se vende, casi todo tiene un precio y buena parte de las antiguas referencias éticas se hallan en retroceso." Corría el año 1988...
Pilar Miró fotografiada por LUIS MAGÁN en 1996
Pilar Miró en el juicio por malversación de fondos cuando fue directora de RTVE, celebrado en 1992 / CRISTÓBAL MANUEL
. El PSOE no apoyó a Miró y consideró, en palabras de José María Benegas, secretario de organización entonces, "impropio de un cargo socialista" tal comportamiento.
Ella consideraba que no había hecho uso indebido de los fondos públicos, tan sólo "una torpeza contable" al imputar a una partida errónea unos gastos que tenían perfecta cabida en otra partida del presupuesto
. Pero el incendio político, con AP hablando abiertamente de que se trataba de la existencia de corruptelas, obligó al PSOE a adoptar una posición de enfrentamiento con Pilar Miró, a la que pidieron desde el grupo parlamentario (que disfrutaba de holgada mayoría absoluta) que devolviera el dinero.
Ella se manifestaba disgustada por el "penoso incidente" pero firme en su decisión de no dimitir.
La actitud del vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, explicaba el alcance del problema.
Podemos afirmar sin dudas que no tenían sintonía Miró y Guerra.
No asistió a su toma de posesión, lo que ya marcó una distancia que no hizo más que crecer. Guerra desmintió que tuviera nada que ver con lo ocurrido en el caso aunque Pilar Miró le señalaba de forma directa
. Leyendo esta información de EL PAÍS queda claro que tenía razón sobre la enemiga del guerrismo con ella, que traspasó los límites de la intimidad.
Por su parte, Luis Ramallo presentó una denuncia en el juzgado de guardia por si hubiera habido delito en el proceder de Pilar Miró.
EL PAÍS publicó un editorial que permite, leído hoy, poner en perspectiva la preocupación por la corrupción y por la tendencia a "la consideración permanente de la televisión estatal como una finca particular". Empezaba el editorial señalando que "cuando la mitad de los ciudadanos españoles consideran que en la vida pública existe "mucha o bastante corrupción" y un tercio de los consultados estima que esa corrupción es hoy mayor que hace 20 años (sondeo publicado el pasado domingo por EL PAÍS), merece la pena preguntarse acerca de los comportamientos que generan semejante opinión.
Entre otras cosas, porque sin duda alguna la corrupción durante el franquismo fue muy superior a la que existe en la democracia, pero no podía trascender a la opinión pública, no se informaba sobre ella, no actuaban los tribunales, no investigaba el Parlamento y, en definitiva, se beneficiaba del silencio y de la complicidad de los gobernantes."
Y sobre el propio asunto, esto tan definitivo: "Pilar Miró no tenía derecho a hacer lo que ha hecho y lo demás son pamplinas."
Parecía inminente su dimisión.
Es más, se consideró como segura tras manifestar telefónicamente al presidente del Gobierno, Felipe González, que ponía el cargo a su disposición.
Pero el interés socialista porque pareciera una renuncia voluntaria y por preservar la imagen de honradez de Miró dificultaba el encaje de una decisión tomada.
Pilar Miró manifestó su voluntad de devolver el dinero de los trajes y volvió a su trabajo, muy desgastada, disgustada y sin saber qué le depararía el futuro inmediato.
Y declaró a EL PAÍS: "¿Y qué es una raya más para un tigre?"
En la sesión de control parlamentario de RTVE del 27 de octubre, proclamó:
"Yo he cometido un error y eso lo rectifico. Soy una persona honrada, y de lo que sea responsable ya me lo dirán
. Es muy duro que se me reclame un comportamiento ético, yo que defiendo a capa y espada las auditorías y que lleguen hasta el final.
Yo jamás he ocultado nada, no me he llevado nada que no fuera mío, ni pienso llevarme nada.
En mi vida he hecho trampa, jamás, y no pienso hacerla". Pero Ramallo, y AP, estaban a lo que estaban: a darle la gran lanzada.
¿Es verdad ese rumor de que se compró un abrigo de piel de un millón de pesetas (6.000 euros)?, preguntó sin obtener respuesta.
El 10 de noviembre, Pilar Miró devolvió 2.127.215 pesetas (algo menos de 13.000 euros), pero la situación era insostenible y proseguían los ataques y descalificaciones. En este contexto, el ministro de Cultura echó más leña al fuego. Jorge Semprún declaró, y ratificó en el Parlamento, que RTVE es "un monstruo irracional donde los amigos pueden salir cuando quieren y los enemigos no".
Alguna responsabilidad debía atribuir, a tenor de sus palabras, a la máxima responsable de la televisión pública.
En medio de la refriega, apareció otra denuncia contra Narcís Serra, ministro de Defensa entonces, por la compra de un piano para su residencia.
Amargamente se quejaría más tarde Pilar Miró del diferente trato que tuvo ella, aunque no mencionó a Serra y su piano. Serra, en cambio, también criticó a Miró por el asunto de su vestuario.
Atacada por la oposición y censurada por miembros del Gobierno y del partido que lo sustentaba, la Navidad de 1988 fue una tortura para Pilar Miró, cuyo relevo se daba por seguro pero no terminaba de materializarse
. Finalmente, el 12 de enero se tomó la decisión de que al día siguiente, el consejo de ministros nombraría a Luis Solana, en sustitución de Pilar Miró
. A las 72 horas publicó EL PAÍS una entevista con la ya exdirectora de RTVE, en la que declaró que no lo gustaban los políticos y lamentaba el coste personal que supuso para ella este episodio.
Desgraciadamente para ella, aún le quedaba un doloroso trecho por cubrir: sentarse en el banquillo
. Esa fue otra historia.
Javier Pradera escribió en pleno apogeo del caso que el comportamiento de Pilar Miró reflejaba "el brusco cambio de valores morales y de modelos sociales que atraviesa por entero la sociedad española, convertida en un espectacular rebosadero de dineros especulativos, donde todo se compra y se vende, casi todo tiene un precio y buena parte de las antiguas referencias éticas se hallan en retroceso." Corría el año 1988...
Pilar Miró fotografiada por LUIS MAGÁN en 1996
Pilar Miró en el juicio por malversación de fondos cuando fue directora de RTVE, celebrado en 1992 / CRISTÓBAL MANUEL