Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

3 ene 2014

Una fuerza de la naturaleza actoral...................................Gregorio Belinchón

Sergi López disfruta hoy de su peculiar anonimato desde su pueblo natal, Vilanova i la Geltrú.

Tiene 60 títulos cinematográficos a sus espaldas. Y mucho teatro.

Ha vuelto a subir a los escenarios recientemente y ahora estrena nueva película.

Jordi Socías

A riesgo de caer en el tópico, Sergi López se mira las manos, gordezuelas, con dedos más de labrador que de actor de cine, y exclama:
 “Un jabalí. Pienso mucho en ese animal. Le doy vueltas al asunto”.
 Un jabalí escarba, atraviesa los campos de cereales y de girasoles pisando la mies y abriendo su camino; un jabalí es rotundo, rápido, solo ataca si le hieren o se siente muy amenazado; un jabalí siente suya su tierra; un jabalí, si hablara, sería de los que exclamarían: “Al pan, pan, y al vino, vino”.
Y todo eso está en este tipo de Vilanova i la Geltrú –donde vive aún, desoyendo cantos de sirenas parisienses y barcelonesas–, que cumple hoy 48 años, que ya ha rodado 60 películas –cifra que él repite con sonrisa pícara y ojos grandes–, que ya ha estado seis veces concursando en el Festival de Cannes (la última, este año, con Michael Kohlhaas) y que estrena Ismael, otra apuesta de Marcelo Piñeyro por el dramote con buenos sentimientos, que juguetea con arrojarse al barranco del almíbar, pero que finalmente sale con brillantez adelante
. A López le ha tocado un papel que muchos pueden ver muy cercano a su carácter: el del amigo comprensivo del prota (Mario Casas), que en cuanto aparece la madre (Belén Rueda) entra a matar con todo su encanto y su savoir faire para el género femenino.
 “Hicieron algo que en mí funciona: me dieron el guion y me dijeron que lo leyera. Nada de ‘lo he escrito para ti”, cuenta durante este encuentro en Madrid con El País Semanal.
 “El guion es una pieza maestra de relojería, porque todos los personajes han sufrido algo y aun así es una película luminosa. ¿Un papel cercano a mí? En su manera de ver la vida, en su felicidad en las cosas sencillas, en su lado bufonesco, desde luego
. Contemporiza, parece estar de vacaciones, se convierte en los ojos del espectador.
 Pero no se me dan tan bien las mujeres. Las llevo mejor cuando es un guion escrito
. En mi vida soy supertímido. Yo tengo gracia en el acercarme, en la campechanía, en el sentirme cercano. Luego, coger una mano, ir a más, ni de lejos.
 Con el tiempo vas mejorando, haciendo lo que puedes [carcajadas]. En la obra de teatro que represento ahora me quito la camiseta y paso una vergüenza… Todo porque un día lo hice en el ensayo y gustó el gesto”.
En la calle, el público me conoce, sabe mi nombre, pero pregúntales por una película mía. No tienen ni idea. No me importa, de verdad"
Sesenta películas rodadas por todo el mundo, una imagen de actor europeo como pocos otros la tienen en el ncine español: “No se acaba de entender. Es una cosa inexplicable.
 Va pasando el tiempo y lo asumo poco a poco: hago cine, soy actor de cine, que es una expresión que me suena a marciana. Aún parece ayer cuando me decían: ‘Quédate en Francia, que te vendrá bien para tu carrera de cine’. Y yo pensé: ‘¿Mi carrera de qué? A lo sumo haré dos películas de inmigrante, tres con suerte’. No sé, no lo entiendo. Me va bien: en francés tengo acento, en inglés tengo acento, en español no estoy seguro [risas]… La cosa va durando.
 No entiendo por qué, pero sí comprendo que las cosas que haces te abren puertas.
La gente del cine va viendo mis trabajos y mi carrera se va alimentando.
 En la calle, el público me conoce, sabe mi nombre, pero pregúntales por una película mía.
 No tienen ni idea. No me importa, de verdad”.
 El catalán nunca ha tenido reparos en viajar: en su filmografía hay más películas francesas que españolas –“me costó arrancar aquí; cuando empezaron a llamarme, pensaban que yo vivía en París”–, rodajes en Londres, Tokio… “¿Cómo no? ¿No quería ser actor? Pues vas adonde te llamen, que encima es chulo”. Puede que por eso tenga un César francés, y ningún Goya, aunque haya sido tres veces candidato.
 O que haya pisado más veces el Festival de Cannes que el de San Sebastián.
¿Y eso cómo se compagina con la familia en Vilanova? “Mejor de lo que pensaba. Porque si eres el prota, como mucho estás fuera seis semanas. Y si no, son quince días de trabajo y repartidos en tres meses. Y cuando estoy en mi pueblo tengo todo el tiempo para la familia y no como mi hermano, que trabaja al lado y está todo el día fuera.
 Procedo del teatro, ya estaba acostumbrado a eso de estar en un escenario en fin de año o el día de Navidad o en fin de semana. Trabajas cuando los otros descansan”.
Jordi Socías
El teatro. Sergi López ha vuelto a él con 30/40 Livingstone, coescrita, codirigida e interpretada en asombroso dúo con Jorge Picó, su compañero de estudios en la escuela parisiense del mítico Jacques Lecoq:
 “Era un sitio muy especial, porque no te enseñaban a interpretar, sino a generar cosas, a ser actor creador, huyendo de las rutinas como las del cine”
. Hace años ya colaboraron en Non solum (aunque era un monólogo de López) y ahora están de gira con ese prodigioso, bufonesco –en la sabia mezcla que esconde esa palabra de reír zahiriendo y metiéndose con el poder– 30/40 Livingstone.
En la obra, López, que no para de hablar, encarna al hijo de un juez que decide dejar todo atrás e irse a buscar, a encontrar ese algo más que le pide su cuerpo
. Y en ese proceso encuentra a un extraño ser, mitad ciervo, mitad hombre (Picó), que se expresa solo con gestos.
En pantalla, López es contenido; en la vida diaria le gusta expandir su cuerpo; en el escenario es un huracán, un pulpo de múltiples brazos, un elefante, una gacela, un actor con un dominio absoluto de cada una de las partes de su físico, que maneja con ductilidad. En un momento parece pesar 20 kilos menos; en otro, 20 más; pasa de la adolescencia a la vejez en un chasquido de dedos. Y se burla, se burla, se burla. De todos: de los corruptos, los arrogantes, los inocentes, los listillos, los creídos, de la bondad ajena y de la idea rousseauniana del hombre natural, de los cuñados trepas…
 El humor, usado para algo más.
A López le apasiona, pero no puede disfrutarlo completamente: el día del estreno de su temporada madrileña sufrió encanta el teatro. Empecé con otra obra a dos con Toni Albà, que empezó a hacerse conocido por la televisión.
Y a mí comenzaron a llamarme para cositas de cine.
Así que a veces la representaba yo con un sustituto, y otras, él con el sustituto
. Me llegó Western [1997], el viaje a Cannes. Hubo un momento en que lo tuvimos que dejar porque la gente iba a ver la obra del Toni y del Sergi [se le escapa el catalán, su lengua materna], y aquello era un cachondeo, nunca estábamos uno de los dos”.
 Estuvo tres años sin hacer teatro, por miedo a no poder cumplir los compromisos.
“Pero me bullía, me bullía, Jorge Picó y yo hablamos y nació Non solum. En el teatro, tú arrancas las cosas; en el cine debes esperar a que te llamen. Ya puedes decirle a un director de cine todo lo que te encantaría trabajar con él, que si no te telefonea…”. Suena el móvil de López, lo que provoca una carcajada
. Es su novia. “Mis hijos se ríen de este cacharro. No tiene ni Internet. Bueno, ellos también pierden los suyos”. Se pone las gafas, suspirando por tener que usarlas, mira la pantalla, responde, y lucha, brega contra el teclado y el menú. No cambiará a una tecnología superior.
Con el tiempo, López dice que ha ido encontrando su sitio, su lugar en la industria, que se reconoce en lo que hace. A pesar de que el cine sea un arte incontrolable, insondable para un actor:
“El cine tiene algo de misterioso. Cómo el montaje cambia todo lo que hayas hecho bien o mal en el rodaje. Qué pones, qué quitas. Es fascinante. Aquí el actor sí que está al servicio de otro, subordinado a los gustos de otros. Y me parece bien. No tengo quejas. No hay fórmula que explique qué funciona o qué no. Bueno, como la vida
. Te puedes tirar toda la vida queriendo algo y nunca lo logras, y en cambio obtienes otras recompensas. O cuando ya parece que tu objetivo es inalcanzable, te viene por otro lado…
 Mira, en Francia se ha generado una idea de mí curiosa: creen que soy francés, formo parte de su imaginario colectivo.
 Y todo es por el cine
. Lo que se vio en pantalla, lo que se cayó en la mesa de montaje, los estrenos que tuvieron éxito y los que no, todo eso conforma la imagen que tienen de mí.
 Solo conozco a alguien que te cuenta una peli, que es igual en guion, que es idéntica en rodaje y que es igual en pantalla: Guillermo del Toro.
 Hasta era capaz de saber lo que iba a recaudar. Por eso es un genio. Sin embargo, el resto es un misterio. Ruedas una película que crees que no significará nada, y crece y crece. Hay algo, hay algo… No sé”.
En Francia empezó haciendo de buen tío y de emigrante. “Llegó Harry, un amigo que os quiere, y me cambió la carrera, porque allí fue un fenómeno. Sobre todo en la calle. De repente me tocaron los personajes marcianos, esos que no sabían a quién ofrecer. Pensaban que con mi acento era difícil saber de dónde procedía.
 Como no vivo allí, encima no tengo presencia mediática, ni saben si tengo hijos… Sí que trabajo mucho con Manuel Poirier, que es con quien yo he ido de la mano en el cine, y que tiene su público de autor”.
En España tampoco se sabe algo más. “Con 30/40 Livingstone, la gente me dice: ‘¡Si haces el payaso!’. Pues claro, es que siempre lo he hecho.
 Mis amigos del teatro de toda la vida, cuando me ven en el cine, se parten y me echan en cara si voy de actor serio, que si no se tragan que vaya de sensible o de asesino.
 Igual por la calle: como hago cine en Francia, que suena a elitista, no saben muy bien qué pensar de mí”. Y lo mismo le pasa en su carrera. “Como recuerdan Solo mía, Harry, un amigo que os quiere y El laberinto del fauno, me adjudican el rol de villano, y solo he encarnado a malvados en cinco de mis sesenta películas”.
Soy el famoso del pueblo, claro, pero tomo el café en el bar, soy una palmera más de la plaza. ¿Sabes quiénes flipan? Los turistas franceses. De repente me ven y se sorprenden"
Solo hay un sitio donde sí saben cómo es Sergi López: Vilanova i la Geltrú.
 “Allí formo parte del paisaje. Soy el famoso del pueblo, claro, pero tomo el café en el bar, soy una palmera más de la plaza. ¿Sabes quiénes flipan? Los turistas franceses, que de repente me ven y se sorprenden, mientras que el resto de los clientes del bar se ríen”. También es el pueblo de sus sinsabores. Durante cuatro años, hasta 2012, el actor era uno de los tres dueños del restaurante Negrefum, una apuesta por el producto de kilómetro cero, el local y de temporada, y por comer sin prisas
. Tuvieron que cerrar.
 “Fue una frustración. Pensé que iba a durar. No queríamos vivir de ello, sino montar un sitio de referencia, de encuentro gastronómico.
 Teníamos margen… pero empezamos a perder, a perder. Y aún arrastraremos eso un tiempo”.
 A López le encanta comer.
 Con El laberinto del fauno, Del Toro le hizo adelgazar 14 kilos. “Me hubiera encantado quedarme en ese peso. Pero están los jamones, el lomo embuchado.
 Y mientras pensaba si adelgazar de nuevo, seguía comiendo. Mira, aquí estamos, hablando de perder peso mientras comemos”.
Desde abril, Sergi López es vicepresidente de la Acadèmia del Cinema Català.
“Me metí en la academia porque me gustaba la idea que me proponían: incentivarla como lugar de encuentro de colectivos, con ganas de aunar esfuerzos varios, de apoyar iniciativas, de reunirse con gobernantes para sacar adelante leyes. No me ocupa mucho tiempo, pero más del que me esperaba”
. El actor no esconde su independentismo, que le alimenta desde crío: “Es un momento en que la gente en Cataluña se está moviendo mucho. Me interesa esa posibilidad de hacer un país nuevo, y estar en la academia te permite señalar las cosas que no están bien y que se podrían mejorar. Aprovechemos este empuje. Creo que todo va ligado: lo que ocurre en Cataluña –que reconozco que conlleva una aspiración identitaria–, en el resto de España, en Grecia, en Ucrania, esta sensación de que la gente de la calle se plantea el cambio de las cosas, que esto no va bien.
Por eso no vale una independencia para repetir los mismos manidos esquemas de poder.
 Creo en plantearnos preguntas, en buscar soluciones que apoyen al colectivo, porque hoy día muy poca gente decide muchas cosas… y encima se beneficia de ellas. Romper con las élites actuales. La independencia de Cataluña no puede ser un sitio al que llegar, sino un punto de partida.
 Es una oportunidad de oro, siempre que no repitamos modelo o nos marquen ese nuevo modelo los que crearon el anterior
. A lo mejor sueno a inocente, pero es que el sistema capitalista ha fracasado, y emerge el asambleario. Que lo más subvencionado en España sean los bancos, es evidente, ¿no? Algo no cuadra. ¿Cambiar para que nos sigan gobernando los bancos alemanes?
 Eso no es independencia ni es nada”.
Pues enhorabuena Sergi, ese niño que fue creciendo y se convirtió en Actor, siempre fuistes un poco peliculero, y llegabas tarde a casa los Viernes, Te recuerdo con cariño y a ese Pueblo dónde casi todo me fue bien.

 


15 regalos exquisitos para los 'emperrados' más exigentes

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Para excéntricos...
La colección In almost every picture publica imágenes rescatadas de álbumes de fotos encontrados en mercadillos. 
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Cujo y Amores perros, dos películas legendarias para explorar los límites de nuestra pasión por los perros. 
 
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La colección de objetos vintage, ediciones limitadas y tesoros de coleccionista seleccionadas por Growler. 
 
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Para los pequeños de la familia...
 
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Beginners, del director indie Mike Mills, para descubrir el poder del amor en varios tamaños, formas y colores. Con Ewan McGregor, Christopher Plummer, Mélanie Laurent y el talento especial del Jack Russell Cosmo.
 
 
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Las aventuras de Maddie, la sabueso con el mejor sentido del equilibrio, viajando alrededor de los Estados Unidos.

Joaquín Sabina: ensayos del retiro

El cantautor publica el libro ‘Muy personal’

Es una amplia colección de dibujos y notas manuscritas

Anuncia nuevo disco y una posible gira de despedida.

 

Joaquín Sabina en la azotea del Círculo de Bellas Artes, Madrid. / Samuel Sánchez

En 1969 Phil Ochs publicó un elepé titulado Rehearsals for retirement.
 El cantautor tejano anunciaba que estaba “ensayando para el retiro”, vista la horripilante deriva política de su país, entonces bajo la Administración Nixon.
 De alguna manera, también en Joaquín Sabina (Úbeda, 1949) se advierte hoy un desinterés, un cansancio soberano; en su caso, por la música.
Hay un nuevo disco en marcha, aunque se lía al explicar una de sus canciones: “Te gustará, está dedicada al difunto Tom Waits... ¿cómo? perdón, hablo del tipo que murió este verano. Eso: J. J. Cale. ¡Si el tema se llama Cuerpo de jota jota!”. No se asombren, son cosas del desapego: “Si voy a ser sincero, hace meses que no pongo un disco.
 Estoy comprando la colección de los Beatles que saca EL PAÍS pero no los escucho. El primer domingo, estuve a punto de poner Sgt. Pepper pero finalmente me dio pereza, no ando yo muy psicodélico”.
Pero Joaquín ¿nada de música? “Bueno, de vez en cuando encuentro algún concierto en algún canal raro de la tele y lo dejo un rato
. Vi uno de Bruce Springsteen.
 También a bandas nuevas que no me dejaron marca, ni siquiera recuerdo los nombres”.
La televisión es un electrodoméstico importante en la guarida de Sabina, en la madrileña plaza de Tirso de Molina: “Siempre está puesta, sin sonido pero con el mando al lado, por si sale algo que me llama la atención”.
Asegura que suele dormir con el canal 24 Horas a bajo volumen. “Así, cuando me despierto, ya he asimilado las principales noticias”. Ahora, en serio: “¡Hablo en serio! Me contaron que Rafael Alberti, cuando volvió a España, tenía siempre preparada una maleta, por si había que salir de naja.
Yo comparto ese miedo, a que ocurra un golpe o una revolución y también tengo una maleta para emergencias. Seguramente es el miedo del pobre a que le quiten lo poco que tiene”.
Uno de los dibujos de Joaquín Sabina / EL PAÍS
¿Golpe, revolución? “Sí, y no necesariamente de izquierdas
. Con la que está cayendo, todo es posible. No sé hasta cuándo aguantarán los españoles. Somos resignados pero, carajo, nos están meando en la sopa una y otra vez”. ¿Y dónde se exiliaría en esas circunstancias?
“En Latinoamérica. Me gusta cómo hablan el español pero también sus bailes, las caderas de las mujeres, el alcohol, los sentimientos que se expresan de forma rotunda, todo”.
Quitemos dramatismo a todas esas especulaciones.
 Estamos ante el mismo Sabina de siempre, locuaz y guasón, quizás más flaco, bien maqueado. A su alrededor revolotea una garde du corps femenina, entre su gente y la de su editorial, atenta a sus necesidades.
 “Me dejo llevar por ellas: no conduzco ni tengo móvil.
 Tampoco uso Internet, ¿para qué? Lo importante acaba filtrándose a la prensa de papel; el resto no me interesa.
 Ni siquiera la pornografía, y eso que siempre defendí las películas guarras
. Detesto el porno actual, con esos cuerpos depilados. A mí, dame pubis rizados y braguitas con ligueros (risas)”.
Estamos hablando de alguien que disfruta el toque del Rey Midas. “¿Tú crees? Igual me confundes con Belén Esteban”
. El periodista se refiere a lo bien que se venden incluso sus biografías, sus colecciones de sonetos y, previsiblemente, sus dibujos y sus notas, ahora agrupadas en Muy personal.
 “Pues sí, está pensado como regalo de Navidad para los muy sabineros”.
Providencialista, sabe convertir un patinazo creativo en un (previsible) acierto comercial: “Había firmado con Planeta un libro de memorias.
 No una cosa ambiciosa, como el Crónicas de Dylan; más bien, un anecdotario.
 Pero resulta que soy un inútil para la prosa.
 Pasé un mes trabajando y no me da vergüenza reconocer que no me salió nada. Estoy muy mal acostumbrado por mi otro empleo, como poeta de guardia, al filo de la actualidad.
 Para mí, escribir un poema es como resolver un crucigrama: las leyes de la rima te van llevando y así disimulas la falta de grandes ideas”.
Asumido el bloqueo, pactó con Ángeles Aguilera, la editora de Planeta, que se llevó unos cuadernos donde acumula “anotaciones y garabatos, con mucho colorín”.
 La selección fue cosa de la editorial, advierte: “Con tantos culos y tetas, van a pensar que soy un salido. Bueno, también salen muchos gallos y alguien me hará una lectura freudiana. Me basta con que reconozcan que soy mejor artista gráfico que Dylan (carcajada)”.
No es una edición ejemplar: faltan transcripciones de sus textos, a veces bastante ilegibles: “Eso es manía tuya, que te quieres enterar de todo (más risas).
 Dejarlo así sirve para dar más ambigüedad
. Por ejemplo, recojo una frase que vi en Arco: ‘Ya basta, hijos de puta’. Igual había una intencionalidad política pero yo prefiero verlo como un grito de protesta contra el mundo del arte, los Damien Hirst, las instalaciones y las performances, todo eso.
 Cuando me encuentro con esa confluencia de paletos y estafadores, me endemonio”.
Volvamos a la música, si es posible: “En general, las nuevas canciones hablan del deterioro, tanto social como personal.
 Puede que sean la perfecta excusa para una gira de despedida.
 Una despedida de verdad, aunque haga luego cosas puntuales, como Miguelito [se refiere a Miguel Ríos]. La verdad es que puedo vivir perfectamente sin volver a pisar los escenarios.
Eso hay que dejárselo a los chavales”.
No le conmueve el listado de artistas venerables que siguieron al pie del cañón: “Georges Brassens nunca fue joven.
 Lo mismo que Leonard Cohen, esencialmente no cambiaron desde su primer elepé”. ¿Y el tan citado Dylan?
 “Yo creo que Zimmerman gira por aburrimiento, no hay nada que le retenga en casa.
 Yo tengo mis libros, mi mujer, mis amigos.
 Quizás mi frase más citada sea la de ‘como fuera de casa, en ningún sitio’.
 Ahora mismo, ya no firmaría algo así".

Se llama Martín Casillas Carbonero y pesa 3,850 kilos

"Estoy tremendamente feliz de que por fin haya llegado este momento", ha declarado el jugador al anunciar el nacimiento de su primer hijo.

Sara Carbonero, en su última aparición pública. / CORDON

El día en que Iker Casillas levantó la copa del Mundial de Fútbol ganado por la selección española en Sudáfrica ante millones de espectadores experimentó una sensación única, pero la que sintió este viernes al coger en sus brazos a su primer hijo fue aún mayor.
 El portero del Real Madrid y del equipo nacional se convirtió ayer en padre, a los 32 años, de un niño nacido de su relación con la periodista Sara Carbonero, de 29. Ha sido el propio futbolista quien ha confirmado la noticia a través de las redes sociales, que es como ahora los famosos manejan los aspectos más importantes de sus vidas.
 "Hola. Quiero compartir contigo el momento más importante y emocionante de mi vida: el nacimiento de mi hijo. Tras largos meses de espera, Martín ya está aquí. Ha pesado 3,850 kg y tanto él como su madre se encuentran perfectamente y ahora descansan.
 Estoy tremendamente feliz de que por fin haya llegado este momento y de que todo haya salido tan bien, sin duda 2014 ha entrado con buen pie. Muchas gracias por estar siempre ahí. He querido comunicarlo a través de IkerCasillasWorld porque es un medio propio donde os encontráis mis más fieles amigos y seguidores.Un abrazo".
La llegada de su hijo ha concentrado toda la atención de Casillas en los últimos meses, tanto que pidió al Real Madrid no viajar con sus compañeros a Doha, donde el equipo se enfrentó al Paris Saint Germain.
 Y es que mientras sus compañeros ganaban al equipo francés él acompañaba a Sara Carbonero a una última revisión en la clínica Rúber Internacional, en la que da a luz desde la princesa Letizia a todas las reinas del papel couché
. Ese día, el jueves, la doctora Elena Carrillo de Albornoz que atiende a la periodista informó a la pareja que el niño estaba a preparado para llegar al mundo.
Así que este viernes a primera hora de la mañana Iker y Sara regresaban a la clínica para tener a su primer hijo.
La presencia de la pareja fue descubierta rápidamente por los paparazzi que desde hace días montan guardia frente al centro médico.
 Y es que este bebé tiene tratamiento como si de un bebé real se tratase.
Iker Casillas y Sara Carbonero son la pareja de moda en España. Representan la imagen del triunfo profesional unido al de la sencillez en lo personal. Son famosos y ricos pero intentan que su vida siga siendo los más corriente posible. Ana Rumschisky, profesora de Marketing de IE Business School, lo explica: “Hay tres tipos de celebridades: los que te llevan a un mundo de ensueño, los que viven una vida con la que uno se puede identificar y los que están en la cima; pero en un momento dado puede ponerse a tu altura”. Y añade: “Sara pertenece a la segunda categoría, e Iker, a la tercera. Son triunfadores, pero cercanos”.
La pareja se conoció en la Copa Confederaciones de 2009, pero no fue hasta febrero de 2010 cuando comenzó su relación.
Ambos han intentado siempre mantenerse alejados de la atención mediática y preservar su relación, aunque en ocasiones ha sido imposible, como cuando en el Mundial el portero besó ante las cámaras a su novia que le entrevistaba. Ese beso levantó una gran polémica, ya que fue el colofón a un campeonato en el que Carbonero fue vista como todo un peligro que podía descentrar al portero.
 “Ha sido espontaneidad, somos como todo el mundo, gente campechana, normal, de la calle, y lo hemos demostrado”, declaró Casillas sobre el gesto hacia su novia.
Con esa misma espontaneidad Casillas ha desvelado que está preparado para cambiar pañales y dormir poco. No piensa en el matrimonio.
 No cree en esas formalidades. Él ni tan siquiera está bautizado.
 Con Sara Carbonero se siente unido aunque no haya un contrato.
 Esos los deja para su carrera como futbolista.