Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

10 dic 2013

10 razones para huir por Navidad..........................Del Blog El Viajero Astuto


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Un año más, con la llegada de las fiestas, la vida palpita de sentimientos fraternos y una mágica inocencia despierta en nuestro interior.  Feliz Navidad. /  KAI WIECHMANN / GETTY

01 Los anuncios de la tele 
“Ya está aquí la Navidad…” Quien haya  conseguido sacarse  del cerebro el estribillo, que levante la mano.  Quien no haya tenido pesadillas con Raphael o la Caballé, también. 
02 Los SMS y Whatsapp  de felicitación cursis
“Que esta Navidad convierta cada deseo en flor, cada dolor en estrella, cada lágrima en sonrisa y cada corazón en una dulce morada" o “Los amigos son como las estrellas: aunque no puedas verlas, sabes que siempre están ahí”.
03 Los buenos propósitos
Ya sabes cuales, los de todos los años: dejar de fumar, empezar a practicar un deporte,   dedicar más tiempo a la familia,  prestar más atención a tu pareja (es decir, más sexo), aprender un idioma,  hacer nuevos amigos, ver menos la televisión, leer más libros…
04 La cesta de Navidad
Sí, esa que nunca te dan a ti.
05 Los rituales absurdos
Como poner un anillo de oro dentro de la copa de cava en Nochevieja para que traiga suerte y dinero.   Todos los años muere gente atragantada por eso.
06 La báscula
Chivata traidora que el 1 de enero te hará  decir cosas como: “Tiene que estar estropeada. Es IM-PO-SI-BLE que haya engordado siete kilos en siete días”.
07 Los juguetes 'Best-Seller' 
Que casualmente son todos los que se ha pedido tu niño. Los mismos que ya se han agotado en todas las tiendas.  Cuéntale ahora eso de “el mejor juguete es una caja de cartón”.
08 Los coleccionables
Algunas editoriales se aprovechan de la resaca de Nochevieja para lanzar en enero sus coleccionables. Ni lo intentes: jamás lograrás acabar esa colección de dildos tan mona. La de frasquitos de colonia en miniatura (666 piezas), tampoco.
09 Las cenas familiares
Sobre todo durante la fase EDC (exaltación del cuñado o la cuñada), cuando  las libaciones te hacen  decir cosas como: “Te quiero como a un hermano/a”   o  “antes me caías mal, pero ahora…”
10 El Mensaje Navideño
 Real, como la vida misma.

Y a ti, ¿qué es lo que más te gusta de la Navidad?

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Twitter: @merinoisidoro

Drogas, violencia y tarjetas de crédito

Un juicio contra dos trabajadoras del exmatrimonio Saatchi Lawson saca a la luz las turbias intimidades de la que fue una de las parejas más mediáticas de Londres.

La periodista y cocinera Nigella Lawson a su llegada al tribunal de Isleworth, al oeste de Londres. / FACUNDO ARRIZABALAGA (EFE)

La guerra de cotilleos miserables y ataques sanguinarios en la que están enzarzados el multimillonario y coleccionista de arte Charles Saatchi y su exmujer, la periodista especializada en gastronomía y chef televisiva Nigella Lawson, es un triste espectáculo que ensucia el glorioso pasado profesional de ambos personajes.
 El rencor que se profesan tras romper en julio diez años de matrimonio es tan sólido que han sido capaces de convertir el juicio por fraude que se celebra en Londres contra dos de sus asistentes personales en un debate público sobre las intimidades de su matrimonio, del que no han estado exentos ni las drogas ni la violencia. “No he consumido cocaína de forma habitual pero la he tomado siete veces. Además he fumado porros.
No me siento orgullosa, pero eso no me convierte en una drogadicta”.
 Con esta confesión, Lawson trataba de poner punto final esta semana a los rumores que desde este verano corrían sobre su supuesta adicción a las drogas, rumores creados según ella por su exmarido para desacreditarla.
 “Desde que me he liberado de un hombre brillante pero brutal vivo una vida libre de drogas” clamó Lawson en un juicio en el que, pese a no ser la acusada, se ha convertido en protagonista.
“Prefiero ser honesta y avergonzarme que ser perseguida con mentiras”.
 Con esta frase explicaba por qué ella misma ha decidido prestarse a un espectáculo que no solo ha sacado a la luz muchas de sus intimidades sino también las de su exmarido, un hombre que pese a estar casado con una chef de renombre prefería “té flojo, tostadas quemadas y huevos duros” a sus creaciones y al que el rencor parece reconcomerle. “
Me amenazó con destruirme sino volvía junto a él”, declaró Lawson a lo largo de tres días en los que, vestida de negro y con nervios de acero se defendió con dignidad del ataque frontal al que le sometió la defensa de Elisabetta y Francesca Grillo, a las que se acusa de haber gastado 800.000 euros de la pareja en ropa de marca y viajes personales.
El millonario británico Charles Saatchi llega al tribunal de Isleworth. / FACUNDO ARRIZABALAGA (EFE)
Nigella Lawson se hizo célebre en los noventa con diversos libros de cocina superventas.
 Después dio el salto a la televisión como chef en Nigella Bites o Nigella Express.
 Se casó con Saatchi en 2003, dos años después de la muerte de su primer marido, el periodista con el que confesó haber consumido cocaína “al descubrir que tenía cáncer terminal. Le hacía sentirse mejor”.
 Sin embargo, también confesó haberse drogado en 2010 porque se sentía infeliz, aislada y el señor Saatchi la sometía a “actos de terrorismo íntimo” confesó, dejando claro que el que fue un matrimonio de moda en Londres durante una década en realidad ocultaba un mundo de infelicidad.
Charles Saatchi fue uno de los personajes más temidos y admirados del gremio publicitario.
 Junto a su hermano Maurice construyó la poderosa agencia Saatchi & Saatchi, que le convirtió en multimillonario y que le abrió las puertas de otra gran pasión que sólo el dinero puede comprar: el coleccionismo de arte
. Convertido en mecenas de la llamada generación de Young British Artists (YBA’s), creador a golpe de talonario del éxito artificial de artistas hoy consagrados como Damien Hirst, y pilar esencial del mundo del arte británico desde la apertura en 1985 de la Saatchi Gallery, el coleccionista, de 70 años, siempre fue celoso de su intimidad. Pero en junio su nombre daba la vuelta al mundo al aparecer en unas fotos agarrando con violencia por el cuello a Lawson en la terraza de un restaurante londinense
. Días después se presentaba en comisaría autoinculpándose de haberla atacado. Un mes más tarde la pareja firmaba su divorcio exprés.
Tras amenazarla con destruirla sino regresaba con él, le envió un email que se leyó en el juicio acusándola de “ponerse de cocaína hasta las cejas”.
Pese a su alergia a la prensa parece que ha sido él mismo quién ha urdido la continuación del culebrón de forma pública, aunque sentado en el estrado dijo desconocer que Lawson consumía drogas.
 Curiosamente, hasta que no comenzaron los rumores en verano, las acusadas, Francesca y Elisabetta Grillo, con las que Lawson mantuvo una relación laboral “y de amistad” durante más de una década y a quienes se acusa de haber utilizado fraudulentamente las tarjetas de crédito de los Saatchi entre 2008 y 2012, nunca hablaron de drogas.
 En cambio, al arrancar el juicio la defensa de las jóvenes alegó que ellas gastaron con el beneplácito de Lawson a cambio de ocultarle a su entonces marido y al mundo la fuerte adicción de ésta a la cocaína
. La esperpéntica saga continuará la próxima semana.

 

9 dic 2013

12 cosas que me gustaron de la Sudáfrica de Mandela...................Del Blog de Paco Nadal


Sudáfrica, general 4
Hace tres años tuve la suerte de recorrer una buena parte de Sudáfrica y quedé maravillado con el país. Me fascinaron sus paisajes, sus gentes, sus reservas de animales.
 Me sorprendió lo diferente que es esta nación de cualquier otra nación de África.
Pero sobre todo, quedé impactado con el experimento social que allí se estaba llevando a cabo: la transformación de un país que era el paria de la comunidad internacional por su vergonzoso régimen de apartheid y que en solo unos pocos años se ha convertido en una democracia estable, motor de la economía de todo el África austral. Y ese cambio tenía un nombre: Nelson Mandela, el gran artífice de la transición sudafricana.
Hoy, mientras se celebran sus funerales y todo el mundo glosa una figura única e irrepetible, yo os invito a viajar por Sudáfrica.
 Un destino fascinante en el que aún podréis ser testigos privilegiados de lo que ha supuesto la obra de Mandela para los sudafricanos. Estas serían mis 12 recomendaciones para ver y hacer en Sudáfrica hoy:
  Sudáfrica, Waterfront
 1. El Waterfront de Ciudad del Cabo
Cape Town es, junto con Río de Janeiro, la ciudad con más bello emplazamiento del mundo.
Su clima mediterráneo (está en la misma latitud, pero en el hemisferio sur) la convierte en un lugar especial para vivir. Esa magia se escenifica día a día en el Victoria and Albert Waterfront, el paseo marítimo que se asoma a Table Bay.
La zona más cosmopolita de la ciudad, llena de restaurantes, bares, tiendas, locales de copas, centros comerciales. El auténtico escaparate de las vanidades sudafricanas.
2. La prisión de Robben Island
No puedes comprender la vida y la grandeza de un personaje como Nelson Mandela hasta que no conoces la celda en la que paso 18 de los 23 años que estuvo preso. Robben Island, la isla-prisión emblema del racista régimen del apartheid, es ahora Patrimonio de la Humanidad y visita obligada para no olvidar los años más duros de Sudáfrica y honrar la memoria de quienes lucharon y murieron por conseguir que el país sea lo que hoy es. Los ferries salen a las 9:00, 11:00, 13:00 y 15:00 desde la estación marítima del Waterfront de Cape Town.
Sudáfrica, Buena Esperanza
3. Sobrevolar en helicóptero el cabo de Buena Esperanza
Varias empresas prestan este servicio desde Ciudad del Cabo.
 No es una broma barata, pero si te la puedes permitir tendrás la mejor vista del punto más meridional de África, el mítico cabo de Buena Esperanza, el que tanto anhelaban ver los viejos galeones del Renacimiento, un espolón afilado que separa el Atlántico del Índico (posteriores mediciones confirmaron que éste en realidad no es el punto más al sur del continente africano; el verdadero final es el cabo Agulhas, situado unos kilómetros más al sureste, un promontorio anodino y nada fotogénico para lo que un mito requiere).
4. Parque nacional de Table Mountain
Toda la zona del cabo y la gran montaña de cima plana que domina Cape Town están protegidos con la figura de parque nacional. A escasos kilómetros de una de las mayores concentraciones urbanas de África corren libres antílopes, avestruces, pinguinos...
Las focas y los delfines juguetean con los barcos de pasajeros a escasos metros del puerto deportivo.
 Y por todos lados ves unos enormes y desagradables babuinos que han perdido el miedo al hombre y no dudan en atacarte para quitarte la comida del pic-nic o meterse en tu casa y saquear el frigorífico.
Sudáfrica, Long Street
5. La intensa noche de Ciudad del Cabo
Cape Town tiene una noche memorable. Y bastante segura, siempre que apliques el sentido común.
 Yo me movía en taxi y nunca tuve problemas. El Waterfront es la zona más turística, con restaurantes para eso, para turistas y con ambiente hasta las 23:00. Pero la gente local prefiere ir a Long Street, la calle de los bares, los restaurantes y los clubes de música en vivo hasta altas horas de la madrugada.
 La calle no es tan larga como su nombre indica, pero tiene un bar en cada puerta, un garito detrás de otro. Y un montón de gente joven divirtiéndose por las aceras, algo poco habitual en el resto de ciudades del país.
6. Johannesburgo
Tiene fama de ser una de las ciudades más inseguras de África. Pero no puedes decir que conoces Sudáfrica si no has estado en Johannesburgo, tan diferente a Ciudad del Cabo.
Hay que evitar ciertas zonas y a ciertas horas (Hillbrow o el downtown de noche, por ejemplo).
 Pero durante el día puedes deambular sin problemas por el mercado del centro o entrar a beber cerveza en bares locales, donde los blancos no suelen ir. Por la noche el sitio con más ambiente es el barrio de Melville, el único con bares y restaurante que dan a la calle.
 El resto de la vida nocturna gira en torno a los centros comerciales, como el famoso Melrose Arch, lleno de terrazas, bares y música en directo.
  Sudáfrica, blanco
7. Bucear con tiburones blancos
Si te gusta bucear o te atrae la vida marina, esta experiencia te marcará de por vida. El mejor lugar para hacerlo es Gansbaai, un pequeño poblado pesquero a dos horas por carretera al suroeste de Ciudad del Cabo.
 No se requiere título de buceo ya que se hace desde una jaula abierta por arriba y pegada a la amura del barco, en la que te introduces con un neopreno, gafas y tubo. Hay muchos grandes tiburones blancos en la bahía porque en medio emerge un islote con miles de focas, su plato favorito. Nunca olvidaré aquella primera silueta fusiforme, como un torpedo oscuro pero con aletas y cola, que emergió de la profundidades y fue directo hacia nuestra jaula.
8. Cape Winelands: la zona vinícola
Si existe un paisaje sorprendente en Sudáfrica es el de las suaves colinas cubiertas de agradables viñedos de esta comarca al sur del país. Te crees que has caído en Burdeos o en La Rioja. El milagro se debe a la conjunción de dos factores: el clima tipo mediterráneo y la tradición vinícola que trajeron los hugonotes franceses en el siglo XVII huyendo de las guerras de religión en Europa.
Los dos pueblos más famosos y turísticos de los Winelands son Stellenbosch y Franschhoek
Sudáfrica, soweto
9. Soweto
Si hay un sitio en Sudáfrica con personalidad como para simbolizara todo el país es Soweto, el mayor de los township, barrios donde los negros eran obligados a vivir durante el apartheid y del que solo salían con un pase para trabajar en las casas y los negocios de los blancos.
 Soweto es el icono de la resistencia de la población negra contra ese cruel y racista gobierno afrikaners que segregó a la población sudafricana según el color de la piel desde 1947 hasta 1994.
 Dos millones y medio de personas (99% negras) viven en este barrio-ciudad situado a las afueras de Johanesburgo, donde hay casas de todo tipo, desde chabolas de chapa metálica a chalés con piscina. Soweto está lleno de vida, de gentes amables que luchan por sobrevivir y que están encantadas de mostrar a los visitantes los cambios acaecidos en su township.
10. Mpumalanga
Es la provincia que ocupa la porción noreste de Sudáfrica, fronteriza con Mozambique.
 Conocida antes como Transvaal, es tierra de granjas afrikaners, de tribus xhongas y ndebeles, de minas de oro, de grandes montañas y sabanas africanas llenas de animales. Es un buen lugar para los deportes de aventura, por ejemplo, un rafting por el río Sabie, que nace en las montañas Drakensberg y va a desaguar a Mozambique.
Sudáfrica, kruger
11. El parque Kruger
Una visita inexcusable en todo viaje a Sudáfrica, Es el mayor parque natural del país y una de las reservas de animales más famosas de África
. Ocupa una franja de unos 350 kilómetros de largo por unos 70 de ancho en el noroeste del país, a lo largo de la frontera con Mozambique, y fue de las pocas zonas que se salvó de ser transformada por el hombre porque la malaria y otras enfermedades similares mantuvieron a raya a ganaderos y cazadores blancos
. En el interior del parque y en las zonas limítrofes encontraréis alojamientos de todo tipo.
12. Una inmersión con la población negra
En Sudáfrica, salvo excepciones, los blancos viven con los blancos y los negros con los negros.
 Pero la esencia del país se manifiesta en los township, barrios de población mayoritariamente negra, con usos, prácticas y estilos de vida igual a los de cualquier otra ciudad africana (aunque con mejores servicios, basta ver el enorme hospital Chris Hani Baragwanath, de Soweto)
. Merece la pena visitar alguno, beber cerveza de sorgo con sus habitantes, interesarse por sus problemas y por sus costumbre (por ejemplo, el código de señales que usan para llamar a los taxis colectivos) o dar una vuelta en bicicleta con muchachos del barrio como guías locales (una actividad que existe por ejemplo en Soweto). Solo entonces comprenderás a la verdadera Sudáfrica.
Sudáfrica, General 3

Kennedy........................Eduardo Mendoza

A veces en mayo, por unos días y sin que sirva de precedente, el clima de Nueva York tiene una exquisita dulzura. Dulzura es una palabra que yo no usaría por nada del mundo, salvo aplicada a la ciudad de Nueva York, donde pasa de ser cursi a ser insólita, a medio camino entre la delicadeza y la brutalidad, como las carantoñas de un gorila.
Hace unos días, al hilo de la edad y la efeméride, un periodista me pregunta cómo viví la muerte de Kennedy.
 Espera un relato, pero mi respuesta es apestosa: no me acuerdo
. Como buen aficionado a la historia, soy negligente con la actualidad. Llego tarde a la noticia y deduzco lo sucedido de las reacciones y comentarios de los demás.
 En cuanto a la memoria, nada menos fiable. La mía me retrotrae a la entrada de un teatro de Barcelona la noche de autos. Había quedado con un amigo y lo encontré alterado
. ¿Qué te pasa? ¡Hombre, lo de Kennedy! Así empiezo a enterarme del magnicidio, por el final. Sería demasiada coincidencia que esa noche la obra de teatro fuera un drama histórico de William Shakespeare. Lo pienso ahora porque el asesinato de un presidente de los Estados Unidos podría ser la versión moderna de los sangrientos crímenes monásticos que Shakespeare pone en escena.
 En primer lugar, porque mientras ocupa el cargo, el presidente de los Estados Unidos es un monarca absoluto.
 Todo el poder se concentra en su persona. El vicepresidente está de reserva; los ministros, figuras imponentes (por decir algo) en muchos países, allí se llaman simplemente secretarios; las fuerzas armadas y los servicios de inteligencia están subordinados al presidente, y el parlamento puede poner trabas a sus decisiones ejecutivas, pero no tomarlas
. Que tanto poder se acabe de un tiro es un gran golpe de efecto
. En segundo lugar, porque solo Shakespeare se atrevió a decir que muchas veces se llega al poder por la vía rápida del asesinato
. Shakespeare vivió una época turbulenta y sabía de lo que hablaba.
 En el teatro clásico español la aparición del Rey en el último acto pone orden, restablece la justicia y derrama bendiciones.
 Los reyes de Shakespeare son delincuentes que ni siquiera se molestan en disimular sus métodos y su trayectoria. Tal vez por eso seguimos buscando en el asesinato de Kennedy un argumento que todavía hoy, medio siglo más tarde, se resiste a tomar forma. Demasiada historia comprimida en una sola bala sin causa y sin complot. La secuencia de Dallas es la película más corta e intensa de la cinematografía americana, que nos tiene tan mal acostumbrados.
 Pero todo parece indicar que no hubo más.
 Sin ton ni son se apagó un periodo que, al margen de ideologías, tuvo un brillo inusual en la política de la intriga y el cambalache.
La memoria vuelve a engañarme y me transporta al año 2001, a la benigna mañana de Nueva York a que me refería antes.
 Esa misma tarde tomo el avión de regreso.
 Con las maletas hechas y sin nada en que ocupar la espera, aprovecho la bonanza para dar un paseo por Central Park.
 En el Metropolitan Museum se ha inaugurado una exposición temporal sobre Jacqueline Kennedy y decido echarle un vistazo, más por curiosidad que por mitomanía
. A la puerta de la sala me detiene una señora con una copa de champán en la mano. ¿No he visto el rótulo? La exposición se abre mañana. Hoy es solo para la prensa. Vuelva, le gustará.
 Le digo que mañana ya no estaré en Nueva York. Sonríe y me invita a pasar.
 Digamos que es usted un corresponsal que ha olvidado la acreditación, dice con la elegante actitud de no dar importancia ni a su autoridad ni a su entorno. Por lo visto, no todo se perdió en Dallas aquel día. Dentro, los vestidos, los sombreros, fotos en blanco y negro de la pareja presidencial en la escalerilla del Air Force One.
Al salir es un día de otoño frío y gris, con intervalos nubosos, pero no en Nueva York hace más de diez años, sino otra vez aquí y ahora, mientras escribo sobre fechas, sucesos y recuerdos confusos. Con el pasado no hay quien pueda
. La historia pasa; la moda, en cambio, permanece.