Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

9 dic 2013

Tras las huellas inéditas de Pietro Bellotti, el otro Canaletto


Veduta de Roma con el Castillo Santo Angelo y el Vaticano

Han pasado 250 años, pero nunca es tarde para volver a casa. Pietro Bellotti, sobrino de Antonio Canal, más conocido como Canaletto, rompió en 1775 toda relación familiar, sacrificó un futuro prometedor en el laboratorio de su tío para buscar fortuna en Europa y crear un estilo propio
. Pintor talentoso, poco conocido, pero digno de un espacio en la historia del vedutismo, regresa a Venecia. Retorna con una nuestra en la que se respira una atmósfera nostálgica por el artista y, que pretende convertirse en un acontecimiento de gran valor artístico y científico.
Los comisarios Charles Beddington, Domenico Crivellari y Alberto Craievich llevan meses maquinando la primera monográfica dedicada a Pietro Bellotti, sobrino del maestro del vedutismo, Canaletto, quien se acercó al género, gracias a los trucos aprendidos en la construcción de escenografías para teatro creadas por su padre, Bernardo Canal. Bajo el título, Pietro Bellotti, el otro Canaletto, el museo Ca Rezzonico, sede de la historia de la pintura veneciana del siglo XVIII, expone 43 pinturas nunca antes vistas en Italia, provenientes de colecciones privadas europeas y estadounidenses. Pueden observarse del 7 de diciembre hasta el 28 de abril 2014 vedutas de Venecia y Europa. “El vedutismo es un género muy interesante porque permite descubrir personalidades nuevas. Hace 50 años se pensaba que solo existían Canaletto, Bellotto (hermano mayor de Pietro) y Guardi. No se conocían otros. Hoy somos capaces de saber que existieron muchos artistas que hacían panorámicas y tenían un estilo autónomo, como Pietro Bellotti (que se firma Bellotti, el plural en italiano de Bellotto). La historia del arte no solo se puede escribir através Leonardo da Vinci, Caravaggio, Monet”, comenta a EL PAÍS, Alberto Craievich, director del museo Ca Rezzonico, espléndido palacio veneciano que se asoma al Gran Canal.
La vida de Pietro Bellotti podría ser el guion de una telenovela. El padre de Pietro navega en las aguas oscuras de la mala vida en la Venecia del siglo XVIII. Por aquellos días, la ciudad era famosa por sus burdeles, casas de juegos, cafés y teatros. El progenitor abandona la madre y cinco hijos, en 1725 cuando Pietro tenía un año. El inicio precoz de Pietro Bellotti en el taller de Canaletto obedece a la necesidad de contribuir a la economía familiar, que por algunos años vivió en la miseria. Entra al laboratorio de Canaletto con 15 años, y súbito aprende a dibujar líneas de edificios y los secretos del vedutismo. Corría el año 1740 y en el taller de Canaletto se vendían como lingotes de oro las panorámicas de la vieja urbe.
 Su hermano mayor, Bernardo ya llevaba un par de años al lado de Canaletto. ¿Cabe preguntarse por qué razón Pietro rompe con la familia y decide buscar fortuna lejos de casa?
 Todo parece indicar que la brusca la decisión está relacionada con la rivalidad artística entre Pietro y Bernardo. “La hipótesis es que Pietro tenía una relación más estrecha con el abuelo, no solo afectiva, sino también de aprendizaje
. Es evidente que su obra recibe más influencia del abuelo que del tío. Canaletto prefiere al hermano Bernardo”, escribe en el catálogo, el comisario Domenico Crivelari.
Cuando muere el abuelo, Canaletto cierra el taller y viaja Londres.
Un reciente descubrimiento demuestra que Pietro debió pagar a su hermano Bernardo para que le enseñara la técnica del vedutismo.
 Y tal parece esa fue la gota que derramó el vaso.
Hay pocos rastros en la biografía casi desconocida de Bellotti. Se sabe que con 22 años huye de Venecia para siempre.
 Se sabe que tuvo una vida aventurera, al mejor estilo de Casanova hasta que decide sentar cabeza y contraer matriomonio con una joven de Tolouse, llamada Francoise.
 Juntos tienen 10 hijos, de los cuales sobreviven solo cuatro
. En 1762 se separa de la familia para buscar fortuna en Inglaterra.
 Enfurecida, la mujer vende 22 pinturas halladas en la casa de Tolouse. Gracias a los ensayos de Charles Beddignton, uno de los tres comisarios de la muestra, publicados entre 2005y 2007 ha sido posible reconocer la paternidad de diversas obras de Bellotti.
 “No solo vivió en Francia. Era un hombre que viajaba tanto, visitó Londres, Dresde, La Haya, Viena, Lisboa. Posee un gran valor artístico, porque no quiso ser nunca un simple copista de las cosas que hacían otros vedutistas.
 Luchó por tener una fuerte individualidad y un estilo peculiar”, señala Craievich.
De su muerte, se sabe que ocurrió en Francia, entre 1804 y 1805. ¿Qué habría sido de Pietro Bellotti si hubiera continuado su carrera en Venecia? “Talvez hubiera continuado con el taller tío, Canaletto. Hay que reconocer en Bellotti la capacidad de desarrollar una luminosidad intensa, cristalina
. La luz es innatural, no tiene el valor atmosférico.
 Pero ninguno es capaz superar a Canaletto, ni siquiera el hermano de Pietro, Bernardo
. Canaletto es Canaletto”, zanja Craievich.

Un puñado de chistes..............................Rosa Montero

Nunca he sido una buena narradora de chistes; se me olvidan, los digo al revés y, sobre todo, a medida que avanzo me voy desinflando: mientras los cuento pierdo la convicción en la historia y la confianza en mí misma…
 Y el resultado, claro está, suele resultar penoso: la típica sonrisita de circunstancias del oyente amable a quien el chiste no le ha hecho la menor gracia.
Sin embargo, me encanta escucharlos.
 Me maravilla el ingenio de los buenos chistes, la sabiduría que encierran en su modesta apariencia, la elegancia de su brevedad
. Con pocas palabras pueden decir mucho
. Recuerdo, por ejemplo, un chiste ejemplar que me contó un amigo.
 Un periodista va a hacer una entrevista a un escritor judío en Moscú y se lo encuentra haciendo las maletas apresuradamente; el escritor, muy agitado, le explica al periodista que va a salir del país esa misma noche, porque se ha enterado de que están a punto de promulgarse unas terribles leyes discriminatorias y que van a encarcelar a los judíos y a los arquitectos.
¿Por qué a los arquitectos?, pregunta el periodista. ¿Por qué a los judíos?, contesta el escritor. Y digo que se trata de un relato ejemplar porque, mientras me lo contaba mi amigo, yo también me pregunté mentalmente la misma cuestión: ¿por qué a los arquitectos?
 Digamos que el chiste me pilló en falta: es un chascarrillo interactivo.
Me maravilla el ingenio de los buenos chistes, la sabiduría que encierran en su modesta apariencia
En las últimas semanas me he enterado de un par de chistes que considero muy reveladores de la monumental subjetividad con la que todos traducimos el mundo.
 Teniendo en cuenta los vientos de sectarismo e intolerancia que vivimos, aprender a desconfiar de la propia visión no me parece mal entrenamiento
. El primer chiste me lo contó mi amigo Nicolás Belmonte, quien a su vez se lo había escuchado al historiador Paul Preston, y dice así: El entrenador del Liverpool CF viaja a Kabul para ver jugar a un futbolista afgano; impresionado por sus dotes, le ofrece un contrato y se lo lleva a Gran Bretaña.
Dos semanas más tarde, el joven afgano juega su primer partido en Liverpool; cuando sale al campo, el equipo está perdiendo por 2 a 0.
 En veinte minutos, el muchacho mete tres goles y le da la vuelta al marcador.
 Cuando termina el partido, el afgano corre a llamar por teléfono a su madre y le dice: “Mamá, ¿sabes qué? ¡Jugué hoy veinte minutos, metí tres goles y gracias a eso ganamos, todo el mundo me adora, los fans, los periodistas, los compañeros del equipo, todos!”.
 “Estupendo”, le contesta la madre, “déjame que te cuente yo mi día: a tu padre le han pegado un tiro en la calle; tu hermana y yo fuimos asaltadas y a ella estuvieron a punto de violarla, menos mal que pasó un coche de policía; tu hermano se ha unido a una banda de saqueadores y ha incendiado unos edificios, ¡y mientras tanto tú me cuentas que te lo estás pasando en grande!”.
El chico se queda estupefacto y acongojado: “¿Qué puedo decir, mamá? Lo siento mucho”. “¿Que lo sientes? ¿Que lo sientes?”, vocifera la madre: “¡Es por tu culpa por lo que nos hemos venido a vivir a Liverpool!”.
 Ah, ahí está todo o casi todo, está nuestro prejuicio y nuestro paternalismo ante los países que no son del Primer Mundo; está nuestro vago y desinformado horror ante esas zonas del planeta atrapadas por la violencia, de las que lo ignoramos casi todo; y, por añadidura, está la debacle actual, la decadencia social, cívica y política de la vieja Europa.
Pero mi chiste preferido llegó por las redes, enviado por Héctor Ibarra
. Es un fotomontaje muy sencillo pero muy bien hecho y obviamente viene de un país francófono. Una ratita, parada sobre sus cuartos traseros, alza la cabeza al cielo y contempla el paso majestuoso de un murciélago con las alas extendidas
. Y exclama con arrobada admiración: “¡Oh, mon Dieu! ¡Un ange!”.
 Me conmueve, me enternece esa rata vulgar, aborrecida por casi todo el mundo, que, sin embargo, tiene sueños sublimes en la cabeza y confunde con un ángel a otro bicho parecido a ella, a un pariente cercano, también detestado por la mayoría de la gente, que simplemente posee un par de alas membranosas. Pero ese vuelo, del que la pobre rata ignora todo, sirve de base para un espejismo milagroso
. Qué parecidos somos los humanos a esa rata crédula e ignorante, a esa pobre rata que se maravilla ante lo que no entiende y que inventa fantasías teológicas, portentos, seres mágicos, una realidad superior a la que adorar.
El humor, ese maravilloso antídoto contra la ceguera de la autoimportancia, nos permite enfrentarnos a la medida de nuestra menudencia.
@BrunaHusky
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Recuerdan el Caso Profumo? La Espia y el Político?............El ‘establishment’ y la verdad nunca duermen

El ‘caso Profumo’ lo tenía todo: sexo, espionaje y una irresistible mezcla de política y bajos fondos

Medio siglo después sigue estando prohibida la publicación de los documentos de un juicio que cautivó a Reino Unido

Pero un musical y un libro vienen a rescatar a Stephen Ward, el hombre que peor parado salió del escándalo.

 

Stephen Ward sale custodiado de una vista oral en 1963. / FRED MOTT (GETTY)

Hace cincuenta años, los británicos estaban absorbidos por un escándalo: el caso Profumo.
 Lo tenía todo: sexo, política, ciertas dosis de espionaje y guerra fría y una explosiva mezcla de clase alta y bajos fondos.
 Ahora, medio siglo después, el abogado y defensor de los derechos humanos Geoffrey Robertson y el compositor y empresario musical Andrew Lloyd Webber han unido fuerzas para reivindicar al hombre que peor parado salió de aquel escándalo, Stephen Ward.
Webber ha estrenado esta semana un musical sobre Ward y Robertson ha publicado un libro en el que denuncia que este osteópata mujeriego y mundano fue condenado por una mezcla de intereses de la clase dirigente de la época y del moralismo de los jueces que llevaron el caso, que le convirtieron en cabeza de turco.
Ward nunca oyó el veredicto que el 31 de julio de 1963 le declaró culpable de “vivir, en parte, de ingresos inmorales”: estaba en coma tras haber ingerido en su domicilio de Marylebond una sobredosis de barbitúricos, de lo que fallecería tres días después.
 Ahora, Webber y Robertson quieren que se reabra el caso y se anule aquella condena.
Profumo dimitió como ministro tras compartir amante y quizás secretos con un espía soviético
Todo había empezado en 1961, durante una fiesta organizada por Ward en Cliveden, mansión campestre de lord y lady Astor, a la que el osteópata accedía como Pedro por su casa.
 En aquella fiesta junto a la piscina, Ward presentó a una hermosa joven que vivía en su casa en una relación platónica, Christine Keeler, al entonces ministro de la guerra, John Profumo.
 Al poco tiempo, se hicieron amantes.
La relación duró solo unas semanas, pero Profumo no era el único amante de Keeler, que se acostaba también con un alto funcionario militar de la Embajada soviética en Londres, Eugene Ivanov.
Durante meses no pasó nada
. La prensa no se atrevía a desvelar los rumores sobre la aventura extraconyugal de Profumo.
 Pero una pelea entre otros dos amantes de Christine, que terminó con uno de ellos derribando a tiros la puerta de la casa de Ward, fue el detonante que hizo que el desliz de Profumo llegara a los tabloides.
 El ministro lo negó en el Parlamento en marzo de 1962. Pero todo se complicó. La posición del ministro de la guerra, sospechoso de compartir amante y quizás secretos con un más que probable espía soviético, añadía sal a la pimienta del sexo y Profumo se vio obligado a dimitir tras admitir que había mentido al Parlamento.
Pero el caso no acabó ahí. Stephen Ward fue condenado de la acusación de vivir de mujeres como Keeler y como su compañera de entonces, Mandy Rice-Davies, presentadas por la prensa como prostitutas, aunque fue absuelto de la acusación de proxenetismo.
El caso Profumo causó tal conmoción que ya en 1963 se hicieron canciones que aludían a él y también películas, como la danesa The Keeler affair.
  Luego llegó la británica Scandal, en 1989, con John Hurt en el papel de Stephen Ward. También se han escrito libros y hasta musicales.
 Pero ninguna de esas obras era tan directamente reivindicativa de la figura de Ward como el musical de Lloyd Webber, que lleva el simple título de Stephen Ward el musical y que se representó por primera vez el pasado martes en el teatro Aldwych, aunque el estreno oficial no será hasta el día 19.
Christine Keeler durante el proceso judicial. / AFP
En paralelo, y tras una conversación con Lloyd Webber, Geoffrey Robertson decidió escribir un libro en el que analiza el juicio de Ward, que describe como “la injusticia más monstruosa” de la historia legal moderna británica.
 En él sostiene que el osteópata era inocente y que no solo no vivía de Keeler y Rice-Davies, sino que era más bien al contrario.
En el libro, que ha entregado a la Comisión Real de Revisiones de Casos para que se reabra la investigación, sostiene también que el juez sabía que Keeler no era un testigo fiable porque ya antes había cometido perjurio para enviar a un hombre a prisión.
 El jurado que condenó a Ward “fue engañado por los jueces y por el fiscal”, sostiene Robertson.
A su juicio, ni Keeler ni Rice-Davies entraban en la definición legal de prostituta ni Ward vivía de ellas
. Su proceso y condena se decidió de antemano, por razones “de interés nacional”, por una doble agenda que buscaba por un lado proteger al establishment y por otro seguir el sentimiento de “solidaridad cristiana” de los dos jueces y del entonces ministro del Interior, Henry Brooke, que animó directamente a la policía para que llevara ante la justicia a un hombre visto como un ateo promiscuo.
 “La verdad nunca duerme”, es lo único que Rice-Davies, aquejada de laringitis, pudo decir durante la presentación del libro.
No solo la verdad nunca duerme: tampoco el establishment. Medio siglo después, sigue estando prohibida la publicación de los documentos del juicio que condenó a Ward, incluidos aquellos que fueron de dominio público en su momento.
 Una prohibición que a juicio de Geoffrey Robertson es equiparable a la que impide que la comisión que investiga la participación de Reino Unido en la guerra de Irak acceda a los documentos que lleva años reclamando sobre los contactos al respecto entre Londres y Washington y en particular entre el entonces primer ministro Tony Blair y el expresidente George W. Bush
. Las cosas no han cambiado tanto en medio siglo.

Mette Marit, la princesa inesperada.....................................Mábel Galaz

Su llegada a la casa real noruega supuso toda una revolución. Una madre soltera se convertía en la esposa del heredero. Doce años después combate los rumores de crisis que acechan a su matrimonio.

Haakon y Mette Marit, con sus hijos, el pasado verano. / CORDON

Reúne todos los requisitos impropios de una princesa al uso.
 Disfrutó de lo que ella misma definió como un "pasado salvaje", tuvo un hijo con un novio que terminó en la cárcel por tráfico de drogas y participó en un programa de televisión para buscar marido.
Finalmente, lo encontró. El 25 de agosto de 2001, Mette Marit Tjessem se casaba con Haakon, el heredero al trono de Noruega, al que conoció en un concierto de rock, y se convirtió en la princesa más inesperada del mundo
. Doce años después de su llegada a la familia real hay observadores que aseguran que la pareja está en crisis.
 Lo que fue una baja para una operación de hernia cervical se ha convertido en un largo tiempo de ausencia de la vida oficial.
 Para acallar rumores, la pareja publicó el pasado jueves una foto en las redes sociales.
Mette Marit es una pionera en el mundo de la realeza.
 Fue la primera mujer sin orígenes aristocráticos en entrar en los salones de la vieja institución monárquica. En parte gracias a ella, poco después Mary Donaldson se casaba con Federico de Dinamarca; Camilla Parker Bowles, con Carlos de Inglaterra; Máxima Zorreguieta, con Guillermo de Holanda y Letizia Ortiz, con Felipe de Borbón.
 Y es que todas, al igual que la entonces novia de Haakon, tenían un pasado inusual hasta ese momento para una princesa
. Por eso, cuando Mette Marit y Haakon pronunciaron el "sí quiero" en la catedral de Oslo, delante de representantes de las casas reales de todo el mundo, se sellaba algo más que una historia de amor, empezaban los aires de cambio, nacía esa generación de reyes del siglo XXI.
El príncipe de Asturias vivió esa transición en primera persona.
 En esa boda se produjo la presentación oficiosa de Eva Sannum, gran amiga de Mette Marit y por ello invitada al enlace, y también comenzó su caída en desgracia.
 Meses después, el heredero español se veía obligado a romper su noviazgo tras las presiones de las instituciones más conservadoras que no veían en esta estudiante que hacia pinitos en el mundo de la moda a la futura reina de España. Sin embargo, tres años después, don Felipe se prometía con una periodista divorciada.
Mette Marit en estos últimos 12 años se ha ganado el favor popular
. Cuando se prometió con Haakon la casa real noruega vivía sus horas más bajas de popularidad y un 64% de la población no la aceptaba, según el MMI Ipsos.
 Una encuesta publicada el pasado verano por el diario del país Dagbladet sostiene que el 90% de los noruegos acepta a su princesa.
 Detrás de este cambio en las encuestas hay mucho trabajo.
La princesa Mette Marit.
Tras hablar de su pasado "salvaje" y antes de que comenzara a desvelarse en la prensa, Mette Marit se puso en manos de especialistas en imagen
. No solo cambió de estilismo, también retomó sus estudios, abandonados por su temprana maternidad.
 Con Haakon vivio una larga temporada en Londres para huir de la presión mediática.
 Y, poco a poco, fue construyendo su imagen de princesa del siglo XXI
. Todo el dinero de sus regalos de boda fue a parar a un fondo humanitario que se repartió entre causas sociales de Noruega y África y en 2006 fue nombrada por la ONU representante especial para campañas contra el sida.
 Pero ha sido su trabajo en apoyo del colectivo gay el que más ha dado que hablar.
 En 2009 escribió un prólogo en el libro Cómo salir del armario y ahora hace un año, en pleno debate en Noruega sobre la paternidad a través de vientres de alquiler por parejas homosexuales, se descubrió que la ausencia de la princesa en algunos actos oficiales estaba relacionada con esta causa.
En diciembre pasado Mette Marit viajó a India para hacerse cargo de dos bebés, recién nacidos y mellizos, que llegaron al mundo en un vientre de alquiler
. Los padres, una pareja gay de amigos de la princesa, no pudieron viajar por no tener visado.
Ante la situación, Mette Marit, con su pasaporte diplomático, acudió a hacerse cargo de ellos y ayudó a que sus amigos pudieran ir días después a recogerlos.
 La casa real se vió obligada a emitir un comunicado en el que decía que la princesa había actuado en calidad de amiga de la pareja, pero sin “tomar partido con este gesto en el debate de vientres de alquiler”. Ella añadió: “A veces, la vida te presenta situaciones con pocas soluciones buenas. Esta fue una de ellas”.
Y es que los noruegos valoran de Mette Marit que no haya perdido el contacto con la vida de a pie. Por eso a nadie le extrañó verla llorar como tantos otros el verano de 2011 tras la matanza de Utoya, en la que perdió a su medio hermano, que era policía.
El verano pasado, Mette Marit y Haakon celebraron los 40.
 El heredero lo hizo con un festival musical campestre en su residencia de Skaugum, en el que se animó a participar hasta el rey Harald. La princesa lo hizo invitando a un café a sus colaboradores y participando en un oficio religioso con la familia real.
 Desde ese día, sus apariciones públicas han ido disminuyendo.
 Su ausencia en algunos viajes oficiales se achacó a su miedo a volar tras el accidente que la pareja sufrió en un aterrizaje en Londres. Más tarde se informó de que en realidad padecía vértigos a causa de un problema de cervicales. Poco después, la casa real noruega, una de las más transparentes de Europa, colgaba en su página web un comunicado en el que explicaba que la princesa iba a ser operada.
 Pero ahora en el tablón de anuncios de la familia real no hay más novedades.
 Los organizadores de los premios Nobel sí han anunciado que Mette Marit no estará el martes en la gran cita del año en Noruega.
En casa, la princesa sigue activa. Estos días ha decidido vaciar otra vez su armario y ha puesto sus cosas a la venta en la página de subastas Bloppis. Allí se pueden adquirir trajes de Chloé, botas de Yves Saint Laurent y zapatos de tacón de Roger Vivier. El dinero que obtenga lo destinará a la organización benéfica Miljøagentene, que promueve la concienciación entre los jóvenes sobre la conservación de la naturaleza, el calentamiento global y el consumo responsable.
Este cóctel de noticias alimentó la teoría de que la pareja está en crisis. “Conocemos las informaciones, pero no tenemos nada que decir sobre esos rumores”, ha dicho esta semana un portavoz de la casa real sobre el matrimonio de los príncipes herederos.
 Haakon y Mette Marit, conscientes de lo que se dice sobre ellos, decidieron el jueves mostrarse en las redes sociales.
 Publicaron dos fotos con Solfrid Flateby e Irene Løken Lystrup, sus colaboradoras en la fundación que promueven.
 Esta aparición virtual no significa que la princesa vaya a volver ya a la vida oficial
. De momento seguirá de baja al menos un mes más.
 Solo ella sabe qué pasará, cómo quiere que sea su vida, la de una princesa muy peculiar.