Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

10 nov 2013

Curso de pedantería enológica


Al vino le pasa lo que al resto del alcohol: que, como decía aquel filósofo, es "causa de, y solución para, todos los problemas de la vida"

Todo empezó en el mágico instante en el que se cruzaron el boom inmobiliario y el auge de la cultura gourmet.
 Gracias al dinero y a nuestros cocineros, se generalizó el interés por comer y beber bien, los restaurantes subieron de nivel, la clientela se sofisticó...
 Y nació un nuevo monstruo: el del pedante enológico.
Podría ser cualquiera, incluso usted o yo. Alguien que, en otro momento no menos mágico, pasó de ser un bebedor social normal a transformarse en un temible aficionado al vino.
 Ese que, en lugar de aprobarlo con una sonrisa y seguir con la conversación, prefiere discutir con el sumiller, se empeña en oler el corcho, fantasea con las notas olfativas y repite la palabra maridar.
 En definitiva, el responsable de que algo feliz y espontáneo –"¡ponme un chato de vino!"– sea hoy una experiencia irritante.
Porque en realidad, según sostienen otros expertos, recibir un vino en la mesa es algo bastante sencillo: basta con olerlo con la copa parada (para ver si está avinagrado, sabe a corcho o está ajerezado) y luego, si se quiere obtener más matices, moverlo ligeramente. Y punto
. Pero nuestro esnob enológico no hace caso a lo que suena razonable.
 Prefiere despacharse con una ristra de frases lapidarias que descoloquen a su adversario. Del primer curso al nivel doctorado, por sus frases lo conocerán (aprendérselas o no es cosa suya).
PRIMERO: "Entender, no entiendo, pero sé lo que me gusta"
Dirá cosas como, 'A los americanos les hizo falta una década para hartarse del Chardonnay, pero nosotros vamos por un camino todavía peor'.
Esta frase es la fórmula magistral de la arrogancia encubierta y también un destello de genialidad, porque implica dos cosas contradictorias: modestia y defensa de la propia ignorancia. No hay nada como hacer alarde de lo que se desconoce para no tener que escuchar a nadie; el pedante principiante ni sabe ni le interesa, pero tiene carácter, que es mucho mejor.
SEGUNDO: "¿Rueda Verdejo? ¡Pero por favor!"
Todo el mundo lo sabe pero no se atreve a decirlo: hay una epidemia en forma de vino blanco y se llama Rueda Verdejo.
El pedante de segundo, que todavía no puede enfrentarse a un sumiller pero de esnobismo sabe un rato, hará saltar la liebre en una cena con amigos.
 Cuando llegue el vino blanco de la casa que ellos han pedido con ligereza (será un Rueda, seguro, a no ser que estén en un restaurante gallego), lo tachará de "obvio" y "sin interés".
 Una vez hecho el silencio en la mesa, lo zanjará con artillería: "A los americanos les hizo falta una década para hartarse del Chardonnay, pero nosotros vamos por un camino todavía peor".
TERCERO: "He visto muchas Riedel en mi vida y esta copa no lo es"
La capacidad del pedante de apreciar matices con solo oler el corcho supera lo poético y llega hasta lo supraterrenal.
Hoy en día es difícil acertar dónde servir el agua, sobre todo porque en muchos restaurantes se ha producido un curioso efecto de escala monumental: donde antes había platos redondos y copas de tamaño mediano, los primeros se han convertido en grandes superficies con ángulos dudosos y las segundas, en generosos barreños subidos a un pie de cristal.
 Pero el pedante se desmarca de esa vulgaridad que es hablar de tipos de copa.
 Él controla de marcas, y no probará el vino si no es en Riedel, el Ferrari de la cristalería.
 "Ni siquiera son tan caras", añadirá. Si es que el mundo es muy ignorante.
CUARTO: "¡Casi se huele Portugal en este Rias Baixas!"
Como experto, la capacidad del enterado de apreciar matices con solo oler el corcho supera lo poético y llega hasta lo supraterrenal.
 Si alguien levanta la ceja ante el comentario, mantendrá su órdago. ¿Acaso no están de moda las variedades de uva locales y las oscuras denominaciones de origen, que él por supuesto identifica al momento? Entonces, ¿cómo no va a apreciar el roce del traje regional del terruño donde se fraguó un buen vino?
 A partir de aquí no hay límites: con oler el vino una segunda vez sabrá informar sobre el tostado de la barrica; a la tercera, sabrá si pasó la fermentación maloláctica en depósito, y cuando lo pruebe medirá su permanencia en caudalies*.
* No hace falta que entienda nada, solo decirlo con convencimiento.
DOCTORADO: "El rosado ahora es lo más"
Hace tiempo que nuestro experto superó al vulgo.
Ya es capaz de dar la réplica a enólogos, bodegueros y sumilleres. El esnob profesional sabe que solo queda volver al punto de partida: recuperar el placer de epatar a sus congéneres.
 Y lo hará en tres cómodos pasos que usted puede seguir también:
  1. Convocar una cena informal con cinco o seis amigos (es importante que haya público).
  2. Pedir el único vino que hombres, mujeres y niños ningunean por igual: el rosado.
  3. Regocijarse por dentro con la reacción y disfrutar su copa de Mateus Rosé bien fresquito (y sin el cargo de conciencia que tendría un entendido de los de siempre).
Ya está. ¡Ahora puede convertirse en la perfecta persona enológicamente insoportable!

Nos obligaron a olvidar...

Nos obligaron a olvidar...

Nos obligaron a olvidar
Dónde estábamos
Tan sólo dónde estábamos.

¿Es mi patria la lengua?
¿Habita
En la ciudad que ya no existe?

En la memoria,
Silencio de un cielo sin despedidas.
Al pie de otro volcán,
¿Hay patria que cantar?

Trazamos
El color de la sombra
De los cuerpos ausentes y nombramos
Lo que la aviva
Con los restos de los borrados
En la lengua de sus verdugos.
De "En tregua", 2001
De Jose Carlos Cataño

JFK: la herida sigue abierta


Un país llamado Mogambo..........................Boris Izaguirre

Mientras en unos programas esperaban por la mayoría de edad de la hija de la reina de la copla, Isabel Pantoja, en otros se murmuraba de Froilán, el nieto del Rey.

Que tendrá La Pantoja que hasta esa niña adoptada es Fea, como su otro hijo que no tiene cuello y los dos la hacen abuela.

 

Chabelita Pantoja y su novio, Alberto Isla, el pasado mes de marzo. / JUAN ALONSO (CORDON)

Hay una inquietante sensación de que todo vuelv
e. Aznar y González regresan presentando sus libros de opiniones y memorias.
 Al mismo tiempo, la basura crece y avanza en las aceras de Madrid como si fuera una versión real y cutre de la Guerra de los zombis.
 Donde quiera que vayas en la capital, tanto si acudes a oír a los expresidentes como al lanzamiento de la revista ICON o a la presentación de los perfumes de Alaska y Mario, tienes que sortear bolsas rotas y desperdicios desparramados
. Curiosamente, la molesta basura todavía no huele mucho, aún es reciente, pero su presencia a causa de una huelga indefinida empieza a transformar la ciudad en una estampa de cielos muy azules iluminando la porquería que rueda sobre el asfalto mientras el Ayuntamiento se lava las manos.
Si en la presentación de ICON se hizo una perfumada selección de invitados con futuro, el grupo Planeta prefirió mostrar su amplio abrazo al poder actual en la celebración de los 15 años del periódico La Razón. Donde no solo reunió a expresidentes, sino que consiguió el saludo de dos princesas: Letizia Ortiz y Belén Esteban. Belén, encantada de ser saludada por la esposa del heredero; Letizia, enseñando mucha melena como herencia.
 La infrecuente imagen alborotó las retinas al ver reunidas las dos caras del concepto “princesa del pueblo”. Las dos vienen del pueblo, viven de él y manejan similar nivel de popularidad y polémica
. Una ha conseguido llegar a la jefatura del Estado por matrimonio, y la otra, alcanzar su condición de fenómeno mediático sabiendo estar en el sitio y el momento adecuados
. Son representantes camaleónicas de la generación nacida a principios de los años setenta, saben vestir low cost con profesionalidad y aliarse con la ciencia para redefinir sus rostros y sus vidas sin miramientos.
No se sabe cuál de las dos podría resultar más icónica, porque lo que hace a un icono ICON en mayúsculas nadie lo sabe definir.
 Estos conceptos, heredados del siglo pasado: glamour, chic, carisma, siguen teniendo orígenes y características difusos, y seguramente resida en ese intangible la clave de su fascinación popular.
Quien ya apunta en esa icónica dirección, precozmente para algunos, es Froilán Marichalar, como prefiere llamarse prescindiendo de su otro apellido: Borbón.
 Es una decisión que rezuma valentía y prudencia.
 Mientras en unos programas de televisión esperaban por la mayoría de edad de la hija de la reina de la copla, Isabel Pantoja, en otros se murmuraba del nieto mayor del Rey.
Al parecer, Froilán es habitual de las sesiones de matiné para adolescentes en Joy, la mítica discoteca madrileña. Pudiera tratarse de un joven emprendedor y miembro de la familia real con un trabajo auténtico y sin enchufes en el sector privado.
 Froilán, supuestamente, vendería en esas tardes máscaras de Guy Fawkes, el conspirador del siglo XVI que el grupo de activistas Anonymous emplea como su señal iconográfica. ¡Es maravilloso!
 El chaval es alguien con iniciativa, alguien que no se disfraza de normalidad.
 El quinto en la línea de sucesión a jefe del Estado se ganaría un dinerito a la vez que conseguiría una burla a los antisistema.
Que tiemble en su trono Kiko Rivera: en cualquier momento Froilán Marichalar le arrebata el título de dj oficial de las juventudes del Reino.
El cierre de Canal Nou coincide con el regreso de Mar Flores y sus escándalos de finales del siglo pasado. Esos y otros follones de la prensa rosa eran muy seguidos por Tómbola, uno de los programas de mayor éxito del canal valenciano
. Pocos quieren recordarlo, restándole su importancia icónica, de ser el mejor documento de cómo éramos cuando el dinero público podía sostener el cotilleo, una de las tradiciones de nuestra cultura
. Nos encanta, nos define.
Y cuando éramos ricos nos divertía consumirlo y gastarnos lo que hiciera falta. Una de las razones que intentan explicar el actual revival de los escándalos de Mar Flores hace 15 años es que las imágenes enseñan una España opulenta al mismo tiempo que cañí.
 Ahora es solo cañí. Realmente da gusto ver cómo en los noventa Mar Flores y Sofía Mazagatos conseguían encandilar a iconos masculinos de poder: futbolistas, empresarios, políticos, para volverse ellas mismas símbolos de la prosperidad perdida. En aquella época estuvieron muy de moda los comunicados, que regresan ahora con la firma de Isabel Pantoja para confirmar el embarazo de su hija.
 En Telecinco terminarán por recontratarla, porque claramente es el gran icono proveedor de contenidos con una familia que no para de crecer.
Sería un buen motivo para el regreso de Tómbola.
Conservo un recuerdo especial de Canal Nou, durante la promoción de una de mis novelas en la que los personajes sobrevuelan escenarios vinculados al caso Gürtel.
 Me maquillaron en una sala desierta y “prefirieron” grabar mi entrevista para luego sentarme en una mesa dedicada al corazón en directo donde luego se emitiría la entrevista grabada y revisada.
Tan enrevesada situación me recordó lo que la censura franquista hizo con Mogambo: para evitar que existiera adulterio entre Grace Kelly y Clark Gable, los convirtió en hermanos.
 Al igual que Froilán, deberíamos modificar el nombre de nuestro país, dejar España atrás y pasar a llamarnos Mogambo.