Al final, por muy zen que parezca, entre el yin y el yang, Rajoy prefiere el yen. Y yo, también.
Ya estáis malmetiendo, malpensados.
No es que me haya venido arriba porque Richard Gere vuelva al mercado, que también.
Pero para optar a esa vacante tendría que hacerme zen, convertirme al budismo y luchar por la causa del Tíbet
. Y, francamente, a mis décadas, eso me daría más pereza que un cara a cara con
Mas sobre el desafío soberanista. No, estoy que no vivo porque a monseñor Martínez Camino le cumple el contrato de portavoz de la Conferencia Episcopal el 20 de noviembre —qué fecha más bien puesta—y ha dicho que no ve óbice ni cortapisa en que una mujer ocupe su silla.
Así que me postulo. Esta es la mía para llegar a la Curia, ya que en lo mío no asciendo ni a tiros.
Modestia aparte, doy el perfil mejor que muchos obispos.
Para vocera, mi menda
. A falsa no me gana ni Judas.
Y el barrigón, la papada y la tonsura los llevo puestos, no veas la calva que me ha salido en la coronilla del disgusto de saber que una lagarta me ha levantado a Soros
. El problema es que se me presente Tamara Falcó con esa labia y ese ardor converso que la posee últimamente, y se lleve el gato al agua o le ponga el cascabel a Rouco, que la vi el otro día en la tele rosario en ristre, y con tanta TDT y tanto espacio clónico me lío.
Ahora, para zen, zen, donde esté Rajoy, que se quite Tamara, Gere y el Dalai Lama.
Porque ahora está el prohombre liadísimo en su cruzada para que España asombre al mundo, que clamó Montoro en el hemiciclo, que si no, seguro que Mariano se hacía con el puestazo de Camino.
De momento, va por buen ídem.
De que lo flipen con él en el extranjero, digo. ¿Pues no va y suelta en Fukushima que los temores de contaminación nuclear "son infundados" al tiempo que los propios nipones admitían la enésima fuga de agua radiactiva al Pacífico? Creo que se partió el crisantemo hasta la ceniza de la princesa Masako, que lleva lustros enclaustrada en el Palacio Imperial de Tokio con una depre de caballo.
Pobre Mariano, si se limitó a hacer lo de siempre: tirar de argumentario
. Está tan acostumbrado a quitarle hierro al paro, la pobreza y el latrocinio de Bárcenas en casa, que, ya puesto, ¿qué le costaba quitarle uranio a una catástrofe nuclear a tomar viento de Moncloa para hacerle la pelota a los japos?
Encima que el pobre se desvivió por agradarles. Hasta se dejó poner un rosetón rojo PSOE en la solapa que ni el de Nôtre Dame, aunque le jorobara lo suyo, antes de proceder a vendernos a los españoles como los currantes más buenos, bonitos y, sobre todo, baratos del orbe.
Y es que al final, por muy zen que parezca, entre el yin y el yang, Rajoy prefiere el yen. Y yo, también.
Algunos meapilas le pusieron verde por no doblar la cerviz ante el emperador Aki-Hito, un dios en vida para sus súbditos
. Llámame republicana, pero yo ahí estoy con el presidente. Ni protocolo ni gaitas: eso era un saludo de igual a igual dado que Rajoy e Hito son homólogos absolutos: sus reinos no son de este mundo.
Y te dejo, que tengo que preparar lo de la portavocía.
El teórico lo paso seguro. Quien da catecismo en el cole no lo olvida en la vida.
Y yo seré una pecadora, pero desde que está Francisco de jefe, soy más papista que el Papa.