Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

4 oct 2013

El perfil de los nuevos desahuciados

A las parejas de inmigrantes o jóvenes de comienzo de la crisis, se van sumando familias que tenían una situación económica estable.

Constancia y Carmen. Una, en Getafe y la otra en Seseña (Toledo).
 Dos caras que responden al perfil de los nuevos desahuciados. Alejados de aquellas parejas de inmigrantes o de jóvenes –los primeros que entraron masivamente a finales de la pasada década en los procedimientos de ejecución–, los que se ven ahora en grandes apuros para pagar la hipoteca o, definitivamente, ya han sido desahuciados, responden a familias que entonces parecían tener una situación económica más o menos estable, pero que la perseverancia de la crisis les ha abocado al mismo destino, el de perder su casa.
"Familias que utilizaron sus bienes personales para financiar su empresa porque creían en su proyecto. Hipotecaron y avalaron operaciones de refinanciación con su vivienda, además de pedir dinero prestado a todo aquel que se lo quisiera dar”, cuentan desde la Asociación de Afectados por Embargos y Subastas (AFES).
A Constancia López, de Getafe, no han llegado a embargarle su casa, pero poco le ha faltado por las circunstancias familiares, que llevaron a su hijo y a su exmarido a perder sus respectivas propiedades y empresas.
"Después de quitarles la casa, fui al banco a pedir una línea de crédito para crear una sociedad con la que ambos pudieran seguir trabajando como empresarios del transporte, y me dijeron que sí, siempre que avalara el préstamo con mi propia casa
. Les dije que no, claro”, cuenta apesadumbrada esta profesora
. Era la única fórmula, a la desesperada, que vio Constancia para que pudieran seguir trabajando en el transporte, “pero les cerraron todas las puertas”, puntualiza.
La reunificación de las deudas, siguiendo el consejo de un empleado de  la Caja de Ahorros del Mediterráneo, duplicó las su deuda
Tanto su hijo como su exmarido habían sido empresarios del transporte toda su vida, y las cosas les iban más o menos bien, con ingresos que les permitían hacer frente a los gastos son solvencia
. Pero primero uno y luego el otro –“mi marido y yo le dimos todo lo que pudimos”, se lamenta Constancia– se quedaron sin casa y prácticamente sin empresa.
 La del hijo, un unifamiliar que le había costado 220.000 euros y del que había pagado la mitad al aportar una buena entrada, y, en el caso de su entonces cónyuge, un piso –también en Getafe– comprado por 312.000 euros.
Ya sin casa, el hijo, diabético y con varios comas a sus espaldas, sobrevive con los ingresos que obtiene trabajando en el bar de su cuñado, mientras su padre, desahuciado con 61 años, se encuentra inmerso “en una tremenda depresión”.
Las reticencias de los bancos a renegociar y cerrarse en banda las conoce bien Carmen Barroso, de 58 año
s. Una trabajadora por cuenta propia para la multinacional aseguradora AXA desde hace 20 años, justo cuando se quedó viuda.
 Rehizo su vida con su actual pareja y, en 2004, tras vender un piso en Getafe, cancelando la hipoteca, se compraron un chalé en Seseña, en la urbanización promovida por el empresario Francisco Hernando, El Pocero.
Funcionaban bien
. Entre ambos ingresaban unos 6.000 euros mensuales
. “Mi pensión de viudedad, mis ingresos en AXA con altas comisiones y los más de 2.000 euros que mi pareja percibía como maquinista de obra”, suma Carmen
. Una situación de estabilidad que, ya en un primer momento, les llevó a ampliar el préstamo solicitado para arreglar la cocina. “Nos la habían dado sin amueblar”, comenta. Total, les quedó un préstamo de 180.000 euros. Asequible a todas luces, pero, como ella misma reconoce, “cometimos el gran error”.
En 2007 optaron por reunificar todos los créditos que habían solicitado para pagar menos y, como conocían a una persona en la antigua Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), allá que se fueron.
“Nos lo pintaron todo muy bonito y no nos pusieron ninguna pega”, rememora Carmen
. Pero la decisión ya estaba tomada y la deuda inicial de 180.000 euros se duplicó al acumular todos los préstamos.
 Y lo peor, con la subida de los intereses entre 2007 y 2009, los 900 euros mensuales de cuota hipotecaria prácticamente su duplicaron.
Y, como si de un castillo de naipes se tratara, todo se vino abajo.
 “A mi pareja la despidieron en 2009 y, desde entonces, solo ha trabajado un año para una empresa de El Corte Inglés
. Yo sufrí un accidente en 2010 y, tras recuperarme, mis ingresos disminuyeron de 2.000 a 500 euros, ya que antes tenía una buena cartera de clientes en buenas zonas de la capital pero AXA me ha reubicado, aquí en Seseña, en una oficina fija, y ha sido terrible”, comenta.
Lleva sin pagar la hipoteca desde abril de 2012, en junio pasado se ha acogido a la ley para que su hipoteca pueda ser considerada objeto de cláusula abusiva y un mes antes, en mayo, recibió la demanda de ejecución hipotecaria. “Estoy esperando que me digan algo”, concluye Carmen.

 

El 'warhol' de los 80 millones de dólares

El 'warhol' de los 80 millones de dólares

Por: | 04 de octubre de 2013
Warhol

Puede convertirse en la obra más cara jamás vendida en subasta de Andy Warhol. Silver Car Crash (Double Disaster) es uno de los cuatro lienzos de gran tamaño (243 x 397 cm) de la serie de accidentes de coches (Death and Disaster) que el artista americano creó en 1963. 
 En estos trabajos, Warhol recurre a imágenes que extrae de los periódicos y las traslada a la tela a través de un proceso de serigrafía. De hecho, se vale de esa técnica para imprimir, en uno de los dos paneles que forman la obra, la imagen de un automóvil destrozado por un accidente que se repite una y otra vez a lo largo del enorme lienzo. Si nos acercamos veremos que esa fotografía es la del cuerpo retorcido de una persona en el interior de un amasijo de hierros. 
 Lo que queda del vehículo. Eso ocurre en el panel de la izquierda. En el otro no hay ninguna imagen. Se limita a impregnar la tela con una capa de pintura de plata reflectante.
 Como la que cubre el capó de algunos coches.
“Es la monumentalidad de la imagen la que la hace tan poderosa”, asegura, en declaraciones a The New York Times, Tobias Meyer, director de Sotheby’s. “Es como si la vida y la muerte fueran directamente hacia ti. Sobre todo por la forma en la que Warhol yuxtapone la cascada de imágenes que representa la mortalidad frente al desolado vacío del panel derecho”.
200_One_Dollar_Bills
En 2009, en pleno pico de la crisis económica, la obra (imagen superior) de Andy Warhol '200 One Dollar Bills' encontró comprador por 43,7 millones de dólares.


Las estimaciones de Sotheby’s —que subasta la obra el próximo 13 de noviembre en su sala de Nueva York— hablan de un precio que oscilaría entre 60 y 80 millones de dólares (44,2 y 58,8 millones de euros). Pero podría ser más. El mercado sabe que en transacciones privadas Warhol ha conseguido cifras superiores a los 100 millones de dólares, y por obras de menor calado. Además es la última tela de esta serie en manos particulares. 
Las otras tres pertenecen a coleccionistas tan poderosos como Thomas Ammann, Charles Saatchi y el mítico marchante suizo Gunter Sachs. 
 Se desconoce quién lleva a subasta Silver Car Crash (Double Disaster). Solo sabemos a ciencia cierta que se trata de un coleccionista europeo posé la pieza desde 1988—, y que esta obra únicamente se ha mostrado una vez en público en los últimos 26 años. 
Warholcrash
'Gren Car Crash (Green Burning Car I)', creada en 1963, tiene el récord del artista en subasta con 71,7 millones de dólares. Andy Warhol Foundation for the Visual Arts / Artists Rights Society (ARS), New York.

En Sotheby’s hay mucho optimismo, pues la historia juega a su favor. Green Car Crash (Green Burning Car I), una tela de menor tamaño (228,6 x 203,2 cm) que Silver Car Crash, se vendió en Christie’s por 71,7 millones de dólares récord mundial del artista en 2007. Incluso en la época más dura de la recesión, durante 2009, el lienzo 200 One Dollar Bills encontró comprador por 43,7 millones de dólares. El dinero, la muerte y el desastre de Warhol entusiasman tanto a los coleccionistas como al mercado.

Una actriz en terapia de choque

Marian Álvarez, ganadora de la Concha de Plata a la mejor interpretación en San Sebastián, habla de la implicación personal que le supuso su papel en ‘La herida’.

 

Marian Alvarez ,actriz de la pelicula 'La herida'. / Javier Hernandez Juantegui (EL PAÍS)

Con la caja azul que envuelve la Concha de Plata entre sus manos, Marian Álvarez (Madrid, 1978) sale de su primera rueda de prensa tras ganar, pocos minutos antes, el galardón del Festival de San Sebastián que premia a la mejor actriz, en su caso por su trabajo en La herida, de Fernando Franco.
 Mientras espera a que los productores y el director —como ganadores del Premio Especial del Jurado— acaben con los periodistas, la actriz reflexiona en alto en un pasillo del Kursaal: “Para cuatro largometrajes que he hecho, y mira qué dos premios tengo”.
 Cuatro no, pero sí seis, porque Álvarez ha desarrollado casi toda su carrera en televisión. Y en cuanto al otro galardón, se refiere a la de mejor interpretación femenina en otro certamen de prestigio, Locarno, que obtuvo en 2007 con Lo mejor de mí, de Roser Aguilar.
Álvarez sabe usar su aspecto frágil para destilar contundencia.
 Su Ana de La herida sufre de trastorno límite de personalidad, pero ella no lo sabe y su madre no quiero verlo
. Así pasa los días: trabajando en una ambulancia y lidiando con unos problemas de carácter que la llevan a la autoflagelación y la angustia vital.
“Saqué el personaje gracias a Fernando. Con otro director no hubiera podido llegar a esos límites. Tenía la sensación de saltar de un avión y saber que el paracaídas se iba a abrir por eso, porque era Fernando”. Pues el salto es de mucha altura. “Sí, pero el riesgo mola”.
Con otro director no podría haber llegado a estos límites”
La madrileña sabe que ella no ha sido normalmente la primera opción en los proyectos que le han llegado. En cambio, Franco tuvo muy claro que la quería a ella desde el inicio.
“Te llega un guion así y solo puedes decir: ‘Gracias, vida’.
Cuando me llegó, pensé que él solo quería que le echara un vistazo y pensé: ‘¿Quién irá a hacer esto?’. Me parecía dificilísimo.
 Le respondí que era impresionante y Fernando me soltó: ‘Era por si te apetecía hacerlo’
. Empecé a buscar una cámara oculta, porque parecía una broma. Imagínate.
 Y lo agarré y no lo he soltado hasta ahora. En correspondencia a esa confianza, he hecho todo lo que he podido por el personaje”.
La actriz confiesa que sintió síndrome de Estocolmo con su personaje
Para Álvarez, lo más duro no fueron los ataques de ira de su personaje, sino construir “que no sepa lo que le está pasando”
. Y explica: “Ella no comprende por qué no gestiona sus sentimientos, no entiende su dolor, su sensibilidad. Era el reto del personaje, ya que como actriz estar en el ‘no sé’ no te deja muchas agarraderas”
. Como retranca de guion, Ana tiene la solución cerca de su personaje: en el hospital en el que no deja de entrar y salir llevando enfermos
. “En realidad, su trabajo es su única alegría, porque se siente bien
. Es curioso, porque es un rasgo característico de la gente con este tipo de trastornos: trabajan en labores muy sociales, ONG… Yo no hablé con ninguna chica con esta enfermedad, porque Fernando me contó que este proyecto nació como un documental y abandonó ese formato cuando supo que los enfermos acentúan sus rasgos delante de las cámaras.
 Conmigo hubiera pasado lo mismo, y aunque me hubiera venido muy bien, no parecía ético.
 No quería que porque yo hiciera un trabajo mejor, alguien se pusiera peor.
Así que buceé en foros de Internet y en otras fuentes de información”, explica.
 En el fondo, Franco y Álvarez buscaban que el público empatizara con el personaje:
“Y la única manera era hacerla a saco, a tumba abierta”.
Casi todos los días, la actriz agradece haber rodado Lo mejor de mí, de Roser Aguilar.
 “Me ha traído varios trabajos. Me abrió un mundo de posibilidades a largo plazo, que sin ella nunca me hubieran llegado”.
Y reconoce también que esta Ana le ha cambiado en su método de trabajo: “Yo pensaba que era capaz de dejarme los personajes en el rodaje y no llevármelos a casa
. Pero Ana ha seguido conmigo mucho tiempo y ahora ha vuelto a aparecer
. Hablo de Ana y curiosamente sigue sobrevolándome. Acabé el rodaje y la echaba de menos. Tanto que seguí investigando a posteriori.
 Sufrí de síndrome de Estocolmo. Yo la quiero mucho y merecía la pena ayudarla.
 No he llegado a casa y me he autolesionado, pero ahí estaba
. Sé que no puedo curarla, ni saldar mi cuenta con ella”.

Mira estos Cuadros......Podias decir quién los Pintó?