Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

29 sept 2013

Los amores de un torero


http://youtu.be/EwVODokMJYo
http://youtu.be/LyjSuyKIPp8

La Filmoteca Española recuerda este mes de septiembre la figura de Carmen Amaya y su paso por el cine en el 50 aniversario de su fallecimiento
. El ciclo recoge casi toda la filmografía que realizara la genial bailaora, algunos títulos nunca vistos en España y otros ya míticos en la historia cinematográfica tales como La hija de Juan Simón (José Luis Sáenz de Heredia, 1935), en su primera intervención de importancia como artista invitada; María de la O (Francisco Elías, 1936); el corto El embrujo del fandango (Jean Angelo, 1940), hasta Tarantos (Francisco Rovira Beleta, 1963) que sería su última actuación y que la universal artista no vio representarse. Gran parte de su paso por los rodajes aconteció entre 1936, fecha en que sale de España acompañada por su familia, hasta el año 1947 cuando regresa convertida en una artista reconocida mundialmente.
 De esta época pertenecen títulos rodados en Estados Unidos como Follow the Boys (Sueños de gloria, Eddie Sutherland, 1944), See My Lawyer (Entiéndase con mi abogado, Edward F. Cline, 1945), ambos en los estudios Universal, y Knickerbocker Holiday (Pierna de plata, Harry Joe Brown, 1944).
También de esta época es el filme Los amores de un torero. Pasión gitana, dirigida por José Díaz Morales, y realizada en México durante el año 1945. 
La película es un melodrama clásico del cine mexicano, como también un tópico argumental de las relaciones entre un torero y una gitana que tan habitualmente se han trasladado a la vida y a la literatura.
 Hoy (25 de septiembre) se proyecta en la sala 1 del cine Doré en Madrid y merece la pena el paseo por la fuerza testimonial de la mítica bailaora.
 Precisamente, en los próximos días se exhibirán dos documentales: Bajarí, en el cual la directora catalana Eva Vila reconstruye la escasamente conocida etapa de Carmen Amaya en la capital azteca, y El fabuloso Sabicas, realizado por Pablo Calatayud para homenajear al guitarrista flamenco que coincidió artísticamente con Carmen Amaya durante su exilio en las tierras mexicanas

Cambio de caderas...................Boris Izaguirre

La llegada del embajador de EE UU con su compañero es una nueva diplomacia y la constatación de que la compota de peras y manzanas de Ana Botella ya anunciaba que la señora no entendía nada.

 

El Rey recibe las credenciales del nuevo embajador de EE UU, James Costos. / EFE

E l martes, en el palacio de Cibeles, se inauguraba una refinada exposición sobre la piel y su relación con Hermès, la marca francesa de marroquinería.
 Muchos esperaban encontrarse a la alcaldesa entregando al viento sonrisas y mala peluquería, pero nadie la vio. “Es un momento poco relajado”, susurró una allegada.
 Seguramente porque es ahora cuando se da cuenta del fracaso, de que su electorado no cesa de manifestarse como engañado en cenas y cafés. “Nos hicieron creer que nos quedaríamos con los Juegos Olímpicos sabiendo que era casi imposible. ¿Por qué idearon esa estrategia?”, se pregunta un aristócrata muy vinculado al mundo olímpico
. Pero ahora que Eurovegas huele a chamusquina, se acumulan la molestia con las preguntas: ¿cuánto costó la operación olímpica? ¿Es cierto que la delegación española duplicaba a la japonesa? “Spain is different”, acuñó Fraga cuando Botella ni soñaba con que fuera más importante saber idiomas que rezar.

Otra operación, la de cadera del Rey, nos ha permitido ver y opinar sobre la decoración de La Zarzuela. Forma parte de esa manera distinta con que los españoles asumimos todo
. Mientras desde casa muchos asistíamos al degüello público del doctor Villamor, varios empezaron a opinar sobre el arreglo del salón. “Tan antiguo”, se escuchó.
 Pero ¿cómo se debe decorar un salón de recepción? En el ranking de palacios, Versalles y el Ermitage son insuperables.
 Los otros van a la zaga o a lo mejor se infectan del provincianismo de sus cortesanos. La verdad es que el magnífico tapiz de la batalla de Tesino merecería que se difundieran mejores noticias delante de él.
 Los premios al talento nacional o a la ciencia. O el anuncio de que el melón de la Constitución finalmente será abierto por un lado
. Ante esa imagen de médicos reales traídos de una lejana república, lo que quedaría bien en ese salón es un discurso sobre el cambio de cadera que necesita el país.
 Un cambio o un recambio. Hablar del derecho a decidir, del deber de decidir o del temor a hacerlo. Rajoy insiste en que nada cambie porque puede ser peor.
 ¿Hay algo peor que el miedo a no decidirse?
Vivimos un tiempo donde afrontamos lo bueno y lo malo de decidir
. Sanidad, por ejemplo, ha sucumbido al deseo de Eurovegas y ha accedido a que se pueda fumar dentro, pero donde no haya crupieres
. Es decir, donde las máquinas tragaperras deciden
. Esa imagen de la ludópata solitaria fumando ante una máquina probablemente no influya en la insana decisión de la ministra Mato, pero podría convertirse en el símbolo del país en el que vamos convirtiéndonos: fumadores esperando entre el azar y la necesidad.
También con mucha decisión, Jessica Bueno se ha marchado de Sevilla.
 La madre del primer nieto de Isabel Pantoja se muda con su niño hacia Éibar marcando distancia con Kiko Rivera, el padre de la criatura.
 En el mundo rosa casi no se habla de otra cosa, ninguneando que Pantoja esté en México con Juan Gabriel en la grabación de un disco que rehabilitará a la lesionada diva. Jessica ha decidido eso tan propio del corazón, “rehacer su vida” y plantearse un nuevo horizonte para ella y su hijo.
 También es cierto que ser nieto de la reina (de la copla) ayuda mucho a la economía doméstica.
 Tanto Jessica Bueno como Artur Mas y el señor Adelson (el de Eurovegas) mantienen algo en común en su lucha por la independencia: la necesidad de un marco legal favorable que les permita desarrollar su soberanía, sus negocios y, en el caso de Jessica, sus movimientos.
Algo se mueve en las embajadas.
 La llegada del embajador norteamericano, James Costos, entre los nuevos diplomáticos que vivieron la entrega de credenciales al Rey más exprés del actual reinado, está obligando a muchos madrileños a cambiar de planes y de modales.
 El embajador Costos invita el próximo lunes a un cóctel en su embajada en compañía del decorador Michael Smith, su pareja e interiorista de fama internacional, sobre todo por sus mejoras en la Casa Blanca. Medio Madrid está en un ¡ay!
 Las cabinas de los centros de belleza bloqueadas, las peluquerías colapsadas y todos los entrenadores personales convencidos de que la diplomática pareja les ha escogido.
 Hasta en la organización del Miss Venezuela están maravillados del simbolismo en la invitación: “El Embajador de Estados Unidos y el señor Michael Smith se complacen en invitar al señor Boris Izaguirre y Esposo”
. Es una nueva diplomacia y la constatación de que la compota de peras y manzanas de Ana Botella ya anunciaba que la señora no entendía nada.
Y así sigue
. La pareja en la Embajada americana puede poner muy de moda esa casa (que algunos tildan de rancia cuando en realidad, como diría Malú, tiene mucho rollo), y al matrimonio igualitario, como adalid del nuevo anfitrión.
Otro aire de cambio es la cruzada de Ignacio Buqueras, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE), que por sus siglas suena a Ivanhoe. Buqueras lleva 10 años empeñado en que nuestros horarios son equivocados básicamente porque somos los únicos en el mundo con ellos
. Donde muchos piden detener el tiempo o regresar al pasado, Buqueras quiere cambiarlo para encontrarle razón y futuro.

La joya de la familia Porto

La casa de campo de la madre de Asunta fue la ilusión de los abuelos

Ahora es considerada por los investigadores una pieza clave para descifrar el crimen.

Un agente toma imágenes de la casa de campo de la madre de Asunta. / óscar corral

Había sido el capricho de la abuela de Asunta, y aún después de su muerte, poco antes de la Navidad de 2011, aunque ya nadie frecuentase aquel paraíso, la hierba jamás dejó de estar cortada.
 La casa grande de A Póboa fue, según los vecinos de este enclave de Teo situado a siete kilómetros de Santiago, la primera “propiedad de rico” que hubo en el lugar.
 Más adelante llegaron otros, y se construyeron muy cerca las primeras urbanizaciones de adosados que conocieron las afueras de la capital de Galicia
. Pero al caserón que imaginó y consiguió levantar hace más de tres décadas la catedrática de Historia del Arte Socorro Ortega ninguna otra mansión fue capaz, aquí, de hacerle sombra.

La niña Asunta Basterra, en una fotografía publicada en su blog.
Para realizar su sueño, los padres de Rosario Porto, ahora presunta parricida, compraron una parcela de 9.400 metros cuadrados, algo poco visto en la tierra donde reina el minifundio
. Respetaron el robledal autóctono y enseguida plantaron unos cipreses y cedros que hoy dominan la finca. Cerraron todo con un muro alto y en la parte correspondiente a la fachada principal, junto al portalón de entrada, encargaron colocar una cruz de piedra
. Fue seguramente con el tiempo, conscientes de que aquella propiedad llamaba demasiado la atención, que ordenaron defender su particular baluarte con cristales rotos, verdes y blancos, de botella.
 Cualquier ladrón que osase saltar aquellos muros se dejaría en el intento, al menos, los pantalones.
En el interior, en la parte más alta de la parcela en pendiente, mandaron construir dos casas de piedra con reminiscencias del regionalismo gallego, un gran hórreo consonante con el estilo de las viviendas, un cenador, una piscina de 170 metros cuadrados y un espacio deportivo con cancha de tenis que ocupa 668 metros cuadrados de terreno.
 Ahora, junto al hórreo, también hay un columpio de hierro pintado de colores que parece bastante nuevo.
Cuando llegaban los fines de semana a su casa de campo, en A Póboa (Cacheiras, Teo), “todo el mundo se enteraba”. Ramón, nacido en el lugar, cuenta que allí apenas había coches y “se notaba que llegaba la mujer del abogado [por Socorro Ortega, miembro de la Academia Galega de Belas Artes] tocando el claxon: no le gustaba nada que los vecinos tuviesen apilada la leña en el camino”.
 Según Ramón, ella era la que estaba pendiente de las obras de la casa, “era exigente”, tenía una idea clara y no le valía otra cosa
. Mientras, la niña Charo jugaba alguna vez con las vecinas de su edad, pero la relación se cortó pronto. Ahora, en A Póboa, Rosario solo se trataba con un recién llegado al vecindario, el mismo que le advirtió el sábado 21, pasadas las nueve, que encendiera las luces del coche porque anochecía.
La joya de los Porto, un escenario que la investigación considera clave para descifrar este inexplicable crimen, sigue a nombre de los abuelos de Asunta pero su hija, la heredera, arregló ya la transmisión y últimamente, como propietaria legítima, intentaba venderla sin éxito.
 Ni Rosario Porto ni su exmarido Alfonso Basterra tenían un trabajo fijo
. Él buscaba colaboraciones y ella recibía encargos de representación de un inmobiliario que la obligaban a viajar a Marruecos.
 Tras morir su padre, cerró el bufete de abogados.
 Una amiga dice que le contó que esa profesión no era lo suyo y prefería dedicarse a “disfrutar” de la niña, que se le “hacía mayor”.

 

El rescate de un ‘cézanne’

Hay una pequeña calle en la City de Londres, Hatton Garden, que es desde la Edad Media centro neurálgico del negocio de diamantes, piedras preciosas y joyería al por mayor.
 Aunque no faltan tiendas convencionales con escaparates repletos de anillos de boda, muchas tienen cristaleras opacas y un guardia de seguridad en la puerta.
En esa misma calle tiene su sede The Art Loss Register, una de las compañías más curiosas del mundo: se dedica a localizar y recuperar obras de arte robadas. “Todo tipo de arte, desde instrumentos musicales a vasija, cubertería, monedas, pinturas, esculturas.
 Todo el rango de cosas que se venden en los mercados de antigüedades”, explica Julian Radcliffe, su propietario, un hombre casi tan misterioso y enigmático como los joyeros de Hatton Garden.
Radcliffe irradia una vitalidad exuberante aunque ya parece tener cierta edad. Responde a todo, pero con la ambigüedad de un viejo zorro que ha dado muchas vueltas en esta vida
. Ha sido medio agente secreto, los fines de semana se convierte en granjero al frente de una explotación de vacas y ovejas y los días laborables los dedica a buscar arte robado… y a muchas cosas más.
The Art Loss Register es a duras penas rentable, pero Radcliffe no vive de amor al arte. “Tengo varias compañías. Soy lo que los británicos llaman un empresario en serie. Esta es solo una de mis compañías”, explica. ¿Qué tipo de negocios hace?
“Fundé una empresa de seguros de riesgo político en Lloyd’s. Luego una compañía llamada Control Risks, que es bastante grande, con 800 personas, y es la principal consultora de seguridad política en el mundo. Luego una compañía que recupera equipamiento robado del sector de la construcción. Una compañía de subcontratación en la India. En fin…”.
Uno se imagina que la tarea de Radcliffe consiste en esperar a que un ladrón de cuadros le llame un día para proponerle un trato y que él acaba haciendo de intermediario, como si estuviera pactando el pago de un rescate para liberar a una persona secuestrada.
 “Oh, eso es una parte muy pequeña de nuestro trabajo.
 Son casos excepcionales”, se sacude la pregunta con modestia. Modestia un poco falsa, porque luego se le escapa que empezó este negocio “porque me lo sugirió un ejecutivo de Sotheby’s que sabía que yo había tenido éxito en control de riesgos y en casos de secuestros, en seguridad personal y en negociaciones gubernamentales y me dijo que por qué no hacía eso en el mundo del arte robado”.
 ¿O sea que sí ha hecho de mediador en secuestros?
 “Al principio, en control de riesgos, sí. Una de las compañías ha tratado más de 2.000 asuntos relacionados con secuestros”.
En realidad, la tarea de The Art Loss Register consiste en estudiar de forma paciente los datos de miles de obras de arte que salen cada año a la venta y cruzarlos con los datos de 350.000 obras de arte robadas que conforman la base de datos que la compañía ha ido construyendo desde que fuera creada hace 22 años. Muchos más que los 57.000 que tiene registrados Scotland Yard o los 40.000 de Interpol.
Cada día, una treintena de empleados, algo más de veinte radicados en Dheli (India), llevan a cabo la meticulosa tarea de cruzar lo que está en venta con lo que fue robado, hace a lo mejor 20 o 30 años. “Nuestro trabajo consiste en recuperar piezas que han sido robadas, o piezas falsas, que son una gran parte del mercado de arte.
 Cada año chequeamos unas 400.000 piezas que nos facilita la policía o que van a los mercados y las cruzamos con nuestra base de datos para evitar que puedan ser vendidas”, explica Radcliffe.
 “Cada día encontramos unos 50 objetos que coinciden con los que figuran en nuestro catálogo como piezas robadas.
 Y de esos 50, dos o tres acaban coincidiendo por completo”.
“Luego entablamos negociaciones para conseguir que las piezas robadas sean devueltas a sus verdaderos dueños. Y eso puede ser muy complicado porque la gente que las tenía asegura que las han comprado de buena fe y que los dueños son ellos y no los que fueron víctimas del robo inicial o su compañía aseguradora”, añade.
“Cuando empezamos, muchos de los individuos con objetos robados eran estafadores o casi, porque no sabían que les estábamos buscando. Ahora no venden en el segmento alto del mercado, venden por menos dinero, que es parte de nuestro objetivo: que el robo de arte sea menos rentable para los criminales.
 Y la gente que las saca a la venta en las grandes subastas no saben que se trata de obras robadas, pero tampoco han hecho lo que tenían que haber hecho: antes de comprar, comprobar con nosotros que no se trata de obras robadas”, advierte Julian Radcliffe.
El valor medio de cada pieza recuperada es de unos 9.500 euros, “muy poco dinero”.
La compañía tiene tres fuentes de ingresos: carga un porcentaje (que puede llegar hasta el 20%) a la persona o entidad que recobra la pieza; cobra unos 30 euros por cada pieza robada registrada en sus archivos y cobra por la utilización de su base de datos, un servicio que genera en torno a tres cuartas partes del cerca de millón de euros que ingresa la firma en un año.
Pero de cuando en cuando llega algún caso que se convierte en noticia
. Como la recuperación en 1999 de una obra de Paul Cézanne, Bouilloire et fruits, que había sido robada en 1978 junto con otros seis cuadros al millonario Michael Bakwin en su casa de Stockbridge (Massachusetts, Estados Unidos).
 El supuesto ladrón, David Colvin, había muerto tiroteado en 1979 y los cuadros se los quedó su abogado, Robert Mardirosian. Este intentó asegurarlos en Londres en 1999 para sacarlos a la venta, pero la aseguradora sospechó y se puso en contacto con la empresa de Radcliffe.
Este, en colaboración con el FBI y la policía suiza, logró tender una trampa a Mardirosian y recuperar el cézanne, que luego fue subastado por 29,3 millones de dólares (equivalentes hoy a unos 33 millones de euros). “Pero ese es un caso excepcional”, asegura Radcliffe con modestia.

El cuadro de Cézanne que The Art Loss Register logró recuperar, cuando salió a subasta en1999