Mientras las nuevas tecnologías y la reinvención del modelo de
negocios mantienen en jaque a la llamada gran prensa en todo el mundo,
en Venezuela algunos periódicos empiezan a desaparecer por otra razón:
la falta de papel para imprimir.
Desde comienzos de agosto, al menos tres diarios del interior del
país cerraron operaciones, incluyendo a dos decanos de la prensa del
oriente venezolano, como lo eran
El Sol de Maturín, Estado de Monagas, y
Antorcha de la población de El Tigre, en el Estado de Anzoátegui
. Otras cabeceras de la región, como las de los diarios
La Hora y
El Caribazo del Estado de Nueva Esparta, han reportado dificultades para seguir trabajando por fallas en el suministro de papel.
En 2003, el gobierno revolucionario impuso un severo régimen de
control de cambios que obliga a empresas y particulares a gestionar ante
oficinas del Estado el acceso a cupos de divisas.
Desde fines del año pasado, las trabas burocráticas para acceder a
las divisas extranjeras, y la escasez de estas, han incidido en
problemas de abastecimiento que se van haciendo crónicos en este país
petrolero, de arraigada vocación importadora
.
En casos como el papel higiénico
o la leche en polvo, entre otros bienes de consumo de primera
necesidad, sus intermitentes ausencias de los mercados han generado
situaciones tragicómicas de los que la prensa internacional se ha hecho
eco.
Pero ahora le ha tocado al papel prensa.
El gobierno chavista del presidente
Nicolás Maduro,
que suele achacar el desabastecimiento y la inflación a una pretendida
“guerra económica” contra la revolución, no da señales de que tome nota
de las dificultades que los periódicos atraviesan para hacerse del
insumo
. De hecho, el gobierno contribuyó a esas dificultades, desde que
en 2012 retiró el papel imprenta de la lista de bienes de importación
prioritaria.
Así, para importar papel de prensa se hizo necesaria la obtención de
un certificado de no producción nacional, que emite el propio gobierno
con reiteradas tardanzas.
Los retrasos en la expedición de ese
certificado son endémicos de un sistema lleno de alcabalas e
ineficacias, pero no encuentran ningún estímulo para resolverse en el
caso del papel para imprenta, un insumo que alimenta a medios por los
que se cuelan opiniones disidentes y coberturas que pueden desfavorecer
al gobierno.
Rogelio Díaz, vocero del Bloque de Prensa Regional de Venezuela,
declaró que la industria periodística tampoco tiene acceso al sistema de
subasta de divisas que, a un tipo de cambio mayor que el oficial, el
gobierno habilitó recientemente para aliviar la presión que ejerce la
demanda de monedas extranjeras. “Tendremos todo para la fiesta de
diciembre, regalos, hallacas (tamales rellenos típicos de Navidad),
whisky, pero no tendremos periódicos", advirtió.
Los primeros que resienten la escasez de papel son los diarios de
provincia, que por lo general cuentan con inventarios más limitados.
Fuentes aseguran que desde hace dos meses no entra al país ni una bobina
de papel importado. Mientras desaparecen veneradas cabeceras de la
prensa regional, otros medios tratan de adaptarse, cambiando la
compaginación de sus ediciones o la frecuencia de publicación.
La crisis amenaza con borrar del mapa a todo un
sector que, en el caso de la prensa regional, ofrece empleo a 6.000
personas.
Pero, sobre todo, podría dejar sin medios de información
independientes a la mayor parte del público venezolano.
El gobierno,
entre tanto, parece desentenderse del asunto, si acaso no pondera en
secreto las ventajas de un mecanismo oblicuo para controlar a la prensa
que le resulte impertinente.