Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

20 jul 2013

Cómo encajar las críticas

Buscamos ser valorados, por eso nos cuesta aceptar los reproches

La forma de realizarlas y el fin que persiguen son básicos para que resulten efectivas.

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Ilustración de Alberto Vázquez

Dime cómo criticas y te diré quién eres…
Dime cómo recibes juicios ajenos y te diré cómo quieres ser.
Defenderse de los ataques verbales y encajar los reproches no es una labor sencilla.
 Se necesitan grandes dosis de confianza y seguridad para recibir la opinión de los demás, y paciencia y autocontrol para criticar a otros de forma constructiva
. Cada vez que recibe una censura, su autoestima se viene abajo. La reprobación le abre los ojos y se da cuenta de que no es perfecto, que tiene fallos. Vivimos en una sociedad en la que se sobrevalora el éxito y se menosprecia el fracaso. Por eso cuesta tanto encajar lo que a otros no les gusta de nosotros.
“Nuestra crítica consiste en reprochar a los demás el no tener las cualidades que nosotros creemos tener”
(Jules Renard)
Un primer motivo por el que no recibimos con agrado la crítica es por la necesidad de sentirnos acep­­ta­­dos por los demás.
 Buscamos que nos valoren, que es justo lo contario de ser criticados
. El modo con el que las personas suelen formular reproches es la segunda razón por la que nos cuesta aceptarlos. La mayoría de las veces se hace en tono despectivo, con ira, rabia y por personas que no son capaces de controlar lo que dicen.
El tercer motivo por el que no queremos escuchar cosas negativas sobre nosotros mismos radica en que normalmente a ninguno nos gusta equivocarnos, porque hace que sintamos que no somos perfectos.
Existen distintas causas por las que las personas hacen reproches.
 En cada una de ellas encontrará la fórmula para responder con asertividad.
Por rabia. Personas que se han enfadado y necesitan desahogarse diciéndole cómo se ha equivocado y lo mal que lo ha hecho. Proyectan el odio que sienten en ese momento.
 Son juicios llenos de rabia, dirigidos a la persona y no a lo que ha sido el motivo del conflicto. Estas opiniones dolorosas le hacen sentir ridículo, mala persona… Lo peor de todo es que este tipo de crítica sirve para poco
. No comunican qué se espera de usted, ni cómo poner fin al conflicto. Son comentarios destructivos que poco a poco van quemando la relación. Ante esta gente, uno termina por callar y sucumbir, hasta que llega el día en que no puede más y toma decisiones.
La persona que las realiza no tiene por qué tener intención consciente de querer dañarle. Simplemente, le falta capacidad para transmitir su enfado de forma asertiva.

Aprender de los demás

Ilustración de Alberto Vázquez
1. PELÍCULA
‘El club de los cinco’ (‘The breakfast club’), de John Hughes.
2. FRASE.
“Aprobarlo todo suele ser ignorancia; reprobarlo todo, malicia”, de Baltasar Gracián.
3. CANCIÓN.
‘A quién le importa’, de Alaska.
¿Cómo debe actuar con ellos? Pídales calma y un volumen y un tono de voz conversacionales. No se ponga a la defensiva. No servirá para nada. Dé ejemplo.
Cuando tenga ese clima de tranquilidad, siéntese y escuche
. Esté pendiente de lo que le dicen y pregunte.
Si encuentra que la queja o la petición tienen fundamento, reconozca su equivocación o su torpeza y comprométase con el cambio. Escuchar la crítica no le obliga a estar de acuerdo con ella o con su totalidad. En este caso, dígaselo.
 Todo siempre en un ambiente tranquilo.
Por machacar. A veces, el objetivo es minusvalorar a los otros. Hay personas que solo así se sienten importantes.
 Como son muy manipuladores, la mayoría de las veces nos damos cuenta tarde, cuando ya nos sentimos débiles y pequeños. Este tipo de comentarios están relacionados con el maltrato psicológico.
No permita que le falten al respeto, no siente precedentes. Corte a la persona y dígale que no se vuelva a dirigir a usted en términos destructivos.
 No deje que se explique ni que le argumente si no va a ser bajo un clima de autocontrol.
¿Cómo debe actuar con ellos? Piense que si ellos no cambian, que es lo más probable, usted tiene que hacerse respetar.
 Así que tome decisiones. Mantenga un contacto ocular directo y transmita de forma clara y directa, pero sin gritar, que no va a escuchar ningún comentario en el que se le falte al respeto.
Practique el tiempo fuera. Comunique a la persona que va a salir de la habitación que están compartiendo y que no volverá hasta que ella no se calme y puedan hablar sosegadamente.
Si es necesario, salga de casa o del lugar de trabajo y dígale cuánto tiempo tardará en volver. Muchas de estas personas van detrás de usted porque no son capaces de parar y reflexionar, le asfixian.
 No refuerce su comportamiento prestándoles atención ni dándoles explicaciones.
Si se calma y le habla con respeto, aplique los pasos del punto anterior.
Porque realmente le interesa. Las críticas que vale la pena escuchar son las que desean que pueda mejorar en alguna faceta de su vida. No siempre se realizan de forma constructiva, pero la intención suele ser buena.
¿Cómo debe actuar? Escuche y esté receptivo. Abra la mente y los oídos. Puede que al principio le cueste encajar lo que le dicen, pero trate de quedarse con el fin… ¿Cómo cambiaría su vida, será para bien, le puede ayudar lo que le están pidiendo? Sea curioso y pregunte: “¿Hay algo más que me puedas comentar, hay algo más irritante en mí?”.
Si cree que lleva razón, reconózcalo. No se trata de ganar una batalla. La persona que le está haciendo el comentario trata de ayudarle, está en su bando. Recuerde agradecerle su valentía y sinceridad e implíquese en el cambio.
Si usted no estuviera de acuerdo, agradézcaselo de todos modos por ha­­­­berse molestado en ayudarle. Dígale, por ejemplo: “Agradezco tu interés por ayudarme, aunque ahora no es el momento de hacer lo que me pides”.

A LA HORA DE HACER CRÍTICAS se deben seguir algunos consejos para aumentar la probabilidad de tener éxito y evitar que la otra persona se sienta mal:
Decida si es importante. ¿Es esta una batalla que desea tener? Puede ser que sea algo nimio, algo con baja probabilidad de repetirse.
 Si se coge la costumbre de criticarlo todo, terminará por machacar la autoestima de aquel a quien critica.
Una sola vez. No insista, repita y vuelva a repetir. El que no le obedezcan no se debe a que no le hayan escuchado, puede ser que la persona no comparta su opinión, que no tenga motivación para hacerlo o que no sepa cómo poner en práctica lo que le pide. Sea breve, claro y conciso.
Cuide las formas. Utilice un tono de voz conversacional, no mire con cara de enfado, puede estar serio, pero no irascible. Piense que persigue un cambio de la otra persona, no que se sienta mal. Busque además el momento ideal para ello.
 Hablar cuando uno tiene prisa o cuando está agotado por la noche son momentos poco propicios. No haga juicios de valor. Empiece la crítica con un “me sienta mal… que me digas que me vas a llamar y luego no lo hagas”. Aquí no está humillando a la persona ni sacando conclusiones como “te olvidas de mí, no soy importante para ti…”. Simplemente está verbalizando lo que no le agrada.
Hágale saber qué necesita. “Me encantaría que cuando no pudieras llamarme, me mandaras un mensaje o me hicieras una llamada perdida, así me quedaría tranquila”.
Valore cualquier cambio. Toda variación supone un esfuerzo
. Si no recibe una recompensa, la persona puede concluir que el giro no es importante para usted. Refuércele. Pare si ve que la conversación sube de tono. Igual no es el momento idóneo. Pregúntele cuándo pueden hablar de forma tranquila.
Cada vez que recibe o hace un comentario hiriente queda una cicatriz.
 Las cicatrices curan, pero no desaparecen. A todos nos gusta recibir amor y afecto, incluso cuando somos criticados.
Ser asertivos depende de nosotros, hagamos uso de esta baza para tener mejores relaciones personales.

 

Melody Gardot, la diosa del jazz mundial

Melody Gardot acaba de publicar el disco 'The Absence'. / Fabrizio Ferri

Melody Gardot está en París.
 En un hotel de cinco estrellas al lado de los Campos Elíseos.
 La joven estadounidense tiene un concierto privado: canta en un pabellón de acero y vidrio instalado en el Jardín de las Tullerías, para los más de 300 invitados de la marca suiza de joyas y relojes de lujo que la ha elegido como embajadora.
 Circula un vídeo con su interpretación de ‘La vie en rose y, en los últimos meses, ha llenado seis veces el Olympia, la mítica sala que vio triunfar a Edith Piaf, Jacques Brel o Amália Rodrigues.
 “Amo París. Es el primer sitio que sentí que era mi hogar. Me gusta el estilo de vida. El aprecio de la gente por la poesía, la música y las artes.
Vivo en Filadelfia, una de las ciudades más antiguas de Estados Unidos, y hay una calle diseñada por el hombre que proyectó los Campos Elíseos así que tiene cierto aire parisino. Yo solía caminar por ella desde niña imaginando que estaba aquí”.
Hoy toca pelo negro, las uñas de las manos de color azul y labios rojo sangre, un vestido corto morado, medias de rejilla y zapatos de tacón de aguja, sombrero negro de ala y esas gafas oscuras que probablemente sólo se quita a la hora de dormir. ¿Poses de diva? Nada más lejos de la realidad. Melody Gardot –la ‘t’ final no se pronuncia- se muestra amable y cálida.
 En cuanto desaparece del cuarto de hotel la cámara de TV de su anterior entrevista pide permiso al periodista para quedarse descalza y, apoyándose levemente en su bastón, se acerca a la ventana abierta a un gran patio para fumarse un cigarrillo.
 Con el sonido de fondo de las campanas de una iglesia cercana, habla sobre las diferencias entre el idioma portugués en Portugal y en Brasil, o el castellano de España y el de América –explica que le cuesta mucho menos entender los acentos del hemisferio sur-, y se interesa por saber las razones de las distintas pronunciaciones de la ‘c’ y la ‘z’ en español.
 Su novio entra en la habitación y le entrega una bolsa de plástico de la que ella saca varios grandes botes de suplementos vitamínicos naturales: C, B12…
 Se sienta ante una mesita, desenrosca uno de los tapones y se traga dos pastillas sorbiendo con una pajilla agua mineral de una pequeña botella.
 “A algunos músicos les gusta tomar drogas, lo mío son las vitaminas”, dice riendo.
Hace diez años –ella tenía 19- pedaleaba por las calles de Filadelfia cuando se le cayó el mundo encima
. Un todoterreno se saltó un semáforo en rojo y la arrolló
. Quedó en el suelo con la pelvis fracturada y múltiples traumatismos. “¿Si empezó una nueva vida? Yo creo en el viaje del alma. Hay muchas historias de personas que han tenido experiencias próximas a la muerte y de cómo les ha cambiado la vida
. Absolutamente todo cambia dentro de uno
. Y fuera de nosotros, a nuestro alrededor.
Para mejor. No me puedo imaginar más agradecida al despertar y por ser lo que soy ahora. Es un milagro –pronuncia la palabra en español-”.
 Hasta entonces pintaba y soñaba con trabajar en el mundo de la moda o el diseño.
 Y, desde los 16, y para sus gastos, tocaba el piano en bares los fines de semana: de Duke Ellington a Radiohead.
"Me siento más cómoda escribiendo un blues porque entiendo
el sufrimiento"
“Tenía tal cantidad de morfina en el cuerpo que alguien podría haberme dicho que me iban a implantar un pene y le hubiera contestado ‘bien, estupendo, sólo quiero que me enseñes a usarlo’ (se ríe).
 Yo estaba en cama y veía unas sombras blancas que eran los médicos. Como en una película de vampiros. Tenían gráficos en las manos y con su diagnóstico me condenaban a cadena perpetua.
 Una curiosa manera de jugar a ser Dios”, recuerda. “He visto tantas cosas hermosas que los médicos no consiguen explicar. Si tú quieres, si trabajas contra la muerte, te puedes quedar aquí un poquito más. Creo que una muerte emocional se produce de igual modo”.
Tardó meses en hablar de nuevo –su cerebro funcionaba, pero las palabras no lograban salir de su boca- y más aún en volver a caminar. Un neurólogo la animó a utilizar la música como terapia.
Recostada en la cama intentaba canturrear ayudándose de una guitarra. Así surgió, en 2005, el material de un EP de seis canciones que acabó llamándose ‘Some lessons’. Las había ido grabando en un ocho pistas que tenía en su habitación. Al principio lo hacía simplemente porque le fallaba la memoria a corto plazo: era incapaz de recordar qué había hecho un rato antes. “Cuando regresé a casa había un par de zapatos de tacón de aguja al pie de la cama y no dejaba de mirarlos pensando ‘algún día me los voy a poner’.
 Conocí a una osteópata, una persona muy especial a la que le importaba un comino el negocio de las aseguradoras médicas o el número de pacientes que se suponía debía de atender diariamente, y le pregunté ‘¿crees que podré volver a caminar algún día?’. Y ella me contestó: ‘Nena, yo te voy a ver bailando” (se emociona al contarlo).
Hoy sigue siendo hipersensible al sonido y la luz –de ahí sus gafas oscuras- y camina con un bastón. Uno de los doctores que la cuidaron comentó que no es posible separar su música del daño que sufrió
. Se queda un rato en silencio. “¿Ray Charles era ciego, Ray Charles era músico o Ray Charles era un músico ciego? Creo que una puerta conduce a otra puerta. Estoy dónde estoy porque vengo de dónde vengo. Así que lo acepto de la mejor manera. Es como el vino y el viñedo.
 No puedes cambiar la tierra de la que nace la uva, pero cada año cobra un sabor distinto”, comenta quien practica el budismo y sigue una dieta macrobiótica. Melody Gardot financia un programa de terapia musical en el hospital de Nueva Jersey donde fue atendida.
 Y en su página de Internet dejó escrita una reflexión sobre la discapacidad: “¿Esa palabra no debería aplicarse a todo el mundo? Piensa en cuanta gente que tú conoces no dibuja bien. Todas esas personas que no saben dibujar ¿no están discapacitadas para la pintura? Yo soy capaz de realizar determinadas tareas e incapaz de hacer otras. Eso es todo".
Cuando se acerca al micro, deja
el bastón y empieza a cantar a capella acompañándose de los chasquidos de los dedos, no hay quien se le resista
En 2008 grabó Worrisome heart y, al año siguiente, producción de Larry Klein y arreglos de Vince Mendoza, My one and only thrill’, del que ha vendido cientos de miles de ejemplares.
 Cuando se acerca al micro, deja apoyado el bastón y empieza a cantar ‘a capella’ acompañándose apenas de los chasquidos de sus dedos, el tintineo de una pulsera o su tacón golpeando el suelo, no hay quien se le resista.
 Afinación, swing, y una coloratura de voz carnosa que le permite transmitir emoción sin necesidad de forzar registros: al servicio de la melodía, de la letra de cada canción.
En sus conciertos suele incluir algún que otro clásico: ‘Over the rainbow’ –homenaje a su abuela-, ‘Ain´t no sunshine’ de Bill Withers o ‘Sodade’, que cantaba Cesaria Evora. Aunque, básicamente, interpreta sus propias composiciones. Algunas parecen sacadas del mejor cancionero estadounidense de los cuarenta y cincuenta.
 “Me siento más cómoda escribiendo un blues porque entiendo el sufrimiento. Me gustan las historias, leerlas, oirlas y, de vez en cuando, incluso escribirlas”. Carla Bruni compara sus letras con la poesía de Emily Dickinson: “Carla es un encanto”.
Si uno la escucha por primera vez, sin tener la más mínima referencia previa, su voz no parece la de una mujer de veintitantos años. “Todo el mundo piensa que soy mayor
. Y lo soy”, asegura. “Yo diría que tengo dos millones de años porque me interesa mucho más el alma que cuantas décadas lleva acumuladas mi cuerpo”.
 Vive prácticamente en una maleta. “Soy como un genio, todo lo que tienes que hacer es frotarla tres veces y aparezco”, dice riendo. Al pasar la mayor parte del tiempo viajando se vio obligada a desprenderse de su gato Maestro. “Oh, Maestro, Maestro”, exclama como lo haría una niña. “Cuando empecé a viajar no podía hacer planes de nada. Me avisaban de pronto de que tenía que estar dentro de un avión en tres días y pasar una semana fuera de casa.
Y luego volvía a casa y vuelta a empezar
. Al vivir sola tuve que encontrarle un nuevo hogar a mi gato. Era increíble porque yo estaba tocando el piano en mi apartamento y si le gustaba, saltaba de la cama, venía a sentarse conmigo en el taburete, y se quedaba allí moviendo su cola al compás”.
“Un día me desperté y decidí ir a Lisboa.
 Mucha gente hace planes, yo reacciono a mis sentimientos. Quería estar despierta de noche y muchas ciudades echan el cierre, pero en Lisboa puede escucharse música desde las diez de la noche hasta las tres de la madrugada.
 Y puedo ir a cualquier parte caminando lo cual es muy importante para mí porque no quiero volver a conducir”.
 Conoció a la viuda del compositor y guitarrista Carlos Paredes, Luisa Amaro, que ha sido su profesora y con la que mantiene contacto. “Yo lloraba al escucharla tocar. ¿Has visto sus manos? Para tocar la guitarra portuguesa necesitas tener dedos muy fuertes”. El gran Carlos Paredes había grabado en 1990, en París, ‘Dialogues’, a dúo con el contrabajista de jazz Charlie Haden, que hace tres años invitó a Melody Gardot –también a Diana Krall, Norah Jones y Cassandra Wilson- a participar en su ‘Sophisticated ladies’.
The absence’, título del último disco, tiene que ver con la palabra portuguesa ‘saudade’ y juega con la idea de la ausencia y la presencia. Está dedicado a todas las madres, en particular a la suya, que pasó penurias para poderla sacar adelante.
 También lo dedica a sus ex y sus amantes: “Cualquiera que se comprometa con un músico necesita comprender que hay un adulterio. Tienes que perseguir a la musa, y ésta puede llegar en cualquier momento”. En The absence hay una canción llamada ‘Amalia’: “Unos niños bajaban por unas escaleras de Lisboa cantando una canción de Amália Rodrigues cuando me encontré una paloma con un ala rota. Parecía una escena de una película de Fellini. La tomé en mis manos y llamamos a un veterinario, un memo que la dejó caer al suelo y me dijo “se va a morir, olvídate”.
 Para no alargar la historia, se encuentra bien y ya puede volar, pero ella resulta que es él. Pensaba que era una hembra y es Amalio”.
“Sentí que había una línea que fue hasta Portugal y España desde África y de allí a Cuba y América del Sur. Una gran conexión musical”
Con ‘The absence’, que se grabó tras meses pasados en Buenos Aires, Marrakech, Río de Janeiro…, parte hacia nuevos destinos.
Más solares, coloridos y probablemente felices porque en las sesiones de ‘My one and only thrill’, en los estudios Capitol de Los Ángeles, el arreglista Vince Mendoza llegó a bromear con ella: “Si no empiezas a escribir melodías más alegres no harás carrera”.
 “Sentí que había una línea que fue hasta Portugal y España desde el norte de África y de allí a Cuba y América del Sur. Una gran conexión musical”, explica
. Para esta aventura contó con la producción del brasileño Heitor Pereira, ex guitarrista del grupo Simply Red y compositor de música para cine: “Normalmente yo entraba en el estudio, grababa las canciones, les añadíamos cuerdas, y luego me iba a casa.
 Con él fue un ‘vamos a volvernos locos’.
 Ahora, cuando estoy en un escenario, es siempre distinto”. Descubrió la música de Brasil, mientras se recuperaba del accidente, con el disco de Stan Getz y João Gilberto: “En realidad me gusta la voz de Astrud Gilberto, que todo sea tan sencillo, que no haya que hacer nada más.
Es el tipo de chica que imagino feliz por juntarse con los chicos para tomarse una copa en un bar y luego cantar algo como si no le importara lo más mínimo. Luego me enamoré de Elis Regina.
Elis me mata. Y a veces quiero que la música me mate”.
“Gardot es jazz, sin serlo, aún siéndolo”, opina el crítico de jazz de Le Monde. A ella no le preocupan las posibles deserciones ante su metamorfosis: “Ve a un concierto y verás
. El jazz es libertad. Yo lo veo como si tuviera un restaurante y preparara siempre el mismo plato. Tengo un estilo, pero he descubierto cosas en mis viajes y añado otros ingredientes para probar.
 La gente anda dividida al cincuenta por ciento
. La reacción que más me satisface es la de quienes al escuchar el disco por primera vez lo detestaron, y luego les ha encantado. Si te fijas en tipos como Miles [Davis] ves que nunca hizo la misma cosa dos veces. Mientras vivimos, estamos siempre en movimiento”.
The absence’ y ‘My one and only thrill’ están editados por Universal Music. http://melodygardot.co.uk

Tina Turner se casa a los 73 años

La famosa cantante contrae matrimonio con su novio Erwin Bach en Suiza.

Tina Turner, con su ya marido Erwin Bach. / CORDON

Por fin, Tina Turner se ha decidido a dar el paso con su novio desde hace más de 27 años.
 La cantante, de 73 años,  se ha casado con el productor musical Erwin Bach en Zúrich (Suiza), según informó Reuters. La pareja optó por una ceremonia civil.
Tuner conoció a su ya marido en una fiesta en Londres hace más de dos décadas.
Viven en Suiza desde hace 15 años.
 La pareja planea celebrar otra boda budista este próximo domingo que tendrá lugar en su mansión a orillas del lago de Kusnacht en Zúrich.
 A la fiesta acudirán casi 120 invitados, entre los que destacan estrellas como Eros Ramazzoti o David Bowie.
 Todos ellos tendrán que ir vestidos de blanco riguroso, por deseo expreso de los novios.
Se desconocen los motivos que les han llevado a tomar este paso tras tantos años de relación.
 En una entrevista a la revista People, la pareja bromeó sobre su casamiento y parecía muy contenta con su estilo de vida “europeo”, lleno de paseos en bicicleta alrededor de Zúrich y el sur de Francia y comida casera aderezada con la música de Bach.
“Ya somos un matrimonio, solo nos falta caminar por el pasillo hasta el altar.
 A no ser que haya necesidad, es muy probable que no nos casemos nunca”, sostuvo la cantante entonces. “No lo necesitamos para estar juntos”, añadió su ahora marido, Bach.
“Algunas personas piensan que lo necesitan para sentirse seguro, pero creo que si eres feliz en tu pareja, no es necesario este tipo de símbolos”, añadió en la revista. Parece que al final estos símbolos si que eran importantes.
Para la cantante, este matrimonio representa sus segundas nupcias, ya que estuvo casada con anterioridad con Ike Turner desde 1962 hasta 1976.
 Se divorciaron dos años después.
 Su exmarido murió de sobredosis de cocaína en el año 2007. Turner se resistía a pasar por el altar tras la mala experiencia vivida con él. La historia de ambos, llena de turbulencias y abusos, se llevó al cine en 1993 bajo el nombre de Tina e interpretada por Angela Bassett, en el papel principal, y Laurence Fishburne como Ike.
Turner tiene dos hijos, Craig (55 años) y Ronald (52 años).

 

Un anónimo paga en Alcoi las tasas de unos universitarios sin beca....La persona anónima no espera nada solo que unos chicos puedan sacar adelante una carrera, !Grande ese anónimo!!

Un ciudadano de Alcoi se dirigió a los responsables del campus que la Universitat Politècnica de Valencia (UPV) tiene en la localidad alicantina para expresar su voluntad de ayudar a aquellos estudiantes que no pudiese continuar sus titulaciones por problemas económicos.
 Impuso dos condiciones: mantener en absoluto anonimato su nombre y que su contribución fuera a parar a alumnos con buen rendimiento académico.
"Se han beneficiado 11 estudiantes con problemas económicos para hacer frente pagos pendientes de sus matrículas, o bien porque ya no tienen becas o bien porque ellos mismos o su familia se han encontrado en una situación complicada por la pérdida de sus puestos de trabajo, por ejemplo", explica el subdirector de Relaciones con el Entorno del campus alcoyano, Pablo Díaz.
 La institución académica eligió a los beneficiarios con el visto bueno del donante, que ha aportado cerca de 10.000 euros. "Tampoco nos pedía que fueran aquellos con un expediente excelente, pero sí tienen que mostrar un claro interés por sus estudios", añade Díaz.
Los alumnos escogidos han padecido los recortes presupuestarios en materia educativa, quedándose sin beca, o los embates de la crisis económica en el seno de sus familias.
 En Alcoi se cursan diversas titulaciones de Ingeniería (Química, Mecánica, Electrónica, Diseño Industrial e Informática), además de Administración y Dirección de Empresas (ADE). 
Desde el Campus de Alcoy de la Universitat Politècnica de València han expresado su "agradecimiento por la ayuda altruista de este alcoyano, que permitirá a estos alumnos continuar sus estudios con normalidad".
Además, la UPV subraya que esta "no es la única iniciativa" solidaria que se ha puesto en marcha en el seno de la entidad educativa valenciana
. Así, "la Delegación de Alumnos de la Universitat Politècnica de València ha decidido transferir 25.000 euros de su presupuesto actual para que la Universidad los destine a aumentar la partida de becas por causas sobrevenidas, ideadas para aquellos alumnos que sufren una precaria situación económica, ya sea por fallecimiento de alguno de los padres o por la pérdida del empleo", señala una nota de prensa.

Fondos solidarios de becas

Además, desde la Delegación de Alumnos se ha promovido la creación de un fondo solidario con el objetivo de aumentar la partida de becas para alumnos en situaciones extremas.
Con esta iniciativa, lo que se pretende es implicar todo lo posible a la comunidad universitaria para ayudar al mayor número de alumnos posible, lo que evitaría que tengan que abandonar sus estudios por impago, según explica la Delegada de Alumnos, Inma Serrano.
 De momento, ya han donado otros 2.000 euros (remanente de actividades ya celebradas) para la puesta en marcha de este proyecto.
En concreto, la propuesta de la Delegación de Alumnos de la UPV es que cualquier persona de la comunidad universitaria, independientemente del colectivo al que pertenezca, pueda colaborar con una pequeña aportación económica -desde un euro- destinada a incrementar la partida de becas para apoyar a estudiantes de esta institución académica que se vean con problemas o dificultades económicas por causas sobrevenidas o graves que dificulten la continuidad de sus estudios.