Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

15 jul 2013

Baronesa Thyssen: “La cultura, ¿un capricho? ¡Será un capricho... pero para los imbéciles!”

Carmen Cervera, baronesa Thyssen, retratada en el museo que lleva el nombre de su esposo. / Gorka Lejarcegi

Hacía calor pero mucho calor, ella llevaba brillos en la cara, estaba nerviosa, se sentó en la sala del Patronato, encendió un pitillito emboquillado, miró de reojo al preguntón de turno, en lo que suponía la mirada oblicua de la aristocracia (por vía conyugal, pero aristocracia al fin y al cabo) sobre el vulgo.
 Vulgo, luego existo. Con ustedes, toda una baronesa. “Llamadme Tita”. Estuvo fantástica, la ex de Tarzán.
Pregunta. Tiene usted pinta de estar siempre, como diría un francés, au-dessus de la mêlée (por encima de las disputas)…
Respuesta. Peut-être (puede ser), je, je, je.
P. ¿Solo peut-être? Es que le pega querer sacar siempre la cabeza por encima de…
R. ...de las tonterías.
P. ¿A qué se dedica una señora baronesa?
R. Al jardín. Por ejemplo, en este viaje a Madrid, en el que solo he tenido dos veces cinco minutos libres en 20 días, pues he podado las rosas.
Y me siento feliz. Vivo la vida. También me gusta leer.
Pero no tengo tiempo. No tengo tiempo para nada. Y echo mucho de menos a mi madre. Una piensa que cuando alguien se le va, con el tiempo se va a cerrar la herida, pero no. No se cierra.
P. ¿Los padres y las madres pueden ser amigos de los hijos?
R. Cuando eres joven, no. Luego sí. Bueno, mi madre lo pasó mal conmigo, como pasa con todos los hijos.
P. Con algunos más. Algunos se despendolan más.

DNI urgente

Barcelona, 23 de abril de 1943. Miss España en 1961.
 Se casó tres veces, con Lex Barker, Espartaco Santoni y el barón Thyssen-Bornemisza. Posee una de las mejores colecciones privadas de arte del mundo.
R. Yo a mi madre siempre la tuve en vilo, porque yo hacía lo que me gustaba hacer.
P. ¿Y sigue en esas?
R. Sigo igual, en eso la mentalidad no te cambia.
P. Pues lo que yo decía: au- dessus de la mêlée.
R. Tu forma de ser, tu base, tu esencia no cambia. Yo ahora leo los diarios que escribía con 12, con 14, con 15 años, y ya era igual que ahora.
P. ¡Los diarios de adolescencia de Carmen Cervera! Menudo bombazo editorial. A lo mejor tiene que hacer con ellos una adenda a las memorias de su marido, el barón Thyssen.
R. Pues me los piden. Pero creo que los voy a quemar pronto antes de que a alguien se le ocurra buscarlos. Aunque los tengo muy escondiditos.
 Están continuamente pidiéndome mis memorias. Y debería sacar tiempo para escribirlas, porque sí, la mía es una vida interesante.
P. ¿Y como qué se las tomaría? ¿Cómo un desahogo, como una catarsis?
R. Nnnoo, a ver, ¿por qué tenía interés mi marido, y yo también, en que se publiquen sus memorias? Pues porque los historiadores y los libros cambian las cosas.
 Aquí tú coges un grupo de ocho personas y de lo que se empieza a decir al principio hasta lo que se acaba diciendo, pues no tiene nada que ver. Y esto es así. Por eso yo debería hacer mis memorias.
 Para que no me las cambien, porque han hecho ya de mí como 20 personajes distintos.
P. ¿Y cómo ve eso?
R. Triste. Es triste que las personas quieran cambiar a las personas. Igual es por no tomarse la molestia de saber cómo es una. O porque vende más poner, quitar, volver a poner, tergiversar.
P. Oiga, perdone tamaña grosería: ¿Cree usted en la maldición de los números redondos? Es que ha cumplido 70. O vaya, igual ha decidido que, al fin y al cabo, seguir cumpliendo es maravilloso...
R. Narices. A mí, como a todo ser humano, no me gusta crecer.
Yo me miro y digo: “Esa es otra, no soy yo”. Procuro verlo todo de color de rosa. Y con el espejito, cuidado. Y prefiero que la habitación esté más oscurita, así me veo más mona.
 Los años molestan a todo el mundo. A mí me gustaría tener 20.
P. Sí, claro, pero sabiendo lo que sabe con 70, ¿o no?
R. No, aunque no supiese. ¡Yo quiero tener 18 años y pasarlo otra vez bien!
P. Bueno, ejem, para 70 está usted de no te menees…
R. (Risas de la baronesa, que se azora un poco, y de sus colaboradores). ¡Eso es alimento para toda la semana! Anda, de repente me ha subido la moral.
P. ¿Ser baronesa para alguien que no nació con sangre azul —y que se lo tuvo que currar— es una pequeña venganza?
R. No… fíjate tú, son cosas románticas de los cuentos de hadas. Hace gracia, y punto, no le doy importancia al título. Tengo amigos que me siguen llamando de usted y “señora baronesa” solo porque les hace ilusión.
P. Mucho antes de frecuentar la sangre azul, fue Miss España. Hay quien dice que los concursos de misses son una degradación de la mujer
. Yo creo más bien, teniendo en cuenta los comentarios que solemos hacer nosotros viendo esos concursos, que son una degradación del hombre. Anson incluido, que está en todos, el tío.
R. ¡Ja, ja, ja! Bueno, a ver, yo fui la primera Miss España.
 Entonces estos concursos no eran como hoy, ¿eh? No se te permitía llevar bañador, llevabas una faldita de tenis. En el jurado estaban la condesa de Quintanilla, la duquesa de Alba, el torero Dominguín… Tenías que tener idiomas. Y estudios. Y cuando fui a Los Ángeles representando a España para Miss Universo, mi discurso me lo escribió José María Pemán, y el cónsul español fue a recibirme al aeropuerto
. Dormíamos dos misses en cada habitación, y había un policía en la puerta por si nos pasaba algo. No, no, en mi época lo de Miss España era muy serio. Hasta Franco me felicitó…
P. Bueno, a él, en su fuero interno, pese a aquel aspectillo santurrón, pues también le gustarían los muslos, oiga.
R. Poco muslo se enseñaba entonces. Ah, y recuerdo que era la revista Triunfo la que estaba metida en aquel concurso, y como no querían gastarse dinero en enviar a alguien a Los Ángeles me dijeron si podía escribir yo el artículo.
Y lo escribí. O sea, escribí de mí.
P. Este diario publicó una noticia cuyo titular decía algo así: “La venta por 25 millones de euros del cuadro La esclusa resuelve los problemas de liquidez de la baronesa Thyssen”.
R. Sí.
P. Yo tengo un amigo nigeriano que se llama Walter al que se le resuelve el problema de liquidez si le das 10 euros en la puerta del Caprabo. Qué cosas, ¿no?
R. A lo mejor se le resolvía hasta con uno.
P. Constato que los ricos también lloran.
R. Yo no lloro. Pero sí le diré que, para crear este museo en el que estamos, yo renuncié a mucho, porque si no, no había forma de que mi marido trajera aquí su colección
. Yo luché por su sueño, que era conservar su colección de arte íntegra. Y qué mejor que en España. Así que estoy muy tranquila. Y mi marido me manda cada día una florecita para decirme gracias.
P. A algunos banqueros les ha dado por costear el arte, la cultura. Es lo menos que podían hacer después del desaguisado que han montado, ¿no?
R. Sí, porque la cultura trae sabiduría, paz mental y apertura.
P. Ya, pero la cultura no se come, y ahora a muchos les empieza a hacer falta comida.
R. La cultura sí da de comer, crea muchos puestos de trabajo.
P. ¿No cree que en tiempos como estos cunde la idea —en parte fomentada desde el Gobierno— de que la cultura es un capricho?
R. La cultura ¿un capricho? Será un capricho… ¡pero para los imbéciles!

El lujoso antro de David Lynch

El artista regenta un club subterráneo a 840 euros la entrada anual.

La sala de conciertos del bar Silencio de David Lynch. / Alexandre Gurikiger

La lápida que preside la fachada del 142 de la calle de Montmartre de París debió de dejar derrengado al tallador, porque es una de las más prolijas de la ciudad: “Fue en este edificio, que albergaba entonces la redacción del diario L’Aurore, donde, el 12 de enero de 1898, Emile Zola envió a Georges Clemenceau, redactor jefe, su carta al presidente de la República, Felix Faure, demostrando la inocencia de Alfred Dreyfus y proclamando: “La verdad está en marcha y nada la detendrá”.
El texto apareció al día siguiente bajo el célebre título Yo acuso.
Más de un siglo después, en el piso principal de este imponente edificio, levantado en 1883 por el arquitecto Ferdinand Bal y soportado por dos cariátides y dos atlantes, símbolos del periodismo y la tipografía, se sigue leyendo la cabecera del diario financiero La France, Journal du Soir, cuya redacción heredaría L’Aurore
. Ni siquiera los carteles del supermercado Dia consiguen afear este lugar lleno de historias, al frente del cual fue asesinado el líder socialista francés Jean Jaurès.
Hoy, la leyenda más misteriosa del barrio toma su nombre del local subterráneo situado en el flanco derecho del inmueble
. La entrada es un agujero negro rectangular, y no tiene rótulo ni placas, como corresponde a un sitio semisecreto que arrastra desde antes de su apertura, hace ahora casi dos años, un aura de arcano.
 Se llama Silencio, y es un club nocturno y un centro cultural de culto concebido y diseñado por el cineasta, fotógrafo, pintor y músico estadounidense David Lynch, inspirándose en el perturbador Club Silencio que se veía en su película Mulholland drive.
El conserje que permite (o no) el acceso a Silencio parece salido de Blue velvet.
 Es negro y fornido, lleva traje negro, zapatos negros, camisa negra y una corbata tan negra como la pintura de la entrada y la luz que se adivina dentro. El iPad que lleva en la mano hace juego con el cordón negro y los soportes plateados que impiden (¿o no?) el paso al visitante.
Son las seis y media de la tarde de un sábado, el verano ha llegado por fin a París y Silencio acaba de abrir. El horario es de seis de la tarde a seis de la mañana, según explica su web, que añade: “Hasta la medianoche el acceso está restringido a los socios y sus invitados, que pueden asistir a conciertos, proyecciones de películas y otras performances”.
La web de Silencio, no hace falta decirlo, es negra y sutil como el silencio, y ofrece sigilosas sugerencias: “Conciertos de artistas en residencia. Estrenos, películas de la semana y retrospectivas”.
 Y más: “Amplia selección de cócteles originales y únicos, vinos y destilados, comida de picar y degustaciones”.
Ya. ¿Pero cómo se entra? Respuesta de un productor de cine que sale de noche: “Siendo socio, pero es carísimo”. Pinchando el enlace adecuado, aparecen las tarifas. La tarjeta de socio normal cuesta 840 euros —impuestos incluidos— por año, o 70 euros al mes. El abono + (Premium) se pone en 1.620 euros al año, o 135 al mes. Y el reducido*, 420 anuales o 35 mensuales. El * significa que hay que ser menor de 30 años o residente en el extranjero (main residence abroad).
Problema: hacerse pasar por “under 30” es inviable
. Así que elegimos “residentes en el extranjero” y rellenamos el formulario.
 Tras los habituales monsieur / madame, dirección y edad, piden detalles profesionales, ocupación actual y condición intelectual del aspirante: creación, producción o mediación.
Tras pinchar las tres, por si acaso, está hecho. Unos días después llega un correo electrónico.
 “Estamos encantados de tenerle como socio, bla, bla, bla. Mándenos un email con su RIB (cuenta corriente) y emitiremos su tarjeta”. Tribulaciones, arrepentimiento. ¿420 euros? ¿Se habría hecho Groucho Marx socio de este club? Regreso a la web: contactar con el departamento de prensa.
Pasan los días, y no hay respuesta. Nuevo contacto. Silencio.
Así pues, hoy es sábado, brilla el sol, y las cariátides y los atlantes dicen que es el momento de dar la cara ante el portero. El tipo es un encanto, y explica que solo está ahí para comprobar las tarjetas de los socios. “Explique su caso en recepción”.
Bajando 46 escalones, mientras contemplas las paredes negras cubiertas de fotografías en blanco y negro de Paolo Pellegrini, has entrado a Silencio
. La recepcionista rubia viste de negro y mira con cara de no entender nada
. No, no hay nadie de prensa. Sí, puede hacer una visita, pero está prohibido tomar fotos y vídeos, hay que pedir autorización.
La primera impresión es de oscuridad.
 La segunda, de elegancia.
La tercera, de soledad.
No hay un alma en Silencio, salvo cuatro camareros que esperan ociosos la llegada de los socios, y un empleado que saca unas bolas de cristal de unas cajas y las mete en unas vitrinas.
De familia presbiteriana, amante de la meditación trascendental y de la sabiduría budista y gitana, Lynch pasa largas temporadas en París.
 Se sabe que imprime y expone sus litografías en el estudio-galería del 51 de la calle de Montparnasse, la vieja imprenta Mourlot donde trabajaron Miró, Picasso, Dalí y Barceló.
 Y él mismo ha dicho que en el proyecto de Silencio, madurado durante dos años, volcó su cosmología vital, artística e iconográfica.
Entrando por el pasillo, a la derecha, hay una salita de lectura. Tiene forma de cueva, y la luz es tan tenue que es casi imposible leer los títulos de los libros de arte y arquitectura apilados en estanterías bajas.
Las lamparitas de pie son de estilo déco, las paredes están revestidas con tacos cuadrados de madera en relieve, forrados de pan de oro, y hay espejos por todas partes.
Un poco más adelante está la sala de fumadores, cerrada con unas puertas de cristal.
 Esta caverna imita a un bosque: palos de madera desde el suelo al techo, tallados, retorcidos y pintados de beis.De algunos surgen unas mesitas redondas para apoyar las copas, y unos ceniceros, también redondos. Hace frío, y el humo se escapa por unas rejillas invisibles.
La tercera cueva es la sala de exposiciones, onda launch; ahí están las bolas de cristal (o mandalas): todas tienen un pequeño objeto brillante dentro.
 La vitrina más grande es cóncava, o quizá convexa, de manera que si uno se agacha las esferas se convierten en huevos, y si se levanta, en hamburguesas.
 La muestra se titula Silence is golden (El silencio es oro). Pura esencia lynchiana.
Pasillo adelante está el baño-nirvana: un gran lavabo en forma de paralelepípedo, unos grifos volados imposibles de abrir, y espejos con luces que forman una circunferencia: si uno se mira, la circunferencia se refleja en las pupilas. La magia del Maestro. Los retretes también son negros.
Volviendo, a mano derecha, frente al fumadero forestal, se entra en la zona de baile y en el bar.
Las mesas son bajas; los sofás, estilizados y no muy cómodos.
 Al fondo hay un pequeño escenario como el de Twin Peaks, tapado con unas cortinas que esconden la mesa de sonido: ahí actúan los músicos y los dj’s.
Y por fin, la barra. El barman es joven, guapo y tan alto que casi se da en el techo
. En un minuto prepara en la coctelera el mojito de la casa: ron —etiqueta negra—, hierbabuena, pimienta, soda, azúcar líquido y hielo duro —milagro en París—. Cuando termina de agitarlo lo sirve en una copa de Dry Martini, que llena hasta el borde con champán Piper, antes de rociar su obra con un pulverizador de vainilla.
 La performance vale los 18 euros. Dos bastan para provocar una alegría y un dolor de nuca notables
. La chispa se apaga dos horas después. El clavo persiste hasta la mañana siguiente. Y el lunes, nuevo email de Silencio: el plazo para aceptar la membresía * expira el 27 de julio
. Qué estrés, Maestro.

 

14 jul 2013

'Eureka' Tengo un Blog | 08/07/2013 - 04:44h 'Eureka'

Cuando los sueños se cumplen......
Mi blog ‘Eureka’ es una página dedicada a la astronáutica, la astronomía y todo lo que tenga que ver con el espacio en general.
 La idea de crear un blog surgió en 2004, aunque no sería hasta varios años más tarde cuando decidí dedicarle más tiempo y crear contenido de más calidad. Lo que me motivó a dar el paso de meterme en esto de los blogs fue la falta de información que existía en español sobre temas relacionados con la conquista del espacio y, en especial, respecto a los esfuerzos espaciales rusos y chinos.
El blog 'Eureka' me ha aportado mucho a nivel personal.
 Gracias a él he podido conocer a mucha gente de nuestro país y fuera de él interesada en estos temas. Para mi sorpresa me he encontrado con una respuesta muy positiva por parte del público. Y digo para mi sorpresa porque no me esperaba que un blog tan especializado e independiente como el mío pudiese llegar a tanta gente. En este sentido, sin duda el mayor logro ha sido ganar el Premio Bitácoras 2012 al mejor blog de ciencia en español.
También gracias al blog hace dos años fui invitado porla NASA a ver el lanzamiento de la sonda espacial Juno desde Cabo Cañaveral y, más recientemente, he podido asistir al despegue de una nave Soyuz tripulada desde Baikonur. Un auténtico sueño hecho realidad.
 La anécdota que más me ha hecho gracia en estos años de bloguero fue la primera vez que me pidieron que firmase un autógrafo. Me quedé sin saber qué decir.

Un verano para dar vuelta al mundo en 21 libros

Un verano para dar vuelta al mundo en 21 libros

Por: Winston Manrique Sabogal14/07/2013
Tokio-tower
Tokio tower. (Reuters)
Este es un pasaje que incluye desde una invitación al antiguo oriente medio a través del libro más antiguo de la humanidad, el Gilgamesh, al mundo más futurista y cotidiano de Tokio, pasando por las milenarias conquistas de Alejandro en el Mediterráneo y Asia o las playas decimonónicas de Nueva Zelanda.
Es el viaje que les proponemos este verano a los lectores de Papeles perdidos
. Será la serie de este año con la cual queremos viajar a través de los libros a lugares tan distintos como interesantes que nos recuerdan el mundo donde vivimos y de dónde venimos
. Novelas y cuentos de todas las épocas y de escritores de diferentes estilos y nacionalidades. La vuelta al mundo literaria es el nombre de la serie que aparecerá todos los lunes, miércoles y viernes, del 15 de julio al 31 de agosto. En ella participarán periodistas y escritores.
Lugares de mundos actuales y antiguos. Lugares que visitaremos a través de las voces de los escritores que escribieron de ellos. La principal invitación que les hacemos a ustedes es para que comenten sobre el libro tratado cada día y nos recomienden otras obras que hablen del  lugar elegido el día en cuestión.
 De esta manera se amplía la mirada literaria sobre un lugar y el viaje a él resulta más variado. Es nuestra propuesta de vacaciones por países, regiones, ciudades o espacios naturales teniendo como guías a grandes escritores.
Así cambiamos de destino estival respecto a los últimos tres años en los que hablábamos de los episodios veraniegos en libros importantes. Puedes consultar AQUÍ la serie de los años anteriores: VERANOS LITERARIOS.
Todo está listo.
 Así es que preparen su equipaje, porque ustedes también serán los encargados de ampliar estas vacaciones con sus recomendaciones en nuestra particular vuelta al mundo literaria.