Cansada de ser la única que habla del proyecto para traer a Barcelona más de un centenar de obras de su colección, la
baronesa Carmen Thyssen pidió ayer a los políticos que “sean tan valientes como soy yo” y den un acelerón al proyecto para acondicionar el
pabellón Reina Victoria Eugenia de Montjuïc, junto al Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC).
Después de presentar
Sisley-Kandinsky-Hopper. Colección Carmen Thyssen,
la segunda exposición que organiza en Sant Feliu de Guíxols —localidad
relacionada con ella desde hace años—, la baronesa respondió a todas las
preguntas que se le plantearon; sobre todo, las relacionas con el
futuro de su importante colección de arte, tanto en Madrid como en
Barcelona.
Convencida de que “será un éxito sin precendentes para Cataluña”,
explicó que hace seis meses envió un proyecto de reforma del pabellón a
las partes implicadas —Ayuntamiento de Barcelona, MNAC, Fira de
Barcelona y La Caixa— en el que se incluye un estudio del coste de
adaptación del recinto para convertirlo en museo. “Los trabajos son
fáciles porque el pabellón está vacío, el techo y los lucernarios están
perfectos y tan solo hay que levantar el suelo para colocar las
instalaciones y el espacio se puede acotar a base de módulos”.
En cuanto a quién se hará cargo del coste de la reforma del pabellón,
la baronesa asegura que “la pagarán ellos, porque nosotros ponemos el
arte”.
Flanqueada por Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen
de Madrid (el museo que espera repetir el reciente éxito de la
exposición de Hopper con la retrospectiva que prepara de Cezanne) y
Tomás Llorens, conservador jefe de este museo hasta 2005, volvió a
amenazar al Ministerio de Cultura de José Ignacio Wert con retirar su
colección privada —428 obras de las que se exponen 240— que tiene
prestada desde hace 14 años en el museo madrileño, si en el mes de
noviembre no se ha solucionado el tema económico
. “Las cajas están
preparadas”, dijo con una enorme sonrisa.
“La reforma de Montjuïc la pagan las instituciones; yo pongo el arte”
Este mes sin duda aparece en rojo en la agenda de Carmen Thyssen.
Según ella, será cuando está previsto abrir sus puertas el centro
barcelonés en el nuevo eje museístico que se está creando en la llamada “
explanada de los museos de Montjuïc”, una “isla de los museos como la de Berlín”, para ella.
Para ejercer más presión, aseguró, que cuando abra sus puertas el
centro de Barcelona, “habrá una gran rotación de obras entre los
diferentes centros”.
Algo que ya ocurre en exposiciones como la que se inaugura hoy en el antiguo monasterio de Sant Feliu que acoge el
Espai Carmen Thyssen
desde el año pasado:
De los 54 cuadros expuestos, 49 provienen del
museo de Madrid, cuatro de su centro de Málaga y uno está depositado en
Sant Feliu.
Una de las estrellas destacadas que se pueden ver en esta exposición es el
The Martha Mckeen of Wellfleet
(1944) uno de los pocos cuadros de tema náutico de Edward Hopper. La
obra ya se vió en la existosa exposición de Madrid sobre el pintor
americano
. “Me gustaría que se quedara en mi museo de Barcelona. Me lo
puedo llevar de Madrid porque es mío”, dijo.
La estrella es una obra de Hopper que “me gustaría ver” en la capital catalana, precisa Carmen Thyssen
Pilar Giró, la comisaria de la exposición —también de la del año
pasado—, ha seleccionado del fondo de la baronesa las obras que, jugando
con la difícil arquitectura del edificio monástico, le han permitido
realizar una especie de juego en el que todos los autores dialogan o
parecen intercambiar ideas. Sean europeos y americanos como Sisley,
Delaunay, Gauguin, Kandinsky o el mismo Hopper o pintores catalanes como
Modest Urgell, Eliseu Meifren, Miquel Villà, Sanvisens y Tarrassó.
Del total de obras expuestas, 12 se muestran por primera vez
. Es el
caso de unos molinos mallorquines de Meifren o las tres coloristas obras
de Villà que se han situado junto al Kandinsky, dejando en evidencia
que la paleta de colores de los dos pintores es la misma.
Para el Ayuntamiento de Sant Feliu de Guixols las dos exposiciones
con obras de la colección de Carmen Thyssen se están convirtiendo en una
oportunidad única para poner en el mapa cultural del verano a su
localidad.
El año pasado 38.000 personas visitaron la muestra y este año
esperan superar el éxito. “Hay que recorrer muchos kilómetros para ver
unas obras tan importantes como las que se pueden ver en esta
exposición”, remacha Giró.