Mónaco lleva tiempo esperando un nacimiento en la familia de los
Grimaldi.
Tras dos años de matrimonio, se aguardaba el anuncio de
embarazo de Charlene, la esposa del príncipe Alberto.
Pero esta vez la
protagonista es otra.
Carlota, la segunda hija de Carolina de Mónaco y del fallecido Stefano Casiraghi, tendrá un hijo en cinco meses.
Lo asegura la prensa internacional y así se desprende de las fotos que
se publican estos días de ella, en las que se ve que su fisonomía ha
sufrido un significativo cambio.
Porque de momento no hay confirmación
oficial y es probable que nunca se produzca.
Pero tampoco hay
desmentido. Los tiempos y los protocolos en Montecarlo han cambiado.
El Principado de la Costa Azul vive desde hace años no solo de los
millonarios que allí se han establecido en busca de beneficios fiscales,
también de su imagen turística.
Y nada mejor que una familia real,
aunque sea de segunda categoría, para promocionarse.
Grace Kelly, que
dejó Hollywood para casarse con el príncipe Raniero a finales de los
cincuenta, fue la mayor impulsora de esta fórmula de “ponga una princesa
en la portada de una revista” para recordar las bondades del
Principado, un estado en lucha permanente por no perder su independencia
de Francia.
Carolina tomó el testigo de su madre como imagen del negocio
familiar.
Estrella del cuché, todos sus pasos son perseguidos por los
paparazis, conocedores de que una foto suya sigue siendo un buen
negocio.
La agitada vida de la princesa, con tres maridos —primero un
playboy,
luego un millonario italiano y, finalmente, un aristócrata con
problemas con el alcohol— ha alimentado la curiosidad del mundo.
Donde
estuviera ella eclipsaba al príncipe Alberto, por muy heredero que fuera
y muy monseñor que sea ahora. Y más aún a Estefanía, que lucha desde
hace años por llevar una vida de circo y no de palacios.
La llegada de Carlota supuso una garantía de continuidad. Pronto fue
comparada con su madre, con su abuela, con las princesas de sangre azul
de las casas reales de Europa para concluir que, aunque con menos
pedigrí real, sería toda una estrella.
Su madre, Carolina, ya rompió el molde de la tradición.
Si Grace
Kelly luchó porque el palacio de los Grimaldi fuera visto como otro
Buckingham, la nueva generación ha hecho trizas este sueño.
Los tres
hijos de Raniero y Grace han llevado una vida más corriente que “real”.
Ni tan siquiera Alberto se ha ceñido al protocolo. Padre de dos hijos
fuera del matrimonio, se casó a los 54 años, cuando sus consejeros
lograron convencerle de la imperiosa necesidad de que lo hiciera y
tuviera un hijo que garantizara la continuidad del Principado.
Pero su
matrimonio con Charlene Wittstock no ha calmado las aguas.
La pareja
sigue siendo poco creíble a ojos de los monegascos
. Apenas aparecen
juntos en público, ni tan siquiera en ocasiones protocolarias como la
entronización del rey Guillermo de Holanda. Charlene prefirió asistir a
la boda de un amigo en Sudáfrica que acudir con su marido a la cita más
importante del año de todas las casas reales.
Se habló de separación y,
por tanto, de un escándalo que sacudiría el futuro del Principado
.
Despertó tal alerta, que un portavoz de Alberto tuvo que dar
explicaciones y la primera dama conceder una entrevista para anunciar
que tras “dos años de adaptación” era el momento de “pensar en los
hijos”.
Tras esa declaración de intenciones, el pasado fin de semana, en
Montecarlo, los paparazis fijaban sus objetivos en Charlene para
adivinar si había un bebé en camino.
Se toparon a cambio con otra
barriga, la de Carlota.
La princesa de 26 años, icono de la moda e
imagen de Gucci, lucía un sospechoso cambio de imagen.
No era su pelo,
ni su look, era su tripa.
No se había pasado de kilos. Lucía esbelta,
como siempre, pero su chaqueta en tonos claros le estaba estrecha.
Carlota está embarazada. Lo dicen los medios que siguen sus pasos desde
que nació y la revista Vogue Italia, con la que colabora.
También hay otra evidencia.
Desde el mes de abril no participa en
ningún concurso hípico, ella, que es una consumada amazona y que por
contrato debe competir para cumplir con el acuerdo de publicidad que
firmó con Gucci.
Cuando la prensa hablaba ya de su embarazo, se la vio
comprando las revistas que lo contaban en el aeropuerto de Niza,
vistiendo una camiseta negra que evidenciaba aún más su nueva imagen.
Días después, los fotógrafos se quedaban con las ganas de obtener una de
las imágenes más esperadas de cada verano: Carlota en biquini a bordo
del Pachá, el barco familiar
. Navegó con sus hermanos pero no se quitó
un amplio blusón que llevaba sobre el bañador.
Mientras ella centraba las miradas, su exnovio, Álex Dellal, ha sido
padre con la modelo Elisa Sednaoui. Y su actual pareja desde hace dos
años, el actor francés de origen marroquí,
Gad
Elmaleh, se encontraba en París trabajando. La pareja fue admitida como
tal por los Grimaldi la primavera pasada, cuando se les permitió
asistir al famoso Baile de la Rosa. Lo que parecía un romance caprichoso de una joven princesa con un cómico de 41 años
divorciado y padre de un hijo, se convertía en oficial.
En Mónaco se asegura que está embarazada de cuatro meses.
Será madre
con 27 años, la misma edad que tenía Carolina cuando dio a luz a su
primogénito, Andrea, quien a su vez la ha hecho abuela y quien está
llamado a ser el heredero de Mónaco si Charlene no tiene un bebé.
La hija de Grace Kelly y los suyos, no hay duda, han logrado que el
Principado de Mónaco siga siendo noticia de portada
. Lo han hecho, eso
sí, imponiendo su propio protocolo.