Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

23 jun 2013

Una violación cada ocho horas


Los expertos creen que la mitad de las violaciones no se denuncia. / GETTY IMAGES

En el garaje, en una calle poco iluminada tras una noche de fiesta, de madrugada al acudir al trabajo, en un rincón oscuro del portal de casa, en un parque, en el dormitorio
. Por parte de familiares, de personas del entorno cercano o de perfectos desconocidos.
 Cada año se denuncian en España 1.161 violaciones (agresiones sexuales con penetración, en la jerga policial) según los últimos datos que facilita el Ministerio del Interior, de 2011
. Son tres cada día; una cada ocho horas.
Detrás de cada una de ellas hay una profunda humillación, violencia física y psíquica, y unas secuelas que tardarán más o menos tiempo en cicatrizar (quizás no lo hagan nunca) con las que la víctima tendrá que aprender a convivir, generalmente con apoyo psicológico.
 “Nosotras no tenemos una goma de borrar, pero podemos conseguir que la herida no duela y que el recuerdo de la experiencia no cree un malestar tal que impida a la víctima vivir con normalidad”, explica Beatriz Mergelina, psicóloga del Centro de Atención a Víctimas de Agresiones Sexuales (Cavas) de Valencia.
EL PAÍS
No todas las violaciones que se denuncian acaban en condena.
 A pesar de ello, es más que probable que las agresiones que tienen lugar en España sean bastantes más que las 1.161 que recogen las estadísticas.
No solo porque en los datos facilitados por el Gobierno no incluyen las denuncias registradas en Cataluña (581 agresiones sexuales en 2011, según los datos ofrecidos por los Mossos d'Esquadra, que no especifican las violaciones).
Sino porque buena parte no se denuncian —especialmente las que se producen en el ámbito del hogar y a menores—. Es difícil saber cuántas llegan a trasladarse finalmente a una comisaría.
Santiago Redondo, profesor de psicología y de criminología de la Universidad de Barcelona y autor de diversos estudios sobre delincuencia sexual apunta que la información que se maneja a este respecto se obtiene de encuestas, como la que se realizó en Cataluña en 2010 en la que el 2,9% de las mujeres aseguraron haber sido violadas en algún momento de su vida
. Estas consultas también apuntan que entre el 50% y el 55% de estas agresiones sexuales no se denuncian. Por ello, los especialistas consideran que la cifra real de este tipo de abuso podría rondar las 2.000 violaciones al año.
“Tratamos de que la herida no duela”, comenta una psicóloga
Clara, de 28 años, es una de las mujeres que forma parte de estas estadísticas.
 Acudió a tomar una copa a un pueblo cercano de su localidad —que prefiere ocultar, al igual que su nombre real—. Era la primera vez que iba a ese bar de copas.
 Allí no conocía a nadie más que a las dos amigas con las que salió aquella noche.
Un chico se le acercó y le invitó a fumar un cigarro a las puertas del local. Accedió.
“Su aspecto era normal, recuerdo que charlamos tranquilamente mientras dábamos una vuelta”. Clara se muerde las uñas mientras rememora aquel terrible episodio.
A pesar de que se nota que está pasando un mal trago, ha accedido a relatar su caso por si puede ser de ayuda a otras mujeres.
Clara estuvo cuatro años acudiendo a terapia para superar la agresión
El paseo les llevó a una zona despoblada, junto a un campo de naranjos
. De repente, el chaval abandonó la amabilidad que había mostrado hasta ese momento. “Se bajó los pantalones y me pidió que le hiciera una felación”, relata Clara.
 Ella se negó y la reacción fue de una violencia desmesurada.
 La joven apenas recuerda más allá de los primeros golpes que recibió
. Después, no hay más que una sucesión de imágenes aisladas. “Estaba sin ropa interior, y con la cara ensangrentada; vi a unos chavales a los que pedí ayuda; me acuerdo de la ambulancia que me llevó al hospital y de un policía que me pidió el teléfono de mi padre”.
Tenía la mandíbula partida en cuatro fragmentos
. La operaron y pasó una semana en el hospital. Tras recibir el alta, volvió a ingresar por una fiebre que resultó ser un herpes que le había transmitido el agresor y que le apareció en la zona de la boca
. Entre los problemas que tenía para alimentarse y el trauma posterior a la agresión, Clara adelgazó 10 kilos en los veinte días siguientes.
Las víctimas suelen presentar estrés postraumático, entre otros síntomas
“Las consecuencias de una violación dependen tanto de las características de la víctima, de su edad, del entorno que tiene o de su personalidad, como del tipo de agresión que ha sufrido”, explica Encarnación Sueiro, profesora de psicología de la Universidad de Vigo.
“En las consultas, yo lo que pretendo es que normalicen su vida”, añade esta psicóloga clínica que atiende a víctimas de abuso en un centro de orientación familiar de la red pública gallega.
“Lo habitual es que vengan impactadas, con estrés postraumático”, señala Beatriz Mergelina, a cuyo centro llegan mujeres remitidas por la Generalitat valenciana.
 “Suelen sufrir alteraciones del sueño, de la ingesta, reviven escenas de la agresión a modo de flashback repetidos, están en un estado de hipersensibilidad a los olores, al tacto de otras personas...” añade la psicóloga clínica valenciana.
Los especialistas advierten del uso de drogas que anulan la voluntad
En Cavas, el seguimiento a las víctimas suele mantenerse a lo largo de cuatro años (con los menores, hasta que superan la adolescencia). En los primeros meses, las terapias son semanales,
 A medida que pasa el tiempo se van espaciando, aunque es frecuente que con ocasión del juicio y la tensión que genera, vuelva a reforzarse la ayuda
. “Las chicas saben que nos pueden llamar en cualquier momento que se sientan mal”, explica la terapeuta.
A Clara le costó tiempo volver a sus rutinas. Tardó medio año en salir con sus amigas por la noche.
 Y otro año poder volver a subir al tren. Antes de su parada está la del pueblo donde fue agredida y no soportaba pasar por la estación de esta localidad de camino a casa.
 “Me entraban unas ganas insoportables de echar a correr”, explica. El objetivo del tratamiento consiste en recuperar la vida que las víctimas llevaban antes de la agresión enfrentándolas a sus miedos. Para ello, por ejemplo, Beatriz acompañó a Clara al bar de copas donde arrancó aquella fatídica noche.
“Ahora, si te acuerdas de aquello ya no es lo mismo, no te afecta igual, aunque es algo que sigue estando ahí”, comenta esta joven valenciana.
 Los recuerdos pueden volver a emerger, aunque de forma controlada.
 Como ha sucedido las últimas semanas, a raíz de la detención del falso monje shaolin de Bilbao asesino de prostitutas. “No puedo con ese tema, cada vez que sale en la tele me voy”, explica.
Sin olvidar nunca que el único culpable de una agresión es el propio violador, los especialistas recomiendan tomar precauciones básicas para prevenir situaciones de riesgo.
 Más allá de las clásicas de tratar de ir acompañada o evitar zonas oscuras o poco concurridas, Beatriz Mergelina advierte de que no hay que perder de vista las copas por la noche.
A lo largo de los últimos años los centros que atienden a mujeres agredidas han detectado un incremento en el uso de drogas que inhiben la voluntad.
 Son unas sustancias que se emplean, diluidas en la bebida en un descuido de la víctima, para cometer robos y abusos sexuales.
 Es difícil evaluar el porcentaje de agresiones en las que se han usado estas sustancias. Manuel López-Rivadulla, catedrático de Toxicología de Universidad de Santiago de Compostela especialista en estas drogas, explica que puede rondar entre el 10% y el 20% de los casos:
 “Es lo que dicen estudios elaborados en países de nuestro entorno, como Francia o Inglaterra”. López-Rivadulla señala que en España no existen datos, pero confía en que haya pronto, gracias al protocolo que elaboró el año pasado el Instituto Nacional de Toxicología en el que se establecen las pautas que deben seguir los especialistas en los hospitales para detectar los asaltos sexuales en los que se han empleado las llamadas drogas de violación.
Los datos del Ministerio de Interior reflejan un descenso de las denuncias por violaciones de un 16% entre los años 2008 y 2011.
“Hay que tener en cuenta que este tipo de delitos son relativamente poco numerosos: el 1% del total. Con estas prevalencias tan bajas pueden producirse oscilaciones relativamente relevantes cuyo significado ignoramos. Probablemente tenga que ver más con el azar que cualquier otra cosa”, detalla Santiago Redondo, que quita importancia a las variaciones.
 “Las cifras suelen mantenerse bastante estables a lo largo de los años”, añade.
El agresor de Clara fue detenido, juzgado y condenado a una pena de siete años y medio de cárcel.
“Me parece muy poco tiempo, en estos casos, la condena siempre me parece que es poca” señala la joven.

Soy lo que soy gracias a él


Ana Belén y Miguel Narros en Segovia en 1967. / KIT TALBOT

Hablar de Miguel como director es hablar de un grande
. El último de los grandes de una generación de grandes del teatro. Un director con una visión que abarcaba todo el escenario.
Con él, te tirabas al vacío sin red, sabiendo que si arriesgabas, él siempre estaba ahí para recogerte, sabiendo que si respirabas a su ritmo, siempre ganarías
. Sintiéndote un privilegiado por estar a su lado, observando cada uno de los pasos que daba desde el comienzo de los ensayos.
Cómo no recordar el montaje de Sabor a miel con Narros en estado de gracia, partiendo de improvisaciones y estrenando tres semanas después.
O aquellos primeros ensayos en el Teatro Español con deslumbrantes actores profesionales (Berta Riaza, Carlos Lemos, José Luis Pellicena, Pilar Muñoz, Julieta Serrano, Guillermo Marín, Mari Carmen Prendes…) y todos los que veníamos del TEM, pueblo numantino por los rincones del escenario, motivándonos…
 Y ese Miguel dando forma a diferentes formas de interpretación.
O el último montaje que hicimos juntos, La Gallarda, de Rafael Alberti, en el Teatro Central de Sevilla, donde Miguel desplegó toda su sabiduría aunando música, texto, baile…
Todos los que hemos disfrutado de él, sabemos lo que era ser maestro de actores en una época en la que eso era tan denostado como incomprendido
. ¡Qué visión de futuro tuvo en los comienzos de los sesenta para con menos de los dedos de una mano, Maruja López y el gran William Layton, crear el TEM!
 Qué generosidad, qué mirada tan alta, tan ancha y tan moderna para empezar a trabajar con el método Stanislavski cuando entre nosotros era poco menos que un desconocido.
¡Qué divertido era como maestro!
 Jugabas aprendiendo el concepto jouer que dicen los franceses.
 Con Miguel, la palabra encontraba su significado pleno y sus clases eran alegres y energéticas.
El regalo de haberle conocido, de haber formado parte de su vida, de tantos viajes compartidos, zozobras, risas, vida libre…
 La mía hubiera sido otra sin duda si no le hubiera conocido.
 Él fue mi segundo padre, la persona que se empeñó, como hacen los buenos maestros, con guante de seda, en que yo creciera intelectualmente
. Él ha sido mi padre artístico y se lo he recordado muchas veces
. En broma, le decía que él había sido mi Pigmalión, y él en broma replicaba, y tú mi Galatea
. Hoy sé, más que nunca, que soy lo que soy gracias a él.

Simpatía..............................Juan Cruz

Hay una fotografía de hace una semana en la que el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, atiende los aplausos de la multitud que se congregó para verle a él con el Príncipe en la clausura de una reunión internacional de alcaldes que tradicionalmente se celebra en Singapur y que el consistorio bilbaíno logró trasladar a la capital vasca.
 Ahí se veía al edil, calificado por colegas suyos de todo el mundo como el mejor alcalde entre todos ellos en una encuesta reciente, herido por la enfermedad que últimamente lo ha llevado y lo ha traído de los quirófanos, en una lucha en la que ha perdido muchos kilos, pero en la que no se ha dejado el sentido común y el sentido del humor.
La foto mueve a la simpatía; en la realidad debió suceder lo mismo, y no solo en la imagen, pues es evidente que Felipe de Borbón, que está a su lado, ha sido movido a la sonrisa e incluso al ademán de ayuda que instintivamente se presta a toda persona, aunque no esté enferma, en una situación como esa: el hombre ha de ser conducido en silla de ruedas, está enfermo y ahora es débil.
La simpatía con la que uno ve a los niños, a los viejos y a los enfermos es instintiva, no tiene que ver con la historia exactamente, sino con alguna entraña que la vida ha fabricado para eso, para hacer que la mirada se mueva y se conmueva hacia una determinada actitud.
 El que está sentado, impedido o es un niño sin otra educación que su instinto, no pide nada, no solicita nada, pero uno le otorga la simpatía porque así lo impone la citada entraña.
No siempre pasa, naturalmente; hay momentos en que esa simpatía no la otorga uno naturalmente, sobre todo si la historia le atañe o es tan turbia que a uno se le tuerce el gesto y guarda silencio, quizá porque el recuerdo vale más que el ejercicio automático de aquella entraña sensible.
 Pero esto ha de ser tan grave, tan imponderable, que difícilmente se alcanza ante una personalidad como la de Azkuna, que ha logrado en su pueblo, como se demostró ese día, un nivel extremadamente mayoritario de aceptación y de simpatía.
Eso creía yo.
 Unos días después de ese aplauso que a Azkuna lo conmovió (él lo dijo, y eso se vio), algunos periódicos que no tienen por qué comulgar con él, con sus ideas e incluso con su trayectoria, se refirieron a la imagen poniendo de manifiesto esas diferencias, precisamente, pero destacando también la gestión singular que había convertido a este alcalde en un verso suelto en el mundo nacionalista del que proviene.
Pero hubo un columnista entre todos ellos, y en uno de los periódicos que más había elogiado al alcalde convaleciente, que eligió buscar en la historia un hecho, que Azkuna aún no ha inaugurado una calle a las víctimas del terrorismo, para explicar su disgusto así:
 “Lo lamento, pero a mí la imagen de este hombre metido en años, enfermo y sentado en una silla de ruedas no es capaz de despertarme un sentimiento de simpatía sino de tristeza”.
 La opinión tenía este otro fundamento:
“Olfateo de lejos, detrás de las canas, el bigote naíf y marchito del entrañable y venerable abuelo de Heidi, esa gelidez, esa soberbia, esa persistencia en no dar el brazo a torcer ni aunque se esté con un pie en la tumba”.
Miré la foto.
 El hombre no pide ni simpatía. Está ahí, con el bastón cruzado sobre los pies.
 El Príncipe lo mira, afectuoso. Es el alcalde de Bilbao
. No se reconocerá en esa descripción que le emparenta con Heidi.

¿Cómo mueren las redes sociales?

Por: | 23 de junio de 2013
Cruzcementerio
                                                                                                           Gloria Rodríguez

Dicen que vaticinar muy seguido la muerte de alguien -en este caso de algo-solo sirve para darle fuerzas. Otros dicen que cuando el río suena piedras lleva. El caso es que es tendencia vaticinar el colapso de Facebook
Lo mismo pasó en su día con Second Life, el primero de los mundos virtuales que conquistó a las multitudes. La prensa y los gurús se aficionaron a pronosticar su muerte, cuyo fallecimiento oficial se sitúa entre 2009 y 2010, aunque en Reino Unido todavía se emplean  sus avatares en los colegios y las universidades.
En el caso de Second Life no ayudó que su propio fundador Philip Rosedale menospreciara la lealtad de sus seguidores diciendo que se trataba de tipos solitarios "que buscaban compañía desesperadamente".
Sin embargo, la muerte de un mundo virtual no es solo cuestión de palabras más o menos desafortunadas de sus fundadores. No ocurre de forma repentina. Hay síntomas que avisan de que las cosas no van bien, y finalmente existen indicadores que indican la debacle definitiva.
¿Cómo se hace la autopsia de una red social?
 La única autopsia conocida de una red social la hicieron en Suiza los investigadores del Swiss Federal Institute of Tecnology. Para ello necesitaban una red social muerta y el destino les puso en las manos a Friendster que tuvo un "colapso modélico".
Para vuestra información, queridos lectores, Friendster fue una red social anterior al universo Facebook. En su día fue el sitio donde todos querían estar, Google llegó a ofrecer en 2003 30 millones de dólares a sus creadores para comprarla. Pero ellos declinaron la oferta y tres años después Friendster sufrió un éxodo general de usuarios que acabó con un "colapso épico". Oficialmente murió en 2006 en Estados Unidos, aunque en el Sur de Asia vivió un par de años más.
Teniendo el cadáver sobre la mesa, los investigadores se dispusieron a analizar las causas de la muerte, con la esperanza de poder prevenir la debacle en otras redes sociales.
El objetivo era averiguar por qué la gente abandona definitivamente sin mirar atrás, y qué debilita una red social. Y estas son las causas de la muerte:
. Los continuados  problemas técnicos y de diseño que hacen la vida más difícil. Hay que mantener un delicado equilibrio entre introducir nuevas prestaciones y la comodidad del usuario. Cada vez que la gente tiene que aprender una cosa nueva en una red social se le pasa por la cabeza marcharse. Según David García, investigador del Swiss Federal Institute of Tecnology, "si los costes (tiempo y esfuerzo) asociados a estar en una red social son mayores que los beneficios se crean las condiciones para un éxodo general.
. No es tan importante el número de usuarios de una red social sino la fortaleza del vínculo que haya entre ellos. Es decir, lo importante es cómo de tupida sea la red. Los investigadores lo llaman el núcleo de la red (K core). Si una persona se va sus amigos son más proclives a irse, y según estos investigadores, es así como se producen las cascadas de salidas de una red social. Si alguien que tiene diez amigos pierde dos se sentirá más inclinado a marcharse que alguien con 80 amigos que pierda la misma cantidad de contactos. El número de amigos por usuario es un factor protector contra las salidas en masa. 
En el caso del cadáver que nos ocupa, la red Friendster, unos meses antes del colapso, los problemas técnicos y los cambios de diseño empezaron a expulsar a los usuarios. Esa circunstancia combinada con un núcleo poco fuerte y la existencia de una nueva red social, Facebook, dispuesta a acoger a los rebotados terminó con la vida de Friendster.
Con los mimbres de esta  historia los fundadores de otras redes sociales intentan no repetir errores. Y no siempre lo consiguen.
Ahora parece haber un éxodo de Facebook a Instagram o ¿son sólo ideas mías? Al menos un éxodo de la actividad aunque no de los usuarios. Pero todo se andará.
He intentado poner en blanco y negro las cosas que me molestan de Facebook por si hay que ir preparando otra autopsia, aunque hay que reconocerle a Zuckerberg que su red tiene un K core verdaderamente fuerte.
A mi me molestan:
(y que conste que esto es una declaración personal e intransferible como el DNI)
. Los continuos cambios en los ajustes de privacidad (y cómo cambian misteriosamente las configuraciones que elijo)
. Los rumores de continuos cambios que a veces nunca llegan a suceder pero que hacen que mi muro se llene de parrafadas con vocabulario seudo jurídico que la gente corta y pega de otros muros con la esperanza de que dicha declaración de intenciones los proteja de la malignidad de Facebook. La verdad es que no creo que sirva para nada y me hace gracia la candidez de mucha gente. Por otra parte, si alguien tiene tanto miedo de lo que pueda hacer Facebook con sus datos, lo mejor es que se salga. Esto no es un secuestro.
. Que haya dejado de ser una red social divertida para convertirse en el sitio del autobombo sistemático. No me molesta un poco de autombombo, ni siquiera un mucho, lo que me molesta es que no se compartan otras cosas y solo se aparezca por la red a darse golpes de pecho. Que esto empiece a ser aburrido es una razón para la estampida general.
. En este mismo sentido, que Facebook se haya convertido en un sitio donde la gente cree que tiene que estar por motivos profesionales o de negocios.
. La sospecha que supone que Facebook salga a bolsa y que sus fundadores tengan obligaciones con los accionistas y tengan por tanto que convertir mis datos y mis Likes en material rentable. Ya sé que es inevitable pero me inquieta. Al igual que el asunto del espionaje. No soy de las que les da igual que lo espíen porque no tienen nada que ocultar. Y no tengo nada que ocultar.
. Que la gente publique lo mismo en Facebook, Twitter, Instagram ... estamos agotados de tanto escarceo digital. Me parece evidente.
¿Esto le pasa a más gente o es que soy sensible y tiquismiquis?
¿Te molesta algo del mundo Facebook? ¿Eres de los que alguna vez ha estado a punto de largarse?Pues si, me aburro bastante y no vale la pena que me moleste la gente va dónde está el Lider del momento.
Es Cansadisimo