Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

18 jun 2013

Hijos que traen una depresión bajo el brazo

Más del 10% de las mujeres sufre este trastorno tras dar a luz

Un estudio fija causas biológicas y abre nuevas vías para tratarlo.

Las mujeres con depresiones anteriores son más proclives a una posparto.
Tener un hijo está considerado uno de los momentos más felices en la vida de una mujer. Pero muchas de las nuevas madres no lo viven así. Más de una de cada 10 —hasta una de cada tres, según algunos expertos— sufren un proceso de depresión que se convierte en un auténtico trastorno especialmente cruel. Donde todos a su alrededor solo ven motivos de alegría, ellas se enfrentan a todo lo contrario: son las que caen en una depresión posparto. La contradicción entre lo que siente la protagonista y lo que se espera de ella y el sentimiento de culpa por no cumplir con el papel esperado solo agravan una complicación que casi siempre llega por sorpresa, amargando los primeros meses (incluso años) después del momento de dar a luz. Ahora, un pequeño estudio, publicado en Molecular Psychiatry, podría arrojar la primera explicación sobre las causas biológicas de este trastorno. No se trata de que las madres se hayan vuelto histéricas o sensibles, por decirlo en un lenguaje coloquial; es que tienen unos condicionamientos genéticos que las predisponen a ese sufrimiento. Una buena noticia doble para las mujeres: no son unas raras o unas blandas, y lo que les pasa se puede prevenir.
Almudena ha pasado por ese proceso. Esta mujer de 34 años tuvo a su hijo en noviembre de hace dos años. “Soy enfermera y pensé que sabía a lo que me enfrentaba, pero desde el principio todo fue muy difícil. El bebé tenía cólicos de lactante, y se pasaba el día llorando”, cuenta. Ello le llevó a sentirse culpable. “Pensaba que no le estaba cuidando bien”. La “culpabilidad” aumentó cuando pasó de darle el pecho a darle el biberón. “Sentía una gran ansiedad física, tenía un nudo en el estómago. Lloraba muchísimo y no tenía ganas de nada. Dejé de comer, y si antes era una fumadora social, me volví mucho más”, relata.
Buscar las causas biológicas de las enfermedades y trastornos mentales es una tarea complicadísima. Obtener mediante una prueba analítica o de imagen un diagnóstico de cómo están el hígado o una pierna, y de por qué funciona mal es, actualmente, una práctica relativamente sencilla. Pero los procesos mentales tienen lugar bajo siete llaves, encerrados en el cráneo, y a una dimensión nanométrica: las conexiones de las neuronas que tejen toda la red cerebral de la que depende el comportamiento humano son tan sutiles que cuesta mucho visualizarlas —y, mucho más aún, conocerlas—. Las pruebas de imagen cerebral son muy complicadas de hacer, y, hasta ahora, prácticamente exigen que el sujeto del estudio esté inmóvil. Por eso, la idea de poder hacer un análisis genético que prediga lo que va a pasar sería muy bien recibida, y a eso es a lo que apuntan los investigadores de la Universidad Johns Hopkins (EE UU), liderados por Zachary Kaminsky, que han hecho el estudio. Es un ensayo preliminar y reducido, con solo 52 mujeres, pero que tuvo unos “sorprendentes” resultados: predijo en el 85% las mujeres que iban a desarrollar el trastorno.
La madre se siente culpable por no sentir lo que se espera de ella
Este estudio es una herramienta más para un proceso que los especialistas explican como algo complejísimo. “Hay factores cognitivos, conductuales, psicológicos y biológicos”, resume Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés. Cano es de quienes da una cifra de casos más alta: hasta un tercio de las madres podría tener el trastorno. “Ellas son más de reacciones emocionales que los hombres. Y no es algo cultural. La OMS hizo un estudio con más de 70.000 mujeres de los cinco continentes y en todos los países del mundo ellas tienen más ansiedad y depresión. Aproximadamente, dos mujeres con ansiedad por cada hombre, y 1,5 con depresión. Y solo en la depresión hay una cierta relación con la cultura y la edad”, explica. Eso apunta a una causa biológica, que este experto relaciona, según su opinión, con las hormonas. Y si esto es así en mujeres en general, tras el parto la propensión es aún mayor, aparte de que “se ha visto que hay más casos en mujeres que han tenido una depresión antes”.
La situación tiene aspectos de ser una “tormenta perfecta”, dice. Porque no es solo la biología. “Las mujeres tienden a ser más obsesivas, más perfeccionistas, más controladoras. Le dan más vueltas a las cosas y magnifican las amenazas y las pérdidas”, dice Cano. “Tienden a anticipar amenazas, a preocuparse más”. Algo que no cuesta pensar que puede exacerbarse ante la responsabilidad de tener un bebé y plantearse que el futuro del niño o la niña está en sus manos.
Y más cuando a estos factores psicológicos se añaden los aspectos cognitivos. “Se ve muy desvalida, muy minusválida con los cambios físicos, muy poco eficaz para atender la cantidad y magnitud de las tareas. Por eso, el apoyo social es una herramienta clave para superar la depresión”, explica Cano. Pero, en esta especie de confabulación para estropear la alegría de después de dar a luz, “las personas deprimidas minusvaloran el apoyo social”, añade.
Una tupida red social es una ayuda clave para superar la complicación
Almudena, que ahora está en tratamiento psicológico para superar la depresión posparto, corrobora ese argumento. “Yo tenía mucha ayuda; estaban mi madre y mi marido, pero aun así me sentía muy perdida. Era mi primer hijo”.
A estos factores hay que añadir el aspecto conductual: a los depresivos no les apetece hacer nada, salir, “bajan su actividad, su ocio, su motivación por todo”. Y, además, una madre “no duerme, está siempre cansada”. Como se ve, “todos estos aspectos engarzados” definen una situación muy complicada, dice Cano. Tanto que casi la pregunta está en cómo es posible que haya mujeres que no se depriman después de dar a luz. “No podía hacer las cosas más sencillas, como preparar la cena. Abría el congelador y me angustiaba, y eso que lo tenía lleno”, dice Almudena. “Intenté superarlo sola”. Pero no pudo. “Pensé que se me pasaría cuando el niño mejorara, pero no fue así”.
Ahora, año y medio después, Almudena empieza, por fin, a sentirse mejor.

Estar en la lista

La depresión posparto nació con muy mala fama. En los archivos de EL PAÍS, por ejemplo, aparece mencionada las primeras veces, a primeros de los noventa, vinculada a un comportamiento inexplicable: mujeres que mataban a sus hijos. Súmense a eso los estereotipos machistas y la propia incomprensión de las mujeres que no la han sufrido —afortunadamente, la mayoría— hacia sus compañeras, para crear un aura de mala fama al trastorno, que se suma a la sensación de culpabilidad que viven las propias afectadas.
En este escenario, el reconocimiento de que es una enfermedad más con una causa biológica y que se puede medir es un alivio. No se trata de un capricho, sino de algo médico. En este sentido, la depresión posparto está incluida en la biblia de la psiquiatría, el manual de la Sociedad Americana, el DSM-V, como una variedad de las depresiones. También la Organización Mundial de la Salud la reconoce, dice Jerónimo Saiz, presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental.
Es un reconocimiento reconfortante, opina este especialista. Casos recientes, como el descubrimiento de proteínas asociadas a la fatiga crónica o, en sentido inverso, que la versión anterior del DSM sacara de la categoría de patologías la homosexualidad —o, en la última, la transexualidad— son otras pruebas de la importancia de estar reconocido o no científicamente. Y más en lo que tiene que ver con la salud mental, algo tan difícil de medir.
Como dice una de las afectadas: “Es un alivio saber que no era una rara”.
El caso es que algo parecido les pasa, de una manera u otra, a todas las madres. Por eso, la psicóloga Diana Sánchez, matiza: “Normalmente eso se les pasa pronto. No es lo mismo una mujer que está en periodo de adaptación, que se encuentra cansada, que los casos que veo en la consulta”. Lo preocupante son casos de mujeres “que no quieren entrar en contacto con el bebé, que no lo quieren atender”. Carmen, una profesional que ahora tiene 37 años, recuerda con frustración los dos primeros años de su hija, que nació en 2010. “Tenía unas ganas locas de ser madre, y más porque era una niña, porque ya tenía un sobrino”. Pero el momento se truncó. “Ya durante el embarazo lo pasé muy mal, con ataques de nerviosismo, ganas de llorar, pero pensé que cuando la niña naciera se me pasaría”. No fue así, sino todo lo contrario. “Cuando nació pensé: ‘Es el momento más feliz de mi vida’. Pero a los pocos minutos me dio un ataque de pánico. Era algo irracional, no podía explicar por qué, pero cuando me trajeron a la niña y la pusieron a mi lado, solo quería que me la quitaran, tenía miedo a que me diera un ataque y le hiciera daño”.
La idea de que haya una causa genética, una predisposición, le parece a Sánchez “muy interesante”. Cano, visto el conjunto de condicionantes, no lo duda. Y, de hecho, los investigadores estadounidenses no son los primeros que intentan encontrar una base biológica medible a la depresión posparto. En España, un grupo de psiquiatras estuvo trabajando en este campo, comenta Jerónimo Saiz, miembro de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica, pero sin llegar a una conclusión clara. “De estos trabajos siempre se aprende algo”, dice con evidente intención de prestigiar el trabajo de sus colegas.
La diferencia con este trabajo es que no se ha centrado en los genes, sino en sus interruptores, en lo que hace que se activen o se apaguen. Es lo que se llama epigenética, y que resulta aún más complicado e intrigante que los propios genes. Por ejemplo, este sistema de señalización hace que las distintas células de un mismo individuo lleguen a ser tan distintas. Atendiendo a la pura genética, todas tienen la capacidad para ser cualquier cosa, pero son los factores epigenéticos los que hacen que una se comporte como una célula de la piel, otra como una célula del hígado y otra lata en un corazón, por ejemplo. Esta propiedad, esta capacidad teórica de ser cualquier cosa es la base de las nuevas técnicas para obtener células madre a partir de otras adultas, ya que se trata de eliminar el sistema de semáforos (el que dice a una célula que se diferencie de otras, que lata, crezca, forme un glomérulo o una córnea), dando marcha atrás al proceso de crecimiento, de desarrollo desde el estado indiferenciado de los primeros días de gestación.
Pero los factores epigenéticos tienen otra propiedad: se adquieren y alteran con la vida, con las experiencias. El psicólogo Jerónimo Saiz valora especialmente esa condición. “Podría ser el hecho que relacionara los aspectos biológicos con los hormonales o los psicológicos”. La epigenética se sale del puro determinismo. Se sabe que lo que una persona vive influye en este sistema de codificación.
En medicina, saber que algo pasa y por qué pasa es solo la primera parte de los esfuerzos. El trabajo de los investigadores de la Johns Hopkins va mucho más allá, y apunta a la posibilidad de prevenir la depresión en las mujeres con la configuración (epi)genética que predispone a la depresión posparto. “Esa es la esperanza, que se pueda usar de manera preventiva”, dice Saiz.
 En este caso hay una ventaja: “Ya tenemos las herramientas para hacerlo”.
Cuestiones como asegurar la red social de la madre, informar a la mujer de lo que le va a ocurrir, que tenga un teléfono a mano o, incluso, llegado el caso, algo de medicación para combatir el cansancio y las horas sin dormir están ya al alcance de muchas
. Es, como simplifica Cano, como empezar el tratamiento antes de que ocurra.
El cansancio y el miedo al futuro del niño agravan los temores
Claro que esto puede no ser tan fácil. Diana Sánchez tiene algunas dudas.
 “Por ejemplo, se sabe que la lactancia es buena, que provee de herramientas para prevenir la depresión posparto, y se anima a las mujeres a dar el pecho. Pero luego, en cambio, no se les explica cómo, no se les dan facilidades ni herramientas, no se les avisa de que puede haber dolor, pueden aparecer grietas, y qué tienen que hacer en ese caso”.
La idea de crear redes sociales también le parece fundamental.
 Pero le ve pegas. “Está bien que haya grupos de amigas que se apoyen, que se lo cuenten. Antes las mujeres cuando eran madres confiaban en las abuelas, pero ahora ellas trabajan y ya no tienen tanto tiempo
. Éramos más tribu, más familias extensas, con apoyo de hermanas, de tías. Eso ya no existe y es difícil de proporcionar”, dice.
Las implicadas —al menos con las que EL PAÍS ha hablado— tienen sus dudas. Almudena cree que no le faltó información ni apoyo, y ahí está arrastrando su depresión año y medio después de dar a luz. Carmen, con el proceso más lejano, empieza a plantearse tener un segundo hijo.
“Pero está bien saber qué me pasó.
 Que hay una causa, porque lo peor es la sensación de tener miedo sin motivo”, resume.
Lo que parece claro es que un proceso como la maternidad, que se sabe cuándo empieza y que después nunca acaba, necesita ser cuidado y meditado. Sin paternalismos (y nunca mejor dicho).
Y sin culpabilizar. Algunas (el 10% según unos, hasta el 30% según otros) van a pasarlo mal. Y es que, a veces, los niños vienen con un pan muy duro bajo el brazo.

 

Saramago en su tierra...........................Juan Cruz

Tres años después de su muerte la presencia del Nobel sigue en Lanzarote.

La viuda de José Saramago, Pilar de Río (a la izquierda),con autoridades locales durante la inauguración de la escultura en homenaje al escritor en una rotonda junto a la que fue su residencia en la localidad de Tías. / Javier Fuentes (EFE)

Pilar del Río, la viuda de José Saramago, quiso que la memoria del Nobel siguiera ligada a Lanzarote y tres años después de su muerte, a pesar del desdén de las autoridades estatales y canarias sobre el legado del autor de Cuadernos de Lanzarote, ahí siguen, en el municipio de Tías, la casa (“A Casa”) y la biblioteca del escritor.
Hoy se cumplen esos tres años de la muerte del portugués de Azinhaga, que conoció a la periodista y escritora, y ahora traductora, Pilar del Río, se enamoraron y decidieron irse a vivir a Lanzarote, donde ella tenía una hermana.
 La casa, que ahora está abierta al público, igual que la biblioteca que ambos atesoraron, se fue construyendo poco a poco; se dice que el propio Saramago contribuyó a hacerla, piedra a piedra. En su porche, mirando hacia Fuerteventura, donde vivió otro trasterrado, Miguel de Unamuno, y en medio de la diatriba que hubo en Portugal en torno a la novela El Evangelio según Jesucristo, Saramago exclamó un día:
--Me podrán negar todo, pero nadie me quitará este aire.
Lanzarote fue la otra patria de Saramago.
Por eso Pilar del Río no quiso que a la muerte de su marido, cuyas cenizas fueron esparcidas en Portugal, y en Lisboa tuvieron efecto las exequias, esas pertenencias que le unían a este territorio (la casa, la biblioteca) fueran selladas para siempre.
Su voluntad de permanecer aquí con esos recuerdos, abriéndolos al público, chocaron desde el principio y hasta ahora mismo con la despreocupación activa de las autoridades canarias y estatales, que no han considerado pertinente poner en valor el patrimonio que el escritor legó a la isla de César Manrique.
 Hasta este último 15 de junio no consiguió la Fundación Saramago que la localidad de Tías, donde se ubican
 A casa y la biblioteca, fuera señalizada convenientemente para que los posibles visitantes de estos lugares por los que transitó el escritor encontraran fácilmente accesible el camino por el que discurrió aquí la vida y la obra de Saramago.
Ahora ya hay una rotonda que indica por dónde ir; Pilar del Río dio la frase que, además, indicara en el sitio lo que para Saramago era Lanzarote:
 “No es mi tierra, pero es tierra mía”. Son legendarias las fotografías en las que se le ve caminando por la lava, así como sus numerosos textos sobre Lanzarote, a la que dedicó no sólo esa dedicación literaria; además Saramago colaboró activamente con la Fundación César Manrique, que prolonga en la isla la labor ecológica, artística y política que desarrolló el famoso artista lanzaroteño para impedir que Lanzarote fuera predio de los depredadores. José Saramago siguió, ahí y en todas partes, siendo altavoz del compromiso de Manrique, hasta su muerte hace tres años.
Desde 1993, cuando la pareja se fue a vivir a Lanzarote, Saramago escribió numerosas novelas, artículos y diarios en Lanzarote. Lo hacía en el altillo de la casa en la que ahora siguen sus objetos, sus cuadros y los lugares donde pasó sus años de lucha y de sosiego
. Poco antes de morir, tras una batalla que libró, como él decía, “gracias a la fuerza de Pilar”, se despedía con la caballerosidad de un hombre que nunca sublimó su dolor: “Até amanhá!”. A su muerte, Lanzarote lo consideró suyo, como demuestran aún sus habitantes, y Portugal lo acogió como el hombre que fue, un ciudadano ejemplar y comprometido. Aún está por ver que las autoridades españoles que tendrían que ayudar a que su legado sea patrimonio público entiendan que Saramago tuvo dos patrias, y en ninguna de las dos se sintió ajeno.
 Ahora ya se sabe por donde se va a A Casa en Tías.
 Durante tres años, al menos, ese fue un sitio casi clandestino en la isla.

 

El número de ricos en España creció un 5,4% el año pasado.........Increible

La crisis ya pasó de largo para los ricos, un club en el que cada vez hay más miembros.
 El número de individuos con grandes patrimonios se ha incrementado en España un 5,4% hasta alcanzar las 144.600 personas en 2012. Esta es la conclusión del Informe Anual sobre la Riqueza en el Mundo, elaborado por Capgemini y RBC. Según el estudio, en todo el mundo se han registrado niveles de riqueza récord en 2012, situando la población mundial con grandes patrimonios en 12 millones, lo que refleja un aumento del 9,2% con respecto a un año antes.
Un millón de personas se unieron a la población mundial de grandes fortunas.
 Este estudio los denomina "HNWIs" (por las siglas en inglés de Hight Net Worth Individuals), y los define como "aquellos individuos que tienen activos de inversión de un millón de dólares o más, excluyendo primera vivienda, coleccionables, consumibles y bienes de consumo duraderos".
Un millón de personas se unieron a la población mundial de grandes fortunas en 2012
La riqueza, reza el resumen del estudio que los responsables han distribuido, se recuperó en 2012, "impulsada por la recuperación global de los mercados de capital e inmobiliario". Las fortunas en conjunto de todos los que poseen grandes patrimonios aumentaron el 10%, hasta alcanzar la cifra récord de 46,2 billones de dólares (34,4 billones de euros). En 2011, sin embargo, el conjunto de los grandes patrimonios había disminuido un 1,7%. Pero el bache ha pasado.
La consultora y la firma de gestión de capital que realizan el informe anual señalan que su análisis está basado en las respuestas de más de 4.400 grandes fortunas de 21 países. En el caso de España, solo indica que el número de grandes patrimonios "se ha incrementado hasta situarse en 144.600 personas, un 5,4% más en 2012 respecto al año anterior".

Norteamérica, la tierra de los ricos

Norteamérica es la región con mayor número de grandes patrimonios, y tras haber sido superada el pasado año por Asia-Pacífico, vuelve al liderazgo de los hombre y mujeres ricos
. Tiene 3,73 millones de poseedores de grandes fortunas, mientras que región de Asia-Pacífico alcanzó los 3,68 millones de individuos multimillonarios.
Según el estudio, "todas las regiones experimentaron un fuerte crecimiento de la población de HNWI [grandes fortunas] y de su riqueza, excepto América Latina, que lideró el crecimiento en 2011, pero fracasó en 2012 debido al lento crecimiento del PIB y los desafíos de los mercados de capital".
Casi el 30% de la riqueza de los grandes patrimonios está en efectivos y depósitos
Otra de las conclusiones del estudio es que los ricos ahora se preocupan más por mantener su patrimonio que por procurar que crezca. "A pesar de las mejoras recientes en el mercado, un tercio (33%) de los grandes patrimonios están más centrados en preservar su riqueza, frente a sólo el 26% centrados en su crecimiento".
En esta misma línea, destaca que la gran mayoría del dinero va a productos considerados de bajo riesgo. Los millonarios diversifican sus inversiones, pero mantienen una sustancial parte en dinero líquido. "Casi el 30% de la riqueza de los grandes patrimonios está en efectivos y depósitos. Las diferencias regionales se muestran más claras en lo que se refiere a la renta variable, ocupando la mayor parte de la cartera de los HNWI de Norteamérica (37%), mientras que los grandes patrimonios en América Latina y Asia-Pacífico (excepto Japón) preferían inversión inmobiliaria (30% y 25% de la cartera, respectivamente)", asegura el análisis de Capgemini y RBC.

Dalí y Lorca, cartas de seducción


Salvador Dalí (izquierda) y Federico García Lorca.

“Tú eres una borrasca cristiana y necesitas de mi paganismo (...) yo iré a buscarte para hacerte una cura de mar. Será invierno y encenderemos lumbre. Las pobres bestias estarán ateridas. Tú te acordarás que eres inventor de cosas maravillosas y viviremos juntos con una máquina de retratar (…)”. Así de apasionado escribe Salvador Dalí en el verano de 1928 a su íntimo amigo Federico García Lorca. Era algo más, “un amor erótico y trágico, por el hecho de no poderlo compartir”, aclararía el pintor en 1986, en una carta al director publicada en EL PAÍS y dirigida a Ian Gibson, al que acusa de subestimar sus relaciones con el poeta, “como si se hubiera tratado de una azucarada novela rosa”.
La relación entre estos dos genios se dio, con altibajos, entre 1923 y 1936, y dio pie, colaboraciones artísticas aparte, a un intenso epistolario, una particular conversación iniciada en 1925 y que, por vez primera, puede leerse en su conjunto en Querido Salvador, Querido Lorquito (Elba), gracias a la labor del periodista Víctor Fernández.
Tan hábil como meticuloso, Fernández (que ha recuperado la erudita edición de las cartas de Dalí que anotó el estudioso Rafael Santos Torroella) ha reunido además la correspondencia que Lorca mantuvo también con el padre y la hermana del pintor, Ana María Dalí, y con Lidia de Cadaqués, extravagante personaje que se creía la reencarnación de La ben plantanda de Eugeni d’Ors. Tampoco es tanto epistolario. De la cartas del pintor al poeta aún han sobrevivido una cuarentena; de las de Lorca a Dalí, apenas siete. Fernández cree que la explicación a la diferencia aparece si se busca a la mujer. En este caso, a dos: “Una es Ana María, que vendió mucho material de archivo de su hermano tras la Guerra Civil; la otra es Gala, que por celos destruyó otras muchas; entre los papeles de García Lorca ha sido hallada una anotación que reza: “Gala no me gusta”; luego se sabe que Lorca era uno de los temas no gratos en casa de los Dalí cuando estaba Gala; entre los papeles del pintor hay cartas de Lorca recortadas con tijeras; a esa documentación tenía acceso poquísima gente, entre ellas la mujer del pintor”, sitúa Fernández.

Sexo y literatura

En una carta de Dalí a Lorca de 1928, comentando la aparición de ‘Romancero gitano’, Dalí mezcla sexo y crítica literaria: “Federiquito, en el libro tuyo (…) te he visto a ti, la bestiecita que eres, bestiecita erótica, con tu sexo y tus pequeños ojos de tu cuerpo (…) tu dedo gordo en estrecha correspondencia con tu p…”. (...) “Tu poesía se mueve dentro de la ilustración de los lugares comunes más estereotipados y más conformistas”.
Tras esas desapariciones está, según el compilador, la sombra de una pulsión homosexual. La correspondencia, pespunteada de dibujitos de uno y otro y de postales retocadas, “es un juego de seducción: Lorca da lo mejor de sí mismo, tratando de encandilar con su palabra a un Dalí que quiere estar a la altura intelectual del poeta. Uno intenta atrapar al artista en su tela de araña; el otro deja hacer hasta cierto punto”, opina Fernández.
No hay nada explícito en las cartas, ni tan siquiera una mención a la joven Margarita Manso, con la que Lorca mantiene relaciones sexuales a petición del propio Dalí, voyeur de un encuentro que fue una condición que impuso el pintor para mantener relaciones con el poeta. El sacrificio de García Lorca no sirvió de nada porque Dalí siguió sin ceder, en especial durante la segunda estancia del poeta en Cadaqués, en 1927, como después haría público en una soez entrevista con Max Aub.
El pintor surrealista, sin embargo, se sabe atractivo a los ojos del poeta y juega varias veces con las referencias sexuales. Lo practica incluso en una carta de principios de septiembre de 1928 en el contexto de una dura crítica literaria que el pintor hace a Lorca sobre su recién Romancero gitano (ver despiece).
Algunos estudiosos quisieron ver en esa misiva el inicio del final de la relación. “No hubo ruptura sino distanciamiento”, apunta Fernández, quien recuerda que hay correspondencia posterior y cita una carta en la que Lorca se ríe del pequeño timo que un Dalí necesitado de dinero intentó perpetrar contra los padres del poeta bajo el pretexto de que aún no había cobrado como escenógrafo de la obra de su hijo Mariana Pineda.
El distanciamiento sería aprovechado por Luis Buñuel, a su modo celoso, que va haciendo “una labor de zapa en esa relación”; el cineasta, hasta entonces con escaso eco intelectual y popular, acabaría realizando con Dalí el guion de Un perro andaluz, título en el que Lorca siempre se sintió aludido.
El mecanicismo, las películas de Buster Keaton, recomendaciones literarias de todo tipo (con referencias a Joyce incluidas) y explicaciones de cómo van sus respectivas obras, algunas comunes, van desfilando por las páginas de la correspondencia, que Fernández ha trufado con algún inédito, como un dibujo que el propio Dalí pidió que se llamara Lorca Dalí (1926), o una hoja de carta de la finca de Coco Chanel, donde se hospedó Dalí, de 1938, y en la que el artista dibujó una cabeza del ya asesinado García Lorca.
 “El poeta empezó a aparecer en dibujos suyos tras su muerte”, explica Fernández.
Defiende el compilador que Dalí tuvo una época lorquiana que dio frutos en doble sentido. En Lorca: una Oda a Salvador Dalí, publicada en la Revista de Occidente (y en apéndice en el libro): “Lorca no hizo nada así por nadie más”; Dalí, por su parte, habría reflejado al granadino en las pinturas La academia neocubista y en La miel es más dulce que la sangre, este último un cuadro en paradero desconocido pero del que el libro recoge un esbozo. Como obra en común quedará la pieza teatral Mariana Pineda, con figurines del pintor.
A Dalí le quedó la sensación de que podía haber evitado quizá la muerte de Federico. “Creía que no insistió lo suficiente para que le acompañara a Italia en 1936”. Cuando murió su esposa Gala, en 1982, Dalí se enrocó mentalmente y viajó a su juventud en la Residencia de Estudiantes, donde en 1923 conoció a Lorca y a Buñuel. En los huesos, negándose a comer, con 34 kilos, una de las enfermeras que atendió a Dalí en ese final dijo que en todo ese tiempo sólo le entendió una frase: “Mi amigo Lorca”.