Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

11 jun 2013

Karlsruhe y los bancos centrales ponen nerviosos a los mercados financieros

La incertidumbre ante un eventual rechazo por parte del Constitucional alemán al programa de ayuda del BCE y las dudas sobre el futuro de los planes de estímulo han puesto a los inversores a la defensiva, lo que ha decantado la sesión de este martes del lado de las ventas.
 A mediodía, las Bolsas europeas registraban recortes destacados con caídas del 1,5% en el caso del español Ibex 35 con la banca al frente de las pérdidas.
 Tampoco había buenas noticias en la deuda, donde el interés exigido a los bonos del Tesoro ha empeorado hasta el 4,7% y ha tocado su peor nivel en dos meses.
Con los títulos de deuda española a 10 años cotizando a estas rentabilidades, el diferencial con los bonos alemanes, de referencia por su estabilidad, se ha ido a los 308 puntos básicos (3,08 puntos porcentuales), unos ocho más que la víspera.
Sin embargo, el correctivo podría haber sido peor si no hubiera sido porque el bund también ha empeorado. Su interés ha avanzado hasta el 1,63%. En su caso, máximos desde febrero.
El programa del BCE, aunque no ha llegado a ponerse en práctica, está detrás de la mejora registrada en los mercados desde que se anunció la ayuda en agosto.
 La tregua, además, se ha visto reforzada en los últimos meses gracias a los planes de estímulo de EE UU y, sobre todo, Japón, lo que ha inundado de liquidez los mercados.
La clave es que la abundancia de dinero ha llevado a los inversores a dejar de lado los problemas de una economía europea que sigue inmersa en la crisis y no logra arrancar.
De hecho, uno de los principios más repetidos en las últimas semanas ha sido el de que cuando peor esté ahora la economía, mejor, pues eso obligará a los bancos centrales a seguir administrando fuelle. Sin embargo, a tenor de lo sucedido este martes, esta máxima se está empezando a poner en duda.
Las dudas han surgido en Asia de madrugada después de que el Banco de Japón haya concluido su comité de política financiera sin anunciar novedades con respecto al multimillonario plan de estímulo del Gobierno de Shinzo Abe
. La incertidumbre ha aumentando tras la apertura en europa con los inversores pendientes de Karlsruhe, donde la corte de Justicia alemana tiene su sede.
  No obstante, no se espera un rechazo tajante del Constitucional germano a la compra de bonos del BCE. Así, los expertos dan por hecho que no pondrá "obstáculos insalvables", tal y como señala el departamento de análisis de Bankinter
. Sin embargo, añaden, sí mostrarán algunos reparos.
"La incertidumbre condiciona los mercados tras la decepción que ha causado la decisión del Banco de Japón de mantener su política ya que, de esta manera, piensan que podrán hacer más para solucionar los problemas en los mercados de bonos nipón", ha dicho Eric Bernhardt, de Umbling AG.

10 jun 2013

La vigencia del anarquismo

Por Julián Casanova
Campesina de San Petersburgo. Bernardo Pérez
Campesina de San Petersburgo / Bernardo Pérez
En 1976 James C. Scott, actualmente profesor de Sociología y Antropología en la Universidad de Yale, publicó The Moral Economy of the Peasant. Rebellion and Subsistance in South East Asia.  En esa obra Scott anticipó un enfoque que explicaba la interacción entre la comunidad local y el mundo exterior vista desde la óptica de los campesinos. Nueve años después, el mismo Scott pulía y ampliaba ese modelo interpretativo en Weapons of the Weak. Everyday Forms of Peasant Resistance. Scott tenía razón: las ocasiones en que los campesinos se rebelaban y enfrentaban al estado y a las elites agrarias eran raras y extraordinarias y, sin embargo, la mayoría de los estudios sobre la protesta campesina estaban únicamente interesados en rebeliones y revoluciones.
 Mejor sería, para no seguir dando vueltas al mismo asunto, introducirse en ese terreno inexplorado, a caballo entre la pasividad y el desafío colectivo abierto, de las formas "corrientes" de la resistencia campesina.
El enfoque y las investigaciones de Scott resultaron tremendamente útiles
. Una etapa parecía quedar atrás: la de la búsqueda insistente -"y en vano"- de conflictos y acciones organizadas en el mundo campesino, adaptando crudamente un modelo que ya resultaba incluso estéril para el análisis de las clases trabajadoras urbanas.
Nuevos horizontes se abrían: bajo el término "everyday resistance" se recogían todas las "armas" que exhibían comúnmente los grupos subordinados y sin poder, desde el sabotaje e incendio de cosechas, a las roturaciones ilegales, pasando por el robo y el furtivismo.
 Dos maneras de ver la protesta, en suma: la que arrojaba su mirada a los raros momentos en que los campesinos se oponían abierta y violentamente al estado y a las elites agrarias; y la que prefería centrarse en esas otras formas de resistencia que, aunque menos llamativas y dramáticas, resultaban imprescindibles para comprender lo que los campesinos habían hecho históricamente para defender sus intereses frente al orden, fuera ese conservador, progresista o revolucionario.
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Segadores irlandeses en 1940 / Getty
Las formas de resistencia contempladas por Scott, constantes y persistentes, constituyen, en definitiva, los medios normales por los cuales los campesinos se han opuesto históricamente a las demandas sobre sus excedentes
. Han merecido escasa atención por parte de los historiadores, pero en absoluto resultan inofensivas: esa resistencia "rutinaria" puede, "acumulativamente", tener un apreciable impacto sobre las relaciones de clase y autoridad en el mundo rural.
Concebida así la resistencia, no hay por qué darle más importancia a la organizada y revolucionaria que a la individual y a la que parece mostrar, al no tener consecuencias revolucionarias, signos de acomodación con el sistema de dominio. En realidad, dirá Scott, la actividad política organizada y abierta es un "lujo" que históricamente pocas veces estuvo al alcance de las clases subordinadas. Tales actividades resultaban peligrosas, "cuando no suicidas".
 La mayoría de las clases subordinadas están mucho menos interesadas en cambiar las estructuras socioeconómicas y del estado que en sobrevivir dentro de ese sistema evitando su vertiente más opresiva. Y si alguna vez se producen esas transformaciones profundas en forma de revoluciones es porque el campesinado ha sido movilizado por fuerzas externas en el marco de conflictos más amplios -invasiones extranjeras o guerras civiles, por ejemplo- que debilitan y dividen a los poderes existentes y liberan a los campesinos de sus lazos tradicionales con la autoridad.
Con todo ese bagaje de reconocido científico social e investigador de campesinos, conflictos y pueblos marginales, Scott publicó el año pasado Two Cheers for Anarchism: Six Easy Pieces on Autonomy, Dignity and Meaningful Work and Play (Princeton University Press), que acaba de publicar Crítica en castellano, con el título de Elogio del anarquismo. En ese breve ensayo, de título y subtítulo muy significativos, Scott se pone las gafas anarquistas para combatir el valor de las jerarquías en nuestras sociedades capitalistas y democráticas.
Algo muy extraño en los tiempos que corren. Pero vale la pena entrar en la defensa que hace del anarquismo, mezclando historia y presente.
Elogio-del-anarquismo_9788498925739Su interés en la crítica anarquista del estado nació “de la desilusión y de las esperanzas frustradas de un cambio revolucionario”. Con el estudio de la historia, cayó en la cuenta “de que casi todas las grandes revoluciones victoriosas habían terminado creando un estado más poderoso que el que habían derrocado, un estado que, a su vez, podía extraerle más recursos, y ejercer un mayor control sobre la población a la que suponía que tenía que servir”. Ésa, en cualquier caso, ya había sido la tesis ampliamente razonada y divulgada por Theda Skocpol en su estudio States and Social Revolutions (1979). Los ejemplos clásicos de Francia, Rusia y China así lo probaban, pero también los más recientes de Vietnam y de las dictaduras establecidas en nombre del “socialismo real”.
 De las revoluciones salían estados más fuertes y represivos, y los sueños igualitarios se esfumaban, quebrados por el nuevo orden revolucionario.
Scott considera que “si uno se pone las gafas anarquistas y observa desde este ángulo la historia de los movimientos populares, de las revoluciones, de la política cotidiana y del estado, le saldrán a la luz determinadas percepciones que desde cualquier otro ángulo quedan oscurecidas”. Saldrán a la luz, sin duda, como ya anticipó Pierre-Joseph Proudhon, la cooperación sin jerarquía o sin el gobierno del estado, así como la confianza que los anarquistas depositaban en la cooperación espontánea y la reciprocidad. Esas gafas, así lo cree Scott, ofrecen “una imagen más nítida y una profundidad de campo mayor que la mayoría de las alternativas”.
Pero, dada las existencia de diversos anarquismos, algo que José Álvarez Junco expuso entre nosotros ya hace tiempo, Scott le ofrece al lector el tipo particular de  gafas que se tiene que poner para ver todo eso mejor. Así, rechaza la corriente dominante de “cientificismo utópico” tan omnipresente en el pensamiento anarquista a finales del siglo XIX y principios del XX. Y a diferencia de muchos pensadores anarquistas, no cree que el estado “sea siempre y en todas partes el enemigo de la libertad”.
Durruti
Durruti, fotografíado por Agustí Centelles/CDMH
Esto quiere decir que esas gafas no mirarían bien al anarquismo que triunfó en España en el siglo XX, el sindicalismo revolucionario, el único movimiento de masas anarquista que se mantuvo en la Europa de entreguerras, porque se definía claramente como "comunitario", "solidario", que confiaba en las masas populares para llevar a buen puerto la revolución, pero que tenía también como señas de identidad el antipoliticismo, la negación de las luchas electorales y parlamentarias, y la abolición del Estado. Su apuesta estaría más vinculada al otro anarquismo, al “individualista”, más elitista, que despreciaba a las masas y ensalzaba a la individualidades rebeldes.
En realidad, a Scott no le interesa, para probar sus argumentos, la historia de las diferentes manifestaciones que adquirió el movimiento libertario en el mundo durante las últimas décadas del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX.
 Una historia de sociedades obreras, de clandestinidad, de terrorismo, de individualidades rebeldes y de lucha política, interpretada por los anarquistas como antipolítica. Ni tampoco su labor ideológica-cultural,  la creación de canales de comunicación e información o  la puesta en práctica de toda una red cultural alternativa, proletaria, de base colectiva.

Y le importa mucho, por el contrario, y de ahí la validez y actualidad de sus planteamientos, la crítica anarquista del poder político y sus falacias acerca del desorden y la espontaneidad.  Viendo la historia con esas gafas, las revoluciones no son obra del trabajo de partidos revolucionarios,  “sino el resultado de una acción espontánea e improvisada ("aventurismo", en el léxico marxista)". Y los movimientos sociales organizados son, “el producto y no la causa” de las protestas y manifestaciones descoordinadas. Y para finalizar, “los grandes logros emancipadores de la libertad humana no han sido el resultado de procedimientos institucionales ordenados sino de la acción espontánea desordenada e impredecible que ha abierto una fractura en el orden social desde abajo”. La tropa existe, sin duda, pero lo que importan son los individuos. Ahí arranca y concluye su “elogio del anarquismo”.
Elogio del anarquismo, de James C. Scott, se acaba de publicar en España en la editorial Crítica.

Urdangarin ordenó falsear facturas para cobrar 240.000 euros al Gobierno Camps

Es un misterio........para qué quería tanto dinero Urdangarin? por donde pasaba una alfombra de Euros lo recibían, pero si llevaban una buena vida, ahora precisamente no sabemos dónde esta ni Cristina, ni la Reina Ni El Príncipe de Asturias, Leizia en algún concierto o con algún estilista.
La verdaad que nuera y yernos no han salido nada bien.

Querejeta: en el cine como en la vida

Querejeta con el Goya a la mejor película por 'Los lunes al sol' / GUILLEN (EFE)

Elías Querejeta siempre despreció ese concepto tan efímero y vacuo de la moda
. Tenía tan claro el cine que quería hacer como su forma de moverse por la vida.
 Todo en él desprendía personalidad, seducción y estilo. Desde su cuidada melena, su forma de vestir, casi siempre de oscuro, portando con sofisticada naturalidad sus eternos vaqueros de diseño, jerséis de cuello cisne, chaquetas de corte y caída impecables, gafas negras, al whisky que trasegaba cotidianamente sin prisas y sin pausas hasta que los médicos le exigieron que desertara de él y se conformara con alcohol no destilado, o los dos paquetes de tabaco rubio sin emboquillar que también se vio obligado a abandonar en sus últimos años.
Igualmente, ese hombre irónico y descreído ante tantas cosas, poseía una convicción ancestral e inquebrantable en otras, incluidas su inteligencia para analizar la realidad, sus gustos artísticos, su concepto de la ética, su visión de la política, su ardor polemista, su heterodoxa cultura (podía hacer una cita de Hegel en medio de una conversación sobre fútbol y que no sonara a pedantería), su olfato para descubrir el talento ajeno y hacerlo productivo.
Elías Querejeta en una imagen de archivo sin fecha.
Querejeta prolongó su sello personal a todo el cine que produjo. Esas películas, en las que al parecer se implicaba antes del rodaje hasta conseguir el mareo de los directores, pero a los que dejaba en libertad absoluta cuando empezaban a filmar, llevan inapelablemente la marca Querejeta, aunque el resultado final pertenezca a sus creadores.
 Y era un maestro a la hora de vender ese producto, luchaba por sus películas hasta la extenuación ante los siempre receptivos medios de comunicación, las movía internacionalmente utilizando su prestigio de gran productor europeo al servicio de un cine con ambiciones artísticas, intelectuales y críticas en un país que había vivido una interminable dictadura, las estrenaba en festivales con pedigrí, manipulaba con arte y constancia, era obsesivo en el control de todo lo que contaran en los medios sobre su cine (pasamos muchos años sin dirigirnos la palabra por su excesivo empeño en leer antes de su publicación alguna entrevista que le hice), sabía moverse inmejorablemente para lograr la financiación de su obra.
Celebro que gracias a su empeño naciera tanta criatura ambiciosa, con sed de trascendencia, autoconvencida de su distinción y de su calidad
Y en esa larga y pretendidamente selecta filmografía hay de todo.
 Personalmente, prescindiría de muchas de esas películas si tuviera que elegir mi propia filmoteca para vivir en una isla desierta, pero creo que existe absoluta coherencia por parte de su productor en el cine que le interesaba hacer, en unas características fijas, en un determinado tono (demasiado simbolismo, metáforas y cripticismo para mis ordinarios gustos), en su desapego por la narrativa tradicional y su adicción al cine que pretende ser de autor en cada plano.
Pero celebro que gracias a su empeño naciera tanta criatura ambiciosa, con sed de trascendencia, autoconvencida de su distinción y de su calidad.
Por ejemplo: me aburre o me irrita gran parte de la filmografía de Carlos Saura (excluyo La caza, Deprisa, deprisa y ¡Ay, Carmela!), pero puedo entender que encandilara durante un par de décadas al ilustrado público que ama el cine con inquietudes y mensaje. Y no albergo dudas de que creadores tan acreditados como Gutiérrez Aragón, Chávarri, Armendáriz, Erice, Gracia Querejeta, León de Aranoa o Martínez Lázaro hubieran hecho el cine que querían hacer con otros productores, pero no puede ser casual que Elías Querejeta les ofreciera la primera oportunidad de expresar su talento.
 Se supone que productores y directores se utilizan mutuamente, que ambos tienen mucho que ganar o perder, pero imagino que independientemente de las discusiones o los agobios que pudieran generarse en la creación de tanta opera prima, debe de existir una deuda de profundo agradecimiento por parte de esta gente hacia el poderoso productor que apostó por ellos, que se sintió interesado por su mundo cuando podía jugar sobre seguro.
Querejeta nunca dirigió una película, aunque confidencialmente y con insólito pudor en alguien tan arrogante asegurara que algún día lo haría. Tampoco produjo cine con la intención de hacerse rico a perpetuidad. La trágica prueba de esto es que en su vejez conoció la injusta ruina.
 Además de multitud de premios y del reconocimiento internacional como uno de los grandes productores europeos
, Querejeta debió de ganar mucho dinero con una filmografía que supera las cincuenta películas. Y se supone que lo invirtió en alimentar su pasión más duradera.
O sea, seguir haciendo cine, dotando a los directores de todo lo que necesitaran.
 Y por supuesto, nunca pensó en la jubilación, aunque en los últimos años solo produjera documentales que él se empeñaba orgullosamente en definir como cine.
Pero si la evidencia certifica que Berlanga es el mejor director en la historia del cine español (Buñuel realizó casi toda su obra en México y en Francia) y Fernán Gómez el actor más eminente (ya sé que también poseía más facetas admirables), nadie le discutirá la gloria a Querejeta de haber sido el productor más importante. Aunque ya no le sirva para nada.