Bankia cumplirá dos
años en Bolsa el próximo 20 de julio. En este corto periodo de tiempo ha
sufrido una transformación radical. La entidad ya no tiene el mismo
accionista de referencia —ha sido nacionalizada—, ni conserva el equipo
gestor con el que saltó al parqué —José Ignacio Goirigolzarri sustituyó a
Rodrigo Rato— y la terapia de choque aplicada para su saneamiento ha
revolucionado la estructura de su capital. “La Bankia actual es como una
especie de Frankenstein levantada con partes de diferentes
procedencias”, resume el responsable de la mesa de intermediación
bursátil de una entidad española.
El pasado martes finalizó el proceso por el cual
se ejecutaron de forma simultánea dos ampliaciones de capital.
“Una operación insólita y brutal”, reconocía esta semana en el Congreso
de los Diputados la presidenta de la CNMV, Elvira Rodríguez. La primera
ampliación, por valor de 10.700 millones de euros, corrió a cargo de
BFA, la matriz de Bankia controlada por el Estado, y ha servido para
reforzar el balance de la entidad. La segunda operación, valorada en
4.840 millones, ha permitido que los clientes pudieran canjear, aunque
con elevadísimas quitas, sus participaciones preferentes y deuda
subordinada por nuevos títulos de la entidad.
Al cierre de 2012 tenía 1.993 millones de títulos; ahora tiene 11.517 millones
En el último mes y medio el capital social de Bankia ha experimentado
un efecto acordeón con múltiples consecuencias: volatilidad, confusión
sobre el precio real de la acción, especulación y, al final del proceso,
la constatación de que existen lagunas en la Ley del Mercado de Valores
que permiten a los grandes inversores contar con ventajas competitivas
frente a los minoristas.
Para saber qué ha pasado realmente en este periodo con la cotización
hay que poner primero las cifras sobre la mesa. Al cierre de 2012,
Bankia contaba con 1.993.963.354 acciones. Tras aprobarse las
ampliaciones de capital, y para evitar que la negociación en Bolsa se
ahogase (como ocurrió en Banco de Valencia) se realizó una reducción del
valor nominal de los títulos y su posterior agrupación (contrasplit) en
la proporción de 100 por 1 lo que el número de acciones entre el 22 de
abril y el 28 de mayo, pasó a ser de 19.939.633. Actualmente, y tras la
entrega de los títulos de las dos ampliaciones, Bankia tiene la friolera
de 11.517.328.544 acciones.
Tras el
contrasplit y con el inicio del periodo de
suscripción preferente de la primera de las ampliaciones de capital, se
produjo una situación alejada de toda lógica del mercado. La fuerte
dilución que suponía la entrada en circulación de las nuevas acciones
llevaba a pensar en una caída del precio de la cotización de Bankia
para ajustarse a la nueva situación. Sin embargo, y durante algunas
sesiones,
los títulos se negaban a bajar.
Había gente dispuesta a comprar a pesar del riesgo que corría y casi
nadie en el lado de la oferta porque el Estado no iba a vender y los
pequeños accionistas que compraron acciones en la salida a Bolsa se
resistían a desprenderse de los títulos con tan fuertes minusvalías. El
resultado fue que el valor teórico de Bankia llegó a ser similar al de
Apple o Exxon, las empresas de mayor capitalización del mundo.
En paralelo, hubo hedge funds que supieron jugar bien sus cartas.
Apostaron por la lógica caída de Bankia poniéndose cortos. La operación
les ha reportado importantes plusvalías, aunque el coste para lograrlas
ha sido elevado. Fuentes del mercado explican que había muy poco papel
para prestar —el fondo de algo riesgo pide las acciones, las vende y las
recompra más baratas— y los inversores que lo lograron fue a costa de
pagar un tipo de interés que llegaba hasta el 300% anual. Uno de estos
hedge funds que han pescado en río revuelto, según los registros de la
CNMV, es GLG Partners, del grupo MAN, cuyo representante en España es el
príncipe búlgaro Kyril Saxe-Coburg.
La traca final del proceso de recapitalización ha desmostrado que la
asimetría del mercado no se produce solo con información privilegiada;
sino también cuando un grupo de inversores tiene conocimientos y
herramientas fuera del alcance de los pequeños ahorradores. La CNMV ha
sacado siempre pecho de que en España las ventas en corto al descubierto
(sin tener los títulos) están prohibidas. Es cierto en la teoría, pero
en la realidad existe un resquicio para desarrollar una estrategia
parecida al naked short selling, sin salirse del marco legal. Entre
aquellos que iban a recibir el 28 de mayo acciones por sus preferentes y
bonos subordinados había también inversores institucionales. Los
gestores de estos fondos temían que ese día la cotización se desplomara.
Para minimizar ese impacto usaron la argucia del D+3:
el jueves 23 de mayo dieron orden de vender los títulos ya que la
legislación les permite un margen de tres días para justificar las
ventas, justo el plazo que iban a tardar en recibir unas acciones de las
que ya se habían desprendido. Todo limpio.
Esta maniobra ha sido habitual en muchas ampliaciones de capital en España. Sin embargo, la
CNMV ha abierto una investigación
para averiguar si en el caso de Bankia ha habido abuso de mercado (el
jueves 23 de mayo se negoció 2,5 veces el capital social de la entidad).
Todavía no hay conclusiones. A la espera de estos resultados, queda
cruzar los dedos para que este Frankenstein bursátil eche a andar por sí
solo y no tenga un final tan desdichado como el de la novela de Mary
Shelley.
Consuelo para los que no vendieron
La tentación de muchos ahorradores que recibieron el pasado martes
acciones de Bankia por sus preferentes era venderlas ese mismo día, a
pesar de las grandes minusvalías que suponía esa decisión. Sin embargo,
quienes no lo hicieron tienen, de momento, premio ya que desde que se
ejecutaron las dos ampliaciones de capital los títulos de Bankia rebotan
un 46,6%. ¿Qué margen alcista tiene la cotización? Los analistas
reconocen que la recapitalización ha devuelto cierta normalidad a la
compañía. Sin embargo, recuerdan que la volatilidad aún será alta debido
a su carácter de penny stock(valor de la acción debajo de un euro) que
amplifica porcentualmente cualquier variación mínima en el precio de los
títulos.
Bankia tiene por delante, igual que el resto del sector financiero,
un trazado lleno de curvas (restricción crediticia, morosidad en pymes y
particulares) que podrían poner en cuestión su reciente vuelta a
beneficios. Además, debe enfrentarse a problemas propios de su
reestructuración como son la venta de activos y cierre de oficinas que
generarán, sin duda, presión añadida a su negocio.
Algunos factores técnicos pueden jugar a favor. Es probable que en la
revisión del Ibex 35 en septiembre Bankia pueda regresar al selectivo,
lo que supondría la entrada de dinero procedente de aquellos fondos que
replican la composición del índice. Además, varias casas de análisis han
reiniciado la cobertura del valor, lo que le dará mayor visibilidad
entre los inversores.