Otello es una tragedia de amor, celos, frustración y
ambición.
Y también es una historia de racismo
. Otello es negro y Yago lo odia, porque envidia el amor de Desdémona por el moro de Venecia y porque “es racista”.
Lo dice Zubin Mehta, repentinamente, mientras explica la ópera Otello, de Giuseppe Verdi, que se estrena este sábado en el Palau de les Arts de Valencia.
El maestro indio da pie en ese momento a preguntarle sobre el racismo en el mundo de la música clásica y de la ópera.
Zubin Mehta, de 77 años, arquea las cejas y responde asintiendo que se podría “hablar tanto...”, y aunque en ese momento no quiere extenderse, casi de inmediato lanza unos cuantos dardos bien afilados en dirección a las prácticas racistas que en el pasado se produjeron en el mundo de la música. Y también en el presente.
El músico empieza recordando las décadas de los 50 y 60 del siglo XX en el sur de Estados Unidos, “cuando los negros no podían cantar ni podían ocupar las habitaciones de determinados hoteles”.
Continúa con América del Sur, donde, sostiene, los indígenas tuvieron muchos problemas en Argentina y en otros países para cantar y se detiene de manera especial en el caso actual de Hungría.
. El director de escena, el italiano Davide Livermore, explica que el referente histórico y teatral es claro, aunque la “estructura caleidoscópica” y las proyecciones de imágenes convierten el espacio en una “creación pura, intemporal” y única, donde transcurren todas las escenas.
Para Livermore, nada debe obstaculizar el disfrute de la música de Verdi, que representa el “verdadero espíritu de Italia”.
El director musical vitalicio de la Orquesta Filarmónica de Israel
afirma de manera tajante que en el país magiar hay “antisemitismo en el
teatro de la ópera de Budapest”.
“Es una ley no escrita”, añade, “pero no se contratan judíos allí. Conozco artistas, músicos judíos que se niegan a ir a Hungría actuar por ese motivo”, añade.
Luego Zubin Mehta alude a la ideología del actual primer ministro húngaro, el populista conservador Vícktor Orbán, señalando que “se encuentra muy a la derecha”. Mehta se suma así a las muchas voces críticas con el gobierno de Hungría por su “alejamiento de los principios democráticos”, según constata un reciente informe del Parlamento Europeo.
Precisamente, el Congreso Internacional Judío se reunió en Budapest este mismo mes para poner de manifiesto esa deriva antisemita del país del gran compositor Béla Bartók, cuya tercera fuerza política es la ultraderechista Jobbik.
El director indio asegura que solo ha sufrido en sus propias carnes un episodio aislado de racismo en Inglaterra, más concretamente en Liverpool, pero le quita importancia y no entra de lleno. Prefiere pasar a otra cosa.
A propósito del 200 aniversario del nacimiento de Wagner, que se celebra este año, Mehta sostiene que si eres músico no puede dejar de gustarte su música, aunque fuera el compositor fetiche de los nazis
. Desdeña por minoritaria la decisión de algunos músicos judíos de no interpretar las obras del compositor alemán y recuerda que grandes directores y pianistas judíos como Daniel Barenboim y James Levine o como el director Georg Solti han participado en el festival wagneriano de Bayreuth.
La música debe conciliar, sostiene Mehta. Por eso se muestra entusiasmado con el concierto en la conflictiva ciudad de Cachemira que reunirá a la población hindú y musulmana y que él proyecta dirigir con la Orquesta de la Ópera de Múnich. Acaba de recibir la llamada de confirmación de Sonia Gandhi, que fue esposa del fallecido primer ministro Rajiv Gandhi y hoy preside el poderoso Partido del Congreso que gobierna India.
De carácter abierto y vehemente, Zubin Mehta transmite su pasión por la ópera Otello y por el montaje inaugural del Festival del Mediterrani del Palau de les Arts, que la crisis ha reducido a un espectáculo de ópera y dos conciertos. También se cumplen dos centurias del nacimiento de Giuseppe Verdi y esta versión operística de la obra de William Shakespeare, “con el corno inglés, el clarinete bajo...”, es la más “wagneriana” de las composiciones del maestro italiano, a juicio del director.
No es fácil encontrar un Otello que pueda competir con el recuerdo paradigmático de Plácido Domingo en ese papel. Tras varios cambios, será el tenor estadounidense Gregory Kunde quien intentará reeditar la aclamación que recibió el pasado año en Italia por su encarnación del moro de Venecia.
“Claro que me fijo en Plácido Domingo”, comenta el tenor, en compañía de la intendente del Palau de les Arts, Helga Schmidt.
Otello compite en protagonismo con Yago, que interpreta el barítono español Carlos Álvarez —“está perfecto en el papel”, apostilla Mehta; “completamente recuperado de su enfermedad, apunta la intendente Helga Schmidt—. La joven soprano italiana Maria Agreste (Desdémona) completa el trío de personajes. Mehta concluye destacando la excelencia del Cor de la Generalitat y de la Orquestra de la Comunitat Valenciana y reclamando que se “conserve la calidad” de la programación del Palau de les Arts, para lo que necesita “el apoyo de los gobiernos”.
Y también es una historia de racismo
. Otello es negro y Yago lo odia, porque envidia el amor de Desdémona por el moro de Venecia y porque “es racista”.
Lo dice Zubin Mehta, repentinamente, mientras explica la ópera Otello, de Giuseppe Verdi, que se estrena este sábado en el Palau de les Arts de Valencia.
El maestro indio da pie en ese momento a preguntarle sobre el racismo en el mundo de la música clásica y de la ópera.
Zubin Mehta, de 77 años, arquea las cejas y responde asintiendo que se podría “hablar tanto...”, y aunque en ese momento no quiere extenderse, casi de inmediato lanza unos cuantos dardos bien afilados en dirección a las prácticas racistas que en el pasado se produjeron en el mundo de la música. Y también en el presente.
El músico empieza recordando las décadas de los 50 y 60 del siglo XX en el sur de Estados Unidos, “cuando los negros no podían cantar ni podían ocupar las habitaciones de determinados hoteles”.
Continúa con América del Sur, donde, sostiene, los indígenas tuvieron muchos problemas en Argentina y en otros países para cantar y se detiene de manera especial en el caso actual de Hungría.
Un escenario que remite al teatro isabelino
El escenario del Otello que este sábado llegará al escenario del Palau remite al teatro isabelino de forma circular de The Globe, donde Shakespeare y su compañía The King Men estrenaron obras como Macbeth, Hamlet y la misma Otello. El director de escena, el italiano Davide Livermore, explica que el referente histórico y teatral es claro, aunque la “estructura caleidoscópica” y las proyecciones de imágenes convierten el espacio en una “creación pura, intemporal” y única, donde transcurren todas las escenas.
Para Livermore, nada debe obstaculizar el disfrute de la música de Verdi, que representa el “verdadero espíritu de Italia”.
“Es una ley no escrita”, añade, “pero no se contratan judíos allí. Conozco artistas, músicos judíos que se niegan a ir a Hungría actuar por ese motivo”, añade.
Luego Zubin Mehta alude a la ideología del actual primer ministro húngaro, el populista conservador Vícktor Orbán, señalando que “se encuentra muy a la derecha”. Mehta se suma así a las muchas voces críticas con el gobierno de Hungría por su “alejamiento de los principios democráticos”, según constata un reciente informe del Parlamento Europeo.
Precisamente, el Congreso Internacional Judío se reunió en Budapest este mismo mes para poner de manifiesto esa deriva antisemita del país del gran compositor Béla Bartók, cuya tercera fuerza política es la ultraderechista Jobbik.
El director indio asegura que solo ha sufrido en sus propias carnes un episodio aislado de racismo en Inglaterra, más concretamente en Liverpool, pero le quita importancia y no entra de lleno. Prefiere pasar a otra cosa.
A propósito del 200 aniversario del nacimiento de Wagner, que se celebra este año, Mehta sostiene que si eres músico no puede dejar de gustarte su música, aunque fuera el compositor fetiche de los nazis
. Desdeña por minoritaria la decisión de algunos músicos judíos de no interpretar las obras del compositor alemán y recuerda que grandes directores y pianistas judíos como Daniel Barenboim y James Levine o como el director Georg Solti han participado en el festival wagneriano de Bayreuth.
La música debe conciliar, sostiene Mehta. Por eso se muestra entusiasmado con el concierto en la conflictiva ciudad de Cachemira que reunirá a la población hindú y musulmana y que él proyecta dirigir con la Orquesta de la Ópera de Múnich. Acaba de recibir la llamada de confirmación de Sonia Gandhi, que fue esposa del fallecido primer ministro Rajiv Gandhi y hoy preside el poderoso Partido del Congreso que gobierna India.
De carácter abierto y vehemente, Zubin Mehta transmite su pasión por la ópera Otello y por el montaje inaugural del Festival del Mediterrani del Palau de les Arts, que la crisis ha reducido a un espectáculo de ópera y dos conciertos. También se cumplen dos centurias del nacimiento de Giuseppe Verdi y esta versión operística de la obra de William Shakespeare, “con el corno inglés, el clarinete bajo...”, es la más “wagneriana” de las composiciones del maestro italiano, a juicio del director.
No es fácil encontrar un Otello que pueda competir con el recuerdo paradigmático de Plácido Domingo en ese papel. Tras varios cambios, será el tenor estadounidense Gregory Kunde quien intentará reeditar la aclamación que recibió el pasado año en Italia por su encarnación del moro de Venecia.
“Claro que me fijo en Plácido Domingo”, comenta el tenor, en compañía de la intendente del Palau de les Arts, Helga Schmidt.
Otello compite en protagonismo con Yago, que interpreta el barítono español Carlos Álvarez —“está perfecto en el papel”, apostilla Mehta; “completamente recuperado de su enfermedad, apunta la intendente Helga Schmidt—. La joven soprano italiana Maria Agreste (Desdémona) completa el trío de personajes. Mehta concluye destacando la excelencia del Cor de la Generalitat y de la Orquestra de la Comunitat Valenciana y reclamando que se “conserve la calidad” de la programación del Palau de les Arts, para lo que necesita “el apoyo de los gobiernos”.