Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

30 may 2013

Otello, una tragedia racista?


Zubin Mehta, ayer en su camerino del Palau de les Arts de Valencia, antes del ensayo de 'Otello'. / TANIA CASTRO

Otello es una tragedia de amor, celos, frustración y ambición.
 Y también es una historia de racismo
. Otello es negro y Yago lo odia, porque envidia el amor de Desdémona por el moro de Venecia y porque “es racista”.
 Lo dice Zubin Mehta, repentinamente, mientras explica la ópera Otello, de Giuseppe Verdi, que se estrena este sábado en el Palau de les Arts de Valencia.
 El maestro indio da pie en ese momento a preguntarle sobre el racismo en el mundo de la música clásica y de la ópera.
Zubin Mehta, de 77 años, arquea las cejas y responde asintiendo que se podría “hablar tanto...”, y aunque en ese momento no quiere extenderse, casi de inmediato lanza unos cuantos dardos bien afilados en dirección a las prácticas racistas que en el pasado se produjeron en el mundo de la música. Y también en el presente.
 El músico empieza recordando las décadas de los 50 y 60 del siglo XX en el sur de Estados Unidos, “cuando los negros no podían cantar ni podían ocupar las habitaciones de determinados hoteles”.
 Continúa con América del Sur, donde, sostiene, los indígenas tuvieron muchos problemas en Argentina y en otros países para cantar y se detiene de manera especial en el caso actual de Hungría.

Un escenario que remite al teatro isabelino

El escenario del Otello que este sábado llegará al escenario del Palau remite al teatro isabelino de forma circular de The Globe, donde Shakespeare y su compañía The King Men estrenaron obras como Macbeth, Hamlet y la misma Otello
. El director de escena, el italiano Davide Livermore, explica que el referente histórico y teatral es claro, aunque la “estructura caleidoscópica” y las proyecciones de imágenes convierten el espacio en una “creación pura, intemporal” y única, donde transcurren todas las escenas.
 Para Livermore, nada debe obstaculizar el disfrute de la música de Verdi, que representa el “verdadero espíritu de Italia”.
El director musical vitalicio de la Orquesta Filarmónica de Israel afirma de manera tajante que en el país magiar hay “antisemitismo en el teatro de la ópera de Budapest”.
“Es una ley no escrita”, añade, “pero no se contratan judíos allí. Conozco artistas, músicos judíos que se niegan a ir a Hungría actuar por ese motivo”, añade.
 Luego Zubin Mehta alude a la ideología del actual primer ministro húngaro, el populista conservador Vícktor Orbán, señalando que “se encuentra muy a la derecha”. Mehta se suma así a las muchas voces críticas con el gobierno de Hungría por su “alejamiento de los principios democráticos”, según constata un reciente informe del Parlamento Europeo.
Precisamente, el Congreso Internacional Judío se reunió en Budapest este mismo mes para poner de manifiesto esa deriva antisemita del país del gran compositor Béla Bartók, cuya tercera fuerza política es la ultraderechista Jobbik.
El director indio asegura que solo ha sufrido en sus propias carnes un episodio aislado de racismo en Inglaterra, más concretamente en Liverpool, pero le quita importancia y no entra de lleno. Prefiere pasar a otra cosa.
A propósito del 200 aniversario del nacimiento de Wagner, que se celebra este año, Mehta sostiene que si eres músico no puede dejar de gustarte su música, aunque fuera el compositor fetiche de los nazis
. Desdeña por minoritaria la decisión de algunos músicos judíos de no interpretar las obras del compositor alemán y recuerda que grandes directores y pianistas judíos como Daniel Barenboim y James Levine o como el director Georg Solti han participado en el festival wagneriano de Bayreuth.
La música debe conciliar, sostiene Mehta. Por eso se muestra entusiasmado con el concierto en la conflictiva ciudad de Cachemira que reunirá a la población hindú y musulmana y que él proyecta dirigir con la Orquesta de la Ópera de Múnich. Acaba de recibir la llamada de confirmación de Sonia Gandhi, que fue esposa del fallecido primer ministro Rajiv Gandhi y hoy preside el poderoso Partido del Congreso que gobierna India.
De carácter abierto y vehemente, Zubin Mehta transmite su pasión por la ópera Otello y por el montaje inaugural del Festival del Mediterrani del Palau de les Arts, que la crisis ha reducido a un espectáculo de ópera y dos conciertos. También se cumplen dos centurias del nacimiento de Giuseppe Verdi y esta versión operística de la obra de William Shakespeare, “con el corno inglés, el clarinete bajo...”, es la más “wagneriana” de las composiciones del maestro italiano, a juicio del director.
No es fácil encontrar un Otello que pueda competir con el recuerdo paradigmático de Plácido Domingo en ese papel. Tras varios cambios, será el tenor estadounidense Gregory Kunde quien intentará reeditar la aclamación que recibió el pasado año en Italia por su encarnación del moro de Venecia.
 “Claro que me fijo en Plácido Domingo”, comenta el tenor, en compañía de la intendente del Palau de les Arts, Helga Schmidt.
Otello compite en protagonismo con Yago, que interpreta el barítono español Carlos Álvarez —“está perfecto en el papel”, apostilla Mehta; “completamente recuperado de su enfermedad, apunta la intendente Helga Schmidt—. La joven soprano italiana Maria Agreste (Desdémona) completa el trío de personajes. Mehta concluye destacando la excelencia del Cor de la Generalitat y de la Orquestra de la Comunitat Valenciana y reclamando que se “conserve la calidad” de la programación del Palau de les Arts, para lo que necesita “el apoyo de los gobiernos”.

Parece Mentira pero es Verdad

Encerrarse en una silla

Por: | 29 de mayo de 2013
Lina-Bo-Bardi-Bowl

Una productora de muebles sin clásicos es como una librería sin fondo que solo vende novedades. Los clásicos solo consiguen serlo cuando superan la prueba del tiempo. Recuperarlos significa asumir las lecciones y no dejar de enseñarlas. El mensaje de uno de los primeros (y escasos) diseños industriales realizados por Lina Bo Bardi es ese: una impagable contradicción.
Su butaca Bowl  fue portada de la revista American Interiors en 1953 y ya entonces se entendió como lo que sigue siendo hoy: un asiento que no necesita perder la elegancia para remitir a otra forma de vida. La butaca semiesférica, apoyada en una sencilla estructura metálica de cuatro patas ofrecía (ofrece) una forma libre de sentarse, tumbarse y hasta encerrarse en un sillón. El protocolo había dejado paso a la comodidad, pero de la manera más formal del mundo.
La italiana Lina Bo Bardi ideó la silla nada más llegar a Brasil, en 1951, y lo hizo para amueblar su famosa vivienda, la casa de cristal de Sâo Paulo que, por ende, fue el primer proyecto que levantó en solitario. Más tarde Bo Bardi llegaría a renegar de esa incursión en la producción industrial, y hasta del componente abstracto de su propia vivienda, cuando decidió reivindicar la manufactura la artesanía y el contacto entre trabajador y producto en sus posteriores proyectos, intervenciones y diseños.
Recuperar esta pieza supone también recuperar esta historia: la de una joven Bo Bardi, recién salida del estudio de Gio Ponti y en cierto modo indecisa en la manera de contribuir al desarrollo industrial y cultural de un lugar que presintió que iba a convertirse en su país y donde se quedó hasta que murió en 1992. Este año la empresa Arper ha producido, con la autorización del Instituto Lina Bo Bardi, 500 piezas que recuperan del olvido la butaca que la arquitecta ideó para su casa de cristal y en la que uno puede encerrarse a leer o a pensar.
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¿A quién teme Amancio Ortega?

¿A quién teme Amancio Ortega?

Tadashi Yanai, fundador y presidente de Uniqlo, se ha propuesto un objetivo claro para 2020: desbancar a Zara. Pero para ello tendrá que pasar por encima del tercer hombre más rico del mundo.

Te amargarán la vejez

El lindo país del comisario Olli Rehn es Finlandia. En alguna cosa España debería aspirar a ser como Finlandia. En su Estado del bienestar
. Finlandia invierte en sus pensiones el 12% de su PIB, más que el 11,3% de la media comunitaria, mucho más que el 10,1% de España (“2012-Ageingreport”,http://ec.europa.eu/, datos de 2010).
Y aún irá a más. Hasta 2030, Finlandia aumentará el peso de las pensiones en su economía hasta 3,4 puntos más de PIB; casi tres veces más que la media de la OCDE (1,2 puntos) y ¡ocho veces largas! más que España (cuatro décimas), según reveló ayer el Informe de Perspectiva Económica de la OCDE (en www.elpais.es, página 212).
Y sin embargo, el comisario impele a España a bajar el gasto en pensiones, algo más discutible que su sensata conseja de afrontar una reforma fiscal integral.
¿Discutible? Al menos de la manera en que se está traduciendo el mensaje. Veamos. Hay algo indiscutible: el sistema de pensiones encara un doble tsunami, económico y demográfico. La recesión reduce el número de cotizantes; las pensiones de los nuevos jubilados son más altas que las de generaciones anteriores; aumentan las prejubilaciones a causa de los ERE..
. El tsunami se resume en dos cifras: 11.000 y 1,97.
Once mil. Por vez primera en muchos años, la Seguridad Social exhibió en 2012 un serio déficit, de 11.000 millones, que el Gobierno sacó del Fondo de Reserva (7.000) y de las mutuas (4.000). Y 1,97 es el número de cotizantes cuyas contribuciones financian a cada pensionista. El máximo fue de 2,53, en 2007. Un sistema se considera sostenible cuando al menos 2,1 cotizantes sostienen a un pensionista.
Llegó el profesor Franz de Copenhague: bajar las pensiones según baje el saldo presupuestario
Pero atención, aquí el factor del ciclo pesa mucho, la crisis es mucho peor. No puede decirse que España dedique demasiado dinero a su tercera edad, porque no es cierto.
 La media de los países europeos en ese gasto es un punto superior a la española. Y en los países más similares, muy muy superior, en la mitad: 14,6 puntos en Francia, 15,3 en Italia, por los 10,1 puntos españoles. Y no tenemos noticia de que esos países afronten ningún ultimátum.
Y eso que en Italia no hay tope en la cuantía de la pensión (en España es de 2.548 euros mensuales brutos), que hasta ahora ha equivalido al 80% del último sueldo. Y no hay incompatibilidad entre varias pensiones, como emblematiza el sutil Giuliano Amato, que cobra como exprofesor, exdiputado y exministro. En Francia, el techo es del 70%.
Si urge una profunda reforma de las pensiones, hágase en un marco europeo. Que toque a todos, y no para “sujetar” a un país concreto. Como ocurrió en 2011, cuando muchos elevaron la edad de jubilación. De forma que la edad media de retiro efectivo será en 2020 de 63,5 años, y en todos los países, salvo en Luxemburgo, superior a 61 años. Basta ya de dar bazas a quienes nos presentan a Europa como a una antipática señorita Rotenmeier.
Mientras tanto eso —tampoco— sucede, al menos hay que retocar el sistema, para evitar que capote, aunque aún le quedan unas reservas de 63.008 millones, el 5,93% del PIB. Las recetas convencionales se resumen en una, rebajar la cuantía de las pensiones, el pensionazo: romper el compromiso de aumentarlas según el IPC, ampliar el periodo de cotización para tener derecho a la prestación entera, adelantar el aplazamiento de la jubilación a los 67 años
. Todo eso supone meter mano a los bolsillos de los pensionistas. Algunas ideas nuevas, como dos de las generadas en la Comisión presidida por Víctor Pérez Díaz, son peregrinas: indexar las pensiones a las disponibilidades presupuestarias es reducirlas a una política residual, de contables y manguitos. Limitarlas por arriba al IPC en tiempos de bonanza sin fijar topes por abajo es una cláusula-techo cuya inequidad recuerda las cláusulas-suelo de las hipotecas.
El razonamiento ha de ser inverso: ¿queremos pensiones dignas? Si es así, para que sean sostenibles puede hacerse algo más que bajarlas, mecanismo apto incluso para el profesor Franz de Copenhague. Pueden aumentarse las cotizaciones sociales.
 Aunque su nivel es alto (la máxima es del 28,3%), lo que penaliza el empleo, se pueden arbitrar recursos fiscales que las reemplacen en parte: hay un margen de ocho puntos hasta igualar la presión fiscal comunitaria media. Pues eso, una reforma fiscal integral. O eso, o te amargarán la vejez.