Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

17 may 2013

Aprobado el suicidio asistido en Vermont

Tras la firma del Gobernador, este Estado se unirá a Washington, Oregón y Montana en legalizar la práctica.

Dos pacientes se aferran en un hospital. / AFP

El derecho a morir sin dolor será muy pronto una realidad en Vermont (Estados Unidos).
 Con la victoria de la ley, denominada End of Life Choice Bill, en el Senado (17/13) y en la Cámara de Representantes con 75 votos a favor y 65 en contra, solo queda la firma del Gobernador, Peter Shumlin, un gran defensor de esta medida, para que entre en vigor.
 La aprobación definitiva está prevista para dentro de cinco días.
"La decisión tomada en Vermont va a influir en el debate nacional a este respecto, pero hay que entender que el reconocimiento del suicidio asistido por parte de este Estado llega después de un debate interno acalorado y meditado.
 Hemos mantenido un diálogo muy respetuoso sobre un tema tan difícil como es la muerte digna, que cuenta con argumentos muy poderosos entre los que están en contra y entre los que la respaldan", explicó el Gobernador.
Tras la aprobación definitiva, Vermont se convertirá en el cuarto Estado junto a Oregón, Washington y Montana en contar con esta legislación, y en el primero de la costa Este en permitir que los médicos administren drogas letales a los enfermos terminales
. Es la primera vez que un Estado ha concedido la aprobación legislativa a una regulación de este tipo. Oregón y Washington consiguieron legalizar la muerte digna por referéndum y una sentencia judicial lo hizo en Montana.
 En otros Estados no ha salido adelante.
 Massachussets llevó la iniciativa a referéndum el año pasado, pero la medida fue derrotada, en gran parte, por la fuerte campaña que llevaron a cabo grupos contrarios como católicos y antiabortistas.
La ley de Muerte Digna aprobada en Vermont es bastante similar a la planteada en Oregón en 1997.
 Esta regulación fue la primera en EE UU en permitir a los médicos recetar fármacos para acelerar el fallecimiento de los enfermos con un pronóstico de vida máximo de seis meses.
 Además, la regulación requiere que el paciente terminal sea capaz de ingerir los medicamentos sin ayuda externa y que este haya solicitado el tratamiento al menos tres veces, una por lo menos por escrito, en las que especifica que desea morir.
Algunos críticos a la ley continúan alzando la voz en el Estado.
 "Esta norma es potencialmente peligrosa en cuánto al abuso de su utilización en personas discapacitadas, como los ancianos", dijo la republicana Carolyn Branagan a la agencia a AP.
 "No se trata de cuidado médico. Es justo lo opuesto", añadió.
Mientras que entre aquellos que apoyan la medida el sentimiento es muy diferente.
"Esta regulación no juzga el valor de la vida humana, sino que habla del valor de la libertad personal y del derecho a que cada uno pueda hacer su propias elecciones", aseguró el demócrata Richard McCormack a la agencia AP. "Es un paso importante para los enfermos terminales de Vermont y un gran paso para toda la región y para el país", agregó un portavoz de Patients Choice.
Sí finalmente Shumlin firma la ley, Vermont pasará a un modelo más permisivo a los tres años (1 de julio de 2016) que implicará una evaluación menos estricta por parte del Gobierno.
 Aunque este punto de la ley es el más criticado y posiblemente desaparezca antes de esta fecha y se mantenga el modelo similar al de Oregón.
El suicidio asistido por un médico no es algo común en los Estados que lo permiten
. En Oregón, desde 1998 hasta 2011 se han otorgado 935 licencias para administrar este tipo de fármacos, de las que unas 596 se han usado realmente.
 En Washington, Estado que implantó la ley en 2009, 103 pacientes terminales han solicitado el tratamiento y de ellos 70 lo han llevado a cabo.

 

El mundo de Kath

La película es uno de los debuts más valiosos y menos estridentes del cine español en lo que va de año.


La fotógrafa de Fernando Baños Fidalgo, uno de los debuts más valiosos y menos estridentes del cine español en lo que va de año, es la tercera película de la temporada que, con mayor o menor grado de explicitud, parece citar la famosa pintura Christina’s World de Andrew Wyeth.
 Esa evocadora e inquietante pieza del realismo pictórico americano de mediados del siglo XX es uno de los cuadros que sobreviven a una invasión extraterrestre en Oblivion de Joseph Kosinski y una de las referencias visuales que parece manejar la sinfonía trascendental de la maltratada To the Wonder de Terrence Malick.
 En la película de Baños, la cita no es explícita, quizá sólo se trate de un eco inconsciente, pero La fotógrafa se abre con un virtuosa panorámica circular que relaciona a una mujer con el exterior de una casa aislada en medio del campo: en el interior de la casa, aguarda el misterio, la memoria de una madre que murió tras perder sus recuerdos y, quizá, una revelación sobre el origen de esa protagonista que, en uno de los muy imaginativos y eficaces juegos de puesta en escena que propone la película, se desdobla en su yo infantil.
 De los tres posibles guiños a la obra de Andrew Wyeth, el que propone la película de Baños es el más fiel a la calidad enigmática del original, planteando esa escena de apertura como la presentación de un misterio que necesita ser desvelado.
 Si la identidad de esta opera prima no fuera tan acusada y distintiva, uno podría sentirse tentado de escribir que La fotógrafa pasaría por ser hija ilegítima de Christina’s World y Blow-up (Deseo de una mañana de verano) (1966) de Michelangelo Antonioni.

LA FOTÓGRAFA

Dirección: Fernando Baños Fidalgo. Intérpretes: Zay Nuba, Susi Sánchez, Héctor Molinar, Emilio Linder, Manuel Campodónico. Género: Drama. España, 2012. Duración: 80 minutos.
Las imágenes que tomó Sara (Susi Sánchez), la fotógrafa del título, de un joven golpeando un camión hidrante con un monopatín, durante los enfrentamientos en la Argentina del corralito, pone en marcha la indagación de Kath (Zay Nuba), hija de la reportera, sobre el verdadero sentido de esos documentos. Sus pesquisas acabarán desenterrando un doloroso secreto fraguado en los años de la dictadura de Videla. Fernando Baños Fidalgo cuenta su historia con frecuente y elegante uso de elaborados planos secuencia, que funden los distintos tiempos del relato, subrayando sin efectismos el estrecho vínculo que une presente y pasado: el presente es, siempre, una declinación, a veces trágica, de la Historia colectiva y la historia particular de los padres
. El sorprendente planteamiento formal de la película no está al servicio del exhibicionismo estilístico, sino de la legibilidad del conjunto y de la amplificación de su sentido. La fotógrafa no es sólo una película rodada de manera exquisita, sino un relato muy bien contado, en el que quizá desconcierta cierta opacidad en las interpretaciones durante su primer tramo.
La fotógrafa ha contado con el apoyo en la producción de Pere Portabella, que no sólo vuelve a acreditar su buen gusto y voluntad de riesgo –su nombre está asociado a películas tan relevantes como Los golfos, El cochecito (1960) y Viridiana (1961), entre otros títulos-, sino que parece encontrar en la figura del cineasta debutante a un posible heredero de ese equilibrio entre compromiso ideológico y riesgo formal que distingue su recién editada en DVD Obra Completa como director.

 

Roban un millón en joyas en el festival de Cannes


Las actrices Zhang Ziyi, con un espectacular collar y Ludivine Sagnier, en la alfombra roja de Cannes. / GETTY

En Cannes no se habla hoy solo de cine, también se habla de un robo.
 La policía ha informado de que han sido sustraídas piezas por valor de un millón de dólares de una suite del hotel Novotel de la ciudad, que no es uno de los grandes en los que se hospedan las estrellas que acuden al festival. El suceso ha ocurrido la noche del jueves al viernes.
El portavoz policial no ha informado de que tipo de piedras se trata ni a quien iban destinadas.
 Solo se ha sabido que las usó una actriz que las empleó solo para pasearse por la alfombra roja, ser fotografiada y que más tarde devolvió.
El año pasado, la actriz y productora argentina Martina Gusmán, miembro del jurado del 65 Festival de Cannes, fue víctima de un robo en la habitación del lujoso hotel en el que se alojaba.
Y es que si en las salas de cine las estrellas son las películas, en la alfombra roja, los vestidos y las joyas se convierten en protagonistas.
 De ahí que todas las grandes firmas intenten estar presentes con sus mejores piezas en todos los festivales y más aún en uno grande como el de Cannes.
 Chopard es una de las grandes marcas en joyería que colabora con las artistas que están este año en la Costa Azul y la que ha sido objeto de este espectacular robo.
Es habitual que las actrices lleven grandes piezas de joyería en este tipo de eventos. Son las firmas quienes se acercan a ellas. La difusión que se alcanzan en una alfombra roja como la de Cannes es mucho mayor que algunas campañas publicitarias.
Chopard es una de las firmas que más usan las grandes estrellas por sus exclusivos diseños. La marca essuiza y no solo produce joyas, también relojes y accesorios de lujo.
 Fue fundada por Louis-Ulysse Chopard en 1860. Desde hace tiempo es una de las patrocinadores del festival de Cannes.

Sofia Coppola: el triunfo del vacío

Emma Watson, Sophia Coppola y Katie Chang en la presentación de 'The Bling Ring'. / Pascal Le Segretain (Getty Images)

Sofia Coppola sigue provocando, a sus 42 años recién cumplidos, una inmensa duda: ¿son sus películas vacías y hechas por una niña pija o está usando su conocimiento para retratar la cara más banal y hueca de la sociedad actual?
 Ayer, The bling ring inauguró a todo trapo la sección Una cierta mirada, y un escalofrío recorrió las espaldas de los espectadores.
 Porque sus protagonistas son una pandilla de adolescentes bien de California que entran en casas de celebridades con tan poco cerebro como ellos (Lindsay Lohan, Paris Hilton).
 Y roban y se pasean por las mansiones como absolutos pasmarotes.
Coppola descubrió la historia en un artículo de Vanity fair titulado Las sospechosas llevaban Louboutins, en referencia al mítico calzado de suela roja, porque el guion se basa en hechos reales.
 En The bling ring las adolescentes recitan alborozadas las marcas de las prendas y complementos que encuentran en las casas de los famosos (en total, sustrajeron moda por valor de más de dos millones de euros), mientras Coppola disfruta retratando esos momentos.
Sus fotos en Facebook, sus tuits, sus algaradas son claras muestras de nulidad mental, de la que no son los únicos culpables: la sociedad de la fama, el anhelo de celebridad que reina actualmente les empuja a ello.
 “Es lógico que esas chicas se vean afectadas por lo que les rodea
. Los programas de telerrealidad hacen que todas esas conductas parezcan normales, que se acentúan con la idea de que la no privacidad es el signo de los tiempos.
 Son niños que viven en los suburbios de Los Ángeles, muy cercanos a esas estrellas idealizadas. Tienen los ejemplos muy cerca”. Y eso les lleva a extraños comportamientos: “No piensan en las consecuencias de sus acciones, ni si las casas tienen alarmas o cámaras de seguridad”.
 Eso sí, siempre posan, aprovechan cada foco para disfrutar de la fama, y se convierten en reyes del postureo, llegando incluso en la vida real —al menos pasó con dos de ellas, las hermanas Neiers— a tener su propio programa de televisión. Una de ellas es interpretada por Emma Watson, quien con filmes como Las ventajas de ser un marginado, Mi semana con Marilyn o este trabajo, huye como puede de la sombra de la saga Harry Potter:
“Ha sido curioso, marcada como estoy por la fama, interpretar a una chica obsesionada por la fama. Harry Potter es algo del pasado, y sin embargo sigue presente en la mente de la gente. Ni la rechazo, ni puedo quejarme, porque he tenido mucha suerte”.
GREGORIO BELINCHÓN
Coppola pertenece a la generación del peterpanismo, y su cine también parece volver una y otra vez a la adolescencia, que por edad ya le quedó atrás: Las vírgenes suicidas, Lost in translation, María Antonieta, Somewhere y esta The bling ring.
 Todas tienen o protagonistas juveniles o personajes con comportamientos adolescentes.
Y con cada filme Coppola ahonda en su manera de rodar que no da pista moral alguna: lo vacío solo obtiene un reflejo vacío. “Intento no juzgar sino empatizar con los personajes, y que el público decida después. Ponte en el lugar de esas niñas, rodeadas de toda esa tecnología.
 Hasta ahora mis películas hablaban de la búsqueda y la construcción de la identidad.
 Aquí creo que ellas han construido demasiado rápido esa identidad y que muestro más cómo buscan sus conexiones con sus amigos y con el resto de la sociedad que les rodea.
 Se esconden en una inocencia marcada por actos no inocentes”.
Y aunque fue en Los Ángeles donde se desarrolló la historia, y por tanto es allí donde se rodó The bling ring, Coppola admite que “la ciudad es el epicentro de esa cultura americana de estrellas, pero que creo se promueve en todo el mundo”.
 En lo que no entra es en valorar en profundidad la situación actual de las mujeres en Hollywood: “Cada vez hay más directoras, por ejemplo. Noto un cambio”.
Aquí Watson, que ha demostrado un buen discurso en Cannes, se explayó más:
“Bueno, yo solo puedo hablar de lo que he visto, que es poco, y noto en mis pocos años un cambio.
 Hay un montón de mujeres protagonizando series de televisión, otras lo hacen en comedias, hay guionistas… Desde mi punto de vista, es fantástico ser mujer hoy en esta industria.
 Lo estamos haciendo bien. No digo que sea perfecto, porque aún no existe la igualdad, pero avanzamos en el camino correcto”.