. “Ha venido Letizia”, susurraban unos.
“Pero va como siempre”, le quitaban importancia otros.
No era así. Pese a llevar la melena suelta, lisa e impecable – como siempre-, un clutch y cazadora de cuero arreglá pero informal, lo cierto que es que Letizia se había atrevido a enmarcar sus ojos con un kohl y sombras oscuras.
Un maquillaje de noche elegante aunque discreto, bastante parecido al que un día después llevaría en la principesca gala de Holanda.
Nada de sombras en azul turquesa eléctrico tal como mandan los popes del maquillaje para este verano.
Ni unos labios anaranjados.
Nada de esmaltes de uñas atrevidos.
Consciente de que por ser quien es y estar donde está cualquier gesto suyo será juzgado al milímetro, la Princesa de Asturias suele atrincherarse en maquillajes nude, neutros, con una base bien trabajada para unificar bien la tez, fáciles de llevar y de retocar en un momento de urgencia. Detrás, su maquilladora de toda la vida, a la que conoció cuando era una prometedora presentadora del Telediario de TVE y que, una vez se convirtió en Princesa de Asturias, pasó a ser la responsable de que el rostro de Letizia siempre parezca radiante. Una mujer que suele acompañarla en sus viajes de protocolo y que, incluso, también la maquilló para las famosas fotos de familia de Cristina García Rodero
. “En realidad sigue la tónica de la mujer española que arriesga más bien poco en cuanto a maquillaje. Muy diferente a lo que gusta en otros países de nuestro entorno, incluso entre las realezas. Pero no es una excepción dentro de la Casa Real: ni la Reina ni las Infantas son partidarias de maquillajes muy marcados”, apunta Oscar Morillo, maquillador de Giorgio Armani.
No es infrecuente ver a Máxima de Holanda con labios en rosa chicle o con los ojos perfectamente delineados, una pasión por el lápiz kohl oscuro que también comparte Kate Middleton, Mary de Dinamarca, o a Rania de Jordania con sombras en color topo, eyeliner negro y melena suelta con ondas rotas. “Letizia es incondicional del perfilador verde en la parte central del párpado inferior.
Lo usa para realzar el verde de sus ojos pero dejando un aspecto final muy limpio.
Y últimamente también se aplica pestañas postizas. No en bloque, sino muy discretas, de las que se pegan una a una al final del ojo para darle amplitud”, revela Morillo. “Que Letizia, como muchas españolas, apueste por un maquillaje y un pelo clásico no es casual.
Le aporta seguridad. Y tampoco es que antes de ser conocida fuera muy moderna.
En cualquier caso creo que, aunque quisiera innovar, sus propios asesores no se lo permitirían. Es algo que también les sucede, por ejemplo, a la mayoría de políticas”, comenta Natalia Belda, maquilladora profesional y blogger en S Moda.
Y como una cosa es ser princesa, clásica, cauta, y otra bien diferente ser mujer y espantarse ante los signos de edad, también recurre a la medicina estética para dar esquinazo a las arrugas y señales de cansancio. Para tener siempre un rostro perfecto, bien hidratado y sin apenas arrugas a sus 40 años, Letizia es incondicional de los tratamientos faciales no invasivos.
Rellenos con ácido hialurónico que borran pequeñas arrugas y dan a sus pómulos un aspecto jugoso, tratamientos de hidratación intensiva y exfoliaciones suaves que activan el colágeno para rejuvenecer la piel sin que apenas se note son algunos de sus tratamientos de belleza habituales.
“Como otras muchas celebrities suele ponerse en manos de Maribel Yébenes”, afirma la periodista Marisa Martín Blázquez, una de las que mejor conoce los hábitos de la princesa.
Antes su dirección de cabecera era Carmen Navarro, donde, según relataba Elena R. Ballano en Vanitatis, se encargaron de que estuviera perfecta para su boda y, años después, le borraron las estrías del embarazo de Leonor.
“Últimamente también se ha puesto un poco de bótox sobre las cejas para evitar ese gesto tan suyo de enarcarlas y que ya le empezaba a dejar arrugas de expresión”, recalca Martín Blázquez, una de las periodistas más cercanas al día a día de la Princesa.
Por quirófano ha pasado para hacerse una rinoplastia y un microlifting que le suavizó la mandíbula.
La prensa especializada señaló al doctor Antonio de la Fuente, jefe de la Unidad de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética de la Clínica Ruber Internacional, como el cirujano responsable de esa intervención. Él nunca lo confirmó.
“También se ha puesto pecho. Como es muy delgada ya se había puesto implantes antes de estar con el Príncipe y, años después, como les sucede a muchas mujeres con prótesis mamarias, volvió a pasar por quirófano para cambiarlas”.
Ni un gramo de más y fibrosa.
En los últimos años se ha visto cómo Letizia no solo ganaba tono muscular, sino hasta definía sus brazos, algo de lo que se ha hecho eco hasta la prensa internacional.“Siempre que sus obligaciones se lo permiten acude al gimnasio de Palacio, el mismo donde se ejercita el resto de la familia y donde también entrenan los escoltas.
Lo hace con una disciplina casi militar, la expresión de quienes la han visto es que ‘se machaca”, asegura Martín Blázquez. También le gusta el senderismo y escaparse con las niñas por la sierra de Madrid. El esquí, deporte favorito del Príncipe junto con la vela, no es lo suyo.
Y lo ha intentado, hasta con cursos intensivos en Los Alpes.
En su día hasta corrió el bulo de que Xanadú había cerrado su pista de nieve para que Letizia aprendiera a manejarse sobre los esquís pero Casa Real se apresuró a desmentirlo.
Poco importa dónde o cómo aprendiera: no le gusta. Prefiere mil veces el baile.
Tanto que cuenta con un monitor de zumba fitness que acude dos o tres veces a Zarzuela para darle clases.
“En su día se puso una ortodoncia transparente Invisalign, unas férulas casi transparentes que se cambian cada quince días hasta corregir pequeñas imperfecciones.
Más tarde cambió a una ortodoncia invisible con brackets de zafiro”. En cuanto al pelo le gusta llevarlo natural.
Desde su boda con el Príncipe ha habido pequeños cambios pero nunca radicales.
Con Letizia no es de esperar un soponcio de estilismo capilar, ni flequillos adolescentes al estilo de Marta Luisa de Noruega.
A la asturiana le va más la melena rubia oscura con mechas.
Se la cuida su peluquera directamente en Zarzuela.
“En ocasiones recurre a extensiones, sobre todo, para dar más volumen”
. Pero casi siempre se mantiene fiel a la melena lisa con algo de movimiento en las puntas.
De hecho, cada vez que ha cambiado de estilo, como cuando apareció con una melena corta con ondas en el Desfile de las Fuerzas Armadas, tuvo más protagonismo que las brigadas paracaidistas, tanques, soldadesca y hasta la cabra de la Legión juntos.
Demasiado para una monarquía marcada por la venerada sobriedad de la reina Sofía y su sempiterno mismo peinado impecable
. Porque ni Letizia es como otras princesas ni esto es aquello.
Como decía aquel slogan, Spain is different.