Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

10 may 2013

Un actor a golpes de escenario JOSÉ SACRISTÁN

Alfredo Landa era para mí como un hermano desde que nos conocimos en 1960, cuando yo hacía de meritorio en la compañía del teatro Infanta Isabel en una obra que se llamaba El cenador.
Si él te nombraba como amigo entonces sabías que eras uno de ellos de verdad.
Estuve con Alfredo en muchos rodajes y siempre fue el primero que llegaba y el último que se iba. Participamos en muchísimas películas, El arte de no casarse, El alma se serena, Vente a Alemania, Pepe, La vaquilla...
 La verdad, no me quedo con ninguna en especial, sino con la suma de todas, con todas, incluidas las del landismo, un género que Alfredo, y yo con él, reivindicó totalmente
. Habría que hacer una revisión de aquellas películas porque eran una crónica social de España
. Alfredo y yo formábamos parte de los que se habían hecho actores a golpes de escenario, así que el hecho de tener trabajo en aquella época, y que encima nos pagaran, era de celebrar.
No íbamos a ser tan miserables de renegar de todo aquello, y no hubiéramos sido amigos si una sola vez me hubiera dicho que miraba por encima del hombro aquellas películas.
Sobre lo que se cuenta de su difícil carácter... Es cierto, a veces le aparecía, pero con el tiempo yo también lo pienso de mí mismo.
 Lo que pasa es que era un hombre que se tomaba la vida sin blandenguerías, no engañaba a nadie.
Viendo sus interpretaciones creo que es difícil aprender este oficio de gente como Alfredo porque la madre naturaleza solo dota a algunos de esos dones, y eso no hay quien lo aprenda.
 O se tienen o no. Es algo que me ocurre también con Fernando Fernán Gómez.
 A los jóvenes actores les recomiendo que se sienten tranquilos a ver Los santos inocentes o El bosque animado.
 Y que se fijen en su mirada… Cuando a Alfredo le dieron el premio en Cannes a mejor actor, Dirk Bogarde se le acercó y le dijo: “Tiene usted una mirada poco común”.
 Como actor era un fuera de serie, un superdotado en todos los géneros, el número uno por su fuerza, su vitalidad, su talento y su brillantez.

La familia Morente, indignada por la petición del fiscal de cerrar el caso

"No existe justificación alguna para que se haya obviado esa hora y media de retraso hasta que el paciente es trasladado a quirófano mientras se desangra, siendo conocedores en todo momento los miembros de la clínica", dice el escrito de los familiares.

Enrique Morente, durante una actuación. / CORDON

La familia del cantaor Enrique Morente ha expresado su "indignación y estupor" ante el escrito del fiscal provincial de Madrid que solicita el sobreseimiento de la causa que investiga la muerte del artista, después de que en este se omitan los hechos acontecidos en la Clínica La Luz de Madrid desde las 2.00 hasta las 3.30 horas, "espacio de tiempo, como ha quedado por escrito, en el que Enrique Morente comienza a desangrarse, un hecho de vital importancia, puesto que motiva su posterior fallecimiento".
De esta manera responde la familia del artista granadino al escrito de la Fiscalía Provincial de Madrid, en el que solicita al juez Fermín Javier Echarri que investiga la muerte del cantaor Enrique Morente el sobreseimiento provisional del caso tras considerar que "no que ha quedado debidamente acreditada la comisión por parte de ninguno de los imputados de conducta delictiva alguna".
Analizado el escrito, la familia, en un comunicado remitido a los medios, entiende que "no existe justificación alguna para que la Fiscal haya obviado esa hora y media de retraso hasta que el paciente es trasladado a quirófano mientras se desangra, siendo conocedores en todo momento los miembros de la clínica".
"La omisión de dicho hecho se produce igualmente en el informe del forense, quien en sus más de 60 folios, no hace alusión alguna a la hora y media en la que el paciente perece desangrado y sin atención alguna", añade el comunicado de la familia.
Por otro lado, la familia expresa su "indignación" tanto con el forense como con el fiscal, entendiendo "un insulto a nuestra inteligencia la no valoración del motivo principal de nuestra denuncia al doctor Moreno y la Clínica La Luz de Madrid, que no es otro que la existencia de un retraso de una hora y media desde que se confirma la hemorragia interna hasta que Morente es trasladado a quirófano para ser intervenido, lo que influyó de manera irreversible en su deterioro y posterior fallecimiento".
Igualmente, entienden "inaceptable y de una gravedad capital" que dos miembros esenciales para la administración de justicia "traten de ocultar lo ocurrido en esa hora y media con un descarado e inmoral interés en favorecer al señor Moreno y la Clínica La Luz". Esto, según adelanta la familia, nos lleva a estudiar una futura querella contra ambos.
Por último, reitera su confianza en que el juez se pronuncie al respecto de si es o no constitutivo de delito retrasar casi dos horas una operación de carácter urgente y que pone en riesgo la vida de un paciente.
Además, "confiamos en conocer el motivo por el cuál el señor Moreno miente cuando manifiesta que acudió a la Clínica a las 02.25 horas y operó a las 03.00, cuando todos los peritos, cuyos informes han aportado los imputados, reconocen que el paciente fue trasladado a quirófano a las 03.30 horas", ha concluido la familia Morente.
Cabe recordar que en el escrito remitido al Juzgado de Instrucción número 52 de Madrid que lleva el caso el fiscal entiende que "no puede imputarse" a los distintos profesionales médicos de la Clínica La Luz de Madrid donde fue atendido el cantaor "una acción u omisión contraria a las normas de la lex artis que fuese causante del fallecimiento".
Para llegar a dicha conclusión se ha basado en el informe del médico forense, que determinó que el diagnóstico, tratamiento y atención médica recibida en la clínica madrileña, desde el 2 de diciembre de 2010 hasta el fallecimiento del cantaor el 13 de diciembre de ese año, fue "adecuada" en todo momento,
Todo es tan triste, que con el tiempo parece que no se ve la realidad.
En Cualquier caso se produce una muerte y mientras no se acepte no Descansa en Paz, ni la familia.

 

Grande hasta en el ‘landismo’ Muere el actor Alfredo Landa, mito del cine español Entrevista: “Yo me sé cabrear muy bien” FOTOGALERÍA Un todoterreno en el cine

Por Carlos Boyero


Alfredo Landa y Terele Pávez entre otros en una escena de la película Los santos inocentes de Mario Camus emitida por Canal.

Alfredo Landa logró algo tan excepcional durante una larga época como convertir su trabajo y la personalidad de los personajes que habitaban ese cine en un identificable género.
También en un terreno sabroso para la sociología
. Desde la compartida oscuridad de los cines las risas y las carcajadas confirmaban la plena identificación del pueblo llano con las aventuras y desventuras, el hambre de sexo y de afirmación, los traumas y los anhelos de aquel señor bajito e histriónico, gesticulante y verborreico, peleón y gimoteante, paleto y excesivo, voyeury patético, caricaturesco y compadecible, que Landa transformó en un símbolo.
 Y aunque la estética y el mensaje de este cine sin sentido del ridículo fueran cochambrosos, él hacía modélicamente su trabajo, sin permitirse jamás el relajamiento, comiéndose la pantalla y a los que tuvieran que darle la réplica, derrochando gracejo, en posesión permanente de esa cosa tan necesaria llamada ritmo, clavando los diálogos, las miradas, los gestos y los movimientos.
 Por mi parte, no siento la menor añoranza del landismo, del cutrerío de aquellas comedias tan satisfechamente subdesarrolladas, del aroma a tantas cosas execrables, tópicos vergonzantes y actitudes rancias de aquel país indeseable, pero negar la eficacia, el talento y la profesionalidad del protagonista más destacado de aquel cine sería tan injusto como idiota.
Es probable que el éxito popular, su infalible atractivo para la taquilla, el caché económico que valía su indispensable presencia, la embriaguez emocional que debe acompañar a una popularidad de tal calibre, el cariño y la admiración que le profesaba un público masivo, compensaran a Landa de su incontestable jefatura en tantas películas lamentables, pero también resulta imaginable que cualquier actor que se respete anhela encontrarse con guiones, personajes y directores que le permitan ofrecer lo mejor de su arte, expresar diversos registros, poder ser otros.
 En sus comienzos Landa había frecuentado como impecable secundario el cine de algunos de los mejores directores españoles, gente como Berlanga, Fernán Gómez y el primer Summers, pero es el vocacionalmente trascendente Bardem el que le ofrece en 1976 interpretar un papel “serio, concienciado y artístico” (las comillas son mías e innegociables) en El puente, otorgándole conciencia del estado de las cosas y dramatismo al tipo racial e inconfundible que Landa había interpretado tantas veces.
 Su protagonismo en el cine de autor se prolonga en su larga asociación con el intenso universo de Garci (también con aspiraciones de negrura en El crack y su continuación), su destacada presencia en la coral y descarnada y tragicómica verbena que montó Berlanga en La vaquilla, o en títulos de directores prestigiosos como Borau, Gutierrez Aragón y Cuerda, entre otros.
No me apasionan la mayoría de estas películas, pero sería inútil ponerle objeciones a la creatividad, los matices, el sentimiento y la credibilidad que Landa desplegó en ellas.
 Era un actor potente y de raza independientemente del material que le ofrecieran.
Se movía sin complejos, con ligereza o profundidad, en la comedia y en el drama, en el realismo y en la caricatura.
Pero hay un papel de Landa que seguirá conmoviendo a perpetuidad a todo tipo de espectadores
. Se lo ofreció Mario Camus en esa película terrible y magistral titulada Los santos inocentes, una de las incuestionables obras maestras que ha dado el cine español, y Landa le devolvió el regalo con una interpretación memorable
. Recordar o volver a visitar a su Paco el Bajo, a ese campesino permanentemente explotado y humillado, resignado a la desolación, inocente ancestralmente en su servilismo, infatigable y perruno rastreador de las piezas que caza su brutal señorito, víctima muda, cojitranco y expresando con sobriedad y sabiduría mediante sus ojos y su gestualidad los sentimientos más variados, provoca siempre el escalofrío, la piedad, la indignación moral.

El PP pagó sobresueldos a Aznar cuando era presidente del Gobierno

La Ley de Incompatibilidades de altos cargos vigente en 1996 prohibía las retribuciones dobles

Cobró tres sobresueldos por un montante total de 2,7 millones de pesetas tras su investidura.

El cruce de datos de Hacienda y de la contabilidad oficial del PP que están en manos del juez Pablo Ruz, encargado de la investigación del caso Bárcenas, permite concluir que José María Aznar cobró hasta en tres ocasiones “gastos de representación” cuando ya era presidente del Gobierno, en 1996, por importe de 2,7 millones de pesetas (16.755 euros).
 El partido, sin embargo, congeló toda remuneración a otros miembros que ocuparon cargos en el Ejecutivo. La Ley de Incompatibilidades vigente en aquel momento prohibía a los ministros y al presidente recibir retribuciones dobles.
Según un informe que la Agencia Tributaria puso en manos de Ruz, el partido, que entonces tenía como gerente a Luis Bárcenas, abonó a su presidente ese ejercicio 12.174.073 pesetas (73.167 euros) y le practicó una retención del 46%.
Esos abonos se realizaron entre el 31 de enero y el 17 de junio, cuando Aznar ya llevaba un mes y medio en La Moncloa. En la contabilidad oficial de la formación conservadora que el Tribunal de Cuentas remitió al juez correspondiente a 1996, Aznar no aparece con su nombre y apellidos, pero sí hay un código, el 053, al que se atribuyen 16 ingresos con distintas cantidades que suman exactamente 12.174.073 pesetas (73.167 euros), los mismos que, según Hacienda, percibió Aznar.
En los meses previos a la cita con las urnas, el 3 de marzo de 1996, la corrupción se había subido al carro de las preocupaciones de la sociedad española, que desalojó de La Moncloa a Felipe González, terminando con 13 años de Gobierno socialista.
Aznar tuvo por delante dos legislaturas, que estrenó adoptando duras medidas para reducir el déficit y la deuda española de cara a la entrada en la moneda única.
 Los primeros Presupuestos de su mandato fueron los más restrictivos de España desde 1977 y, entre otras cosas, ordenaron la congelación de los salarios de los empleados públicos.
El expresidente percibió 2,7 millones de pesetas tras su investidura
Antes de que todo eso ocurriera, su partido le compensó utilizando una fórmula que a día de hoy la formación considera perfectamente legal.
 Entre enero, febrero, marzo, abril y el 3 de mayo, dos días antes de su toma de posesión, le abonó sobresueldos por un total de 9.392.591 pesetas (56.500 euros). Investido presidente, en tres ocasiones recibió en total otras 2.781.482 pesetas (16.755 euros)
. Los dos últimos ingresos están fechados el 17 de junio de 1996, un mes y 12 días después de su toma de posesión.
La Ley de Incompatibilidades de los Miembros del Gobierno vigente entonces aclaraba que los ministros y el presidente ejercerían sus funciones “con dedicación absoluta” y no podían “compatibilizar su actividad con el desempeño, por sí o mediante sustitución, de cualquier otro puesto (…) de carácter público o privado”. La ley también prohibía las retribuciones “de cualquier percepción que directa o indirectamente provenga de una actividad privada”, con tres excepciones.
Consultada la sección de Gestión de Incompatibilidades del Ministerio de Hacienda, asegura que ejercer el cargo de presidente de un partido se considera a efectos legales una actividad privada.
 Como tal, la ley de 1995 solo hacía compatible la presidencia del Gobierno con estas tres situaciones: la gestión del patrimonio propio o cuando su titular participase “como ponente en congresos, seminarios, conferencias (...) de carácter profesional” o en “entidades benéficas”, siempre que como contrapartida no se generase una “relación de empleo”.
Cuando la formación no gobernaba, los sobresueldos eran habituales en el PP para compensar a sus diputados por los bajos salarios oficiales, como relató el propio Luis Bárcenas ante el juez. Mariano Rajoy, que ese año ingresó 3,5 millones de pesetas (21.000 euros) como gastos de representación del PP, dejó de cobrar sobresueldos del partido cuando fue nombrado ministro de Administraciones Públicas, igual que Francisco Álvarez-Cascos, que en los cinco primeros meses del año que el PP venció en las urnas recibió seis millones de pesetas (36.000 euros).
Consultado por este periódico a través de la fundación FAES en dos ocasiones, José María Aznar no quiso ofrecer explicaciones
. Tampoco el Partido Popular ha querido comentar estos pagos.