Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

16 abr 2013

Una millonaria rusa compra Skorpios, la isla de los Onassis

Ekaterina Rybolovleva, de 24 años, hija del magnate Dmitry Rybolovlev, ha pagado 117 millones por su nuevo capricho.

La millonaria rusa Ekaterina Rybolovleva, / A. DAVIDSON (THE PICTURE LIBRARY)

Tras días de rumores ya hay confirmación. Ekaterina Rybolovleva, la hija de 24 años del multimillonario ruso Dmitry Rybolovlev, propietario del Mónaco, el equipo de fútbol, ha comprado Skorpios por 100 millones de libras (unos 117 millones de euros).
La isla griega, situada en el mar Jónico, era hasta ahora propiedad de Athina Onassis, que la heredó de su familia
. Allí están enterrados su abuelo el famoso armador Aristóteles Onassis, su madre Cristina y su tío Alexander.
 Hace cinco años la heredera del mítico clan, y última descendiente viva, puso a la venta esta idílica e histórica isla que vivió grandes momentos como la boda de Onassis con Jackie Kennedy.
 Un lugar que no pisaba su actual propietaria, decidida a llevar una vida más discreta que la de sus antepasados.
Todo lo contrario le ocurre a Ekaterina Rybolovleva quien gusta de rodearse de todo tipo de placeres
. Esta joven heredera rusa saltó a la fama hace dos años por otra millonaria adquisición: compró un apartamento en Manhattan de 88 millones de dólares (casi 67 millones de euros).
 De esta manera se convirtió en ese momento en la vecina con el ático más caro de la historia del mercado inmobiliario de Nueva York
. Incluso dio detalles de la operación. En un comunicado oficial, Katia explicó que compraba el apartamento –de 670 metros cuadrados, 10 habitaciones y con vistas a Central Park– para tener un hogar neoyorquino al que acudir mientras cursa estudios en una universidad local.
 Ahora pasa más tiempo en Europa.
 Nacida en Rusia, vive entre Suiza y Mónaco.
Su gran pasión es la hípica. Precisamente en los circuitos internacionales de saltos de obstáculos fue donde conoció a Athina, que como ella es una fija de los concursos.
Katia ha firmado el cheque pero en realidad quien está detrás de la compra de Skorpios es su padre, Dmitry Rybolovlev, un multimillonario ruso que ha hecho de la ostentación su bandera
. Tiene un barco de100 millones, una mansión de 95 millones adquirida en metálico en 2008 a otro multimillonario, Donald Trump, en Palm Springs; además de un Airbus privado y picassos y van goghs decorando el cuarto de baño…
Daasco en que se han convertido esos cuyos antepasados conocerían muy bien El Acorazo Pomtenkin.
Seguro que esa rusa nueva rica ni sabe lo que es ser "Bolchevique"
Pero detrás de tanto lujo excesivo se esconde la historia de quien fue accionista de Uralkali –gigante de la industria del fertilizante– que estuvo en la cárcel al ser acusado del asesinato de otro empresario a mediados de los noventa. Aunque finalmente quedó en libertad por falta de pruebas.

 

Tres horas de ‘El Principito’ para celebrar su 70 aniversario

El Círculo de Bellas Artes acoge una lectura continuada de la obra de Saint Exupéry

María Galiana es la encargada de inaugurar el ciclo.

Los más pequeños conmemoran el Día del Libro por adelantado.
 A una semana de su celebración, el Círculo de Bellas Artes y Fuhem Educación organizan hoy una lectura continuada de El Principitocon motivo del 70 aniversario de su publicación
. En ella intervendrán alumnos de Educación Primaria de siete colegios de Madrid.
 El año pasado Juan Echanove leyó las primeras líneas del librito de Saint Exupéry, y este año, María Galiana —la abuela Herminia en la serie Cuéntame— será la encargada de inaugurar la lectura.
 La actriz ha sido elegida por ser un personaje público muy conocido y también su pasado como maestra de instituto. "Nos ha gustado por su labor pedagógica y porque es muy querida por los niños, es muy importante que conecten", explica Sonia Frías, coordinadora del departamento de Humanidades del Círculo de Bellas Artes.
La lectura, un acto público abierto a todo el mundo, comenzará a las diez de la mañana en la Sala de Columnas y durará tres horas y media aproximadamente.
Durante ese tiempo, los alumnos se turnarán para leer los distintos pasajes de la obra, elegida por segundo año consecutivo por ser una lectura "fácil, breve, y que todos dominan", según Frías.
El Círculo quiere prolongar esta actividad para fomentar la lectura entre los más pequeños, y para futuras ediciones anuncian un cambio de registro para involucrar también a estudiantes de educación secundaria. "Contaremos con Tom Sawyer o con La Isla del tesoro, obras que no son muy largas y que gustan a cualquier edad", explica Frías.
La lectura de El Principito no será la única actividad.
 Con el fin de trasladar de manera más gráfica los mensajes que sugiere Saint-Exupéry, algunos alumnos interpretarán escenas de diversos pasajes.
 A fin de cuentas, cualquier excusa vale para homenajear un libro infantil que también cautiva a los adultos desde su publicación en 1943 y que ha sido la clave para que muchos pequeños y mayores descubrieran para siempre los placeres de la lectura.(No es solo una lectura Infantil, ni mucho menos)

 

 

Julio Llamazares: “Las novelas son vidas que no vivimos y que pudimos vivir”

El escritor publica 'Las lágrimas de San Lorenzo'

Seix Barral publica una nueva edición de 'La lluvia amarilla' acompañada un documental.

 

El escritor Julio Llamazares, en su casa de Madrid. / Samuel Sánchez

La obra de Julio Llamazares (León, 1955) es un gran diccionario de la soledad. Partió de la poesía —La lentitud de los bueyes (1979), Memoria de la nieve (1982)— alcanzó su punto culminante hace 25 años con una novela (La lluvia amarilla), y desemboca ahora en una narración conmovedora que viene de esos mundos solitarios y espectrales en los que el hombre es a la vez una estrella y su sombra.
El libro que ahora presenta Llamazares se da la mano con La lluvia amarilla.
 Es Las lágrimas de San Lorenzo (Alfaguara). Seix Barral publicará ahora una nueva edición conmemorativa de aquella La lluvia amarilla, acompañada de un documental realizado por Eduardo de la Cruz en los escenarios por los que se mueve este libro central del escritor.
Otra vez la soledad.
 Un hombre solo, con su hijo, contemplan el cielo, son mirados por el tiempo.
 “La soledad y el tiempo. Seguramente porque esos dos elementos son los que mueven mi vida y la vida de todos.
 Para mí escribir es aquello que decía Pessoa: mi manera de estar solo, y una lucha contra el tiempo.
 Por eso el ejercicio de escribir es tan contradictorio: te exige soledad cuando tú lo que quieres es escapar de ella, puesto que escribes para comunicarte, y te requiere tiempo cuando tú lo que quieres es luchar contra el tiempo. En esa contradicción transcurre mi vida”.
En La lluvia amarilla es un pueblo el que se queda solo como ante un espejo devastado.
 Aquí es un hombre, pero va con un niño. Hay, en ambos casos, como la búsqueda del antepasado
. Dice Llamazares: “La vida se repite desde el principio mismo de la humanidad. Aunque pensemos que hemos cambiado mucho no es tanto en el fondo y de eso nos damos cuenta cuando pasa el tiempo, como le ocurrió a la generación anterior y le ocurrirá a la que nos suceda…
La novela está llena de frases de otros escritores.
 Un escritor no es más que una gota de agua en el río de la literatura por muy importantes que se crean algunos y, por tanto, somos herederos de todos los que han escrito antes que nosotros.
 Por eso el protagonista de esta novela, un profesor de universidad que se ha pasado leyendo poemas y textos de diferentes autores a sus alumnos, los recuerda mientras mira las estrellas.
 Uno de ellos, de La Iliada, se repite hasta adquirir la condición de eco:
 ‘Como la generación de las hojas, así la de los hombres…’. Yo la había leído de joven y me la volví a encontrar encabezando una antología de un poeta que aprecio, José Antonio Llamas, del que también incluyo una cita al comienzo de mi novela: ‘¡Dichosa edad en la que vuelan las estrellas!’.
 Hay poetas que lo resumen todo con un verso”.
En su novela, cuenta Llamazares, “el padre refleja en el hijo sus recuerdos y temores y el hijo en el padre sus ilusiones.
 Así sucede en la vida en todo momento y más en noches como la de la novela, la noche de San Lorenzo, en agosto, cuando la lluvia de estrellas es contemplada por millones de padres en el mundo que repiten a sus hijos lo mismo que a ellos les dijeron sus padres o sus abuelos y que sus hijos dirán a los suyos pasado el tiempo”.
Todos sus libros tienen el aire poético de una autobiografía. ¿Esa es el alma de su literatura? “La memoria, no los acontecimientos. Las novelas son autobiográficas porque reflejan el alma del escritor, no porque estén contando su vida. Luna de lobos (1985), por ejemplo, que habla de los huidos de la posguerra, es autobiográfica, aunque yo no viví ese tiempo; lo es porque refleja mi personalidad.
 Y con La lluvia amarilla ocurre lo mismo, pese a que nunca haya vivido en una aldea remota del Pirineo ni sea un viejo loco... por lo menos de momento”.
La lluvia amarilla parece la madre de sus libros. “Puede ser, pero para mí la madre de toda mi literatura es mi primer libro de poemas y en concreto el primer poema, ese que dice: ‘Nuestra quietud es dulce y azul y torturada en esta hora. Todo es tan lento como el pasar de un buey sobre la nieve’.
Ahí está todo lo que yo pienso. Por eso soy un escritor tan previsible.
Siempre estoy escribiendo el mismo libro, aunque con matices.
 La esencia de lo que escribo es mi perplejidad ante el mundo y ante la realidad. Y sobre todo, ese sentimiento que siempre me ha acompañado, desde que tengo uso de razón, que es el sentimiento de extranjería”.
Existe una novela que explica qué es un escritor:
 El extranjero, de Camus.
“Hay mucha gente que escribe, pero hay pocos escritores. Para mí, el escritor es aquel que escribe por necesidad, no por oficio o capricho. El escritor es aquel que seguirá escribiendo, como hizo Kafka, aunque no le publiquen.
 Por eso es un extranjero, no en su país ni en otros países, sino un extranjero en la realidad. Y ahí me he sentido yo siempre”. Extranjero y perplejo.
 “No acabo de entender lo que sucede, cada vez lo entiendo menos y tengo más dudas, cada vez siento más perplejidad ante lo que me rodea y por eso escribo.
 Más que un sentimiento de soledad es un sentimiento de extranjería o extrañeza el que me lleva a escribir”.
Es inevitable buscar paralelismos entre Las lágrimas de San Lorenzo y La lluvia amarilla.
Pero se trata de dos novelas muy diferentes. Es verdad que hay una presencia en el cielo en todas mis novelas, un mismo estilo y una parecida prosa, un mismo gusto por la evocación poética, pero los argumentos de ambas novelas son muy distintos, así como su estructura”.
En ambas cuenta “la vida que no viví”, pero es cierto que “escribiendo se viven muchas más vidas de las que te corresponden. Porque las novelas son vidas que pudimos vivir y no vivimos”.
“Escribir”, dice, “es buscar la música de las palabras. La literatura es música, es solo el relato puro, es la música de las palabras, que hace que esto se transforme en una emoción.ç
 Eso es lo que más tiempo me lleva conseguir. Por eso soy tan lento escribiendo”.
Hace años a Julio Llamazares se le veía por las plazas, por las riberas, por los pueblos solitarios, con su perra Bruna, solo, mirando.
 Ahora va con su hijo Julio, como el profesor que enseña las estrellas.

“Ha sido terrible. Había gente con los pies cortados”