Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

13 abr 2013

Narciso herido y drogado

Sergéi Polunin, chico de oro del ballet, ha plantado por segunda vez a un gran montaje londinense. La espantada oculta una turbulenta historia de inseguridad, cocaína y autolesiones.

Polunin se autoinflige heridas con cuchillas (una muestra, en su pecho izquierdo), lleva tatuado en el hombro el Joker de Heath Ledger y un lobo aullando en el pubis. / ROBBIE JACK (CORBIS)

A principios de febrero de 2012, el bailarín Sergéi Polunin apareció en el escenario del Sadler’s Wells de Londres en el espectáculo Men in motion para bailar el Narcisse de Kazán Goleizovski.
 Fue emocionante y veloz, parecía huir de la luz y del éxito.
 Ya todo el mundo hablaba insistentemente de él. Ahora ha dejado plantadas las actuaciones en el London Coliseum de Expreso de medianoche, un ballet del danés Peter Schaufuss creado en 2000 y basado en el filme homónimo de Alan Parker.
Schaufuss, desconcertado por la espantada de Polunin, reconoce que “el papel de Billy Hayes es perfecto para él”. Lo ha sustituido por Johan Christensen.
Polunin ha viajado en privado hasta Moscú.
En Londres, con flema británica, se ha dicho algo con chanza trágica: los camellos de Covent Garden tienen mucho trajín entre ir y venir de los garitos indie a la Royal Opera House.
 Hablan sin mencionarlo del “ruso loco de los tatuajes”, es decir, Sergéi Polunin, que, por cierto, siempre que puede recalca que él no es ruso, sino de Ucrania.
Pero como todo hijo pródigo, el mantra de renegar de sus orígenes viene en el mismo lote que el de divo o genio disfuncional.
 Se rechaza todo: maestros, compañías, destino.
 Este chico ya ha sido príncipe y mendigo sin solución de continuidad.
 No es el primero, no será el último.
 La droga también hace estragos entre los artistas del ballet; los mata rápido o los destruye lentamente, el caso es que los separa de su arte y de su vida, de su entorno y de las cosas que han amado desde niños. Lejana en el tiempo nos parece la muerte por sobredosis de Patrick Bissell, estrella del American Ballet Theatre de Nueva York, pero son historias que están ahí.
En una época no tan remota los cisnes cayeron como moscas; en la caída iban también sus caballeros
. Hoy todo es, a la vez, más público y más oscuro.
 Como decía esta semana Judith Mackrell en The Guardian, la contaminación creciente de la subcultura de las celebridades con la alta cultura del ballet hace estragos. Sergéi Polunin sale en los telediarios y es carne de cañón en los programas de telerrealidad o los tabloides
. Todos se preguntan lo mismo, aunque con distintas entonaciones: ¿Qué pasa en realidad con Polunin?
El ucranio, de 23 años, asegura que en las escarificaciones ha encontrado "un canal emocional"
Sergéi Polunin, sin previo aviso, abandonó su compañía, el Royal Ballet de Londres, el 14 de enero de 2012.
 Había llegado a Reino Unido a los 13 años desde Kiev con una beca de la escuela real británica; nació en el deprimido sur, en Kherson, una pequeña ciudad “donde el ballet no existe”, según sus palabras.
También hace poco dijo, rememorando sus días de internado: “Me hubiera gustado, de niño, portarme mal, jugar al fútbol…”.
 Ahora se tejen cábalas sobre su estabilidad mental. Y sobre su destino: su permanencia legal en Reino Unido está ligada a su trabajo en el Royal Ballet.
Monica Mason, la entonces directora del Royal Ballet, tenía debilidad por el joven ucranio; había heredado también a Iván Putrov (Kiev, 1980), ambos virtuosos y amigos. Putrov dejó el Royal Ballet en 2010 y fue el organizador de Men in motion en febrero, y allí eclipsó a todos.
Polunin subió como la espuma y, siendo aún solista, fue imagen de la temporada de la Royal Opera House Covent Garden en vallas y programas, saltando sobre un horizonte nocturno de tormenta con castillo gótico incluido en el paisaje
. Nadie vio en ello un presagio, pero ahora las fotos que se ven del rebelde tienen otra vez algo tenebrista. Tatuajes y cortes, ojeras y descuido.
 Se dice también que todo es el despecho de un hombre enamorado y rechazado.
 La brújula han sido sus tuits, y como muestra, esta perla: “Si usted quiere dar placer a la gente, conviértase en prostituta”. O el tatuaje de su ingle: “Yo no soy humano, yo no soy un dios”.
Hay una larga lista de bailarines que lloraron su tragedia y enajenación sobre el manado de su propia sangre. “Polunin va de otro palo”, dice un colega de tatuajes en la televisión británica; mucha gente se apunta a opinar, siempre hay una alcachofa dispuesta a recoger declaraciones.
Asegura el joven bailarín de 23 años que no está loco y que en las escarificaciones ha encontrado un “canal emocional”, pero reconoce que hay un fuego en su cabeza.
 La búsqueda de emociones fuertes le hizo profundizar en la herida, y no metafóricamente.
También ha tenido infecciones, en la piel y los pulmones.
 Por fuera y por dentro. Había declarado antes que dejaría de bailar a los 26 años.
La pendiente vertiginosa de las drogas está acelerando el calendario y sus ideas.
Sin rubor, ha aceptado en varias entrevistas que lleva un tiempo bailando acompañado de la cocaína.
 Lo dramático es que el “muchacho de oro” del Royal Ballet recibía apelativos como el de heredero de Nureyev. Como escribe Tanya Gold en The Sunday Times, ahora Polunin ha decidido bailar con sus demonios.
Es exagerado decir que su baile es perfecto.
 Se atiene más a la realidad catalogarlo como que iba hacia la perfección.
 Dominaba su físico. Su elegancia es intrínseca, natural, tan espontánea que crea una especie de turbación. En escena, nunca parecía sobreactuado o falso.
 Al contrario.
 Su historia también es la del patito feo que se convierte en cisne, con un salto poderoso pero líquido, sin aparente esfuerzo.
 También sabía ser pasional.
Ahora es un desgastado fantasma apolíneo.
 Se sabe a sí mismo un evanescente objeto de deseo, disfruta dejándose retratar desnudo.
Ya lo dijo Vaslav Nijinski (que también nació en Kiev) de sí mismo: “No me tiene nadie, que me tengan todos”.
Cuando Sergéi Polunin llegó a la escuela del Royal Ballet con 13 años gracias a una beca, era delgaducho y distraído, pero con talento.
 Creció y su físico adquirió un molde específico de la danza clásica y de la categoría llamada noble
. Ni muy alto ni muy bajo, tampoco demasiado musculoso, elástico y dulcemente dúctil en las secuencias de virtuosismo.
 Una perla rara y valiosa
. Eso lo vieron enseguida la crítica europea y la fervorosa balletomanía.
 Un compañero del Royal Ballet dice ahora de Polunin: “Da la sensación de que no quiere mirar atrás nunca, y eso da miedo”. El muchacho atravesó depresiones y fue llevado a un psiquiatra.
 La tormenta en su cabeza arreció cuando, con su panda de discoteca, puso una tienda de tatuajes en el norte de Londres y comenzó a faltar a ensayos y deberes.
 El revuelo de la semana pasada por su abandono de los ensayos de Expreso de medianoche es una viñeta más de esta tragedia anunciada.

 

 

 

“Comencé a escrachar al encontrarme en un bar al torturador de mi padre”Aprende Cospedal lo que es el Escracher, pero ustedes no tienen vergÜenza

Los fundadores de H.I.J.O.S, la organización argentina que inició los señalamientos públicos, explican cómo fue evolucionando esa actividad política.

Escrache en Buenos Aires (Argentina), en septiembre de 2000. / INFOSIC
Paula Maroni y Carlos Pisoni trabajan ahora en un edificio de la antigua y tenebrosa Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), el mayor centro de tortura y exterminio durante la última dictadura argentina (1976-1983). Ella tiene 36 años y él 35. Pertenecen a la asociación Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S). Sus padres desaparecieron durante la dictadura cuando ellos eran bebés. Cuando tenían 17 y 18 años, en diciembre de 1996, decidieron escrachar a un médico de la ESMA. Sería el primero de una larga lista. Nunca pensaron que aquella actividad, con ese mismo nombre, terminaría llegando a España. Y que sería empleada por ciudadanos que están siendo obligados a salir de sus casas tras el impago de sus créditos bancarios. Convocados por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), cientos de personas han protestado en las últimas semanas frente a los hogares de varios diputados del Partido Popular. El origen hay que buscarlo entre aquellos adolescentes argentinos.
“Escrachar se usaba siempre en el lunfardo, el lenguaje popular de Buenos Aires”, explica Carlos Pisoni. “Su raíz no está muy clara, pero significa poner en evidencia a alguien. Y al principio fue algo muy espontáneo. Nos enteramos de que Jorge Luis Magnacco, que era un médico que atendía los partos de las mujeres secuestradas en la ESMA, trabajaba como jefe de obstetricia en un hospital de Buenos Aires. Y que vivía muy cerca de ese hospital. En aquella época era imposible aplicar justicia. Estos genocidas vivían con total impunidad, ocupaban puestos de responsabilidad en la sociedad. Así que empezamos arrojando bombitas de pintura roja en sus casas, repartíamos información entre los vecinos y nos íbamos. Temíamos también por nuestra seguridad. A Paula Maroni llegaron a montarla en un coche y darle vueltas por Buenos Aires. Después nos dimos cuenta de que lo importante no era sólo señalarlos, sino que la sociedad los condenara. Que el panadero no le vendiera el pan ni el carnicero la carne”.
“Escrachar se usaba en el lenguaje popular de Buenos Aires. Su raíz no está muy clara, pero significa poner en evidencia a alguien"
“Al cabo de un año el trabajo la actividad se hizo más compleja. Hacíamos un trabajo previo de información en los barrios que podía durar unos tres meses”, continúa Paula Maroni. “Citábamos a las organizaciones sociales del barrio y creábamos una mesa del escrache. Ya no se trataba de una acción en sí. No tenía que ver con el hecho fascista que puede suponer decir yo digo que vos sos culpable de algo, voy, te marco y me marcho. Lo nuestro era una construcción política en el tiempo. Llegamos a disfrazarnos de carteros para comprobar que en tal casa vivía quien nosotros creíamos que vivía. Informábamos paso a paso, semana a semana, al barrio. Y el día del escrache era sólo la culminación de un proceso que había culminado mucho antes”, añade Maroni.
Había unos 200 miembros de Hijos en la capital y 500 en el país. Escracharon a más de 50 personas en Buenos Aires y a una centena en Argentina. ¿Se habría conseguido enjuiciar a muchos militares sin aquellos escraches en los domicilios? “Fuimos un granito de arena muy importante”, explica Carlos Pisoni. “Yo comencé a escrachar cuando me encontré en un bar al que torturó a mi padre. Podía haber optado por partirle una botella en la cabeza, pero pensé que la salida tendría que ser colectiva. Y conseguimos implicar a la sociedad”.
En 2004, tras la llegada de Néstor Kirchner al Gobierno y con la reapertura de los juicios contra los militares entendieron que ya no tenía sentido continuar con los escraches, salvo en casos puntuales. Uno de esos casos concretos fue el del general Jorge Rafael Videla. “Le habíamos hecho un escrache en 1998 y después otra modalidad que le llamamos el escrache móvil. Íbamos en bicicleta, motos y autos, por casas que ya habíamos pasado otras veces”, relata Pisoni. “Pero en 2006 el tenía prisión en su domicilio. Era el símbolo de la dictadura y nos propusimos que fuera a una cárcel común. Logramos que se revocara la prisión domiciliaria”.
“Nuestra aparición revitalizó la lucha que habían iniciado antes las madres y las abuelas de la plaza de Mayo”, señala Maroni. “En ese momento ellas seguían dando vueltas a la plaza todos los jueves sin que la sociedad acompañara esa acción. De pronto empezamos a escrachar y casi toda la sociedad y los medios de comunicación nos apoyaron”. En 2001, cinco años después de los primeros escraches, sobrevino el corralito en Argentina. Millones de personas se vieron privados de acceder a sus ahorros en el banco. “Hubo cientos de escraches”, recuerda Carlos Pisoni. “A empresas, a políticos, a banqueros, a las compañías telefónicas... La gente iba a sus puertas y les rompía los vidrios”. ¿Y qué hicieron ellos? “Lo que hizo el pueblo”, contesta Paula Maroni. Escracharon.
“Después esa práctica se la apropió el pueblo y nosotros ya no tenemos nada que decir sobre cómo cada uno la traduce”. ¿Y qué piensan de los escraches que se están produciendo en España ante las casas de los políticos del Partido Popular”. “Cuando una sociedad busca medidas alternativas es porque hay un contrato social que se ha roto. El escrache es producto de la impunidad y la impunidad tiene mucho que ver con la impotencia”, señala Maroni. ¿Y no se podría limitar el señalamiento público al lugar en que la persona en cuestión desempeña su trabajo? “Les daría igual. Hasta que no tocas el timbre de la casa del tipo no surte efecto el escrache”, contesta Maroni.
El escrache siguió funcionando de forma esporádica en Argentina. Sus defensores y detractores se encuentran por igual dentro y fuera del peronismo y dentro y fuera del Gobierno. Aníbal Fernández, uno de los senadores peronistas más conocidos en Argentina, ha sufrido varios escraches y los ha criticado también cuando se ejercían sobre políticos opositores. “No se puede aceptar que se agreda o se insulte o se escrache, todo este invento nazi que han traído a la Argentina y tiene un comportamiento espantoso, so pretexto de defender una ideología", declaró en 2009 tras el escrache a un senador de la oposición.
En los escraches más recientes de Argentina las víctimas han sido miembros del Gobierno. En septiembre de 2012 varios manifestantes acudieron con sus cacerolas a la casa del secretario de Estado de Comercio, Guillermo Moreno. Y el pasado febrero, el viceministro de Economía, Axel Kicillof, cerebro de la expropiación de YPF a Repsol, sufrió otro escrache cuando viajaba con su esposa y dos hijos en un buquebús desde Montevideo a Buenos Aires. Kicillof tuvo que ser trasladado junto a su familia a primera clase para evitar el abucheo. "La verdad, fue muy angustiante", relató su esposa, Soledad Quereilhac.
"Yo le pedía a la gente que no fuera irrespetuosa porque estábamos con nuestros hijos de 1 y 4 años".
Sus defensores y detractores en Argentina se encuentran por igual dentro y fuera del peronismo y dentro y fuera del Gobierno
“A Axel nosotros lo conocemos desde que empezó nuestro movimiento. Su grupo universitario participaba en nuestros escraches”, recuerda Pisoni. “Y no estamos de acuerdo con el escrache que sufrió.
 Sin embargo, estamos de acuerdo con que se vaya a protestar ante las empresas eléctricas cuando se producen cortes de luz porque no invirtieron lo que tenían que invertir”.
¿Y apoyarían una protesta ante la casa del director de cualquier empresa eléctrica?
“Claro que sí”, contesta Paula Maroni.
 “El escrache tiene sentido cuando no tenés otra herramienta para obtener un resultado
. Si vos le negás al pueblo el canal para encontrar una solución… Tal vez el tipo que se esconde detrás de un escritorio de una empresa privada va a salir a la terraza.
Y te puedo asegurar que se le cae la cara de vergüenza delante de sus hijos, de sus vecinos”.
El escritor y bloguero Jorge Asis suele ser muy crítico con el Gobierno de Cristina Fernández.
Pero cuando escracharon a Moreno y Kicillof repudió públicamente el escrache. “Creo que se trata de una expresión neo fascista.
 Es un acto de cobardía colectiva de señores que necesitan purificarse en la protesta ante cualquiera que mantenga la arbitraria representación del culpable”, indica Asís.
“Acaso por haber sido escrachado yo mismo durante años en presencia, incluso, de mis hijos, en un restaurante o por la calle, pienso que saldría a defender a mis adversarios políticos si los escracharan en mi presencia.
 Sé que se los intenta comprender por razones que aluden a la impotencia, por la necesidad de descargarse que tiene quien se siente víctima de alguna injusticia.
Conozco de memoria los argumentos
. Pero la democracia no se hizo para legitimar estos desatinos”, concluye Asís.
Por su parte, Paula Maroni, cree que no existe una vara única para medir o valorar los escraches. “Esto es política, no matemáticas.
Y cada persona tiene que hacerse cargo de su opción ideológica”.

 

La Pesada de Cospedal y su obsesión, que no digan que hace algo mal. LosEscraches acaba de descubrirlos.

Cospedal tilda los escraches de “nazismo puro” propio de antes de la Guerra Civil.Debe saber mucho de lo mucho que habla....pero Boucoup de mucho.

La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal , ha calificado hoy los escraches de “nazismo puro” al finalizar una mesa redonda organizada por el partido para debatir sobre la pérdida de confianza y el desapego ciudadano a la clase política.
 La dirigente popular considera que las polémicas protestas domiciliarias que han sufrido dirigentes y parlamentarios de la formación reflejan “un espíritu totalitario y sectario” y un intento de “tratar de violentar el voto” y las reglas de la representatividad democrática.
 Así, en su opinión, “por muy loable y defendible” que sea la causa de las víctimas de desahucios, “pierde todo el sentido” con estos “acosos”.
Otro de los intervinientes en el acto, el diputado Pablo Casado, había señalado antes que los escraches son parte de una "hoja de ruta", por desgracia "nada espontánea", contra el PP y orquestada por una alianza de la izquierda y nacionalistas.
 "Lo hacen con un fin y recuerdan a la España o la Alemania de los 30", ha añadido.
Cospedal, que ha evitado pronunciar la palabra escrache -"además no me gusta", ha apuntado-, ha insistido en que "por primera vez en la historia de España, el Gobierno se está ocupando de los desahucios"
"TENDRÄ MORRO? pero  Morro de Bocoup
. Lo ha señalado al reivindicar la política y el sentido de los partidos. "El partido político es el instrumento que canaliza el derecho de la participación política.
Sin políticos no hay política y sin política no hay democracia... Jugar a que la diana sea el político es ir contra la democracia", ha asegurado.Cospedal mejor vete ya.
Pero en el debate, organizado en un bar del barrio madrileño de Salamanca, y en el que han participado el vicesecretario de Estudios y Programas, Esteban González Pons, el ministro de Industria, José Manuel Soria, la dirigente popular se ha referido también a la corrupción, la segunda preocupación de los ciudadanos y la causa principal del desprestigio de la política.
Y al hacerlo, Cospedal ha nombrado al "señor Bárcenas" para recordar que el que fue "hasta hace tres años" el tesorero de los populares "está inmerso en dos o en tres procedimientos judiciales, algunos empezados antes de que el PP gobernara" y que ahora siguen
. En este sentido, ha considerado la respuesta de jueces y fiscales de "reflejo de calidad democrática".
"Yo soy la primera indignada de conocer lo que ha ocurrido de lo que hacía y lo que tenía el tesorero de nuestro partido", ha agregado la número dos del PP. "Pero serán los tribunales, si queremos vivir en un país habitable, los que tengan que decidir".
Antes de la intervención de Cospedal, Pons ha moderado una mesa redonda, a la que han asistido varios diputados del PP, miembros del Comité Ejecutivo Nacional y la presidenta del partido en la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.
 En ella han intervenido el empresario y expolítico Rodolfo Martín Villa, que ha animado a buscar la “complicidad” entre los principales partidos y ha contextualizado la Transición frente a la etapa actual; el sociólogo del CIS Narciso Michavila, quien ha recordado que el problema no son las protestas por los desahucios sino los desahucios en sí; y la periodista Isabel Durán.Esa que habla y habla y que nadie la calla, que facilidad para hablar de Democracia tienen las Fachas, y los fachas. Pero me pregunto...¿Que es el Nazismo Impuro? ella habla del Puro, será que lo conoce, pero no sabe cuando fue el Impuro Nazismo.

12 abr 2013

Desmantelada una gran organización de venta de ropa falsificada

50 detenidos y 21 imputados en las provincias de Cádiz, Sevilla, Badajoz y Orense.

Un agente muestra material incautado durante la Operación Walking en Cádiz.

La Guardia Civil ha desmantelado una de las mayores organizaciones afincadas en España para el comercio ilícito de ropa y perfumes de marca falsificada en una operación en la que han sido detenidas 50 personas e imputadas otras 21, especialmente en las provincias de Cádiz, Sevilla, Badajoz y Orense.
La Operación Walking, comenzó en Cádiz después de que la Guardia Civil detectara la presencia de personas en una situación personal y económica vulnerable que vendían ropa deportiva y perfumes durante el verano y Navidad en mercadillos y sobre todo en las zonas más turísticas de la provincia.
Los vendedores, captados por un grupo organizado para la distribución del género falsificado, obtenían unos pequeños beneficios, según ha explicado la Guardia Civil en un comunicado.
La red, que tenía a los vendedores en una situación cercana a la explotación, utilizaba después sus beneficios para financiar otras actividades del crimen organizado.
La Guardia Civil descubrió que el punto de almacenaje y distribución de la mercancía falsa estaba en unos garajes y naves de la provincia de Sevilla, tanto de la capital andaluza como de la localidad de El Cuervo, donde se realizaron varios registros, se incautaron miles de prendas y se detuvo a diez de los principales distribuidores de la red.
Las investigaciones se dirigieron después a las provincias de Orense (Galicia) y Badajoz (Extremadura), donde fueron localizados otros tres distribuidores de los productos falsificados a gran escala, y se registraron seis de sus domicilios, donde aprehendieron más de 10.000 artículos por valor de más de 700.000 euros y procedieron a la detención de las dos personas cabecillas del negocio.
Según la Guardia Civil, la red distribuyó por todo el territorio nacional durante 2012 más de 250.000 artículos falsificados a través de empresas de paquetería, con las que enviaban los productos a otros distribuidores a menor escala.
La red utilizaba testaferros y sociedades interpuestas para blanquear los beneficios y financiar otras actividades criminales, según una información que estaba registrada en los sistemas de alerta de la Europol y que sigue siendo investigada.
En la operación se ha incautado ropa deportiva y perfumes falsos por valor de más de 2.184.000 de euros y 20.000 euros en efectivo, además de 16 vehículos.