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6 abr 2013
Bárbara
Bárbara
Mark Vanderloo, pliegues de un rostro perfecto
Es el modelo más longevo, a sus casi 45 años, aún conserva la categoría de ‘top’
Pero en España siempre será el exmarido de Esther Cañadas: formaron la pareja de moda del cambio de siglo y su divorcio fue objeto de un duro escrutinio mediático
El holandés, devoto del póquer y los coches caros, se sincera en una de sus raras entrevistas.
A veces, un simple posado puede dar al traste con todo lo orquestado
por el departamento de marketing en torno a un producto. Mark Vanderloo,
veterano en estas lides, se ha encaprichado con posar junto a un
Porsche. Él se compró uno a los 28 años, no recuerda por cuánto, y lo
estampó a los dos meses. Poco después, estrelló un Mercedes. Ha sido
coleccionista. Le gustaba conducir muy rápido y de noche. Coger el
coche, cuando vivía en París, y plantarse en Barcelona, Milán o
Ámsterdam. Le han retirado el carnet cuatro veces, pero no le importa
confesar que si hoy no va tan deprisa es porque “las carreteras están
infestadas de cámaras y de coches”. El Porsche le trae buenos recuerdos.
Estamos en un hangar del Matadero de Madrid copado por la firma Carrera para presentar sus propuestas ópticas para este año. El fotógrafo está de acuerdo en que Vanderloo se luzca apoyado en ese coche. Pero alguien de la organización se tira en plancha. Ni hablar, Mark no puede posar junto al Porsche. Él representa la línea Icons, y para eso han traído un Jaguar. El Porsche es para otra gafa y otro famoso. El modelo se lo toma con deportividad y solicita, amablemente, que le soplen dos o tres consignas sobre lo que promociona. Es lo primero que suelta en la entrevista: “Asocian las Carrera Icons a un Jaguar porque es un coche clásico, y me llamaron a mí porque soy un modelo clásico, a lo James Dean. No digo que yo me parezca a James Dean, pero tú ya me entiendes”. Dicho de corrido, suena a sorna, pero es pura profesionalidad. Y, por acabar con este juego, ¿cómo se siente tratado como un icon? “Yo no me considero así, no me malinterpretes, pero si la gente me identifica como un icono, me halaga”.
Más allá de la imagen que tenga este holandés de casi 45 años de sí mismo, para España siempre será el exmarido de Esther Cañadas. Lo sabe y lo asume. A pesar de estar casado con la exmodelo y actriz Robine van der Meer, con la que tiene dos hijos y vive apaciblemente en Ibiza, no elude ese peaje: hablar sobre Cañadas. La moda los aclamó como la pareja más explosiva del cambio de siglo. Se conocieron en una campaña de DKNY, en 1997. Y Peter Lindbergh, el fotógrafo, se lo apuntó al propio Vanderloo: “Creo que te estás enamorando”. “Sí, fue un flechazo”, reconoce hoy.
Se casaron en 1999 y se divorciaron un año después. Coincidiendo, subrayan las malas lenguas, con el fin de un contrato por dos años que esa marca neoyorquina había firmado con la pareja. Ni siquiera rehúye la leyenda negra. “No me importa lo que digan. Es algo entre Esther y yo, ambos sabemos lo que pasó. Yo tenía 30 años y ella, 21. Ambos éramos aún demasiado jóvenes. Y vivimos nuestro matrimonio bajo mucho estrés, se interpusieron muchas cosas. Pero eso no quita que yo siga pensando que ella es una persona fantástica”. La ruptura se vivió bajo el mismo escrutinio mediático. “No fue fácil”, reconoce. “Por eso podrás comprobar que ya casi no hago entrevistas. Sobre todo al principio, tomé una distancia abismal con los medios. Me vi sobreexpuesto y no era el tipo de vida que quería para mí”.
No era la primera vez que se proponía cambiar de tercio. En 1996, escribió una carta a su agente renunciando. “Tenía 28 años. Pensé: ‘Ya está, ya lo he hecho todo en la moda’.
Después dormí 50 horas seguidas, me sacudí el jet-lag y, evidentemente, cambié de opinión.
Yo nunca planeé dedicarme a esto mucho tiempo.
Mi plan era hacer pasta un par de años y pasar a otra cosa”.
Había empezado por casualidad. Acompañó a una novia a un casting y acabaron protagonizando juntos una campaña de leche.
Él era un estudiante universitario y camarero a 150 euros la noche. Su padre exportaba huevos, su madre era ama de casa. Torcieron el gesto.
Hoy su padre vela en Bélgica por alguno de sus coches antiguos y su madre vive en una casa que le ha comprado en Figueira da Foz (Portugal).
Y ha diversificado sus negocios. Además de posar, compra, reforma y vende casas. “Empecé a hacerlo en Nueva York, a finales de los noventa.
Con la explosión inmobiliaria te forrabas. Hoy sería imposible”. Aunque sigue haciéndolo, a menor escala, en Ibiza, donde también le gustaría abrir un hotel.
Es, oficialmente, el modelo masculino de mayor duración, lo más parecido a Kate Moss que ha dado la pasarela masculina.
“Pronto acabaré rompiendo otro récord, de ser el más longevo a ser el modelo más viejo, a secas”. Ocupa el cuarto puesto en la lista Top icons men de Models.com.
Incluso llegó a inspirar el nombre de Zoolander, el modelo protagonista de la película homónima, sumando su apellido al de otro top de entonces, Johnny Zander.
“Ben Stiller me propuso aparecer, pero me pilló en plena separación y yo no estaba muy de salir en ninguna peli; pero me reí mucho viéndola”.
Los que le tenían perdido de vista es que no han reparado en sus recientes campañas de Hugo Boss junto a Daria Werbowy o de H&M fotografiada por Terry Richardson.
O su aparición en el corto The tale of a fairy, dirigido por Karl Lagerfeld, donde encarna a un seductor tahúr en Monte Carlo. “Según pisé ese casino me sentí como en casa”, bromea.
O no tanto.
Es un fanático del póker. “Empecé a jugarlo hace 15 años, en Atlantic City.
Me gusta más que el blackjack o la ruleta. Requiere inteligencia y no suerte. Y siempre, mientras conserves alguna ficha, puedes darle un vuelco al juego”. Ha participado en 15 grandes torneos.
Se confiesa ajeno al revuelo suscitado por la reciente reaparición pública de Esther Cañadas, visiblemente desmejorada, pero desestima que el paso del tiempo en la moda sea más cruel con las chicas.
“Yo aún veo a Christy Turlington o Linda Evangelista espléndidas.
Envejecer es fantástico. Es mejor estar acorde con tu edad que estar muerto”. Su amiga Evangelista proclamó que no ponía un pie fuera de la cama por menos de 10.000 dólares. Se ríe. “Dudo mucho que hoy declarara algo así: con 10.000 dólares apenas te llega para un paquete de tabaco y dos chocolatinas”. Y él, ¿cuánto llegó a pedir? Guiña un ojo.
“A mí me sacas de la cama por lo que cuestan dos chocolatinas”.
Estamos en un hangar del Matadero de Madrid copado por la firma Carrera para presentar sus propuestas ópticas para este año. El fotógrafo está de acuerdo en que Vanderloo se luzca apoyado en ese coche. Pero alguien de la organización se tira en plancha. Ni hablar, Mark no puede posar junto al Porsche. Él representa la línea Icons, y para eso han traído un Jaguar. El Porsche es para otra gafa y otro famoso. El modelo se lo toma con deportividad y solicita, amablemente, que le soplen dos o tres consignas sobre lo que promociona. Es lo primero que suelta en la entrevista: “Asocian las Carrera Icons a un Jaguar porque es un coche clásico, y me llamaron a mí porque soy un modelo clásico, a lo James Dean. No digo que yo me parezca a James Dean, pero tú ya me entiendes”. Dicho de corrido, suena a sorna, pero es pura profesionalidad. Y, por acabar con este juego, ¿cómo se siente tratado como un icon? “Yo no me considero así, no me malinterpretes, pero si la gente me identifica como un icono, me halaga”.
Más allá de la imagen que tenga este holandés de casi 45 años de sí mismo, para España siempre será el exmarido de Esther Cañadas. Lo sabe y lo asume. A pesar de estar casado con la exmodelo y actriz Robine van der Meer, con la que tiene dos hijos y vive apaciblemente en Ibiza, no elude ese peaje: hablar sobre Cañadas. La moda los aclamó como la pareja más explosiva del cambio de siglo. Se conocieron en una campaña de DKNY, en 1997. Y Peter Lindbergh, el fotógrafo, se lo apuntó al propio Vanderloo: “Creo que te estás enamorando”. “Sí, fue un flechazo”, reconoce hoy.
Se casaron en 1999 y se divorciaron un año después. Coincidiendo, subrayan las malas lenguas, con el fin de un contrato por dos años que esa marca neoyorquina había firmado con la pareja. Ni siquiera rehúye la leyenda negra. “No me importa lo que digan. Es algo entre Esther y yo, ambos sabemos lo que pasó. Yo tenía 30 años y ella, 21. Ambos éramos aún demasiado jóvenes. Y vivimos nuestro matrimonio bajo mucho estrés, se interpusieron muchas cosas. Pero eso no quita que yo siga pensando que ella es una persona fantástica”. La ruptura se vivió bajo el mismo escrutinio mediático. “No fue fácil”, reconoce. “Por eso podrás comprobar que ya casi no hago entrevistas. Sobre todo al principio, tomé una distancia abismal con los medios. Me vi sobreexpuesto y no era el tipo de vida que quería para mí”.
No era la primera vez que se proponía cambiar de tercio. En 1996, escribió una carta a su agente renunciando. “Tenía 28 años. Pensé: ‘Ya está, ya lo he hecho todo en la moda’.
Después dormí 50 horas seguidas, me sacudí el jet-lag y, evidentemente, cambié de opinión.
Yo nunca planeé dedicarme a esto mucho tiempo.
Mi plan era hacer pasta un par de años y pasar a otra cosa”.
Había empezado por casualidad. Acompañó a una novia a un casting y acabaron protagonizando juntos una campaña de leche.
Él era un estudiante universitario y camarero a 150 euros la noche. Su padre exportaba huevos, su madre era ama de casa. Torcieron el gesto.
Hoy su padre vela en Bélgica por alguno de sus coches antiguos y su madre vive en una casa que le ha comprado en Figueira da Foz (Portugal).
Y ha diversificado sus negocios. Además de posar, compra, reforma y vende casas. “Empecé a hacerlo en Nueva York, a finales de los noventa.
Con la explosión inmobiliaria te forrabas. Hoy sería imposible”. Aunque sigue haciéndolo, a menor escala, en Ibiza, donde también le gustaría abrir un hotel.
Es, oficialmente, el modelo masculino de mayor duración, lo más parecido a Kate Moss que ha dado la pasarela masculina.
“Pronto acabaré rompiendo otro récord, de ser el más longevo a ser el modelo más viejo, a secas”. Ocupa el cuarto puesto en la lista Top icons men de Models.com.
Incluso llegó a inspirar el nombre de Zoolander, el modelo protagonista de la película homónima, sumando su apellido al de otro top de entonces, Johnny Zander.
“Ben Stiller me propuso aparecer, pero me pilló en plena separación y yo no estaba muy de salir en ninguna peli; pero me reí mucho viéndola”.
Los que le tenían perdido de vista es que no han reparado en sus recientes campañas de Hugo Boss junto a Daria Werbowy o de H&M fotografiada por Terry Richardson.
O su aparición en el corto The tale of a fairy, dirigido por Karl Lagerfeld, donde encarna a un seductor tahúr en Monte Carlo. “Según pisé ese casino me sentí como en casa”, bromea.
O no tanto.
Es un fanático del póker. “Empecé a jugarlo hace 15 años, en Atlantic City.
Me gusta más que el blackjack o la ruleta. Requiere inteligencia y no suerte. Y siempre, mientras conserves alguna ficha, puedes darle un vuelco al juego”. Ha participado en 15 grandes torneos.
Se confiesa ajeno al revuelo suscitado por la reciente reaparición pública de Esther Cañadas, visiblemente desmejorada, pero desestima que el paso del tiempo en la moda sea más cruel con las chicas.
“Yo aún veo a Christy Turlington o Linda Evangelista espléndidas.
Envejecer es fantástico. Es mejor estar acorde con tu edad que estar muerto”. Su amiga Evangelista proclamó que no ponía un pie fuera de la cama por menos de 10.000 dólares. Se ríe. “Dudo mucho que hoy declarara algo así: con 10.000 dólares apenas te llega para un paquete de tabaco y dos chocolatinas”. Y él, ¿cuánto llegó a pedir? Guiña un ojo.
“A mí me sacas de la cama por lo que cuestan dos chocolatinas”.
Preston desmitifica a Santiago Carrillo
El historiador escribe una polémica biografía del dirigente comunista, repleta de traiciones y purgas.
Pero ¿que sabe Preston? militó con Carrillo? o solo se deja arrullar por quienes fuera de contexto Opinan y mal de ese Hombre que pudiendo ser mucho expuso su vida como todos los Revolucionarios. ¿que ha hecho Preston ? Escribir sobre la Historia que él nunca vivió. Y no sabe o lo sabe muy bien que en todos los Partidos sus
hombres, porque todos fueron testigos, tenemos luces y sombras. Regodearse en Las Sombras es lo que quieren sus enemigos porque Carrillo claro que hubo purgas no creo que pueda olvidar lo que le hizo a Semprún, los dos murieron y me imagino que andarán ajustando cuentas.
Preston no dismitifica a Carrillo, entre otras cosas porque a los que les ha interesado su opinión no la van a cambiar leyendo un libro.
Pero bueno es que lean y que sepan quien es Santiago Carrillo.
De Carrillo se han escrito montones de cosas. Elogiosas y muy críticas. La biografía que ahora aporta Paul Preston (Liverpool, 1946)
se suma a las segundas.
Y dado que Preston no es un antiguo correligionario resabiado ni un revisionista de la historia, sino uno de los mayores especialistas en el siglo XX español, su demoledor y controvertido retrato del principal líder de la oposición antifranquista arrancará sarpullidos. El zorro rojo (Debate) se puso en marcha tras la muerte de Carrillo pero buena parte del material empleado estaba en manos de Preston desde hace décadas
. Después de su tesis doctoral, el historiador comenzó a investigar a la oposición antifranquista
. El Partido Comunista de España (PCE) era la columna vertebral de aquel movimiento que, pese a sus intentonas, no logró acabar con la dictadura. “Luego la Transición se desarrolló de otra forma, no vino por la lucha antifranquista, que es la historia de un fracaso”, esgrime Preston en su casa de Londres ante un té humeante y un ventanal con vistas a un jardín nevado que contraría el reloj estacional.Me encanta que opine ante una taza de Té quien nunca supo en carne propia de las torturas Franquistas.
Tras el fallecimiento de Carrillo, el pasado 18 de septiembre, varias editoriales le pidieron una biografía.
“La tenía casi hecha, me puse a redactarla de forma coherente y lo que salió de mi encuentro con la documentación no era lo que me esperaba”, confiesa
. Lo que salió es una visión desmitificadora, corrosiva. “Quedará claro que Carrillo poseía algunas cualidades en abundancia: capacidad de trabajo, ímpetu y aguante, destreza en la oratoria y escritura, inteligencia y astucia.
Por desgracia, quedará igualmente claro que la honestidad y la lealtad no figuraban entre ellas”, sostiene el historiador, que le compara a Franco en el afán por reinventar su pasado y la crueldad.
Por Dios que nadie compre ese libro manipulador y tan triste.
Carrillo (Gijón, 1915-Madrid, 2012) vivió tanto que tuvo varias vidas.
Nació en una casa pródiga en niños, afectos y conciencia obrera. Su padre, Wenceslao, era correligionario y amigo del socialista Francisco Largo Caballero.
Fue precoz en militancia y responsabilidades políticas. “Si este Gobierno, entregado a las derechas, no rectifica, serán estas Juventudes las que asalten el poder, implantando su dictadura de clases”, arengaba en un mitin ante unos 80.000 jóvenes en 1934, cuando tenía ¡19 años!
Después de 17 meses en la cárcel a raíz del fracaso de la huelga de ese año, Carrillo viajó a Rusia. Le deslumbró. “Tuvo la sensación de que el PSOE era un partido del pasado”, escribe Preston
. Ya estaba en la pista de despegue hacia el comunismo. A la vuelta comienza la guerra. Carrillo formaliza su ingreso en el PCE al tiempo que se desarrollan los sucesos de Paracuellos, el episodio que le perseguiría como un fantasma toda su vida, favorecido porque nunca dio una explicación sincera sobre los hechos, según Preston
. Entre 2.000 y 2.500 presos fueron asesinados tras ser sacados de las cárceles en una operación que perseguía limpiar Madrid de sospechosos quintacolumnistas.
Preston da una versión equilibrada entre quienes eximen y quienes culpan en exclusiva a Carrillo, y que ya figuraba en su libro El holocausto español (2011). “La autorización, la organización y la materialización de lo sucedido a los prisioneros involucró a muchas personas. Sin embargo, el puesto de Carrillo como consejero de Orden Público, sumado a su posterior relevancia como secretario general del Partido Comunista, supuso que le fuera achacada toda la responsabilidad de las muertes
. Eso es absurdo, pero no significa que no tuviese ninguna responsabilidad”, escribe el biógrafo.
En febrero de 1939, Carrillo cruza la frontera. En París recibe la noticia del golpe de Casado contra Negrín y, lo que es peor, el apoyo de su padre a la operación, que le empuja a escribir una aireada carta en la que rompe con él
. No volvieron a verse hasta dos décadas después.
“Se puede interpretar que pone el partido por delante o que se pone a sí mismo por delante. El hilo conductor es siempre el egoísmo y la ambición”, afirma Preston.
El exilio acoge la peor cara del líder comunista. “Fue donde encontré sorpresas más desagradables. Saca conclusiones triunfalistas que despilfarran el heroísmo de muchos militantes de base y, por otro lado, sus interrogatorios son dignos del KGB”, plantea. El historiador sospecha que “fue reclutado” en su viaje a Moscú en 1936 y que posteriormente podría haber recibido una formación especial dadas las brutales técnicas de interrogatorio que aplicaría a comunistas caídos en desgracia.
El hispanista achaca su progresivo ascenso hasta la cima del PCE a maniobras, mentiras y purgas de quienes podían ensombrecer su camino, como Jesús Monzón, cerebro de la fallida invasión del Val d’Aran, condenado a 30 años de cárcel, víctima de un intento de asesinato en prisión y expulsado del PCE. Algunos colaboradores de Monzón son asesinados, según declararon más tarde dirigentes comunistas, por “orden directa de Carrillo y La Pasionaria”. En sus memorias, el propio Carrillo escribía: “En aquellos momentos, no había que dar esas órdenes; quien se enfrentaba con el partido, residiendo en España, era tratado por la organización como un peligro. Ya he explicado que la dureza de la lucha no dejaba márgenes”.
Las expulsiones y purgas dentro del PCE, según Preston, tenían más que ver con el afán de congraciarse con el Kremlin que con la lucha contra la dictadura.
Hasta 1953, cuando muere Stalin, el aparato español reproduce lo peor del estalinismo. Aunque algunos métodos perdurarán, hasta el extremo de que Preston titulará las versiones de la biografía en otros idiomas como El último estalinista. “Uno a uno, dio la espalda a aquellos que le ayudaron: Largo Caballero, su padre, Segundo Serrano Poncela, Francisco Antón, Fernando Claudín, Jorge Semprún, Pilar Brabo, Manuel Azcárate o Ignacio Gallego”, escribe.
El Carrillo de la Transición es otro.
“Hizo cosas por un lado pragmáticas para mantener al PCE en el tablero, pero que contribuyeron a disminuir el entusiasmo de las masas. Su manera de dirigir siempre fue autoritaria, imponiendo y no explicando”, indica Preston.
Una gestión que acabó devorándole y expulsándole del partido en 1985.
El único gesto de grandeza que el hispanista no rebate es el del 23-F, cuando Carrillo permanece sentado en su asiento.
El único que mantiene el tipo junto a Suárez y Gutiérrez Mellado. Creía, sin ninguna duda, que le iban a matar y pensó que el secretario general del PCE no podía morir como un cobarde
Lo único de su valentía fue ponerse de pie el 23 F....que cosas lo siento Preston que no hayasabido ni sacar bien las sombras de un Gran Hombre,,Paracuellos del Jarama le ha puesto a usted una lápida? ahora se conoce más porque vive Belén Esteban.
Investigue sobre esa chica, seguro que lo hará muy bien porque usted ya no sirve para escribir Hazañas Bélicas..
Y dado que Preston no es un antiguo correligionario resabiado ni un revisionista de la historia, sino uno de los mayores especialistas en el siglo XX español, su demoledor y controvertido retrato del principal líder de la oposición antifranquista arrancará sarpullidos. El zorro rojo (Debate) se puso en marcha tras la muerte de Carrillo pero buena parte del material empleado estaba en manos de Preston desde hace décadas
. Después de su tesis doctoral, el historiador comenzó a investigar a la oposición antifranquista
. El Partido Comunista de España (PCE) era la columna vertebral de aquel movimiento que, pese a sus intentonas, no logró acabar con la dictadura. “Luego la Transición se desarrolló de otra forma, no vino por la lucha antifranquista, que es la historia de un fracaso”, esgrime Preston en su casa de Londres ante un té humeante y un ventanal con vistas a un jardín nevado que contraría el reloj estacional.Me encanta que opine ante una taza de Té quien nunca supo en carne propia de las torturas Franquistas.
Tras el fallecimiento de Carrillo, el pasado 18 de septiembre, varias editoriales le pidieron una biografía.
“La tenía casi hecha, me puse a redactarla de forma coherente y lo que salió de mi encuentro con la documentación no era lo que me esperaba”, confiesa
. Lo que salió es una visión desmitificadora, corrosiva. “Quedará claro que Carrillo poseía algunas cualidades en abundancia: capacidad de trabajo, ímpetu y aguante, destreza en la oratoria y escritura, inteligencia y astucia.
Por desgracia, quedará igualmente claro que la honestidad y la lealtad no figuraban entre ellas”, sostiene el historiador, que le compara a Franco en el afán por reinventar su pasado y la crueldad.
Por Dios que nadie compre ese libro manipulador y tan triste.
Carrillo (Gijón, 1915-Madrid, 2012) vivió tanto que tuvo varias vidas.
Nació en una casa pródiga en niños, afectos y conciencia obrera. Su padre, Wenceslao, era correligionario y amigo del socialista Francisco Largo Caballero.
Fue precoz en militancia y responsabilidades políticas. “Si este Gobierno, entregado a las derechas, no rectifica, serán estas Juventudes las que asalten el poder, implantando su dictadura de clases”, arengaba en un mitin ante unos 80.000 jóvenes en 1934, cuando tenía ¡19 años!
Después de 17 meses en la cárcel a raíz del fracaso de la huelga de ese año, Carrillo viajó a Rusia. Le deslumbró. “Tuvo la sensación de que el PSOE era un partido del pasado”, escribe Preston
. Ya estaba en la pista de despegue hacia el comunismo. A la vuelta comienza la guerra. Carrillo formaliza su ingreso en el PCE al tiempo que se desarrollan los sucesos de Paracuellos, el episodio que le perseguiría como un fantasma toda su vida, favorecido porque nunca dio una explicación sincera sobre los hechos, según Preston
. Entre 2.000 y 2.500 presos fueron asesinados tras ser sacados de las cárceles en una operación que perseguía limpiar Madrid de sospechosos quintacolumnistas.
Preston da una versión equilibrada entre quienes eximen y quienes culpan en exclusiva a Carrillo, y que ya figuraba en su libro El holocausto español (2011). “La autorización, la organización y la materialización de lo sucedido a los prisioneros involucró a muchas personas. Sin embargo, el puesto de Carrillo como consejero de Orden Público, sumado a su posterior relevancia como secretario general del Partido Comunista, supuso que le fuera achacada toda la responsabilidad de las muertes
. Eso es absurdo, pero no significa que no tuviese ninguna responsabilidad”, escribe el biógrafo.
En febrero de 1939, Carrillo cruza la frontera. En París recibe la noticia del golpe de Casado contra Negrín y, lo que es peor, el apoyo de su padre a la operación, que le empuja a escribir una aireada carta en la que rompe con él
. No volvieron a verse hasta dos décadas después.
“Se puede interpretar que pone el partido por delante o que se pone a sí mismo por delante. El hilo conductor es siempre el egoísmo y la ambición”, afirma Preston.
El exilio acoge la peor cara del líder comunista. “Fue donde encontré sorpresas más desagradables. Saca conclusiones triunfalistas que despilfarran el heroísmo de muchos militantes de base y, por otro lado, sus interrogatorios son dignos del KGB”, plantea. El historiador sospecha que “fue reclutado” en su viaje a Moscú en 1936 y que posteriormente podría haber recibido una formación especial dadas las brutales técnicas de interrogatorio que aplicaría a comunistas caídos en desgracia.
El hispanista achaca su progresivo ascenso hasta la cima del PCE a maniobras, mentiras y purgas de quienes podían ensombrecer su camino, como Jesús Monzón, cerebro de la fallida invasión del Val d’Aran, condenado a 30 años de cárcel, víctima de un intento de asesinato en prisión y expulsado del PCE. Algunos colaboradores de Monzón son asesinados, según declararon más tarde dirigentes comunistas, por “orden directa de Carrillo y La Pasionaria”. En sus memorias, el propio Carrillo escribía: “En aquellos momentos, no había que dar esas órdenes; quien se enfrentaba con el partido, residiendo en España, era tratado por la organización como un peligro. Ya he explicado que la dureza de la lucha no dejaba márgenes”.
Las expulsiones y purgas dentro del PCE, según Preston, tenían más que ver con el afán de congraciarse con el Kremlin que con la lucha contra la dictadura.
Hasta 1953, cuando muere Stalin, el aparato español reproduce lo peor del estalinismo. Aunque algunos métodos perdurarán, hasta el extremo de que Preston titulará las versiones de la biografía en otros idiomas como El último estalinista. “Uno a uno, dio la espalda a aquellos que le ayudaron: Largo Caballero, su padre, Segundo Serrano Poncela, Francisco Antón, Fernando Claudín, Jorge Semprún, Pilar Brabo, Manuel Azcárate o Ignacio Gallego”, escribe.
El Carrillo de la Transición es otro.
“Hizo cosas por un lado pragmáticas para mantener al PCE en el tablero, pero que contribuyeron a disminuir el entusiasmo de las masas. Su manera de dirigir siempre fue autoritaria, imponiendo y no explicando”, indica Preston.
Una gestión que acabó devorándole y expulsándole del partido en 1985.
El único gesto de grandeza que el hispanista no rebate es el del 23-F, cuando Carrillo permanece sentado en su asiento.
El único que mantiene el tipo junto a Suárez y Gutiérrez Mellado. Creía, sin ninguna duda, que le iban a matar y pensó que el secretario general del PCE no podía morir como un cobarde
Lo único de su valentía fue ponerse de pie el 23 F....que cosas lo siento Preston que no hayasabido ni sacar bien las sombras de un Gran Hombre,,Paracuellos del Jarama le ha puesto a usted una lápida? ahora se conoce más porque vive Belén Esteban.
Investigue sobre esa chica, seguro que lo hará muy bien porque usted ya no sirve para escribir Hazañas Bélicas..
Muere Bigas Luna
Descubridor de toda una generación de actores españoles, recibió el León de Plata a la mejor dirección en 1992 por 'Jamón, jamón'.
Su contagiosa vitalidad, su curiosidad por todo, su amor
por la vida le convierten en una de esas figuras reñidas con la idea del
más allá. Él vivió para los placeres de la tierra y su cine fue una
extensión de esos placeres. Jamón, jamón, Bilbao, La teta y la luna, La camarera del Titanic Yo soy la Juani... su dilatada y heterogénea filmografía son buena prueba de esas ganas de vivir y probarlo y conocerlo todo.
Bigas Luna ha muerto, a
los 67 años, víctima de un cáncer en su casa
de Tarragona, una tierra que cuidó y cultivó en los últimos años junto a
su esposa.
Descubridor de actores como Ariadna Gil, Javier Bardem, Penélope Cruz, Verónica Echegui o Jordi Mollà, era un hombre atento al talento joven y sin pulir.
Tenía un verdadero radar para estrellas en bruto
. Se inició en la gran pantalla en 1976 con Tatuaje pero fue en 1979 cuando se hizo internacionalmente con Bilbao, seleccionada en el Festival de Cine de Cannes.
En 1990, y después de casi una década sin rodar, regresó con una adaptación de la novela Las edades de Lulú, de Almudena Grandes, seguida de Jamón, jamón (1992), que protagonizada por Javier Bardem y Penélope Cruz se convirtió en una película-icono de esos años
. Los Monegros, el toro, el jamón, los huevos fritos…. con ella el cineasta apuntalaba su telúrica iconografía y los temas que repitió una y otra vez. Jamón, Jamón ganó el León de Plata del Festival de Venecia y el premio del Jurado al Festival Internacional de Cinema de San Sebastián. Después llegó Huevos de oro (1993) película que no tuvo el éxito de la anterior pero que es puro Bigas.
Pero los intereses del cineasta no se ceñían a la cámara de cine, se ocupó de relanzar uno de los locales históricos de Zaragoza, el viejo Plata, como “cabaré ibérico”, dirigió las Comedias Bárbaras de Valle-Inclán (otro de sus inequívocos referentes) sin miedo a la fusión de géneros o, ya en la intimidad, se dedicó a las delicias de la agricultura ecológica.
Hablar de tomates le podía apasionar tanto como de un libro o un artista. Todo se lo llevaba a su terreno, a sus eternas obsesiones.
El certamen de Venecia volvió a galardonarle en 1994 con el premio al mejor guión por la sensual La teta y la luna. Sus últimas películas fueron Yo soy la Juani (2006) y Di Di Hollywood (2010).
Actualmente trabajaba en una adaptación de la novela Mecanoscrit del segon origen, de Manuel de Pedrolo.
Según un comunicado emitido esta mañana Bigas Luna falleció este viernes en su casa de Riera de Gaià junto a todas sus mujeres (su esposa y sus tres hijas).
Hasta el pasado domingo estuvo trabajando en la preparación del Mecanoscrit del segon origen. Su último deseo fue que la película se finalice y se dedique a su único nieto, Quim Lu.
Por expreso deseo del cineasta no habrá homenajes póstumos de ningún tipo. Para evitar tentaciones, lo dejó firmado bajo notario.
Descubridor de actores como Ariadna Gil, Javier Bardem, Penélope Cruz, Verónica Echegui o Jordi Mollà, era un hombre atento al talento joven y sin pulir.
Tenía un verdadero radar para estrellas en bruto
. Se inició en la gran pantalla en 1976 con Tatuaje pero fue en 1979 cuando se hizo internacionalmente con Bilbao, seleccionada en el Festival de Cine de Cannes.
En 1990, y después de casi una década sin rodar, regresó con una adaptación de la novela Las edades de Lulú, de Almudena Grandes, seguida de Jamón, jamón (1992), que protagonizada por Javier Bardem y Penélope Cruz se convirtió en una película-icono de esos años
. Los Monegros, el toro, el jamón, los huevos fritos…. con ella el cineasta apuntalaba su telúrica iconografía y los temas que repitió una y otra vez. Jamón, Jamón ganó el León de Plata del Festival de Venecia y el premio del Jurado al Festival Internacional de Cinema de San Sebastián. Después llegó Huevos de oro (1993) película que no tuvo el éxito de la anterior pero que es puro Bigas.
Pero los intereses del cineasta no se ceñían a la cámara de cine, se ocupó de relanzar uno de los locales históricos de Zaragoza, el viejo Plata, como “cabaré ibérico”, dirigió las Comedias Bárbaras de Valle-Inclán (otro de sus inequívocos referentes) sin miedo a la fusión de géneros o, ya en la intimidad, se dedicó a las delicias de la agricultura ecológica.
Hablar de tomates le podía apasionar tanto como de un libro o un artista. Todo se lo llevaba a su terreno, a sus eternas obsesiones.
El certamen de Venecia volvió a galardonarle en 1994 con el premio al mejor guión por la sensual La teta y la luna. Sus últimas películas fueron Yo soy la Juani (2006) y Di Di Hollywood (2010).
Actualmente trabajaba en una adaptación de la novela Mecanoscrit del segon origen, de Manuel de Pedrolo.
Según un comunicado emitido esta mañana Bigas Luna falleció este viernes en su casa de Riera de Gaià junto a todas sus mujeres (su esposa y sus tres hijas).
Hasta el pasado domingo estuvo trabajando en la preparación del Mecanoscrit del segon origen. Su último deseo fue que la película se finalice y se dedique a su único nieto, Quim Lu.
Por expreso deseo del cineasta no habrá homenajes póstumos de ningún tipo. Para evitar tentaciones, lo dejó firmado bajo notario.
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