Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

23 mar 2013

Marina Castaño perderá todos sus honores en el altar

Lo matrimonios pueden tener consecuencias inesperadas. Es el caso de la que fue esposa de Camilo José Cela

Su anunciada boda con Enrique Puras la despojará, por deseo póstumo del escritor, del título de marquesa viuda y de la presidencia del Patronato del Nobel, la fundación de autor de más rico patrimonio en España.

Marina Castaño y su actual pareja, Enrique Puras. / Jp Álvarez (Europa Press)
Si por Cela hubiese sido, Marina Concepción Castaño López hace tiempo que habría perdido su silla en la larga y pulida mesa de juntas del patronato de la fundación que creó el Premio Nobel en la localidad coruñesa de Iria Flavia (Padrón).
En los estatutos que aprobó el escritor en 1998, cuatro años antes de su muerte, dejó sentada su voluntad para el día que él faltase.
Su esposa, 40 años más joven, tendría que decidir entre rehacer su vida o conservar los honores
. En las leyes que regirían en adelante la institución a la que dejó su millonario legado, el autor de La colmena hablaba claro.
 Y eligió un artículo de número fatídico, el 13, para estipular que su mujer sería miembro nato, y segunda en importancia solo por detrás de él mismo, mientras fuese su “legítima esposa” o su “viuda sin cambiar de estado o haber pactado obediencia a terceros”.
Esta última, enrevesada, fórmula hacía referencia a las posibles relaciones de pareja que pudiese llegar a entablar Castaño López sin pasar por la vicaría. Pero en febrero de 2002, un mes después del entierro del escritor, Manuel Fraga aupaba a la viuda, hasta entonces vicepresidenta primera, al puesto de presidenta, y el artículo 13 pareció quedar sepultado junto al difunto, en aquella tumba del camposanto de Adina cuyas paredes fue necesario limar para que cupiese el ataúd.
La prensa publicó después noticias sobre Castaño y algún nuevo compañero sentimental, y en Iria Flavia no pasó absolutamente nada
. Ella gobernaba la casa a distancia, confiando el día a día al gerente que el propio Cela había fichado en la Ford, Tomás Cavanna
. Hoy, la una y el otro están siendo investigados por un juzgado de Padrón después de que la fiscalía de Santiago los denunciase por estafa, apropiación indebida, fraude fiscal y malversación de caudales públicos.
En los últimos meses, la policía judicial entró en la institución para hacer un registro y se incautó de abundante documentación y correos electrónicos.
Supuestamente, Castaño y Cavanna constituyeron sociedades para cobrar subvenciones y las devoluciones tributarias que le correspondían a la Fundación Cela por ser una entidad cultural sin ánimo de lucro.
Castaño ha recurrido una sentencia que la obliga a pagar 3,9 millones al hijo del literato
Pero, en cierto modo, el espíritu de la última voluntad del Nobel siguió latiendo en Iria Flavia y volvió a manifestarse con la última reformulación de los estatutos. Después de que este diario sacase a la luz la agonía contable y cultural que denunciaban ex empleados de la institución, considerada la fundación de autor de más rico patrimonio en España, la Xunta de Galicia intervino. En 2010, Castaño y la Consejería de Cultura pactaron el rescate, que pasaba por la conversión en pública de la entidad privada.
El proceso de transformación duró dos años, y en junio de 2012, la viuda volvió a presentarse en la sede, el conjunto monumental de las Casas dos Coengos (Casas de los Canónigos), para firmar el acuerdo definitivo. Desde entonces, la Fundación Camilo José Cela y sus ingentes bienes son de la Xunta, pero Marina Castaño sigue dentro.
Ahora únicamente ostenta un título simbólico como “presidenta de honor”, y las decisiones debe tomarlas el consejero de Cultura del Gobierno gallego. La coruñesa tiene voz pero no voto, y definitivamente lo perderá todo si cambia de estado civil.
Esta semana se supo que Castaño planea casarse el verano que viene con el cirujano de la Quirón Enrique Puras. Si esa boda, efectivamente, llega a celebrarse, entonces la viuda deberá decirle adiós a un título nobiliario que acostumbraba usar en su vida cotidiana. Marina Castaño está considerada marquesa viuda de Iria Flavia, pero solo mientras no se case.
Y aunque el verdadero título de marqués lo heredó, al morir el escritor, su único hijo, Camilo José Cela Conde, fuentes próximas a la familia del Nobel se quejan de que muchas veces, en el entorno de Castaño, “se omite lo de viuda”.
 Incluso aseguran que “en términos legales, no existe la figura de marquesa viuda”.
De todas formas, es precisamente por ahí, por el título, por ese pequeño elemento de presunción social y pobre valor real, que Marina Castaño está condenada a perder incluso la voz y el puesto de presidenta honorífica en la Fundación Cela.
 La trampa, ahora, ya no está en el olvidadísimo artículo 13
. Efectivamente, este feneció sin pena ni gloria, pero algo de su esencia resucitó en el apartado 17 del nuevo articulado que se elaboró cuando la institución padronesa pasó a manos de la Xunta de Galicia.
Las normas que rigen ahora la fundación semejan tan claras en este aspecto como lo eran las que rubricó Cela
. El Gobierno de Alberto Núñez Feijóo ordenó que el artículo 17 quedase redactado de la siguiente manera: El cargo de presidenta de honor del patronato, con voz pero sin voto, “será ocupado por Marina Castaño en su condición de marquesa viuda de Iria Flavia”.
 El texto lo cita por teléfono un portavoz de la Consejería de Cultura, que sin embargo no quiere entrar en valoraciones. “Esto es lo que está escrito, lo que rige actualmente. Esta es la situación a día de hoy”, insisten desde la Xunta, y añaden que las “consecuencias” dependerán de cuáles sean al final las “decisiones que se están tomando”, en referencia a los pasos que dé la viuda de Cela en su vida privada.
 Para salvar la posición en la entidad de la que fue segunda mujer del novelista sería imprescindible reformar otra vez más unos estatutos que ya poco conservan de la última palabra del escritor.
Y mientras, la herencia de Cela, que llegó envenenada a manos del Gobierno gallego, sigue congelada en los tribunales.
Según informan los abogados del hijo, el Supremo aún no ha decidido si admite a trámite sendos recursos de casación presentados por la viuda y por la Xunta en julio de 2012, después de que la Audiencia de Madrid las obligase a resarcir con 5,2 millones a Cela Conde, que solo heredó un Miró rasgado.
 Si el recurso no prospera, la Xunta, como nueva titular de Iria, deberá pagar 1,2 millones y Castaño, 3,9. Se case o no se case.

 

Masako, la princesa deprimida

Consumida por los rigores milenarios de la casa imperial nipona, la esposa del príncipe heredero de Japón no levanta cabeza

Madre de una niña, presionada para alumbrar un hijo varón, ve ahora cómo su sobrino empieza la formación para ser emperador.

Masako y Naruhito en las celebraciones del último año nuevo. / KIM KYUNG-HOON (REUTERS)
La princesa Masako no pudo concebir el hijo varón exigido por el Trono del Crisantemo y se derrumbó emocionalmente. A partir del próximo mes de abril, el príncipe Hisahito, de seis años, tercero en la línea de sucesión, único hijo varón de los príncipes Akishino y Kiko, cursará estudios en la escuela primaria de la elitista Universidad de Ochanomizu, en Tokio. Arranca así la formación del futuro emperador de Japón, que será dura, espartana, casi de clausura. Una ley sálica impide serlo a la princesa Aiko, hija del heredero, el primogénito Naruhito, y de su esposa, Masako. El príncipe Akishino es el segundo hijo de los emperadores Akihito y Michiko.
Triste y monacal, consumida por protocolos del pleistoceno, la melancólica existencia de la frustrada madre, la princesa Masako, solo puede entenderse recordando que los emperadores japoneses fueron divinos hasta el término de la II Guerra Mundial, en 1945, año en el que dos bombas atómicas rindieron el imperio y Estados Unidos humanizó por decreto a Hirohito, última deidad en el Trono del Crisantemo. Hace años, en Tokio, una nonagenaria confesaba a este periodista que descubrió la mentira siendo niña, al observar que el emperador tiraba una colilla por la ventanilla de la limusina imperial al paso por su aldea. “Los dioses no fuman, pensé”. La plebeya Masako Owada emparentó con esta dinastía arcana, la más antigua del mundo, sin pretenderlo: el príncipe heredero Naruhito la eligió a dedo, ignoró sus primeras calabazas y consiguió desposarla en 1993, después de que la joven de 30 años sucumbiera a las presiones palaciegas y a las invocaciones al patriotismo de sus padres. Al no poder concebir el hijo varón que garantizase la sucesión dinástica, entró en un abatimiento que una reciente recaída acerca a la depresión crónica.
Masako, en la celebración del 78º cumpleaños del emperador en 2011. / TORU HANAI (REUTERS)
Felipe de Borbón y Letizia Ortiz son Romeo y Julieta, y los reinos europeos, verbenas comparados con el sacerdotal romance de Naruhito y Masako y la impenetrable sobriedad del trono japonés, fundado en el siglo V antes de Cristo y administrado por una plantilla de funcionarios alérgicos a las transigencias occidentales. La princesa, de 49 años, ha reducido sus apariciones, y aunque sonreía ante las cámaras y saludó a las multitudes en las dos únicas apariciones en público de 2012, su estado emocional en privado sigue siendo un misterio y ha desatado todo tipo de especulaciones, según alertó el pasado 29 de enero el diario The Asahi Shimbun, el más prestigioso de Japón. Tras más de un decenio de tratamientos clínicos y psicológicos, conviene renunciar a los partes oficiales eufemísticos y hablar abiertamente de depresión, aconsejan las fuentes consultadas por el rotativo.
La hija de un diplomático ex viceministro, licenciada en Ciencias Económicas por Harvard, en Derecho por la Universidad de Tokio y con un posgrado de Oxford en Relaciones Internacionales, entró en el asfixiante radar de la casa imperial muy a su pesar, mientras ascendía con rapidez en el organigrama de la cancillería nipona. El perfil de la joven, moderna y emancipada hasta su transformación en vestal sintoísta, imantó a los celestinos encargados del casting de jóvenes casaderas. El príncipe la había conocido fugazmente en 1986, durante una recepción oficial a la infanta Elena, y no tardó en decidirse. Sigue enamorado, dicen. Ella rechazó sus requerimientos en varias ocasiones porque el matrimonio concertado no entraba en sus planes y menos la inmolación profesional: la renuncia al ejercicio de la diplomacia a cambio del enclaustramiento y la sistemática persecución del hijo varón.
De alguna manera, su carrera y su personalidad fueron negados"
Naruhito, príncipe heredero
Tras un breve noviazgo, siempre con carabina, y superado un curso intensivo en urbanidad palaciega, el 9 de junio de 1993 se celebraron los esponsales. Poco a poco, el ánimo de la princesa se deslizó hacia la melancolía. Sometida a tratamientos de fertilidad, abortó en 1999 y dos años después alumbró una niña. El Trono del Crisantemo es de naturaleza dinástica y la sucesión se producirá conforme a la ley sálica promulgada por la Dieta (Cámara baja del Parlamento japonés). Las líricas reflexiones de la princesa en fechas previas al nacimiento de la hija revelaban ilusión, voluntad y complicidad de pareja: “Con mi marido guiándome a lo largo de estos siete años, nuestros sentimientos son más profundos día a día”. Pero un trienio después sobrevino el primer derrumbe, y la adaptación a los preceptos se manifestó lenta, agónica. El primer aldabonazo depresivo obligó a Naruhito a viajar solo a la boda de Felipe y Letizia en 2004. El autor Ben Hills escribió que la tribulación es entendible: no puede salir de palacio sin permiso, no tiene tarjeta de crédito, no dispone de acceso ilimitado a las comunicaciones telefónicas y a los familiares directos, ni cuenta con pasaporte individual, ni rutina propia. Articulada, sobresaliente, fluida en inglés, francés, ruso, alemán y español, pudo haber sido una excelente embajadora, pero en lugar de eso se hundió en un ambiente mohoso, y extemporáneo, donde le aconsejaron caminar tres pasos por detrás de su marido, no hablar a menos que se le hable, sonreír un poco, saludar un poco…
Es imposible saber en qué condiciones se encuentra o qué tratamiento sigue", dicen los médicos
Ni el cariño del esposo, que el pasado 22 de febrero cumplió 53 años, ni la alegría de la hija, Aiko, de 12, parecen ser suficiente para levantar el ánimo de una mujer agotada, cautiva de un sistema refractario a la modernidad. Masako sigue recibiendo terapia y medicación y “está mejorando”, según aseguró Kyoji Koamchi, funcionario de palacio. Hace siete años el heredero reconocía que su compañera era víctima de los extenuantes esfuerzos de adaptación a la tradición imperial. “De alguna manera, su carrera y su personalidad fueron negadas”. Los emperadores Akihito, de 79 años, y Michiko, de 78, se dijeron “sorprendidos” por las declaraciones del hijo mayor.
Los esfuerzos contra el desaliento parecen tan baldíos como previsible fue el desmoronamiento de una mujer abocada al desengaño y el empequeñecimiento. Debió empaquetar ambiciones profesionales, arrumbar su tesis de Harvard sobre Ajustes externos en los precios de importación. El petróleo en el comercio de Japón, renunciar al deporte en equipo y sumergirse en clases de poesía, protocolo y violín. La relajación mental no es fácil cuando cerca de mil funcionarios de la casa imperial escrutan las necesidades y movimientos de los 23 miembros de la familia real.
Hisahito, a su llegada a la escuela de la Universidad de Ochanomizu. / REUTERS
Lejos de la mansedumbre que el machismo japonés reclama, la princesa se sublevó en ocasiones contra los mandamientos del comisariado monárquico: llamó “gusano” a un paparazi, corneó a funcionarios cargantes y acudió a restaurantes de su gusto para separar su vida pública de la privada.
 A veces decide en el último minuto ir o no a determinados actos, según publicó la prensa cortesana.
 La emperatriz le prometió en su día no ser una suegra entrometida, pero la nuera habría de conocer muy temprano otras intromisiones, las legalmente vigentes en el conventual palacio de Togu.
 La osadía de hablar 39 segundos más que Naruhito en la conferencia de prensa del anuncio del compromiso matrimonial le costó el primer tirón de orejas, y también fueron reprendidas sus lecturas del nobel Kenzaburo Oe, crítico con el funcionamiento de la casa imperial.
Masako sigue luchando contra la postración, pero hay pocas certezas sobre su última recaída.
“Es imposible saber en qué condiciones se encuentra y qué tipo de tratamiento sigue”, dicen los médicos citados por los principales periódicos de Japón.
 La opacidad informativa alimentó rumores y disparates de alcoba en los tabloides. La revista Shukan Shincho publicó que la casa imperial había importado abundantes dosis de extracto de ginseng, un tubérculo originario de Asia supuestamente portentoso contra la pereza sexual.
La tristeza y la ansiedad son viejas conocidas en palacio.
 Hace seis años, la emperatriz confesó haber recurrido a la fantasía infantil, haberse imaginado invisible, escapando de las rigideces monárquicas en una feliz ensoñación.
 Volaba hacia una estación abarrotada de transeúntes y caminaba entre la multitud, desapercibida, liberada, llena de vida; después se detenía en una de las librerías del barrio más bohemio de Tokio para extasiarse largamente con las novedades de su preferencia
. Víctima de crisis nerviosas y estrés crónicos, la emperatriz era también plebeya cuando se casó en 1959 con el hijo de Hirohito, antecediendo a Masako en el vía crucis hacia la perfección de modales exigida por una dinastía emparentada con Amaterasu Omikami, la diosa sol, según sus sacerdotes.
 La princesa triste batalla de nuevo contra los grilletes imperiales, reclama aire fresco, libertad y presente para que el Trono del Crisantemo deje de ser la institución herrumbrosa y vacua criticada en el Japón liberal y moderno.
De ser yo esa Princesa habría hu´do o me montaría una vida como Sissi Emperatriz, tuvo ue imaginarse cuando le pusieron 7 kimonos para la boda ue cargaría con ese peso toda su vida, 2 pasitos o 3 detrás del Emperador porque arrastra mucha tela bordada.

 

22 mar 2013

PUESTA DE SOL

PUESTA DE SOL




Siempre me ha gustado el momento en que el sol se despide del cielo y convierte su entorno en una hermosa y hechizante marea naranja de la que resulta imposible desviar la mirada. Hoy para despedir a nuestro Astro Rey como se merece, estoy sentado a la orilla del mar con los codos apoyados en las rodillas y contemplando el reflejo de esa maravilla en las aguas color turquesa que acuden solícitas a aportar su grano de arena a la serenidad del entorno... Hace algo de frío, al fin y al cabo estamos en invierno, pero en realidad poco importa. Bajo esa luz transparente y onírica la paz se apodera del espíritu y el viento me contagia de ese olor a mar que apacigua y produce bienestar. Sin saber muy bien por qué, me viene a la mente un relato de Borges en el que dice haber soñado con inmensas aulas polvorientas repletas de pizarras en las que hay escritas interminables relaciones de palabras alfabéticamente ordenadas, y donde continuación de cada una de ellas hay números expresando cantidades: Se trata de las palabras que nos estará permitido pensar o pronunciar a lo largo de nuestra vida. El número no está cerrado, se modifica por razones inexplicables y por circunstancias que nunca entenderemos.
Estremecedor, ¿verdad? Especulo con cuantas palabras pasarán por nuestro cerebro y que jamás serán pronunciadas... ¿Qué será de ellas? ¿Y cuántas pronunciaremos sin pensarlas antes? ¿Y qué pasa cuando las proferimos en soledad, se las llevará el aire o quedarán flotando a nuestro alrededor como fantasmas, esperando el momento propicio para volver a la vida? Supongo que habrá también una cifra que indicará lo que sentiremos contemplando una puesta de sol de las que nos será dado disfrutar, para sobrellevar con mejor ánimo la inmutabilidad de lo cotidiano.
 
Escrito con Sentido
 
Es el momento en ue se ven por segundos La Luna y el Sol y si se dan las condiciones puedes ver El Rayo Verde cuento de Julio Verne y una Película de Rhomer..verde del todo no lo he visto dicen ue si lo ves sabrás lo ue está pensando la gente ue te rodea.

ESCRIBIENDO UN POEMA No es fácil escribir poesía, siempre que lo hago he de hacerle ver al poema que preciso su ayuda para acabar la tarea. El caso es que su habitual carácter de ausencia irreflexiva le impide colaborar con la necesidad de expresar lo que en un determinado momento necesito. Porque resulta que los poemas suelen ser muy suyos, tienen la manía incorregible de no interesarles lo que pienso: en un principio me proponen otras cosas y a menudo simplemente se lo toman como un juego divertido viendo mis apuros frente a un texto que me supera. Pero resulta que al menos en esto soy constante y me comprometo a obligarles a escuchar cada palabra de mi alma hasta que consigo que se construyan un hogar en el espacio vacío del correspondiente folio en blanco para que, con su alma poética, vayan haciendo lentamente el dibujo preciso del pensar. Y una vez acabado su quehacer, no aguantan a mi lado sentados por mucho tiempo: tienen un corazón que les impele a la aventura de ser leídos y hacer amistades perdurables por donde quiera que pasan.

ESCRIBIENDO UN POEMA



No es fácil escribir poesía,
siempre que lo hago
he de hacerle ver al poema
que preciso su ayuda
para acabar la tarea.
El caso es que su habitual
carácter de ausencia irreflexiva
le impide colaborar
con la necesidad de expresar
lo que en un determinado
momento necesito.
Porque resulta que los poemas
suelen ser muy suyos,
tienen la manía incorregible
de no interesarles lo que pienso:
en un principio me proponen
otras cosas y a menudo
simplemente se lo toman
como un juego divertido
viendo mis apuros
frente a un texto que me supera.
Pero resulta que al menos
en esto soy constante
y me comprometo a obligarles
a escuchar cada palabra
de mi alma hasta que consigo
que se construyan un hogar
en el espacio vacío
del correspondiente folio en blanco
para que, con su alma poética,
vayan haciendo lentamente
el dibujo preciso del pensar.
Y una vez acabado su quehacer,
no aguantan a mi lado
sentados por mucho tiempo:
tienen un corazón que les impele
a la aventura de ser leídos
y hacer amistades perdurables
por donde quiera que pasan.