Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

17 mar 2013

Esa tristeza del diablo por Carlos Boyero

Debido a mi traumática relación con los siervos de Dios durante la infancia y la adolescencia, he procurado el resto de mi vida no tener el menor contacto.

Debido a mi traumática relación con el gremio de los modélicos siervos de Dios durante la infancia y la adolescencia en un internado religioso, he procurado el resto de mi vida no tener el menor contacto con ellos, aunque eso no evite una alergia a perpetuidad ante todo lo que son y lo que representan.
 Imagino, ateniéndome a mi resentido sentimiento, lo que debe ocurrir en el ánimo a los supervivientes del Holocausto cada vez que ven o escuchan algo relacionado con el nazismo. Por ello, me resulta profundamente antipático, o ajeno en el mejor de los casos, siempre desprendiendo olor a naftalina, todo lo que se refiera a la Iglesia católica (en general, a todas las iglesias), pero supongo que su trascendencia en la vida de la mayoría de la gente es enorme, ya que todas las noticias del sufrido mundo llevan una semana concentradas en quién va a ocupar el trono del imperio de Dios en la tierra.
En vista del infatigable machaqueo de los medios de comunicación sobre el tema, deduzco que el número de agnósticos, ateos, o indiferentes ante los designios del Altísimo, debe de ser ínfimo.
 Y, por supuesto, importa mucho más la identidad del nuevo Papa que el estrangulamiento económico que está padeciendo la mayoría del personal por culpa de Satanás.
 Dios se encargará de arreglar el problema.
Cuentan de su Santidad, (que está a punto de meterse un humano hostión nada más comenzar su divino reinado), que ha leído a Borges (es encomiable que además de poder citar de memoria los textos sagrados, el boss de la Iglesia sepa apreciar la mejor literatura pagana), viajaba en metro, lavaba los pies de los presos (no pillo el lado piadoso de ese fetichismo), que es liberal para ciertas cosas y ortodoxo en las de siempre. Pero lo que más me conmueve es el testimonio de un antiguo amor
. Cuenta esta que tenían ambos 12 años y él le propuso casarse, añadiendo que le regalaría una casita cuando esto ocurriera. Si no aceptaba su oferta, se haría cura.
 La negativa de esa cría puede haber condicionado la marcha del universo.
Le pide Bergoglio a sus huestes que combatan la tristeza y el pesimismo que crea el diablo y transmitan su sabiduría a los jóvenes.
 Pobre Lucifer. Con la cantidad de hijoputas terrenales que han provocado esa tristeza y pesimismo y le cargan el muerto a él.
 Sin comentarios por mi parte sobre la sabiduría curil.

 

Por si quieren más información





Vinos Canarios.com

Pues No no es solo de Stiges


Racimo de uvas de malvasía de Sitges. / JANE VENTURA
Sitges esconde un secreto en una botella
. Además de una playa urbana comparada con Saint Tropez ala Sitges fundamentalmente tiene algunas calas en las que se pueden bañar todo el que quiera pero es más bien para Gays que van a ponerse morenos y disfrutar Saint Tropez es un lugar de pijos independiente de que sean rubios o morenos., y un famoso festival de cine, esta localidad costera catalana tiene una uva mediterránea cuyo nombre procede de la ciudad del Mar Egeo Monemvasia y que forma parte de la historia del vino: la malvasía.
La leyenda atribuye la plantación de las primeras cepas en Sitges gracias a un habitante de la ciudad, un tal Jofre, que participó en la defensa de Sicilia a las órdenes de Roger de Llúria.
En el relato medieval Tirant lo Blanc se citaba la malvasía y se le suponían propiedades tónicas medicinales, según cita la gastroteca de Cataluña.
De granos pequeños y gruesos, muy dulces y aromáticos, esta uva se cultiva en los campos de Sitges y sus alrededores
. Es una pequeña joya playera que se utiliza en la elaboración de vinos de las denominaciones de origen Penedés y Tarragona, pero que tiene personalidad propia.
 La organización Slow Food (enfocada en la comida responsable y la preservación de variedades autóctonas), en su baluarte de la comarca del Garraf, acogió bajo su paraguas a la malvasía de Sitges y emprendió una campaña divulgativa con la veterana bodega del Hospital Sant Joan Baptista (legado de la familia Llopis) y la bodega Vega de Ribes (centrada en la agricultura ecológica).
 No solo se promocionaba el valor de la malvasía más conocida, la dulce (para postres, pasteles y frutos secos); se mostraba el vino de malvasía seco (maridaje sugerido con frutos secos salados, mariscos y quesos curados) y el espumoso (para acompañar con arroces y platos con carnes blancas y aves).
“La malvasía de Sitges es la misma que la de La Palma y la de Bañalfufar en Mallorca”, explica el enólogo Gerard Jané, y reivindica que esta malvasía peninsular tiene un origen real de Grecia. Disculpe Enólogo La Malvasia fundamentalmente es de Lanzarote cada Isla tiene sus vinos buenisimos y si confunde ya La Palma con Lanzarote debería darse un viajecito por el Archipiélago Canario..
 “Respecto a otras malvasías, la de Sitges muestra fuertes una gran acidez, un gran potencial de azúcar y registros aromáticos que pueden ser comparables a la uva riesling, notas de fruta exótica (fruta pasión) así como florales.
 La vinificamos de diferentes formas, tanto como vino seco, semiseco y dulce; la mayor producción que hacemos es como vino seco y con parte de fermentación en barrica”, explica Jané.
El enólogo Gerard Jané. / R. R.
“Las variedades tradicionales son un gran patrimonio, y hay uvas como la malvasía y la sumoll, que durante muchos años no hemos sabido valorar.
Las dos son muy rústicas y con una gran acidez, lo que las hace muy interesantes de cara al cambio climático”, indica el enólogo, quien subraya el potencial de la sumoll para vinos monovarietales: “muy interesante para vinos rosados, tanto tranquilos como espumosos”.
De las dos uvas elaboramos unas producciones pequeñas, en torno a 300 o 1.800 botellas, en función de la añada y el tipo de vino”, afirma Gerard Jané. Estas uvas que cita forman parte de lo que llama “vinos experimentales” dentro de la producción de la bodega familiar que dirige, Jané Ventura, que el próximo año cumplirá su centenario.
Vino blanco Jané Ventura de malvasía de Sitges.
Como otras bodegas familiares catalanas, apuesta “por la elaboración artesana”.
 Su firma, ya en la cuarta generación, con viñas en la comarca del Baix Penedés, entre el mar y la montaña, centra su máxima actividad en el cava, vinculado además con la música y con actividades culturales.
 Desde 1995 patrocina el Festival Internacional de Música Pau Casals y ha colaborado en la edición de discos y en conciertos conmemorativos.
Las etiquetas siempre llevan una referencia territorial y cada año presenta un cava “reserva de la música”. “Hace dos años presentamos 2.039 botellas de un cava dedicado a la restauración del órgano de la iglesia del Vendrell”, recuerda el enólogo.
El Gran Reserva Vintage 2008 de Jané Ventura se llama DO, precisamente como las notas musicales que Gerard Jané percibe en las uvas del cava (Xarel·lo, Macabeu y Parellada). Y “do es don en catalán”, recuerda el enólogo, como lo que, insiste, tiene la malvasía de Sitges.

Fuera de España Por la esposa de Muñoz Molina

Una usuaria accede a Facebook desde su ordenador portátil. / Bernardo Pérez

El extranjero ya no es lo que era.
 Por eso, cuando alguien se cree en el derecho de desautorizar tu opinión por aquello de que vives fuera es porque seguramente tiene una idea anacrónica de lo que es el extranjero.
 Yo no he vivido el extranjero cuando estaba en sus momentos de esplendor, es decir, cuando no había manera de combatir la distancia física y uno se comunicaba con los suyos en cartas que tardaban meses en llegar.
Por aquel entonces, no se había inventado la palabra desconectar, pero lo que se producía era, sin duda, una desconexión absoluta de tu mundo de origen.
 El extranjero era un lugar remoto; lo sigue siendo hoy para aquellos que llegan a Europa desde los países pobres.
El primer extranjero que yo viví, por nombrar algunas diferencias con el actual, era ese extranjero al que accedías en vuelos de Iberia en los que viajar en turista era delicioso por el espacio, aunque te llegara el tufo proveniente de los asientos de fumadores.
En aquel extranjero acudías al quiosco internacional en el que se vendían periódicos de tu país que llegaban con uno o dos días de retraso.
 En aquel mundo sin móviles te proveías de unas tarjetas telefónicas que te permitían llamar a la familia
. Las conversaciones eran breves, se iban entre el asombro por la diferencia horaria y las comparaciones sobre el tiempo atmosférico
. El fondo que subyacía bajo estos temas triviales era que nadie había tenido el mal gusto de morirse aprovechando tu ausencia.
Algunos compatriotas de los que viven en el extranjero actual, que cada vez son más, dado que la crisis ha desparramado españoles por el planeta, tienen la posibilidad de leer el periódico antes de que llegue a las manos de un lector en Valencia, y gracias a las redes sociales el chafardeo sobre el último capítulo de los papeles de Bárcenas se produce horas antes.
 No hay un joven emigrante que antes de partir a ese extranjero, que ya no lo es tanto, no le haya explicado a su padre y a su madre, hasta el momento analfabetos digitales, cómo se utiliza el Skype y cómo gracias a esa pantallita mágica van a estar al tanto de sus cambios de peso, de pelo o de orientación sexual, que es algo que a veces ocurre cuando se pone tierra por medio.
 Antes de emprender el camino diario hacia el laboratorio, un alto porcentaje de los 400 científicos españoles que trabajan en Nueva York hablan con sus padres.
Hay incluso madres (sobre todo madres) que, animadas por las ventajas de la tecnología, se abren un perfil en Facebook y acarician la idea de que sus hijos las agreguen a su comunidad de amigos.
 El hijo o la hija se resisten y con razón, porque ante la pantalla del Skype todavía pueden mantener la ficción de buenos chicos que históricamente se representa ante los progenitores, pero en el Facebook, ese Hola a la medida del usuario, la madre podría contemplar en fotos y grandes titulares cómo su hijo se cura la nostalgia como se ha curado la nostalgia desde que el extranjero existe: mojándola en alcohol con otros individuos en la misma situación.
 Y eso a una madre no le gusta. O no “la” gusta, que suena más contundente.
En mi humilde investigación sobre las costumbres del joven emigrante español, la imagen de cachondeo perpetuo que da el Facebook es casi tan engañosa como la de buen chico que favorece el Skype, porque el extranjero (aunque ya no es lo que era) sigue siendo ese lugar donde a menudo uno se siente más solo que la una
. Y ya se sabe que la soledad favorece las fantasías solitarias y que para los delirios Internet es el hábitat perfecto. Acabo de leer en el Times la increíble historia de Paul Frampton, un físico americano que, harto de la soledad del campus (un campus americano es el extranjero para cualquier ser humano), buscó novia en Internet. Nunca se vieron en movimiento ni hablaron, solo chatearon y se mandaron fotos.
 Ella era checa, joven despampanante, modelo de biquinis; él, sesentón y desastroso, pero tan narcisista, ay, que alcanzó la estupidez al creer que ella lo quería de veras.
 Por abreviar: quedaron en conocerse en Bolivia; ella no apareció, pero sí un conocido suyo que dejó al profesor a cargo de una maleta.
 La historia, complicada y fascinante, acaba en Devoto, una cárcel de Buenos Aires, donde el tipo está cumpliendo condena por tráfico de esa droga que llevaba en la maleta. Frampton es tan retorcido mentalmente que no se llega a saber si solo era un ingenuo por no sospechar que la maleta escondía cocaína o si lo era porque participó en el delito imaginando un futuro de amor y lujo con una checa que, seguramente, era virtual.
Sin llegar a tan temeraria credulidad, he conocido casos de seres solitarios que creen haberse enamorado a través de una pantalla, personas brillantes que debieran saber que en la atracción intervienen factores que una imagen no capta, el tacto, el olor, las dimensiones verdaderas. Y han visto cómo el hechizo se rompía cuando la posibilidad de tocarse era real
. Ya lo escribía san Juan de la Cruz: “Mira que la dolencia / de amor que no se cura / sino con la presencia y la figura”. El extranjero es hoy ese lugar donde, a pesar de estar en comunicación permanente con la patria chica, no puedes abrazar a los que quieres; eso sí, tampoco te cruzarás por la calle con los que detestas.