Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

17 feb 2013

En directo: arranca la ceremonia de entrega de los Goya

Irene Escolar y Hugo Silva salen a entregar el primer premio de la noche al mejor actor revelación:
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Eva Hache habla ahora con José Sacristán. "¿Te puedo llamar Pepe? Mejor que Sacris... ¿Cómo es este país eh? Un poco más y te nominan a actor revelación". Tras casi 60 años en la profesión, es la primera candidatura para Sacristán, muy aplaudido en el auditorio.
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Después de hablar de las actrices, la presentadora se dirige a los actores. "¿Te parece una buena forma de acabar con el paro haciendo tú todas las películas?, le dice a Antonio de la Torre, candidato con dos películas.
Hace 1 minuto
"Penelope Cruz también está nominada. Hola Javier [Bardem]. Penelope está nominada por Volver a nacer. Pero creo que también por volver a parir". Por ahora, el arranque de Eva Hache tiene ritmo y gracia.
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Muy bueno está siendo el discurso de Eva Hache, que invita al actor francésw Gerard Depardieu, nacionalizado ruso, a venir a España si lo que quería era chulear a Hacienda.
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"Somos muy buenos haciendo cine, pero con la amnistía fiscal somos maestros". Eva Hache se está metiendo en el bolsillo al público
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Ocurra lo que ocurra, Tom Holland, el niño de 'Lo imposible', coge un avión a las seis de la mañana a Londres: mañana hay clase en el cole
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Eva Hache se lanza a hablar en inglés con Tom Holland, el niño de Lo imposible, presente en la gala. "Es que yo fui a un colegio público donde había clases de inglés".
Hace 6 minutos
Entre el público, Javier Bardem, sin Pe. Pero si ella gana, subirá a recoger el premio en su nombre
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Hace 7 minutos
Bankia, los recortes, Urdangarín sin nombrarle. Todo está saliendo en el primer discurso de Eva Hache, que recibe grandes aplausos de los 2.000 asistentes a la ceremonia.
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"Está la máxima autoridad para nosotros, Enrique González Macho. El 2012 ha sido un año de muy buen cine español y 106 millones recaudados. Un dineral. Aunque, si lo comparas con las pérdidas de Bankia o con los recortes de sanidad y educación, es calderilla", dice Eva Hache.
Hace 8 minutos
"¿Los principles no vienen? . Pero sí van al balonmano con el daño que ha hecho el balonmano a esa familia", dice Eva Hache
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Eva Hache abre la ceremonia con un vestido blanco y negro de Nicholas&Atienza.
Hace 10 minutos


El reparto de 'Blancanieves', en la alfombra roja / Uly Martín

El Hotel Auditorium acoge la 27ª edición de los Premios Goya, que presenta por segunda vez Eva Hache. Blancanieves y Grupo 7 parten como favoritas al acaparar más candidaturas. Seguimos al minuto todo sobre la alfombra roja y durante la gala de entrega de los galardones del cine español.


Relaciones sostenibles.......Boris Izaguirre

Ratzinger se marcha, pero al estilo María Teresa Campos, ¡no sin Georg! Mientras la familia pontificia ora y estudia en la paz del convento, Georg labora en esa belicosa feria que es el Vaticano.

 

El secretario del papa Benedicto XVI, el padre George Gänswein. / CLAUDIO PERI (EFE)

El presente se divide, cada vez más, entre relaciones sostenibles y relaciones insostenibles.
 Y un ejemplo de relación sostenible es la recién descubierta entre Carmen Martínez-Bordiú y el llamado “rey de la chatarra”, Luis Miguel Rodríguez, Luismi para Carmen y sus amigos.
 Una relación insostenible era ya la de Benedicto XVI con la Santa Sede.
Está claro que resulta poco sostenible la naturaleza de los partidos políticos, que hace tiempo se comportan como empresas de enriquecimiento personal con tendencia a sobreproteger a sus miembros más selectos. Sobres y espionaje son el método y la política.
 Y Método 3, la agencia encargada de poner micrófonos y detectives a los políticos, el lugar donde todos se escuchan unos a otros en un enredo de cables y enchufes.
Los partidos se convierten en empresas, los papas se jubilan, pero Carmen Martínez-Bordiú escucha en la dirección correcta y encuentra por dónde volver a la dulce senda del crecimiento económico.
Ya no es en las altas esferas, ni en la burguesía bursátil.
 Es en la chatarra, en la cultura del residuo, en el desguace.
 Y eso es, hablando en plata: la economía real. Carmen encontró más elegante referirse a su nuevo y metálico amor como “empresario del desguace” porque es más sólido y vigoroso
. Y nos indica la dirección que Carmen quiere tomar: hay que abrir ojos, corazón y brazos hacia el futuro sostenible
. Reciclarse o morir. Deshacerse de lo que no funciona. La crisis estimula el cambio, el recambio y la búsqueda de chatarra nos enseña una nueva forma de enriquecimiento, no ya con sobres, transferencias ni comidas en restaurantes con micrófonos ocultos entre las flores, sino en el reciclaje de hierros y cables en dinero nuevo y sano.
 Hasta 300 euros por tonelada. Así, la propia Martínez-Bordiú se recicla aferrada a este amor, abandonando la lata de ser una acomodada señora de Santander para regresar al ambiente de la capital y también al de Parla.
¿Parla catalá Carmen? Probablemente no, pero siempre se dijo que sabía latín, aunque no tanto como el Papa, y seguro que habrá sido de las primeras personas en todo el mundo que entendieron perfectamente lo que decía y no decía el Pontífice cuando anunció su adiós en la lengua muerta de Virgilio
. No debemos permitir que la renuncia del Papa nos impida ver lo que de verdad importa: ¿qué futuro sostenible le aguarda a monseñor Georg, el fiel secretario papal? El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, informó de que el bello monseñor Georg Gänswein continuará como prefecto de la casa pontificia, aunque su residencia la tenga en el monasterio de clausura donde se alojarán el Papa y las cuatro laicas que forman la familia pontificia
. Ratzinger se marcha, pero al estilo María Teresa Campos, ¡no sin Georg! Y es que el atractivo secretario lo merece: se ha entregado al cuidado del Pontífice más de 25 años en santa entrega.
Puede llamar la atención lo flexible del arreglo, porque mientras la familia pontificia ora y estudia en la paz del convento, Georg labora todos los días en esa belicosa feria que es el Vaticano.
Las ferias de arte son uno de los inventos más atractivos del fin de siglo: se mezclan perfectamente obras de arte, millonarios, cables y ganas de comer
. Uno de los restaurantes de la zona vip de Arco lo lleva Arturo, la empresa cuyo presidente está siendo sometida a una investigación por supuestos pagos en B.
 Allí los camareros son atentísimos y se sobreentiende su deseo de que se aclare lo de los supuestos sobres salario.
 Mientras, se sobreponen como pueden a incesantes conversaciones que van desde el precio de un maruja mallo hasta la más que posible declaración de inocencia del duque de Palma.
En ese marco se comentó que la cena de los duques en el restaurante Via Veneto (que no es de Arturo, pero sí de una familia barcelonesa) habría sido financiada por un destacado empresario de esa capital.
Y que tal dato podría alimentar los rumores de que un grupo de señores acaudalados se reúna para ayudar a los duques en aprietos. ¿Por qué? ¿Por amor al arte? No, por amor a la Corona. ¡Oye! No está de más recordar que Camps fue declarado inocente in extremis.
Si todo se resuelve, como es de esperar, favorablemente para los duques, solo quedaría saber cómo ha sido posible que la gestión de la Casa del Rey haya conseguido solita toda esta pérdida de credibilidad.
También en Arco pueden verse diferencias en la forma de gestión de un negocio o un estand.
 Por ejemplo, las galerías alemanas y austriacas tienen a su escaso personal de pie, normalmente vestido con ropa oscura y un poco rara, cualquiera que sea la hora a la que se las visite; y con frecuencia incorporan a alguien que habla un correcto español.
 En cambio, las galerías españolas siempre tienen más gente, sentados unos y mordisqueando algo en una mesita otros, como si estuvieran en Sálvame, de Telecinco, y con amigos que mantienen ese atractivo ambientillo que hace más fácil todo, tan colorido.
Tan arcoíris.
Siempre lo hemos sabido, hay mucha chatarra y mucho arte. Como apuntan en El malentendido, la obra de Camus magistralmente representada en el Teatro Valle Inclán de Madrid, la vida también es devoradora. Nos convierte en chatarra.

Jean-Luc Godard: el hijo del cine

Para Jean-Luc Godard el cine es una metáfora del mundo.
“Todo es imagen, en el más amplio sentido de la palabra”, afirmó en una ocasión.
 “La cámara es como un microscopio que puede ver lo infinitamente pequeño o un telescopio que percibe lo infinitamente distante”, suele decir.
 Sin embargo, según él, el cine pronto se entremezcló con el arte y con el comercio
. Entró en juego la producción y la distribución y, de alguna manera, se perdió su pureza original, una integridad que él, sin embargo, ha ido persiguiendo siempre en cada una de sus películas.
Jean-Luc Godard nació en París el 3 de diciembre de 1930
. Sus padres eran suizos y, durante la Segunda Guerra Mundial, toda la familia volvió al país helvético.
 Años más tarde regresó a Francia para estudiar en La Sorbona. Durante sus años universitarios y, gracias a sus constantes visitas a la Cinemateca, entabló amistad con otros futuros cineastas como François Truffaut, Eric Rohmer y Jacques Rivette.
 Con ellos, y junto a otros nombres como Claude Chabrol o Alain Resnais, Godard formaría parte de la Nouvelle Vague, probablemente la generación cinematográfica más importante que ha dado Europa en toda su historia.
En 1960 Jean-Luc Godard estrenó su primera película, Al final de la escapada, un filme protagonizado por Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg que revolucionó el lenguaje cinematográfico con un innovador montaje, encuadres rupturistas y un uso novedoso del sonido.
Godard siempre fue el más experimental de todos los cineastas del grupo.
 En la primera etapa de su carrera se nota una gran influencia de las películas de la serie B americana. Muestra asimismo una gran predilección por mostrar personajes desarraigados y marginales.
 De esa época es Vivir su vida, protagonizada por la que fue su mujer, Anna Karina, la historia de una joven que abandona a su marido y a su hijo para convertirse en actriz, cayendo finalmente en la prostitución.
Poco a poco su cine se va haciendo menos narrativo, intentando que sea la propia imagen la que vaya cargando con todo el significado y el simbolismo, casi siempre político y sociológico.
 Así, Alphaville es un filme de ciencia ficción que muestra una sociedad totalitaria, carente de libertad. Banda aparte, por su parte, es la historia de tres amigos que tienen en común su fascinación por la literatura criminal, una película que tiene algo de comedia, de drama e incluso de musical.
 Sin ir más lejos, su escena de baile fue homenajeada por Quentin Tarantino en Pulp fiction.
Este domingo TCM Autor emite algunas de las películas más relevantes de Godard.
 Un director que, a lo largo de más de cuatro décadas, no ha dejado indiferente a nadie. Sus películas, ya sean largos o cortos, se han hecho cada vez más radicales y crípticas pero su magnetismo sigue intacto. Todavía hoy, cuando se presenta o se anuncia algún nuevo trabajo suyo, los críticos siguen agolpándose a las puertas de la sala de proyección esperando ver algo más que un filme, casi una revelación divina hecha imágenes
. Y no es ninguna exageración
. En una ocasión, Henri Behar, el habitual conductor de las ruedas de prensa en el Festival de Cannes, le presentó diciendo: “En el nombre de Godard está incluida la palabra God, es decir Dios en inglés. Señoras y señores, con ustedes, Dios”.

Fogones envenenados.....no te puedes fiar......

Ninguno de los compañeros del pinche de una sidrería de Gijón se explica el envenenamiento

El ayudante de cocina Andrés Avelino F.F (de pie, quinto por la izquierda), su amiga y también pinche, Eva (de pie, rubia, con el pelo corto y gafas), Juan Gil, El Pistolas, muerto en la cocina de El Lavaderu en 2011 (segundo por la derecha) con miembros de la plantilla de la sidrería, todos afectados, en 2009.

La historia de los envenenamientos en el bar El Lavaderu, en el barrio de Cimadevilla de Gijón (Asturias), es la historia de una traición, de una actuación perversamente medida, dosificada, ocultada y mantenida durante años con una saña meticulosa.
 Es una historia de fogones para dentro, de confianza oscura, de suspicacias... Y es, sobre todo, la historia de Tino, de Chelo, de Jose, de Benja, de Gustavo, de Juan, el Pistolas, de Vity... Y también la de Marcos, aunque no quiera contarla.
 Una historia con sidra y con oricios, esos erizos de mar que en Asturias se comen renombrados.
 Es el relato de cada 19 de mayo con El Lavaderu de aniversario y su plaza abarrotada
. Llena hasta la misma bandera tricolor que Tino iza cada 14 de abril en su balcón de la plaza del Periodista Arturo Arias.
Y aunque ahora a todos les pese, también es la historia de Andrés y de Eva.
 De los dos pinches que más bocas abiertas han dejado en el casco antiguo de Gijón, en el mismísimo corazón de una ciudad costera, amable y bella hasta el delirio etílico.
Tino Comerón y Chelo Toyos abrieron El Lavaderu hace 14 años.
En la plaza del Periodista Arturo Arias, aunque casi nadie sepa que se llama así.
Para todos es la plaza del lavaderu, donde hace años acudían a enjuagar la ropa decenas de mujeres. La sidrería es hoy un local con paredes de piedra, con mesas y vigas de madera, y con bidones donde escanciar sidra
. A Tino y a Chelo les fue bien el negocio.
 Precisaron personal a menudo: camareros, extras para el fin de semana. En 2004 Chelo, cocinera, necesitó un pinche y echó mano de un conocido: Andrés Avelino F.F., de 55 años.
 Este había regentado un bar en Candás, a 14 kilómetros de Gijón, y la familia de Chelo lo conocía.
 En los pueblos se conoce todo el mundo. Andresín había tenido además una tienduca, un todo a 100, en Cimadevilla. Era “un hombre muy agradable, siempre dispuesto a hacer favores”, recuerda Chelo. Alguien de quien fiarse.
Andrés tenía una amiga más especial que el resto. Se llama Eva y también trabajaba en la cocina de El Lavaderu.
 “Eran amigos de siempre, desde hace más de 20 años”, comenta Gustavo Vera, de 35 años, tras la barra. Benja, Benjamín Menéndez, también de uniforme, asiente: “Salían a tomar una copa, a cenar...
 Siempre juntos”. Vity Mancha trabajó tres años como extra: “Se iban de vacaciones al extranjero. Daba igual dónde, pero lejos. Y juntos”.
En 2006, cuando la hostelería ni siquiera intuía la crisis, en El Lavaderu algo comenzó a ir mal.
 Uno de los camareros, Alberto, que luego fue jefe de cocina, enfermó.
 Se sentía mal a menudo. Enrojecía, le costaba respirar, sufría vómitos.
 Cada vez más a menudo, cada vez peor y sin que nadie supiera el porqué. Acabó pidiendo una baja voluntaria.
 Dejó El Lavaderu, huyó de Gijón y regresó a A Fonsagrada (Lugo). Después de Alberto, a quien le unía una relación “estupenda” con su pinche, fueron muchos los que cayeron.
Todos menos Andrés. Y menos Eva. “Los cocineros me duraban 20 días”, relata Chelo en el bar Casa Xuan, su nuevo negocio, a pocos metros de El Lavaderu.
“Todos acababan fatal. Después fueron los camareros. Y luego nosotros [los dueños].
 Creíamos que era una alergia”. En mayo de 2011 el cocinero Juan Gil, El Pistolas, cayó desplomado en la cocina. Infarto.
Muerte natural, dijeron los médicos. Su familia lo incineró. Aquel día, Andrés, el pinche, lloraba con desgarro.
Hoy todos dudan de la causa de la muerte de El Pistolas. Juan Luis Alfonso, dueño de El Lavaderu desde enero de 2012, se puso en contacto con la policía en octubre tras haber pasado, también él, un día “para morirse”.
 Dio una lista con 14 afectados, a la que se han unido otros seis. Tenía sospechas. Algunos camareros habían empezado a desconfiar de Andrés.
 Él les preparaba a diario el bocadillo y se aseguraba de que lo tomaran. “A cada uno nos lo dejaba en un sitio. A mí en el microondas, a otro en la encimera”, narra Gustavo. Durante unos meses en los que estuvo de baja, Gustavo dejó de tener síntomas.
Nada de picores, ni de mareos, ni vómitos.
 Cuando se reincorporó, recayó. Como él, los demás.
 Una baja, unas vacaciones, unos días de descanso... y todos como nuevos.
 A todos se les curaba, como por ensalmo, la extraña enfermedad.
 Algunos comenzaron a atar cabos. Todo comenzaba cuando bebían alcohol
. Lo que fuera. Un sorbo de sidra o una cerveza. Y siempre después de comer algo que Andrés les había preparado.
 Un día, cuando las pesquisas se convirtieron en parte de la jornada, alguien vio a Andrés preparar un café, sacar un frasco “como en los que se echa orina pero más pequeño”. Y verterlo en la taza.
Juan Luis Alfonso presentó una denuncia y unas muestras del líquido que un compañero rescató en un descuido
. El resultado no dejaba dudas: era Colme, un fármaco usado contra el alcoholismo.
 Puede provocar somnolencia, mareos, irritación cutánea o depresión. E incluso llegar a ocasionar la muerte. Colme fue el mismo medicamento que Francisca Ballesteros, la envenenadora de Mellilla, condenada en 2005, utilizó durante 14 años para asesinar a su marido y dos de sus hijos.
La policía pidió discreción a la plantilla. Registraron la taquilla de Andrés, en una inspección que hicieron pasar por una búsqueda de drogas.
 No encontraron Colme, pero sí “una gran cantidad” de dinero
. En El Lavaderu no se ponen de acuerdo sobre si Andrés estuvo o no en tratamiento contra el alcoholismo. Sí coinciden en que tejía y destejía a su antojo con los proveedores y con el bote de las propinas
. Las cuentas empezaron a no cuadrar.
El dueño se encaró con él. No por el Colme, ni por las sospechas, ni para preguntarle por qué creía que sus compañeros caían como moscas mientras él era un roble, sino por los dineros. Andrés no supo explicarse y lo despidió. Ahora está en prisión provisional.
La investigación casi ha concluido. “No hay móvil”, dice la policía
. Quizá fuera solo el placer de ver el dolor ajeno: un psicópata.
 La fiscalía pedirá tantos homicidios en grado de tentativa como afectados aparezcan.
 No hay móvil. No hay cuerpo de El Pistolas que exhumar. No hay motivo ni explicación.
 Andrés ha estado casi ocho años trajinando en la cocina de El Lavaderu y “bautizando” a sus compañeros, como dice con retranca José García, también afectado
. Ocho años.
Andrés tenía amigos, o algo muy cercano a lo que uno cree que puede ser un amigo, en El Lavaderu.
 Se abrazaba con ellos, los acompañaba al médico, conocía a sus hijos, tenía las llaves de la casa de alguno. Y todos creían conocerlo a él. “Un paisano normal”, “tierno”, “agradable”, “atento”.
 Todos sabían que Eva era su amiga, su gran amiga, pero solo eso: su amiga.
 Andrés tenía otras relaciones que intentaba ocultar.
En El Lavaderu lo sabían y lo respetaban sin preguntas, de ese modo en que se quieren y se respetan los clanes donde las cosas se saben sin necesidad de decirse.
Todos miran ahora a Eva, el único vestigio de lealtad que dejó Andrés. Sigue entrando cada día en la cocina. No quiere hablar. A algunos conocidos les ha comentado que se dicen “muchas mentiras”.
 Y que Andrés, su gran amigo, está bien. Ella espera su momento para contar qué sabía y qué no. Deberá responder si vio las ampollas de Colme cuando abría con su propia llave la taquilla de Andrés
. Demasiadas preguntas
. La trastienda de El Lavaderu es hoy más pública que nunca.