7 feb 2013
El juez declara el concurso de acreedores de la firma de moda Devota & LombaLa sociedad tiene un agujero patrimonial cercano a los 240.000 euros Los gestores mantendrán la administración de la compañíaLa sociedad tiene un agujero patrimonial cercano a los 240.000 euros Los gestores mantendrán la administración de la compañía
La sociedad tiene un agujero patrimonial cercano a los 240.000 euros
Los gestores mantendrán la administración de la compañía.
El juez de lo Mercantil número ocho de Madrid ha declarado el concurso de acreedores voluntario de la firma Devota & Lomba,
con un agujero patrimonial de 239.504 euros, según el auto dictado el
25 de enero. En concreto, la sociedad cuenta con pasivo de 375.667
euros, frente a un activo de 136.163 euros, por lo que se encuentra en
estado de insolvencia y carece de liquidez suficiente para hacer frente a
sus deudas.
El juez indica en su auto que la firma conservará las facultades de administración y disposición sobre su patrimonio, pero sometidas éstas a la intervención de los administradores concursales.
Los acreedores de Devota & Lomba tienen un plazo de un mes, contados desde el día siguiente a la publicación de la resolución en el Boletín Oficial del Estado (BOE), para comunicar sus créditos.
La entrada en concurso de Devota & Lomba constata que el mundo de la moda no es inmune a la crisis y la caída del consumo.
Precisamente, hace apenas tres semanas, los diseñadores sevillanos Victorio y Lucchino también presentaron suspensión de pagos en dos de sus sociedades, en su caso voluntaria.
Los modistos ya entraron el pasado mes de septiembre en fase de preconcurso, pero han tenido que optar finalmente por el concurso para hacer frente a una deuda que podría rondar los 15 millones de euros, cantidad desmentida por la firma, que sin embargo no cifró su cuantía.
El juez indica en su auto que la firma conservará las facultades de administración y disposición sobre su patrimonio, pero sometidas éstas a la intervención de los administradores concursales.
Los acreedores de Devota & Lomba tienen un plazo de un mes, contados desde el día siguiente a la publicación de la resolución en el Boletín Oficial del Estado (BOE), para comunicar sus créditos.
La entrada en concurso de Devota & Lomba constata que el mundo de la moda no es inmune a la crisis y la caída del consumo.
Precisamente, hace apenas tres semanas, los diseñadores sevillanos Victorio y Lucchino también presentaron suspensión de pagos en dos de sus sociedades, en su caso voluntaria.
Los modistos ya entraron el pasado mes de septiembre en fase de preconcurso, pero han tenido que optar finalmente por el concurso para hacer frente a una deuda que podría rondar los 15 millones de euros, cantidad desmentida por la firma, que sin embargo no cifró su cuantía.
Más imitaciones que robos
Hay ladrones de arte de todo tipo: inteligentes, chapuceros,
violentos... No existe un común denominador para este tipo de
criminales.
En cambio, todos los falsificadores —o al menos los buenos falsificadores— tienen el mismo perfil: saben pintar, son unos artistas.
“Hay casi tantas falsificaciones como pinturas auténticas”, afirma un experto policial, quizás un tanto hiperbólicamente. O no. Porque la policía española decomisa anualmente en torno a un centenar de imitaciones.
Circula en el mundo del arte la broma de que Corot pintó 10.000 cuadros, 25.000 de los cuales están en Estados Unidos.
El chascarrillo se debe a que los paisajes de Jean-Baptiste Corot tuvieron tal popularidad en el XIX que su falsificación se convirtió en una pequeña industria.
Los expertos coinciden en que hay una inmensa cifra negra, imposible de cuantificar, de falsificaciones
. El comprador lo suele saber —entre otras cosas porque el precio que abona es muy inferior— y lo acepta de buen grado.
Así puede presumir ante sus amigos de tener colgado en su casa un goya o un dalí.
En la historia ha habido maestros de la falsificación como el húngaro Elmyr de Hory, el holandés Han van Meegeren (especializado en imitar a Johannes Vermeer) y el británico Tom Keating, capaz de emular a la perfección a Degas, Constable y Samuel Palmer, entre otros.
En no pocas ocasiones, los falsificadores son los secretarios, los marchantes u otros de los allegados al artista.
Algo así sucedió con el genial Salvador Dalí o el burgalés José Vela Zanetti, cuyo falsificador más conocido se ahorcó en su casa en 2008.
¿Qué se falsifica ahora? Mucha obra antigua: Picasso, Marc Chagall, Kandinski, Van Gogh.
En cambio, todos los falsificadores —o al menos los buenos falsificadores— tienen el mismo perfil: saben pintar, son unos artistas.
“Hay casi tantas falsificaciones como pinturas auténticas”, afirma un experto policial, quizás un tanto hiperbólicamente. O no. Porque la policía española decomisa anualmente en torno a un centenar de imitaciones.
Circula en el mundo del arte la broma de que Corot pintó 10.000 cuadros, 25.000 de los cuales están en Estados Unidos.
El chascarrillo se debe a que los paisajes de Jean-Baptiste Corot tuvieron tal popularidad en el XIX que su falsificación se convirtió en una pequeña industria.
Los expertos coinciden en que hay una inmensa cifra negra, imposible de cuantificar, de falsificaciones
. El comprador lo suele saber —entre otras cosas porque el precio que abona es muy inferior— y lo acepta de buen grado.
Así puede presumir ante sus amigos de tener colgado en su casa un goya o un dalí.
En la historia ha habido maestros de la falsificación como el húngaro Elmyr de Hory, el holandés Han van Meegeren (especializado en imitar a Johannes Vermeer) y el británico Tom Keating, capaz de emular a la perfección a Degas, Constable y Samuel Palmer, entre otros.
En no pocas ocasiones, los falsificadores son los secretarios, los marchantes u otros de los allegados al artista.
Algo así sucedió con el genial Salvador Dalí o el burgalés José Vela Zanetti, cuyo falsificador más conocido se ahorcó en su casa en 2008.
¿Qué se falsifica ahora? Mucha obra antigua: Picasso, Marc Chagall, Kandinski, Van Gogh.
El alfabeto de la moda
Los fondos del Museo del Fashion Institute of of Technology de Nueva York y la voluntad de su directora, Valerie Steele, dan pie a una obra de consulta que repasa la biografía de algunos de los diseñadores más relevantes de los últimos dos siglos.
Valerie Steele es la comisaria jefe y directora del Museo del Fashion Institute of Technology (MFIT) de Nueva York desde 1997.
Autora de varios libros monográficos de historia de la moda y editora de la revista Fashion Theory, Steele se prodiga también en conferencias y cursos.
Como profesora y ensayista, combate los prejuicios que todavía hoy encierran a la moda en una cápsula de frivolidad y no permiten que se muestre en todo su esplendor histórico, estético y cultural. Como comisaria y editora, habla de su último proyecto dentro del MFIT, el más ambicioso a nivel internacional: el libro Fashion designers: A-Z (editorial Taschen), que acaba de publicarse en seis ediciones limitadas – en total, 11.000 ejemplares– y encuadernadas con telas creadas para la ocasión por diseñadores de moda.
¿Cuál ha sido el proceso de creación del volumen? Mi perspectiva inicial era hacer algo parecido a lo que Taschen había realizado con el Instituto de la Indumentaria de Kioto, un libro de historia de la moda a través de su propia colección y sus fondos. Nuestra colección es más de los siglos XX y XXI, mientras que la de Kioto se centra en el XVIII y el XIX.
Así que al principio pensé en titular el libro Museo de moda para explicar cómo es un museo especializado en moda y cómo organizamos nuestra colección.
Pero luego pensé que a la gente le seduce mucho más el trabajo y la personalidad de los diseñadores. Así salió el título actual, que responde a cómo tenemos organizada la colección del MFIT. Así lo hicimos, a partir de unos cien diseñadores, por orden alfabético; además de un largo ensayo que me propuse escribir para contar la historia de los museos de la moda a partir de sus primeras facetas imaginarias, encapsulados dentro de otros museos de arte, etnografía, historia, artes decorativas… desde la mitad del siglo XIX. En realidad quería haber escrito un libro sobre esto y llevaba dos años trabajando en ello, pero cuando salió este proyecto con Taschen decidí que podía volcar ahí toda la investigación que había realizado.
¿Hasta qué punto han colaborado en el libro los diseñadores reseñados? Poco o nada. Hemos querido mantenernos independientes en cuanto a la selección.
No se basa en un listado de los mejores diseñadores del mundo, sino de los que tienen un significado real en la colección del MFIT. En algunas fases hemos llegado a hablar con alguno de los muy contemporáneos para incluir alguna de sus piezas en la colección del museo y, por tanto, en el libro, pero ha sido una excepción y la única colaboración que hemos pedido. He querido ser totalmente independiente y mantener la integridad de la colección. Introducir demasiados en este libro lo hubiera convertido en una máquina de relaciones públicas, que no es el caso.
¿Con qué criterio se ha hecho la selección? Pues que representaran la colección del MFIT. Tuvimos que documentar quienes son estos diseñadores y qué buenas piezas tenemos de cada uno de ellos.
Después hicimos una lista de los que deben estar sin falta: Chanel, Dior, Balenciaga y todos los grandes clásicos. También hicimos una lista de los que pertenecen al siglo XX y de los que ya son del XXI. Por último, teníamos que seguir un alfabeto con todos, y eso también ayudó a ordenar y, de hecho, fue el eje que había que respetar por encima de todo.
Así que tuvimos que poner en la X, por ejemplo, a Xuly Bet, que no es un diseñador mundialmente conocido, pero sí suficientemente interesante. Tuvimos que contactar con Mary Quant para ponerla en la Q. Otra anécdota: habíamos olvidado, durante todo el año que dedicamos al alfabeto, la letra U, y no teníamos nada, hasta que descubrimos una pieza de Undercover, la marca japonesa. Por encima de todo, hemos buscado diseñadores coleccionables y que estéticamente fuesen poderosos
. O bien gente que tiene un estilo que los distingue, direccional y propio, y también diseñadores que acaban de entrar en la historia de la moda.
¿Cree que esta selección y el ensayo que ha escrito pueden ayudar a romper los prejuicios que todavía existen sobre los museos de la moda? Desde luego, me gustaría.
Creo que la indiferencia con la que los anglosajones han mirado a la moda hasta ahora está empezando a menguar. En las culturas latinas y en algunas asiáticas como la japonesa, la moda siempre se ha contemplado como una forma artística, y creo que este sentimiento está en este trabajo editorial.
Pero también es muy espectacular… También hay espectáculo en los museos.
No debería existir una división entre libros y exposiciones inteligentes y libros y exposiciones espectaculares.
Debemos trabajar en producir y editar exposiciones de moda que contengan tanto trabajo intelectual como estético. Algo que asombre, enseñe y deleite.
¿Por qué no hay moda masculina en este libro? Es irónico, pues tenemos una buena colección, mejor que la de otros museos. Pero es que estamos trabajando en una exposición para el próximo otoño en torno a la relación entre moda y homosexualidad, Queer style, que, por supuesto, se compondrá sobre todo de moda masculina, de ropa para gais y de gais que diseñan ropa.
Por todo lo que hace, parece que ambiciona convertir el MFIT en el primer museo de moda contemporánea especializado en la era moderna… Un MOMA pero de moda.
No lo había pensado, pero es una idea estupenda. Creo que de algún modo sería acertado, porque la moda moderna y contemporánea es nuestro fuerte en la colección del museo.
Aunque todavía queda mucho por hacer a nivel cultural, mi compromiso en el MFIT es seguir tejiendo una historia de la moda que contenga todas las piezas necesarias, y son muchísimas, para explicarla. P
‘Fashion designers: A-Z’, publicado por la editorial Taschen en edición limitada.
Autora de varios libros monográficos de historia de la moda y editora de la revista Fashion Theory, Steele se prodiga también en conferencias y cursos.
Como profesora y ensayista, combate los prejuicios que todavía hoy encierran a la moda en una cápsula de frivolidad y no permiten que se muestre en todo su esplendor histórico, estético y cultural. Como comisaria y editora, habla de su último proyecto dentro del MFIT, el más ambicioso a nivel internacional: el libro Fashion designers: A-Z (editorial Taschen), que acaba de publicarse en seis ediciones limitadas – en total, 11.000 ejemplares– y encuadernadas con telas creadas para la ocasión por diseñadores de moda.
¿Cuál ha sido el proceso de creación del volumen? Mi perspectiva inicial era hacer algo parecido a lo que Taschen había realizado con el Instituto de la Indumentaria de Kioto, un libro de historia de la moda a través de su propia colección y sus fondos. Nuestra colección es más de los siglos XX y XXI, mientras que la de Kioto se centra en el XVIII y el XIX.
Así que al principio pensé en titular el libro Museo de moda para explicar cómo es un museo especializado en moda y cómo organizamos nuestra colección.
Pero luego pensé que a la gente le seduce mucho más el trabajo y la personalidad de los diseñadores. Así salió el título actual, que responde a cómo tenemos organizada la colección del MFIT. Así lo hicimos, a partir de unos cien diseñadores, por orden alfabético; además de un largo ensayo que me propuse escribir para contar la historia de los museos de la moda a partir de sus primeras facetas imaginarias, encapsulados dentro de otros museos de arte, etnografía, historia, artes decorativas… desde la mitad del siglo XIX. En realidad quería haber escrito un libro sobre esto y llevaba dos años trabajando en ello, pero cuando salió este proyecto con Taschen decidí que podía volcar ahí toda la investigación que había realizado.
¿Hasta qué punto han colaborado en el libro los diseñadores reseñados? Poco o nada. Hemos querido mantenernos independientes en cuanto a la selección.
No se basa en un listado de los mejores diseñadores del mundo, sino de los que tienen un significado real en la colección del MFIT. En algunas fases hemos llegado a hablar con alguno de los muy contemporáneos para incluir alguna de sus piezas en la colección del museo y, por tanto, en el libro, pero ha sido una excepción y la única colaboración que hemos pedido. He querido ser totalmente independiente y mantener la integridad de la colección. Introducir demasiados en este libro lo hubiera convertido en una máquina de relaciones públicas, que no es el caso.
¿Con qué criterio se ha hecho la selección? Pues que representaran la colección del MFIT. Tuvimos que documentar quienes son estos diseñadores y qué buenas piezas tenemos de cada uno de ellos.
Después hicimos una lista de los que deben estar sin falta: Chanel, Dior, Balenciaga y todos los grandes clásicos. También hicimos una lista de los que pertenecen al siglo XX y de los que ya son del XXI. Por último, teníamos que seguir un alfabeto con todos, y eso también ayudó a ordenar y, de hecho, fue el eje que había que respetar por encima de todo.
Así que tuvimos que poner en la X, por ejemplo, a Xuly Bet, que no es un diseñador mundialmente conocido, pero sí suficientemente interesante. Tuvimos que contactar con Mary Quant para ponerla en la Q. Otra anécdota: habíamos olvidado, durante todo el año que dedicamos al alfabeto, la letra U, y no teníamos nada, hasta que descubrimos una pieza de Undercover, la marca japonesa. Por encima de todo, hemos buscado diseñadores coleccionables y que estéticamente fuesen poderosos
. O bien gente que tiene un estilo que los distingue, direccional y propio, y también diseñadores que acaban de entrar en la historia de la moda.
¿Cree que esta selección y el ensayo que ha escrito pueden ayudar a romper los prejuicios que todavía existen sobre los museos de la moda? Desde luego, me gustaría.
Creo que la indiferencia con la que los anglosajones han mirado a la moda hasta ahora está empezando a menguar. En las culturas latinas y en algunas asiáticas como la japonesa, la moda siempre se ha contemplado como una forma artística, y creo que este sentimiento está en este trabajo editorial.
Pero también es muy espectacular… También hay espectáculo en los museos.
No debería existir una división entre libros y exposiciones inteligentes y libros y exposiciones espectaculares.
Debemos trabajar en producir y editar exposiciones de moda que contengan tanto trabajo intelectual como estético. Algo que asombre, enseñe y deleite.
¿Por qué no hay moda masculina en este libro? Es irónico, pues tenemos una buena colección, mejor que la de otros museos. Pero es que estamos trabajando en una exposición para el próximo otoño en torno a la relación entre moda y homosexualidad, Queer style, que, por supuesto, se compondrá sobre todo de moda masculina, de ropa para gais y de gais que diseñan ropa.
Por todo lo que hace, parece que ambiciona convertir el MFIT en el primer museo de moda contemporánea especializado en la era moderna… Un MOMA pero de moda.
No lo había pensado, pero es una idea estupenda. Creo que de algún modo sería acertado, porque la moda moderna y contemporánea es nuestro fuerte en la colección del museo.
Aunque todavía queda mucho por hacer a nivel cultural, mi compromiso en el MFIT es seguir tejiendo una historia de la moda que contenga todas las piezas necesarias, y son muchísimas, para explicarla. P
‘Fashion designers: A-Z’, publicado por la editorial Taschen en edición limitada.
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